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Mi amigo ¿con derechos? por HakudiNN

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Notas del fanfic:

Hola!!! !
Estoy muy feliz de publicar algo nuevo otra vez, aunque sea malo u.u...
Espero que ande muy bien, gente wonita!!
Tengo fics sin terminar, lo sé, deberán disculparme por favor, he andado perdida de inspiración y hasta la coronilla de trabajo lo siento u.u..
pero trataré de darme tiempo para lo que más amo y es, escribir !
Tomatazos bienvenidooooss para este fic de mi pareja preferida! MxM!!
¿Quién no ha sufrido esos deslices de borrachera?

Con dedicación especial!

Notas del capitulo:

Es un one.shot...ñam ñam...criticas, tomatazos, comentarios bienvenidos!!

:D!!!

Espero que les guste.

POV MELLO

Baje del vehículo dando tumbos, tropecé con mis propios zapatos y me detuve de la carrocería, riéndome de mi propia estupidez. Un mareo me asaltó en cuanto despegué la mano de la lámina.
El sonido del motor al irse apagando era lo único que podía escuchar en medio de la calle a tan altas horas de la ¿noche? No, era ya madrugada, quizás las cuatro o hasta las cinco de la mañana. Posiblemente más tarde.
Los oídos me zumbaban gracias a todo el retumbar musical al que estuvieron sujetos las últimas horas, el aliento aun lo sentía dulzón y caliente dentro de la boca, producto de los tragos interminables de los que perdí cuenta.
Inclusive podía todavía vislumbrar las charolas de shots que fueron y vinieron…interminables.
En algún momento estoy seguro que casi caigo de la mesa del antro-bar donde estuve subido.
Los pies me punzaban con fuerza, sentía las piernas hormiguearme de forma molesta…y lo peor de todo era que: no me importaba.
Seguía bajo el influjo del alcohol. Era obvio. No es la primera vez que me ocurre, aunque claro, allí, el único capaz de conducir fui yo.
La portezuela copiloto se abrió de golpe, las manos de Matt lo detuvieron de irse de bruces contra el concreto. Me volví con cuidado, para verlo como se deslizaba por el suelo para salir del auto, su auto. Me reí estúpidamente de él.
Los tragos se nos pasaron esta vez. No comprendía porque simplemente negarse resulta imposible cuando alguien grita: “Fondo, fondo, fondo” mientras tienes enfrente un litro de varias bebidas combinadas.
En cuanto te pones en pie lo mejor que te puede pasar es lograr dar un paso, lo peor: arrastraste para salir del auto luego de siete u ocho litros.
--¿Estás bien?—quise saber. Asintió mientras se ponía en pie; esperó para analizar su equilibrio y se echó a andar trémulamente hasta donde lo esperaba—Estúpido borracho—le dije.
--Zorra barata—respondió acercando sus llaves a la puerta. Le esperé mirando sus intentos fallidos por introducirla en el cerrojo, me acerque entonces para intentar abrir, no fue sino hasta el segundo intento que lo logré.
--Podemos dormir en el auto—me dijo en cuanto las escaleras se abrieron paso ante nosotros. Tan intimidantes en nuestro estado que bien podrían significar un reto mucho más grande que aprobar el semestre…una vez tuve que vendarme la rodilla cuando resbalé de un escalón…Aunque claro, tampoco en esa ocasión iba en un estado decente.
--A subir—tajé—Hay que aprovechar que no hay viejos fastidiosos…--el tono en que hablé se me antojó demasiado solemne, no lo pude evitar.
Matt vive solo en la ciudad, sus padres le pagan el departamento mientras estudia la universidad…conmigo. Así que su casa es el único lugar al que podemos ir luego de una fiesta como la que ocurrió.
Normalmente es quien me recoge y me deja en casa, puesto que no gozo de la misma libertad que Matt; sin embargo, en esta ocasión simplemente se le pasaron los tragos, por tanto no arriesgaré a mi mejor amigo a que se estrelle contra algo cuando vuelva a casa.
Nuestra brillante solución:
1. quedarnos un rato,
2. mientras ambos dormirnos,
3. se nos baja la borrachera,
4. Matt sea capaz de conducir hasta mi casa y de vuelta a la suya de nuevo.
Tropezamos y reímos en voz baja de nuestra propia torpeza etílica mientras subíamos.
--Shhhhh—me dijo poniéndose un dedo sobre los labios, tropezando con la pared de una de sus vecinas. Me tomó de una mano para tirar de mí hasta su puerta.
No podíamos ahogar la diversión que eso nos causaba. Definitivamente estábamos ebrios.
Entramos a su departamento a trompicones, encendió la luz para dejarme ver el apartamento que conocía de memoria ya que, pasaba allí la mitad de mi vida. ¿La otra mitad? En mi propia casa, con Matt.
Crucé el pequeño salón, chocando contra su mesa, deteniéndome en la silla y si parar de reír.
--Mello—me llamó en voz baja.
--¿Qué?—inquirí también por lo bajo.
--¿Por qué estamos hablando así?—quiso saber con un cuchicheo.
--No sé—y solté una carcajada. Me acompañó en mi escandalosa risa hasta que el perro del vecino comenzó a ladrar.
--Shhh—repitió acercándose hasta donde me encontraba. Rodeó con sus manos mi cintura para empujarme hasta el dormitorio. Al no ver por dónde iba terminé por tropezarme y caí al suelo. Lo traje conmigo, Matt cayó sobre mi cuerpo, golpeándose una pierna.
Me burlé en voz baja contra su cabello.
--Idiota—musitó.
--Te lo mereces.
--Perra barata—replicó.
--Perro envidioso—respondí con desdén, comenzando a incorporarme. Cuando estuve a cuatro puntos, su mano tiró de mi brazo y caí contra el suelo.
Torpemente se levantó y cruzo la puerta del dormitorio.
--Estúpido, Matt—me puse en pie y llegue a la habitación. No pude ahogar mi diversión y olvidar que estaba molesto, cuando vi que se sacaba la chaqueta y la hacía girar sobre su cabeza.
--¿Qué estás haciendo, perro inútil?—me burlé.
--Estoy…listo para…dormir—balbuceó quitándose la camisa, atorándose con el cuello. No era la primera vez que miraba el torso desnudo de Matt, de hecho podía decirse que hasta lo conocía.
Sin embargo, por alguna razón en esta ocasión su pecho me pareció más firme, su cintura más fuerte…su abdomen más…delineado.
Lo único que atiné hacer fue contemplar atentamente su cuerpo, mordiéndome los labios inconscientemente.
Un acceso de nauseas le hizo doblarse, por suerte fue solo un simulacro. Sacudí la cabeza y me eché a andar lentamente hasta la cama. Me deje caer sobre el colchón y me saqué las botas usando mis propios pies.
Me quité la chamarra, dejándola botada. Tome mi móvil y revisé la hora.
--Estúpido aparato—musite al ver que la desobediente pantalla no paraba de moverse de un lado a otro. Por fin logre enfocar mi mirada: 6:15 am—Mierda.
Era muy tarde, tendríamos muy poco tiempo antes de que el sol saliera y yo…tenía que volver a casa antes de que eso ocurriera.
Arrojé con desgana el celular y miré a Matt descalzarse los zapatos.
--¿Sigues ebrio?—quise saber.
Me miro con ironía. Curioso en un ebrio.
--Puta madre—murmure echándome de espaldas al colchón—Ya valió madre.
¿Por qué repetí maldiciones?
La cama se agitó en cuanto su cuerpo cayó sobre esta, pasando una mano sobre mi estómago para evitar golpearse, abrazándome sin quererlo, dejando su rostro bastante cerca del mío.
--¿Te la van a cargar, Mello?—pregunto con una sonrisa en el rostro. Sus vagos ojos verdes me miraban con expectación.
--Duérmete—ordené.
Se acomodó sobre el lecho, acurrucándose contra mi cuello. Gire el rostro para mirarlo, en esa cercanía apenas lograba divisar sus facciones. Sonreí sin pensar.
Me retorcí para encontrar una posición cómoda.
---Deja de moverte—murmuró sin abrir los ojos. Su aliento con aroma a licor chocó contra mi nariz.
--Me quiero dormir—repliqué.
--Ya, wey*—se quejó abriendo los ojos.
--¿Wey?—arqueé las cejas--¿desde cuándo me llamas “wey”?
--Te digo “barato” y no te molesta—se encogió de hombros.
--Wey…es wey…--expliqué, a mi criterio ebrio ese argumento tenía suficiente peso—así le llamas a Beyond y a….todos.
--Tu muy pinche* especial ¿no?—retó.
--Aunque no lo creas, perro. Sin mí no vivirías—dije con petulancia. Se alzó sobre su codo para mirarme fijamente.
--Sí.
Mi sonrisa se esfumo.
--¿Qué?
--Sí.
--Por eso, si ¿Qué?—mi corazón se agito entonces. ¿En serio Matt aceptaría algo así?
--Solo, sí.
--Mierda, Matt… ¿si, qué?—estaba enojándome, ruborizándome también. Maldición.
--Si viviría—sonrió descaradamente. El fuego de la indignación me hirvió en la sangre, aunque la culpa era mía por ilusionarme con una respuesta distinta.
--Estúpido—insulté, empujándolo con fuerza. Me sujetó para reírse a gusto de mi berrinche.
Y cuando dejé de debatirme…nos miramos fijamente. Su sonrisa fue desvaneciéndose hasta dejar el rostro tranquilo, apacible.
Mi pecho se agito desenfrenado con forme la distancia se acortaba entre ambos, fui cerrando los ojos para hundirme en la oscuridad.
Y sus labios llegaron a los míos.
El calor del alcohol aun calentaba su piel, el sabor de su lengua era tibio pero también picante, irremediablemente la textura del licor…su aliento templado penetró en mi boca, jugueteando con mi propia lengua.
Por mi mente pasó la idea de hablarle, sin embargo, tampoco quería arruinarlo. Así que simplemente dejé guiarme por sus brazos cuando deshizo el abrazo y, sin despegar nuestras bocas, fue colocándose sobre mi pecho, apoyándose con las palmas sobre el colchón de su cama. En esa posición era mucho más profundo el beso, introduciendo su musculo por toda la cavidad, sin espacio entre nuestros labios.
Mis manos volaron por automático hasta su espalda desnuda, cediendo a mi creciente deseo por hundir los dedos en su suave piel. Llevé las yemas a lo largo hasta la cadera, atrayéndolo de golpe contra mi cuerpo, oí claramente el jadeo que aquello provocó, y no mentiré, me sentí orgulloso.
Soy Mello…Mihael Keehl…por favor…
Sentí que sonreía contra mi boca, mordió mi labio inferior tirando suavemente de él. Me estremecí.
Bajó los labios por mi mentón, rozándolo apenas, siguiendo su camino por el cuello donde se refugió para delinearlo con la punta de su lengua, al tiempo que sus manos bajaban de mis hombros hasta la cintura.
Vibraciones ardientes palpitaron contra mi abdomen.
Sujeté su cinturón hasta la hebilla para luchar por sacárselo. Introdujo las palmas por debajo del chaleco, despertando hormigueos contra la piel; boté lejos su cinturón.
Bajó con una mano el cierre de mi ropa, dejando a la vista mi pecho. Lo miró un segundo.
--¿Qué?—exigí saber, jadeando.
--Me gusta—dijo simplemente contra la piel, mordisqueando un pezón. Me agité sobre el lecho, ahogando sin mucho éxito un gemido gutural.
Bajó la lengua por mi torso hasta el ombligo, delineando con su saliva hasta mi vientre…
Palpitares ansiosos contra mi pantalón llamaron su atención.
Me mordí el labio…que interesante, mi visión iba y venía…borroso…sigo ebrio…
Oí un cierre…no estuve seguro ¿el suyo o el mío?
Se elevó nuevamente hasta mi altura. Sus ojos verdes lucían apacibles…casi…dulces.
--¿Qué? ¿Quieres un pinche instructivo?—ironicé exasperado, la sangre seguía acumulándose en mi entrepierna.
--Quiero tu…permiso—balbuceó.
Aquello me sorprendió en serio. Hasta ahora éramos Matt y Mello…Mail Jeevas y Mihael Keehl…un par de partidarios (y ejecutores) de la política sin relaciones ni complicaciones.
Una noche, sexo y sin nombres de por medio.
Aunque nunca juntos…siempre nos ayudamos, nos tapábamos el uno al otro, mas nunca nos atrevimos a acercarnos…
La amistad era mucho más fuerte que eso.
Me quedé callado un segundo.
--Aplicaré la filosofía: el que calla…otorga—sonrió de forma dulce acercando la punta de su lengua hasta mi vientre, rozando con la caliente humedad.
Se me erizó la piel.
Lo decidí: permanecería en silencio entonces.
El filo de sus dientes rasguñó suavemente mi abdomen mientras sus hábiles dedos se deshacían de mi pantalón llevándose consigo mi ropa interior también.
Ahogué un gemido gutural aunque la ansiedad estaba carcomiendo mi raciocinio. ¿Qué estaba esperando ese perro ebrio?
Entonces su lengua lamió el largo de mi sexo, concentrándose en la punta para rodearlo con su boca e introducirme a una deliciosa cavidad caliente. Aferré las sábanas con ambas manos, arqueando la espalda.
Se detuvo.
Alcé la vista, todavía borrosa. ¿Había dos Matts? No, solo estoy mareado…Aunque deseo que haya dos Matts…¡lo que haría ahora con dos Matts!
Él me miraba desde debajo de sus mechones rojizos, succionando la punta con cuidado, despertando sendas punzadas de placer por todo mi cuerpo, en especial la entrepierna.
No supe porque a decir verdad, me avergoncé de que mirara que me mordía los labios. Cubrí con mis manos sus ojos, apartó el rostro y aferró mis muñecas contra la cama, succionando de golpe todo mi miembro.
Se me escapó un jadeo. Su lengua rozaba mi piel cual caramelo, su boca era caliente por dentro…Sus manos sujetándome con fuerza.
Me tensé sobre las cobijas, sintiendo como me envolvía en una manta de placer. Luché por zafar mis manos conforme la sensación crecía, usé toda mi fuerza para soltar una mano y enterrarla en los cabellos de Matt cuando sentí venirme. Arqueé la espalda cuando el clímax alcanzó el final.
Estaba relajándome apenas cuando el peso del perro volvió sobre mí de golpe, aplastando mi sensible miembro con su suave piel. Me puse duro al contacto.
Aferró mis muñecas sobre la cabeza mientras delineaba con su lengua mi cuello, mis piernas se acomodaron para rozar con mis rodillas su cadera. Aferró con una sola mano las mías al maniobrar con su cierre. Fue glorioso el sonido del zipper.
Mordí sus labios en un ataque de ansiedad, introduje mi lengua en su boca cuando logré que la abriera.
La punta de su sexo, duro, rozó mi entrada casi como pidiendo autorización. De nuevo preferí el silencio. Comenzó a entrar lentamente pero firme. Mi respiración se agitaba conforme sentía su miembro palpitante dentro…hasta que, de una sola embestida, entró por completo.
Me encogí al instante, experimentando un maldito dolor hijo de puta que estaba ardiéndome como una mierda…
Matt se congeló contra mi clavícula, besándola y lamiéndola. Mordisqueando hasta la garganta.
--Relájate—susurró con la voz ronca. Mi sexo palpitó ansioso en medio de ambos al escucharlo.
--Más te vale, que valga la pena—dije. Él sonrió socarrón.
No respondió, simplemente comenzó a embestirme con fuerza, levantando mi cadera del lecho y logrando que enterrara las uñas en su espalda.
Mi extensión bailaba en medio de ambos estómagos, embarrándonos a ambos con aquel líquido transparente.
Sentía el cuerpo de Matt presionar el mío, introduciéndose y saliendo a un ritmo jodidamente excitante.
Me vi cara contra la cama, con Matt volviendo a entrar, mordiendo mi oreja y lamiendo el lóbulo. Cerré los dedos entorno a las mantas.
Matt gemía contra mi nuca, erizándome la piel. Jadee contra la cama, buscando con los labios los suyos.
Sentir su aliento jadeante contra mis labios provocó que mi presionado sexo palpitara ansioso, hormigueos recorrieron mi cuerpo cada vez que Matt embestía con fuerza.
--Mello…
Si dije su nombre, no estoy seguro, estaba demasiado perdido en el alcohol y en el placer que no recordaba más que mis gemidos contra el colchón.
Su cama se agitaba con violencia.
Más y más duro, Matt.
Ya no hay dolor…Matt…
Matt…
Matt…
Matt…
¡Matt!
Mierda…Matt…esto es…
Sentí que su torso se apartaba de mi espalda sudorosa, por debajo de mis cabellos desacomodados lo visualicé hincado con mi trasero en medio de las rodillas. Mirando con atención su trabajo.
Sus manos entorno a mi cintura…Mi sexo palpitante.
Demonios, Matt…
Oí su respiración agitada al son de las embestidas, cada vez más rápido.
Mordí la colcha.
Gimió una última vez con fuerza, tensándose sobre mi cuerpo. Su esencia caliente me recorrió por dentro.
Pasó medio segundo antes de que girase para mirarme de frente, aferrar con su mano mi miembro caliente y masajearlo el minuto faltante para que volviera a derramarme, esta vez, sobre el rostro inocente de Matt, ensuciando sus cabellos.
Jadee con fuerza cuando el orgasmo recorrió mi sistema nervioso, y seguí haciéndolo cuando su boca lamió la piel de mi extensión en ese estado tan sensible…y siguió por mis testículos…
Y por fin, mi humanidad se relajó.
Cerré los ojos tratando de normalizar mi respiración. Supuse entonces que no le atesté un buen madrazo* cuando me movió cual muñeca, debido al alcohol o a la excitación.
Oí como se acomodaba a mi lado, se removía bastante así que quise decirle que se estuviera quieto de una buena maldita vez. Las mantas me cubrieron del frio.
Abrí los ojos girando el rostro para encontrarme con Matt acurrucándose contra el colchón. Tuve que sonreír.
--Mañana encontrarás en el espejo empañado algo como: jódete, Matt, no debió pasar—dije con sorna.
--Jódete, Mello, lo bailado ya nadie me lo quita—habló con una amplia sonrisa sin abrir los ojos aún.
--Idiota—me acomodé para intentar descansar.
--¿Te llevo a casa?
--Sigues ebrio…
--Y feliz…
--Imbécil.
--¿Estás feliz?
--No estoy triste.
Ensanchó el gesto.
--Sé atender bien…
--Cállate, perro. Eres mi amigo.
Abrió los ojos entonces sumergiéndome en su líquido color verde.
--Me gusta ser tu amigo—dijo antes de rodearme con su brazo y acomodarse contra mi hombro--con derechos.

Notas finales:

Si lo sé, Mello siempre es seme para mí...este es el segundo fic que es uke...no sé no sé ñam ñam

RR???

Gracias por leer!

Bshooos tronadhoss

y

sensualeezz!!


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