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Distrito rojo. por -oOYUKI-NII-Oo

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Titulo: “Distrito rojo”

Autor: YUKI-NII.

Género: Friendship

Ranting NC17

Pareja: SasuNaru

N/A Naruto no me pertenece. Todo es de su gran autor, Kishimoto-Sensei

Resumen: Sasuke va ahí, entre esas casas escondidas y personas recluidas. Sasuke va ahí, para encontrarse con un rayo de sol, para que le besen las heridas y le cuiden el corazón. Sasuke va ahí, porque es Naruto quien le espera, tras biombos casi trasparentes y kimonos resbalándole por la piel.

Advertencia: lemon.

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Estación. 1

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Hoy viste un kimono escarlata, con flores blancas de un bordado que nace desde la parte trasera del eri, es como una cascada que se pierde en el nudo en forma de mariposa del obi, y resalta por el cordón negro del Obijime. Su pierna derecha sobresale por la abertura delantera, ante el paso suspendido sobre el tatami.

Su pie, de piel canela, está desnudo, en una esquina descansan los tabis y los getas. Los pequeños dedos reflejan la luz de la luna desde el shoji. Es rubio, con espesas pestañas cayendo sobre sus azules ojos. Su boca, que con pintura roja le forma un corazón, sonríe, de esa manera entre el anhelo y la ingenuidad, que no se le ha borrado a pesar del tiempo. Aún se puede entrever el estibo de orgullo en su mirada, que brilla a través de los barrotes, de una cárcel personal. De la jaula de un ave.

Su voz, que suena totalmente masculina, compite con esa fragilidad que el kimono resbalándole por el hombro le da. Bajo la tela solo hay pectorales, vientre plano y una polla dormida. La flor de loto enredada en sus cabellos cae al suelo. Por la sacudida de su cabeza.

Se llama Naruto, y despliega sus brazos cuando él entra en la habitación de mamparas traslucidas y olor a sake. No se preocupa de su aspecto desarreglado, y como su piel tostada es un color exótico que a pocos agrada. Porque cuando el hombre de casi 1.90 cae entre sus brazos y se refugia en su pecho, todo pierde valor y contexto.

Sasuke, del clan Uchiha está en la ciudad, revisando la importación de seda y té negro. Ha llegado a penas unas horas atrás, cuando el sol estaba en su máximo esplendor, y su traje de dos piezas estilo victoriano se le pegaba, sudoroso y húmedo, mientras daba órdenes de trasporte y revisaba números con el encargado.

Es difícil precisar el momento justo en cuando Naruto pasó de ser la muñeca en exhibición al objeto del deseo del hijo menor de Fugaku. El rubio solo sabe, cuan demandante y posesivo puede llegar a ser Sasuke, cuando ha pasado demasiados meses en Kioto, lejos de él, con las marcas de besos desapareciendo lentas y con promesas que no prometen nada pero que dicen todo lo que desean.

—Naruto.

La voz de Sasuke suena a reclamos y celos. Suena añoranza y un poquito a amor. Mete las manos por dentro del kimono, halando el obi y deshaciendo el moño. La tela gruesa cae al suelo. A Naruto se le ve el tórax, el suspensorio y todo el vello  púbico de tono dorado, casi acaramelado.

El más alto se relame los labios. Siente el calor que emana el cuerpo del rubio. No puede evitar pensar cuanto es que le gustaría que ese encuentro durara para siempre, y no fuese solo una noche de prostitutas. Entierra los dedos sobre los hombros del rubio, destilando toda la frustración e impotencia que jamás dice pero que se le desborda en la distancia de las ciudades. Con colinas separándoles y estatus que cumplir.

Naruto le sonríe, tratando de aliviarle la injusticia, tragándose su propio dolor compartido y curándole de alguna herida nueva que se haya hecho durante el tiempo en que estuvieron lejos y no le pudo besar las cicatrices ya curadas y los recuerdos escondidos.

Naruto cae de rodillas, con las manos bajando el cierre del pantalón, e introduciéndose por la ropa interior, el miembro de Sasuke sobresale, con el glande de un bonito color sonrosado y con pre seminal como una capa de matiz brillante. La lengua del rubio va a su encuentro, lamiendo el liquido con hambre y empujando la tela hacia abajo, abriendo los labios en un caricia muda y enterrando la nariz en el vello que huele a las aguas de un osen y con la polla de Sasuke quemándole en la garganta.

Masajea los testículos con delicadeza, su cabeza sube y baja, la polla sale, con rastros de saliva y semen. Él rubio se sostiene de las caderas del más alto, como un soporte ante el hambre que le hace mordisquearle la polla y succionarle. Se hunde, en ese hombre que siempre llega hasta él, con la prisa de llenarse de alguien que está en una escala menor, pero que es él único que le alivia el corazón.

Los muslos de Sasuke se separan, y Naruto toma esa señal como un indicador de que vaya más rápido, que le deje follarse su boca, que se meta todo ese pedazo de carne grueso y palpitante, que le rebota entre la lengua y el paladar, y que toma una iniciativa como si tuviese voluntad propia, dejándose besar y lamer, y moviéndose ante un mordisqueo que le ha resultado simplemente encantador.

Naruto la saca, tomándola desde la base, y comenzado a chupar por cada rincón, entre la piel sensible del pirineo, justo arriba de los testículos, y a la vena más gruesa que se satura de pasión, de sangre y sudor. El rubio sabe, que se le está manchando el kimono, a causa de su erección, escondida de piernas apretadas y alientos suplicantes.

Sasuke el día de hoy esta de humor para hacerlo lento, para tomarse su tiempo y disfrutar de todos los mimos, a veces rudos, de hombre de ojos azules, que le aspira hacia dentro, comiéndole cada parte, arañándole las caras internas de los muslos y usando la saliva que se le escurre, entre los labios y la polla, como un lubricante natural.

Naruto se satura, del sabor a hombre y masculinidad. Sasuke tiene los ojos clavados en su espectáculo personal. Naruto eleva los suyos, con la polla rellenándole las mejillas, y la lujuria borrándole ese azul celeste y dejándole la oscura pupila dilatada, como un gato viendo a través de la oscuridad a su presa.

Sasuke sonríe, llevando sus manos hasta el rubio cabello, y enredando los dedos en las hebras, las hala hacia abajo y luego las desprende para halar hacia arriba, repite el movimiento como si fuesen unas riendas de caballo que dirigen a Naruto a atragantarse para después dar besos de mariposa a la punta del pene que se chorrea con descaro. Sasuke enfatiza, ese control que tiene, para cada uno de esos movimientos, empujando su cadera hacia adelante, enterrándose aun mas en la cavidad bucal, y relamiéndose los labios ante  la excitación de Naruto que se deja hacer dócilmente, antes de volver a recuperara un poco de conciencia y mordisquearle en forma de protesta.

Naruto jamás será un simple receptor. No es como los otros del lugar que se dejan caer de espaldas contra el suelo y se abre de piernas, apretando los ojos e ignorando lo que hacen. Como si no fuesen ellos, como si no estuviese pasando, porque ellos están lejos, en lugares que no huelen a porquerías y con asquerosos viejos engañando a sus esposas por un poco de dinero.

Naruto sabe que es diferente, que él no es el deshago en turno de un hombre poderoso, que se ha escapado, con adrenalina, demasiado dinero y mucho alcohol en la sangre. Naruto es el único para Sasuke. No existe nadie más que pueda ponerle un dedo encima, ni que pueda pagar la cuota mínima que la dueña del lugar le ha puesto a su culo por ordenes del menor de los Uchiha, que da una sublevación sustentosa al lugar para hacerse de privilegios que nadie más que un futuro cabeza del clan podría.

—Naruto

Tiene un escalofrió en la espina dorsal, cuando la velocidad aumenta, cuando a Sasuke se le vuelven errático los movimientos mientras le estruja del cabello, y su polla se raspa contra sus molares y chocan contra el interior de sus mejillas, su polla está más dura, y el pre seminal se resbala, como si fuese una fuente abierta, es salado, espeso y viscoso, escurre con lentitud sobre sus papilas gustativas y se revuelve con el sabor de sake de flores de Sakura que apenas y si alcanzó a probar antes de que Sasuke le tomara de la mano para acercarlo hasta él y juntar sus labios.

El sabor de la boca de Sasuke es único, sabe a grandeza, a necesidad, a deseo y dependencia. Sabe a fortaleza y vida. Sabe simplemente a Sasuke, no existe cosa que el rubio ames más que eso. Con la textura de su cabello sobre el rostro y sus enormes manos frías sobre el cuello.

Sasuke se aleja, sacando su polla de esa boca caliente. Y dejándose caer de rodillas, empujando al rubio hacia el suelo. Y cubriéndolo con totalidad con su cuerpo.

—Date la vuelta Naruto

Y el rubio obedece, girándose sobre sí mismo, sacando los brazos del kimono y quedando desnudo, flexiona las rodillas y levanta el trasero, se apoya sobre los codos y esconde el rostro entre sus brazos, siente los besos sobre el cuello, bajando por la espina dorsal y deteniéndose justo sobre el inicio que separa sus glúteos. Hay devoción y cuidado cada vez que los labios de Sasuke le tocan la piel. Naruto casi quiere girarse y decirle que no lo haga, que se deje de esa mierda de delicadezas, que nunca ha sido así, y que no tiene que empezar ahora, que entre ellos todo siempre es rudo, violento y a tropezones, haciéndolo sobre la mesa de la comida o empotrado contra el closet.

Pero hay algo que lo detiene de hacerlo, quizás que Sasuke no haya pronunciado nada más que ordenes y su nombre, sin insultos que son las palabras secretas de cariño en un lenguaje de ellos dos, o que haya extendido el límite para escuchar las historias que tiene que contarle y que se le han acumulado como futuras cosas que relatar solo a Sasuke, por el tiempo lejos.

Los dedos de Sasuke hurgan por su hendidura, se sienten resbalosos y separan su entrada. Hay algo hirviente y carnoso enterrándose. Es la lengua de Sasuke sobre su ano. Colándosele en las entrañas y dilatándole como nunca antes. Ambas manos le separan las nalgas y Sasuke comienzas con un chupe y saca que hace que Naruto se muerda los labios y grite en soprano, con gemidos que se adhieren en las paredes y que luego él enmarca. Como noches de risas tontas, de caminos que no se pueden tomar y de millones de  “y si…” que nunca realizara.

La lengua de Sasuke, se siente mas cerca de los testículos y al mismo tiempo lamiendo como un gato la entrada, aplastando contra los bordes y hundiendo la cara. Las olas de aire, que es su respiración, se deslizan sobre el coxis mientras que sus dedos pulgares, masajean los costados de los glúteos en movimientos circulares.

Y Naruto ya no le importa, si no es como siempre, si hay algo diferente y que no termina de encajar, arroja su trasero contra Sasuke, buscando mas de esa lengua dentro de él, y pidiendo, de forma inconsciente por algo más grande, que se le aloje en su interior y que pueda sentir hasta la última de sus células. Quiere estar tan lleno de Sasuke, en cada parte, en cada hendidura, en todos los sentidos, hasta considerarse mareado y a punto de explotar.

Se empuja contra Sasuke, de manera frenética, con la suplica evaporándosele con las traspiraciones de la piel, con gimoteos de los que una vez acabado la ronda el Uchiha se burlara, porque se ha portado como lo que es, una puta, para el deleite y diversión del más alto.

Y Naruto piensa que está bien, que aguantara las pullas infantiles y que contestara mal, antes de arrojarse contra él y dejarse comer a besos chantajistas, que le harán callarse. Porque Sasuke ama los silencios. Son su parte favorita, de respiraciones agitadas, de recuperar el aliento y el corazón bombeando a su máxima capacidad.

—Inclínate— Sasuke está sobre su espalda, susurrándole en el oído, alzándole el trasero y cogiendo una almohada alargada para ponerla bajo su cabeza.

Naruto da un respingo, la polla de Sasuke, húmeda y dura, se le restriega, en las zonas que Sasuke dilato, embardunada de loción sacada de debajo de la mesita cercana. Le pasa un brazo por debajo del tórax y le mantiene firme con una mano sobre la cadera, Naruto gira el rostro hacia la derecha para verlo, posicionando de rodillas tras de él, con el torso ancho y los hombro rígidos. Colocando su polla justo sobre su entrada, ingresando de un solo movimiento.

Naruto ahoga el grito entre sus cabellos y la almohada, con los ojos llorosos y la maldición en un murmullo de delgada voz. Respira profundo, con el gruñido de Sasuke acompasándole, pues  cada vez que inspira una nueva bocanada de aire, su estrada se contrae y aprieta la polla en su interior. Duele. Duele lo suficiente para que las lágrimas se le salgan y humedezca la tela de la almohada.

Sasuke que nunca ha sido de palabras de consuelo, demuestra su preocupación, inclinándose de nuevo, acariciándole la espalda y manteniéndose quieto. Haciendo uso de todo su autocontrol.

Naruto, que con la ternura explotándole en el pecho y la herida de sus paredes adecuándose a cada porción de Sasuke, da un gimoteo lo suficientemente alto para que Sasuke entienda, como es que todo se había reconstruido durante su ausencia. Demostrando la fidelidad de una forma diferente a las palabras. Porque Naruto solo es de Sasuke y eso jamás cambiara.

El rubio lleva su brazo hacia atrás, con la mano al aire que se encuentra en unos segundos con los de Sasuke. Sus dedos se entrelazan y él sonríe, con una mueca de satisfacción que nadie puede ver pero que le hace incorporarse lo suficiente para cambiar el ángulo de la penetración.

Ahora Sasuke apunta hacia la próstata, alojándose en ella, tocándole la puerta con insistencia. Cierra los ojos. Apoya sus manos contra el suelo y empuja las caderas contras las del Uchiha. Sasuke entonces sale por completo antes de volverse enterrar y ahora si Naruto comienza a maldecirle en voz alta. Por bestia.

Hay unos dedos pellizcándole los pezones y la voz de Sasuke mascullando la vista de su culo comiéndole la polla a lo que Naruto se empuja mas, evitando que el miembro salga de su interior y ganándose una mordida sobre el cuello que le hace vibrar y comprimirse.

Y todo es un estallido de sensaciones cálidas y palabras incompletas, con el sonido de los testículos colisionando contra sus nalgas calientes, inundando la habitación. Naruto boquea por aire, con la frente pegada al suelo y la saliva resbalándole de los labios, saca su lengua como un perro jadeante.

Hay mucha fuerza en cada embestida, como si tuviese un mensaje oculto que los ojos del rubio no alcanzan a enfocar. La voz de Sasuke se escucha lejana, Naruto rota las caderas, para acomodar sus brazos y apoyarse en los codos, levantando la espalda y empalándose sobre la polla de Sasuke, que le hierve en las entrañas y le alcanza a acariciar el corazón.

Gira el rostro y se levanta, ayudado de sus rodillas flexionadas y el impulso de sus manos, obliga a Sasuke a retroceder, pegando su espaldilla contra el tórax del más alto, llevando sus brazos hacia atrás para acercar más a Sasuke por los cabellos, sintiendo sus aliento sobre la mejilla y el beso fantasmal en las comisura de sus labios.

La piel, de un blanco enfermizo se siente fría, a pesar de los movimientos, el esfuerzo y el sudor. Son ondas frescas que le derriten los poros y le erizan los vellos de los brazos, deja caer su cabeza sobre el hombro de Sasuke, llamándolo sin voz y mirándolo con los ojos entrecerrados.

Sasuke le toma el mentón, y le acerca el rostro, sus labios se encuentran y Naruto da un suspiro de satisfacción que es comido por la golosa boca del de ojos oscuros.

La luna se cuela por las mamparas de papel de arroz, y la textura del tatami se le tatúa en la piel. Naruto continúa empujándose, jalándose, gimoteando y rogando por más. Más besos, más caricias, más profundo, más adentro. Más de Sasuke. Más. Más.

Sasuke sale de él, lo toma de la cintura y le gira sobre el suelo. Le abre las piernas, le levanta medio cuerpo y de nuevo ya está adentro,  moviendo las caderas a un compas más rápido.  Sosteniendo al rubio en un medio abrazo, cubriéndole la frente con la mano libre y bebiéndose el aliento que a Naruto se le escapa al ritmo de las lágrimas.

Porque casi puede entenderlo, ese comportamiento errático, dominante y exponencial. Sasuke se quiere quedar ahí, alojado en Naruto. No quiero dejarlo.

Naruto se abraza de su espalda, sintiendo de pronto un nudo en la garganta, reparando en las piezas de ropas desperdigadas alrededor  de ambos y notando que ese no es uno de los trajes normales que Sasuke viste para su trabajo. Ese es más formal, lo componen más prendas, está cargado de un diferente significado, ese que conlleva compromisos irrompibles y ceremonias de unión. Cierra los ojos y eleva el rostro, para volver a besar a Sasuke, para olvidarse de lo que eso simboliza. Para ignorar lo que su mente está empezando ha entre tejer y poner toda su atención en el hombre que dice su nombre como si no existiera nadie más en el mundo.

Sasuke se tensa y entierra el rostro en la curvatura del cuello del rubio, Naruto contrae el vientre y con sus piernas empuja más hacia él, al de cabellos oscuros.

Sasuke se está corriendo en chorros intermitentes, mientras le susurra algo al oído, como una confesión que no diría en ningún otro momento que no fuese ese, en la culminación.

Naruto asiente, retirando sus brazos, liberándolo de su agarre. Sasuke se eleva, apoyando sus codos a los costados del rubio. El de ojos azules le sonríe. Sasuke quiere llorar.

— ¿Estás seguro de esto?

Tsunade, bebe un trago mas de sake, recargando la mitad de su cuerpo contra la mesa y con la mirada hacia el jardín, el sonido del agua sobre el bambú, las cigarras cantando, los rayos de sol colándose a través del follaje de los arboles, y el calor. Es verano. Y las voces de los niños se escuchan en el camino de la ladera sur. Son lejanas y rebosan de pueril inocencia. Ellos están tres calles más allá. Fuera de los límites del distrito. Casi todo un mundo aparte de esa posada de dos pisos, con barrotes y altas murallas.

Naruto dobla la última de sus prendas y la guarda en una maleta improvisada hecha de tela y cordeles marrones. Alza el rostro para ver a la rubia mujer, con la pipa a su lado, consumiéndose en un dulzón aroma, y la botella del alcohol contoneándose en su mano derecha. Tiene un gesto aburrido, casi distraído, como si estuviese ella sola y el hombre de ojos azules fuera un objeto más de la habitación.

El rubio sonríe, la vieja dama siempre ha sido así, cuando uno de sus polluelos ha aprendido a volar. La iluminación del sol le esconde lo acuoso de sus ojos almendrados. Tsunade se obliga a darle la espalda a Naruto como un trámite necesario, para no girarse y ofrecerle su cuidado, como una madre que se niega a que su pequeño se aparte de su lado. Pero Tsunade no es madre, ni de Naruto ni de nadie, su sentido de la maternidad se le muro con el ultimo ovulo muchos años atrás. No, incluso fue antes, cuando su amado novio murió de cólera, en un rincón de su natal aldea y ella no pudo hacer nada.

Siente unos brazos rodearle la espalda. Aprieta la botella de sake y trata de no corresponder el abrazo, con el cuerpo tenso y los ojos ardiéndole.

Naruto es el más preciado dentro de todos los que ocupan una habitación del lugar y trabajan para el sustento de ese que es su hogar, y de una calidad de vida un poquito mejor que solo arroz y carne una vez a la semana. Naruto es la alegría del lugar, con su acento extranjero que no termina de dominar y con sus rasgos de británico perdido en un país de negro, ojos pequeños, honor y tradiciones.

Naruto es aún, el niño de 12 años, muerto de hambre, lleno de golpes y con mucha convicción para sobrevivir. Es la fuerza, que no se deja vencer, y la voz de las ilusiones que todos tienen pero que nadie expone por temor, no ha que alguien las sepa, sino a que nunca se hagan realidad y se queden ahí, muertas antes de siquiera despegar.

Naruto ahora tiene 26, el cuerpo se le ha desarrollado, de espalda ancha, brazos fornidos y piel tostada, por su tiempo invertido en el jardín y en tareas pesadas, que ningún otro podría realizar, por el peligro de lastimarse y dejar de ser mercancía de buena calidad.

Naruto ya no tiene nadie para quien conservarse. Con sus manos llenas de callos, su descuidado aspecto y la sombra de barba que recorta cada tres días. Los kimonos ahora le quedan ajustados. Esta más alto y de hombros desarrollados. Aprieta el agarre sobre la mujer, que increíblemente y por primera vez le parece frágil. Cuando era él quien se refugia en ella.

—Oba-chan— hay dulzura en su voz que a Tsunade le hace cerrar los ojos y recargarse, solo un poco, sobre el pecho de él. — Yo quiero verlo una última vez.

Naruto que nunca se ha resignado a obtener una última petición, ha hecho que Tsunade contacte, después de ruegos insufribles, amenazas de escapar y aventurarse solo por Japón ante uno que otro arranque de impulso, a Jiraiya, ese viejo amigo, de malos hábitos y reputación dudosa, que siempre le ve los pechos en lugar del rostro y que se insinúa como si no hubiese sido rechazado nunca.

Él es un viajero con tintes de escritor, que se oculta con esa fachada cada vez que desea obtener información y venderla. La vida no ha sido muy complaciente con él, arrebatándole a su familia y quitándole a su mejor amigo. Jiraiya ha sabido rodear las curvas y salir lo mas glorificado que se puede cuando ya se ha perdido todo.

Tsunade piensa, cuanto es el cariño que tiene por su, ya no tan mocoso, rubio. Si ha ofrecido de paga un beso por información verídica y rápida del paradero del segundo en línea del clan Uchiha. El viejo hombre, lleno de deplorables costumbres y camaradería antigua. Ha tardado poco más de un año en obtener todo lo necesario para llegar con orientación hasta Nagasaki.

Jiraiya, que ha conocido también a Naruto desde el momento en que se convirtió en un servidor más de esa casa de transacciones complacientes y kimonos caros, tiene un cariño por el rubio que nadie se puede explicar. Naruto es el único además de Tsunade, que regaña a Jiraiya cuando espía a las mujeres en los osen, con la enmienda, que nunca nadie cree, de recabar información. Es con quien bebe, y sale a pasear los días de festival. Quien le ayuda llegar hasta su cama después de una borrachera junto a la rubia y le alimenta cuando se ha gastado todo el dinero en el mismo lugar, con comida, alcohol y compañía.

—Esta es la dirección de la casa

Tsunade empuja un sobre por la mesa, mientras se sacude al rubio que solo ríe, ante lo arisca que pretende ser. Se sienta a su costado y le da un soplido a la pipa para apagarla, la mujer le da una mala mirada que Naruto responde con la elevación de sus hombros. La vieja mujer da un resoplido, no sorprendida de la poca autoridad que influye sobre el otro.

Naruto toma el sobre, con manos temblorosas, como la respuesta a una pregunta que en su momento no se animo a formular, y que le ha tenido con ansiedad por más de 6 años de su vida. Lo abre, leyendo la caligrafía de kanjis que a veces se confunden con números. Él, que ha leído los manuscritos de las novelas de Jiraiya, sabe diferenciar cada trazo. Sus ojos se pasean con devoción, se detienen un momento y regresan hasta el inicio del primer carácter. El sobre, que aún esta abultado, le hace bajar el papel y sacar ese contenido que ha pasado por alto.

Pestañea, sacudiendo la carta, el dinero continúa saliendo del interior. Mira a Tsunade que bebe un trago más antes de regalarle una sonrisa.

—Tómalo como tu liquidación —Naruto está a punto de protestar, de decir que eso es demasiado, y que no lo necesita. Una mano frente a su rostro lo detiene antes de que pueda siquiera abrir la boca —También es de parte de Jiraiya, él sabe lo que un extra puede significar para alguien que se va de viaje por primera vez. Así que guárdatelo Naruto, y si te sobra, cómprame una buena botella de sake.

La rubia se levanta, balanceándose un poco al caminar. No hay palabras de despedidas ni buenos deseos. Tsunade ha dado por hecho que Naruto regresara ahí, hasta ese lugar que siempre ha sido su hogar y hacia ella, que lo ha hecho parte esencial de su vida diría. Naruto puede oír el regaño de Shizune una vez y la rubia se encuentra en el pasillo. Suelta una pequeña carcajada y se guara el sobre dentro del yukata. Mira una vez por la ventana. Con el olor a opio impregnado en la habitación, el perfume de flores, que los baños que la rubia toma, se ha quedado ahí también, fundiéndose en la madera, coloreándole la piel. Soplándole las lágrimas y encendiéndole un poco más, la convicción de ir en busca del Uchiha menor.

Continuara.


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