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Regalo por -Raiden-

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Notas del fanfic:

Aquí esta!! Un one shot para ti!

Jejejeje XD espero que te gusto mucho Keara~swam! 

y ¡¡Feliz Cumpleaños!!

Sorry por subirlo hasta ahorita U_U

 Así!  Otra cosa no puse a Momo~san, Ke mon~san ni a Caesar~san. Odio a los primeros y el último es sólo mío. XD así que se aguantan. Gracias!

Notas del capitulo: Todos los personajes de One Piece y la historia le pertenecen a Oda~sensei.

"Las heridas que más nos dueles son las que nosotros mismos nos negamos a curar..."

Regalos...

 

Como era de suponerse y más en esa embarcación de piratas de poco cerebro, si se lo preguntaran al shichibukai, todo lo que tuviera que ver con algo absurdo, era motivo de celebración… Y cuando se dice todo; era de forma literal.

Despertó gracias al “despertador humano” comunitario llamado Monkey D. Luffy. Ese moreno que parecía tener el cerebro de una nuez, la fuerza bruta de un legendario héroe y el cuerpo de un demonio devora mundos por la cantidad exorbitante de alimentos que tragaba, porque ni siquiera los degustaba.

En fin… El tema principal no es ese chiquillo aliado del temido “Cirujano de la muerte”

El motivo de la cerebración que ahora se presentaba era…

-¡¡Torao!! – grito emocionado, el mencionado antes, abriendo la puerta del cuarto de huéspedes que se había habilitado para el temporal miembro de la tripulación de los sombreros de paja.

Ese maldito dolor de cabeza para el pirata más temido de los mares del Grand Line, era lo peor de ese maldito mundo… y ahora… era el aliando de ese niñato.

Trafalgar Law abrió solo un ojo para ver como ese pequeño moreno, en comparación con la altura, la edad, el sentido común, etc, etc, entraba como si fuera su barco, aunque en realidad lo era, y todo para lanzarse con gran entusiasmo al cuerpo del médico que estaba recostado boca arriba en su improvisada cama que era el sofá.

Todo hubiera salido como estaba planeado para el moreno con la cicatriz debajo de su ojo, pero no conto con el pequeño detalle de una nodachi junto a la puerta que estaba perfectamente balanceada para cuando la batalla se presentara, y cayera al piso de madera produciendo como reacción que tropezara con ella.

Se esperaba que se golpeara la frente con la dichosa madera pulida y barnizada pero su caída se vio mas “suavizada” por un cálido cuerpo debajo de él.

-Levanta de una maldita vez Mugiwara-ya… - la voz de molestia del médico estaba siendo opaca por  el cuerpo del menor cuando en un raro intento de evitar que sufriera alguna herida, quien sabe por qué demonios hizo aquello, terminara con su rostro demasiado cerca del suyo.

Podrían besarse si ambos quisieran…

-Shishishi. - la enorme sonrisa junto con era extraña risa fue la respuesta del pequeño capitán.

Era la peor manera de despertar en ese barco.

Con toda la fuerza que ahora le cabía en el cuerpo, y estábamos hablando de una mañana bastante cansada después de festejar quien sabe qué cosa, tiro a su acosador para levantarse y tomar una gran taza de café.

Al menos el café era lo más decente que había en ese lugar, y todo gracias al excelente cocinero cinco estrellas en el barco.

Ah, sí… Kuroashi no Sanji; ese rubio que se desvivía por las féminas del barco, alagándolas con regalos, piropos y demás cosas empalagosas, hasta el grado de causar nauseas con tanta cosa que les decía…

Un idiota pervertido si se lo preguntarán al invitado. Y es que cada vez que veía como sacaba esos arcoíris por la boca de los constantes halagos, estaba seguro que ocultaba su homosexualidad latente, pero este chico tampoco es el tema principal de la historia.

Ya se había alistado con la ropa limpia que había logrado traer para ese viaje, fue algo inesperado o quizás solo era para evitar fallas en su magnífico plan.

Esa sudadera negra con el cuello lleno de suaves plumas negras y con el jolly roger en su pecho, además de sus clásicos vaqueros moteados, y claro no podía faltar esa nueva gorra que traía para cubrir sus oscuros cabellos azulados.

Tenía unas ojeras aun más pronunciadas por las noches en vela que ahora había pasado por las disques celebraciones, su morena piel con el tono acanelado de siempre y esas patillas largas con la pequeña perilla en su cansado rostro.

Se dirigía con largos pasos por los pasillos del barco con cara de león, cuando otra vez su dolor de cabeza favorito volvió a salarle encima por la espalda envolviendo su delgado cuerpo con brazos y piernas usando su poder de la fruta del diablo.

-¡¡Torao!! ¡¡Vamos a festejar!! - gritaba en su oído entusiasmado… de nuevo.

-Otra vez Mugiwara-ya… No tuviste suficiente con lo de ayer… - respondía a la declaración de su anfitrión con tono cansado.

-Ayer no era el cumpleaños de Torao. – susurro en su oído que tenía dos pendientes.

Y ahí el tiempo pareció congelarse…

Había escuchado bien… ¿Su cumpleaños?... No… Tenía que ser una broma… El cumplía exactamente el… ¡Momento!... ¿Qué día era?... Y lo más importante… ¡¿Cómo mierda sabía que era su cumpleaños?!

-¿Torao? - volvió a susurrarle cuando se detuvo en seco en medio paso.

-Mugiwara-ya… Parece que Zoro-ya te llama. - dijo para jalarlo por el brazo y arrojarlo con toda su fuerza al susodicho espadachín que dormía ahora cerca del mástil.

Para los presentes en dicha cubierta quienes solo eran el robot y el esqueleto, vieron volar el cuerpo de su capitán hasta estrellarse con el dormilón peliverde, y juntar sus labios en un suave beso en una posición muy comprometedora.

Tanto Franky como Brook solo pudieron carcajearse de la risa, al verlos sonrojados, desviando las miradas y tratando de escapar de la situación en la que ahora se encontraban.

Y como era obvio esto le importo una mierda al cirujano de la muerte causar el nuevo alboroto en cubierta, pues él como, y él porque sabía esa información el pequeño moreno, le aterro de sobre manera.

Ahora sus pasos eran más fuertes, resonando con el ligero tacón de sus zapatos para llegar a la cocina y ver a los demás miembros de la tripulación desayunando como siempre.

-Buenos días Law-kun. - esa era la voz de la pelinaranja.

-Buenos días Law-sensei. - el reno con la nariz azul.

-¡Yo! ¡Law!. - el de la nariz larga.

-Toma asiento Trafalgar. - la grosera voz del cocinero.

-Buenos días médico-san. - y la ultima era la arqueóloga.

Con su mejor cara, la que siempre le había caracterizado y ocultando el aterrado semblante de que su aliando supiera algo tan tonto como su cumpleaños, tomo asiento junto al reno y a la chica de cabello naranja.

Tenía que controlar esos raros nervios que le provocaban un escozor en su pecho, un revoltijo en el estomago y una sensación de añoranza del pasado…

Hace dos años específicamente hablando cuando conoció a…

-Parece que capitán-san ya te había dado los buenos días. - empezó hablar otra vez la voz de la chica de cabello oscuro al ver que no correspondió el saludo, y le miraba con detenimiento, casi como si lo analizara pero raramente no lo agobiaba.

-Más que eso. - respondió al tomar la taza del café que Sanji ya le había servido.

Lo que parecía ser una sonrisa cómplice nacía en las caras de las dos chicas. Algo no andaba bien, y eso lo noto el moreno mayor al ver como se reían entre ellas.

¡¿Qué carajos pasaba ahí?!

-¡¡Ya te lo dije, fue un beso!! - esa era la voz del susodicho capitán que entraba haciendo alboroto alrededor del espadachín.

Los presentes en la cocina, que ahora estaban con la boca abierta, más específicamente el cocinero, el doctor, la navegante y el tirador, trataban de procesar la palabra beso salida de la boca del pequeño moreno.

-Eso no me importa Luffy. Lo que quiero saber es porque me has besado. - ahora era el espadachín quien termino de hacer caer las quijadas de sus nakamas al suelo por decir aquello, se sentó junto a su capitán.

-Oh… ¿Tan pronto? - dijo Robin para beber su té calmadamente.

Esa mañana se estaba volviendo muy rara.

Pero gracias a los seres mágicos del cielo o mar por desviar toda la atención en esos dos que ahora estaba tratando de comer, bueno solo el temible cazador de piratas Roronoa Zoro.

Otro más de los supernovas de los cuales no tenían akuma no mi, un fuerte espadachín con el peor sentido de orientación si le preguntaran a cualquiera que lo conociera de solo cinco minutos, con ese cabello tan raro color verde y siendo víctima de los ataques del cocinero, y el caso médico de resistencia al alcohol más extraño si le preguntarán a Traflagar Law.

Lo único que debía reconocer de ese espadachín era su habilidad para manejar el Santoryuu, pero no es motivo para desviarse del tema central.

-¡¿Cómo que se han besado?! ¡¿Qué quieres decir con “Tan pronto” Robin?! ¡¿Qué pasa aquí?! – la chica del cabello naranja ya se ponía de pie, bastante molesta o al menos eso aparentaba.

El moreno mayor que ahora pasaba a segundo plano, por fin podía disfrutar de los onigiris que le había hecho el cocinero sin temor de ser robados por el goloso capitán de los sombreros de paja.

Se podría decir que hasta este punto de la historia, ya nada podía salir mal, y descubriría como es que ese maldito crío supo la fecha de su cumpleaños.

 -Se puede saber… ¿Por qué se estaban besando? – pregunto la navegante tirando de la mejilla ahora rojiza del capitán.

-Eso es algo que a ti no te importa maldita arpía. – contestaba el espadachín a la defensiva.

-No te atrevas a llamarla así marimo de mierda. – intervenía el cocinero cuando escucho ese nombre para su querida dama.

-Namiiiii… No fue mi culpa, Torao me lanzo contra Zoro y lo bese. – se explicaba el capitán como si nada, comiendo lo que tenía en su plato aunque el chica le tomara de la mejilla.

Los espectadores que ahora centraban su vista en el moreno mayor, pedían una explicación silenciosa, por “eso” que acaba de decir Luffy, bueno todos menos Usopp y Chopper, que el primero sufría de un evento vascular cerebral y el segundo trata de evitar más la hemorragia intracraneal de su nakama.

-No tengo la menor idea de que habla. – respondió Law para salir de ahí en una pieza con su taza de café.

Al parecer el desayuno fue un desastre como esa mañana que lo despertaron.

La extraña discusión-pelea que se llevaba acabó en la cocina siguió después de su salida a través de la puerta. Esperaba por lo menos tomar lo que restaba de su caliente bebida en su habitación, y disfrutar del día que parecía ser uno muy largo.

-Feliz cumpleaños médico-san. – la hermosa voz de Robin junto con esa risilla suya a sus espaldas sorprendieron al mencionado, que vio aparecer dos manos de la pared sosteniendo una caja con envoltorio morado junto con un moño blanco.

Quien sabe cómo demonios hacia eso de aparecer de repente la arqueóloga pero no lo esperaba el moreno.

-No sé de hablas Nico-ya. – respondió con la mayor calma posible para tomar el regalo y encerrarse en su cuarto antes de que alguien más lo viera.

Las risillas de la chica pelinegra junto con el libro que ahora llevaba en sus manos fueron desapareciendo por los pasillos hasta el dormitorio de las damas.

Ahora si era oficial. Estaba en pánico, aterrado, con los nervios al tope y todo por la frase de: ¡¡FELIZ JODIDO CUMPLEAÑOS!!

¡¿Quién carajos se lo había dicho?! Y sobre todo juraba que su aliado tenía algo que ver pero no sabía cómo comprobarlo… a menos que…

La mente maestra que era el moreno, maquilaba el plan más perverso para saber cómo es que se habían enterado de ese detalle de su existencia, pero el llamativo obsequio le atrajo y por lo menos tenía que saber que era… la curiosidad mato al gato pero murió sabiendo ¿no?

Volvió a sentarse en ese sofá que le había servido de cama. Dejo la taza junto a la ventana y con sumo cuidado quito el blanco moño, la envoltura morada, y finalmente la tapa que contenía el regalo.

-Un libro… - susurro al sacarlo.

Era obvio ese presente viniendo de una arqueóloga que le fascinaba leer de día y de noche, pero el título del libro fue lo que capto su interés de inmediato.

“El secreto de un corazón de metal”

Curioso título que le recordada a cierta persona que podía tener un corazón metálico…

Sacudió su cabeza para alejar sus pensamientos insanos de esa persona que le había robado el corazón tiempo atrás… pero…

-Trafalgar-san. – llamaban a la puerta con ligeros toques en esta.

Ese sin duda era el pequeño reno doctor de la tripulación, pidiendo permiso para entrar con el toque de sus pesuñas.

Como pudo el moreno, metió el libro en su caja, la envoltura morada y el moño para esconderlos debajo del sillón, ni siquiera él sabia porque hizo eso, pero ya lo estaba oculto de las miradas curiosas.

-Adelante Tony-ya – dijo a modo de que pasara.

La puerta se abrió revelando el pelaje castaño del pequeño para quedar escondido pero de modo invertido, dejando ver todo su cuerpo.

Trafalgar Law solo levanto una ceja por ese raro comportamiento, esperando que pasara de una buena vez y cerrara la puñetera puerta.

-Esto… Esto… - empezaba a balbucear el renito con algo oculto tras su espalda.

-¿Qué pasa Tony-ya? – pregunto ahora algo molesto pero el tierno reno se adentro aun con sus patas escondidas tras su espalda.

-Fe-feliz cumpleaños sensei… - susurro el animalito para dejar un paquete a sus pies y salir corriendo ocultando sus ojos bajo su gorro rosa con azul.

Eso definitivamente no lo esperaba y antes de que pudiera interrogarlo o hacer cualquier cosa, había cerrado la puerta para escuchar sus pequeños pasos alejarse.

De nuevo se preguntaba cómo es que otro miembro de la tripulación sabía ese detalle de su vida privada.

Llevo su tatuada mano a su rostro cuando dejo de escuchar ruido afuera de su cuarto, y se inclino para tomar el paquete con envoltorio marrón y una cintilla azulada a sus pies.

Era otro regalo de cumpleaños que no esperaba ni quería, de hecho ya le empezaba a molestar, pero viniendo del pequeño doctor, que le admiraba y en más de una ocasión le pedía consejo sobre cómo tratar alguna enfermedad, sentía cierta curiosidad.

Ya estaba abriendo el paquete cuando una pequeña sonrisa nació en sus labios.

Otra cosa tan obvia viniendo de un doctor, pero el toque tan tierno de ese reno estaba en todos los pequeños frascos de remedios para tratar los primeros auxilios. Las botellitas etiquetadas, las tapas del mismo color y sobre todo el orden en que estaban acomodados: alfabéticamente.

Ahora si ese regalo fue algo muy parecido a lo que le hubiera gustado cuando era un crio.

Y ese hecho tenía su encanto de forma perturbadora, porque llego a su corazón sin quererlo realmente.

Era mejor no torturarse y salir a ver a los demás tripulantes de la embarcación antes de que le acosarán, si es que sabían también de su fecha de nacimiento y sobre todo interrogar al maldito enano capitán del barco, con toda la “sutileza” posible.

Tomo la pequeña caja para ocultarla de igual forma debajo del sofá, terminar su café y salir de ese pequeño cuarto que ya le empezaba a agobiar, lo cual era raro teniendo en cuenta que su navío era un submarino y todo era algo estrecho cuando estaban sumergidos por mucho tiempo.

Salió a cubierta para ver el nuevo espectáculo que ofrecían los sombreros de paja:

Franky junto con el narizon, el capitán y el reno bailando una pieza que el esqueleto tocaba con gracia y facilidad.

Era el inicio de la celebración de siempre pero algo no era lo de siempre… ¿Qué era lo que había cambiado?... ¿Qué era?...

Miraba atento a los cinco que hacían circo maroma y teatro, pero no veía nada diferente. Las dos chicas en esos cómodos playeros recibiendo el sol en sus cuerpos con escasas ropas y siendo elogiadas por el idiota ese que no parecía cansarse de estar a sus pies.

Y ahí lo noto…

El espadachín no estaba, no estaba en su lugar de siempre…

¿Dónde rayos estaba ese? ¿Acaso no estaban discutiendo hace un rato sobre las verdaderas tendencias sexuales de su capitán y segundo al mando? ¿Cuánto tiempo paso en su habitación?

Ese día de verdad se estaba poniendo demasiado extraño.

Paso por toda la cubierta siendo observado solo por el capitán que le veía de reojo con algo de intensidad y pudo notarlo cuando le miro de igual forma y este desvió la mirada. Algo estaba tramando ese pequeño moreno que ahora le ponía los nervios de punta.

Siguió su camino para llegar al acuario que suponía debía estar solo como el mismo mar…

-Has tardado… - la voz de alguien que no esperaba escuchar ahí lo sorprendo bastante.

Aun estaba en la entrada sosteniendo el pomo de la puerta cuando vio al espadachín bebiendo como siempre sake, directo de la botella como un borracho y dándole la espalda viendo los peces sentado en el suelo.

-¿Acaso me esperabas a mi? – pregunto con tono algo meloso, muy raro en él, porque intuía que esperaba al capitán o incluso al cocinero pero no a él.

-No hay otro shichibukai en el barco ¿o sí? – la voz del segundo al mando sonaba un tanto molesta.

Si ahora estaba crispado por la anterior mirada del moreno menor, escucharle decir al peliverde que le esperaba y más ni menos que a él, su cuerpo parecía tener parálisis temporal por no saber que mierda pasaba a su alrededor.

Una cajita delgada con envoltorio negro y un listón verde alrededor de esta, fue arrogada a las manos del médico que ahora atrapaba ágilmente en el aire.

-Luffy dice que es tu cumpleaños. – comento para levantarse de su lugar y terminarse el sake de la botella sin dejar de darle la espalda.

-¿Y acaso los obligo a todos a darme un regalo? – frunció el ceño para apretar la cajita en sus manos. Como odiaba que se entrometieran en lo que no les importaba.

-Quizás solo seamos piezas de algo que ya tenias planeado, pero si el confía en ti yo también. – fue lo último que dijo el guerrero al pasar a su lado y salir por la puerta.

¿Cómo coño sabia lo de su plan? ¿Por qué no hizo algo para evitar usarlos como ahora? Y aun así le dio un puñetero regalo que seguramente sería una mierda viniendo de ese idiota peliverde.

El sonido de los pendientes dorados de aquel resonó por un momento en su mente y lo despertó de una rara ensoñación que parecía no tener fin.

Y todo por su jodido cumpleaños.

Destapo con enojo la cajita color negro para ver que mierda le había dado y terminara con todo el problema desde la raíz: Monkey D. Luffy…

Se sorprendió al ver que dentro de esa pequeña cajilla había una hoja con la letra del espadachín:

No sé qué mierda darte, pero ahora te debo un favor…

Roronoa Zoro.

Era el regalo más extraño que nunca había recibido en su vida y había vivido hasta ahora 23 años, 11 meses, y 29 días sin contar las horas de tortura que ahora le quedaban.

Metió la cajita en su bolsillo para salir de ahí, y encargarse de que este asunto no se extendiera más de lo que ya lo había hecho. Mataría al pequeño sombrero de paja, de la peor manera posible importándole una mierda la alianza y chorradas así, por ir diciendo cosas que le inmiscuían a nadie… solo a él.

Otra vez volvió a la cubierta que ya parecía ser medio día de tan solo unos pasos que daba de aquí para allá.

Todos extrañamente habían desaparecido, dejándolo solo con más dudas que nada.

¡¿Dónde mierda están?! Se pregunto mentalmente al no escuchar ni siquiera ruido, el ruido que siempre estaba en ese barco.

Con el semblante serio camino a otra vez a la cocina, donde seguramente todos estarían tomando el almuerzo de las cinco comidas que llevaban a diario cortesía del capitán.

Abrió la puerta con fuerza y se encontró con el cocinero del barco preparando el dichoso almuerzo, pero nadie mas estaba, solo ellos dos.

-Todavía no está la comida. – comento el rubio que ahora se giraba con el cuchillo en su mano y con el cigarrillo en su boca pero apagado.

-¿Dónde está Mugiwara-ya? – tenía que preguntar para sacarle toda información a ese malnacido moreno.

-Seguramente planeando alguna estupidez por ahí. – respondió levantando los hombros y seguir cortando los guisantes que tenía en la tabla de madera.

Un suspiro algo resignado fue la respuesta del cirujano de la muerte, que ya imaginaba que estaría haciendo el muy cabrón con todos sus nakamas involucrados que sabían sobre su maldito cumpleaños.

Estaba a punto de salir por la puerta cuando el rubio lo llamo.

-Toma asiento Trafalgar. – otra vez con ese tono grosero.

Odiaba que le dieran ordenes, y más un rubio con la ceja rizada de los cojones que se las daba de muy galán con todas las chicas que estuvieran en su camino y…

-Feliz cumpleaños… - susurro para dejarle un pequeño flan napolitano sobre la mesa delante de él.    

El médico no había tomado asiento, pero al ver uno de sus sabores favoritos convertido en un delicioso postre ya estaba más que listo para degustar su sabroso sabor. No había nada más tentador que el chocolate para un paladar tan exigente como el suyo.

Quizás el extraño rostro de una felicidad muy lejana estaba en la cara del moreno pues no necesito que Sanji le tendiera dos veces el tenedor para verlo comer ese mangar.

El cocinero rio por lo bajo sin que el otro se percatara, al parecer su regalo de cumpleaños fue el más acertado hasta ahora.

Solo se escucho el sonido del tenedor sobre el plato cuando el rubio volteo y vio como la puerta de la cocina se cerraba.

Sanji estaba seguro que ese médico de mierda no le agradecería ni en cien años pero lo único importante para él era que la comida no se desperdiciara.

Trafalgar Law ni en sus peores días donde lucho por su vida estaba tan abrumado como ahora. Si había dado en el clavo ese cocinero con tal exquisitez pero no lo demostraría ni nada, lo mejor era seguir buscando al moreno causante de sus desgracias.

Lo empezó a buscar en el nido del cuervo, donde seguramente el espadachín sabría donde estaba pero no lo encontró ahí, de hecho se le hizo raro ver a dos miembros de la tripulación en ese lugar santuario del espadachín.

-¡Yo, Law!

-¡Trafalgar qué bueno que hayas venido! Jaja.

Esos dos eran el robot y el tirador que estaban terminando de guardar algo en una gran caja de madera.

-¿Han visto a Mugiwara-ya? – ahora ya estaba al borde la histeria que era bien disimulada por una extraña sonrisa en rostro, basta decir que hasta daba miedo.

-No… - contestaron al unisonó para ver como el pelinegro empezaba a salir por la trampilla pero…

-¡Espera! – dijo Ussop para detenerle y volteara.

Law solo se quedo estático esperando que el tirador terminara de hablar y le dijera que demonios quería.

-¡¡Tenemos una suuuuper sorpresa para ti! – Franky respondió al silencio del moreno que ahora si volteaba al ver escuchar eso y lo reflejaba perfectamente.

Una enorme sonrisa se dibujaba en la cara de los nakamas cuando vieron por primera vez su sorpresa en su rostro.

Se apartaron un poco para dejar verle la caja de madera con un moño rojo.

¿Por qué los malditos moños? Se pregunto el moreno para ver como estos le hacían señas para que se acercara, y estaban muy entusiasmados por que viera el regalo que le  tenían reservado.

No sabía porque pero ya estaba caminando con algo de inseguridad para ver que le habían hecho, y estaba algo ansioso, quizás alguna cosa que explotaría por el poco tiempo que tuvieron o algo así…

Se asomo a la caja una vez que le quito el moño y vio algo metálico dentro:

No podía ser… No… Ellos… ¡¿Cómo coño sabían qué?!

Dentro de la caja había unas extrañas piezas cromadas que brillaban débilmente por la luz y cuando vio la forma, se extraño muchísimo pero le fascino.

Una réplica de su navío que fácilmente le llegara a su cadera. Todas las piezas eran movibles, junto con el pequeño vapor que sacaba por la popa como si estuviera sumergido por el océano azul, incluso el jolly roger de su embarcación estaba cromado de una singular forma que parecía un reflejante espejo.

-¿Qué tal? ¿Te gusta? – pregunto el carpintero haciendo una rara pose con sus manos y pies.

-¡Claro que le gusto! Cualquier cosa hecha por el gran Usopp-sama siempre es bien recibida. – el narizón se daba todo el crédito del trabajo que ambos realizaron.

-¡¿Cómo que lo construiste solo cabrón?! – ya empezaba a echarle la bronca el peliceleste al chico que se hacía llamar su nakama cuando…

-Room… Shambles… - escucharon esas dos simples palabras para ver como el médico y su regalo yo no estaban.

Y empezaron a pelear entre ellos por hacerlo enojar seguramente, y terminara tirando su regalo por la borda como todo lo que hacía en ese barco cuando le hablaban o le decían algo.

Pero en su habitación que era donde ya estaba el moreno, contemplaba con el ceño fruncido ese regalo que le recordaba mas a cierta persona capaz de manipular el me…

-¡¡OI NAMI!! – escucho la voz del moreno menor afuera de su puerta.

Era ahora o nunca, y salió de su cuarto hecho una fiera para encarar al demonio de sus tormentos existenciales, rebanándole con sadismo hasta que le dijera, cómo carajos sabia lo de su cumpleaños.

Cuando estuvo en el pasillo vio al pequeño capitán muy cerca del dormitorio de los chicos sonriendo cuando este lo vio salir con el ceño fruncido.

-Mugiwara-ya… - rabio al ver que este se despedía con una sonrisa en sus labios y entraba al cuarto rápidamente.

Era la gota que derramo el vaso de su paciencia.

A pasos agigantados esperaba llegar lo más pronto al callejón sin salida en el que se había metido el menor. Le daría la lección de su vida por meterse en lo que no le importaba con creces y todo cuando…

-Trafalgar-san es un gran placer poder darle algo que siempre atesorara durante los días venideros. – era Brook que apareció de la nada con ese solemne semblante y su elegante traje dejando ver parte de sus huesos.

-Sí, si ¿Qué sucede Hueso-ya? – se estaba impacientando por no cederle el paso y dejar que ese maldito capitán se escapara de sus manos.

Manos que ahora sostenían una caracola, o más bien un dial, con un moño negro en él.

Miraba con sus ojos plateados las cuencas oscuras de ese muerto viviente por ese regalo que sabía que era por su cumpleaños, y ver como se alejaba con su clásica risa inclinando su sombrero de copa en forma de despedida.

Entonces estaba en lo cierto…

Ese maldito les dijo a todos que era su cumpleaños y lo peor es que todos parecían tener un regalo que nunca les pidió ni nada.

Ya estaba al borde la de locura cuando por fin llego al cuarto de los chicos buscándolo con la mirada cegada por el odio y escaneando…

¡¡Que gilipollas era!! Podía usar su poder de la fruta del diablo para encontrarlo y acabar con todo eso de una buena vez.

Sonrío triunfal para volver a su cuarto e ir por su fiel nodachi…

-Law-kun. ¿Acaso estas buscando a Luffy? – ahora la pelinaranja era la que se interponía en su camino de regreso.

Law estaba seguro de que lo hacían a posta para evitar que lo atrapara con sus manos y realizara lo que tenía tatuadas en ellas: muerte.

Muerte a ese idiota sin cerebro.

-¿Le has visto? – era una afirmativa con forma de pregunta.

-Puede que sí, puede que no, eso depende. – la chica ya empezaba su bien conocida rutina de extorción al shichibukai para obtener algo a cambio.

-Cuanto… - susurro el moreno mayor vencido. Ya sabía que nada era gratis en este mundo corrupto hasta el núcleo.

-¿Te gusta Luffy? – pero esa pregunta salida de los labios de la chica no lo esperaba y cara se descompuso en una mueca épica digna de ser fotografiada y conservada para la posteridad por los siglos de los siglos.

Pero rápidamente recobro la compostura y soltó con aire cansado:

-¿Te parece que soy del tipo que se interesa por un crio con déficit de atención y una obsesión insana con la comida?

Su mano estaba tapando la vena hinchada de su frente por la idiotez que le acababan de preguntar, esperaba que Nami fuera más lista que eso.

-Tienes razón, parecer ser mas del tipo que le gustan los pelirrojos. – sonrío con arrogancia la chica para acorralar al médico entre el muro y su cuerpo.

¡¡Me lleva la…!! Law maldecía mentalmente cuando dijo aquello y hasta podía apostar que empalideció horriblemente.

Empezó a sudar frio, pero su semblante siguió serio para dejar que su tormentosa mente siguiera torturándolo hasta el fin de los tiempos o por lo menos hasta que muriera o lo mataran en el peor de los casos.

-No creas que me he olvidado de tu cumpleaños. Así que te daré el mejor regalo de todos, y no lo uses todo en la primera que luego vas a querer más y no habrá para después. – ahora se alejaba para darle una caja pequeña con un envoltorio naranja y un moño del mismo color pero más claro.

La chica se alejó con un gesto de su mano riendo por la cara del temido cirujano de la muerte convertida en una mueca de sorpresa.

¡¡Joder!! ¡¡Ya estaba hasta los cojones de regalos!!

Saco lo que había en la caja con mucho enojo y vio el frasco con el liquido transparente en el.

Lo que le faltaba, una broma de mal gusto para elevar más su enojo, y seguramente sería una loción o algo así, no se tomo la molestia de averiguarlo, y lo guardo junto al regalo de Zoro para por fin llegar a su habitación.

-Es hora de la venganza Mugiwara-ya. – dijo triunfal para sacar la afilada espada de su funda y empezar con la tortura.

-Room… - susurro creando esa conocida esfera alrededor de todo el barco.

-Scan… - volvió a susurrar empuñando la espada moviéndola verticalmente y escanear todo el barco.

Veía perfectamente a todos los tripulantes:

A las chicas en su habitación que parecían estar platicando entre ellas. Los dos que le habían construido aquella réplica de su barco en la habitación del carpintero haciendo quien sabe qué cosa. El pequeño reno en la enfermería haciendo más medicina para el futuro. Casualmente al esqueleto lo veía en la cocina comiendo algo y aquellos dos que siempre estaban peleando en el nido del cuervo pero estaban…

No importa… siguió con el escaneo y por fin lo vio. Escondido en la parte más baja del barco donde estaba el mini merry pero… había alguien más ahí.

¿Quién coño era esa otra persona? Ya los había contado a todos ¿no?

Namy-ya, Nico-ya, Tony-ya, Hueso-ya, Robo-ya, Nariz-ya, Zoro-ya, Kuroashi-ya y por supuesto Mugiwara-ya, eran nueve… siempre habían sido nueve y ahora había diez.

Era mejor saber que estaba pasando ahora.

Corrió todo lo que pudo para llegar hasta donde estaba el único sombrero de paja que de verdad le importaba, pero no de ese modo sino para sacarle toda la información que sabía de él.

Llego al mini merry donde la puerta de este estaba abierta como invitándolo a pasar, se acerco con cautela y hecho un rápido vistazo pero no vio nada… o eso pensó.

-¡¡Torao!! ¡¡Feliz cumpleaños!! – salió el moreno menor del mini merry con los brazos extendidos y abrazando el médico.

Ahora era el turno del pequeño pelinegro para darle su regalo, cuando tomo las manos del shichibukai, que por cierto estaba sobre su regazo en una posición muy comprometedora si se lo preguntara a cualquiera de la tripulación, y le puso lo que era una esposa en una de sus muñecas.

-¿Pero qué mierda haces Mugiwara-ya? – le dijo molesto tratando de quitársela con su poder de la fruta del diablo pero…

-Son de kairoseki. Shishishishi. – rio el pequeño para ver como sus poderes disminuían.

Pero para Trafalgar Law que sabia ese metal no le haría nada si podía cortarlo… claro si podía.

-Viper… - escucho que alguien decía para ver como si nodachi era arrastrada lejos de su alcance.

Para este momento de la historia al temible “Cirujano de la muerte” Trafalgar Law, el nuevo pirata con el título de Shichibukai que se conocía por despiadado y sobre todo grosero hasta en los modales… Estaba en una situación muy rara.

-¡Todo listo Kidy! ¡Feliz cumpleaños Torao! – dijo el maldito capitán para salir de ahí lo más rápido que podían sus largas piernas y cerrar la puerta del cuarto de maquinas.

-Kidy… - susurro aterrado ese sobre nombre para ver como de la oscuridad del cuarto salía ese temido pirata.

-Trafalgar. Cuanto tiempo sin vernos. – una sonrisa oscura estaba en sus labios.

-¿Eus-tass-ya? – tartamudeo cuando ya estaba muy cerca de él pero claro que el otro estaba de pie y el sentado en el suelo.

Esa sonrisa en la cara del pirata se ensancho aún más al ver que si le recordaba y sobre todo por el extraño sonrojo que estaban en las mejillas morenas del shichibukai.

Era Eustass Kid, ese pelirrojo con la gran altura que siempre le caracterizaba, esa clara piel, las nuevas cicatrices que le marcaban parte de su psicópata rostro y el brazo de metal que ahora se revelaba con la mirada ambarina que tanto le había gustado a Law.

Si… ese era del pirata del que se enamoro y ahora estaba ahí con el…

-¿Qué haces aquí? – fue lo primero que soltó el moreno para levantarse torpemente y recargarse a un lado del mini merry.

-Yo puede hacer lo que se me de la puta gana, y si vine es porque quise. – respondía el de tez pálida para acorralar con su enorme y bien trabajado cuerpo al cirujano.

-Y… ¿Viniste solo para decirme eso? – sonrío al ver que Kid también quería lo que él quería.

Sintió la metálica mano tomar la muñeca donde tenía la esposa kairoseki hasta llevarla arriba de su cabeza, al momento de sentir el cálido aliento sobre su cuello y detenerse en su oído.

-Feliz cumpleaños Law… - susurro para morder ligeramente su lóbulo y dejar un poco de su pinta labios oscuros sobre este.

Lo que fue un jadeo de anticipación por parte del moreno, fue suficiente para el pelirrojo que ahora con su otra mano tomaba su mentón y lo besaba demandantemente.

Esos eran los primeros roces que se daban sus labios después de conocerse hace dos años en el archipiélago Sabaody, y eran más que necesitados. Por parte de Law que solo le atraía con un brazo disponible, tomándolo de su rojiza cabellera para profundizar más el contacto de sus labios, y por parte de Kid que deslizaba su pálida mano sobre la cintura del moreno haciéndolo estremecerse ligeramente.

Ese era definitivamente el mejor regalo de cumpleaños.

Sus lenguas danzaban con una aterradora sincronía, sus labios demandaban más e incluso un gruñido por parte de Kid se escucho por sentir como Law trataba de tomar el control del beso, pero claro con toda esa energía que caracterizaba al pelirrojo lo sometió de una deliciosa manera atrayendo su delgado cuerpo al suyo corpulento.

Cuando el oxigeno le exigía a ambos separarse, lo hicieron con un hilillo de saliva uniéndolos como nunca antes, la mirada entrecerrada del cirujano de la muerte con el rubor en sus mejillas, y la mirada turbia de lujuria del “captian” por tenerlo así con tan solo un beso.

-Mucha gente me deseo un feliz cumpleaños hoy, pero el hecho de que lo hicieras tú me gusto mucho. – ronroneo el moreno para posar su mano sobre la entrepierna semi erecta del pelirrojo a través de la ropa.

Un gruñido se perdía en el cuello del moreno por esa tentadora caricia sobre su excitación ahora despertando aun más.

-Y aun no te he dado tu regalo. – dijo en tono ronco para besar su cuello y luego morderlo ligeramente.

Ya se imaginaba que le daría como regalo y por todos los dioses en los que no creía, ya espera eso con demasiadas ansias, empezando a tocar el marcado pecho del pelirrojo con su tatuada mano esperando que liberara su agarre y pudiera tocarle como era debido, enterrando sus delgados dedos en su sedoso cabello.

Pero Kid ya tenía otros planes que involucraban quitarle ese estúpido gorro moteado con la garra metálica y empezar a sacarle esa sudadera que no le dejaba nada a la imaginación cuando la subía con el metal y dejaba ver su tatuado pecho.

Joder… nunca había visto esos corazones en sus hombros ni su pecho y era un hermoso descubrimiento sobre la morena piel que ahora besaba sin pudor.

La piel se le erizaba por la superficie fría del mini merry a sus espaldas, y la ahora caliente lengua del otro sobre uno de sus pezones mordiendo ligeramente, una sensación agradable y muy excitante.

-Qué tal si pasamos a un lugar más cómodo. – era una magnifica sugerencia por parte de Kid quien ya lo encaminaba hacía el asiento del mini merry, con todo el revoltijo que eran con tanto beso y caricia sobre sus cuerpos.

Y la ropa empezaba a sobrar en ambos mucho más de lo que ya quisieran pero algo dentro de los bolsillos del pantalón del mayor no dejaban quitárselos bien.

-¡¿Qué tanta mierda guardas en tus bolsillos Trafalgar?! – dijo el menor para apartarse molesto y quitarse ese enorme saco de pieles que siempre traía encima. Ya empezaba a liberar el poder de su fruta del diablo para dejar que el brazo metálico empezara a deshacerse por sí solo cuando…

La bella melodía de un violín empezó a resonar cuando el moreno presionaba el botón del dial al momento de sacarlo de su bolsillo. Ahora entendía las palabras del esqueleto cuando le dio aquello, un detalle que ahora le parecía perfecto.

Al compás de la música, sus ojos grises observaban detenidamente como las piezas que conformaban el brazo de Kid caían a la suave superficie del asiento y algunas más en el suelo de madera.

Nunca pensó ver el día en que ese pelirrojo de mala muerte le mostrara ese lado tan vulnerable cuando dejo ver la falta de uno de sus brazos, siendo la cicatriz la protagonista de sus ahora preocupadas facciones.

La poca luz que emitía la pequeña embarcación fue suficiente para contemplarse y volver a lo que estaban olvidando por un momento ese raro ambiente de tristeza que parecía apoderarse de ellos.

Pero cuando ya sacaba la cajita con la tarjeta de Zoro y la botellita de Nami, Kid ya le sacaba el calzado al mayor y el mismo se quitaba los holgados pantalones.

No podían contenerse más para poseerse como nunca antes, y sin embargo había que prepara al moreno lo más rápido posible, al menos el de tez pálida no podía esperar más y ya le metía mano dentro de su cuerpo con unos dedos apenas lubricados con algo de su saliva.

-Espera Eustass-ya… Ahh… creo que esto podría funcionar. – jadeaba para tomar el frasco que le había dado Nami, y ya sabía porque se lo había dado y no podía estar más agradecido con la arpía esa como le llamaba Zoro.

-Al parecer ya tenías todo listo. – dijo con una enorme sonrisa para empezar a vaciar un poco sobre sus dedos.

El ligero aroma a vainilla se percibía en el ambiente cargado de lujuria, pero el condenado lubricante esta frio y cuando otra vez dos de los dedos del pelirrojo se introducían en el con el pantalón en una de sus delgadas piernas, se estremeció soltando un gemido hermoso para los oídos de Kid.

Suficiente… se dijo mentalmente el menor al ver la cara de dolor y placer mezcladas en el moreno, mas el ligero rocío de su sudor adornando su cuerpo semi desnudo con una linda erección por las caricias que le daba, y eso que solo eran dos dedos dentro de su cuerpo, que lo recibían más que gustoso sintiendo la humedad y estrechez de este.

Una sensación más que agradable que le mandaba mas descargas a su ya hinchado y adolorido miembro contenido aun desgraciadamente por la ajustada tela del bóxer, pues los pantalones ya iban a medio camino con tanto toqueteo que se habían dado.

Pero el mayor tampoco estaba para esperar más y se relamió los labios a forma de provocación para que el pelirrojo dejara salir al animal sediento de pasión, donde el mismo ya estaba siendo arrastrado por esas calientes caricias en su cuerpo.

En algún momento dentro del mini merry ya solo se escuchaban los gemidos, jadeos e incluso gritos de esos dándose placer hasta más no poder.

-Joder… - gruñía placenteramente Kid cuando se adentraba en esas paredes tan estrechas y húmedas.

-Aahh… sigue así… Mmm… - gemía Law por cada fuerte estocada de ese enorme miembro entrando por completo y llenarlo de todo su ser.

El pelirrojo estaba sobre el pelinegro con las piernas del segundo sobre sus hombros por el reducido espacio en el que estaba pero, eso no importaba si podían darse tan duro como podían y exigían sus cuerpos.

Con la única mano que tenia Kid se recargaba para poder seguir con las rápidas y potentes embestidas sobre el cuerpo de Law, y este gemía sin pudor alguno masajeando su propia excitación para llegar al éxtasis

-¿Por qué… ammm… por que las esposas? No ibas a creer que escaparía ¿o sí? – jadeaba cada palabra por el placer que experimentaba su cuerpo.

-No era por eso… aahh… Eso fue idea de Mugiwara. – contesto salir de su interior y sonreír de forma perversa ante la visión que había creado.

Así que todo eso fue idea del “inocente” capitán despistado de la tripulación de los sombreros de paja… Tenía que ser un chiste.

Sintió como lo ponían a cuatro con la cara sobre el suave asiento y una nueva estocada lo dejo sin aliento, Kid le quería de todas las posiciones posibles en ese pequeño espacio.

La diversión seguiría por largo rato…

 

 

Mientras tanto en la cocina:

-¡¡Sanji!! ¡¡Comida!! – gritaba el capitán golpeando la mesa con sus puños y haciendo un tierno puchero.

-¡¡Espera un poco!! Qué pasa con esos malditos modales. – le regañaba con una mirada asesina desde la estufa donde cocinaba lo más rápido posible.

-Yo quiero una botella de sake cocinero. – exigía el segundo al mando al ver el ceño fruncido en cara del rubio.

-¡¡Pues ven tú por ella marimo!! – grito ya enojado para seguir cocinando.

-¿Cómo pueden estar tan tranquilos con la situación que hay debajo de nosotros? – pregunto Usopp con un ligero temblor por todo su cuerpo, sabiendo que eso era un mal presagio.

-Pero es normal que los humanos busquen la reproducción entre ellos ¿no? Incluso los animales lo hacen para preservar la especie. – respondía el renito de la forma más tierna posible ganándose unas palmaditas del tirador.

-Dulce e inocente Chopper… Es mejor que no sepas esas cosas de gente pervertida. – dijo con ese aire resignado el de la nariz larga negando con la cabeza.

-Medico-san estará de mejor humor cuando lleguemos a nuestro destino y no estaría de más ver una sonrisa que no sea forzada de vez en cuando. – la maldita de Robin ya se reía por lo bajo mientras sostenía su té con sutileza.

-Solo espero que no rompan nada y limpien todo… No sería suuuper ver sus cochinadas. – a Franky se le pintaba un ligero color verdoso en su cara por imaginarse algo pervertido pero a la vez asqueroso.

-Saben que es lo único bueno de todo esto… - empezó Brook con todo serio captando la atención de todos, incluso de Luffy que ya estaba sentado en el regazo de su segundo al mando mientras jugaba con sus pendientes. – Que la música que compuse tapa perfectamente los agitados gemidos de esos pervertidos, dándose duro contra los asientos del mini merry, y con toda su piel llena de lo que seguramente sería…

-¡¡AAHH!! ¡¡CALLATE!! – gritaron al unisonó todos al imaginarse toda la situación narrada por el músico pervertido de los cojones, bueno todos menos Luffy que no entendió nada y pregunto:

-¿Llenos de qué? Dime Brook.

.-De nada capitán-san, cosas de adultos. – aclaro la arqueóloga colorada de la visión pintada en su mente.

-Como las que hacemos Zoro, Sanji y yo. – dijo con una sonrisa en su cara para ahora ser el centro de atención.

-¡¿Qué ustedes qué?! – ahora la que estaba multicolor era la navegante con una aura entre asesina y algo desconcertada.

-Solo… solo fue una vez Nami~swam… pero nada de lo que tú piensas… fue totalmente…

-Consensual Nami… ¿Y si tienes problemas con eso? Dile al cocinero que no vuelva a envinar nada… - el espadachín se le adelanto al rubio que ahora estaba sufriendo un ataque cardiaco.

-Son unos pervertidos… - susurraron Usopp, Franky y Chopper, pero este último por imitar a los otros dos.

-Yo recuerdo ese día. Si… Estaban los tres como animales en celo y eso que yo he visto muchos con estos ojos, pero yo no tengo ojos. Yohohohohoho. – otra vez el pervertido del músico volvía a pintar imágenes en sus cabezas.

-Ya dejen de hablar de eso… - la pelinaranja ya se tapaba los oídos por tanta cosa, pero le surgió una duda muy grande. - ¿Cómo es que te enteraste del cumpleaños de Law-kun? Eso sí que es interesante. – le pregunto a Luffy que ya estaba abrazando a Sanji por la cintura y le lloriqueaba por comida.

-Pues veras Nami… - el capitán regreso a su lugar y bajo su sombrero ensombreciendo la mirada para contar su historia:

 

Flash Back de la noche anterior…

Estaban celebrando el nuevo plan que Trafalgar les había dicho para cuando llegaran a la isla más cercana para abastecerse antes de ir rumbo a Dressrosa, y como todo en ese barco era fiesta y más fiesta…

Nadie escucho el den den mushi que sonaba en el cuarto del invitado osea de Trafalgar Law… Nadie excepto Luffy que estaba buscando al shichibukai y sacarlo a bailar como era la costumbre en su barco.

Escuchaba el “Puru puru puru…”  del caracol y decidió investigar un poco ya que no encontraba al moreno mayor.

-Puru puru puru… - sonaba el caracol con los ojos cerrados que estaba en el gabarina negra de Law.

-Bueno… no pasa nada malo si contesto. – se dijo a si mismo Luffy para buscarlo con entusiasmo.

-¡Gacha! – había tomado la llamada.

-…- silencio, un raro silencio.

Luffy sostenía el pequeño caracol cerca de su rostro esperando que alguien contestara, pues veía los ojos abiertos del den den mushi y espera con toda la paciencia que jamás tuvo en la vida.

-Acércate más… - escucho que susurraba el caracol. No reconoció la voz pero lo hizo sin chistar para tenerlo aun más cerca.

Los labios del den den mushi se posaron sobre los suyos dándole un casto beso muy tierno.

El pequeño moreno se quedo inmóvil unos segundos y después vio como el caracol estaba tremendamente sonrojado, nunca había visto eso ni sentido un beso de un den den mushi antes…

-Feliz cumpleaños Trafalgar… - volvió a hablar la voz del otro lado de la línea.

-Yo no soy Torao. Shishishishi. – rio el capitán al ver ese beso no era para él.

-¡¡Mugiwara!! – grito enfadada la voz y ahí Luffy pudo reconocerla de inmediato.

-¡¡Kidy!! – grito en respuesta a su apodo con bastante energía.

-¡¿Por qué mierdas contestaste tu?! ¡¿Dónde está el idiota de Trafalgar?! ¡¿Acaso es que ustedes dos se están acostando juntos?! ¡¡Dime donde están para partirles la cara a los de una puta vez!! – gritaba aun más el mencionado iracundo por la rabia de imaginarse al cirujano de la muerte en la cama de alguien más.

El capitán de los sombreros de paja se lo pensó un momento y contesto de forma divertida pasando olímpicamente la amenaza a su persona o a su invitado.

-Estaba buscando a Torao aquí en su cuarto cuando sonó el den den mushi y conteste, pero él no me deja dormir con el aunque le dije que haría lo que él quisiera… - dijo triste el pequeño para después volver hablar con entusiasmo. – Si quieres venir a desearle un feliz cumpleaños a Torao puedo mandar el mini merry a por ti. Sabias que es una réplica de nuestro barco pero esta genial porque –

-Sí, si está bien Mugiwara. Solo dime donde están para mandarte mis coordenadas y hacerle una visita. – ya se había calmado un poco cuando le dijo aquello, y mas porque sus falsas sospechas de un engaño que de hecho estaba totalmente injustificado porque no era nada del shichibukai fueron los extraños celos que sintió.

-Shishishishi. ¡¡Qué bien!! ¡¡Haremos una fiesta y –

-¡¡No debe saber que voy a ir estúpido, sino ya no será sorpresa!! – le corto Kid para que no hiciera alguna idiotez como llamar la atención de la marina en esas aguas repletas de estos y sobre todo para sorprender al moreno que ya conocía dos años atrás.

-¡OH! ¿Una sorpresa? Claro, claro una sorpresa. Yo me encargo de Torao en lo que llegas. Shishishishi. – le confirme el capitán de los sombreros de paja riendo al decir aquello.

La verdad es que Kid no quería saberlo…

Fin flash back…

-Así que por eso nos dijiste de su cumpleaños y darle tiempo a ese tal Kidy de llegar ¿no? – hablo la navegante con las manos en su barbilla y recargada en la mesa.

El pequeño capitán solo asintió con la cabeza entusiasmado comiendo la enorme ración de tallarines que había hecho Sanji de tan solo dos sentadas.

-Pero… ¿Qué le diste de regalo de cumpleaños a Law-kun? – volvió a preguntar la chica con una interrogante, pues no recuerda haberlo visto haciendo tal cosa.

-¡Ah, Nami muy fácil! Le di unas esposas de Kairoseki. – respondió cómo si fuera lo más obvio del mundo, al menos para él.

-¿Eso como para qué? – pregunto el renito curioso.

-Pues muy fácil Chopper. Para que Kidy no pueda escapar, Shishishishishi. – ese maldito crio no era tan despistado como todos suponían ni tampoco tan santo como se supone que seria.

 

 

En el cuarto de abajo solo se escucho un enérgico grito:

-¡¡Maldito hijo de puta suéltame de una vez!! – era la voz de Kid que ahora estaba esposado al mini merry completamente desnudo y esperando a Law que ahora estaba en el cuarto de baño refrescándose para la sexta ronda de ese dia. 

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Ah, si lo olvidaba esa parte del den den mushi es un Doujinshi de Kid x Law llamado 3% amor obvio le di un giro pero imaginense que eso es la revancha de Kid~san pero le salio el tiro por la culata. XD         

Cualquier cosa estoy para servirles.

 


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