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La pocion por RedGlassesGirl

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—diálogos.

"pensamientos".

(N/A: nota del autor)

[1], [2], etc. Notas al pie.

*para estar al tanto de mis actualizaciones pueden visitar mi Livejournal, busquen la dirección en mi perfil*

Pareja: Wolfyuu/Yuuram.

Advertencia: Lemon, sexo explícito.

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Notas de la autora:

Este es un viejo fanfic llamado anteriormente Koi Suru Maou-sama que decidí des-publicarlo, reeditarlo, cambiarle muchas cosas y volverlo a subir. Me siento ofendida conmigo misma por hacer esta historia, llegue a un punto donde pasado tanto tiempo no puedo terminarla porque no soporto leer las aberraciones que he escribí. Desarrollé ideas que aborrezco sobre el mundo del yaoi y las historias de este tipo: romantizar violaciones y querer pasarlas como que no lo son, abusar de los personajes retorciendo sus personalidades, poner escenas cliché de drama sin necesidad, sexo del malo, etc. Aprendí algo de esto y puedo darles un buen consejo a otras autoras que anden perdidas como yo lo estaba en aquel momento: no basen sus historias en mangas yaoi malos, obviamente no saldrá nada bueno (para el que no comprende, el fanfic anterior estaba basado en el manga Koi Suru Bou-kun, algo que extrañamente me gusto en esa época por no sé qué razones).

Tengo que pedir perdón a dos de mis más grandes amigas de este fandom, Bluwim y Petula Petunia. Chicas, no sé cómo he podido dedicarles esa historia mierdosa, espero que si algún día se encuentran con esta nueva versión y la leen la acepten a cambio de la anterior como algo no-tan-mierdoso. Si algún día volvemos a fangirlear sobre Maruma como lo hacíamos antes, espero poder inspirarme y dedicarles algo nuevo, fresco y que haga honor a esos personajes que tanto amamos como son Yuuri y Wolfram.

 

La poción - Capítulo 1
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Wólfram Bielefeld era un joven mazoku, un demonio. A pesar de pertenecer a dicha raza, no tenía nada de demoniaco en él. Si hubiera que poner en palabras una impresión a primera vista no importaría a qué tipo de persona se le preguntara de seguro todos dirían que luce como un ángel. Aunque eso es solo un aspecto superficial, si realmente querías conocerlo solo necesitabas déjalo hablar, enojarse o simplemente provocarlo de alguna manera y la idea que tenías acerca de él cambiaría drásticamente. Podía prender fuego a cualquiera que sacara a flote su verdadera personalidad. Como su fama en el reino lo indicaba, era un lobo que movía la cola solo para su dueño y algunas otras personas que tenía en alta estima. Eso se resumía a su familia y la persona que quería; en cuanto al resto de la gente, se comportaba amable y correcto con todos sin distinciones en tanto estuviera de buen humor.

Wolfram llevaba largo rato trabajando en una pintura, una de las tantas que hacía con frecuencia de Yuuri. El estudio personal del mazoku estaba repleto de lienzos apilados contras las paredes, sobre las mesas y tiradas en el piso. Su distinguido hermano mayor catalogaba esta pequeña manía de realizar tantas pinturas del Maou no como un pasatiempo si no como purificación para el alma, de la misma forma que él explicaba su propio habito de tejer demasiados amigurumis[1]. Aunque Gwendal terminaba regalándolos por falta de espacio en tanto Wolfram tenía una colección que se negaba a compartir con nadie. Además, en el caso de Wolfram pintar era una actividad que disfrutaba desde muy pequeño, solo que ahora pintar a Yuuri era un entretenimiento que además le ayudaba a reflexionar mejor sobre la retorcida relación que mantenía con él.

"Ayer fue la fiesta oficial por su cumpleaños" recordó mientras continuaba avanzando con la pintura despreocupadamente. Los lienzos a los que al principio dedicaba minucioso detalle ahora salían sin esfuerzo, ni siquiera prestaba demasiada atención a que estilo estaba utilizando para hacerlas. En esa habitación había de todo, desde retorcidos dibujos de arte abstracto hasta retratos realistas pasando por croquis en blanco y negro y acuarelas.

"Ya han pasado tres cumpleaños desde que llegó y sigue siendo el mismo tonto de siempre. ¿Porque me sentí atraído por alguien como él? A pesar de que es un idiota, indeciso, debilucho, retorcido y terco… También es amable, alegre, cariñoso y una buena persona en todos los aspectos. Demasiado bueno por momentos". Un suspiro salió de su boca, cosa común que se repetía todas las veces que se ponía a pensar en las cualidades del rey. Pintar, pensar y suspirar ya era una costumbre.

"Este último año lo único que he avanzado fue en obtener unos minutos de reconocimiento público durante el baile debido al compromiso. Sostener sus manos como una pareja por dos minutos. Tener su cuerpo cerca por el tiempo que dura una canción. Saber cómo se sentiría ser una pareja de verdad gracias a una farsa de menos de media hora". Meneo su cabeza en desaprobación mientras tomaba un respiro.

"Extraño dormir en su habitación”. Una pequeña risita se le escapó al recordar la razón de porque ya no compartían más el lugar. La costumbre del rubio de dormirse primero que Yuuri cambio con el pasar del tiempo juntos. Las ansias por que sucediera algo lo mantenían despierto, aunque prefería hacerse el dormido y esperar a que su compañero de cama cayera dormido primero para así poder robarle un inocente beso de buenas noche y a veces una que otra caricia en el rostro o su cabello. El cabello de Yuuri le llamaba mucho la atención, era muy bonito y de un color negro puro tan fino y lacio como un hilo de seda.

En una de esas oportunidades su cálculo fallo y Yuuri no estaba lo suficientemente dormido como para no notar que lo tocaban, así que fue descubierto in fraganti con los labios sobre su boca. ¿Qué más podía hacer? ¿Retractarse y pedir perdón? Jamás. ¿Porque debería si era su prometido? Su pareja, por mas accidental que haya sido el inicio de ese compromiso. Llevaban bastante tiempo juntos y habían compartido tantas cosas, pero no había excusa ni reclamo que valga. Desde esa noche y por un acuerdo mutuo que todo el mundo conocía como la privacidad del Rey —porque ninguno de los dos quería admitir frente a todos cual fue el motivo real de la pelea— Wólfram se mudó a la habitación contigua. Luego de varios días ofendidos y sin hablarse, ya que la terquedad del ex príncipe rivalizaba con la de su rey, comenzaron su relación desde cero que al día de hoy se convirtió en una amistad muy cercana. Amistad por parte de Yuuri y bastante conformismo por parte de Wólfram.

El Maou había estado evitado por mucho tiempo estar en situaciones comprometidas con él, especialmente pasar demasiado tiempo a solas. No sabía si había perdido la confianza que le tenía o si simplemente era demasiado incómodo, pero que lo tratara de esa forma le había molestado durante mucho tiempo. "Aunque últimamente pareciera que le gusta jugar conmigo”. Las cosas cambiaron. Hace ya bastante que Yuuri no evita estar solo con él, las idas al pueblo han vuelto a ser las de antes. Hasta se quedaba en su habitación hasta pasada la media noche de vez en cuando. “Pareciera que me lo hace a propósito". Su cara relajada había pasado a ser una bastante ceñuda, aunque sus finas facciones jamás cambiarían. Cuanto más recordaba más enojado se sentía, a veces no podía creer que Yuuri fuera tan inocente. Las cosas que al principio parecían ser indicio de que algo comenzaba a nacer, un sentimiento de cercanía y un ambiente romántico, pronto se vieron frustradas. Yuuri lo consideraba un amigo muy cercano, todas sus acciones no tenían dobles consideraciones por más que Wolfram las interpretara de otra manera. Era el mejor amigo del rey, aunque para su desgracia esto comenzó a frustrarlo más que disfrutar del tiempo a solas.

Compartir té en el despacho y ayudarle con sus papeles era su nuevo trabajo, que también podía entenderse como tareas de marido adelantadas. Políticamente hablando, ya estaban casados, porque él realizaba todas las cosas que normalmente no le corresponderían. No le molestaba para nada, lo prefería de esa manera con tal que se le permita tomar parte en asuntos del reino seriamente. Servir al país era su obligación y deber, lo hacía con gusto.

Las salidas al pueblo, al rosedal, o a cualquier otro lugar ya sea con su pequeña hija o solos parecían una cita. Pese a que se veía tentado por un acercamiento, intentar romper la barrera, siempre terminaba optando por no hacerlo y esperar un poco más. Lo peor era la extraña costumbre que le había surgido a Yuuri desde hace un par de meses: hacerle visitas nocturnas en su habitación porque estaba aburrido y quería hacer algo. El algo de Yuuri no tenía nada que ver con el algo de Wólfram.

¿Inocente o sádico? Esa era la cuestión. ¿Acaso no se daba cuenta? ¿O se lo hacía apropósito para reírse de él interiormente? ¿Disfrutaba coquetearle en secreto y ver como pasaba de tonto? A pesar de que estas dudas siempre lo atacaban, sabía que Yuuri era un idiota y demasiado bueno para que su mente funcionara de esa manera. Sin importar que palabras bonitas o indecentes saliesen de su boca.

Ya era suficiente compartir el baño de vez en cuando, pero ¿qué anduviera rondando su habitación? ¿Su cama? El encierro en ese lugar los dos solos lo hacía realizar ejercicios de relajación mental para contenerse de atacarlo desvergonzadamente como solía hacer antes. En más de una de esas ocasiones estuvo a punto intentar algo radical, por más que se enojara con él y que volviera a rechazarlo. Su paciencia se había agotado hace tiempo, el único control que todavía le quedaba provenía del deseo de no dañar la buena relación que tenían en ese momento. Tampoco quería lastimar a la persona que más quería.

"Estoy contento de que no me evite, pero a la vez me saca de quicio. Estoy muy pero muy frustrado. No sé cuánto tiempo más quiero aguantar esta situación".

Hacia un rato que no daba ninguna pincelada sobre el lienzo, sino que apretaba con fuerza el pincel y una vena en su frente palpitaba notoriamente. Ya se había cansado de desahogarse con sus tropas en los entrenamientos, batirse a duelo con su hermano Conrart y la pintura no surtía más efecto para apaciguarlo.
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—¡¿Gwendal?! ¡¿Gwendal?! —Gritaba la inventora golpeando la gran puerta de la habitación del general mazoku—. ¡Necesito que me des detalles para realizar la ficha con los resultados del experimento!

Como siempre, el que tenía que sufrir probando sus experimentos era su amigo de la infancia. Lo había capturado hacia un par de horas.

—¡Déjame solo Anissina! ¡No quiero hablar más del asunto! —respondió el mazoku enfurecido, era poco usual de él perder su temperamento a menos que fuera con ella. Ignorarla no surtía efecto.

—Si necesitas ayuda, puedo ayudarte.

—¡Como puedes siquiera nombrar la posibilidad de-- Sugerir que--! —se abochornó Gwendal— ¡Quiero privacidad! ¡Has cruzado la línea, ya no lo soporto más! ¡Déjame solo y no vuelvas!

Estaba sacado de sus casillas y odiaba perder su temperamento. No podía creer que ella le estuviera ofreciendo algo así, acosándolo sin descanso y sin entender que lo único que podía hacer para ayudarle era dejarlo solo. Las arrugas de su ceño eran profundas como arroyos, ya no bastaba con apretarse el tabique con sus dedos, sino que lo hacía fuertemente con la palma de la mano. Anissina suspiró y decidió rendirse, al menos con Gwendal. Se había cansado de rogar, ordenar o intentar convencerlo de una forma que solo ella consideraba amable. Solo necesitaba otra persona para intentar de nuevo, no era para tanto. Miró unos segundos más la enorme puerta de madera con las manos sobre sus caderas para luego dar media vuelta e irse.

Gwendal escucho por fin el ruido de los tacos resonar en el piso y la puerta que se cerraba. Ahora podría lidiar con su problema en paz.

Anissina pasó rápidamente por su laboratorio y le dio un vistazo al archivo con los detalles del experimento. "Las cantidades y el balance de la mezcla son perfectos, no hay posibilidades de fracaso. Solo necesito la información de alguien que lo haya probado. Hombres, son un dolor de cabeza cuando son necesarios para cooperar en el avance de la ciencia". Dejó los papeles y tomó una botella vacía que había en la mesa para llenarla con un líquido naranja que provenía de un destilador. La botella estaba conectada por varios tubos de vidrio a muchos otros recipientes de formas extrañas y retorcidas que hacían ebullición. Con el brebaje en mano salió a recorrer el castillo buscando a su siguiente víctima.

Caminó sin rumbo por varios pasillos del castillo. Solo encontró soldados entrenando y guardias de turno, nadie que ella considerase apto para cooperar con su experimento. Llegó al despacho, lugar donde había raptado a Gwendal horas antes, entreabrió la puerta y miró. Yuuri y Günter palidecieron al verla, habían presenciado el rapto y eran conscientes de que si volvió es porque necesita otro conejillo de indias nuevo. Aunque el rey contaba con que si elegían a alguien de ahí, la primera opción sería su secretario y no él.

"Gwendal falló porque es demasiado reservado, necesito a alguien que me dé detalles sin problemas. Su Majestad no es la mejor opción, aunque dado el caso podría convencerlo. Lord Von Christ, podría tenerlo en cuenta como reserva, aún tengo esas fotos de su majestad en el baño para tentarlo". Sin decir una palabra volvió a cerrar la puerta y continúo su camino. La respiración cortada de los dos en el despacho volvió a su ritmo normal.

"El mejor candidato es él. A esta hora debería estar en el ala este". Por los largos pasillos y subiendo las escaleras fue en dirección a la anteúltima habitación de la izquierda, del lado que daban los ventanales al patio.

— ¡Wólfram! ¡Te necesito para ayudarme en un experimento de suma importancia! —anuncio al entrar, el muchacho quedó duro como una piedra, dejo caer el pincel al piso y la miró con los ojos abiertos como platos.

La visita de la inventora fue un como baldazo de agua fría y una dosis de terror inmediato. Hasta hace un momento estaba contento insultando a Yuuri como de costumbre y ahora por más que se fijara por donde escapar solo veía dos opciones. Pasar por encima de Anissina, cosa que parecía imposible ya que ella estaba con su típica pose intimidante en el arco de la puerta impidiéndole el paso. O tirarse por la ventana de manera suicida aunque fuera un primer piso y, con torceduras o sin ellas, escapar hacia los establos por si necesitaba un caballo. "Creo que la ventana es una buena opción" pensó. Pero para su mala suerte ella adivino sus intenciones cuando vio como miraba hacia la posible ruta de escape. Estaba familiarizada las rutas por donde podrían querer escapar sus voluntarios.

—Continuaremos con los detalles en tu habitación —dijo Anissina. De una par de zancadas estaba encima del joven mazoku que apenas se había levantado para huir. Lo tomó de la solapa del pintorcito y comenzó a arrastrarlo. Wólfram apenas pudo arañar un poco el respaldo de la silla intentando aferrarse a algo para evitar que se lo llevaran, pero no lo consiguió. Ya había sido capturado.

En un par de minutos habían recorrido el camino hacia su habitación a regañadientes. Apenas entraron, lo obligo a sentarse en una silla al lado del escritorio y luego cerró la puerta indicando que ya no había salida posible. Como siempre Anissina estaba emocionada por probar su invención. Wolfram no podía imaginar que sería esta vez, no veía ningún aparato extraño.

—¡Esta es mi nueva bebida haz-que-esta-noche-de-fiesta-sea-la-mejor-kun! —le dijo con esa cara que daba tanto miedo.

—No, por favor —rogó Wolfram—. ¡Pociones no!

"¡Eso es veneno de seguro! Prefería proba el prototipo de cualquier maquina antes que pociones" pensó aterrorizado. El apodo Lady Veneno daba vueltas en su mente. Como siempre ella tenía la habilidad de ignorar lo que cualquiera dijera.

—Necesito lo tomes y me informes de sus efectos —dijo aun emocionada.

Wolfram palideció más mientras la mujer de cabellos de fuego se acercaba a su bodega personal que había en su habitación. Sacó un vaso pequeño para bebidas blancas. Dudaba si escribir un testamento, no por el miedo a morir, sino por cómo podría llegar a los últimos momentos de agonía y si fuera necesario pedir el derecho de eutanasia. Anissina le extendió el vasito que a simple vista parecía una medida de licor normal, aunque de un color extraño anaranjado brillante.

—¿D-dónde está mi hermano mayor? —se atrevió a preguntar. Si vino por él, algo tendría que haber sucedido con Gwendal y quería saber que fue. Por primera vez noto que la mujer le prestaba atención, lucia ofendida.

—Él no quiere hablar para darme los detalles del experimento, está encerrado en su habitación desde hace unas horas —comentó sin mucha importancia. Le acercó más el vasito en señal de que tomara. Como Wolfram no se movió insistió pegándolo a su cara. Con la mano temblorosa tomo el vaso antes de que se lo haga tragar a la fuerza. Lo miro un segundo y se lo tomo de un golpe para no pensar.

—¡Es fuerte! —exclamo el príncipe, el alcohol le quemó la garganta y ahora le ardia. Ya está, lo había tomado. Se quedó muy quieto con el vaso vacío en su mano mirándola fijo durante unos minutos.

—Bueno, ¿sientes algo? — pregunto ella mientras revisaba algo similar a un reloj, algún invento de ella por supuesto.

—No, aun nada. ¿Puedo saber que se supone que hace lo que tomé? Y de qué demonios esta hecho, porque me dejo un sabor muy extraño en la boca.

El nombre del invento casi siempre era lo que daba a entender que hacía, pero con este no podía adivinarlo, solo parecía una bebida alcohólica como cualquier otra. Excepto por el sabor. Ahora que había pasado el trago amargo podía distinguir uno que otro gusto raro en su boca, era tan extraño que no podría decidir si sabía bien o mal.

—Es un afrodisíaco. Sirve tanto en humanos como en mazokus —dijo orgullosa—. Utilizando mi brillante intelecto pensé que si existen muchos afrodisiacos naturales ¡se podría lograr un resultado excelente combinándolos todos! Las opciones naturales siempre serán superiores y más sanas que los compuestos químicos baratos y de mala calidad.

La cara de Wólfram era un poema. Por un segundo hizo eco en su cabeza la frase “Gwendal está encerrado hace 2 horas en su habitación” y atando cabos comprendía por qué. Ya podía imaginar su futuro a corto plazo, pero lo peor era la indiferencia y falta de tacto sobre su situación que mostraba Anissina. Mientras él se preocupaba de lo incomodo que le resultaba tocar este tema con ella, ya que no se conocían mucho ni eran amigos cercanos, ella continuo explicando cosas que no le importaban.

—Tiene extractos de jalea real, azúcar negra, miel, chocolate, gambas, aleta de tiburón, apio, manzana, avellana, frutilla, cebolla, ajo, ginseng, ginkgo biloba, menta, muérdago, nuez, pistacho, perejil, banana, avena, lechuga, soja y 50% de graduación alcohólica.

Wólfram no sabía si vomitar pensando en la combinación del chocolate y el pescado, o la cebolla, el ajo y la miel. Estaba sintiendo algo. Sí. Su cerebro diciéndole a su estómago que lanzara fuera todo de inmediato.

—Ya debería estar haciendo efecto según los resultados del tiempo de Gwendal.

No necesitaba saber esos detalles sobre su hermano mayor. Antes de que pudiera comenzar a darle más vueltas al asunto, una ola de calor se apodero de su cuerpo desde los pies hasta la cabeza. Lo primero que tuvo que hacer fue quitarse el pintorcito y la boina negra que aun llevaba puesta, lo único que había podido sacarse en su estudio fue la pinza de la nariz. Por eso cuando paso sus manos cerca de su rostro para retirar el gorro, sintió el asqueroso olor de la pintura que aun tenia impregnado. No ayudaba a las náuseas que ya tenía y era terriblemente anti higiénico no poder lavarse las manos.

—Dos minutos con cuarentaisiete segundos, fue mucho antes que Gwendal. Tal vez la edad, el estado físico y hormonal afectan la rapidez de acción. ¿Sueles comer muchas cosas dulces, verdad? Te he visto comer demasiados pasteles durante el desayuno. Creo que la cantidad de glúcidos también acelera el proceso. Tal vez sería buena idea probar con más hombres diferentes y comparar los resultados. —Comenzó a analizar la idea con una mano en su barbilla e iba apuntando todos los datos. En su cintura llevaba una cartera con varios elementos extraños y lo que parecía ser la ficha incompleta de Gwendal.

—Me estoy mareando… —anunció Wolfram y se agarró a la silla. ¿Tan poco alcohol le hacía tanto efecto? Eso era algo un poco extraño, ya que él tomaba habitualmente y se consideraba de buena resistencia. El mareo era leve, pero nunca le había sucedido por solo tomar una pequeña medida de bebida. —Y hace mucho calor.

Su cuerpo comenzaba a transpirar. Antes que dijera nada más, la inventora le metió un termómetro en la boca que había sacado de su cartuchera.

— ¿Ya empiezas a reaccionar? —le preguntó sin tapujos, tampoco le estaba dedicando mucha atención mientras seguía comparando sus notas.

—¿C-cómo? —Wolfram se ruborizó, el mazoku no sabía si le estaba preguntando lo que él creía que le estaba preguntando. Comenzaba a preguntarse hasta qué punto podría querer indagar Anissina con sus reacciones.

—Que si ya comenzaste a sentir una erección —le dijo ella cortante apenas levantando la vista de sus papeles. Wolfram abrió un poco la boca de la sorpresa y se ruborizo más, Anissina aprovecho ese momento para quitarle el termómetro antes de que caiga.

—38 grados, realmente funciona a la perfección. Es como una fiebre instantánea —dijo olvidándose del tema anterior para anotar cosas más interesantes.

—Quiero irme, por favor. —gimoteó Wolfram.

—¿Eh? ¡No! ¡Necesito el informe! —Se alarmó la inventora—. Tengo que completar esto para arreglar los detalles de la composición, tienes que contarme todo, no puedes irte aún.

Volvió a sentarlo en la silla de un golpe tomándolo por el hombro cuando intento levantarse. Su parte baja golpeó en seco contra la madera y dolió, más que lo hubiera dolido normalmente. Podía imaginar por qué.

—¡N-no voy a hablar de eso contigo por Shin-Ou! ¡Tengo dignidad! —se quejó intentando escapar nuevamente, pero la pelirroja lo sostenía del brazo.

—Gwendal dijo lo mismo. ¡Pero esto es por la ciencia! No tiene por qué avergonzarlos, soy una científica y además no es nada que no conozca. Ya se me escapo él, no te dejare escapar a ti también.

El forcejeo continuó y entre los tirones logro soltarse sin ser demasiado brusco con ella. Corrió hacia su baño privado dentro de la habitación.

—¡No! ¡Otra vez no! —Se quejó Anissina mientras se le cerraba la puerta frente a las narices—. ¡Wólfram! ¡Wólfram! ¡Abre la puerta!

"Que suerte que decidimos que pongan cerrojos a las puertas de los baños de las habitaciones gracias a Yuuri" pensó el demonio y suspiró.

—¡Wólfram! Bueno, si no piensas abrir… ¡Al menos contéstame las preguntas desde ahí! — Anissina pensó que tal vez este tipo de táctica funcionaría con Wolfram. Intentaría sacar provecho de su temperamento, si se enojaba porque no lo dejaba solo tal vez le contestaría aunque fuera de mala gana.

—¡No quiero participar de este vergonzoso y lascivo experimento! —se quejó desde el baño. El brebaje que tomo realmente cumplía su cometido, aunque no había pensando en nada inapropiado, su cuerpo se encargaba de todo solo. "Como puedo calmarme si no lo controlo… No puedo dejar de pensar en lo que no estoy pensando desde un principio".

—Si no me ayudas se lo daré también a Yuuri. ¿Quieres que su majestad pase por lo mismo también? —amenazo la pelirroja. "Tal vez esto funcione, es débil cuando se trata del Maou" pensó esperanzada.

—¡Dáselo a quien quieras! —grito desde el baño enojado. "Lo último que necesitaba era pensar en Yuuri".

—Maldición… —refunfuñó Anissina en voz baja. Ya había odiado estar luchando con Gwendal y ahora su hermano menor era igual o peor de terco que él. Necesitaba otra manera de negociar. — ¡Hagamos un trato! Te pasare el papel por debajo de la puerta y solo tienes que tildar unas casillas, como un test. Lo dejaremos anónimo. Haré lo mismo con algunos soldados y así nunca se sabrá de quien fue cada prueba. Si aceptas, me iré ahora mismo.

Era un buen trato, tanto para ella como para el mazoku. No se le había ocurrido antes y no veía nada mal usar algunos soldados para obtener más información y compararla. ¡Hasta podría volver con Gwendal y pedirle una planilla, no podía rehusarse si le permitía no poner su nombre!

La oferta era tentadora para Wolfram, lograr tan rápido que Anissina lo dejara solo habitualmente sería imposible. Ya sabía por boca de ella misma que estuvo acosando a su hermano por largas horas, no quería pasar por lo mismo.

—E-está bien, acepto el trato —dijo dudoso—. ¡Pero mejor que realmente sea anónimo o prenderé fuego ese maldito laboratorio!

Anissina apretó el puño e hizo un gesto de victoria. Deslizo por debajo de la puerta un par de hojas y una lapicera que le había regalado Yuuri, el espacio entre la puerta y el piso era de solo un centímetro y el instrumento de la Tierra lo suficientemente pequeño para pasar por él. Luego se retiró rápidamente como había prometido.

Apenas escuchó el ruido de la puerta cerrarse, Wolfram se asomó con cautela para ver si ya estaba solo. Al no ver a nadie se apresuró en ir a pasar el cerrojo. Se recostó contra la puerta, se quitó el cinturón y desabrocho el pantalón dejando escapar un suspiro de alivio. Se tomó unos minutos y luego se sentó en el borde de la cama. "No puedo creer que esa cosa sea tan fuerte, ¿realmente no habrá diferencia si eres mazoku o humano? Después de todo es experimental… ¿Tendrá efectos secundarios?". Miró hacia el baño donde estaban las cosas aun tiradas en el piso. "Tengo que completar el mugroso papel".

Siguió esperando sentado, pero su cuerpo no iba a cooperar. "Creo que necesito hacerlo al menos una vez" pensó avergonzado. Últimamente se sentía reacio respecto a la autosatisfacción, puede que pensara cosas de vez en cuando, pero la mayoría de las veces sus peores reacciones le sucedían por las noches cuando no tenía el control sobre eso. Dentro de su orgullosa personalidad no encajaba la idea de andar haciendo eso demasiado seguido, pero esto era un caso diferente.

Apenas rozo su estómago sintió escalofríos, su cuerpo estaba sensible. También el calor y la inquietud eran cada vez peores. Lo que sea que preparo Anissina seguramente salió mal, como suele pasar en sus fases de experimentación, ¿la cantidad de ingredientes eran demasiado fuertes y concentrados? "Duele". Se entristeció, rogo que no hubiera efectos secundarios. Con algo de delicadeza comenzó a acariciarse y se tumbó en la cama sacándose las botas torpemente. Se acomodó boca arriba con los pantalones y la ropa interior a la altura de los muslos. Le impedían mover sus piernas con libertad, pero no deseaba quitárselos porque el aprisionamiento era placentero.

Desabrochó su chaqueta botón por botón rápidamente y se quitó el pañuelo que siempre llevaba atado al cuello. Ahora sentía un poco menos de sofocamiento, sin la ropa tenía más libertad de pasar sus manos por su cuerpo. Se retorció cuando aumentó el ritmo y fuerza de la masturbación. Además de excitarlo, el brebaje también afectaba sus frenos mentales, normalmente no haría esto de una manera tan desesperada. Si la bebida era lanzada al público, algún slogan con las palabras 'instinto animal' le vendrían perfectas.

El ritmo de su mano era cada vez más acelerado, acompañándolo con sus caderas ya sin pudor alguno. "Yuuri”. En su mente nunca podría haber otra cosa en estos momentos. Hundiéndose en el mullido colchón de su cama, llego al clímax fantaseando con Yuuri sentado sobre él. Se estremeció disfrutando de los escalofríos, retorció sus piernas enredándose con las sabanas y su cabeza se enterró en la almohada. Había sido un orgasmo como hace mucho no tenia, lo había dejado agitado aún después de relajar todos sus músculos.

Su respiración y los latidos de su corazón eran acelerados, podía sentir el dejo de las sensaciones de hace unos minutos y la calma llego a su cuerpo poco a poco. Luego de un rato sin hacer nada por fin se movió para acomodarse, se sentía sin energías. Su mente se despejó de golpe. “¿Q-qué acabo de hacer?" pensó sorprendido de sí mismo y su comportamiento. Y especialmente la manera en que lo hizo. Aun recordaba las imágenes de la fantasía con su tan distante prometido. Pero lo que más le remordió fue caer en cuenta de lo poco silencioso que había sido, especialmente durante el orgasmo. "E-espero que nadie haya escuchado nada" rogó mientras se levantaba un poco sobre sus codos y miraba la puerta cerrada de su habitación otra vez. Tenía cerrojo puesto, pero le daba seguridad cerciorarse de ello.

Bajó la mirada y pudo ver la situación en la que se encontraba su cuerpo, gran parte de su cuerpo desnudo estaba manchado y marcado por la transpiración. "Ah rayos… Este fue el peor experimento que me ha hecho probar". Se dejó caer nuevamente sobre el colchón y estaba por llevarse la mano a su rostro avergonzado, pero se detuvo al ver que también estaba manchada. "Y tuve que pensar en él. Me siento un desesperado, ya no sé cuántas veces he imaginado cosas como estas".

Se sentó en el borde de la cama y se quitó toda la ropa mal puesta que tenía. Completamente desnudo se dirigió hacia el baño, realmente lo necesitaba y no solo para higienizar su cuerpo sino para despejar su mente. Se mojó de un baldazo, ya que decidió tomar el servicio completo, para enjuagar su cuerpo antes de entrar a la tina. El agua caliente normalmente lo relajaba mucho, pero la poción de Anissina era demasiado potente.

—¡Ah demonios, no puede ser otra vez! —maldijo en voz alta mirando hacia la parte baja de su cuerpo. Decidió ignorarlo y disfrutando del agua en paz.

Notó que estaba sensible en algunos lugares cuando masajeo su cuerpo como solía hacer durante sus baños, especialmente su pecho, pero prefirió ignorarlo aunque sintió las cosas revolverse por abajo. Pasado un tiempo no podía ignorarlo más, estaba duro y no parecía que fuera a cambiar solo por esforzarse mucho mentalmente. Irritado, salió de la tina, tomó el balde y lo lleno con agua fría para luego echárselo encima de esa zona molesta. Se retorció por la sensación fría y por algunas gotas heladas que salpicaron su estómago. Eso le despejo la cabeza y por un momento pensó que había solucionado el problema, pero no fue así.

"Esto no va a parar, ese afrodisiaco funciona demasiado bien". Tuvo que rendirse cuando luego de ese baldazo de agua fría todo volvió a como estaba antes, seguía duro. "Si esto sigue así no voy a poder salir de la habitación. Sería vergonzoso que me pasara de nuevo estando en público". Seguir pensando que podría controlarlo esforzándose mentalmente no era una solución.
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—Ahhhh. ¿Dónde está Wólfram? Tengo hambre —se quejó Yuuri apoyando los codos en la mesa. Miró el plato vacío frente a él.

—¿Deberíamos esperar un poco más o pedir que comiencen a servir los platos su majestad? —dijo Conrart con su típica sonrisa amable.

—Que me digas Yuuri… —dijo aburrido de repetir lo mismo. Ese día había sido tedioso y sin nada que hacer, ni siquiera Greta tuvo tiempo para él porqué Cheri se la había llevado a una de sus típicas aventuras de mujeres.

—Seguramente ya está por llegar, Yuuri —le dijo su padrino dejando escapar una risita al ver como el chico hacia caras y suspiraba.

De fondo se pudo escuchar a Günter mascullar algunas cosas sobre el ex príncipe y luego algunos halagos para su rey quien lo cautivaba hasta cuando estaba de mala gana. El panorama en la mesa era bastante corriente. El Maou en la cabecera, aunque más desanimado que de costumbre. El asiento vacío a su derecha esperaba la llegada del ex príncipe menor y el de su izquierda era ocupado por el mediano de los tres hermanos. Al lado del asiento vacío se encontraba Gwendal, claramente irritado por algo, con sus brazos cruzados y los ojos cerrados ignorando todo su entorno; especialmente a Anissina que se encontraba sentada frente a él junto al secretario del rey. Al lado de Gwendal se encontraban Cheri y a su lado Greta. La niña había elegido un lugar más alejado de sus padres porque seguía conversando con su abuela sobre su nueva aventura.

Cuando Yuuri estaba por sugerir que sirvieran la comida de una vez para no esperar más, la puerta del comedor se abrió y entró Wolfram. Su mal humor se notaba a kilómetros, seguramente hasta por el reino vecino y cruzando el mar. Traía consigo un ambiente turbio que le rodeaba y su cara reflejaba cansancio. Todos lo notaron, pero al único al que no le importó mucho fue al Maou que estaba contento de poder comenzar la cena. Yuuri lo miró y le sonrió cuando tomo lugar a su lado, pero eso no hizo ni más ni menos feliz al otro chico.

Todos los demás estaban al tanto de la delicadeza del príncipe en estas situaciones. Se preguntaban qué era lo que le molestaba ahora, pero era mejor no hablarle porque era como un volcán en erupción que solo necesitaba un detonante y nadie quería serlo. La cena se sirvió al fin y todos comenzaron a comer entre diferentes charlas por aquí y por allá. Los únicos en silencio eran Wólfram y Gwendal, con ambos un humor de perros. Yuuri que tenía la boca ocupada con la comida y solo respondía brevemente a la charla de Conrart.

La primera en terminar fue la inventora. —Con su permiso, tengo un experimento que terminar con urgencia. Gwendal, Wólfram, mañana quiero los resultados del test en mi laboratorio —ordenó Anissina.

Ambos se revolvieron en sus sillas muy incómodos, rogando por favor que no se le ocurriera dar más detalles sobre ese tema. Gwendal busco enseguida con la mirada a la hija del Maou, al ver que aún se encontraba en la mesa se tranquilizó pensando que con la menor presente Anissina no diría nada comprometedor solo para no perder tiempo explicándole. Así fue, ella solo salió volando del comedor directo a su laboratorio.

—¿Qué test? —preguntó Yuuri con toda la inocencia del mundo al rubio mientras comía un pan. Wolfram palideció y comenzó a sudar un poco. Su hermano mayor también se vio afectado por la pregunta. —Es raro que te arrastre a ti también con esas cosas, siempre le toca a Gwendal o a Günter.

—P-prefiero no hablar del tema —respondió directo Wolfram.

—¿Por qué? ¿Tan malo fue esta vez? —insistió Yuuri. Su amigo hubiera preferido que se hubiera quedado callado comiendo en vez de indagar tanto.

—Ah… E-estoy cansado. Me retiro por hoy. Con permiso. —se disculpó y se levantó. Ya había comido lo suficiente, perderse el postre no lo iba a matar.

Además, después del trauma que paso con esa bebida, que le dijeran que el efecto fue peor por comer tantos dulces hacia que le entren ganas de volverse diabético. La actitud extraña del chico no pasó desapercibida, había entrado enojado pero cuando Yuuri le pregunto los detalles se puso como un manojo de nervios. Al salir, no pudo evitar caminar de manera algo extraña robóticamente, nadie noto que sus orejas y parte de su rostro estaban completamente rojos de la vergüenza que se había estado aguantando. Todas las miradas recayeron en el otro sujeto de experimentos buscando respuestas. Gwendal sudó frio, su hermano menor lo había abandonado en el campo de batalla.

—¿Que le pasara hoy? —murmuró en voz baja el Maou pensando en la actitud del demonio de fuego. Por suerte para Gwendal, el chico no tuvo ganas de seguir interrogando a nadie cuando toda su atención se la llevo la bandeja de los postres.
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Wólfram entro a su habitación y cerró la puerta de un portazo colocando la traba. "¿Por qué tenía que sacar el tema el idiota de Yuuri? Lo lamento hermano por dejarte atrás. Pero seguro él habrá logrado escapar o enfrentar la situación mejor que yo, ya es un experto en eso por culpa de Anissina. Espero que nunca más se le ocurra probar una cosa así conmigo. La próxima vez me tiraré por la ventana sin dudarlo". Suspiró pesadamente y miro al techo desganado, se sentía muy cansado. Bostezó.

—Lo mejor será irme a dormir temprano hoy.

Se acercó al escritorio y uso la silla para quitarse las botas cómodamente. Cuando termino vio algo sobre su mesa que no le pertenecía. "Esa maldita cosa. ¡Anissina la dejo aquí!". La botella de la bebida aún estaba en su escritorio. "Ya me quite las botas… y realmente estoy muy cansado para ir devolverle esto ahora". Decidió ignorarla y se quitó toda la ropa excepto sus calzoncillos, aun sentía calor como para usar pijamas. Ya que ahora tenía la habitación para el solo podía dormir como le apeteciera, no importaba si solo usaba su ropa interior de noble, aquella tanga sostenida por tiras. No había nadie aquí para reclamarse sobre su apariencia, asique se acostó desnudo y cómodo apagando todas las luces de la habitación con un chasquido de los dedos.

Dentro de su sueño profundo escucho algo como golpes en la puerta, ese ruido se repitió varias veces insistentemente hasta que termino por despertarlo. Efectivamente, alguien llamaba a la puerta de su habitación. "¿Quién demonios es? ¿Qué hora es?" maldijo mientras se levantaba como podía, odiaba que lo despertaran por nada. Con su magia encendió la luz de noche de la mesita junto a la cama.

—¡¿Quién es? —preguntó en voz alta claramente enojado.

—Soy yo… —se escuchó en voz baja desde el pasillo, dicho por alguien que no quiere se esfuerza en hacer el menor ruido posible. "¿Yuuri…?" dudó, pero reconocía esa voz de inmediato. —¿Me abres? —pregunto impaciente y nervioso.

Wolfram dudó. —¡Espera!

Aun medio dormido se colocó sus pantalones. Sin cinturón y sin camisa entreabrió un poco la puerta. No se había tomado la molestia de ponerse más ropa porque no esperaba que apenas quitara la traba Yuuri empujaría la puerta para entrar descaradamente como si fuera su propia habitación.

—Fiuuu… Safe, estoy a salvo —suspiró—, los guardias están molestos conmigo, andan preguntando qué pasa.

—Yo también querría saber qué es lo que pasa —le reclamó algo desganado y seguido por gran bostezo. —¿Qué hora es? —pregunto bajito, más para sí mismo.

—No puedo dormir —dijo Yuuri mientras prendía un par más de luces con magia. Había aprendido a controlar gran parte de su maryoku desde que llego a ese mundo, ahora podía usar la magia cotidiana como cualquier mazoku.

—¡¿Ah?! ¡¿Son las dos y media de la mañana?! —se quejó Wolfram al ver el relojito que tomo de la mesa de noche—. Dios, Yuuri, tómate un vaso de leche caliente o algo. ¿Pero porque tienes que venir así a mi habitación a esta hora? ¿No te he dicho ya muchas veces que hagas lo que quieras pero no me despiertes? —chasqueo la lengua enojado. El encender las luces lo había despabilado un poco, lo suficiente para pensar más en que Yuuri había irrumpido en su habitación a altas horas de la noche sin una excusa coherente. Comenzaba a irritarse.

—Ya intenté muchas veces, no me ha funcionado tomar leche caliente. ¿Por qué te piensas que los guardias me vigilan? Fui tantas veces a la cocina que ahora me siguen para ver qué es lo que estoy haciendo dando vueltas a estas horas —se excusó el rey. Observó por primera vez la apariencia del mazoku rubio. Aunque vistiera solo pantalones desarreglados y tuviera el pelo revuelto, aunque estuviera parado frente a la cama completamente desarreglada, aunque tuviera cara de pocos amigos, su apariencia seguía siendo resplandeciente.

Wólfram, que estaba frunciendo el ceño e iba a continuar reprochando, notó que lo miraba mucho. Buscando que era lo que le llamaba la atención se encontró medio desnudo y recordó que como no tenía planeado dejarlo pasar no se había molestado en vestirse bien. ¡Ni siquiera se había abrochados los pantalones!

—¡Además de enclenque, descarado! Ni siquiera me pediste permiso para entrar y yo con estas pintas.

Cuando miró la silla detrás del Maou donde tenía la ropa colgada, volvió a ver la botella del afrodisíaco. Abrió los ojos de par en par y se abalanzo hacia el lugar. "Mierda, no puedo dejar que la vea. Necesito esconderla ahora mismo". Tomó la camisa y cubrió la botella. Pensó rápido que hacer y lo único que se le ocurrió fue abrir uno de los cajones del escritorio y meterla ahí. Se dio la vuelta y se colocó su camisa mientras cerraba el cajón con las caderas disimuladamente. Yuuri no había sostenido mucho la mirada sobre él desde que este le hizo el reclamo. Nunca quería mirarlo mucho desnudo y esto le convenía al mazoku porque pudo esconder aquel objeto que sería fruto de grandes vergüenzas si su prometido lo veía.

—Estoy muy aburrido. No puedo dormir, enserio, hagamos algo —rogó cuando paso el breve momento incómodo.

"¿Hacer algo? Sí, yo siempre estoy dispuesto a algo cuando estamos solos. ¿No se da cuenta de que vino a media noche a mi habitación para decir frases indecentes otra vez?" pensó mientras miraba serio como Yuuri se sentaba en su cama despreocupadamente, parecía haberse instalado ahí para quedarse. Estaba usando sus pijamas.

Estas eran las visitas que sacaban de quicio a Wolfram. Le alegraba que no huyera más al estar solos, pero las cosas como esta ya eran pasarse de inocente. Siempre tenía la misma duda sobre si lo hacía a propósito o no. ¿Cuáles eran sus intenciones? Además de que esta visita en particular, lo viera por donde lo viera, parecía más clandestina que nunca. Si realmente estaba tratando de seducirlo de alguna manera, preferiría que fuera más directo.

—Vamos Wolf… últimamente siento que no tengo nada para hacer. No tengo emoción. Quiero hacer algo divertido, algo que haga un adolescente. Siento que no estoy disfrutando mi vida —sus ojos negros lo miraban directo a los ojos. Lo único que quería Yuuri era un compañero de aventuras de su edad y con quien se sentía más cercano era con el menor de los tres hermanos, su mejor amigo.

—Humfp —resopló Wolfram—. ¿Necesitabas tener el pico de tu crisis a las dos y media de la mañana? —dijo fingiendo estar muy enojado y corriéndole la cara. Pero en realidad ya no quería ver esa cara de ruego que le ponía Yuuri siempre. Menos sentado en su cama. Su imaginación estaba muy activa desde esta tarde.

—¡Ahhh, vamos! ¡Quédate despierto conmigo! ¡Podemos trasnochar y divertirnos un rato! Tengo una mochila llena de bocadillos de la tierra que me trajo Murata ayer —dijo alegre y se paró de un salto—. Iré a traerla. Espérame ¿ok? ¡No te duermas!

Salió por la puerta tan rápido que dejó a Wolfram con las palabras en la boca. La táctica del chico de cabellos negros para lidiar con él era siempre la misma, si esperaba que él aceptara no lograría nada tan fácilmente, así que simplemente lo ignoraba y lo arrastraba sin pedir opiniones. Pasó un rato largo y Wolfram comenzaba a tener sueño. Había buscado unos pantalones cómodos y una camisa de dormir y ahora esperaba sentado en la silla. "¿A dónde se ha ido?" se preguntó algo preocupado mientras seguía esperando. "Si no vuelve tendré que ir yo, pero a matarlo". Que lo despertara y lo dejara abandonado no se lo iba a tolerar.

La puerta por fin se abrió tras unos minutos más, justo antes de que se decidiera de ir a ver si pasaba algo. Yuuri entró con una mochila colgada del brazo, con un pequeño cajón en una mano y dos copas de vidrio en la otra. —Perdona la demora, tuve que ir a la cocina por las bebidas.

—¿No podrías haberme avisado? Te encanta que me preocupe —se quejó Wólfram cruzado de piernas y brazos sobre la silla con cara de pocos amigos.

Yuuri rio tontamente como siempre. Para cambiar el ánimo comenzó a colocar las cosas en el piso y se sentó en él. Esa era una costumbre japonesa a la cual Wolf ya se había acostumbrado, así que se sentó en el piso también. Mientras Yuuri revolvía en la mochila él prefirió revisar el cajón.

—¿Qué es esto? —veía lo que era, pero no comprendió porque lo trajo.

—Ponche que sobro de ayer de la fiesta.

Había cuatro botellas con contenido de color rosado, formaban parte de las sobras del cumpleaños del Maou que se habían guardado para consumo de los sirvientes. Pero por supuesto que eso le importaba poco a Yuuri, era un rey que consumía sobras todo el tiempo bajo una exagerada política de no desperdiciar.

—Ya lo sé enclenque, me refiero a porque lo trajiste —dijo y le dio un pequeño golpecito a la caja haciendo tintinear los cristales.

—Pensé que te había gustado. También había cerveza si quieres —dijo Yuuri despreocupado mientras abría un gran paquete de papas fritas y comía una.

—El problema no soy yo, ¿desde cuándo a ti te gusta beber? ¿No era que preferías esas bebidas raras esas que haces… energéticas deportivas… o algo así?

"Yuuri está extraño. Venir tan tarde. Ahora la bebida. ¿Tal vez está deprimido realmente pero no lo deja ver?" pensó comenzando a preocuparse un poco. Decidió tener un poco más de tacto y paciencia.

—Cumplí 18 años ayer, ya he pasado por dos años la mayoría de edad mazoku, y aunque aún me faltan dos para la japonesa creo que puedo beber un poco si quiero… ¿verdad? No tienes que reprocharme tanto Wolf. ¿No eras tú el que decía que tendrá que comenzar a tomarle costumbre? —Refunfuñó—. ¿No puedo tomar por una vez contigo? Te dije que quería hacer algo diferente y el ponche estaba bueno, es más dulce que la cerveza y no me ha disgustado tanto como las otras bebidas que me dieron. ¡Ah! ¡Pero si tú prefieres la cerveza la puedo ir a buscar!

Wolfram suspiro. —El ponche estará bien —tuvo que aceptarlo ya que las lindas palabras de este tonto lo doblegaban siempre. Yuuri sonrió encantador a sus ojos y le extendió el extraño paquete plateado para ofrecerle probar su contenido.
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Muchas bolsas de bocadillos vacías adornaban el piso de la habitación, así como algunos restos de comida dispersos por el lugar. Tres botellas de ponche vacías estaban tiradas y la cuarta la tenía Yuuri en sus manos intentando tomar de donde ya casi no había.

—She ha acabadoooo —dijo arrastrando las palabras y abrazó la botella vacía que tenía en sus manos. Estaba apoyado sobre el borde de la cama y sentado sobre parte de la sabana que se encontraba desparramada por el piso. Sus mejillas sonrojadas, los ojos vidriosos y entrecerrados. En definitiva, estaba muy borracho.

De las cuatro botellas, Wólfram había tomado apenas más de una entre vaso y vaso, todo lo demás desapareció en unos pocos instantes gracias a Yuuri. El rey había tomado vaso tras vaso sin mucho cuidado y se había quedado directamente pegado a la última botella. Wolfram suspiro.

—Yuuri, estas ebrio. Deberías haberme hecho caso, no sabes tomar y el ponche engaña con su sabor dulce pero sigue siendo una bebida fuerte —dijo Wólfram observándolo murmurar valla a saber que en voz baja. Un te lo dije paso por su mente y pensó que tal vez no fue buena idea darle rienda libre para hacer lo que quisiera. Pero él no era de los que mimaban a Yuuri, prefería dejar que pasara por la experiencia y que aprenda de ello.

Además, a veces podía ser demasiado terco y hoy se le había metido en la cabeza que si podía tomar porque tenía más resistencia de la que todos pensaban. Ni siquiera hizo caso cuando le recomendó que al menos lo hiciera más despacio o terminaría cayéndole mal. Por supuesto que no lo hizo, por lo que la borrachera le atacó de golpe. Hablo hasta por los codos, se quejó, se rio de cualquier cosa y no paro de tomar y tomar. Wólfram decidió no beber demasiado para poder vigilarlo, pero acepto todas las veces que Yuuri insistió en servirle un vaso y se divirtió con las tonteras que hacía de buena gana. Antes se encontraban ambos muy alegres con sus mejillas sonrojadas, pero ahora Wolfram superaba el estado de consciencia que tenía el otro chico por mucho. Además, él si tenía buena resistencia a la bebida y unas botellas de ponche nunca hubiera logrado más que ponerlo de buen humor. Su único problema era que ahora tenía en frente suyo a un Yuuri mostrando su lado más tierno e indefenso con su pijama mal puesto. Los dos solos, encerrados en su habitación. Su cara, su cuerpo, sus acciones, todo le gustaba, ya no sabía qué hacer para no pensar más en el tema.

—Woolff… tengo swed… ¿traesh las cerveshas de la cocinaaa? —dijo con su tono de voz alcoholizado. El Yuuri borracho no pareció recordar las ideas sobre la salud del deportista de las que siempre hablaba.

—No, ya es suficiente. Mírate, así como estas no puedes tomar más, Yuuri.

—¡Eshtá bien! No me importaaa, quiero cerveshaa y si no vas tú iré yo —intentó levantarse pero no podía mantenerse en pie. El príncipe lo miro con tranquilidad hasta que el cayó sobre la cama enredado en las sabanas. Pero no se rendía, estaba por intentar de nuevo. Wolfram se dio por vencido.

—¡Bien! Ya voy, ya voy —aceptó y Yuuri le sonrió ampliamente lo cual lo hizo revolverse interiormente, se veía tan lindo así.

"Traeré agua. Y algo de leche para su resaca, eso le sentará bien". Engañarlo era lo mejor, era ilógico tratar de razonar con él en ese estado. "Me pregunto si estará bien dejarlo solo aquí". Dudó y le dio una última mirada antes de salir de la habitación, Yuuri estaba comiendo las ultimas papas fritas. Confió en que todo estaría bien mientras se quedara encerrado.

Wolfram no acababa de irse y Yuuri ya se sentía impaciente. "Tengo sed, tiene que haber algo por aquí". Miró alrededor de la habitación, no quería agua del baño. Encontró rápidamente el expositor que tenía el Wolfram con sus licores, lo admiró ya que era hermoso y comenzó a revisarlo. Solo de vez en cuando Wolfram tomaba un trago de ahí, la mayoría de las botellas estaban llenas. Para Yuuri se veían todas iguales, pero cada una contenía distintos licores finos. Eligió una al azar por su apariencia y tomó un trago directamente del pico.

—¡Horrible! —se quejó y apretó los ojos en una mueca, era demasiado fuerte. Por algo había pequeños vasos que se usaban como medida en los distintos estantes de la vitrina, además de que si uno los servía correctamente no debería llenar ni hasta la mitad. La dejó en su lugar mal tapada porque no coordinaba para taparla del todo. Miró las otras botellas, pero como para él se veían todas iguales pensó que debían de ser igual de feas. Igualmente, solo por la curiosidad probo otra y gimoteo de nuevo porque no le gustó.

Caminó hasta la silla al otro lado de la gran habitación y se sentó ahí frente a un escritorio. No tenía nada que hacer puntualmente en ese lugar, solo le apeteció sentarse allí. Recorrió con la mirada curioso las pertenencias de Wolfram, levantó y tocó todo lo que había allí observando cada objeto muy intrigado solo porque eran de él. Encontró papel, plumas, tintas y otros objetos que no supo reconocer. Si no estuviera borracho eso no lo haría ni loco, porque sabía que Wolfram odiaba que le revisen sus cosas y más que le desacomodaran su escritorio. Lo ordenó como pudo hasta estar satisfecho, pero a sus ojos de borracho ese orden era en realidad un terrible caos.

Yuuri se sentía muy curioso sobre la vida de Wolfram. Inconforme con lo que había descubierto encima del escritorio comenzó a abrir los cajones hasta que dio con el que contenía la botella. Rio al verla y la tomó en sus manos victorioso.

— ¡Ja! ¡Y me dice borracho a mí! Esconde bebida en un cajón. Eso está mal honey-chan, muy mal, muy mal —habló solo agitando su dedo al aire como cuando su madre lo reprendía cuando era niño.

La botellita le pareció simpática, era pequeña y redondita en su base. No tenía la apariencia de nada como lo de las botellas de la bodega que había probado recién. Enseguida la abrió y le dio un par de tragos al contenido sin saborearla. Pero cuando el sabor llegó a sus papilas gustativas casi escupe el contenido, además de que le comenzaron a quemar la garganta y la lengua por el alcohol, sabia asqueroso.

—¡Ahhhhhggg-- esta es peor! —Lloriqueo desesperado abanicándose la lengua con la mano—. ¿Y él toma esta mierda? ¿Cómo hace? ¡¿Y le gusta?!

Miró el recipiente con odio, aún quedaba un poquito del alto de un dedo, desde un principio no estaba llena y con lo que tomo casi la termina del todo. La puerta se abrió y entró Wolfram.

—Ya volví, ¿cómo te sientes? ¿Ya estás más despierto enclenque?—se burló. Se había pasado todo el camino pensando si realmente estaría bien haberlo dejado solo en la habitación, revisó con la mirada todo el lugar por las dudas y se encontró con la vidriera de su licorería abierta y hasta que se acercó del todo al escritorio no vio bien el terrible desorden.

— ¡¿Pero qué…?... ¡¿Qué demonios hiciste con mis cosas?! ¡Yuuri!

—Ah… bueno… no, yo no las toqué… —su mentira era tan obvia y miraba hacia otro lado escondiendo el rostro haciéndose el tonto.

"Cuando este sobrio lo voy a matar" pensó mirando su comportamiento infantil, aunque era algo lindo, no olvidaría esto. Observándolo bien vio la botella que sostenía en una de sus manos y palideció, rápidamente se acercó a él y le hizo levantar el recipiente.

—¡Esto… Yuuri ¿tomaste de esto?! —le pregunto alterado pero el rey lo miraba algo perdido—. Responde… ¿tomaste de esto? ¿Sí o no?

—Es muy feo —dijo Yuuri— ¿Por qué escondes esta cosa en el cajón? Al menos esconde algo que sepa bien.

—¿Te sientes bien? ¿Nada extraño? —le preguntó preocupado e intento calcular cuánto podría haber tomado. "Creo que equivale al vaso que tome yo… tal vez" no podía estar seguro, pero sí estuvo tomando como hizo con las botellas de ponche debía de ser bastante cantidad.

—Tengo sed… —se quejó de nuevo Maou, no demostraba ningún síntoma extraño.

"Es verdad… Según Anissina puede que a cada persona le afecte de manera diferente. Tal vez solo tarde un poco más si lo acaba de tomar antes de que yo entrara. ¿O por ser el Maou no le afecta? ¿El maryoku tendrá que ver? ¿Y si los efectos son peores por ser él especial?". Decidió esperar un poco y vigilarlo para ver qué pasaba, ante cualquier cosa mala que notara iría a pedir ayuda. Pero si todo iba como tenía que ser, solo debería sufrir lo que él el día anterior. Un momento de vergüenza pero nada malo.

—Toma leche, te hará bien para asentar la bebida, tu estomago no está acostumbrado a tanto alcohol.

Al menos por ahora se preocuparía de su alcoholemia. Luego de terminar de tomar lentamente una de las pequeñas botellas de vidrio Yuuri intento pararse con ayuda de la silla.

—¿A dónde vas? —preguntó Wolfram.

—Al baño…

Caminaba tambaleando, pero al parecer podía solo, así que Wólfram decidió dejarlo. En realidad que quisiera ir le recordó que él también tenía ganas desde hace bastante rato. Al salir el moreno se topó cara a cara con él frente a la puerta. Su reacción no le pareció la de siempre, Yuuri lo miro divertido y algo pícaro.

—¿Por qué me esperabas aquí…? —le pregunto ladeando la cabeza. Por un segundo Wolfram pensó que había extrañas intenciones en esa mirada.

—Por nada, yo también quiero ir.

Yuuri no dijo nada, simplemente bostezo torpemente y se tambaleo un poco sobre el lugar. Wolfram termino de descartar que lo de antes fuera algo.

—Cuando salga te llevare a tu habitación para que duermas, por favor intenta mantenerte despierto cinco minutos más —le dijo antes de cerrar la puerta.

—Dormir... si, dormir, dormir… Tengo mucho sueño —bostezo de nuevo. Se acercó a la cama que estaba desarmada con las sabanas regadas por el piso y simplemente se tiró en el colchón quedando dormido al instante.

Wolfram salió del baño y se alarmó al no ver a simple vista a Yuuri, tuvo miedo de que se le ocurriese salir a vagar por los pasillos. Pero su tranquilidad volvió apenas lo encontró en su cama durmiendo como un bebé. Estaba boca abajo desmayado y con todas las sabanas tiradas por cualquier lado, pero a pesar de todo Yuuri era un borracho adorable.

"Hoy será un día de dolores de cabeza hasta el final" pensó, pero no podía estar enojado con él. Lo observó dormir un rato sin saber qué hacer. Decidió que llevarlo a su propia habitación no era una buena opción, le preocupaba no poder explicarle que lo que se había tomado antes era un experimento de Anissina. Y qué problema sería luego contarle que es lo que hacia esa pócima. Con lo poco de ganas que le quedaban limpió y acomodo un poco su habitación, no sea cosa de que ese tonto durmiente se cayera intentado ir al baño de nuevo. Se acostó en la cama agotado y también quedó dormido a los pocos minutos.
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Yuuri despertó en la oscuridad sin poder recordar bien donde estaba y tardó en reconocer que esa no era su cama. "Creo que… tome demasiado. ¿Estoy borracho?". Se sentía muy mareado. Vio que Wolfram dormía a su lado dándole la espalda.

—Agua… —dijo y su garganta se sintió rasposa.

Hizo un intento por levantarse, pero su cuerpo no reaccionó como de costumbre, parecía que sus músculos estuvieran tan relajados que no tenían la fuerza suficiente ni siquiera para cargar con su propio peso. "Me siento débil… ¡Agh! ¿Qué es esto? ¿Por qué estoy así? ¿No se supone que debería estar cansado y con resaca?" pensó Yuuri. Grande fue su sorpresa al descubrir la erección que tenía.
Lo primero que hizo fue ver si Wolfram seguía dormido, lo estaba. "Solo tengo que ir al baño, si él lo ve… sería demasiado embarazoso". Hizo un esfuerzo para levantarse pero su pie se enredó en la sabana sobre el piso y cayó. El ruido del golpe y su grito hicieron que Wólfram despertara exaltado.

—¡¿Yu-Yuuri?! —Exclamó preocupado al ver al chico tirado en el piso junto a la cama—. ¡¿Qué paso? ¿Estás bien?!

"¿Qué le pasa a mi cuerpo?" dudó Yuuri, comenzaba a entrar en pánico pero lucho por controlarse.

—Ah… no es nada, quería ir al baño… pero creo que me enrede con las sabanas al bajar de la cama —contestó riendo tontamente. Eso fue suficiente para disipar la preocupación de su amigo.

—Por dios Yuuri… serás enclenque —dijo Wolfram apoyando su rostro sobre la mano en la cama—. Tomaste demasiado para no tener costumbre. Déjame ayudarte. —Le extendió una mano pero Yuuri no quería que descubriera su pequeño problema íntimo, así que no podía aceptar su ayuda.

—N-No gracias… es solo ir al baño… puedo solo —respondió nervioso.

—Hump… ¿Te despertaste más terco que de costumbre? No pareces poder levantarte solo.

Esperó un momento y como el chico no se levantó del piso intentó tomarlo por el brazo para apoyarlo sobre su hombro.

—Wolf, espera —le interrumpió—, ¡te dije que puedo solo…! —Los nervios lo habían alterado y corrió su brazo bruscamente. Se sintió inmediatamente arrepentido por ser tan brusco—. Pe-perdón… es que no me siento bien así que creo que será mejor no moverme por ahora. ¿Podrías ir a la cocina por un poco de agua? —necesitaba sacarlo de ahí por un rato, fue la mejor idea que se le ocurrió.

—Aún tenemos leche que traje antes de que te durmieras —dijo Wolfram apuntando al rincón donde había dejado las cosas—. ¿Tienes nauseas? Por favor no vayas a vomitar en mi cama o en el piso de la habitación. ¡Ya tuve suficiente con el desastre de comida y la bebida que derramaste!

—¿Y… no podrías ir a la enfermería por algo para el dolor de estómago? —tenía que haber una forma de hacerlo salir. "Eso está más lejos que la cocina y me dará más tiempo, además seguro que aquí no tiene medicina".

Wolfram desistió y aceptó. —Está bien, pero primero te ayudaré a subirte a la cama, no puedes quedarte en el piso frio si te sientes mal del estómago. Yuuri palideció pero no pudo decir nada cuando Wolfram se acercó y lo tomó por debajo de sus brazos levantándolo y le hizo sentar en el borde de la cama. —No me vallas a vomitar encima por favor… —se quejó con asco.

Una vez sentado, Yuuri asumió una posición encorvada tapándose con el brazo, estaba rojo de la vergüenza pero tratando de disimular. Wolfram se lo quedó mirando porque notó que evitaba verlo a los ojos.

—¿Qué pasa? —Preguntó y no necesito respuesta porque sospechó que sabía cuál era su problema—. Yuuri… ¿estas excitado?

Yuuri se sorprendo abriendo los ojos como platos y lo miró.

—¡No tenías por qué ser tan directo! —se quejó abochornado—. E-e-esto no es consciente… yo… ya-ya me desperté así…Tu sabes, a veces esto no se controla, y-y bueno…

“¿La bebida recién está haciendo efecto? ¿Habrá tardado tanto que sucedió mientras dormía y no se dio cuenta hasta recién?”. Yuuri transpirado, ruborizado, la erección. Los mismos síntomas que tuvo él al tomar el afrodisiaco. Se dio cuenta que él no tenía idea de lo que le pasaba.

—No, espera, cálmate. En realidad no se trata de algo normal.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —pregunto sin comprender nada.

—¿Recuerdas una botella que había en el cajón de mi escritorio? —Yuuri asintió con la cabeza luego de pensar un momento—. Eso es un afrodisiaco muy potente.

Yuuri se quedó pensando y lo miró raro— ¡¿Y porque escondes algo como eso ahí?! En realidad… ¡¿Por qué tenías algo como eso?!

—¡No era mío! ¡Es uno de los experimentos de Anissina y se lo dejo tirado cuando se fue! —se ruborizó Wolfram, no pudo terminar de entender el tono de ese reclamo.

—¿A-A-A-Anissina? ¿Cuándo fue qué--? ¡¿Acaso tú y ella--¿ ¿un afrodisiaco…? —Yuuri se veía horrorizado. Podría haber jurado que si la inventora tenía algo, seria con el mayor de los tres hermanos. Además… ¿acaso Wólfram estaba teniendo un amorío a sus espaldas?

—¡¿De qué estás hablando Yuuri?! ¡Si eligiera una mujer sería una menos peligrosa! —¿fueron esos celos? Se sintió bien por un momento pero tenía que controlarse—. ¡Me obligo a tomar esa porquería hoy por la tarde, justo después de que perdió la oportunidad con mi hermano mayor vino a buscarme!

La cara de Yuuri paso a una más relajada, se sentía más aliviado.

—¿Por eso estabas raro durante la cena? —a Wolfram se le ruborizaron las orejas y asintió. Yuuri espero un momento en silencio y pregunto: — ¿Voy a morir?

—No lo sé —dijo Wolfram. Yuuri se deprimió. El mazoku se rasco una mejilla y sintió que tenía que decir algo más para tranquilizarlo. —Aunque es una poción aquí me tienes, aunque tu caso es un poco más especial, supongo que podrás superarlo. Es solo un tanto incómodo. ¿Quieres que te ayude a ir al baño?

Yuuri lo pensó un momento mientras se tranquilizaba gracias a sus palabras, peor aún tenía miedo.

—Wolf —le llamó y él lo miró a los ojos—. ¿Podrías quedarte conmigo? —Wolfram lucia muy sorprendido, ambos se ruborizaron.

—Si —respondió en voz tenue y algo nervioso. Se sentó en la cama junto a Yuuri y ninguno de los dos sabía qué hacer, mientras el miraba directamente a la pared que tenía en frente podía notar de reojo como el rey jugaba con sus dedos sobre las piernas. Se preguntó si se le bastaba con que se quedara así a su lado en silencio todo el rato. Sintió la responsabilidad de avisarle. —Sabes, yo intenté lo mismo, así que sé que no funciona ignorarlo —sintió algo de vergüenza de hablar justo con él de algo como eso—. ¿Quieres que te deje solo? Podemos cambiar habitaciones por hoy.

Se miraron a los ojos y Yuuri se veía asustado, le tomó el brazo y rogó—. No, no te vayas por favor.

Wolfram sintió como se le aceleraba el corazón. Yuuri aún lo miraba intensamente y el ambiente se sentía diferente. Se animó a poner una mano en su hombro y notó que se daba cuenta de lo que estaba pasando. No parecía estar del todo cómodo, pero a pesar de eso decidió que no se detendría. Lo intentaría de una vez y tendría que rechazarlo directamente, si eso pasaba no volvería a hacer nada como eso. Poco a poco se acercó más acortando el espacio entre sus rostros.

—Wolf —susurró Yuuri—. ¿Q-que haces?

No se detuvo y aunque la mano de Yuuri empujaba hacia atrás su hombro sus labios ya habían alcanzado su boca. La presión sobre su hombro no desapareció mientras esperaba unos momentos para ver qué pasaba, si quería rechazarlo tendría que ser ahora. No podía creer que lo estaba besando, pero el nudo en su garganta no permitía que esto sea una linda escena de amor. Le temblaban las piernas por haber logrado dar el paso. Acercó más su cuerpo al de Yuuri y él se alejó levemente. Luego correspondió el beso. ¿Estaba o no de acuerdo? Le acarició el rostro y al poner más empeño también siguió su ritmo. Cuando intentó usar su lengua opuso un poco de resistencia pero no por demasiado tiempo. Después de un rato besándose con más fuerza lo escucho suspirar. Le gustaba.

Era una victoria. Le gustaba. Es todo lo que necesitaba saber para liberarse del todo. Tomó su cabeza y profundizo el beso, Yuuri le clavó los dedos en el brazo y lo atrajo con más fuerza hacia él abrazándolo. Dejó caer su peso sobre él sin detener su desesperación por continuar ese beso y cayeron en la cama. Llevo las manos hacia abajo y acaricio la cinturilla de sus pantalones, Yuuri se sobresaltó al sentir sus dedos sobre la piel, estaba temblando. Continuaron besándose hasta que se separaron para recobrar el aliento. No quiso dejar que la emoción se desvaneciera así que comenzó a besarle el cuello y morder cerca de su hombro. Apoyó su mano sobre su entrepierna acariciando levemente por sobre los pantalones. Recordaba que la primera vez tras tomar el líquido había tenido tocarse suavemente al principio, fue lo más delicado que pudo.

El cuerpo de Yuuri reacciono enseguida al contacto, la tela del pijama era ligera. Se apretó contra su nuca y respiró en sus cabellos negros mientras curioseaba la zona con su mano. Se alejó y lo miró a los ojos, Yuuri estaba avergonzado y asustado pero no parecía incómodo con lo que había hecho. Cuando acarició más fuerte suspiró y corrió la cara de lado. Sintió miedo de que en algún momento decidiera que no quería seguir adelante, tomó valor y le bajó un poco los pantalones dejándolo expuesto. Su piel hervía, así como él hervía por dentro. Mientras lo tocaba muy lentamente Yuuri se abrazaba a él y disfrutaba de sus besos. Desabrocho los botones de su pijama y le acarició el cuerpo, toda su piel hervía y le quemaba el rostro al comenzar a besar su pecho. Yuuri no tardo en comprender que era lo que estaba haciendo cuando comenzó a bajar.

—Si te da vergüenza solo cierra los ojos —dijo Wolfram entre besos sobre su estómago. El pulso de Yuuri estaba acelerado, no sabía qué hacer con sus manos y las puso sobre las de Wolfram a la altura de su cintura. Se agarró con firmeza aunque le sudaban y le temblaban un poco. Wolfram no recordaba cuantas veces había deseado algo así y ahora estaba pasando. Yuuri en cambio no podía pensar en nada, las sensaciones que tenía eran demasiado para él, estaba perdiendo la cabeza. Solo se aferró con fuerza de la camisa de Wólfram por los hombros y se tapó los ojos con la otra mano. Wolfram había encontrado su propio ritmo dejándole entrar y salir de su boca con suavidad, podía sentir que cosas le gustaban más y hacer hincapié en ello. Con sus manos sostuvo y acaricio la zona de sus muslos un momento para darle un descanso. Yuuri se retorcía y eso lo excitaba. Llevo sus manos de vuelta a su pene y masajeo con firmeza mientras usaba su boca. No pudo soportar que hiciera eso por mucho tiempo y llegó entre respiraciones agitadas.

Yuuri se llevó las manos al rostro y se echó hacia atrás cansado y tembloroso. No quería pensar en la vista que le estaba ofreciendo a Wolfram en ese momento. Le tomó un rato recuperarse. Wolfram se desabrochó los pantalones para aliviar la presión que sentía. No le importaba no haber disfrutado caricias y estar así de excitado, no podía sacarse de la cabeza lo que había sucedido recién. Se echó en la cama al lado de Yuuri y él se dio vuelta para colocar su rostro contra su pecho en una posición en la que no pudiera verle la cara. Wolfram se entretuvo viendo su desnudez un rato.

—Parece que no… —comentó Yuuri al darse cuenta de que lo observaba, su pene continuaba erecto. Wolfram ya sabía que una vez no bastaría para que se le pasara el efecto provocado por el brebaje de la inventora. Cuando el rey levantó la vista se topó con la mirada intensa de Wolfram, sabía que él no había recibido nada a cambio pero no estaba seguro de como devolverle el favor de recién.

Sus labios entreabiertos y húmedos, la transpiración cubriéndolo ligeramente por todos lados y su pijama revuelto tentaron más al mazoku. No encontró ninguna resistencia al besarle y esta vez no tardaron mucho en desesperarse en profundizarlo, ambos estaban aferrados a la camisa del otro tironeando hasta que se abrazaron para pasar acariciar donde pudieran. Wolfram empujó hacia un lado, Yuuri tiró de él en la misma dirección y lo puso encima. Esta vez no pudo olvidarse de su deseo por sobre el del otro chico, así que ambos encontraron un punto placentero al mover sus caderas contra la del otro. Wolfram se bajó los pantalones algo desesperado mientras Yuuri lo miraba agitado, pudo ver la aprobación en su mirada al detenerse un segundo a pensar con su mano sosteniendo su pene. ¿Qué pensaba hacer? No podían hacer nada, no podía aunque estuvieran muy excitados, ni aunque ambos querían continuar con lo que se venía ya mismo. Wolfram decidió parar y pensar primero. Ambos jadeaban. Yuuri lo miraba intentando controlarse con tanto esfuerzo como él.

—¿Seguimos? —preguntó Wolfram con miedo de que se acabara todo allí. Yuuri dudó y se le formó un nudo en el estómago. Ambos estaban exponiendo todo, tanto física como emocionalmente, era atemorizante. Yuuri trago saliva y asintió con una palabra ininteligible. Wolfram no dudó, si no que se abalanzo al cajón de su mesa de noche, busco rápido como si cuantos más segundos pasaran fuera a perder la oportunidad. Lo que buscaba no se encontraba ahí. Yuuri estaba esperando y él le rogo calma con la mirada mientras iba hasta el armario. Volvió con un frasco de vidrio que Yuuri curioseo aunque no quiso preguntar que era. Ambos intentaron ignorar que la interrupción había arruinado el ambiente de hace unos momentos.

Wolfram aplastó el frasco bajo su mano en la cama para no perderlo mientras Yuuri aceptaba que vuelva a la posición de antes sobre él. El rey ahora estaba más nervioso, solo recuperó la calma a medida que pasaba el tiempo y Wolfram le permitía comenzar desde cero otra vez. No era algo que le costara ya que cuanto más tiempo durara el momento, mejor. Yuuri acarició su cabeza mientras se besaban y con su otra mano lo pegó más a su cuerpo, no tardaron en volver a agitarse hasta el punto en que Wolfram metió una mano para acariciar entre sus piernas. Los dedos de Wolfram se sentian fríos sobre su cuerpo y Yuuri entendió que el producto de la botella era algún tipo de aceite, se sintió estúpido de no haber podido atar los cabos antes siendo algo tan obvio. Se sentía bien disfrutar de la presión de su estómago y el peso de su cuerpo contra el suyo mientras le tocaba, se sentía caliente, vivo.

Wolfram lo miro de reojo mientras besaba su cuello y Yuuri tiró de sus caderas para acercarlo. Esa fue toda la señal que necesitaba para continuar y aunque Yuuri mismo fue el que había dado la orden se sintió incomodo de sentir como intentaba entrar en su cuerpo. Las manos de Wolfram estaban ahí, su pene estaba ahí y todo se sentía bien. Yuuri quería pegarse más a su cuerpo de Wolfram pero no podría por culpa de su brazo que guiaba la penetración. Cuando Wolfram apoyo el codo junto a su cabeza y el brazo entrometido paso a sostenerlo por las costillas Yuuri se apretó contra él como quería con sus piernas. Se besaron. Se sentía bien. Suave, lento. Esta vez no se permitieron jugar rudo a medida que se excitaban más, tampoco lo necesitaron para llegar al límite, de manera lenta estaba bien. Yuuri clavó sus manos en la parte baja de su espalda y busco presionarse y frotar contra su estómago mientras Wolfram se esforzaba por aguantar un poco más. Apenas sintió sus espasmos y la respiración entrecortada en su boca aumento la rapidez pero no la fuerza y jadeó contra su cuello el final.
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Wólfram estaba sentado en el borde de la cama anonadado, los primeros rayos de sol entraban a través de las cortinas. Recién había despertado y al ver la silueta desnuda que dormía entre las sábanas recapituló todo lo sucedido de golpe. "De los casi tres años que llevamos comprometidos he fantaseado muchas veces con esto. Pero hoy, hoy es la realidad. Por dios, ¡realmente lo hicimos!" se emocionó mientras se sorprendía y se sentía también nervioso, pero inmensamente feliz e ilusionado. Un pequeño ruidito detrás de él lo sobresalto. Movimientos entre las sabanas.

Yuuri despertaba lentamente. Aun soñoliento intento incorporarse un poco sobre sus codos. —Ah… Mi cabeza… ¿es la resaca? —Dijo mientras presionaba sus sienes con los dedos y tapaba sus ojos del sol con la palma de su mano, sentía que la cabeza se le partía al medio—. Tengo la boca seca…

Wolfram tomó el vaso de agua que se había servido de la mesa de luz y se lo extendió Yuuri. — Aquí tienes.

—Oh… gracias —agradeció sorprendido por la rapidez, miró a la persona que se lo había entregado. Por unos segundos se quedó en silencio observándolo pensativo y confundido mientras Wolfram esperaba con la mano extendida.

Wolfram estaba desnudo y era una visión celestial con el sol de fondo y las cortinas blancas. Yuuri seguía con la mente en blanco.

—¿Por qué estas desnudo? —pregunto con toda la inocencia del mundo.

Algo se derrumbó en el interior de Wolfram, se quedó en blanco y pensando en todo a la vez. Yuuri reaccionó con sorpresa tardía. Quitó las sabanas que lo cubrían, se encontró con su ya conocido pene, se tapó de nuevo y miró la nada en las sabanas anonadado durante un momento.

—¿No recuerdas nada? —preguntó Wolfram con clara decepción. Yuuri lo miró con la boca abierta y eso termino de deprimirlo.

—No recuerdo —dijo Yuuri y negó con la cabeza, luego dudo mucho y balbuceó un poco desesperado con gesto preocupado. Wolfram dejó caer su cabeza y apoyó sus codos en las rodillas sintiendo el peso de la realidad.

—Sí, recuerdo. Pero no recuerdo. Tu y yo, bueno, ¿anoche? Oh dios, si recuerdo —Yuuri había entrado en pánico.

Wolfram se quedó callado mirando la pared fijamente con mala cara. Tenía tantas cosas en su mente y tantos sentimientos en el pecho que no sabía qué hacer con ellos. Miró receloso por encima de su hombro a sabiendas de qué tipo de cara tendría Yuuri en esos momentos, odio confirmarlo. Ese odio se reflejó en sus ojos tan claramente que Yuuri sintió miedo.

—¿Estás jugando conmigo o qué? —dijo Wolfram con frialdad. El miedo de Yuuri se convirtió en enojo, era su mecanismo de auto defesa de siempre.

—¿Me estás reclamando? ¿Tú a mí? ¿Enserio? —respondió irónico. Wolfram solo lo miro de la misma manera que antes con una mezcla de ira, decepción y cansancio, le corrió la mirada.

—¿Entonces dime que fue lo que paso anoche? —Wolfram esperó pero Yuuri no dijo nada—. ¡Te estoy haciendo una pregunta sería! —casi gritó mientras volteo golpeando la cama con la palma de la mano. Yuuri se quedó anonadado de nuevo.

—No sé qué es lo que quieres que te diga —mintió ya que estaba casi seguro de que era lo que quería escuchar salir de su boca. Wolfram quería hablar de sentimientos y él no podía pensar en nada mejor que una evasiva. No quería poner en palabras que lo de anoche fue como mucho sexo y nada más. Algo que nunca debería haber hecho con un amigo, y menos aún con Wolfram.

Wolfram se levantó y se agarró la cabeza dando vueltas frente a la cama, su desnudez puso más incómodo al rey que corrió la mirada. Estaba iracundo, intentando mantenerse controlado pero no podía. —¿Me vas a decir que volvemos a lo de antes? —preguntó con ironía.

Yuuri no lo miraba y estaba claro el porqué, se paró erguido con las manos en sus caderas lo más expuesto posible. —Me gustaría que si vamos a tener una conversación me miraras a la cara.

Yuuri lo miro de mala gana a los ojos. “Por supuesto no miraras otra cosa, ¿verdad?” pensó. Rodó los ojos e hizo un gesto con las manos respecto a su cuerpo. —Me vas a decir que ahora te molesta.

—Wolfram, basta —respondió con voz ronca. La paciencia del Maou se estaba agotando. Ninguno de los dos dejaría de estar obstinado en su postura, estaba claro.

—Claro, vas a negarme que anoche no estabas bien con esto.

—¡¿Qué es lo que quieres que te diga?! Anoche tuvimos sexo, ¿ok? Ya está, lo dije, ¿estás contento?

—¡No! Anoche estabas bien con esto y hoy volvemos a lo mismo de siempre —Wolfram sintió que ya no podría parar—. ¡No estoy contento! Siento que estás jugando conmigo, ¡todo el maldito tiempo! Han pasado años y siempre es lo mismo, estoy harto. Pensé que anoche… —hizo una pausa desesperado, a Yuuri le dolía verlo así pero continuaba enojado—. N-no sé qué pensé.

—Anoche fue eso, solo una noche. Tomamos, yo no estaba bien —Wolfram murmuró algo que no entendió pero estaba seguro de que no le gustaba escuchar sus excusas, Yuuri decidió seguir hablando—. No puedo tomar en serio esa situación, ¿me entiendes?

Wolfram le dio la espalda y no quiso escuchar más nada, hizo un gesto denegación con la cabeza y con su mano dejando claro que había tenido suficiente.

—¿Vas a escucharme o no? —Gritó Yuuri mientras él buscaba su ropa—. ¡Wolfram!

Yuuri se desesperó, no tenía nada que decir. Todo lo que Wolfram quiera escuchar no era posible, solo restaba aclarar lo único que podía.

—No estoy jugando contigo —dijo fuerte y claro—. Creo que puedo entender porque piensas eso, ¡pero no lo hago! Me gustaría que entiendas lo que siento sobre lo que ha pasado, trata de ponerte en mi lugar.

Yuuri se puso rápido la ropa interior que encontró en el piso y lo persiguió por la habitación. —¡Necesito que me escuches! No sé qué es lo que debo hacer —grito enojado—. Necesito que entiendas que no estoy jugando contigo pero no puedo--

—¡Ya lo sé! —gritó Wolfram interrumpiéndolo, no quería mirarlo y aguantó la respiración mientras sus ojos centellaban de sentimientos. Yuuri se quedó mudo, sabía lo que todo esto significaba. El entendía todo desde que se despertaron.

Wolfram tomó la chaqueta de su uniforme y salió de la habitación aun hecho una furia. Yuuri sabía que iba a necesitar estar solo. Aun sentía la ira revoloteando en su interior, peor no sabía hacia quien iba dirigida realmente. Cerró la puerta del armario de un portazo y pegó un buen grito a modo de desahogo.
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En la parte trasera del castillo se encontraban los pabellones de los soldados y el hospital militar. Dentro del pabellón principal estaba la oficina donde se encargaban del papeleo administrativo, aunque allí solo se certificaban asuntos menores, las decisiones principales eran tramitadas en el despacho principal supervisadas y autorizadas por Günter, Gwendal o el Maou. Como siempre hoy también había un soldado de bajo rango, joven e inexperto, atendiendo la ventanilla. Siempre le daban este trabajo a los novatos ya que lo único que tenían que hacer era poner un sello y llenar un par de fichas.

Había problemas entre un soldado intentando realizar un cambio a última hora y el novato de la ventanilla intentando que dejaran de echarle la bronca por algo que no tenía la culpa. El papeleo en el despacho principal demora un día como mínimo dependiendo de la urgencia, y el hombre intentaba obtener un cambio de enrolamiento para una expedición porque su esposa estaba dando a luz en ese mismo momento. Por lo que Wolfram pudo sobre escuchar de la riña, la tropa de ese hombre salía en tan solo unas horas.

—Yo tomaré el puesto —interrumpió la conversación y se hizo el silencio en el pasillo por primera vez. Su aura enfurecida podía palparse a su alrededor, su temperamento tenía una reputación importante entre los soldados así que no solo lo reconocieron si no que ya consideraban tratarlo con cuidado.

—¡Excelencia Lord von Bielefeld! —ambos soldados saludaron cordialmente al recién llegado con respeto.

—Excelencia, usted tiene fecha para la próxima expedición, esta anterior salen en dos horas —aclaró algo tímido el secretario de la ventanilla.

—Haré está en su lugar y la próxima que me corresponde con mi equipo también.

La próxima era en una semana, eso significaba la suma de dos semanas de patrulla más los días de viaje. Tendría poco tiempo de sobra. "Había pensado en cambiar la fecha de mi salida, no tomar dos rondas… Pero no importa, así tal vez sea mejor". Vino a conseguir una excusa para irse del castillo más pronto después de todo.

—Pero Excelencia, el permiso tiene que ser autorizado igualmente en su caso, y aquí no podemos hacerlo.

Si fuera un cambio entre soldados de bajo rango podía efectuarlo con tranquilidad, pero el muchacho dudo al tener en frente a alguien de alto rango. Se puso nervioso de cometer algún error que luego tuviese que pagar caro.

—Tengo la autoridad suficiente para validar el permiso, pero si no estás conforme puedes consultarlo con el Maou.

La respuesta cortante y su mirada firme tan severa convencerían a cualquiera, así como lo pondrían nervioso por varias razones. La fama de su belleza era tan grande como la de su carácter.

—N-no, está bien, ahora mismo hago el papeleo —contestó el secretario algo nervioso. Tomó unas fichas y realizo todo lo necesario correctamente. Una vez puesto el ultimo sello y viendo que consiguió lo que quería, Wólfram dio media vuelta y camino hacia la salida. No se tomó la molestia de despedirse ni de regalar sonrisas. Ese no era un día que estuviera de humor para andar siendo amable con nadie.

—¡Gracia, muchísimas gracias! —grito el hombre que dentro de poco seria padre.

—No tienes nada que agradecer —murmuró para sí mismo. Después de todo esto era para satisfacer su propio egoísmo y no por hacerle un favor de buena fe a nadie.
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Wólfram entro en su habitación. Todo estaba en su lugar impecable, la basura había desaparecido y la cama estaba hecha por los sirvientes. El lugar estaba vacío y él se sentía incómodo tan lleno de todo. Pronto tuvo sus cosas empacadas y listas. "Me pregunto si estará bien así. No es que esté escapando" intentó convencerse. Pero en sí, si estaba escapando, solo que era algo que necesitaba para que al volver las cosas sean diferentes.

La hora de partir se acercaba, tenía que ir hacia los establos. Con su bolso al hombro y la espada en su lugar salió de la habitación. Al pasar por el frente de la puerta de Yuuri sitio que se le revolvía el estómago, se quedó parado unos instantes en frente sin observarla y luego siguió su camino. Se iría por dos semanas, era tiempo más que suficiente para ver qué haría con el manojo de sentimientos que tenía dentro y le causaban tantos problemas a ambos.
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Continuará

 

Notas finales:

[1]Amigurumis: es el nombre original en japonés para los muñecos tejidos a croché que hace Gwendal.

[2]Afrodisiacos: todo lo que Anissina nombra en la receta de la poción son cosas que se consideran afrodisiacos naturales. Tienen diferentes efectos, no es que te comes una frutilla y te pones como un caballo en celo, sino que se dice que estimulan levemente diferentes aspectos del cuerpo, dan energía o ayudan al relajarse.


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