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¿Por qué te conocí? por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Personajes pertenecientes a Katsura Hoshino.

 

Advertencias: No tiene un final feliz.

                    No habrá continuación.

Notas del capitulo:

Hola de nuevo, aquí les traigo un One-Shot. Ojalá les agrade.

¿Por qué te conocí?


Capítulo Único


 


Esto es absurdo. Un intercambio de botos, un intercambio de anillos, una promesa de por vida, el reconocimiento oficial de pareja… una boda. Una maldita boda. ¿Por qué la maldigo?... Porque es la boda del amor de mi vida, con alguien que no soy yo.


Es patético el que esté observando esa unión. No puedo hacer nada para impedirlo. Solo estoy ahí, oculto entre el jardín de ese lugar donde ellos están. Allen Walker, mejor dicho Allen Bookman se ve radiante… sonríe con tanta alegría e ilusión que le hacen ver adorable, exquisito… y, Lavi Bookman un estúpido pelirrojo que no le quita la mirada de encima. Ambos de blanco. Ambos frente al altar. Ambos, embriagados de felicidad.


Ellos ahí, haciendo gala de su unión y yo… escondido, mirando de lejos al chico que un día me amó con tanta intensidad que creí que sería para siempre, no lo culpo, no le guardo rencor, todo fue… a cauda de la estupidez mía.


No me había percatado del clima hasta ahora que comienza a llover. Los invitados se refugian en el salón del baile y, los recién casados… ríen, bailan, se abrazan, se besan bajo la lluvia… parecen chiquillos jugando a enamorarse, parecen chiquillos que juegan a haber encontrado el amor.


Yo sigo sin moverme, ¿Para qué buscar refugio? ¿Cómo podría perder de vista esta imagen sacada de una novela romántica? ¿Cómo podría negarme a ver la felicidad de Allen?... Le veo tan sublime como la primera vez que le conocí.


Su aspecto llamaba mucho la atención, no solo por su pelo plata, sus ojos grises y piel marfilada “No es de este mundo” pensé, lo que más resaltaba era la inocencia que desprendía por cada poro de su ser, su voz tan suave que parecía sinfonía, además de ese talento al momento de tocar el piano. Cada pieza que tocaba llegaba hasta lo más profundo del corazón y, si sumaba su voz… era algo para no olvidar jamás.


En ese tiempo tuve la magnífica fortuna de también interesarle, hablamos un poco, tuvimos algunas citas… le propuse iniciar un noviazgo. Le ofrecí mi corazón. Le ofrecí mi vida. Yo, Kanda Yu ofreciendo el corazón, la vida, el mundo… nadie lo creería, nadie excepto Allen a quien le mostré una parte de mí que ni yo sabía que poseía.


Él me amaba. Me entregó todo lo que pudo dar. Me enseñó múltiples cosas, me enseñó a dibujar en el cielo y a tocar el aire con mis manos… me mostró un mundo que jamás me atreví a soñar. Estuvimos tanto tiempo juntos que, creí que nunca sería de mi lado, Me enfrasqué en trabajo, viajaba muy frecuente y como él también tenía una vida diferimos en muchas cosas: yo lo quería sólo para mí, él quería vivir su vida. No lo niego, en cierto punto llegué a verlo como un objeto, un precioso objeto que debía estar siempre a mi lado, sin importar el lugar, sin importar la hora, él debía estar para mí. Y como me amaba, no podría negarse.


Grave error. Él tenía bien en claro quién era, lo que quería y lo que era capaz de hacer. No cedió ante lo que intenté imponerle. Tuvimos discusiones, unas más graves que otras, unas que resolvíamos enseguida y otras que nos obligaron a distanciarnos. Allen es alguien especial, no se dio por vencido, no titubeó en las decisiones que tomaba, incluso me dio un par de golpes cuando me salía de control, me reprendía por sentirme el dueño del mundo, me amenazaba cuando le trataba como una pertenencia, sólo él me hacía entra en razón.


Sin embargo, Allen Walker no era tan fuerte… sufrió demasiado, lloraba cuando no lo veía: después de cada discusión, cuando me encontraba de viaje, cuando le alzaba la voz, cuando perdía el control, cuando me golpeaba para no cometer una estupidez contra él. Mi bello Allen sufría cuando no le veía, sufría por su corazón que tenía en mis manos, le torturaba mi comportamiento materialista, le destruyó el que le viera como un objeto… y yo no lo sabía.


No lo supe hasta que él mismo me lo dijo, cuando me enfrentó y, me dejó. Según él “Es lo mejor que podemos hacer, disolver nuestra relación… no nos lleva a nada bueno, el llorar por ti me mata poco a poco… quedemos en buenos términos, por favor… no quiero odiarte, no quiero tener un mal recuerdo de la persona que llegué a querer más de lo me hubiera podido imaginar”. Su rostro triste y la súplica en sus hermosos ojos grises me hicieron aceptar. De haber sabido que tanto dalo le hacía… el verlo de esa manera, él no hace ni dice cosas porque sí, cuando enfrenta a las personas es porque ya ha llegado a su límite… cuando ya ha tenido suficiente.


Yo solo quería verlo feliz. Creí que si llegaba a amarme entonces estaría a mi lado siempre. Nunca me planté la posibilidad que debía enamorarlo cada día, cada instante que le viera otra vez. Nada es para siempre, ni siquiera el amor si no se cultiva a diario… y yo lo aprendía a la mala. Tenía la tonta idea que él volvería, que no me olvidaría y que me daría una segunda oportunidad, incluso cambié un poco, para él.


La cosa es, mientras yo esperaba su regreso, alguien más le estaba cortejando. Alguien más le ayudaba a sanar su corazón herido. Alguien más se fue ganando el amor que una vez fue mío.


Cuando nos volvimos a ver, tus ojos mostraban ese brillo que cautivaba, tu sonrisa era tan resplandeciente como cuando nos habíamos conocido (tal vez un poco más), tú parecías enamorado… pero dada de eso era por mí. Yo no era el causante de tu felicidad. Ya no.


Me quedé como piedra al verte junto a él. Los dos se veían bien. Me dolió, por estar esperando tu regreso alguien más te ayudó a seguir avanzando, a olvidar el pasado, a olvidarme a mí. Como tonto, seguí esperando que su relación colapsara, que te rompieran el corazón para ir a tu rescate. Una vez más me equivocaba. Él te conquistaba cada día más… pequeños detalles te arranaban suspiros y no te robaban el corazón, tú mismo se lo entregabas. Su amor crecía y crecía hasta terminar en este momento. Su boda.


Los observo de lejos porque a pesar de estar invitado no quiero que veas mi cara llena de derrota. Sólo tú podías leerme… me pregunto si aún podrás. Ya debo de rendirme, oficialmente puesto que, parece que rendí hace mucho tiempo.


Maldita cobardía la mía.


Tú y el pelirrojo ese han dejado de jugar, ya van a celebrar con los invitados que los miran contentos.


Yo los veo tan felices.


Él sigue con sus detalles.


Tú le sonríes con amor.


Yo me alejo cuando ustedes ya han entrado al salón, entraron tomados de las manos y parecían no querer soltarse jamás. Que cruel es ver la boda de la persona que amas… pero si no luchaste por ella entonces, para qué lamentarse. Fue un error que contó caro. Él ahora es feliz y yo sigo pensando en lo que pudo ser de haber sido yo el que estuviera ahí. Que conveniente es el ‘hubiera’, tan lleno de posibilidades… pienso en ellas como regalo de bodas para Allen, también pensaré en lo que arruiné al dar por hecho su amor por mí, lloraré una última vez por la pérdida de su presencia en mi vida… mi regalo, su olvido y, me alejaré bajo esta lluvia que humedece mis recuerdos.


 


 

Notas finales:

Gracias por leer.


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