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Dedicación por Ashley Vulpix

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Actualización muy rápida ya que mañana tengo que madrugar (maldición, nadie se puede juntar a las 10 un sábado!). Este es un regalito de mi parte por la demora, cosa que ya se está volviendo costumbre. Pero tranquilas, que ya empecé con la traducción de Adicto a Shûichi. Este fic, después de miles de problemas con la autora, me dejó publicarlo sólo en esta página, así que tiene la exclusiva! A mi me parece hermoso y fuera del Yuki frío y el Shûichi infantil. Esta bien largo pero se los recomiendo de verdad ^^ *se va a dormir* Disclaimer: No no, Gravitation no es mío! No me sigan torturando con eso!. Dedication es una obra original de la autora Ice’is Blue [http://www.fanfiction.net/~iceisblue] del sitio Frosted Reality [http://www.geocities.com/frosted_reality/fanfiction/fanfiction.html] ^^. Dedicación
Un One-Shot Romance/Drama/Humor de Gravitation Por Ice’is Blue [Hielo Azul] Traducción por Ashley Vulpix
Era una típica tarde en el departamento de cierto escritor… léase Shûichi hablando sin parar acerca de esto y aquello y Yuki tratando de adelantar trabajo y enviarlo por fax antes de tener que sufrir otra frenética llamada de su editora. “Yuuukiiiiii,” lloriqueó Shûichi. “¿No has estado poniendo atención? Es importante. Esto es exactamente de lo que estoy hablando.” Yuki echo un vistazo a la situación. Shûichi: sus labios curvados formando un puchero, ojos humedecidos reflejo de sus emociones, aun vistiendo el atuendo estilo árabe directo del último video del cantante.. El traje árabe con pantalones semi transparentes… Los ojos de Yuki se entrecerraron… el traje árabe con pantalones semi transparentes y la pequeña camiseta que se ajustaba en los tiernos pezones del niño dejándolos duros. Bien. Ya era suficiente con la caracterización de su novio. Por otro lado se acercaba el otro competidor por la atención de Yuki… Trabajo: escribir treinta páginas más y luego revisar una escena que le hacía desear sacarse el cabello. Yuki guardó sus archivos y cerró su laptop. Al menos disfrutaría arreglando este problema. Especialmente si lograba descubrir que se ocultaba tras las lágrimas del niño. “¿Feliz ahora?” le preguntó. Shûichi estaba observando la ahora apagada laptop como si nunca la hubiese visto antes… lo que quizás era cierto. Yuki no podía recordar el haberla cerrado ante la presencia del niño. “¿Bien?” procedió. “Te escucho. Habla.” “Oh…” El cantante desvió la mirada mostrándose avergonzado. “Ya no parece tan importante. Lo siento. Olvídalo.” Yuki suspiró y declinó de las dos primeras respuestas que cruzaron por su mente. Atrapó a niño por la cintura antes de que pudiera huir. “Muy tarde para echarse para atrás,” dijo sin ser rudo. “¿Qué está pasando por esa cabecita tuya?” Shûichi se retorció. “Debí pensarlo bien antes de molestarte. Que bien que no pusieses atención. Ya no importa.” “Sí importa,” le dijo categóricamente. Su paciencia, que nunca ha sido muy resistente, comenzaba a diluirse. Deseaba a Shûichi inclinado sobre su escritorio para quitar la pretina de esos malditos pantalones semi transparentes y exponer aquel precioso tesoro entre sus muslos. Deseaba, además, que eso hubiese ocurrido hace dos minutos. Era el momento de cambiar de táctica. Usando su voz más seductora, habló estratégicamente cerca del oído de su amante. “Debí haberte escuchado. ¿Qué estabas diciendo? Cuéntame.” Las palabras habían cumplido su cometido pues Shûichi se estremeció. “Quería oírte decir que me amas,” murmuró. “Tu nunca lo dices. Y yo solo…” se sacudió. “No,” dijo firmemente. La neblina que cubría como un velo los ojos del niño desapareció y miró a Yuki con determinación. “No importa. Sé que me amas, no necesito oírlo.” Yuki consideraba a Shûichi la persona más honesta que conocía, pero se preguntaba si el niño se estaba engañando a si mismo o si de verdad era tan despistado. “Idiota,” le dijo bruscamente mientras apartaba los cabellos del rostro de su amante. “Te amo.” “¿Qué? ¿Así nada más?” “¿Qué más quieres que diga?” “Yo . . . em, bueno.” El niño apartó la mirada tristemente. Yuki frunció el ceño y dejó sus planes para un momento de descanso con una sesión anti estrés (léase sexo) de lado. No se perdonaría el mostrarle al niño que estaba preocupado, pero la actitud de Shûichi lo inquietaba. ¿Quizás su amante estaba enfermando? Shûichi se movió un poco haciendo brillar la prenda en sus caderas, aumentando el deseo de Yuki, quien sonrió. La seda ciertamente era ligera al viento. Quizás su amante solo necesitaba un poco de cariño. Tiró de los delgados pantalones acercando a Shûichi para luego dejar caer sus manos hasta el trasero del niño para acariciarlo. Shûichi disminuyó la distancia entre ellos y se dejó caer relajadamente sobre los hombros del mayor mientras la mano de Yuki jugueteaba por su espalda, subiendo por su espina y bajando hasta los muslos, transformando algo puramente sexual en algo confortante, cálido, amoroso. “Te amo, mi pequeño idiota,” dijo suavemente, haciendo que sus dedos dieran suaves caricias y vagaran haciendo círculos sobre la piel de su amante. Yuki sintió, más que oyó, como Shûichi sollozaba. “Yo también te amo, Yuki.” “Ahora…” Desde su asiento hizo inclinar el mentón del niño hacia él para que sus ojos se encontraran. “¿Qué causó todo esto? ¿Ocurrió algo en la grabación del video? Estabas de mucho mejor ánimo la noche pasada.” De mucho mejor ánimo, recalcó Yuki… A pesar del hecho que Shûichi debía lucir atractivo para las cámaras de hoy, el niño le había probado la noche pasada (y no por primera vez) cuan flexible podía ser. Repetidamente y con creatividad. “No, el rodaje estuvo bien,” murmuró el cantante negándose a cruzar miradas con Yuki. En vez de eso, su mirada se posó sobre la laptop cerrada de Yuki. “Sería mejor que te dejara volver a trabajar.” La repentina sonrisa de Shûichi iluminó suavemente el rostro del niño lo que hizo sentir un hormigueo a Yuki cuando unos suaves labios se posaron sobre los suyos. “Yo -- te estaré esperando.” Lo dijo con el rostro sonrojado y una fugaz mirada llena de expectación. “Más tarda está bien, pero…” Yuki acercó a su amante hacia él cuando, aparentemente, la puerta se había convertido en un punto más interesante de observar. “Te deseo ahora.” El ágil cuerpo del niño se soltó del agarre y logró escabullirse ya sin el brillo en su rostro. El cantante se detuvo frente a la puerta. “Te estaré esperando,” le repitió luciendo apenado esta vez. El escritor ya estaba casi de pie cuando el niño se retiró, pero finalmente se obligó a sentarse nuevamente. Shûichi, si se le dejaba solo, o recuperaría su humor habitual o se sentiría lo suficientemente mal para explicar el problema. Forzar el asunto no representaba opción. Por la forma en que aumentaba la libido de Yuki, no sería capaz de sonsacarle pacientemente el motivo por el cual Shûichi dudaba en contarle su problema. Existía un método, él lo sabía, pero seguramente Yuki terminaría forzándolo, acosando al niño, levantándole la voz y teniendo reconciliándose por medio del sexo. Y aunque la parte de sexo con Shûichi era indudablemente tentadora, no era lo que deseaba ahora. En silencio esperó, pero cuando no sintió ningún cuerpo cálido entrando en su oficina para poder montarlo, a regañadientes volvió a su tarea. Yuki se reubicó en su lugar de trabajo y logró ser productivo por toda una hora; se había pasado más de media hora intentando quitar de su cabeza todas las referencias a cierto traje árabe que seguían saliendo espontáneamente. Apretó los dientes. Veinticinco páginas más por escribir. --- Yuki emergió tras seis angustiantes horas de trabajo. Su ánimo no estaba lo que se llama feliz y su estómago protestaba por el abuso de trabajo sin recarga. Usualmente no solía ser tan malo cuando escribía por largos períodos. El escritor frunció el ceño. Lo habitual era que Shûichi llevara una cuenta de cuantas horas había estado trabajando y le llevara algo de comida cada ciertos intervalos. Por supuesto siempre era comida encargada. Yuki había establecido estrictas reglas sobre Shûichi en la cocina desde que el niño no había logrado explicar, después de que el escritor dio buen uso a su extinguidor, porqué había queso en llamas pegado al techo. Los recordatorios sobre su alimentación eran probablemente el único beneficio de tener al criajo a cuestas cuando trabajaba. Yuki había descubierto que si permanecía escribiendo por largos ratos, como era costumbre, su escritura se perfeccionaba, pero luego se volvía ineficiente. Hoy eso no importaba tanto. Tan sólo tenía un solo proyecto del que podría recuperarse lentamente física y mentalmente. Si hubiese escogido reconocer lo que sentía en ese momento, Yuki estaría molesto por la negligencia de Shûichi con sus comidas. Pero no fue eso lo que eligió y con su habitual mal humor se dirigió hacia el refrigerador. Hacia lo que solía ser su cocina. “Shûichi, ¡¿¡qué DEMONIOS le hiciste a mi cocina!?!” El horno se cerró con un suave golpe y el cantante saltó sorprendido. Se giró para encarar a Yuki con el rostro cargado de inocencia. El atuendo que antes vestía y que Yuki deseaba volver a ver, había sido cambiado por ropa casual. “Sólo intentaba hacerte algo especial para comer.” Lo miró nerviosamente antes de continuar, con una sonrisa que sólo empeoró las cosas, “Nada se está quemando.” “Y le agradezco a los dioses por aquellos pequeños favores por cada día que vivo contigo,” le respondió Yuki. Huevos, resbaladizos y pegajosos, con sus respectivas cáscaras arrojadas por todo el piso y basurero. Yuki entrecerró sus ojos. La cantidad de huevos que había visto esa mañana no calzaban con el desastre actual. Shûichi había ido de compras, aparentemente teniendo en cuenta su tendencia al desastre. Este había sido un ataque premeditado contra cocina de Yuki. Olfateó el ambiente y no sintió nada. “¿Qué trababas de hacer que requería de tantos huevos?” “Suflé,” le respondió mientras jugueteaba con una batidora sobreexplotada. “Siempre salían mal y debía volver a empezar.” ¿Cómo demonios el niño había descubierto que le gustaba el suflé? Parte de él quería ir y hacer entrar en razón al niño, pero no iba a estar limpiando el huevo de sus pies descalzos. Sólo con imaginar la textura contra sus dedos lo retorció de disgusto. Se asentó para gruñirle reprobatoriamente. “Ni siquiera eres capaz de cocinar cosas sencillas, idiota. ¿Qué te hizo querer cocinar algo tan difícil como un suflé? Ni siquiera yo he tratado. ¿Y que te hizo pensar que yo quería uno en primer lugar?” El rostro del niño se apenó. “Lo siento, Yuki. Te calentaré algunas sobras y las llevaré a tu oficina. Limpiaré todo esto, lo juro.” El niño lucía atractivamente miserable, quizás más de lo necesario. Yuki estaba cansado y hambriento. No tenía energías para molestarse. “Espera,” dijo sin pensar. “Esto no es un descanso, ya acabé.” “Oh. Entonces te las llevaré al sofá.” Con esto comenzó a moverse hacia el refrigerador. “¿Tienes otro en el horno ahora?” Preguntó Yuki deteniendo al niño. “Er,” Shûichi miró el horno. “Sí.” “¿Cuándo estará listo?” “Um…” Sus mejillas se sonrojaron. “¿Te fijaste que hora era cuando viniste aquí?” Yuki lo miró burlonamente. Estuvo a punto de ser muy generoso ya que pretendía a probar el nuevo menjurje de Shûichi, pero evidentemente, este fallaría junto con el resto. Giró sobre sus talones. “Ordenaré algo para nosotros.” “He estado poniendo atención a los otros, ¡de verdad!” sintió el gemido del niño desde atrás. En su oficina Yuki ordenó una pequeña cena para dos, luego se sentó débilmente en su silla. Estuvo ahí por unos minutos recobrando fuerzas, luego se volvió para renovar la batalla. Shûichi estaba dejando el suflé sobre el horno cuando Yuki llegó. Yuki suspiró y maldijo su puntería. “¿Y Bien?” “No. Este también quedó mal.” El escritor tuvo una vista parcial de la cacerola para suflé… ¿cacerola para suflé? Shûichi debió haber comprado una también. Yuki buscó en su memoria y no lograba recordar haber nombrado este plato. ¿Qué había poseído a su amante? Sacudió su cabeza y se concentró en el asunto a su alcance. Podía ver una parte de la cacerola y el suflé no había fallado en su totalidad. El centro estaba definitivamente hundido pero las orillas lucían firmes. “Tráelo aquí.” Shûichi se volteó con los ojos muy abiertos. “Un tenedor también.” “Pero no está bueno,” protestó suavemente. Yuki lo miró seriamente. “Sólo hazlo.” El niño obedeció sumisamente y lo puso a frente a Yuki tomándolo con unas almohadillas junto con el utensilio que le fue pedido. El escritor tomó el tenedor por el lado equivocado y concluyó, con un pinchazo, que el centro aun se encontraba crudo, por lo que, tomando el tenedor correctamente, sacó un pedazo del borde. Estaba firme, esponjoso, con un suave gusto a limón el cual se disolvió en su boca. Le ofreció el siguiente trozo a Shûichi y sonrió cuando los ojos del cantante brillaron sorprendidos. “No luce apetitoso, pero el sabor no está mal,” le dijo Yuki. “¿Cuántos otros descartaste?” “Este fue el mejor.” Yuki gruñó a modo de respuesta pues su boca estaba llena con más suflé. Intentó darle a Shûichi otra probada, pero el cantante alejó su boca. “No hay suficiente para mí.” “Idiota, ordené comida para ambos.” “Oh.” El niño mordisqueó el pedazo sin ser conciente de lo sexy que era su comportamiento. A Yuki le agradaba ver al niño sosteniendo el plato caliente mientras su lengua ya esperaba recibir otra ración. Yuki repartía todo lo rescatable del suflé por turnos, maldiciendo a Shûichi por ser inconsciente de lo seductor que podía llegar a ser. Cuando el cantante gimió al comer el último pedazo, Yuki arrojó el tenedor sobre el plato causando un sonido metálico agudo. “Deja eso en el lavaplatos y pásame un paño húmedo. Limpiaré lo que pueda desde aquí. Tu,” miró al niño fijamente, “limpiarás el resto con desinfectante. Si en los próximos días me enfermo del estómago, estarás durmiendo en el sofá por una semana.” Lo hubiese seguido amenazando, especialmente cuando se trataba de su incapacidad enfermiza en la cocina, pero ambos sabían que nunca un regaño duraba más que eso. Aunque no por dormir en el sofá significaba que no iban a tener sexo, Yuki ya estaba muy acostumbrado a la otra presencia en su cama. Y por alguna razón… no le molestaba que el niño supiera de su cambio de preferencias. Entonces limpiaron. Yuki hizo todo lo que pudo sin entrar en la cocina, aprovechando su gran tamaño para alcanzar un área bastante amplia. La comida llegó y Yuki comió su parte en la entrada de la cocina, negando con la cabeza ante la insistencia de Shûichi de comer solo después de terminar el trabajo. No iba a pisar el piso embarrado para obligar al niño a salir a comer, así que lo dejó continuar. Quizás era cansancio mental, o lo bien que se sentía su panza llena de comida, o la forma en que Shûichi tarareaba mientras limpiaba, o los movimientos del trasero del cantante mientras fregaba, o quizás era simplemente que Yuki estaba cansado y confortado de alguna manera por la presencia de Shûichi. Cualquiera que fuera la causa, los ojos del escritor lentamente se cerraron y cayó dormido. --- El sonido de algo al romperse lo despertó. Incontables meses de convivencia con Shûichi le habían enseñado a su cuerpo a despertar por completo en momentos así. Al menos el foco del desastre se encontraba lejos de Yuki, pues esta vez Shûichi no estaba cerca de él. El niño estaba agachado sobre el suelo llorando suavemente mientras recogía los pedazos del plato del suflé. El resto de la cocina estaba más limpia, al menos las cáscaras no estaban, pero las superficies aun brillaban con clara de huevo – las que estaban lejos de su inmaculada perfección habitual. El cantante se giró un poco para mirarlo, probablemente esperando que Yuki no hubiese despertado, y bajó la mirada ante la realidad. “Lo siento.” Yuki no podía asegurar que era lo que más sentía Shûichi: el desastre, el plato roto, despertarlo. Miró el reloj, ya era tarde y todas las posibles razones eran estúpidas. La comida que había estado frente a él ya no estaba. “¿Comiste?” Con su mirada logró atrapar al niño. Hubiese sido mejor que contestara afirmativamente. En vez de eso negó con la cabeza. “Está en el refrigerador por si aun tienes hambre.” “No. ¿Por qué no comiste?” El pelirrosa miró al lado. “Tuve un gran almuerzo en la grabación.” Yuki sabía que lo mejor era creerle eso. “Encargarte de todo no sirve de nada si te andas cayendo, idiota.” “Lo sé.” Fue la suave respuesta de Shûichi tras una pausa. “No estoy seguro que sea así.” Le respondió fríamente. “Ya fue suficiente. Deja eso ahí, ya es hora de dormir.” Y ahora el infaltable torrente de lágrimas. “¡No! ¡No puedo! ¡Si lo dejo hasta mañana el huevo se secará y será imposible sacarlo!” “Te digo que lo dejes,” le respondió el rubio mientras luchaba por no gritarle al extenuado niño. “¡No lo haré! Es mi desorden, te prometí que lo limpiaría.” “Idiota. Si por dejarlo reposar por diez horas causará daños tan graves como crees, simplemente compraré una nueva cocina. En realidad nunca me gustó mucho el piso ni los muebles.” Shûichi jadeó sorprendido, aunque el escritor no estaba seguro si lo que dijo ameritaba semejante respuesta. “Yo… yo… Yuki… yo…” Yuki ya estaba fastidiado con tanta conversación. “ te vas a la cama. Ahora.” A pesar de haber hablado suavemente, su tono de voz no admitía argumentos en contra, así que el cantante asintió obedientemente. Yuki hubiese preferido que Shûichi hubiera comido algo antes de acostarse, pero juzgando la forma en que los ojos del niño luchaban por permanecer abiertos, sabía de antemano que era una batalla perdida. El niño caminó arrastrando los pies hacia la puerta con los brazos abiertos esperando un abrazo. Debía estar prácticamente dormido para siquiera pensar que Yuki lo abrazaría cubierto de pies a cabeza con residuos de huevo. “Espera. No vas a acercarte a mí o mi cama en ese estado. Estás asqueroso.” Los ojos de Shûichi comenzaron a dar vueltas. “De echo ni siquiera te quiero caminando hacia el baño para limpiarte. Tus pies están tan sucios como el resto de ti.” Shûichi sollozó, parpadeó, abrió su boca un par de veces intentando responderle antes de finalmente agachar la cabeza rendido. “Está bien, intentaré limpiarme en el lavaplatos entonces.” Dejó correr el agua para lavar sus manos y luego giró su cabeza para mirar a Yuki lastimeramente. “Intenté limpiarlo, Yuki. Lo intenté, de verdad lo intenté, Yuki.” “Idiota. Shhhhh.” Lo tranquilizó, antes de que el niño se quebrara completamente. “Ven aquí.” Shûichi cortó el agua y obedeció. El escritor tuvo que tomar una rápida decisión. En realidad nunca le había gustado su ropa actual. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, tomó la mejilla del niño con su mano para llamar su atención. Atrajo al pequeño para abrazarlo aun con las manos mojadas y los restos de huevo. “Ya fueron suficientes lágrimas,” le dijo. “Eres capaz de hacer tantas como para bañarte.” “¿Entonces cómo…?” “Idiota, existen otras formas de transportarte aparte de sobre esas delicadas piernas tuyas.” El peso del cantante fue ligero sobre sus brazos, a pesar de que ambos se aseguraban de que estaban comiendo regularmente. Shûichi lucía impactado cuando fue dejado sobre el piso del baño. “Tienes huevo hasta en el cabello,” gruñó Yuki al notarlo bajo la suave luz del baño. Se molestó cuando el niño permaneció en silencio. “Probablemente te caerás y golpearás tu preciosa y vacía cabecita si dejo que te bañes solo, ¿no es así?,” dijo. “Muy bien.” No tuvo problemas en desvestirse él mismo arrojando las ropas sucias en el canasto para ser lavadas posteriormente. Shûichi estuvo tan callado y sumiso como una muñeca mientras Yuki le quitaba la ropa. Guió al niño hacia la ducha y allí permaneció pasivamente, dejando que Yuki lo tocara tanto como quisiera. El escritor quería borrar el triste semblante del rostro del cantante, pero no deseaba comenzar nada en la ducha, no mientras estuvieran tan cansados. Alguien – probablemente Yuki, conociendo la irritante buena suerte de Shûichi – se partiría la cabeza. Yuki terminó de limpiarlos a su satisfacción. Shûichi permanecía totalmente sumiso en los brazos del rubio. Aquí pasaba algo más allá de la cocina, el suflé, y la extraña negativa de Shûichi de contarle que le ocurría. “Ven.” Ayudó a su amante a salir de la ducha, secó a ambos y gentilmente cargó al niño hasta su cama. --- Al menos los cuidados de Yuki habían producido efectos positivos. Acurrucado entre los brazos de Yuki, los ojos del niño estaban abiertos y más limpios con una expresión de profunda contemplación. “Habla,” le ordenó Yuki. Debió habérselo dicho suavemente y con infinita ternura, como habría sido correcto, pero Yuki ya había utilizado gran parte de su paciencia ese día. Si es que el pelirrosa notó el toque de rudeza, no dio signos de haberlo hecho. Escondió su cabeza bajo el mentón de Yuki y le habló en su pecho. “En la grabación de hoy, Hiro y Ayaka-chan rompieron.” “¿Oh?” Yuki no podía admitir que estaba sorprendido. Era cuestión de tiempo antes de que Ayaka decidiera que quería a alguien más. Después de todo, Hiroshi nunca había sido su primera opción. “Hiro terminó con Ayaka-chan,” Shûichi le dijo suavemente con un tono adolorido, como si el guitarrista hubiera roto con él. Bueno, eso era aun más interesante. Aunque, si Shûichi hubiese dicho algo en defensa de Ayaka que hubiera dañado su amistad con Hiroshi… “¿Todavía son amigos ustedes?” “Por supuesto.” Shûichi parpadeó y Yuki dejó escapar un silencioso suspiro de alivio, feliz de haber temido equivocadamente. El escritor acaricio con su pulgar el brazo de Shûichi. “¿Cómo te enteraste de todo esto? ¿Te lo contó Hiroshi?” “Más tarde, si, pero Fujisaki, K y yo oímos la pelea y vimos como ocurría todo el problema.” “Cuéntame.” Shûichi levantó el rostro para que ambos pudieran ver los ojos del otro. “¿De verdad? ¿Estás interesado?” Yuki se retorció al verse atrapado. Estaba ligeramente interesado. No es como si fuera a admitirlo. Estaba forzando al niño a que hablara por su propio bien… quizás por Yuki también, si con eso podía entrar por la estrecha entrada del pequeño. En voz alta le dijo “Soy un escritor de romance. Los problemas amorosos de la gente son excelentes para cautivar a las masas.” “Yuukii, no deberías--” Ante la sonrisa burlona de Yuki, el niño entendió el punto y continuó. “Hiro le estaba preguntado a Ayaka-chan que quería que le cocinara la próxima vez. Entonces entraste en la conversación.” Las cejas de Yuki se levantaron ante esto. “Entonces Hiro sólo se… enfadó. Dijo que no quería que estuvieran juntos si siempre iba a ser el segundo para Ayaka-chan. Ella se molestó mucho, lloró y le dijo que eso no era verdad. Entonces ella también se enfadó y le dijo que le contara la verdadera razón. Entonces él le dijo que había conocido a alguien más. Gritaron un poco más, ella lo abofeteó y se fue.” El niño sollozó. “No creo que regrese.” Por dentro, Yuki sonrió. Eso había sonado exactamente como Ayaka. La actitud de Hiroshi era más impresionante pero como hombre, Yuki comprendió. Shûichi por su parte, claramente no lo había hecho. “…l siempre pareció tan dedicado con ella,” dijo el cantante. “Y ahora… ya no la desea más.” Lo que significaba que dentro del mundo de Shûichi, Yuki podría hacerle lo mismo. Había hecho lo mismo. Podría, si el escritor era honesto consigo mismo, hacer algo muy parecido otra vez. Pero no le dijo nada de esto a Shûichi. Si el niño entendía porque Yuki estaba tan enojado, bien. Si no lo hacía, probablemente eso era lo mejor. El niño lo abrazó con más fuerza murmurándole, “Hemos estado juntos más que ellos.” “Así es,” aceptó Yuki. La suave piel de Shûichi era tan tibia contra la suya. El escritor acarició lo que podía alcanzar. “No te preocupes. Te amo, mi pequeño idiota.” Shûichi tembló. “Yo también te amo, Yuki.” El escritor depositó un beso sobre el cabello limpio. “Así que por eso necesitabas más mimos de mi parte hoy. ¿Quieres explicarme que tenías pensado intentando cocinarme un suflé?” No necesitaba mirar el rostro de Shûichi para saber que estaba sonrojado. “Eso es, emm,… Antes, cuando Hiro le preguntó a Ayaka-chan que quería, ella le dijo galletas. …l le dijo entonces que escogiera algo más difícil ya que el esfuerzo sería con todo su amor. Ella le dijo suflé, porque era tu favorito y nunca había intentado hacer uno.” “¿Cómo demonios ella sabe eso?” Dejó escapar Yuki antes de poder controlarse. “¿Eh?” El escritor sonrió y bendijo la falta de atención de su amante. “¿Por qué cree saber eso?” le repitió lentamente. “Hiro le preguntó eso también. Ella le dijo que le había preguntado a tu hermano.” “Tatsuha,” gruñó Yuki planeando su venganza. “¿No-- no es tu favorito, Yuki? ¿No te gusta después de todo?” Yuki miró al tonto. “Me lo comí ¿verdad?” Por alguna razón, Shûichi sonrió suavemente, pero desapareció poco después. “Le pregunté,” le dijo el cantante. “Le pregunté a Hiro si tenía planeado romper con ella hoy y me dijo que no, que sólo había ocurrido. Me imagino que estaba planeando una cita dentro de poco por lo que pienso que… habría sido incluso más terrible, ¿sabes? ¿Tú-- tu no intentarás dañar a Hiro, verdad?” Yuki no estaba seguro si la pregunta iba por el bienestar del guitarrista, o si es que Shûichi sentía inseguridad de que aun guardase sentimientos por su ex prometida. Dentro del corazón de Shûichi, él era probablemente el ser más noble de los dos. “No, porque entiendo perfectamente su decisión.” “¿Qué?” Le preguntó el niño mirándolo como si hubiese sido traicionado. “Shûichi, tu amigo es leal, pero no es mayor que tú y es el miembro de una banda muy famosa.” El tierno gatito sobre el regazo de Yuki se volvió feroz y furioso. “¡La edad y la fama no tienen absolutamente nada que ver con que una persona decida romper con otra sin razón!” Desilusión, era la única palabra para esto. “…l tenía una razón, Shûichi. Conoció a alguien más. Quizás no te guste ni lo aceptes, pero esa era su razón. Debió haber manejado mejor la situación, pero es su derecho a elegir si desea gastar tiempo románticamente con otra persona. La gente conoce a otros todo el tiempo. Es muy extraño que el primer amor de una persona, quizás el segundo o el tercero, permanezca mucho tiempo. ¿No pensabas que se casarían y se quedarían juntos para siempre, verdad?” El rostro apenado de Shûichi le dijo la respuesta. “Eso pensaste.” Yuki lo dijo como un hecho, sin acusarlo o condenarlo por esto. “¿Es eso lo que quieres? ¿Me quieres para siempre?” El cantante estaba tenso en los brazos del rubio y no respondió. “Pregúntate esto: ¿Lo necesitas? ¿Realmente lo deseas?” Maldición. Shûichi estaba llorando otra vez con las manos hechas puños y su cuerpo abrazando muy fuertemente al del rubio. “Hemos estado juntos por más tiempo que Hiro y Ayaka-chan,” le dijo el niño con un miserable hilo de voz que cruzó como un susurro por los oídos de Yuki. “Y tu eres el primero para mí. Así que, es sólo… cosa de tiempo… antes de que nosotros…” No pudo terminar la frase. No tenía que hacerlo. “Quizás,” Le dijo Yuki honestamente. ‘Probablemente’ se habría acercado mucho una mentira y recordarle al chico que él no era el primero de Yuki hubiera desencadenado un problema completamente diferente. El cantante no notó la sutil diferencia y no quedó conforme. Yuki apretó los dientes. Tenía que arreglar esto. No podía permitir que la ruptura del amigo de Shûichi arruinara su relación. Esa idea ni pensarlo. Había una manera. De hecho él ya había pensado en esto antes aunque no lo había puesto en práctica, pero si esto calmaba a su preocupado amante ahora, Yuki aceptaría las consecuencias. Acarició el cabello del niño y depositó un suave beso en sus labios. “Espera aquí. Tengo algo de trabajo por terminar.” Shûichi lo observó y luego miró hacia el lado. “Claro. Bien,” dijo, sonando como la situación no lo molestara “No tardaré mucho.” No lo hizo. --- Shûichi vio a Yuki entrar en menos de 10 minutos más tarde. “Toma.” El escritor le pasó un trozo de papel. “Acabo de enviarle esto por fax a mi editora. Es la dedicatoria para el libro en el que estoy trabajando.”
Para mi amante, Shûichi – No puedo poner p a r a s i e m p r e en un medallón para que lo uses, Pero puedo darte el h o y junto con todos los días siguientes que compartamos.
Shûichi lo leyó y luego le arrojó el papel al rostro. Yuki tenía que admitir que estaba molesto con esta respuesta. Estos grandes gestos de amor no eran cosas para ser rechazadas a la ligera. “¿No te gusta?” La mirada del niño era amarga y acusatoria. “No quiero que me escribas palabras que harán que las mujeres se desmayen. Guarda esa basura para tus fans.” ¿Shûichi estaba criticando la escritura de Yuki? Yuki dejó de lado su hipocresía, feliz de que el niño dejara de lloriquear y finalmente mostrara algo de rudeza. Sin embargo, que justamente fuera respecto a este tema lo que le causara esto, no era lo que Yuki hubiese preferido. “Esta dedicatoria no es para mis fans. Es para ti.” “Si claro, ¿y qué hay de las otras que has escrito?” Yuki lo miró molesto. “¿Alguna vez has siquiera mirado uno de mis libros?” “Una vez hojeé uno,” se defendió Shûichi. “Sé que a veces vienes a mis conciertos, pero no es lo mismo.” Arrugó la frente antes de cambiar su expresión a una de profundo arrepentimiento. “Ohhh… Oh, lo siento, Yuki,” le dijo con la voz demasiado cansada como para poder sollozar. “Debí haber leído al menos uno. Lo siento. Es.. es solo que nunca pareció importante para ti y yo--” Yuki contuvo el torrente de palabras tiernas pero estúpidas con un severo beso. “Maldición, no me refería a eso,” le dijo al alejarse. “Quédate aquí,” le ordenó. Volvió unos momentos más tarde con una pila de libros prácticamente nuevos traídos de su oficina. Los arrojó sobre la cama al lado de Shûichi sin consideración alguna por su condición. Sólo mantenía esas molestas cosas de referencia, al menos se alegraba de tener esta cantidad. Yuki cogió uno al azar, lo abrió donde una dedicatoria debería ir y le mostró la evidencia frente a la nariz de Shûichi. “Mira aquí,” le ordenó. Con una mirada molesta, Shûichi obedeció alejándose un poco para que sus ojos pudieran enfocar la página que tan rudamente había sido puesta frente a él. “No hay ninguna dedicatoria. Sólo una nota de agradecimientos a mi editora y al resto del equipo de publicación. Y eso es más una tradición en la industria que yo en realidad sienta agradecido de esos bastardos amantes del dinero. Si me hubiese vuelto rico con sólo unos pocos libros, no habría escrito toda esta cantidad.” La boca del niño se abrió sorprendida pero nada salió de ella. Yuki esperó que los ojos del niño viajaran por las columnas impresas de un lado a otro, luego tomó otro libro, lo abrió y lo dejó a una distancia más cómoda para que Shûichi lo leyera. Ya había hecho esto con la mitad de ellos antes de que la mano de Shûichi detuviera la suya. El niño abrió un libro por su cuenta, recorrió páginas al azar de adelante y atrás. “Igual que éste, todos están vacíos ¿verdad?” Vacíos no era la palabra indicada según la opinión de Yuki, pero no iba a protestarle a Shûichi su decisión. Sintió un dolor surgiendo que no lo había molestado desde hace mucho tiempo. “Mi primer libro estaba dedicado a Yuki Kitazawa. El resto está en blanco.” Con esta explicación, Shûichi, su compasivo amante muy torpe con otras cosas, comprendió inmediatamente. Yuki pudo ver el peso del dolor que había estado cargando solo durante años compartido y tomado por Shûichi. Aquella carga trajo lágrimas a los ojos del niño. Yuki tenía que decirlo ahora, de lo contrario nunca lo haría. Jamás iba a tener esta conversación con Shûichi nuevamente. “Escucha, idiota, para que recuerdes esto en momentos en que te preguntes que significas para mí: Dedicarte un libro ahora es algo natural de hacer.” Shûichi no se veía impresionado, más bien parecía listo para protestar, pero Yuki no le dio la oportunidad de interrumpir su confesión. “Yo… yo fui quien mató a Yuki y fuiste quien lo devolvió a la vida.” Las lágrimas que habían estado formándose escaparon silenciosamente. Yuki dejó que el niño llorara manteniéndose ocupado recogiendo los libros y llevándolos de regreso a su lugar. También él necesitaba un momento a solas. En la privacidad de su oficina lo tomó. No fue más que un golpe, un azote con furia en el cuero de su silla que ya lamentaría más tarde, y ciertamente no incluiría un golpe molesto en sus mejillas. Más importante, tan sólo había tomado un momento para él y luego alejar los libros que debía arrojar. Volvió al lado de Shûichi, abrazando fuertemente al niño que ahora sollozaba suavemente y tomando el papel con la dedicatoria escrita para que el cantante la viera nuevamente. “No voy a prometerte algo para siempre, Shûichi. No lo haré. Pero de verdad te prometo esto: Has dejado una marca en mi vida – una que compartiré impresa con el mundo si te ayuda a creerme y recordar. Lo que a nuestro futuro respecta, te prometo que si alguna vez llega el momento, no te mentiré de la forma en que Hiroshi lo hizo con Ayaka, o… como lo he hecho contigo en el pasado. Te daré mis explicaciones lo mejor que pueda explicarlo. Mereces eso de mi parte, como mínimo.” Yuki pudo ver al niño intentando parecer feliz y fallar miserablemente. Eso lo hizo desear rechinar los dientes. “Entonces” Shûichi se atrevió, “¿Por ahora soy suficiente para ti, pero aun así vas a querer que te deje en algún momento?” “¡Ya fue suficiente!” le gritó Yuki, sacudiendo al niño sobre su regazo ligeramente. “¡No vas a andar lloriqueando sólo para hacerme recitar las múltiples razones de porque podrías decidir dejarme a mi!” Shûichi lo quedó mirando por unos segundos. Parpadeó, como si aquel pensamiento fuera algo muy extraño. Y luego el escritor no podía respirar debido a los brazos apretando contra su pecho. “¡Oh, Yuki!” Fueron esas palabras tan familiares, en ese tono tan familiar, lo que hizo que Yuki dejar escapar un suspiro aliviado, o al menos eso intentó, ya que Shûichi no lo había soltado aun. Yuki ignoró la pequeña incomodidad. Esta vez había ayudado a Shûichi sin herirlo en el intento y con eso su amante estaba de regreso a lo que puede llamarse normal. Eso era todo el permiso que su cerebro necesitaba para satisfacer sus propias necesidades. Mordió fuertemente dejando una marca en el cuello del niño, para luego hablarle en su oído. “Porqué no vuelves a ponerte esos pantalones de la grabación de hoy y te mostraré cuánto te amo.” "¡Ohhhhh, Yuukiiiiii!" --- Yuki agradecía el haber sido paciente con su amante esa noche. Reconciliarse por medio del sexo no era comparable con el salvaje combate que habían vivido. Sosteniendo a un dormido Shûichi que había aguantado tres respetables partidas, Yuki pensó que el niño era bueno para su creatividad y quizás no debería luchar tanto en busca de inspiración. Podía sentir que en su siguiente libro podría haber algo con un lujurioso y flexible niño árabe de un harem. Y si Shûichi estaba dispuesto a ayudarlo en su investigación, mejor todavía. Eiri Yuki era, después de todo, un escritor muy dedicado a su arte. Mensaje de Ice’is Blue: Ice'is Blue desea agradecerle a la traductora de Dedication, Ashley Vulpix, y darle una gran caja de Pocky para felicitarla por un trabajo bien hecho. El hecho de que haya querido dedicar su tiempo y atención en mi pequeño fic es increíble y ha sido muy paciente conmigo cuando me puse quisquillosa con la traducción. Después de tres años de Español en el colegio se fue oxidando al aprender Japonés en la universidad, así que ya no puedo escribir o hablar en Español… pero puedo leerlo bien como para volverme una molestia con mis preguntas- Así que, gracias, gracias, gracias! :D Y gracias, también, a aquellos que leyeron esto ^_^ Ash: de hecho era gracioso que un gringo me corrigiera la gramática xD, y que sus sugerencias resultaran mejores que las mías! Este fic fue un reto para el grado de inglés que tenía en ese tiempo, porque esta traducción fue hecha como en Enero, y ahora decidí sacarle el polvo!.

PD: ¿Notaron como NINGÚN personaje murió en este fic? ¬¬


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