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Porn Star por AkiraHilar

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Notas del fanfic:

Defteros inicia en la industria del porno y decide compartir su nueva actividad con Asmita y Albafica, sin imaginar lo que provocaría en ellos.

Notas del capitulo:

Defteros inicia en la industria del porno y decide compartir su nueva actividad con Asmita y Albafica, sin imaginar lo que provocaría en ellos.

 

PD: Asmita no es ciego en este AU, usa lentes porque sin ellos si es cegato.

De Asmita haber sabido que su comentario sobre la participación de la obra de teatro a Defteros sería tan determinante en su vida, se lo habría tomado en serio. Incluso luego de la función cuando lo elogió por ser el árbol más duro y realista que había visto en su corta vida del teatro. Claro, jamás en su adelantada mente habría imaginado que tal evento formaría parte de la vida del amigo de ambos, cuya amistad había permanecido incluso cuando estuvieron fuera de Gaia.

La primera vez que supo del nuevo trabajo de Defteros, Asmita se ahogó con la semilla de las uvas y requirió primeros auxilios de su pareja para poder sobrevivir. No se lo habría creído del todo (y no por el hecho de pensar en que Defteros tuviera escrúpulos) sino porque para estar en la industria cinematográfica, era necesario un poco de… actuación. Y dudaba que Defteros tuviera lo suficiente para ello, independientemente del material. Aunque quizás le había tenido demasiada fe a la industria del placer como para pensar que se requerían actuar muy bien para entrar. 

Así había empezado todo. Una tarde en el nuevo departamento que tenía con Albafica, recién iniciando una vida juntos, con Defteros y el nuevo BlueRay de gran calidad con el título: llamas en el volcán. Asmita no dejó de ver de lado a lado la caratula mientras intentaba pensar que tan en llamas y que tan buena sería la idea. Pero si Albafica había aceptado de muy buena manera…

—Promete que no serás cruel. —Le había dicho antes de colgársele en los hombros, volviendo a poner sobre la mesa los centímetros de altura que lo superaba.

—Prometo que me pensaré cada frase antes de decirla.

—Cariño…

—Prometo que no le diré que es un asco. 

La sonrisa de Albafica y su nuevo beso en la mejilla era el preámbulo de la buena recompensa que le esperaba al “comportarse”. Asmita entendía su preocupación, él nunca había sido conocido por endulzar las palabras pero de eso, ya Defteros debía tener toda una cátedra. 

Para la ocasión y como muestra de su gran apoyo moral, Asmita había hecho unos cupcakes en forma de pene que seguro le agradaría a Defteros, con decoraciones inusuales que solo había usado una vez en la despedida de soltero gays que lo habían contratado. Así que estaban frente a la tv plasma, con la película rodando, Coca Cola, desfile de dulces cortesía de Defteros, Defteros en sí, visiblemente emocionado con un cupcake de pene de chocolate y Asmita junto a Alba pensando que cara poner cuando el asunto comenzara.

Como era de esperarse de todo porno que se respete, la historia comenzó con un Defteros llegando a una isla desierta con un volcán, que se encuentra con un lugareño que tenía un taparrabo de ropa interior. No había explicación lógica de qué hacía un lugareño de piel bronceada y rubio con un taparrabo con decoración de animal print en la isla donde Defteros había llegado para ver la actividad del volcán con… solo un jeans y suficientes correas como para dejarlo atado a un árbol.

No había necesidad de adelantarse, Defteros totalmente prendado de la emoción se encargaba de ello. Así que Asmita mantuvo la boca tapada con su mano conteniendo carcajadas y awww cada vez que lo veía agregar algo como:

—Allí viene. Ese es el chico con el que lo haré. Ahora va a sacar…

—Me imagino que su arma mortífera. —La voz de Asmita bailaba antes de sentir el codazo discreto de su pareja.

—¿Qué es lo que va a sacar? —Instó Albafica a que Defteros continuara con su comentario y le tomó la mano desocupada a su novio para tenerlo de “presión”. Ya Asmita conocía la técnica. Ligero apretón: contrólate. Apretón fuerte: te pasaste.

—Su pene. Es enorme.

Era enorme. Asmita casi dejó caer la quijada cuando el tipo en cuestión se quitó el taparrabo mostrando algo que no debía ser de este mundo, menos si no estaba erecto.  Hasta la elocuencia de Defteros quedaba pequeña para «eso».

No tardó más de medio minuto para que comenzara el concierto de gemidos muy bien acompañado de una música de los 90. Asmita apoyó su espalda al respaldar, cerrando bien sus piernas mientras le pasaba el boll de palomitas a su novio, quien no quitaba la mirada de lo que estaban viendo en la TV. Defteros ayudaba con sus descripciones estilo: eso dolió al inicio, eso me gustó, él me decía cosas raras en ruso; que Asmita se podía imaginar. Finalmente los tres se quedaron callados cuando vino el momento de ser amarrado contra el árbol y estampado contra él mientras la cámara buscaba los mejores ángulos para mostrar la penetración.

Si Asmita contó cinco frases de Defteros en la película fue mucho, pero se dio cuenta que poco importaba cuando… bueno, las imágenes eran así.

Todo hubiera quedado allí sino fuera porque, a la partida de Defteros, los dos habían tenido una sesión de sexo con tal fuego que no podían recordar cuando fue la última vez que literal habían querido arrancarse la ropa. Y si bien ninguno de los dos habló del porqué de semejante despliegue de pasión, cada uno por su lado sabía la razón de ello.

No fue la primera vez que ocurrió. Defteros volvió con otros títulos que demostraban la originalidad en ese extracto cinematográfico, rezando cosas como : “el enmascarado”, “una noche de pasión entre tres”, “lazo de sangre” y otros parecidos que le robaban una tarde de ese fin de semana para compartir entre cupcakes de sabores y comentarios al estilo de Defteros que solo aumentaban la expectación. Para la quinta función grupal “Love Boat”, Asmita estaba seguro que algo no estaba bien. No lo estaba si estaba esperando el día de la tarde cinematográfica porno con Defteros porque sabía que Albafica iba a estar en su “mejor momento”.

Tras la película, la pizza por encargo y la despedida de Defteros, ocurrió lo que ya ambos sabían: otro de esos arranques sexuales que los dejaba exhaustos y satisfechos. Ya en el mueble, desnudos y pegajosos de sudor y sexo Asmita vio necesario por fin dar voz a la duda que venía masticando desde días atrás, cuando supo que Defteros tenía otro título que mostrar y Albafica lo había invitado de nuevo a ir.

—¿Quieres que compremos películas pornos? 

El rostro de Albafica, aún atolondrado por el reciente orgasmo lo miró por un segundo, antes de decidir enfocar sus celestes a un punto muerto de la casa, señal fidedigna que confirmaba uno de sus temores. Sí estaba pasando algo y sí había una notable diferencia entre el sexo que tenían con el sexo que pasaba después de las películas con Defteros. Asmita quería al menos convencerse de que el porno era la respuesta.

—Podríamos intentarlo.  

Y lo hicieron. Compraron tres películas pornos con títulos que no tenían que envidiar a los anteriores, y tras prepararse con suficiente lubricantes y juguetes sexuales, decidieron tener una noche intima de ellos dos con porno buscando recrear el efecto. No ocurrió. Por mucho que intentaron intensificarse con los besos y caricias, ambos sentían que había algo anómalo, como si hubieran esperado una reacción que no lograba concretarse y que no tenía que ver ni con el otro, ni con la película porno. 

Después de una hora de intento fallido, Asmita se rindió. Se dejó caer de espalda a la cama y pasó una mano frustrada por su rostro al tener que admitir que no estaba funcionando. Albafica, como si entendiera esa clase de sentimientos e incluso, casi como si se disculpara por ello, se acercó a abrazarlo y a besarle del cuello a los hombros entregándole consuelo.

Asmita estaba seguro de algo: le encantaba Albafica, le excitaba él. Le gustaba verlo desnudo, le fascinaba tocarlo. Era todo un deleite observarlo reaccionar a cada nuevo encuentro sexual con entrega y apremio. Nada de sus sentimientos a él habían disminuidos, pero no entendía el porqué, a partir de esas benditas películas, al estar con Albafica solía imaginarse a un tercero en la ecuación.  Y se negaba a tener que admitirlo. Sentía que al hacerlo podría hacerle ver a su novio algo que no era. Consideraba que entonces el problema debía ser suyo.

Se tuvo que abrazar a esa fantasía para poder cumplir esa noche. Imaginar al tercero en la ecuación, a Defteros tocando a su novio, a Defteros tocándolo a él. El peso de otro mientras presionaba a Albafica contra la cama al hacerle el amor. Aunque luego se sintiera ruin al sentir que le estaba fallando.

Por ello, cuando Albafica le comentó —con menos entusiasmo que las veces anteriores— que Defteros había sacado otra película y quería compartirla, Asmita no pudo callar. La presión de lo que ocurría con su vida sexual no le permitiría esconder por demasiado tiempo el problema que tenía y no había logrado resolver. Asmita lo sentó en el mueble, tomándole las manos, mientras buscaba las palabras exactas para decir algo que seguramente no sería agradable de escuchar. Pero que era necesario decirlo sino quería que el problema se agravara más de lo que ya estaba.

—No creo que sea buena idea de que sigamos con esto de: cine adulto con Defteros. —Al final lo dijo, así, sin más. La expresión de Albafica parecía interrogarle y animarle a continuar con su explicación, o al menos era lo que Asmita sentía al verla—. Es que… tengo un problema. —Y el silencio le confirmaba el que Albafica también supiera que algo no estaba bien—. Creo que… No sé sí…

—Cariño…

—Me temo que… —Intentó continuar—, que desde que Defteros empezó a venir con sus películas algo ha cambiado en… nuestra vida sexual. Y no hallo el qué. Te amo y sé que eres la persona que más me atrae pero… debo confesarte que… desde que Defteros vino con…

—Asmita… 

—He estado fantaseando con que él está con nosotros. Al tener sexo. Es decir, un trio.

—Trio… —Casi lo dijo como si pudiera de nuevo respirar. Asmita miró fijamente el rostro de su novio, sin saber cómo interpretar eso.

—Lo lamento…

—No, no hay necesidad. Al menos es… trio.

—¿Al menos?

—Pensé que solo pensabas en tú y él…

—¡No! No, siempre estabas tú allí y… —Asmita pestañeó al comprender lo que estaba entre líneas—. ¿No te enoja…?

—No… no estoy seguro. —Admitió Albafica mordiéndose el labio y bajando la mirada hacia donde sus manos permanecían juntas—. Quizás si fueras solo tú y él… 

—No, no solo éramos nosotros dos. Siempre estabas tú… si no hubieses estado tú… Dios, no hubiera podido tocarte. —Suspiró hondo—. Recuerdo que en la kermesse en Gaia él me dijo algo de si no me excitaba ver a dos personas besándose, cuando le dije que no quería verte besando a otros. Que me daba celos. Pero he llegado a imaginarme que él te besa, que yo estoy allí y que aprovecho a tocarte… y no siento… no celos. 

—Creo que entiendo lo que dices. —A Asmita para ese punto le parecía inconcebible el que Albafica pudiera escucharlo sin querer arrojarle los cojines en la cara, pero al verle los ojos, la claridad de su mirada, no estuvo muy seguro si debía interpretar como lo que parecía: comprensión. Como si supiera exactamente de lo que estaba hablando. Y fue eso precisamente lo que siguió—… Yo… también me ha pasado.

Entonces todo tuvo sentido, porque Albafica también venía luchando contra lo mismo y no estaba seguro de qué manera encararlo sin sentir que estaban poniendo en riesgo su relación. Porque se habían dado cuenta que siendo Defteros, no sentían celos, porque Defteros en sí no representaba una amenaza para el otro. La relación que habían cultivado los tres, de extrema confidencia, había destruido esa barrera y había convertido en algo factible aquella fantasía.

Y claro los dos de que la única pareja sexual que habían tenido era el otro, estuvieron de acuerdo al pensar que quizás, precisamente eso, había facilitado que la inclusión de un tercero en sus fantasías fuera natural. Otro cuerpo que fuera desconocido y al mismo tiempo la adrenalina de hacer algo que no era bien visto por todos. Concordaron que, tal vez, era algo que tarde o temprano iba a pasar.

Si iba a haber un momento en su vida y relación donde habría un tercero, Asmita y Albafica estuvieron de acuerdo al decir que querían estar allí. Sin engaños, sino bajo previo acuerdo y con alguien que le transmitiera esa seguridad. Entonces lo decidieron esa noche, en que por fin la relación se avivó con naturalidad, sin necesidad de abrazarse a fantasías ajenas y plenamente libres de sentirse al haberse sincerado. Decidieron que en ese sábado que Defteros iba, lo iban a intentar.

Dudaban sinceramente que Defteros se negara a su petición.

Ese sábado, la pareja se había preparado para la ocasión. No fue que hubieran acomodado la sala ni el equipo de BlueRay para ver la película. Tampoco tenían a la vista los cupcakes. Cuando Defteros llegó miró con algo de extrañeza que nada estaba como lo habían recibido las veces anteriores, pero ni eso fue capaz de borrar su entusiasmo. Entró con su película listo para compartir con sus amigos su experiencia en la industria porno y totalmente ingenuo de lo que pasaba en la cabeza de ellos dos.

Albafica miró a Asmita desde su lugar, con los brazos cruzados y claramente nervioso, como en espera que él quien siempre había sido más fluido en las palabras fuera el que le indicara los cambios de planes. Asmita miraba a su novio, luego a Defteros y con las manos en los bolsillos intentaba encontrar las palabras precisas y el momento adecuado.

Evidentemente, el ambiente de tensión no se pudo mantener por mucho tiempo cuando Defteros notó que algo muy raro pasaba entre los dos. Se rascó la cabeza, se sentó y los miró a ambos con una sonrisa un tanto nerviosa.

—¿Qué pasó?

—Albafica y yo hemos hablado…—Asmita antes de continuar, miró a su novio para cerciorarse de que estaba seguro de lo que iban a hacer. En esos ojos azules vio que aún los planes estaban vigentes—. Queríamos proponerte que… tuviéramos un trío.

—¿Eh? —La cara de despiste de Defteros no había cambiado ni con los años. Asmita enarcó una ceja, casi sonriéndose con ternura antes de proseguir.

—Así es. Los dos hemos hablado mucho y… tenemos esa curiosidad. Y concordamos en que… si sería con alguien ese alguien tendría que ser tú.

Defteros miró fijamente a Asmita primero, antes de voltear hacia donde Albafica estaba de pie, manteniendo cierta distancia. Lo había hecho como si confirmara sus palabras y no fuera alguna broma porque jamás había pensado en la posibilidad de que un evento así se diera, por mucho en que sí hubiera fantaseado con ello.

—Es solo una idea. —Agregó Albafica, al verlo aún indeciso mirándolo a ambos—. No tienes que sentirte obligado.

—Oh… pero, ¿ahora? —Volvió a preguntar con ya un brillo de entusiasmo cobrando vida en sus ojos oscuros. Asmita asintió y Albafica contestó con una sonrisa un tanto tímida. 

—Sí. Si algo va mal, pues… te avisaremos. Aunque dudo que algo vaya mal.

Aparentemente habían llegado a un conceso, aunque nadie pudo hablar de quien iba a iniciar ni quien tocaría a quien, mucho menos de qué posición tomarían. Al parecer iban a improvisar su propia película.

Asmita inició el momento cuando se acercó a su novio con una sonrisa mucho más confianza después de establecer ya los términos básicos para esa tarde. Rio al escuchar dentro de su cabeza una de esas canciones pegajosas que usaban para ambientar la escena porno, y fue directamente por los labios de Albafica, cerrando sus ojos para concentrarse en el solo hecho de besarlo, sin prestar atención en la presencia de Defteros. Sorpresa fue cuando, conforme pensaba y sentía la mirada de Defteros, que adquiría la propiedad de atravesar, su excitación se disparó y empezó a sentirse con mayor necesidad de profundizar sus besos y provocar que entre cada movimiento se escuchara un chasquido húmedo. 

El beso fue suficiente para encenderlos a los tres, sobre todo a Defteros con la estimulación visual quien ya había encontrado una actividad para su mano acariciando su entrepierna mientras los veía. Lo siguiente fue moverse a su habitación, ya que Asmita pensó que hacer el trio en el mueble y con el tamaño de Defteros iba a ser muy incómodo.  Apenas ingresaron a ella, Defteros ni siquiera prestó atención a los detalles de la habitación, simplemente comenzó a desvestirse, dejando caer la ropa al suelo mientras la pareja hacía lo mismo con su compañero. Cuando se hallaron desnudos por completo, Defteros no tardó en escanear ambos cuerpos inmediatamente enumerando las partes agradables y las muy agradables de los dos. Incluso comparado cuánto había crecido Albafica desde que fueron compañeros de clases en Gaia. 

No le dieron demasiado tiempo para admirar —Asmita y Albafica sabían de sobra el cuerpo de Defteros gracias a las películas—, así que decidieron llevar el trio, a lo que era. Los dos rodearon el cuerpo de Defteros para empezar cada uno por su lado a buscar la experiencia que quería y habían fantaseado desde que las tardes pornos dieron su inicio. Y el moreno los había recibido con sobrado entusiasmo. 

La tarde se diluyó entre besos compartidos, caricias exploratorias y gemidos que se fueron intensificando incluso cuando llegaron a la cama. Nunca hubo un orden específico, las acciones se movían conforme la necesidad de los tres y sus manos hallaban espacio para estimular a los otros dos acompañantes sin dejar a ninguno desatendido. Incluso cuando empezaron a masturbarse en conjunto, alternando besos entre el uno al otro y descubriendo puntos de placer cada vez que se tocaban. Si Defteros creyó que con tener una sola corrida iba a bastar, supo que no, no sería suficiente. Porque apenas habían superado los estragos del primer orgasmos cuando empezaron a buscar el siguiente dándole tiempo al cuerpo y aprovechándolo para conocer más.

Entre Asmita y Albafica no le dejaron respiro. Defteros estaba seguro que le estaban castigando deliciosamente por algún motivo que no le quedaba claro, pero que tampoco le interesaba saber. Si lo seguían besando, tocando y mordiendo de ese modo, él feliz se iba a dejar, aunque a veces la sorpresa fuera superada por otra más y él creía casi impensable que los dos, siendo como eran, pudieran buscar tanto de él en el sexo.

Al final, la tarde fue joven y la noche también. Defteros supo lo que era estar dentro de ambos y lo que era tenerlos encima y debajo de él. Solo pararon para compartir pizza, que resultó ser otro agregado para la nueva ronda cuando tenían los dedos llenos de salsas. Y ya, los tres satisfechos, se quedaron dormidos después de horas de intensidad y de protagonizar su propia película de sexo desenfrenado sin límite de tiempo.

Notas finales:

Espero que les divierta tanto como a mi el escribirlo :)


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