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Sin entender por Yoshita

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Notas del fanfic:

Para el cumpleaños de una buena amiga. 

Lo siento mucho, te mereces algo mejor, pero acabo de llegar de la U y no tuve el tiempo suficiente para algo mejor. Si, la encuesta de parejas era para esto. Disfrútalo. 

Notas del capitulo:

Espero te guste. 

Don't forget 03/10

 
 
A primera hora de la mañana, Tsuna le abrió la puerta a los chicos: Gokudera y Yamamoto habían llegado temprano para estudiar, los exámenes se les venían encima. 
Gokudera venía confiado, para él, los exámenes eran pan comido y no veía dificultad alguna. 
Tsuna estaba de los nervios, después de todo, era un chico académicamente inútil. 
Yamamoto sonreía, como siempre. Era imposible leer al moreno, lo que desesperaba monumentalmente a la tormenta, Yamamoto era algo que no entendía. Y si había algo que Gokudera Hayato odiara, era no comprender cosas. 
-Entren- el jefe les dio paso al interior de la casa y subieron a la habitación del chico para comenzar sus estudios. 
Lo más difícil, y eso lo tenía claro Hayato, eran los agradables números. 
Tsuna torció el gesto al ver el libro sobre la mesa. 
-Tiene que ser una broma- suspiró resignado. 
-Lo siento, Décimo- musitó- pero no puedo hacer el examen por usted. 
-Ya quisiera yo, Gokudera-kun, ya quisiera...
-Haaaa, puedes hacerlo por mi, ¿no, Gokudera?
-Ni lo pienses Yamamoto- reprendió- sólo lo haría por el Décimo. 
Takeshi bufó. 
-¿Celoso?- cuestionó Gokudera satusfecho. Aunque no lo comprendiera, siempre podía molestarle. 
-Si- sonrió amplio y Gokudera resopló en respuesta. No, de verdad no lo comprendía... Y no tenía ganas de hacerlo. 
Tsuna se quejó. Odiaba los números. 
-Vamos Décimo- lo animó- es fácil. 
-Eso dices tu...
-Si es fácil- afirmó Takeshi, resolviendo con soltura los problemas que Gokudera les había asignado.
-¿Pero cómo...?- susurró. ¿Acaso ese chico no era un idiota?
-Vi lo que hiciste en tu cuaderno y entonces hice lo mismo- sonrió y encajó los hombros. 
-Mi... Dejemos esto, Décimo, por favor, siga usted, le ayudaré. Y tu- entrecerró los párpados- no quiero que interfieras en el estudio del Décimo. 
-No lo haré- se volteó y encendió el juego de video de Tsuna para hacer algo en el momento. 
Hayato bufó y puso los ojos en blanco. No, no quería entenderlo. 
 
La comida del restaurante de Yamamoto era de la mejor que se pudiera desear, tanto que, incluso Gokudera, tenía que admitirle a la lluvia que era la mejor comida que había probado. A su pesar, Hayato le mostró el plato vacío al chico para que e sirviera mas. 
-¡Claro!- exclamó poniéndole otro trozo de sushi con varios aderezos- y no dudes si quieres mas- le palmeó el hombro y luego le sonrió. 
-¡No me digas qué tengo que hacer!
-No lo hago- dijo riendo- no eres nada mío... Aun. 
-¡¿Qué?! 
-Nada, nada mío- se carcajeó- vamos Tsuna, juguemos afuera un rato. 
Sawada se puso de pie y siguió al chico al patio de la casa, afuera era un buen día después de todo. 
Hayato resopló. No entendía a ese beisbolista. 
 
El sonoro ronquido de Yamamoto lo sobresaltó en el momento que comenzaba a explicarle historia a Tsuna. Volteó su mirada y se topó con la cara del moreno pegada a su libro de texto abierto en cualquier página, con la boca ligeramente abierta y felizmente dormido. 
-¡¿Cómo se atreve?!- exclamó. Yamamoto había ido a estudiar, no a dormir. 
Sacudió su hombro violentamente hasta que los lápices se regaran por la mesa, pero Takeshi no daba señales de despertar. 
Le quitó el libro con la esperanza de que el golpe con la mesa lo asustara, pero el chico seguía durmiendo. 
No fue hasta que le golpeó con el libro, que Yamamoto reaccionó. 
-¿Qué pasa?- cuestionó con un bostezo. 
-¡Te dormiste! ¡Eso pasó!
-¿Y qué hay de malo?
-¡Venimos a estudiar!
-Pues sigan, lo hacen muy bien- felicitó a Tsuna y a Gokudera oara luego seguir durmiendo. 
No. No lo entendía. Seguía sin hacerlo. Y así era mejor. 
 
Yamamoto levantó la cabeza sobresaltado y miró a los chicos. 
-¿Qué pasa Yamamoto?- le preguntó Tsuna asustado. 
-Yo... Es que... ¡Gokudera!
-¡¿Qué quieres?!- preguntó irritado. 
-¡Gokudera!- intentó abrazarle, pero el chico se zafó y logró ponerse de pie. 
-¡¿Pero qué te pasa?!
-¡Gokudera!- repitió y comenzó a perseguir al muchacho por la habitación de Sawada, quien los miraba confundido. 
-¡Lo siento Décimo, debo huir!- gritó al bajar las escaleras corriendo y ponerse sus zapatos antes que Yamamoto lo atrapara. 
Huyó por entre las calles sintiendo a su espalda los pasos acelerados de la lluvia. 
Intentó evadirlo, pero su perseguidor era ágil y no se dejaba engañar tan sencillo. 
Miró atrás un momento y se descuidó, tropezando con el borde de una jardinera estorbosa y deteniéndose por un corto tiempo que fue aprovechado por el chico moreno que lo seguía. 
Yamamoto se apresuró a tomarlo por la cintura, voltearlo para que lo encarara y alzarlo por la cintura, haciéndolo apoyarse en sus hombros. El moreno reía. 
-¡Oye Gokudera! ¡¿Sabes qué?!
-¡No lo se! ¡Suéltame! ¡Bájame! ¿¡Que es lo que quieres?!
-Es que me acabo de dar cuenta que estoy enamorado de ti. 
Hayato calló y observó al sonriente chico. 
-¡¿Y?!
-¿Sabes qué?- repitió. 
-¿¡Qué?!
-Se siente maravilloso. 
Lo besó. 
No lo entendía. Simplemente no comprendía la mente de Yamamoto. Pero le traía sin cuidado entenderlo o no. No le importaba ahora nada. 
Lo que tenía cabida en ese momento eran esos labios tostados sobre los suyos. Y no pensaba apartarlos. 
Y eso tampoco él lo entendía. 
Además en ese momento no odiaba no entenderlo, en ese indtante amaba aquello que no entendía, aquello que tenía nombre: Yamamoto Takeshi. 
Notas finales:

Es algo corto, pero con cariño. 

Gracias por leer. 


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