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Te amaré por siempre por Akira Lawliet

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Notas del fanfic:

Éste Fanfic fue publicado en Agosto de 2005 en mi antigua cuenta de Noriko Ukai. Le he editado algunas cosas solamente :)

Gracias a Lady Segushi por su Review en aquel entonces

Te amaré por siempre

Por Akira Lawliet 

 

POV de Rukawa

POV de Hanamichi  

 

Lo recuerdo muy bien, fue después del partido que perdimos contra Kainan, se veía tan vulnerable, tan hermoso, decepcionado de su desempeño, acabado y destrozado, recuerdo bien aquellos ojos, la aflicción de su mirada y el quebranto de su voz, todos en el equipo lo lamentábamos, pero en especial él, sentía una culpa diferente, esa tarde todos dejamos la duela pero el dolor nos siguió hasta nuestras casas, nuestro sueño de ganar el campeonato se había trucado.

Al día siguiente me levanté como cualquier otro día, antes de ir a la escuela fui a trotar un rato en la mañana, regresé a casa, me bañé, me alisté y como todos los días fui a la escuela con más flojera que nada, me sentía aún mal por el juego perdido, pero algo que vi a lo lejos antes de llegar completamente a la escuela me llamó la atención. Lo ví, ahí estaba él, tenía algo diferente pero seguía siendo él, - Se ha rapado el cabello –pensé mientras continuaba caminando hasta llegar a donde se encontraba, al escuchar sus razones sin dudar me acerqué más y lo llamé idiota como de costumbre, él se enojó como solía hacerlo y me regresó el insulto, como también solía ocurrir cada que vez que nos encontrábamos en aquella situación 

¿Por qué lo hago? ¿Por qué le insulto o golpeo si cada vez que lo veo no tengo más deseos que abrazarlo y besarlo? Decirle que lo amo, que lo deseo y que lo necesito se han vuelto para mí algo más que un sueño, se han convertido en una necesidad que mi cuerpo pide a gritos, pero mi corazón tiembla y se oprime ante una negativa ¿Qué puedo hacer? ¿Confesarle mi amor o seguir con éste estúpido juego de insultos hasta que uno de los dos se canse del otro? No lo sé, me siento confundido y desesperado.

Los días pasaban y aún no me decidía a hablarle con la verdad, el recuerdo de nuestra derrota seguía en nuestros corazones, sin embargo nadie del equipo se atrevía a hablar ya del tema, yo le observaba todo el tiempo, en clases, en los entrenamientos, mientras el desayuno, en cualquier lugar donde me lo topaba; iba con sus amigos, causaba líos y trataba de quedar bien con aquella chiquilla, vigilaba todos sus movimientos y estaba al pendiente de sus actos, él no lo notaba, ni siquiera se dignaba a verme, se terminaban las clases y se iba a casa, o tal vez junto a aquellos con quienes causaba pleitos y era temido en todas partes. Aun así lucía tan hermoso, tan perfecto, tan niño.

Un día al finalizar los entrenamientos se quedó a practicar un par de tiros, yo le veía desde la puerta y pensaba que se veía muy sexy haciéndolo. Por culpa de mi torpeza se percató de mi presencia y se molestó de verme ahí - ¿Qué haces allí? ¡Ya sé! Quieres robar mis técnicas especiales ¿Verdad? –decía ridículamente mientras hacía un intento fallido por girar el balón en su índice derecho, sonreí y no le contesté, solo me marché donde no pudiera verle, pues al encontrarnos solos en un lugar como aquel me resultaba difícil, las ganas de tomarle entre mis brazos se hacían cada vez mayores. Mientras caminaba oía sus gritos diciéndome los insultos de costumbre, aquello me resultaba tan excitante que corrí huyendo de su voz, aquella voz que tanto adoraba, aquella voz con la cual adoraría escuchar “Te amo”, pero en mi interior sabía que eso era absurdo, pues la amaba a ella.

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No sé por qué ha pasado todo esto, si tan solo hubiéramos ganado el partido todo sería distinto, le vería sonreír ligeramente, como solo él solía hacerlo con aquella inexpresión de su rostro ante la felicidad, pero no fue así, ahora el ambiente entre los dos se sentía más tenso, el aire aunque era caliente, en mi piel se sentía frío como el hielo.

Te vi alejarte ese día del gimnasio después que te insulté hasta el cansancio, no me hacía sentir bien el decirte todos aquellos insultos en lugar del Te amo que siempre he querido decirte, pero es imposible, tú jamás te enamorarías de alguien como yo, es más, dudo que en tu corazón exista la palabra amor, por eso en mí siempre ha existido la palabra resignación, por eso aparentaba ante mis amigos estar interesado en ella, pues sabía que sí ellos se enteraban de mi oculto amor hacia ti sería el objeto de sus burlas de por vida.

Una semana después te vi a lo lejos tras unos arbustos, estabas hablando con una chica - ¿Rukawa hablando? – pensé, era tan absurdo, tan extraño, tú jamás hablabas con alguien, menos con una chica, pero no solo me encontraba extrañado por aquello que veía, sino que también me sentía herido, sentía como si apretaran mi corazón con tal fuerza que explotaría, sentí el deseo de salir en ese momento y decirte que te amo, que te apartaras de aquella chica y que comenzáramos una nueva vida juntos, pero no fue así, solo me fui de aquel lugar y corrí hasta cansarme, las clases que aún faltaban no me importaron y huí lejos, lejos de aquella escena y de aquella desilusión. Pero era obvio, jamás te fijarías en un chico y menos en uno como yo, la mayoría de las chicas de la escuela se morían por ti y tarde o temprano terminarías fijándote en una, sobre todo siendo tan linda como aquella con la que te vi platicando.

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Un día temprano en la escuela, recibí la visita de mi prima que había estado viviendo muchos años en el extranjero, me citó tras los salones bajo un árbol para saludarme y decirme que se quedaría en mi casa, solo un par de días, me dio gusto verla, desde que éramos niños no nos veíamos, era muy especial para mí.

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Regresé a la escuela casi a la hora de salida y los vi marcharse juntos en dirección a la casa de él, así que me decidí a seguirlos y ver como se comportaban, ella lo agarraba del brazo y él sonreía discretamente mientras charlaban - ¿Rukawa tiene sonrisa? –me pregunté, era extraño verlo sonreír de esa manera, pero me fascinó, su misteriosa y poco visible sonrisa me volvió loco, debía ser mía, debías sonreírme a mí, solo a mí, estaba decidido, no me dejaría vencer, si era perspicaz en la duela lo sería también en el amor, no te iba a perder y resignarme sin antes haber peleado con todo.

Cuando llegamos por fin a tu casa los vi entrar a los dos muy sonrientes, en ese momento sentí que toda la sangre de mi cuerpo se iba a la cabeza, estaba a punto de explotar por el coraje y los celos, pero no me moví, me quedé parado ahí, esperando ver a que horas saldría ella, pero mi espera se prolongó, ya era de noche y el cielo amenazaba con una tormenta. Así fue, comenzó con una llovizna pero terminó con un gran aguacero, aún así no me moví, permanecí ahí esperando, sin inmutarme y sin mostrar síntomas de frío, a pesar que el aire comenzaba a soplar, cerré mis ojos un momento pero debí haberme quedado dormido, cuando los abrí me encontraba en mi habitación - ¿Fue un sueño? ¿Entonces él no tiene novia? –pensé alegre y con una gran sonrisa de oreja a oreja

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Aquel día llovía a cántaros, como hace tiempo no lo hacía, recordé que había dejado la puerta de la cochera abierta y debía cerrarla, avisé a mi prima y salí corriendo pues a pesar del paraguas la lluvia alcanzaba a mojarme. Antes de entrar corriendo nuevamente a mi casa lo vi, estaba desmayado bajo aquella horrible tormenta, mi vista se nubló y mi corazón se aceleró, no me importó mojarme y aventé el paraguas, corrí hacía él y traté de despertarlo pero fue inútil, el agua estaba fría y su cuerpo ardía en fiebre. Temí por él y tuve tanto horror solo de pensar que podría perderle, lo tomé entre mis brazos con delicadeza y le llevé a mí casa, mi prima se asustó y me regañó por haber recogido a un vagabundo, pero le expliqué y entonces inmediatamente llamó a una ambulancia, habían pasado solo dos minutos pero fueron eternos para mí, sentía que su vida acabaría en mis brazos, el solo pensarlo me hirió tanto que quería morir en ese instante junto a él. La ambulancia llegó y pedí ir con ellos, tenía que estar a su lado, no dejarlo nunca.

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Cuando abrí totalmente mis ojos vi la luz de la lámpara, la cual me encandiló y nubló mi vista, escuché pasos pero no podía ver nada, había alguien en mi habitación y quería saber de quién se trataba. - Eres tan idiota –escuché cerca de mí y entonces supe que se trataba de él, intenté contestarle, pero aunque quise no escuchaba mi propia voz, no podía hablar, quise levantarme y me sentí tan débil que no pude ni mover una mano.

Al cabo de unos momentos recuperé mi vista y entonces te vi, tan hermoso como siempre, tan pedante y estúpido, te acercaste y agarraste mi mano, no lo podía creer ¿Acaso era un sueño? ¿Cómo podía ser? Reflexioné, si sentía el calor de su mano y era real, vi en sus ojos unas lágrimas y entonces supe que él había estado preocupado por mí, me platicó como había pasado todo y yo no podía creer que él hubiera sido mi salvador, él que tanto decía odiarme, el que siempre me insultaba, golpeaba y humillaba; aquel que creí, era mi más grande enemigo, pero no, él había demostrado ser algo más que eso, incluso más que un amigo

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Había tomado su mano, mientras le contaba todo no podía dejar de llorar, él no decía nada, solo me observaba, aquella mirada me encantaba pero a la vez me hacía daño – ¿Y si lo estoy asustando al sostener su mano? ¿Y si se aleja de mí porque lo he intimidado? –eran preguntas que me hacía pues el significado de su mirada aún era ambiguo para mí.

Entonces te pregunté cómo habías llegado hasta mi casa ese día, pero antes de que pudieras contestarme (pues habías recuperado tu voz) entró mi prima, trayéndote una taza de Té, cuando la miraste percibí en tu mirada una expresión de desacuerdo, entonces te conté que era mi prima y que con ayuda de ella yo te había cuidado en tu casa después que te dieran de alta en el hospital. Tú mirada en ese entonces fue tan peculiar, jamás la había visto pero era muy graciosa, después comenzaste a reír como jamás vi, me sorprendió pues aún te veía débil como para reír con esa energía, pero inevitablemente me contagiaste con aquella hermosa risa

Mi prima había salido ya de la habitación y entre los dos se suscitó un largo silencio, me puse de pie después de contemplarte un par de segundos e intenté marcharme, no sin previamente pedir que te cuidaras mucho, pero antes de tocar la perilla de la puerta escuché mi nombre en tus labios, no era un insulto ni mi apellido, era mi nombre de pila, me sentí tan feliz que rápidamente volteé, estabas sonriendo con una ternura inmensurable y entonces me acerqué de prisa

- Kaede idiota, no sabes cuánto te amo –aquellas palabras habían sido para mí como un regalo de los mismísimos dioses, sin pensarlo más de una vez te abracé e intenté besarte, pero sellaste mis labios con tu dedo índice y ligeramente me alejaste, - No lo hagas, te contagiarás –dijiste de la forma más tierna que pudiera escuchar

– No me importa, si he de morir lo haré sabiendo que me amas –respondí, después me volví a acercar a ti y te besé, no vacilaste en devolverme el beso. Fue increíble, aquel beso era el beso más dulce y fantástico del mundo, no lo cambiaría por nada, de hecho, deseaba que durara por siempre

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Te alejaste sutilmente de mí, la forma en que te vi en aquel momento quedó grabada en mi mente para siempre, recordaría toda mi vida aquel momento, aquel instante, memoricé hasta el más mínimo detalle de tu rostro y en mis labios aún podía sentir los tuyos, sentí sueño y cerré mis ojos un instante, pero debí haberme quedado dormido, ésta vez desperté y me encontraba en la habitación cualquiera de un hospital. Deprimido me dije a mí mismo que aquel beso no había sido más que un simple y sencillo sueño, aunque había sido el sueño más hermoso de mi vida, mi corazón se invadió de una inmensa tristeza, deseaba en ese instante quitarme el suero y salir huyendo, pero no podía, me sentía muy débil, sentí una gran desesperación y grité de dolor, pero no dolor físico

Una enfermera llegó corriendo y trató de ayudarme, pero yo no dejaba de gritar tu nombre, entonces por la puerta te vi llegar, te veías asustado y preguntaste a la enfermera lo que me sucedía, pero yo ya había dejado de gritar al verte. - Está bien, déjenos solos –te oí decir con una voz de preocupación, la enfermera salió y entonces te acercaste – Aquí estoy, todo está bien –aquellas palabras eran para mí como un cantar de ángeles, entonces te pregunté si lo de aquel día en mi casa había sido un sueño, ante tu negativa la felicidad volvió a mí, me abrazaste y nuevamente sentí una dicha inmensa, escuché a los lejos muchas voces familiares y voltee para ver. A la habitación estaban llegando todos mis amigos, los del equipo, las porristas, Haruko, los maestros, el director Anzai e incluso los jugadores de otros equipos; todos habían ido a verme, a saludarme, a darme sus mayores y mejores deseos, aquel día fue uno de los mejores de mi vida, físicamente me sentía mal, pero en mi alma había paz y mi espíritu se sentía libre

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La calma después de toda tormenta había llegado, un par de meses habían pasado y yo era el hombre más feliz del mundo, bueno, después de ese tonto de Hanamichi, pues estar a mi lado debe ser fantástico, lo sé, es un comentario petulante, aunque cierto.

Esta noche te veías particularmente bello, estabas frente a mí, nos encontrábamos solos en mi habitación y en mi casa, preparé una cena especial para ti, había velas, música de fondo y sobre mi cama el ramo de flores que te regalé; las oliste y me diste las gracias sonriendo hermosamente, volteaste a ver la cena e hiciste una mueca para tratar de decirme que aquella podía esperar, sonreí y me acerqué a ti, te tomé por la cintura y adosé tu cuerpo hacia el mío. Siempre has sido salvaje, pero entre mis brazos parecías tan frágil que me volvía loco, tu piel y tu cuerpo eran perfectos, me susurrabas al oído que me amabas y eso alimentaba mi pasión, nos despojábamos de nuestras ropas al tiempo en que te llevaba a mi cama, la que sería testigo de nuestro amor

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No solo poseías mi cuerpo. Mi alma y mi mente se entregaban totalmente a ti, tu cuerpo sobre el mío tembló y eso me gustaba, podía ver de ese modo tu lado vulnerable, tus ojos clavados en mí y tu corazón fusionado con el mío, era todo lo que importaba, el dolor físico parecía ser algo tan distante que ni pensé en ello, solo pensé en ti, en nosotros y en lo mucho que te amaba y te amaría siempre.

Terminaste y te acomodaste junto a mí en la cama, me acerqué a ti y te abracé, el abrazo fue mutuo, aún sudabas y tratabas de respirar con normalidad, te veías tan hermoso que en ese momento te amé aún más. Agarraste mi mano y la besaste, me diste las gracias por amarte, luego cerraste los ojos, quedándote dormido casi al instante, te contemplé toda la noche, no me cansaba de hacerlo, aunque me encontraba cansado físicamente mi alma aún podía seguir a tu lado sin desfallecer - Te amo –lo dije en un susurro antes de quedarme completamente dormido.

Desde entonces y hasta hoy, quizás para siempre, estaré a tu lado. Éste amor solo podrá morir cuando alguno de los dos abandone éste mundo, o tal vez ni siquiera eso lo haga desaparecer. Lo único que sé y sabes, es que te amaré por siempre 

 

FIN

Notas finales:

Muchas gracias por haber leído, espero les haya gustado, es algo cursi, lo sé, pero espero sus opiniones, muchas gracias!


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