Near miró a su alrededor.
La habitación amplia y llena de pantallas que había fungido como guarida y base, lucía vacía y extraña con las pantallas apagadas y sin ninguna hoja de papel en los escritorios o el piso. Acababa de volver de la bodega donde Yagami Light, mejor conocido como Kira, había muerto, donde se había acordado no revelar su identidad pero sí notificar de su muerto, donde tantos días de desvelo habían rendido frutos… donde había mencionado a Mello.
Levantó su mano derecha y observó los tres pequeños títeres pertenecientes a él, L y Mello, los que había usado para explicar sus pasos y desarrollo a todos. Lo que había usado para recordarlo a él.
«El chico que aparece en pantalla fue confirmado muerto esta mañana, sus restos fueron identificados junto con los de Takada, ex portavoz de Kira»
El haber levantado la cabeza y encontrarse con la imagen de Mello en la televisión había sido un shock para él, como una cubetada de agua fría sobre la cabeza — Pero… hace unos días prometiste vernos al final del caso… — Había murmurado cuando nadie lo veía.
—Me mentiste — Dijo en voz alta, escuchando el eco de sus palabras — Prometiste que me ganarías, que llegarías al final del caso… ¡No lo cumpliste! — Se sorprendió al escuchar lo fuerte que su voz podía sonar — ¿Por qué no lo cumpliste?
Near no era así, no mostraba emociones, no gritaba, no expresaba nada que no fuera necesario pero esta vez, sentía una opresión en el pecho, una que amenazaba con aplastar sus costillas y matarlo en el acto, una opresión que le dolía, demasiado.
—Impulsivo… Siempre te dije que ser así no te traería nada bueno, que las emociones nos llevan a tomar decisiones erróneas y arriesgadas — Sus ojos seguían clavados en los títeres — Hace unos días estuviste aquí… Para recoger la única foto que existía en Wammy’s de cuando eras un niño, hace unos días estabas vivo.
Near sintió un líquido caliente y salino de sus ojos, un líquido que parecía estar llevándose sus fuerzas, ya que no fue capaz de mantenerse en pie y cayó de rodillas contra el duro piso. La opresión en su pecho no cedía, seguía doliendo y taladrando con ira en lo más profundo de su ser, tenía que detenerlo.
—L y Watari nos dejaron, se fueron por culpa de Kira — Recordó aquel día en que Roger les dio la noticia — Tú lloraste, lo recuerdo, lloraste hasta que te quedaste dormido, incluso me llamaste fenómeno y egoísta por no hacerlo yo también. Pero también me causó una molesta sensación en el pecho, algo dolía con cada latir de mi corazón, como un clavo enterrándose en él.
Se dejó caer de lado en el suelo, apegando su mano al pecho y perdiendo la mirada en la lejanía, había podido retener todo eso dentro de sí por más de cuatro años pero ahora, le parecía imposible. No podía y no quería seguir aguantándolo, debía de salir y este era el momento.
Lloró, como nunca en su vida lo había hecho, un llanto donde dejaba salir todo lo guardado en su pecho desde la muerte de L y Watari, por haber perdido a Mello, quien fuera el único en tomarse la molestia de hacerle la vida imposible en Wammy’s, quien fuera el único que se preocupaba por prestarle atención, quien fue la única persona de la que se enamoró.
«Sigue jugando»
Esa voz la reconocía donde fuera que estuviera, con dificultad se sentó en el piso y miró a su alrededor — Mello… — Murmuró, apretando su títere con fuerza.
«Gracias, idiota»
Un tacto suave y delicado pero extraño lo envolvió, como si alguien estuviese abrazándolo por atrás lo envolvió, quería quedarse ahí, que esos brazos protectores jamás lo abandonaran pero sabía que no sería así. La lógica le decía que eran alucinaciones creadas por su mente en etapa de duelo, que Mello estaba muerto y no había manera de verle o escucharle de nuevo.
«Deja la lógica de lado por una jodida vez»
Sus ojos se llenaron una vez más de lágrimas mientras escuchaba la voz tan cerca de su oído.
«Gracias, Near»
Tan rápido como la sensación inició, desapareció, sentía como esos brazos lo abandonaban y él tuvo que enrollar los suyos a su alrededor para oponerse al frío que le invadió. Lentamente su llanto cesó y pudo levantar la cabeza, con la misma mirada de indiferencia y desinterés que tenía siempre, como si nada hubiera pasado, como si no hubiera escuchado o sentido nada.
Tomó los títeres y se levantó, echando una mirada a la habitación por última vez, sonrió levemente.
—Gracias a ti Mello.