Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ser cantante no es lo tuyo por Hacchiko

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Debo admitirlo. Me basé en una imagen de una entrevista que le hicieron a Tae Min, donde él mismo admitió que nadie le apoyaba cuando de canto se trataba, y en lugar de eso, le decían que se rindiera, lo cual, fue su combustible para esforzarse aún más, superarse y demostrarle a los demás lo equivocados que estaban.

 

Simplemente, me conmovió y me inspiró. Ya tenía hecho el oneshot desde que fue anunciado el primer album solista de Taeminnie♥

 

Espero les guste mucho, y si pueden, dejen su opinión, dudas, aclaraciones, comentarios o amors en el sensualón cuadrito de abajo ;)♥

 

Besos y abrazos psicológicos♥!

att'Hacchi

 

• Disponible en Wattpad como: "Ser cantante no es lo tuyo".

• ¡Sígueme en Wattpad, soy @Haccchiko!

Ser cantante no es lo tuyo

One-shot

Capítulo único

 

 

 

 

Dicen que las madres siempre saben todas las respuestas, sobre todo, si la pregunta es sobre la autoestima de sus hijos. Nunca dudé en preguntarle a mamá cualquier cosa por más insignificante que fuera, mucho menos, porque mis padres siempre me habían enseñado que la honestidad es primero. Por eso, jamás esperé una respuesta como aquella, ni el shock que obtendría al oírla en esa soleada tarde anaranjada, mientras mamá regaba el patio, cuando le cuestioné...

 

 

-¿Crees que yo podría ser un buen cantante?

 

 

En ese momento, yo tenía siete años, edad suficiente para empezar a soñar con mi futuro y emprenderlo, esforzarme para llegar a la meta. Al parecer, siempre tuve habilidad para bailar, pues desde muy pequeñito, era inquieto, más aún, si escuchaba música. Papá dice que movía mucho mi cabeza y mis pies jamás estaban tranquilos, el resto de mi familia insiste con que aprendí a bailar antes que caminar, y bueno, mi hermano se divertía cuando me veía ponerme en pie, todavía en pañales y sacudir mi trasero, por lo que hay suficientes testigos para convencerme de que soy talentoso en cuanto al baile, sin embargo, desde hace tiempo, mi curiosidad por la música cambió.

 

 

Ya no solo adoraba la danza, sino que también sentía entusiasmo por el canto, recuerdo la primera vez que sentí mi cuerpo estremecerse por una canción, mi piel enchinarse por la misteriosa adrenalina, y las lágrimas correr por mis mejillas por tantas emociones unidas en una misma tonada. Era como el baile pero para los oídos, era otra forma de arte, otra pasión que comenzaba a crecer en mí y que ansiaba por desarrollarla igual que el baile. Yo quería ser el culpable de aquellas sensaciones en las demás personas, justo como esos cantantes.

 

 

Mamá, en cuanto escuchó mi inesperada pregunta mostró un poco de sorpresa mal disimulada, bajó su atención de las plantas y dirigió su vista hacia mí, borrando su sonrisa con seriedad. Al ver que lo que yo dije era de verdad y no una broma, cerró la llave del agua, enrolló la manguera y se agachó frente a mí con una mano en mi hombro.

 

 

-Taeminnie, cielo, ¿quieres que sea honesta? -Yo, sin entender su pregunta, asentí vehemente. Necesitaba su sinceridad, eso es lo que siempre me han enseñado, mas no sabía que la verdad fuese tan cruel.- Creo que deberías dedicarte al baile.

 

 

-¿Qué? -salió de mi boca sin que me diera cuenta, frunciendo mi ceño, confundido. ¿Qué clase de verdad era esa?

 

 

-Bailas asombroso, cariño, y si te sigues esforzando, serás el mejor de todos. -animó mi madre con una hermosa sonrisa en sus labios, los cuales, son idénticos a los míos.

 

 

-¿Pero no se puede hacer lo mismo con el canto, mamá? Tal vez si me esfuerzo mucho, pueda ser un gran cantante. -ella negó con una mueca como si la idea hubiese apestado horrible.

 

 

-No, mi amor, hay cosas para las que simplemente, no se es bueno. El canto no es lo tuyo, hijo. -explicó la mujer, dejándome en blanco.

 

 

Al inicio pensé que tan solo era una opinión entre miles. Mi mamá es la mujer más inteligente del mundo, no obstante, no puede tener razón en todo. Con aquella ilusión infantil, fui a comprobar mi teoría con mi papá, quien se hallaba en el sótano, construyendo un barco dentro de una enorme botella. Woah, admiraba la paciencia de papá. Yo, desde los primeros diez segundos habría roto la botella contra el piso, no solo porque mis dedos son de mantequilla -delgados, resbalosos, torpes-, sino porque me desespero rápido con cosas que requieren tiempo y delicadeza.

 

 

Mi autoestima bajó aún más cuando al preguntarle, él se removió incómodo en su silla, acomodó sus gafas especiales, aclaró su garganta y comenzó un largo y torpe discurso, del cual solo recuerdo las últimas siete palabras.

 

 

-... El canto no es lo tuyo, campeón.

 

 

Desilusionado, corrí a buscar a la última persona en casa que podría animarme un poco y convencerme de que papá y mamá estaban equivocados. Atrás en la cancha de basquetbol, jugaba Tae Sun, mi hermano mayor, el único en realidad. Siempre fue muy alto, por lo que la canasta no era gran problema para él. Sin pensar, atravesé el patio, ignorando el peligro en el que me metía con él tan centrado en su juego, pudo haberme golpeado con la pelota o tirarme por accidente. Por suerte, reaccionó a tiempo, se quitó sus audífonos y con el balón en mano, me miró atento, esperando lo que fuera a decir. Su cara fue transformándose desde una confiable sonrisa a una mueca dolorosa mientras más le platicaba mi problema entre lágrimas, sollozando con un tonto puchero en mis labios, acusando a mis padres.

 

 

Él, entre la espada y la pared, se rascó el cuello, meditando qué decirme. Pude adivinar su respuesta, pero no quise creerla, necesitaba oírla de sus finos labios, cortesía de papá. En cuanto lo dijo, di media vuelta y huí hasta mi habitación, llorando el resto de la tarde, hasta que mamá tocó mi puerta avisando que la cena estaba lista.

 

 

Ese día sentí que nadie me comprendía, y tan solo me convencí a mí mismo de no rendirme. Los sueños están para cumplirse, por lo que no dejaría morir a los míos, decidí que en un futuro, yo sería famoso, no solo por mis bailes, también por mi voz, haría que el mundo me escuchara y que mi familia se retracte al enterarse de lo bonito que puedo cantar. Por desgracia, la vida no es así.

 

 

Me uní al coro escolar, pero solo logré que se burlaran de mí y me sacaran del equipo. No me rendiré, fue lo que dije, mas no pensé lo difícil que podía llegar a ser. Varias veces intenté cantar, pero en cuanto soltaba la primera palabra, me tapaban la boca, fuera en la escuela, en el receso, con mis amigos o mi familia, todos me callaban, pues parecía que no les gustaba mi voz. Con el tiempo, mi pasión por el canto se convirtió en mi más grande secreto, uno muy especial que solo llegué a compartir con mi novia. Bueno, ahora ex-novias.

 

 

Todavía recuerdo a la segunda (la primera fue en el jardín de niños, antes de amar el canto, así que no cuenta). Recuerdo en la primaria cuando tomé su mano, le dije que su vestido era bonito y ella me dijo que fuéramos novios. No sabía que era eso, pero supuse que sería algún juego divertido. Lo máximo que llegamos a tener, fue tomarnos las manos, abrazarnos y uno que otro beso en la mejilla. Duramos un mes, creo, pues ella perdió el interés en mí y se fue con otro niño sin decirme. (Ahora que lo pienso, creo que me fue infiel). Fue en esa época que descubrí mi segunda gran pasión, así que quise compartirla con ella. Recuerdo que se emocionó mucho al inicio, pero en cuanto me oyó aullar, me tapó la boca, se asqueó y no me habló hasta el día siguiente. Unos años más tarde, fue cuando entendí lo que era una novia.

 

 

La tercera fue a los doce. Ahí ya tenía suficiente conocimiento como para saber la función de una novia, con ella di mi primer beso y mi primer "te amo". (Era un romántico de primera). Ella ya sabía mi talento al bailar y me apoyaba con mucho entusiasmo, sin embargo, al cumplir los cien días, quise hacer algo especial, por lo que fui totalmente honesto, llevé mi guitarra (en esa ocasión, la melodía que aprendí entera por ella era mi único conocimiento sobre la guitarra) y canté, pero no lo soportó. A la mitad de la canción, puso su mano en mi boca, y pidió que terminara con un solo de guitarra. Mi corazón quedó deshecho y me rendí por siempre a volver intentarlo.

 

 

A los catorce debuté para entrar a la SM, en un nuevo proyecto. Decidí intentarlo como bailarín, di mi mayor esfuerzo y pude quedar. Fui tan inmensamente feliz, que no dudé en celebrarlo con mi familia y amigos, contando la experiencia una y otra, y otra vez como si fuera la primera.

 

 

Como todos los demás, tuve que empezar de aprendiz, yendo a muchos ensayos, mejorando con consejos de mis mayores y conviviendo con los talentosos de la empresa. Por esa etapa comenzaron mis problemas en la escuela, los ensayos me absorbían, olvidaba mis tareas, me dormía en clases y reprobaba en exámenes, además de que, poco a poco, mis compañeros fueron acosándome, no por apoyarme, sino para molestarme, aumentando el odio hacia mí, me golpeaban, se burlaban de mí y me escondían mis cosas. Mi autoestima fue un desastre.

 

 

Fue cuando por fin, hubo una selección para crear un nuevo grupo, supe que era mi oportunidad. Los días fueron eternos, sentía que fallaría y que mis esfuerzos eran en vano, pues no me llamaban, lo cual era mala señal. Finalmente, luego de una semana interminable recibí la dichosa llamada, diciéndome que era parte de un nuevo grupo llamado SHINee. ¡No podía creerlo! Lloré con mi familia como pocas veces lo he hecho, sin poder creer que lo había logrado. El lado malo, fue que mis antiguos amigos dejaron de hablarme, y aunque los contacté varias veces, ellos me ignoraron. Ahora, con la madurez, puedo comprender que era necesario para distinguir verdaderas amistades de las falsas. A veces me acuerdo de ellos, descubriendo que aún los extraño, siempre estarán en mi corazón, junto con esos felices recuerdos, sin embargo, la experiencia me ha enseñado a pasar página y superar lo negativo, por eso, ya no lloro por ellos.

 

 

SHINee, de alguna manera, fue mi boleto a la felicidad. Al principio sentí nervios por no conocer a nadie, pero me calmé al descubrir con alegría que Onew Hyung también había quedado. Nos juntábamos cuando éramos aprendices, y rápido nos hicimos amigos.

 

 

Conocer a Key Hyung fue extraño. En cuanto me vio entrar al apartamento, se comportó como la diva más helada del planeta, diciéndome cosas para que no me metiera con él. En ese momento, siendo tan inocente (más bien, tonto), no entendí lo que intentaba, así que actué tal y como soy, con respeto pero felicidad de ser su compañero. Lo siguiente que supe, fue que me atrapó en sus delgados brazos con emoción, gritando que yo era adorable y que era un placer conocerme. En cuestión de minutos, Ki Bum Hyung y yo, nos hicimos amigos íntimos.

 

 

Luego conocí a Jong Hyun, gracias al cielo, su primera impresión de mí no fue que era "lindo", tan solo dijo "me caes bien", y después, al mostrarme cada quien sus habilidades, Jong Hyun su imitación de Michael J, y Key.. Bueno, su canto, rap, baile e imitación exacta de bailes femeninos, yo les mostré una coreografía improvisada, a lo que Jong me dijo "tienes talento". Fue agradable que me conociera primero a tener "tierno" o "lindo" como apodo inmediato.

 

 

Por último, conocí a Min Ho Hyung. (Oh, Min Ho Hyung). Cuando nos vimos por primera vez, estábamos a solas, por lo que fue más íntimo. Era tarde, Key, Jong Hyun y Onew Hyung habían salido hacía unos minutos, prometiendo volver rápido, y una vez solo, me enteré de que Min Ho Hyung estaba en la cocina. Tal vez por eso me dejaron "solo".

 

 

Él, al contrario que ellos, no dijo nada al inicio, tan solo me observó concentrado, estudiándome y poniéndome nervioso. Ante tanto silencio, decidí ser el primero en romperlo, pero no supe qué decir, solo solté un largo "esteee..". Me avergoncé al descubrir que no había dicho nada inteligente en más de diez minutos (no es que sea un genio, pero eso era una vergüenza), me ruboricé un poco e hice una educada reverencia, justo como mis padres me enseñaron, para presentarme. Él pareció salir de su meditación, parpadeando repetido, luego me sonrió con sincera alegría, soltando un comentario que me dejó desarmado.

 

 

-Qué bonita voz.

 

 

Luego se dio cuenta de lo que dijo, dio una reverencia, se disculpó y se presentó. Choi Min Ho, el nombre que marcó mi vida.

 

 

Estuvimos platicando sin darnos cuenta del tiempo, yo tan solo le sonreía, admirando su fuerte masculinidad, sus ojos brillantes, su impecable sonrisa, su lindo cabello. Min Ho era guapo, pero más que eso, tenía una personalidad que no encajaba en nada con su apariencia. Era alto, de cabello negro y ojos achocolatados, nariz ancha, fuerte mandíbula, labios gruesos (solo podía pensar en morderlos), sus fuertes brazos, y bueno, me hacía suspirar. Mucho. En cambio, contra todo pronóstico, era muy tímido, necesitaba que le iniciaran plática, porque por sí mismo era misión imposible. Era muy respetuoso, me hablaba de usted, y aunque no entendía por qué, no le corregí ni pregunté. Era muy agradable y bromista, con él sentía una fuerte conexión, y aunque nos hicimos cercanos muy rápido, era diferente a los demás. Él me miraba distinto, cuando llegaba a tocarme la mano o el cabello lo hacía casi con miedo, como si fuera a romperme. Sentía como si él me cuidara con la mirada, algo que jamás había experimentado y que después descubrí, me gustaba fuera así solo conmigo.

 

 

Hasta dos horas después (lo sé porque revisé el reloj y se me hizo demasiado rápido), se me ocurrió preguntarle su edad, y casi caemos de cabeza al darnos cuenta de que yo era menor por dos años, y todo este tiempo, yo estuve hablándole informal. Humillado, me disculpé mientras él reía. Era burlón. Bastante. Aún así, me perdonó, y me pidió que no le hablara con formalidad, ya habíamos atravesado ese paso desde cuándo.

 

 

Poco a poco, me fui percatando de que Min Ho Hyung, más que ser diferente, me veía diferente y me trataba diferente, no solo porque descubrí que presumía mi foto con emoción a todos  con los que hablaba y decía lo lindo que yo era para él. Min Ho era el que siempre creía en mí y me apoyaba en cosas que nadie más hacía. Más que los abrazos, su sobreprotección, los detalles y el compartir nuestra ropa, Min Ho nunca dudó de mí ni dejó de apoyarme incondicionalmente, fuera en lo que fuera, aún cuando los demás se habían rendido.

 

 

Todavía recuerdo la primera vez que me lo demostró. Fue en un viaje de avión. Yo perdí mi celular en él, y por más que lo busqué, no lo encontré. Mis Hyungs me ayudaron a pesar de conocer la extraña habilidad de mis manos mágicas, pero fue imposible, mi celular no estaba. Con mucha pena, le tuve que pedir otro a mi mamá, y por desgracia, lo perdí de nuevo en el mismo feo avión. ¿Por qué? Triste por mi torpeza, y avergonzado, fui con ellos a suplicarles que me ayudaran a buscarlo, pero ellos se negaron. A Onew le dolía la cabeza, Key no quería arriesgar sus pantalones nuevos de marca y Jong Hyun tenía flojera, así que desanimado, me fui sin preguntarle a Min Ho Hyung, ¿para qué si de seguro se negaría? Solo le molestaría.

 

 

Para mi sorpresa, al llegar al avión, Min Ho Hyung ya estaba ahí, buscando entre los asientos. Mi corazón estaba eufórico y mis tripas también. Me acerqué a él, sin saber exactamente qué decir, mis pensamientos estaban revueltos.

 

 

-¿Por qué?

 

 

-¿Por qué que?

 

 

Confundido, me tiré de rodillas frente a él, analizando su rostro.

 

 

-¿Por qué me ayudas?

 

 

-¿No puedo?

 

 

Suspiré con pena por hacerle batallar.

 

 

-Key Umma dice que jamás lo encontraré.

 

 

-Yo digo que sí lo harás.

 

 

-¿Cómo lo sabes?

 

 

Pregunté con verdadera intriga. ¿Cómo podía tener esa fe inquebrantable en mí?

 

 

-Porque confío en tí, Minnie.

 

 

Fue su contestación antes de fijarse bajo un asiento, que como los otros, estaba hecho de piel sintética color crema, dándole suavidad y calor infernal a espaldas y traseros.

 

 

-Gracias.

 

 

Él detuvo toda acción congelado, esperó unos segundos, tenso, antes de sacar su mitad superior de allá abajo, ponerse correctamente sobre sus rodillas y mirarme, con sus mejillas sonrojadas, sonriendo.

 

 

-Sabes que puedes pedirme lo que sea, Minnie, siempre te ayudaré. Pronto encontraremos ese teléfono feo.

 

 

Se excusó apenado, contagiándome su rubor. Yo tan solo pensaba, ¿cómo puede alguien más alto, más fuerte, más masculino y mayor que yo en edad, ser tan tierno? Le dediqué mi mejor sonrisa, aquella que solo compartía con él (incluso la llamé "sonrisa para Min Ho"), pues no me refería a eso.

 

 

-No, Hyung. Gracias por ser mi amigo y estar ahí cuando te necesito.

 

 

Él suspiró, tragando duro, meditando algo con fuerza, como si buscara alguna opción. Nunca lo vi venir, tan solo sé que me miró con ojos brillantes, se lamió los labios y los pegó con suavidad a los míos, en un movimiento fugaz y dulce que duró los tres segundos más maravillosos de mi vida. Al separarnos apenas para ver al otro, su rostro mostraba duda, incertidumbre, ansiedad. Parecía necesitar mi respuesta, pero yo solo podía suspirar como bobo. Dos segundos fue todo lo que soporté lejos de él, tuve que tomar sus mejillas y estamparme a su boca, besándolo con entusiasmo, pues mis sentimientos habían explotado. Él respondió con energía y delicadeza, tan contrastado, tan diferente, y pude sentir una sonrisa suya contra mis labios. Al terminar el beso, nos sonreímos felices.

 

 

-Me gustas mucho, Minnie.

 

 

No cabe duda de lo que contesté.

 

 

-Y tú a mí, Min Ho Hyung.

 

 

Fue gracioso que tras besarnos, Min Ho me enseñó el primer celular que perdí en el avión, lo había encontrado bajo el asiento. Nos reímos mucho, y luego, después de seguir buscando, encontramos el segundo.

 

 

Min Ho Hyung y yo comenzamos a salir, y hasta dos meses más tarde, se lo dijimos a nuestros compañeros. Todavía insisten en que fuimos muy rápido (yo también lo creo) pero estoy seguro que fue la mejor decisión que pudimos tomar en ese momento (de locura). Min Ho siempre fue tan... Ah. Parecía que su trabajo era hacerme suspirar y reír como bobo de cualquier cosa que él decía. Ninguna de mis antiguas novias me hacía sentir así, tan alegre, tan inquieto, tan extraño. Min Ho me hacía sentir tantas cosas con un beso, me decía tanto con una mirada, y me hacía descubrir sensaciones nuevas con cada minuto junto a él. Aunque con mi otras novias fui feliz, con Min Ho era un universo nuevo de emociones intensas y muy reales, no solo palabras que el viento se robaba. Con él, aprendí el verdadero significado de muchas cosas.

 

 

Min Ho, como dije antes, no dejó de creer en mí en ningún momento, pero lo que más me extrañó, fue que me apoyara en mi secreto sin conocerlo. Fue en aquella época, terminando el mini album Sherlock, Min Ho fue contratado para actuar en un nuevo drama. Apenas estaban planificando y ordenando detalles, así que faltaba bastante para empezar a grabar.

 

 

Recuerdo ese día en el que, al terminar de ducharme, me di cuenta de que no tenía toalla. Dispuesto a llamar a mi Hyung para que me trajera una, abrí la cortina por completo, encontrándolo del otro lado. Desnudo. Mi cara enrojeció y aunque ya nos hemos bañado juntos (en grupo, ¡en grupo!), me daba vergüenza mostrarme o verle desnudo (o ambas cosas), así que me cubrí con la misma cortina. Esperaba alguna disculpa o explicación. No la obtuve. Al menos no en ese momento, pues lo que él dijo..

 

 

-Cantas bonito.

 

 

Abrí mis ojos, sorprendido, alzando mis cejas. ¿Qué?

 

 

-¿Qué?

 

 

-Que cantas bonito, tienes una hermosa voz, Minnie.

 

 

Incómodo, paseé mi vista por el techo, esperando que dijera alguna otra cosa. De nuevo, me impactó su contestación.

 

 

-¿Has pensado en ser cantante?

 

 

Levanté mis cejas bajando mi barbilla, incrédulo. ¿Estaría enfermo? Fingí no escucharle.

 

 

-Hyung, ¿podría traerme una toalla?

 

 

Él caminó hasta quedar frente a mí y me dio su toalla, sonriendo.

 

 

-Toma la mía, así cuando salgas, puedes traerme una.

 

 

Asentí distraído, mirando el suelo. Su mano levantó mi barbilla para mirarme a los ojos.

 

 

-Es en serio lo que dije, tienes una voz preciosa, Tae Min.

 

 

Con desgana, me aparté.

 

 

-Hyung, por favor, no juegue con eso.

 

 

-Pero no estoy jugando, Minnie.

 

 

Con mis ojos llorosos por pensar que decía eso solo por hablar, le fulminé, enojado. Me ofendía, me enfermaba pensar que Min Ho pudiera ser hipócrita o mentiroso, más aún sobre algo tan delicado como mi pasión platónica.

 

 

-Min Ho Hyung, basta. No canto bien, no tiene de qué burlarse.

 

 

Me tomó de los hombros, haciendo que soltara la toalla por el movimiento. Serio, me tomó el rostro y me dio uno de sus experimentados besos, de aquellos que aprendió y practicó conmigo. Al separarnos, me dedicó una mirada dulce.

 

 

-Minnie, cantas con una pasión adorable e intensa. Tu voz es especial, y con ese esfuerzo incansable que te caracteriza, llegarás lejos, bebé.

 

 

-Hyung, mis propios padres dicen que canto horrible, mi hermano, mis amigos y mis antiguas novias me cerraron la boca porque no lo soportaban. ¿Cómo puedes decir que canto bonito?

 

 

-Porque lo haces, Tae Min. Cree en tí como yo lo hago.

 

 

Recordé el discurso de mamá, ese que me derrumbó desde que inició mi pasión por el canto. Exhalé con dolor, y cabizbajo, lo recité.

 

 

-Hay cosas para las que simplemente, no se es bueno. El canto no es lo mío, lo he sabido desde siempre.

 

 

-Tae Min.

 

 

Su mano se posó en mi mejilla, alzando mi rostro.

 

 

-Tienes una actitud fuerte, Tae Min, siempre das lo mejor de ti en cada cosa que haces, por eso sé que puedes lograrlo. Tú no sabes rendirte.

 

 

Una gota cayó por mi mejilla. Si bien, la bañera no era el lugar más romántico para hacerse declaraciones o darse palabras de aliento. Sin embargo, Min Ho Hyung sabía cómo hacer que el momento fuera especial sin importar el lugar. Sonreí contra sus labios y le di un beso, agradecido.

 

 

Grande fue mi sorpresa cuando, al buscar al director de la novela donde participaría Min Ho, para ofrecerme a cantar su canción, éste aceptó, diciendo que Min Ho ya me había sugerido. (Oh, cielos). En ese caso, el director debió crearse grandes expectativas que hicieron crecer en mí las ansias e inseguridad. Él esperaba algo extraordinario, fuera de lo normal, asombroso e increíble, y yo... Bueno, yo solo era Tae Min. Pero no defraudaría a mi Hyung, así que fui con varios expertos en vocalización (que la SM muy amablemente me brindó), tomé cursos intensivos hasta que mi garganta ya se fundía en quemazones insoportables, aprendí la letra con todos sus tiempos indicados y notas detalladas. No fallaría a Min Ho Hyung.

 

 

Una semana antes de comenzar a filmar, fui al estudio de grabación. Para ser honesto, yo solo esperaba a mi novio apoyándome, por lo que casi me caigo de la impresión al encontrarme con Jong, Key y Onew. Los abracé con entusiasmo, pues me conmovía que mis mejores amigos estuviesen ahí conmigo. Platicamos por un largo rato, hasta que el encargado del sonido me avisó que me preparara. Al enterarme de que el momento se acercaba, me tensé, me puse tan nervioso que un fuerte mareo atacó mi cabeza y tuve que ir al baño a despejarme. Lavé mi rostro varias veces, logrando calmarme, y cuando estuve listo, salí al pasillo. Una conversación me hizo detenerme a la mitad, escuchando con atención el tema del que jamás debí percatarme.

 

 

-Min Ho, ¿cómo pudiste? ¿Sabes lo humillado que se sentirá Tae Min?

 

 

Regañaba la diva del grupo y mi madre falsa. Algo me decía que esto no trataba de uno de sus dramas.

 

 

-Si se hubiera sido Onew no habría problema, pero Tae Min no tiene ni control de sus notas, Min Ho, ¿acaso enloqueciste?

 

 

Le secundaba Jong Hyun a Key. ¿Ahora hablaban de Jin Ki? Me dio mala espina, pero aunque quisiera, no podía dejar de oír.

 

 

-¿Ahora qué le diremos, ah? ¡Taeminnie solo es un niño! ¡No merece sufrir de esta manera! ¿No te das cuenta de que no tiene talento para esto? ¡Por eso está en los coros, al fondo, donde no se pueda distinguir su voz!

 

 

Insistía mi rubio amigo, sacándome un par de lágrimas silenciosas, las cuales, acompañaban a las sacudidas en mi cuerpo, queriendo soltar un inminente llanto. Pero yo no lo permitiría. Apreté mis ojos, queriendo tragar, mas no era posible. Me recargué en la pared, escuchando a mis amigos. Mientras más oía, mejor distinguía sus emociones. Key no estaba enojado, estaba angustiado, preocupado, y quizá algo molesto por ser ignorado. ¿Se preocupaba por mí? Jong se escuchaba como si quisiera moler a golpes a Min Ho, ahora que ya tenía músculos, tal vez lo haría.

 

 

-Basta, ¿quieren? ¿Por qué no creen en él?

 

 

Ése fue Min Ho Hyung.

 

 

-¿Lo has oído, Min Ho? Dime, ¿en verdad has oído a Tae Min cantar?

 

 

Exigía saber Jong Hyun demandante. Yo rogaba que no fueran a hacer algo estúpido, por favor.

 

 

-Sí, y estoy seguro de que él es a quien quiero escuchar cantar el resto de mis días.

 

 

-¿Estás loco, hermano?

 

 

-Tal vez, pero no sordo. Tae Min tiene una voz preciosa, unos sentimientos honestos y una pasión incansable, solo necesita aprender, practicar y mejorar, Jong Hyun.

 

 

-Pero eso no se arregla de la noche a la mañana, Choi, se necesitan años y años para hacer un cambio notable.

 

 

-Tae Min ha ido a cursos, Key. Él practica, practica y practica hasta no poder más, ¿no te has dado cuenta de que hace muecas al hablar? Es porque tanto empeño le desgasta. ¿Dónde están sus amigos ahora? ¿No deberían estar animándole a cumplir su sueño?

 

 

Tapé mi boca al escucharle, deslizándome hasta quedar en cuclillas. Pasaron varios segundos en silencio, hasta que él volvió a hablar.

 

 

-Yo creo en él. No es un hada*, pero creo en él. Y no los obligaré, pero yo pienso que si tan buenos amigos son, una oportunidad deberían darle.

 

 

Sonreí conmovido, llorando. ¿Qué hice para merecerlo? Escuché que me llamaban para comenzar a grabar, y regresé al baño, a lavar mi cara de nuevo. Salí con emoción renovada y cierto miedo a que mis amigos me fueran a escuchar. Antes de entrar al cuarto, agradecí una vez más a Hyung por confiar en mí, y nos besamos, recargando aún más mi entusiasmo.

 

 

Al hallarme encerrado en el cuarto, frente a un micrófono plano de malla, sentí a mis tripas pelear entre sí. Tenía miedo, y estaba muy nervioso. Inspiré profundo y me tranquilicé un poco, sonreí al gran ventanal frente a mí, hice una señal y la música comenzó.

 

 

Me había preparado demasiado, tan solo cerré mis ojos, enfocándome en el último beso de Min Ho Hyung. La canción hablaba de amor, con pensar en él bastó para que mi voz saliera con libertad. (Esperaba no romper ningún vidrio). Mis ojos no se abrieron en toda la grabación, pero sí liberé varias lágrimas, evocando emociones recientes y muy profundas, hice uso de la gran resistencia de mis pulmones para mantener las notas largas, sin importarme si mis caras eran demasiado raras. Yo canté con mi mayor esfuerzo y toda mi pasión desbordando, dedicándosela no solo a Min Ho Hyung sino también a mis amigos, para demostrarles que sí podía cantar.

 

 

Al terminar, salí, y fui recibido por mis amigos abrazándome, brincando de la emoción, felicitándome por mi buen trabajo. Min Ho me dio un largo beso, diciéndome lo asombroso que lo había hecho. ¿Era verdad? Mi grabación al natural, sin cambios ni efectos más que la música ya previamente preparada, contestó mi pregunta. Sentí ganas de llorar de nuevo. ¿Esa era mi voz? Se escuchaba tan.. No sé, tan emotiva, tan fresca, tan.. Humana. No se oía como la típica canción perfecta, con voz perfecta y notas increíbles. No, sonaba como un sencillo amor inocente y puro, sin trucos ni intenciones oscuras, tan solo era un chico enamorado el que cantaba, dándole realismo.

 

 

El director me felicitó. Era justo lo que buscaba. Un alma fresca, novedosa y diferente, no perfecta, robótica, sobresaliente, sino natural, verdadera y bañada de inocencia. Incluso, me dijo en secreto, la mía le gustaba más que la de Onew Hyung, pues aunque su voz era bellísima y cargada de sentimiento, la mía demostraba la curiosidad innata, esa experiencia vivida y gran representación a lo que el autor quería expresar. La mía, junto a la de Onew Hyung, fueron las más usadas en todo el drama.

 

 

Estaba orgulloso de mí mismo, y cuando la novela salió al aire, mi familia entera me alabó, diciendo que no conocían ese lado mío (sobre todo mis amigos, que seguían impactados) y Min Ho, aunque lo supo desde un principio, jamás me dedicó un "te lo dije".

 

 

Tan pronto como iniciaron las filmaciones, los problemas empezaron a surgir. Primero que nada, Sulli. Jamás he odiado ni despreciado, lastimado, maltratado o cualquier agresión a ningún ser vivo (excepto a los insectos, me dan asquito). Sulli no fue la excepción. Ella siempre ha sido linda, su personalidad agradable y sus talentos todavía me impresionan. Min Ho pasaba demasiado tiempo con ella, ensayaban, estudiaban, practicaban, charlaban, convivían, todo hacían juntos, sin embargo, eso no era lo que me molestaba. Mi única molestia fueron los rumores. Si ellos ya habían dicho una y otra, y otra vez que no eran pareja, ¿por qué la gente insistía tanto en juntarlos? Yo no podía quedarme tranquilo, los del staff me hablaban a cada rato de lo lindo que se veían juntos, hasta comencé a preguntarme si sería mejor dejar a Min Ho Hyung con Sulli. Poco a poco, me fui entristeciendo. Si bien, era cierto que ellos eran una bonita pareja, Min Ho Hyung todavía me quería, ¿cierto?

 

 

Cuando la bomba explotó (y me refiero a la suma de todos los problemas, no una bomba de verdad) fue cuando encontré a Hyung empacando. Las últimas semanas ya ni se molestaba en regresar, eran demasiados compromisos, ya no nos acompañaba a los programas, era más importante irse con el elenco de “To the Beautiful you”. Ya no me mandaba mensajes diciendo que me extrañaba, ya no me dejaba chocolates ni dulces con otros del staff. Ya se había cansado de mí. Incluso, creí que cuando por fin terminaron las grabaciones, todo volvería a la normalidad, pero no, tan solo me encontré con que habían contratado a Min Ho para un programa que se grabaría en Canadá*, lo que significaba al menos tres meses más sin él. ¿Qué? Enojado, fui a sacar la ropa de su maleta abierta, al tiempo que él volvía a doblarla y guardarla. Unos segundos después, harto, resopló fuerte y me encaró.

 

 

-¿Qué haces, Tae Min?

 

 

-No, ¿tú qué haces?

 

 

Debatí, molesto, esperando que me dijera que solo eran rumores, que no se iría, que esa maleta no era para un nuevo proyecto lejos de mí, que era un viaje vacacional entre el grupo, que iríamos Jong Hyun, Ki Bum, Onew, Min Ho y yo juntos. Lo que sea, pero que no se fuera. Mi cuerpo entero vibraba entre el pánico de que se alejara y mi enojo.

 

 

-Empaco.

 

 

-¿Para qué?

 

 

Le interrumpí, atrasando su muy importante actividad.

 

 

-Tengo que llevar cosas.

 

 

-No te irás, ¿verdad?

 

 

Le interrumpí casi desesperado. Necesitaba una negativa. Él cerró sus ojos agotados, suspirando. Tenía ojeras, que por falta de maquillaje, eran más oscuras. Se veía tan cansado, y eso me preocupaba aún más. Min Ho se estaba descuidando demasiado, porque rechazar una oferta no era bien visto. Me mordí mi labio inferior, preocupado. No quiero que se vaya.

 

 

-Sí, Tae Min.

 

 

-No puedes.

 

 

-¿Por qué no?

 

 

-Porque no quiero.

 

 

-Ese no es un motivo, Tae Min.

 

 

Me dijo casi en tono regañón, cansándose de que le distrajera tanto. Yo le fruncí aún más mi ceño, disgustado.

 

 

-Ya no me quieres.

 

 

Fue lo único que se me ocurrió. ¿Con qué otro motivo (que sí fuera válido) podría retenerle? Ninguno.

 

 

-Sí te quiero, pero me estás haciendo perder tiempo.

 

 

-¿Entonces no merezco tu atención? ¿Te aburriste de mí?

 

 

-No dije eso.

 

 

-¿A dónde vas?

 

 

Le exclamé sacando su ropa de la maleta, tenía que frustrar cualquier manera de irse. Él tomó mis muñecas, y yo forcejeé. Me estaba dejando. Se iría muy lejos.

 

 

-Escúchame, Tae Min, volveré. No te preocupes..

 

 

-¡No es cierto! ¡Me estás mintiendo!

 

 

Le grité sin verlo, sacudiéndome para liberar mis manos.

 

 

-Tae Min, estás exagerando.

 

 

Trataba de tranquilizarme con su monótona voz cansina. Él necesitaba reposo, y yo tan solo me comía sus energías con mis berrinches. A veces soy tan egoísta.

 

 

-¡No me quieres! ¡No me quieres!

 

 

Le grité, jalando mis brazos con fuerza, pero él era mayor, e iba al gimnasio. Min Ho tenía sueño, no tenía ganas de pelear conmigo. Pero yo me comí su paciencia, así que, harto, apretó mis muñecas y se puso a gritarme.

 

 

-¡Cálmate, ya, Tae Min! ¡No tienes seis años! ¡Cállate!

 

 

Con eso di un brinco asustado, guardando silencio de tope. Le miré con confusión y algo de miedo. ¿Hyung me había gritado? En ese momento no lo comprendía. Pero no quería hacerle caso. Mi orgullo estaba en juego.

 

 

-¡Eres un idiota, Min Ho! ¡Ya te aburrí, por eso quieres irte muy lejos! ¡Porque me odias!

 

 

-¡Sí, Tae Min! ¡Eres un grano en el trasero! ¡Ya me hartaste! ¡¿Contento?!

 

 

-¡Sí! ¡Ya no tendrás que soportarme! ¡Hasta aquí llegamos! ¡Ya no te quiero! ¡Suéltame!

 

 

Abrió sus manos y me solté, mirándole con mis ojos inundados en lágrimas. Me había dolido lo que dijo, mas nunca lo admitiré.

 

 

-Bien, un problema menos.

 

 

Fue lo que dijo con verdadera frialdad, sin una pizca de interés. Mi alma se quebró en mil pedazos, hice uso de mi furia, y le di una fuerte cachetada que le giró la cara. Miré su mejilla, estaba roja. Me forcé a mí mismo a no disculparme como normalmente lo hacía cuando cometía un error o le lastimaba. No quería hacerlo, por mas culpa que sintiera. Giré sin una palabra más, dispuesto a irme, encontrándome a mis Hyungs mirándonos impresionados. Bajé mi rostro cubierto en lágrimas, y avancé hasta perderlos de vista. Caminé rápido hasta mi habitación, me encerré y hasta después de acostarme boca abajo, hundí mi rostro en una almohada y lloré hasta quedarme dormido. Al menos, Min Ho Hyung no tendrá que preocuparse por una relación que dejó abandonada en otro continente.

 

 

A la mañana siguiente, estuve obligado a despedir a Min Ho en el aeropuerto por el simple hecho de ser del mismo grupo. Compañerismo, amistad y eso. No quería verlo. Llevé mis gafas contra el sol, no le dirigí la palabra ni por un instante. Cada quien le dio buenos deseos, mucha suerte y un abrazo. Por último, estaba yo. Min Ho me miraba serio. La pelea de anoche seguía tan presente, como si aún estuviésemos discutiendo. Todos esperaban una señal, solo una, para ver si debían interrumpir o dejar que me despidiera. Suspiré y me acerqué. Le di mi mano, estreché la suya como si no fuésemos más que desconocidos. Di media vuelta, sintiendo un ardor en mi estómago. ¿Se iría y ya? Mis ojos empezaron a empaparse. Escuché a Min Ho decir que ya se iba, no pude más. Me giré y me colgué de su cuello, llorando. Diciéndole que no fuera, que no podría estar sin él.

 

 

Se quedó pasmado por unos momentos, mientras yo sollozaba, casi ahorcándolo, hasta que por fin me envolvió en sus brazos con ternura, sobando mi espalda. Lo sabía. No dejaba de quererme, y no dejaría de extrañarme. Yo ya lo extrañaba con locura. Me dio un beso en la mejilla antes de aspirar mi cabello. Lo bueno es que me acababa de bañar.

 

 

-Volveré antes de lo que crees. –me prometió en susurros.- No me necesitas para ser asombroso, Minnie.

 

 

-Pero te extraño.

 

 

-Yo también.

 

 

Admitió abrazándome más fuerte, como si quisiera grabar cómo se sentía mi abrazo, en su memoria. Sería un largo tiempo sin él. Sin su aroma, sin sus abrazos, sin sus sonrisas, sin sus palabras ni sus cariños.

 

 

-Lo que dije anoche es mentira, Tae Min, perdóname. Extrañaré tus berrinches.

 

 

-¿Me llamarás?

 

 

Le pregunté al separarme, quitando los lentes de mis ojos para verle con esperanza, él asintió.

 

 

-Todo el tiempo hasta que te hartes.

 

 

Le di un último beso en la boca, siendo correspondido. Ahora sí podía dejarlo ir. Era tan ilógico que pudiésemos reconciliarnos después de una pelea como la de anoche, mas no dije nada, ya luego platicaríamos de eso a detalle.

 

 

-Prométeme que no causarás problemas y te esforzarás mucho en lo que hagas.

 

 

-Siempre.

 

 

Le prometí con una sonrisa antes de separarme y permitirle que se fuera. Tres meses más sin Min Ho, por lo menos, y ya lo extrañaba. Vimos su avión partir, luego fuimos a comer a un restaurante, pero yo no tenía hambre. Sin Min Ho, mi estómago estaba burbujeante, con nervios y ansias. Ya quería verlo de nuevo. Si Key no me hubiera obligado, yo no habría comido.

 

 

Los días fueron más lentos, más tortuosos. Mis amigos intentaban animarme, pero no era hasta que Min Ho llamaba cuando yo volvía a sonreír. Fue en esa época cuando comprendí que no podía vivir dependiendo de Min Ho Hyung. Si él no volvía, ¿yo dejaría de bailar? ¿De comer? ¿De respirar? No. Su ausencia me ayudó a ejercitar ese lazo que tenía abandonado con mis amigos, a esforzarme no solo para hacer feliz a Min Ho, sino por mí mismo (y de paso, presumirle lo mucho que mejoré). Tal como lo prometió, me llamó todos los días, casi tres veces por día, a veces más, y otras, menos, pero yo seguía feliz por su esfuerzo y sus avances. Min Ho cada día, crecía más, no físicamente, sino de madurez y experiencia, lo cual me enorgullecía. A pesar de que en esa etapa lo extrañé muchísimo, no se compara en nada a cuando se fue a su servicio militar, fue casi insoportable, peor aún cuando me fui yo al mío, espero no tener que sufrir otra separación como esa jamás.

 

 

Un día, me solicitaron para cantar en otra novela. Sentí que estaba alucinando. ¿Podría hacerlo sin Min Ho? Él no estaba para apoyarme. Oh, no. Me sentí tan entusiasmado, pero asustado. Sorprendentemente, mis amigos me animaron, ellos se disculparon por no creer en mí al inicio –con respecto a mi canto-, que no volverían a desconfiar en mí y que me apoyarían hasta el cansancio. Me conmoví tanto con sus intenciones, que les abracé aguantando mis lágrimas –no lloraría frente a ellos-. Ellos mismos me ayudaron a ensayar, recalcándome que mejoraba muy rápido. Me sentí tan agradecido con ellos (hoy, todavía).

 

 

En cuanto nuestro mánager me dio la noticia, no dudé en hablarle a Hyung de eso. Me felicitó mucho, diciéndome que ya sabía de mi éxito. Apenas iba empezando, y aunque en esos momentos pareciera que nunca mejoraría, el tiempo me lo haría saber, junto con mi empeño. Desde Canadá, me mandó mucha suerte –y besos-, incluso, juntó a los amigos que hizo allá, y juntos gritaron “fighting”, me dio pena (¡me sonrojé tanto!) pero lo agradecí feliz.

 

 

Cuando grabé, sentía todavía el apoyo de Min Ho, su fe en mí no se borraba, y con la de mis amigos y mis padres, no había nada que me detuviera. Mi segunda canción –para un dorama- fue un éxito. En la SM me hicieron fiesta, deseándome que llegara lejos en lo que respecta al canto. Cada vez había más gente que me apoyaba en ello. Un año después, comencé a planificar un álbum en solitario, ya era tiempo de intentarlo, y para gran sorpresa, tuvo gran popularidad. No sabía que tenía tantos fanáticos. Fue tan emocionante saber que era aceptado por mí mismo, que no perdí tiempo y saqué el segundo, el tercero, mini-albums, me invitaron a programas, me entrevistaron, tuve conciertos, entre otras cosas, claro que tuve que mejorar mucho mi inglés. (Era un asco). Me tomó varios años, pero pude ganar renombre, me hice muy conocido en países que ni conocía, aún después de ir a mi servicio militar, la gente seguía recordando mi nombre.

 

 

Hyung regresó de Canadá cuatro meses después (me dijo que serían tres, mentiroso). Me dijo lo orgulloso que estaba de mí (en ese tiempo, acababa de grabar “Steps”, mi segunda canción individual para una novela), lo contento que estaba y cuánto me había extrañado. En toda la semana, no nos separamos ni por un segundo, teníamos tanto de qué hablar (cómo si no nos hubiésemos llamado ni mandado mensajes en esos meses). Finalmente, me pidió que fuéramos novios (otra vez), pues nunca lo aclaramos, y en realidad, la culpa que tanto sentí en el momento de darle la cachetada, se había multiplicado mil veces más cuando me lo pidió, aunque él me dijo que no importaba, se lo merecía. Esta vez, decidimos decirle a nuestros amigos desde el inicio, sin embargo, hasta seis años después, lo anunciamos al público y a nuestros fans, de los cuales, la mayoría nos dio su apoyo.

 

 

Hoy, después de diez años cantando en solitario y al mismo tiempo, dieciséis con SHINee (porque no, no nos hemos separado), estoy seguro de que jamás habría imaginado llegar tan lejos. Más que a mi familia y a mis amigos, siento que sin Min Ho Hyung, no habría intentado cantar, pues fue él quien tuvo fe en mí cuando nadie más lo hacía, apoyándome cada segundo, amándome y cuidando siempre de mí.

 

 

Por eso y muchas cosas más, te amo, Min Ho, y si quiero casarme contigo.

 

 

 

 

 

Fin.

Notas finales:

1* En un video de un fanmeeting, (según la traducción) leí que una de las fans le preguntó a Tae Min si era una hada, a lo que él contestó que no. Con esto, estaba haciendo una “broma” porque en la película actuada de Peter Pan (donde sale Jeremy Sumpter), cuando quieren revivir a campanita, Peter dice «yo sí creo en las hadas, creo, creo» (b35;), y por alguna razón que todavía no entiendo, el mundo se “contagia” y le sigue la corriente.


2*Canadá. Según mis (poco) extensos conocimientos sobre SHINee, no, Min Ho no ha ido a Canadá específicamente a grabar un programa, por lo que ese dato es falso. El resto, está basado en hechos reales y noticias que una linda seguidora (o sea, yo) lee sobre ellos (:


 


Now, ¿qué es lo que sigue? Mi favorito..


¡QUESTION TIME!


Exacto, nenes. Comencemos.


¿Les gustó? ¿No les gustó? ¿Por qué? ¿Cuál fue su parte favorita? ¿Estuvo muy aburrido? ¿Demasiado empalagoso? ¿Muy frío/insensible/poco-amoroso? (Traté de meterle melosidad al máximo nivel, pero me centré mucho en lo del canto de Taeminnie) ¿Estuvo muy largo el oneshot o muy corto? ¿Les gustó la escena del baño? (¡Ni pasó nada!) eue...


¡Muchas gracias a todos por leer! Dejen amor en comentarios, por favor ;)! Besos y abrazos psicológicos a todos♥!


 


att’Hacchi♥!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).