Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MI CORAZÓN ES TUYO por NYUSATSU NO AI

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola, les dejo una historia propia, es decir, a mi me sucedio. Cuando porfin pude escribirla, decidi cambiar los personajes y crear un Shonen, espero que les guste.

Esta es la historia de mi vida...

Notas del capitulo:

Les dejo una historia de mi vida personal, solo les hize algunas modificaciones para convertirla en Shonen, espero que les guste. Agradeceria sus comentarios.

¿Alguna vez has perdido algo que te doliera tanto que creías no poder reponerte a su ausencia?  Yo sí… yo lo perdí todo y en un mismo día. Y el dolor por la pérdida termino congelando y endureciendo mi corazón. La forma en que sucedieron las cosas no me dio tiempo de la posible y necesaria preparación, aunque siendo franco, no creo que una persona pueda prepararse ni en toda una vida para algo como esto. Y es que, el doctor había dicho que en unos días, el estaría como nuevo y que entonces podría ser dado de alta. Pero después de una semana más,  que le siguió a esos prometidos  días,  fiebres  nocturnas y problemas respiratorios lo habían terminado alejando de mí. – Agua en los pulmones –.  Ese había sido el devastador veredicto que acabo con mi paz y posteriormente con su frágil y cansada vida.

En un primer momento me compadecí de mí y de mi mala suerte, pues no hacía mucho que acaba de salir de algo así, o por lo menos muy parecido a una relación, en la que había comprobado lo viles, falsas,  descaradas  y convenencieras que pueden ser algunas personas. La decepción había sido tal, que justo después de terminar con eso, decidí vengarme del primero que tuviera la mala suerte de  cruzarse en mi camino. Entonces llego el, pero apenas habían pasado escasas dos semanas, cuando supe que no pondría vengarme, al menos no con él. No con alguien tan ajeno a este contaminado mundo, no con alguien que por cada desprecio que yo le hacía, me llenaba de sus atenciones, que por cada reproche sin fundamento que  yo le hacía, el aceptaba la culpa de lo que no había hecho y me premiaba con su presencia, su afecto, su voz y su inigualable filosofía.

Fue entonces que cambie el ¿Por qué a mí?  Por el ¿Por qué a él?                                                                              Sí, es verdad que  yo perdía al no tenerlo como pilar en mi vida, pero sin duda, él era quien más perdía. Su precoz y  prometedor futuro como filósofo o profesor de literatura, se había reducido a un frio e incómodo  ataúd de madera, la más fina madera, pero no por ello más acogedor. Lo trágico de la situación era tan notorio como el dolor que su partida dejo entre los que lo amamos. Recuerdo ese día con total exactitud, pese a mi mala memoria, sé que esto, simplemente no podría olvidarlo. El frio cuarto de hospital, el molesto olor a medicinas y cloro, el leve sonido del gotero sujetado al suero que lo mantenía más o menos alimentado, su pesada y cansada respiración pese a tener el respirador en la nariz. Sus ojos que una vez fueron hermosos y refulgentes y que ahora se veían empañados por un velo gris, sus cabellos alborotados por el roce de su almohada, sus labios agrietados y casi blancos, mismos que tuve la oportunidad de probar cuando aún  eran suaves y sedosos. Su mano frio contra la mía, y entonces supe que era el, marchitado por la enfermedad, pero a fin y al cabo el, era su perfume y el olor natural de su piel lo que amaba y deseaba,  en un cuerpo ahora agotado después de tanto luchar, pero al fin y al cabo el hombre que amo. Atractivo y caballeroso como desde el primer día.

Sus últimas palabras fueron para animarme, él era quien moría, pero en ese momento creyó que era yo quien necesitaba de afecto y de apoyo. Yo que me quedaba en un mundo que él amaba y al que ya no pertenecería. – Hanny… – era así, como solía llamarme cariñosamente. – Sé que no debería alardear sobre lo obvio pero…– era notorio el esfuerzo que hacía para hablar. Y quizá fue el terror que me producía no volver a escuchar su voz lo que me hizo que no lo detuviese  en su intento. – Debes saber que voy a morir. – ambos nos tomamos un poco de tiempo para asimilar el hecho, en mi caso fue más para detener un sollozo que sentía en mi garganta, sabía que iba a morir, el doctor nos lo había dicho desde hacía  varias horas. Pero no me resignaba, aun esperaba para él, uno de esos extraños milagros que luego suelen suceder, pero él se sentía tan mal que prefería eso a esperar junto conmigo aquel milagro.

- Eso no es verdad… van a hacerte otros estudios, ellos…

- ¡Hanny! –  me interrumpió. – Ya no, créeme cuando te digo que han hecho todo lo posible. Ya me canse, no quiero que me sigan lastimando, no quiero más estudios.

- No me pidas que no haga nada… que te deje ir así como si nada. Es imposible, no la hare. No le daré el gusto de llevarte con ella. No sin prestarle batalla.

- Johan, la muerte no es la enemiga, es la vida la que juega sucio, la que te niega  sus bondades cuando menos lo esperas y cuando más las estas disfrutando. La muerte solo viene a mitigar el dolor que el egoísmo de la vida te produce. – debió ver la terquedad en mi rostro por lo que dejo a un lado su cátedra sobre la vida y la muerte y se puso muy serio. – es mi decisión y la he tomado. Este es mi deseo y quiero que lo respetes.

Me dejo impotente, era su deseo, y quien era yo para no cumplírselo, cuando el me había dado tanto y más de lo que yo había deseado. Por  primera vez, el silencio fue insoportable para mí, normalmente disfrutaba tanto de esa quietud, pero ahora me parecía el ruido más atronador, y quise hablar, pero mi voz se quebró y me note temblando y lleno de miedo. Miedo por él, por mí, por mi futuro y por el que el ya no tendría.

- Amor,  sabes que te quiero con toda el alma… – su voz fue apenas un susurro y el terror de perderlo me invadió. – Debo dejarte libre el camino para que seas feliz. No tienes que seguir sufriendo  mi lado.

- A mí, me duele saberte enfermo. – me acerque hasta él, y sujete su rostro entre mis manos. – yo no sufro a tu lado, en todo caso, sufro contigo, yo te amo… ¿Cómo tengo que decírtelo para que me entiendas? –  En todo caso, sabía que no podría seguir conteniendo mis lágrimas mucho tiempo más.  Las sentí derramarse de mis ojos y algunas cayeron sobre su rostro.

- Anoche sin querer te sorprendí llorando, sin que te dieras cuenta, te oí regarle al cielo que te diera valor para decirme adiós. – Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras hablaba, aunque trato de serenarse. – No quiero retenerte aquí, porque sería absurdo y cruel, así que quizá sea mejor que te vayas ahora. Me pondré peor y no quiero que me veas en tan deplorable situación. Recuérdame como solía ser antes de todo esto. A  cambio te prometo que  rezaré para que a donde vayas alguien llene tus ojos de amor y  te de lo que en mí no encontraste. Y también, para que me recuerdes,  me lleves en tu corazón y cada vez que escuches un te quiero, pienses que puedo ser yo. – sus palabras me recordaron lo mucho que me molestaba su dramatismo esporádico. Pero esta vez no hubo enojo en mí, solo el más puro y transparente dolor.

- No tienes que preocuparte por la posibilidad de que te olvide, porque no lo hare. Pero dime, ¿qué es lo que no me has dado como para rezar para que alguien más me lo de? No deseo a nadie más, déjame decirte que para mí fuiste lo mejor y gracias por compartir tantas horas a mi lado. No dudes que…

- Nunca lo dude, sé que me amaste. Y por supuesto que me duele saberte con alguien más, pero eso es lo mejor, a donde yo voy no quiero ni puedo llevarte. Alguien debe acompañarte para esos días en los que te sientas mal, esos días en los que la carga sea insoportable.

- Yo no quiero a nadie más… – levante el tono de mi voz mientras le miraba con recelo.

- Y eso está bien por ahora y seguirá estando bien en uno o dos meses, pero jamás para siempre. Eres una chico lleno de virtudes y amoroso, te queda una vida por delante y quiero que luches, que te diviertas y termines tus estudios. Te deseo vida y salud, y aunque ahora te molesta que te lo diga  espero que encuentres a alguien igual que tú... más a delante.

Ya no discutiría, no me quedaba mucho tiempo con él, y si le hacía sentirse en paz  el decirme aquello, lo aceptaba y lo escucharía. Al final sería el tiempo quien pusiera las cosas en su lugar. Acerque mi rostro a sus pálidas mejillas y repartí besos sobre ellas, mire sus ojos por unos segundos y después bese la comisura de sus labios, al tacto con los míos, resultaron rasposos, pero cálidos y dulces. Hice el beso más profundo y lo vi cerrar los ojos, su entrega resulto total, un acto tan puro y delicado como lo es, el besar los labios de la persona que amas, la más dulce miel, la pasión más ardiente, una vida entera reducida en ese acto. Lo amaba, supo ganarme, deshizo mis barreras mientras me acariciaba con sus palabras, fue la prueba fehaciente de que en este mundo aún hay bondad, amor sincero y que el único interés es el saber bien a la persona que te ama y amarla también.

- Tengo miedo… – dijo cuándo me separe de él, y pese a que aún mantenía los ojos cerrados, algunas lágrimas descendieron por sus mejillas hasta perderse por su cuello. – ni tu ni yo hemos sido muy creyentes, hemos cuestionado demasiadas cosas.

- Solo buscábamos la verdad, una respuesta que nos satisficiera. No creo que haya maldad en eso. – confesé. – realmente no lo creo.

- Después de todo, si existe un infierno, debo confesarte que no quiero ir ahí.

- Apuesto mi alma a que no iras ahí. Todo lo contrario, si existe un cielo al que las personas vayan y estén en paz, tú estarás ahí. O si no, siempre podemos elegir la postura neutral de algunos, solo dormirás.

- ¿Me quieres? – me pregunto de la nada.

- Te amo… ayer, hoy y mañana. – su sonrisa se amplió y fui feliz de verlo tan animado.

- ¿Puedo pedir un beso más?

- ¿Solo uno?

Volví a besarlo, como la primera vez y también como si fuera la última, con desesperación y con el dolor palpitando en mi interior, con deseo y  con un profundo respeto ante su sufrimiento, ante él. Me embriague con su olor, con el calorcito de su piel, con la sedosidad de sus cabellos entre mis dedos, con lo estorbosa que me resulto su ropa, con aquel gemido que se le escapó de entre los labios, con el escalofrió que me recorría el cuerpo cada vez que me tocaba. Y cuando me separe,  el continuo con los ojos cerrados hasta que se quedó dormido. Pero mi niño amado no volvió a abrir sus ojitos, la muerte llego por el mientras soñaba y lo aparto de mi para siempre.

La muerte y la vida habían jugado sucio conmigo, y el desprecio que sentí por ambas fue total. Yo había perdido una vez más,  y pese a la inconformidad de mí ser, me he mostrado pasivo, a la espera de liberar mi alma. He despertado cada mañana deseando que la posibilidad de que  la persona, el amor y el objeto, no hayan desaparecido y que el dolor de su ausencia ya no me atormente. Le prometí seguir con mi vida y eso intento... Todos y cada uno de los dias que me queden hasta volver a estar con el.

Notas finales:

No es facil compartir algo tan intimo, pero a el le gusta mucho que escribiera sobre el, ademas creo firmemente, que todos los que escribimos tenemos el poder de dar vida o muerte e incluso inmortalizar a los que nos inspiran...

¿Que les parecio?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).