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Study Nights por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Hola~


Esto nació de mi semana de estudio, de pronto estaba estudiando y me pregunté por qué no tenía un compañero de estudio como Minho, decidí que no sería bueno pues siempre me distraería y entonces pensé en el MinKey y salió esto.


En fin… no pensaba compartir esto, pero me di cuenta que no hay MinKey en la página. Haré una petición: ¡Escriban más MinKey! Es lo más hermoso ellos juntos <3333 ¿Sí?


¡Nos leemos pronto! 

Choi Minho tiene un problema.


 


Su nombre es Kim Kibum. Y es su novio.


 


No es que Kibum sea problemático, ni que fuera un terrible novio, pero sí es un problema, al menos él lo siente así.


 


Minho tiene problemas, cuando Kibum tiene una de sus maratónicas sesiones de estudio. A Kibum le gusta prepararse de la mejor manera para los exámenes. Él estudia cada noche y día sobre el tema y termina por arrastrarlo con él.


 


No es que eso le moleste, pero es ahí donde radica el tema.


 


Kibum tiene ese pequeño departamento, y cuando la semana de exámenes llega, Minho siempre termina por quedarse en lo de Kibum, estudiando.


 


Kibum le dirá que lo espera, y Minho llegará con café para él y alguno que otro dulce y panecillos. Sucede así.


 


Kibum está esperando por él. Con esos lentes de marco grueso, que últimamente le gusta usar. Tiene los ojos cansados, pero eso no quita lo hermoso que su novio es.


 


—Has llegado. —Kibum dice con esa sonrisa que es exclusiva de él. Lo toma de la mano, y lo arrastra con él hacia la sala. La mesa de centro está llena de libros y apuntes, hay bolígrafos repartidos en el suelo y la manta favorita de Kibum está en el sofá olvidada.


 


Es su manta favorita también. Desprende ese aroma a Kibum, que Minho ama complemente. A Minho le gusta usarla algunas veces, le gusta cubrirse con ella aún si Kibum está a su lado. En verdad, no sabe por qué lo hace.


 


—Traje café. —Minho sabe que esas son unas malas palabras, es ahí en donde los problemas comienzan. Pero sería un mentiroso, si no aceptara con gusto los problemas que Kibum trae con él.


 


Kibum sonríe cuando el café llega a sus manos, y Minho sabe que los problemas están a punto de comenzar.


 


—Gracias, Minho. —Kibum besa su mejilla, cerca, muy cerca de la comisura de sus labios. Sus pequeños ojos brillan cuando se deja caer de nuevo en el suelo y abre el libro.


 


Kibum tiene examen de lógica esa semana. Y lo escucha murmurar sobre qué es lógica y lo que estudia la lógica. Minho no quiere saber sobre eso, no quiere saber por qué Kibum está estudiando lógica, ni mucho menos qué es lógica.


 


—Esto es aburrido. —Murmura, mientras observa a Kibum. Parece muy cansado, pero eso no le quita lo entusiasta.


 


Es después de esas palabras que Kibum toma el café que dejó abandonado. Es también después de eso que Kibum lleva el café a sus labios y cierra los ojos.


 


Es también cuando los problemas comienzan.


 


Kibum cierra los ojos, mientras lleva el vaso a sus labios y entonces lo hace. Gime, jadea cuando el líquido golpea contra su lengua y Minho no puede evitarlo, gime también. El rostro de Kibum es sólo placer en ese momento.


 


Cierra los ojos, gime, y después una lengua juguetona recorre sus labios.


 


Minho comienza a sentir los problemas cuando eso sucede. No puede evitar recordar esos momentos en donde él y Kibum están en la cama. Esos momentos cuando él está dentro de Kibum y éste bajo él, con esa mirada de placer en su rostro.


 


Minho comienza a sentir su pantalón apretar un poco, sólo un poco.


 


Muerde su labio cuando recuerda, y se da cuenta que es un maldito, porque vamos, Kibum está estudiando y él está pensando en sus momentos de intimidad. Pero es imposible no hacerlo, se da cuenta.


 


No cuando Kibum sigue bebiendo el café y haciendo esos magníficos sonidos. Sonidos que sólo debería soltar cuando estén desnudos y sudados, jadeando por más.


 


Debería irme, piensa. Debería pero no lo hace. No puede engañarse diciendo que no quiere escuchar más de esos sonidos.


 


Está excitado, demasiado, pero Kibum lo necesita para estudiar.


—Basta. —Susurra, mientras le arrebata el café de las manos y lo aleja de él.


 


—Oye. —Kibum frunce el ceño, cuando encuentra su mirada. —¿Qué se supone que estás haciendo?


 


—No bebas el café.


 


—¿Qué?—Kibum arruga la frente aún más y frunce los labios también. —¿Por qué?


 


—Sólo no lo hagas.


 


—Pero…


 


—No. —Niega con la cabeza, mientras se incorpora llevándose el café con él. —Deberías sólo estudiar. Se hace tarde.


 


Kibum no replica después de eso, y Minho le agradece. Tiene un problema grande en los pantalones y no es el mejor momento para solucionarlo.


 


 


Es cuando el reloj marca las 11, que Kibum comienza con otra clase de cosas.


 


Minho en verdad no está seguro si Kibum lo hace apropósito o sólo lo hace inconscientemente.


 


Es cuando Minho ha escuchado lo suficiente de ‘lógica’ que Kibum comienza a morder las cosas.


 


Kibum tiene un bolígrafo. Minho sabe que pronto llegará hasta sus labios. Lo hace.


 


El bolígrafo se pasea por sus labios, antes de ser apresado por sus dientes. Minho cree que no puede soportarlo.


 


La mirada de Kibum sigue perdida en el libro sobre la mesa, pero sus labios parecen estar tentándolo nada más.


 


Minho tiene problemas con esos perfectos labios acorazonados. La manera en que se abren, la manera en que lengua recorre sus labios también. La manera en que se cierran sobre el bolígrafo.


 


Dios, él podía seguir con la lista y no parar.


 


Minho tiene pensamientos indecentes con esos labios. Tiene pensamientos de esos labios siendo apresados por sus dientes y de esos labios recorriendo cada parte de su cuerpo.


 


Se mueve en su lugar incómodamente, cuando la imagen de Kibum y sobre todo de su boca, tomando su hombría llega a él.


 


Es un maldito pervertido, lo es, lo sabe.


 


Carraspea y se mueve de nuevo. Kibum sigue perdido en su libro, ajeno a cada pensamiento de él.


 


Cada sucio pensamiento referente al cuerpo y labios de Kibum. Dios, la tiene mal. Muy mal.


 


Cuando Kibum deja el bolígrafo abandonado, es el turno de sus labios ser mordidos.


 


Kibum arruga la nariz, cuando sus dientes apresan sus labios, y Minho cree que no podrá soportarlo aún más.


 


Ahí están sus perfectos dientes, apresando sus perfectos labios. Porque sí, Kibum es perfecto a sus ojos, siempre.


 


Kibum comienza murmurar cosas como la lógica formal, o algo así, Minho en verdad no está escuchando, sigue perdido en sus labios y se da cuenta que él también tiene sus labios apresados. Sólo que Minho tiene una razón diferente.


 


Muerde sus labios para que de ellos no escapen los sonidos indecentes. Porque Kibum está estudiando y él no debería estar pensando en la diferentes posiciones en que podrían estar haciéndolo sobre ese sofá.


 


No. No debería.


 


Debería ser un buen novio y ayudar a Kibum, o aún mejor debería dejar de fantasear con Kibum, mientras éste está estudiando.


 


Minho se mueve de nuevo, toma uno de los libros de Kibum y comienza a leer. Dice algo sobre qué es lógica, algo sobre cómo se aplica en la vida y lo que busca, pero eso es todo lo que logra retener en su mente.


 


Kibum se ha movido. Ha dejado el bolígrafo con el que jugaba en la mesa, y ha dejado de apresar sus labios también. Está jugando ahora con el cuello de su camisa. Esa camisa holgada que Minho le regaló su cumpleaños pasado, esa gris con un estampado al frente, que Kibum por una extraña razón ama.


 


El cuello de Kibum ahora está expuesto. El perfecto para morder y dejar marcas, cuello de Kibum.


 


Minho tiene problemas más grandes. Kibum se ha acercado a él, puede sentir su aroma llegar hasta él, el aroma dulce y de verano que Kibum desprende.


 


Kibum le mira a su lado, con una pequeña sonrisa bailando en los labios. Pasea sus dedos por su cuello y Minho cree que ahora lo está haciendo intencional.


 


Los desliza de un lado a otro, mientras su mirada cae a los libros. Minho le ignora, o eso trata de hacer, regresando a ese libro aburrido que nada le importa.


 


Trata de pensar en el café olvidado en la mesa y no en la forma que su dientes se sentirán bien sobre el cuello de Kibum, o las marcas que dejaría justo ahí y que Kibum tal vez no pueda esconder con maquillaje, o en la forma en que Kibum jadeara su nombre cuando le esté besando justo ahí, o tal vez…


 


No, no puede soportarlo más.


 


Sus manos caen pesadamente sobre la mesa, tirando los libros y papeles.


 


—¿Minho?—El rostro de Kibum está bañando en confusión, sus labios están fruncidos y su cuello aún es visible.


 


La mano de Minho cae en los labios de Kibum. Recorren suavemente y los delinea una y otra vez. El rostro de Kibum es lo más adorable que sus ojos pueden ver.


—¿Sí?


 


—¿Qué estás haciendo?


 


En realidad Minho no está seguro de que es lo que está haciendo. No está seguro porque quiera muchas cosas. Como besar los labios bonitos de Kibum, o sentir su cuerpo desnudo contra el suyo, escuchar a Kibum jadear y demás.


 


—Recuérdame no estudiar de nuevo contigo. —Minho sonríe, mientras atrae el cuerpo de Kibum al suyo. Kibum no protesta cuando lo hace caer en su regazo y acuna su rostro.


 


—¿Por qué?


 


—¿En verdad no lo sabes, Kibum? —Mueve las caderas contra Kibum, haciéndole saber sin palabras su gran problema. —Mira lo que has causado.


 


Mueve las caderas de nuevo, y Kibum sonríe cuando sus miradas se encuentran.


 


—Problemas.


 


—Muchos.


 


Kibum sonríe, pero Minho ya no quiere jugar más. Ataca los labios de Kibum, disfrutando y mordiendo. Kibum deja escapar su nombre en uno de esos jadeos que quiere escuchar una y otra vez, y se mueve en su regazo.


 


Minho no puede soportarlo más. Recuesta a Kibum en el suelo, a un lado de los libros y los bolígrafos olvidados y ataca su segunda parte favorita en Kibum: su cuello.


 


—Minho. —La voz de Kibum es entrecortada, suave y hace que su corazón lata de esa forma acelerada. —No podemos, no ahora. Tengo que estudiar.


 


Pero Minho no está escuchando. Sus manos ya están bajo la camisa de Kibum, acariciando su cintura y perdiéndose un poco más arriba.


 


—Aún hay tiempo. —Minho susurra contra sus labios, sonriendo después cuando Kibum rueda los ojos.


 


—Pero…


 


—Aún hay tiempo. —Repite de nuevo, mientras ataca sus labios de nuevo.


 


Kibum no se resiste más, ataca sus labios de igual manera, y Minho sabe que el estudio quedó olvidado por unos largos y largos momentos. 


 


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