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Cinco minutos por golddie

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Notas del fanfic:

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres hasta lo que TSEntertainment permita.

[!] Advertencias pertinentes:
atención a las tag y esto lo terminé en un día así que si notan algo rato, es por eso(?)

Ese día Youngjae llegaba tarde, lo cual no era precisamente lo que acostumbraba hacer, puesto que sus mañanas siempre iban de manera muy tranquila y eficaz, cubriendo todas sus necesidades a tiempos prudentes para poder llegar a su trabajo a la hora.

Ese día, Youngjae durmió solo cinco minutos más de lo usual. La noche anterior había estado leyendo un libro de un autor al que estaba editando y se le había ido el tiempo, y para compensar el sueño, decidió poner la alarma cinco minutos más tarde de lo acostumbrado.

No parecía la gran cosa: las personas usualmente hacían eso de dormir cinco minutos más para que cuando se cumpliera el tiempo se despertaran sí o sí, por lo que prosiguió a tal excepcional ocasión que, finalmente, escapó de sus manos:

Se levantó de su cama y dejó las sabanas a los pies de la misma, como de costumbre. Calzó sus pies con sus zapatillas de descanso para ir a la cocina, como de costumbre. Entonces, las cosas comenzaron a salir raras. Cuando bajó el interruptor de su cafetera para comenzar a preparar su preciado café, descubrió que ya no tenía granos, y por más que buscó en sus gavetas de alimentos, no encontró más.

Seguro había olvidado comprar más, no es gran problema; bebería té.

Buscó la vieja tetera para calentar el agua, pero después de casi dos minutos de búsqueda infructífera, decidió que ya había perdido demasiado tiempo, así que tomó una olla y calentó el agua ahí.

Dejó el fuego en medio, decidiendo que era mejor ducharse mientras el agua estaba lista, sino, llegaría tarde.

No contó, claramente, con que el agua de la ducha se tardaría más de lo normal en calentar por una tubería congelada, ni tampoco que olvidaría llevar toalla.

No le importó caminar desnudo y mojado hacia su habitación para buscar algo con qué secarse, pero sí le importó que al llegar a la cocina, el agua que había dejado calentando estaba casi toda evaporada (francamente había olvidado ese detalle), haciendo una nube de vapor alrededor.

Youngjae apagó el fuego y suspiró.

No era gran problema, compraría algo de comer luego.

Fue hasta su habitación y buscó qué usar ese día, solo para darse cuenta que no encontraba nada de su gusto, y tenía cerca de cinco minutos para estar completamente listo.

Entonces pensó en que quizás no había sido tan buena idea dormir esos cinco minutos extras esa mañana, en caso contrario, hubiera tenido diez minutos ahora y la presión no sería tan grande.

Salió de su hogar luego de diez minutos, por lo que el autobús que lo dejaba cerca de su oficina ya había pasado y ahora tenía que esperar diez minutos más a que pasara el otro.

Youngjae suspiró, realmente intentando no hacerse mala sangre por lo ocurrido.

Llegó a su oficina veinte minutos tarde, siendo llamado a la oficina de su jefa de inmediato.

Fue regañado por cerca de cinco minutos antes de que pudiera salir. Su jefa no era mala persona, pero si era muy exigente, por lo que Youngjae no estaba sorprendido de que fuese atacado de esa forma.

Jongup le sonrió cuando pasó por su lado, con ojos de comprensión.

Se sentó en su usual lugar y suspiró.

Realmente, ya nada podía salir mal.

“Chicos”, la voz de su jefa, Hyosung, se escuchó desde el fondo de la habitación. Inmediatamente, los seis editores y traductores dejaron de hacer lo que hacían y miraron al frente. La mujer sonrió suavemente, contrario a la actitud que Youngjae tuvo que aguantar por casi diez minutos hace solo un rato. A su lado (y Youngjae recién notaba su presencia) había otro hombre, que miraba con una sonrisa nerviosa en los labios alrededor de la oficina. “Él es Jung Daehyun, desde hoy trabajará aquí, háganlo sentir cómodo”, soltó.

Los trabajadores dieron un saludo general y Hyosung les hizo un gesto para que volvieran al trabajo. Youngjae se giró hacia su mesa y suspiró, buscando su computadora portátil para ponerse a trabajar de una vez.

El desayuno podría esperar.

Su trabajo no era glamoroso, pero le gustaba lo que hacía. Era editor y traductor de libros, para lo cual había estudiado cerca de cinco años. Ahora con casi veinticinco, estaba feliz con su decisión y se esforzaba al máximo con todo libro lo que llegaba a sus manos. La paga no era excesiva, pero funcionaba para el tipo de vida que llevaba: soltero, con un departamento para él solo y solo necesitando comprar un poco de comida y libros.

Era una vida sencilla, y a Youngjae le gusta así. Disfrutaba trabajar en una de sus pasiones, que no le consumía tanto tiempo como para dejar otros de sus hobbys de lado, disfrutaba conocer autores y a veces tener la firma de alguno.

Era una vida sencilla y agradable, sin emociones muy fuertes, puesto que todo eso se lo dejaba a su literatura.

“Disculpa”, escuchó Youngjae a su lado. Antes de voltearse, se dio cuenta que había estado redactando por casi una hora. El tiempo pasaba volando cuando se concentraba, ni siquiera había sentido hambre. Quien le hablaba no era otro más que el nuevo, esta vez con una sonrisa más confiada que la anterior, “¿te molesta si trabajo aquí? No me queda batería”, dijo.

Le tomó un poco de tiempo comprender lo que el otro le preguntaba, hasta que por fin su cerebro decidió procesar.

“Si, -digo, no, quiero decir, sí, puedes sentarte”, respondió estrepitosamente. Daehyun no pareció darle importancia a su extraña forma de hablar, solo movió una silla y recargó su laptop en frente de la mesa de Youngjae, conectando el cable de energía.

“Gracias”, contestó, sentándose en silencio y comenzar a escribir.

Youngjae comenzó a leer lo que había estado haciendo antes de ser desconcentrado, pero su estómago emitió un sonido que le hizo sonrojar, sobre todo porque Daehyun rió sin poder evitarlo.

“Tal vez deberías comer”, le dijo. Youngjae rodó los ojos porque, ¿no era lo suficientemente obvio, acaso?

“No es horario de comida”, respondió con el semblante más serio, pero esto era difícil conseguir eso debido a que su estómago seguía exigiendo comida.

“No parece que tu estómago piense lo mismo”, comentó, y antes de que el otro pudiera responder, Youngjae vio cómo el muchacho se movía para buscar algo en su chaqueta, poniéndolo luego a un lado de su computadora, “es todo lo que tengo”, agregó.

Youngjae miró la barra de chocolate, debatiéndose entre si debía tomarla o no. Por un lado, Daehyun era un extraño y su madre le había dicho que no aceptara regalos de extraños, pero por el otro, su estómago pareció gritarle que comiera pronto.

Tomo el dulce y lo desenvolvió por un extremo, mordiendo con la parte de atrás de sus dientes para no dejar evidencia obvia.

Casi lloró porque estaba delicioso.

Vio, luego, a Daehyun sonreírle dulcemente.

Youngjae, equivocadamente, le sonrió de vuelta.

“Gracias”, le dijo.

“No es nada”, respondió, “si quieres podemos ir por algo de comida real luego”, soltó naturalmente.

Youngjae no dejó de sonreírle.

“De acuerdo”, le contestó, equívocadamente.

Youngjae no sabía a lo que se estaba arriesgando al dejar a Daehyun entrar en su vida, puesto que toda su paz pronto sería arrebatada por aquel aparentemente inofensivo muchacho.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Actualmente, luego de cerca de tres meses y unos cuantos días, Youngjae prácticamente no podía hacer nada en la oficina sin que supiera que Daehyun iba a estar ahí. Observándolo.

No era para nada gracioso, le corregía a Jongup y Junhong cuando le mencionaban que Daehyun no le dejara en paz. Y, no era gracioso porque Youngjae, positivamente, no sentía lo mismo por el joven.

Claro, no era para nada feo (eso tenía que admitirlo, después de todo, nunca tuvo mal gusto) y Youngjae tampoco se jactaba de ser el hombre más heterosexual de la Tierra (algunos libros de temática homoerótica contribuyeron con eso), pero él ni siquiera pensaba en salir con alguien; menos con otro hombre, pues era algo que lo hacía sentir terriblemente incómodo.

Y, sí, también había intentado muchas formas de que Daehyun lo dejara en paz.

No tolero a las personas ruidosas.

El amor de mi vida es el té verde.

¿Te he dicho que odio a las personas insistentes?

Deja de seguirme a todos lados.

Daehyun, no me gustas.

Y la lista podía seguir, sin embargo, ante todo el aludido parecía completamente inmune. Solo le sonreía ampliamente como cada vez que Youngjae le dirigía una palabra, tal vez sin siquiera entender a qué iban sus palabras.

Tal vez debería escribir un libro sobre esto. La desesperación era una buena fuente de inspiración, ¿no?

“Youngjae.”

El aludido se volteó, fijando su mirada hasta la entrada de la oficina de Hyosung, quien le hizo un gesto para que la acompañase.

Suspiró, dándose cuenta que varios colegas le miraban, preguntándose por qué sería llamado.

Youngjae caminó hasta el lugar y cerró la puerta. Lo primero que notó es que Hyosung no estaba sola, sino, que había un hombre sentado en una de las sillas en frente de su escritorio.

“Toma asiento”, le pidió la mujer, ante lo que obedeció rápidamente, sentándose al lado del desconocido.

El hombre a su lado le miró y sonrió suavemente.

Youngjae no falló en notar lo hermoso que era.

“Youngjae, este es Kim Himchan, un gran amigo mío”, explicó ella con una sonrisa.

Ambos hombres estrecharon sus manos e hicieron una pequeña reverencia.

“Un gusto”, musitó Youngjae, quien no podía quitarle la vista de encima.

“Igualmente”, respondió.

“Himchan-ssi tiene fecha de publicación para un mes más y como terminaste tu último libro antes de la fecha, creo que lo mejor es que te encargues de la publicación”, le dijo Hyosung, acomodándose su corto cabello hacia un lado, sin dejar de sonreír, “¿está bien para ti?”, preguntó con voz dulce, pero en el fondo Youngjae sabía que no tenía opción.

“Por supuesto”, contestó de inmediato.

“Perfecto”, acotó ella, poniéndose de pie y estrechando su mano con Himchan que también se había puesto de pie. Youngjae les imitó por seguir la corriente, “me encargaré que Sunhwa coordine sus horarios para que puedan avanzar en el libro, contáctame ante cualquier inconveniencia”, le dijo a Himchan.

El hombre sonrió, mirando a Youngjae a su lado.

“No parece ser que Youngjae-ssi haga mal su trabajo”, respondió.

Sus ojos brillaban.

“Si, bueno, es parte de la política”, dijo Hyosung, “Youngjae, ¿puedes escoltarlo a la salida?”

El editor asintió rápidamente, señalando la salida para guiar a Himchan.

Al salir de la oficina, notó como sus colegas le miraban con ojos curiosos. Pero por sobre todo unos: Youngjae se maldecía por fijarse en Daehyun.

“Realmente estoy ansioso de trabajar contigo”, le dijo Himchan, caminando a su lado hasta la salida.

“¿Ah, sí?”, inquirió Youngjae extrañado. Él no era nada especial.

El otro rió suavemente.

“Sí, definitivamente, he sabido por amigos que eres muy bueno en tu trabajo”, comentó, sin dejar de mirar al joven, “centrado pero a la vez apasionado, eso me gusta mucho”.

Youngjae desvió la vista porque estaba seguro de que sus mejillas estaban rojas. Además de que Himchan fuese atractivo, era muy dulce con sus palabras.

“No puedo esperar a nuestra reunión, entonces”, concedió Youngjae.

Himchan asintió y antes de que desapareciera por la puerta, ambos volvieron a estrechar manos, para despedirse rápidamente.

Youngjae volvió a su lugar de trabajo. Realmente no tenía mucho qué hacer, solo tenía que revisar una noticia que uno de sus amigos periodista le había encargado. Estaba haciendo eso, antes de que sintiera a alguien llamar su atención tocándole el hombro.

“Hyung, es hora de almorzar”, anunció Jongup son su patentada sonrisa. A su lado estaba Junhong y detrás de ellos Daehyun.

Youngjae asintió, guardando su progreso y cerrando su computadora portátil.

Ya en la cafetería, se produjo lo que Youngjae sabía que sucedería.

“Es un autor, Hyosung quiere que trabaje con él para su publicación”, explicó a la pregunta de Jongup.

“¿Es bueno?”, preguntó luego el menor, ante lo que Youngjae se encogió de hombros.

“No lo sé, no he leído nada suyo aún”, respondió sinceramente.

“Es guapo”, soltó Junhong al borde de la risa, como si no se pudiera aguantar mencionarlo.

Los cuatro rieron un poco ante el comentario, y cuando se detuvieron, el tema parecía olvidado hasta que Daehyun a su lado le preguntó:

“¿Te parece guapo a ti?”, sacando a Youngjae de onda.

Entonces, se dio cuenta de algo.

… ¿Y si usaba a Himchan para por fin lograr quitarse a Daehyun de encima?

No sonaba como un mal plan, después de todo, era lo último que le faltaba intentar.

“No lo sé”, musitó, fingiendo una actitud tímida, “supongo que sí”, contestó como si no fuera el gran problema.

Un sonido de incredulidad salió de la garganta de Daehyun.

“A puesto a que sufre de eyaculación precoz”, musitó, mirando su almuerzo con una sonrisa burlesca.

Youngjae frunció el ceño.

“¿Qué te hace decir eso?”, le preguntó, no contento con el gratuito juicio.

Daehyun le miró y soltó aire.

“Tengo un buen ojo para esas cosas”, respondió sonriendo, “y él es así, te lo aseguro”.

“Me da igual, no puedes decir esas cosas de las personas sin saber si es real; y aunque lo fuera, ¿tú qué? No es tu problema”, contestó.

Daehyun frunció el ceño.

“Vaya, no pensé que te iba a molestar tanto”, soltó con ironía, “pensé que tenías mejor gusto”, agregó luego.

“¿Disculpa?”, inquirió, pero antes de que pudiera elaborar más, Jongup habló:

“Oh, estas papas fritas están deliciosas, ¿no lo crees, Junhong?”, le preguntó al menor, quien captó lo que el mayor quería hacer y asintió.

“Si, están muy buenas, hyung, hay que felicitar a las cocineras por esto”, dijo el menor, contento.

Hasta ahí llegó el tema de Himchan, Junhong y Jongup eran los únicos hablando desde la pequeña discusión hasta que el almuerzo terminó, dejando un ambiente algo incómodo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sunhwa había coordinado que fueran a comer almuerzo ellos juntos, a los dos días después. Youngjae debía admitir que se había vestido un poco mejor ese día, pues se había tomado el tiempo la noche anterior para preparar su atuendo.

(Después de lo sucedido ese día, se dio cuenta de que cinco minutos eran preciados.)

Youngjae vio la hora, dándose cuenta que si no salía ahora, probablemente llegaría tarde a comer con Himchan. Comenzó a guardar sus cosas, hasta que sintió a alguien frente a su escritorio.

No fue una tamaña sorpresa ver que ese alguien era Daehyun.

“Suerte en tu cita”, musitó con semblante serio.

Youngjae suspiró.

“No es una cita”, soltó, metiendo su laptop en su bolso, “voy a reunirme con un autor para hablar de su libro, es todo”, respondió, sin saber por qué le daba explicaciones a ese muchacho, sería mucho más fácil deshacerse de él si pensaba que estaba interesado en Himchan.

Daehyun bufó.

“Sé que te gusta”, afirmó.

Youngjae soltó una pequeña risa, sin poder creer al muchacho.

“¿Y desde cuando me conoces tanto?”, inquirió con una sonrisa sarcástica, “¿o es otra de sus habilidades super-humanas?”

Daehyun gruñó.

“Quiero ir contigo”, intentó, lo que provocó que el otro volviera a soltar una risa.

“Tienes trabajo, mejor deja de perder el tiempo”, respondió, poniendo su bolso en su hombro y encaminarse a la salida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El almuerzo con Himchan había sido increíble. Youngjae no podía creer que una persona tuviera tanto encanto, belleza e inteligencia al mismo tiempo. Himchan leía libros similares a los que él prefería leer y editar; de esos que tuvieran una trama más psicológica que emotiva o de acción. El enfoque principal era la influencia de un personaje sobre el otro y lo que piensa de eso más que lo que siente o es obligado a hacer.

Youngjae no podía parar de sonreír, aún peor cuando Himchan le invitó a su hogar para que viera su colección.

“Me encantaría”, admitió, “pero sigo en horario de trabajo, realmente…”, musitó, buscando las palabras correctas.

Himchan asintió con una sonrisa calmada.

“Comprendo a la perfección, fue mi error preguntar, pero, ¿tal vez otro día?”, le insistió cuando estaba por subir a su auto.

Youngjae asintió, contento.

“Definitivamente”, afirmó, contento con la sonrisa que Himchan le devolvió antes de despedirse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No era posible que ni en el fin de semana Youngjae pudiera descansar de la peste conocida como Daehyun. No podía entender cómo el muchacho no se daba cuenta de que no gustaba de él y que no lo quería cerca.

Pero ahí estaba, dentro de su departamento, sentado en su sofá, mirando televisión.

Youngjae estaba tan irritado que ni había salido de su habitación, concentrado en su trabajo. Esperaba que su indiferencia hiciera que Daehyun se fuera de una vez.

En serio lo esperaba.

Luego de cinco minutos de haber terminado un capítulo del libro de Himchan, alguien llamó a la puerta de su habitación con un toque suave. Youngjae le dio permiso de entrar, y la puerta se abrió lentamente.

“¿No vas a venir?”, preguntó el muchacho con ojos tristones, como si quisiera dar pena.

“Te dije que estaba trabajando, Daehyun”, respondió, volviendo a fijar sus ojos en la pantalla de su computadora, “tú fuiste el que quiso entrar de todos modos”, le recordó.

No tuvo respuesta, por lo que Youngjae supuso que entendió que debía irse, pero contrario a eso, Daehyun avanzó hasta su cama y se sentó cerca de la orilla.

Estuvieron en silencio un buen rato, solo el sonido ocasional de las teclas lo irrumpía, hasta que Daehyun dijo:

“Siento haber sido un idiota el otro día”, con voz suave.

Youngjae dejó de leer, pero no levantó la vista.

“Sé que lo tuyo con el autor Kim es profesional”, aclaró su garganta. “Solo que nunca he sido bueno para controlar mis celos”, confesó luego.

Youngjae suspiró, guardando su avance en el documento como estaba acostumbrado a hacerlo después de cada pausa que hacía.

“¿Por qué tienes celos? No somos nada”, le dijo Youngjae, con voz suave. Daehyun era una plaga, sí, pero también era una persona a la que, definitivamente, no quería herir porque a pesar de todo, era una buena y dulce persona.

Youngjae solo no sentía nada por él.

Escuchó al otro exhalar aire, entonces le miró para examinar su estado.

“Eso es lo que más odio”, soltó el otro, Youngjae frunció el ceño ante esas palabras, “odio sentir celos cuando no tengo ningún derecho sobre ti”, aclaró.

Youngjae no supo qué decir, así que se quedó en silencio. ¿Qué podía hacer en una situación así? No era su culpa no sentir nada por Daehyun, tampoco era su culpa que el muchacho se sintiera atraído hacia él.

No tenía razón lógica de sentirse mal por el otro.

“Daehyun”, le llamó, y el otro le miró a los ojos, “realmente no quiero herirte, así que creo que lo más saludable es que te retires por ti mismo.”

No quiso verle a la cara porque sabía que vería el dolor en el rostro del otro. No era un rechazo directo, pero sí en un momento donde estaban hablando íntimamente, y a pesar de sus intenciones de no herirlo, lo había hecho.

Notó a Daehyun ponerse de pie, pero no caminó hasta la puerta como pensó que haría. Se acercó a su espacio, Youngjae tenía miedo de mirarlo a la cara, pero lo hizo de todas formas.

Le vio inclinarse hacia su rostro y cerró los ojos por inercia cuando sintió sus labios contra los propios. La sensación no fue desagradable, así que Youngjae no tuvo el impulso de apartarlo, solo esperó a que Daehyun se separara.

Cuando el calor de sus labios se perdió, abrió los ojos para encontrar una mirada seria frente a él.

“Ya no tengo nada que perder”, susurró, antes de voltearse y salir por la puerta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Pero te gusta”, le dijo Jongup.

“No, no me gusta”, le corrigió Youngjae, frunciendo el ceño, “es el autor del libro que estoy editando, que sea extremadamente guapo, tenga el mismo gusto literario que yo y sea encantador es solo un punto aparte”, aclaró.

Jongup le sonrió.

“Cierto, no solo te gusta, te gusta mucho”, le respondió el menor.

Youngjae le sonrió negando con la cabeza suavemente. Intentó voltearse a su lugar de trabajo, pero su mirada se cruzó con los ojos de Daehyun, que le miraron por un par de segundos antes de seguir con lo que estaba haciendo.

Su corazón se sentía pesado.

“¿Al fin se rindió?”, le preguntó Jongup.

Youngjae asintió suavemente.

“Eso parece”, contestó.

“No pareces feliz…”, comentó Jongup, haciendo que Youngjae le mirara a la cara.

“Es porque odio herir a las personas, no es su culpa gustar de mí, tampoco es su culpa que yo no guste de él”, explicó con voz baja, “pero aun así me siento algo culpable.”

Jongup asintió, pero dijo:

“No hay que vivir para complacer a los demás”, con voz suave, “es una de las frases del libro en el que trabajo”, admitió.

Youngjae rió suavemente.

Era cierto, no tenía por qué corresponder a Daehyun si sus sentimientos no eran sinceros. Daehyun no era nada de él, así que no había razón para sentirse culpable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El departamento de Himchan era más grande que el suyo, también lo era su colección de libros.

“Tienes casi todo lo que he leído”, le dijo a Himchan cuando este apareció tras él ofreciéndole una copa de vino, la cual Youngjae aceptó sin chistar, “es increíble”, musitó revisando el estante.

Himchan le sonrió, bebiendo un poco. La cena estaría lista en cualquier momento.

“Puedo regalarte algunos”, dijo el autor sin borrar su sonrisa.

Youngjae de volteó a la velocidad de la luz, con ojos brillantes.

“¿De verdad?”, preguntó incrédulo.

“Por supuesto”, contestó, “ya los leí todos, aquí guardan el polvo, anda, elige uno”, le alentó.

Youngjae no se consideraba avaricioso, pero tener un libro nuevo significaba que podría usar tal dinero para tener una comida completa por una semana. Revisó bien el estante, sacando por fin un libro bastante grueso que era del tamaño de su mano.

“Oh, ese es mío”, le informó con una sonrisa. Youngjae verificó que, en efecto, el nombre de autor era el de Himchan.

“Si te incomoda…”, intentó decir, ante lo que Himchan rápidamente negó con la cabeza.

“No, por favor, léelo, confío en que me darás una buena crítica luego”, comentó contento.

Youngjae sonrió. Los ojos de Himchan brillaban, y estaba seguro que sus mejillas estaban sonrojadas.

La cena no alcanzó a servirse. Tan pronto como Himchan quiso mostrarle algo en su habitación, Youngjae cayó irremediablemente en la adictiva suavidad de la piel del mayor. Himchan lo besaba como si fuera único y hermoso. Le hizo sentir deseado y encendió el cuerpo de Youngjae como hacía tiempo alguien había hecho.

Sus ropas se perdieron al igual que la cordura de Youngjae, que a pesar de disfrutar lo que sentía, sentir a Himchan y sus toques amables, no podía evitar pensar.

En quien pensaba, era lo que no quería aceptar.

“¿Hay alguien más, verdad?”, le preguntó Himchan en un susurro, mientras le abrazaba por detrás bajo las sábanas.

Youngjae suspiró, cerrando los ojos.

“Eso me temo”, respondió.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Captar la atención de Daehyun después de que lo había rechazado estaba siendo increíblemente difícil. El muchacho de verdad parecía haber perdido interés en él.

Lo veía reírse con otro de los colegas, Youngjae ya no lo atrapaba mirándolo por el rabillo del ojo, tampoco salía a almorzar con ellos.

El libro de Himchan era interesante. Justo como le gustaba la lectura: era simple por fuera, pero complejo por dentro, narraba los problemas con palabras muy cotidianas y se enfocaba en el pensar de los personajes más que en el sentir. La historia era sobre un muchacho en su primer año de universidad. No era muy compleja si lo veías solo de esa forma, pero la forma en que los personajes interactuaban entre sí y cómo el protagonista pasaba por cada problema según su forma de ser, era lo que tenía a Youngjae leyendo el libro hasta tan tarde que apenas había dormido.

Tal como si fuese una broma del destino, Youngjae durmió cinco minutos más de la hora en la que usualmente se levantaba, decidiendo que no le iba a pasar lo mismo que la vez anterior: ahora estaba preparado.

Se despertó agitado. Había soñado con Daehyun y en su sueño él lloraba.

Odiaba esa situación.

Llegó al trabajo a tiempo, pero apenas dejó sus cosas, bajó a la cafetería por algo de comer.

Jongup estaba ahí, también Daehyun. Ambos hablaban sentados a la misma mesa. Youngjae tomó un pastelito y un café, yendo a sentarse con ellos.

La conversación no fue incómoda, y eso fue lo que más preocupó a Youngjae. Daehyun no parecía resentido: era como si sus sentimientos por él nunca hubieran existido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ese fin de semana tampoco pudo descansar, por culpa de Daehyun. Se vistió antes del mediodía y fue hasta su casa.

Daehyun le abrió la puerta. Estaba despeinado y se notaba que apenas había despertado. Youngjae no pudo controlarse al verlo así. Acordó distancia entre ellos y le besó, y por el impulso, avanzó hacia el interior de su casa. Daehyun no dudó en responderle el beso, siendo aprisionado contra la puerta luego de haberse cerrado. Youngjae apretó las ropas de Daehyun bajo sus dedos, necesitado de su tacto y el mayor le complació de inmediato, pasando sus manos por sus costados.

Youngjae soltó un gemido por el cosquilleo, pero antes de que pudiera hacer algo, unos pasos se oyeron en el primer piso. Youngjae se separó del cuerpo del otro, para mirar a quien los estaba observando.

Youngjae no cupo en su sorpresa al ver a Himchan ahí. Sin camisa y solo en ropa interior.

“Vaya sorpresa”, musitó el mayor.

Youngjae miró a Daehyun y este le devolvió la mirada.

“Puedo explicarlo”, le dijo al menor.

Pero Youngjae no quería escucharlo, y más pronto que tarde movió al muchacho de la puerta y salió del lugar, escuchando cómo Daehyun le llamaba para que volviera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“¿Por qué te fuiste así?”

Youngjae suspiró.

Daehyun le había ido a ver a su casa.

“¿Por qué estaba Himchan en tu casa?”, devolvió él.

Youngjae estaba seguro que sus vecinos podían escuchar su discusión pero no parecía importarle demasiado.

“Te enojaste por eso, lo entiendo, pero tú también dormiste con él, ¿no?”, espetó.

El muchacho cerró los ojos, no queriendo explotar.

Tomó la mano de Daehyun y le hizo entrar, cerró la puerta y le encaró.

“¿Era eso algún tipo de venganza?”, le preguntó, enfadado. No era necesario que Daehyun actuara de esa forma.

El otro negó suavemente la cabeza.

“No, solo estaba enojado, ¿de acuerdo?”, soltó, acercándose a Youngjae y con su pulgar y dedo índice le sujetó delicadamente su mentón, “sé que no querías hacerlo pero tu último rechazo... dolió", musitó.

Youngjae soltó el aire que había estado conteniendo.

“Lo siento”, respondió. Los ojos de Daehyun le miraron ahora más tranquilos, “no debí… yo, yo debí darte una oportunidad”, explicó.

“¿Es en serio?”, le preguntó esperanzado.

El muchacho le sonrió suavemente y asintió.

“Solo si aún tienes interés en mí”, dijo, ante lo que Daehyun le sonrió enormemente y sosteniendo su rostro le besó los labios una vez, dos veces.

“Por supuesto que aún lo tengo”, respondió, sin dejar de sonreír.

Youngjae lo tomó de la mano y lo adentró más a su hogar.

“Tengamos nuestra primera cita ahora”, insistió el menor, “espérame aquí, estaré listo en cinco minutos”, aseguró, antes de desaparecer de la vista de Daehyun.

El otro muchacho sonrió. Esperaría por Youngjae toda la vida si fuera necesario.

 

 

Notas finales:

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ok, no estoy muy conforme con el final, así que si no les gusta es entendible ;; pero, bueno, ojalá les haya gustado el resto, himdaejae is luv<3, amor a ustedes.


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