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Tan delicioso como un dulce. por kozzha

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Notas del fanfic:

Éste One-shot lo escribí como regalo para una linda amiga-lectora que hoy cumple años. Como petición extra me pidió que lo subiera a la página.  Espero y sea de tu agrado Alina García, alias: lunaescarlata. 

Mil besos y te deseo lo mejor en éste día. 

Y para todas las que se animen a leerlo, muchas gracias. 

 

 

Era siete de julio. El día en que Orihime y Hikoboshi se reencontraban después de un año y, como era costumbre en el país del sol naciente, todos los nipones celebraban aquél encuentro.

En ésta ocasión, el Tanabata, como le llamaban los japoneses a dicha celebración, había caído en domingo, por lo que ninguna actividad afectaría a los habitantes de Japón para festejar.  

Aquél domingo el clima en la prefectura de Akita era favorecedor. Aprovechando esto, Himuro salió al medio día a practicar basquetbol a un parque cercano a la escuela Yosen. Una hora después apareció  su amigo Atsushi con rostro apático. El grandulón le observó en silencio mientras engullía sus frituras y dulces. Si Himuro fuese un dulce, en definitiva sería un helado de vainilla, pensó Murasakibara relamiéndose los labios.  

Pasaron unos minutos después en que el grandulón descubrió que sus frituras se habían acabado. Haciendo un puchero, llamó  al moreno.

-Muro-chin, ¿Ya vas a acabar?

-Ya casi, Atsushi-musitó el muchacho lanzando un tiro de tres.  

-Quiero ir a comprar dulces, se han acabado.

-Si quieres, puedo alcanzarte en la tienda-el moreno cogió su balón y sin darle mucha importancia al problema de su amigo intentó hacer otra canasta. Murasakibara caminó hacia el moreno ceñudo y antes de que Himuro pudiera lanzar el balón, Atsushi se lo quitó.

-¡Atsushi!-vociferó el moreno, molesto.  

-Quiero que Muro-chin me acompañe a la tienda-masculló. Himuro resopló. Se enjugó el sudor con el dorso de la mano.

-Al menos deja que tome una ducha-replicó el moreno, arrebatándole  el balón.

Atsushi torció la boca, no muy convencido.

-Pero Muro-chin se tarda mucho en la ducha-masculló. Ante el comentario del más alto, Himuro soltó una risita incómoda y sus orejas se tornaron rojas.

-Prometo no tardarme mucho-dijo Himuro.

Murasakibara le miró con los ojos entornados y asintió.

-Está bien.

Himuro tomó su maleta y se la echó al hombro. Salió de la cancha de basquetbol seguido por Atsushi.

El camino de regreso fue en silencio.

Cuando entraron a la sección de dormitorios de Yosen, el par de muchachos se topó con Fukui y Okumura. Intercambiaron saludos y antes de que retomaran su caminos, Fukui le spreguntó sobre lo que harían por la tarde.

-Nada-corearon tanto Atsushi como Himuro.

-¿No piensan ir a ver los fuegos artificiales?

-¿Fuegos artificiales?-preguntó Himuro con ojos brillosos.

-Sí, hoy es el Tanabata, ¿No lo sabías?-preguntó Okumura a lo que el moreno negó con la cabeza.

-¿No quieres ir con nosotros al festival?-le invitó Fukui.

-¡Claro que sí!-exclamó con entusiasmo el moreno-Desde que llegué a Japón no he ido a ningún festival. Murasakibara miró de reojo a su amigo y torció la boca.

-Si Muro-chin va, yo también-dijo el grandulón.

-¡Eso está genial!-exclamó Okumura-Liu también vendrá con nosotros.

-Entonces nos veremos aquí a las siete en punto, ¿está bien?-dijo Fukui.

-Si-dijo Himuro y Atsushi sólo se limitó a asentir con la cabeza.

Se despidieron de los senpais y retomaron su camino.

 

 

 

 

Después de comprar una buena dotación de dulces y frituras, Atsushi acompañó a un jovial Himuro a una tienda de kimonos y yukatas.

-No es necesario que vayas de yukata al Tanabata, Muro-chin-replicó el grandulón, mientras Himuro se encontraba en el probador.

-Claro que si es necesario, Atsushi-dijo en voz alta el moreno-Al menos eso me ha dicho mi mamá.

-Como quieras…

Himuro salió del probador y le mostró el yukata que había elegido, éste era de color gris. Murasakibara torció la boca.

-No me gusta. Muy aburrido.

-¿Tú crees?-Himuro se rascó la cabeza y se miró en el espejo de cuerpo completo que estaba fuera del probador.

-Parece más un yukata de un onsen.

-¿Onsen?

Atsushi ignoró al moreno y fue a buscar un yukata más llamativo, Himuro le siguió en silencio. Después de ver varios modelos, el grandulón eligió uno color azul marino con un estampado de varios abanicos en todo el yukata.

-Éste se te verá bien, Muro-chin. Anda-le empujó hacia el probador-Quiero ver que tal te queda.

El moreno obedeció al más alto y entró al probador. A los pocos minutos salió de éste.

-¿Qué tal?

Atsushi barrió al moreno con ojos escrutadores. Debía de admitirlo, su amigo se veía exquisitamente bien con ese yukata.

-Muy bien-le halagó Atsushi-Sólo que el kaku obi* está mal puesto.

-¿El qué?-Himuro se miró en el espejo, sin entender.

Murasakibara se acercó a su amigo y sin decir nada le tomó de la cintura, provocando que Himuro diera un respingo. Acomodó la cintilla que rodeaba la cintura de su amigo.

-Esto se llama kako obi-le indicó, señalando la cinta.

-Oh…

Para completar su atuendo, Himuro compró un par de tabi* blancos y un par de zori* color negro. Y a pesar de que le insistió a Atsushi que se comprara uno, éste se negó argumentando que no había de su talla.

De regreso, Atsushi se dedicó a explicarle la leyenda del Tanabata a un curioso Himuro.

 

 

 

 

A las seis en punto, Fukui, Liu y Okumura estaban en la entrada de los dormitorios. A los pocos minutos, tanto Atsushi como Himuro llegaron al punto de encuentro. Himuro se llevó una gran sorpresa al ver que ninguno de sus compañeros iba vestido con yukata. De Liu no le sorprendió, pero de los senpais.

-¿Por qué soy el único?-replicó, incómodo.

-Odio los yukatas, no son muy prácticos-dijo Fukui.

-Yo me veo feo con ellos-dijo Okumura e hizo un puchero.

Himuro resopló.  

Todo el camino hacia el festival fue una gran tortura para el moreno, que no estaba acostumbrado a caminar con los zori.

Cuando llegaron al centro de la ciudad en donde se realizaba el festival, a Atsushi se le iluminaron los ojos al ver los miles de puestos de comida. Olvidándose por completo de sus amigos, incluso de Himuro, el grandulón echó a correr, perdiéndose entre la multitud.

-¿Ahora qué haremos si ése glotón?-masculló Okumura.

-Será difícil que se pierda-dijo Liu.

-Tienes razón-suspiró el capitán del equipo Yosen.

-Bien, ¿Qué quiere hacer?-preguntó Fukui-Lo fuegos artificiales serán hasta las nueve.  

-Peces dorados…-se apresuró a decir Himuro con ojos brillsos-Quiero pescar peces dorados.

-No es mala idea-asintió Liu.

-Bien, vamos por los peces-dijo Fukui.

Todos caminaron entre la gente en busca de algún puesto con peces dorados. Como era de esperarse, el pobre Himuro sufrió de varios tropiezos a causa  de los zoris, sumando que el olor a incienso lo estaba mareando.

Iban hacia un puesto donde vendían dango*, cuando el muchacho sufrió de un mareo y cayó al suelo.

-¿Estás bien, Himuro?-preguntó Lui, corriendo a socorrer al moreno.

-No-admitió éste con debilidad-El incienso…-se llevó una mano a la cabeza la cuál le daba vueltas.

-Tal vez respirando un poco de aire fresco te ayude-sugirió Fukui.

-No…en verdad estoy bien. Ahora se me pasará.

-No necees, Muro-chin-la voz de Atsushi se escuchó a espaldas del grupo de amigos.

-¿Dónde te metiste?-le regañó Okumura.

Murasakibara ignoró a su senpai y caminó hacia Himuro. Sin el mayor esfuerzo tomó en brazos al moreno.

-Llevaré a Muro-chin al parque que está cerca de aquí. Nos vemos a las nueve para los fuegos artificiales-dicho esto, se averió camino entre la multitud. Ninguno de los muchachos tuvo tiempo de refutar.

 

 

 

 

-¿Cómo te sientes?-le preguntó Murasakibara a Himuro, quien yacía recostado sobre el verde césped.

-Mucho mejor, gracias-el moreno se enderezó y le dedicó una de sus bellas sonrisas a su amigo-No estoy acostumbrado a éste tipo de cosas-suspiró, sentándose junto a Murasakibara.  a pesar de que estaban lejos de los puestos, el mareo de Himuro seguía.

-Es normal.

-Si tú lo dices-musitó Himuro, con desilusión.

-Ya te acostumbraras, Muro-chin.

Ambos permanecieron en silencio. En todo ese tiempo, Atsushi no despegaba la mirada de Himuro, quien  miraba el cielo lleno de estrellas. El titán lanzó una mirada en su derredor y verificó que estaban solos en aquél parque. ¿Esa sería su oportunidad?, se preguntó. Volvió a centrar sus ojos violetas en su amigo y asintió.

-Muro-chin…-habló, rompiendo el silencio.

-¿Qué pasa?-Himuro desvió rostro hacia su amigo. Aprovechando esto, Murasakibara tomó la barbilla del moreno y le besó.  Al sentir los labios de Atsushi, Himuro le empujó con fuerza.

-¿Qué crees que haces?-vociferó, molesto.

-Lo siento, Muro-chin-se disculpó el grandulón, mirando el rostro encendido del moreno.

Himuro le miró y lanzó un hondo suspiro.

-Está bien…ya olvídalo…-musitó, desviando la mirada con la intención de cubrir su evidente sonrojo.

-Ya no puedo contenerme…-antes de que Himuro pudiera reaccionar, Murasakibara se le abalanzó.

-¡Atsushi!-vociferó cuando sintió que el mayor lo tumbaba sobre el césped-¿Qué demonios haces?-hizo un gran esfuerzo por quitarse de encima al otro.

-Ya te lo dije, Muro-chin. Ya no puedo contenerme…

-¿Cómo…?-los ansiosos labios de Murasakibara silenciaron al moreno.

Cuando menos se dio cuenta, Himuro se encontraba semidesnudo y atado de las manos, mientras que Atsushi recorría su cuerpo con su lengua. Su mente aturdida, a causa del incienso, no lograba procesar nada de lo que estaba sucediendo.

Las manos de Murasakibara viajaron por cada recoveco del cuerpo de su amigo. No hubo ningún lugar que el grandulón no tocó y probó. Se deleitó con la esencia de Himuro cuando éste eyaculó en su boca. Las estrellas fueron las únicas testigos de la unión entre Himuro y Murasakibara.

Entre gemidos, la pareja llegó al cenit pasional. Himuro explotó entre su vientre y el del más alto, mientras que Atsushi lo hizo en el interior del moreno.

Lo último que Himuro vio antes de perder la consciencia fue el cielo lleno de fuegos artificiales.

 

 

 

Liu, Okumura y Fukui se encontraban en donde iniciaban los puestos de comida cuando Atsushi apareció con Himuro desmayado entre sus brazos.  

-¿Dónde se metieron?-le regañó Okumura-Les llamé…-inmediatamente enmudeció al ver el estado en que se encontraba Himuro-¿Pero que le has hecho?-vociferó el muchacho, horrorizado.

Liu y Fukui se quedaron boquiabiertos al ver el yukata desordenado de Himuro. En su cuello blanco se podían ver varios chupetones, sumando que sus labios se veían terriblemente hinchados.

-Eres un completo pervertido, Atsushi-le dijo Fukui.

-Pobre Himuro-musito Liu, mirando con lastima a su compañero de clase.

-¿No piensas decir algo?-replicó Okumura alterado.

-Creo que si…-musitó-He confirmado que más que cualquier fritura o golosina, Muro-chin es el más delicioso…incluso más que el helado de vainilla.

Los senpais y Liu se quedaron atónitos ante las sinceras palabras de Atsushi. 

Ignorando a los muchachos, Murasakibara inició el andar de regreso a los dormitorios. 

 

Notas finales:

kaku obi: la cinta con la que se ata el yukata. 

zori: las sandalías sin tacón  que los japoneses acostumbran a usar. 

tabi: los calcetines tradicionales japoneses. 


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