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Mal día y buen día. por NatLB

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Todo lo referente a Sherlock Holmes pertenece a Sir Arthur Conan Doyle. Y a la BBC, respectivamente.
Solo me baso en los personajes de esta última.

Notas del capitulo:

Tengo duda, no sé si manejo bien a los personajes de Sherlock.
Es más bien una prueba para saber si está bien o mal.
Después igual subiré una desde el punto de vista de Mycroft (aquí dudo de mis capacidades xD) para saber si resulta.

 

PD: Leo pero no retengo la información para trasladarme a Londres, asique... quizás se me pasen algunos detalles en palabras...

Mal día y buen día.

 

Había decidido dejarlo todo por la paz. El papeleo en su oficina cuando llego en la mañana le dio una idea de su día. Que mas tarde llegara Sherlock reclamando por un caso antiguo y unas pruebas no fue lo mejor. Se trago todo lo que quería decirle en ese momento y con una paciencia, que no sabe donde saco, lo llevo a la bodega y lo dejo “jugar” para que así volviera luego al 221B.

De regreso en su oficina, se sentó frente a la montaña de papeles y comió unas rosquillas, al menos Sally le dejo un café. Siguió con el papeleo. Bien entrada la tarde apareció un superior reclamando contra una “visita”.

Oh, no…

Claramente su Jefe se topo con Sherlock, quien se peleo con John y estaba de unos ánimos, tuvo que escuchar el reproche de su superior respecto a dejar interferir a civiles, pese a que ayudaran y como hablaba respecto de una supuesta infidelidad. No estaba seguro de parte de quien y en estos momentos tampoco quería enterarse.
También le advirtió que lo cambiaria con Dimmock si no imponía un orden y que de una buena vez tome conciencia de su cargo como DI.

Le dieron los doce, las una, las tres… para cuando vio de nuevo su celular pasaron veinte seis minutos. Respiro profundamente y se estiro en la silla. Sus músculos y articulaciones le agradecieron el cambio de postura.

Se levanto, tomo su chaqueta, sus llaves, su celular, paso una mirada rápida por su oficina y decidió que con eso llegaría bien a su “casa”.

Salió al estacionamiento y subió a su auto. Cerró la puerta y se apoyo en el manubrio, el sueño no lo dejaría llegar. Abrió la puerta y antes de salir saco de la guantera una botella con agua. Se sentó y apoyando los pies en el piso y una mano en su rodilla se inclino hacia adelante. El frio líquido que escurría desde su pelo hasta su espalda y parte de su rostro, lo despertó.

Llegaría vivo a casa.

Pero si su día partía mal, nada le aseguraba que terminaría bien. A tres cuadras de su casa su auto se detuvo, no tenia gasolina. Golpeo el manubrio y reprimió un grito.
Salió y patio la rueda delantera unas ocho veces. Aporreo la puerta al cerrarla y solo porque aun servía le puso alarma.

Camino el resto que quedaba y llego a la puerta, reviso en sus bolsillos.

Las llaves no estaban pero acababa de ponerle la alarma al auto. Se saco la chaqueta y prácticamente dio vuelta los bolsillos. El derecho estaba roto, por eso no ocupaba la chaqueta. No así las gabardinas o abrigos que tenía en el interior de la casa a la cual no podía entrar.

Se dejo caer en el pavimento, paso las manos por su pelo mientras respiraba profundamente. Solo quería llegar a su casa, calentarse un poco de comida, si es que había y dormir. Rogar porque no surgiera nada temprano para que así Donovan lo cubriera y pudiera descansar aunque sea media hora más.

Al parecer no tendría tanta suerte.

No sabe cuánto tiempo estuvo allí sentado, solo reacciono alguien le toco el hombro y luego lo sacudió levemente.
Un hombre vestido de negro le abrió la puerta del auto frente a él.

—¿Quién?—  podía estar desesperado pero nunca tanto.

—El Señor Holmes—  respondió el nombre con un tono impaciente y el entrecejo fruncido.

Suspirando entro y se dejo caer en los cómodos asientos.

Despertó con otra sacudida. No recuerda cómo llego pero su último momento de lucidez fue al sentirse sobre algo blando, ver una sonrisa y buscar una almohada.

 

Despertó por iniciativa propia, algo que no le ocurría en los últimos meses. Observo el lugar. Lo conocía y le debía mucho al dueño de este.

Se levanto y vio ropa limpia en una silla, cómoda y de su talla. Con una sonrisa se dirigió al cuarto de baño.
Vestido y aseado busco al hombre. Improbable que estuviera debido a su apretada agenda, como él decía. Pero el hombre estaba allí, sentado y desayunando en la cocina.

—Buenos días Gregory—  siempre con ese tono de propiedad que le cargaba y gustaba, dependiendo de la situación.

—Es tarde—  dijo él. Mycroft le señalo el puesto a su lado.

Un ligero desayuno lo estaba esperando.

—Por supuesto que es tarde, pasa del medio día—  dijo con ese tono típico de los Holmes.

—¿Y sin embargo estamos desayunando?—  pregunto incrédulo.

—No has desayuno y aun no es hora del almuerzo—  le miro. Mycroft carraspeo  —además se que tendremos la típica… conversación—  él le llama discusión  —respecto de mi alimentación  —el hombre podía considerar una taza de té suficiente para tres días despierto con su trabajo y responsabilidades.

—¿Entonces?—  si bien Holmes tenía razón, conocía a ambos hermanos para saber que no hacían nada sin un beneficio o porque ocultaban algo, lo cual no estaba muy alejado de la realidad.

—Mi asistente me informo que mi pequeño hermano—  Greg bufo  —le ha causado problemas. Por tal motivo me vi en la necesidad de concederle vacaciones—  ni preguntaría como y aunque fuera igual a trabajar lo sacarían a patadas de Scotland Yard. Algunos sabían que alguien “protegía” a Greg y era mejor no llevarle la contraria  —¿Un semana estaría bien?—  el hombre le pregunto, al menos tenia decencia de eso.

—Si… ¿Por qué no?

—Por supuesto que de igual manera le pa…—  le miro y esto causo que Mycroft se ahorrara el comentario.

Sherlock jamás creería que Gregory Lestrade lograba callar y a Mycroft Holmes. Conociendo a Sherlock todos estos años y teniendo sus encuentros, sabia como debía tratarlo y con Mycroft no era muy diferente pero para eso él debería agradecer a su padre.

Robert Lestrade era terrible, diez veces peor que Mycroft y algunas otras peor que Sherlock pero eso sí, con un corazón de oro cuando la situación lo ameritaba.

Además que Greg no era como los típicos policías o personas con las que trataba el mayor de los Holmes cuando se trataba de su hermano. A él no le importo la cantidad de ceros que podía tener su cuenta en el banco, ni el puesto del mayor de los Holmes o un asenso. No se doblegaría ante Mycroft y menos si su hermano estaba allí por consumo de drogas.
El primer día le dejo bien en claro lo que pensaba, siendo el “hermanito” no pudiera ayudarlo pero lo bien que si pagaba para sacarlo. Le grito de todo y dejo a Sherlock pasa la noche allí. Al otro día tuvo problemas pero igual miro desafiante a Holmes.

Con la primera pelea con el mayor de los hermanos y el inicio de su acuerdo con este, al mismo tiempo la colaboración de Sherlock. Así empezó su caótica vida detrás de un Detective Consultor que corría por Londres y se llevaba pruebas a su casa.

Pues si, pese a todo no se podía quejar, algunas cosas buenas saco de todo esto.

Librarse de su esposa, no perder todo en el divorcio. John, porque hizo más humano a Sherlock, Anthea y su amabilidad cuando necesitaba ayuda y la Sr Hudson con sus comidas en fechas importantes donde lo invitaban a Baker Street para no pasarlas solo, iniciativa de John claramente.

Pero además de eso al hombre que tenía a su lado. No de la manera que el preferiría pero era egoísta, lo conocía y tampoco dejaba acercarse a otras personas. Amaba a Mycroft y sabia que si su hermano estaba “casado” con su trabajo, lo de Myc era grave. Divorcio no estaba en su vocabulario.

—¿Qué harás a la noche?—  pregunto una vez término el desayuno, el cual era liviano debido a la hora.

—Tengo que ir a un evento, me alegra contar con Anthea—  Greg asintió. Sabía que Myc no toleraba esas situaciones y menos con tanta gente a su alrededor, a veces envidiaba a la mujer ya que podía acompañarlo  —¿Tu?—  un poco más informal, solo al estar al interior de su casa Mycroft se lo permitía.

—Creo que llamare a la chica de la cafetería, he cancelado las últimas veces—  miro detenidamente a Mycroft pero su semblante permaneció inalterable.

—No la consideres para otra relación estable, tiene gatos y eres alérgico. Le diré a Anthea que tenga preparado algunas píldoras para tu regreso—  Greg le sonrió.

No serian nada pero tenían química y con eso estaba feliz, por ahora y… quien sabe. Quizás en unos años… después de todo aun no mataba a Sherlock cuando aparecía o le gritaba frente a los otros que estaban a su cargo cuando se encontraba con sus superiores, al parecer John tampoco planeaba hacerlo en un corto plazo.

Cruzaría los dedos. Con una sonrisa tomo el último sorbo de café. Ese maldito hombre en traje sabía cómo hacerlos.

Este día sería mucho mejor.

 

FIN.

Notas finales:

Gracias por leer ;)

***

Entonces... ¿Se entiende o simplemente me quedo como una lectora?
Aunque igual lo intentare con Mycroft ;)


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