Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Parecía natural por golddie

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres hasta lo que TSEntertainment permita.

No había real razón para que Youngjae hubiera reaccionado de la forma en que lo hizo. De verdad no había: aquello había sucedido hace más de… ¿8 años? (sí, 8 años, pero Youngjae negaría el hecho de que hubiera estado contando), y, a decir verdad, ya lo había superado, pues ya hasta gustaba de otra persona, entonces, ¿por qué se había ocultado de esa forma cuando vio a Daehyun (, ese Daehyun) entrando en la oficina al lado de su jefe?

No quería pensar en que fueran a contratarlo. Youngjae necesitaba respirar.

Dejó su cubo y buscó a Himchan por sobre las otras cabezas de cabello negro, dándose cuenta de que el mayor le devolvía la mirada con asombro. Obviamente Himchan había visto a Daehyun también.

Youngjae fue hacia allá, Himchan salió de su cubo también. Se juntaron estratégicamente en la estación del café.

“¿Qué está haciendo él aquí?”, inquirió Himchan, al parecer más nervioso que el propio Youngjae.

“¿Cómo voy a saberlo?”, espetó, porque no había razón de que Himchan estuviera de esa forma, “no lo he visto hace años”, explicó.

Himchan bebió café. El café lo relajaba.

“Descuida, descuida”, le dijo a Youngjae, pero pareciera más como que se lo decía a sí mismo, “lo más seguro es que solo conozca a Yongguk o esté de paseo.”

Youngjae frunció el ceño por la respuesta.

“Yongguk-hyung no tiene amigos, y nadie viene a dar un paseo a este piso de la empresa, hyung”, soltó el otro, alterado.

El aludido entró en un pequeño cuadro de pánico.

“No será que…”, musitó, pero Youngjae le golpeó el antebrazo, evitando que terminara de hablar.

“Ni siquiera lo digas”, respondió, “hyung, no estoy listo para–”

“– muchachos.” Ambos hombre se voltearon sobre sus hombros, notando que Yongguk estaba tras ellos, mirándoles con aspecto divertido y una sonrisa amable. A pesar de que fuera el dueño y jefe de una empresa que crecía cada día, Yongguk seguía manteniendo el perfil amigable y cercano, “¿Me prestan atención?”, les pidió, volviéndose a donde estaba el mismo muchacho de antes, mirando a su alrededor, sin haber visto o a Himchan ni menos a Youngjae.

Ambos amigos intercambiaron miradas de circunstancias, realmente no anticipando lo que iba a suceder.

Yongguk se aclaró su garganta. Todos los sonidos de teclados siendo presionados, se detuvieron y un gran número de ojos cayeron sobre el hombre, cuya sonrisa seguía demostrando su temple.

“Quiero presentarles a un nuevo empleado”, anunció, “Jung Daehyun trabajará con ustedes en esta unidad desde hoy, trátenlo bien, por favor”, pidió.

Youngjae vio a Daehyun sonreírle a sus compañeros. De esas sonrisas que lo hacían ver increíblemente atractivo.

De esas que había aprendido a detestar.

El grupo de trabajadores volvió a su quehacer después de enunciar una masiva respuesta afirmativa. Yongguk miró a Daehyun y le sonrió, después se volteó hacia Himchan y Youngjae.

Ambos temblaron.

“Himchan, te voy a pedir que ayudes a Daehyun hasta que se acostumbre”, soltó el mayor, sonriéndole al aludido. Daehyun se volteó hacia ese lado, cruzando miradas con ambos hombres que habían estado fuera de su campo visual hasta el momento.

Himchan se quedó serio, Youngjae no le miraba directamente. De hecho, Youngjae le miró un solo segundo antes de caminar de vuelta su estación de trabajo, con la mirada gacha.

Yongguk miró a Himchan con duda, y este rápidamente dijo:

“No se siente muy bien hoy”, explicó, caminando más cerca de su Jefe y el nuevo empleado, “tal parece que hay alimañas en su hogar”, dijo luego, observando directamente a Daehyun mientras decía eso. Daehyun desvió la vista.

Yongguk asintió.

“Déjame saber si hay algo que pueda hacer”, le respondió a Himchan, mirando luego a Daehyun un segundo, “te lo encargo”, le dijo antes de girarse y entrar a su oficina privada.

 

 

 

 

 

 

Como cualquier otra relación, Youngjae había conocido a Daehyun un día inesperado sin tener idea de lo que les tenía deparado el futuro. Youngjae tenía quince cuando Daehyun se le fue presentado. Iban en el mismo grado pero iban en salones distintos. Youngjae lo había visto un par de veces en educación física o comiendo en el comedor con varios otros muchachos.

Himchan era su amigo, porque ambos estaban en el club de actuación (en ese entonces, Himchan tenía como profesión escogida ser un actor profesional: iba a clases privadas, estaba en el club, cuidaba su aspecto e iba a audiciones cuando encontraba la oportunidad; había sido una mala pasada del destino que terminara dentro de un cubículo tecleando y pasando información como profesión), y Youngjae era amigo de Himchan porque la madre de Youngjae era maquillista, así que parecía natural que fuesen amigos.

(A pesar de que Youngjae nunca le encontró mucha lógica a esa razón, cuando Himchan se sentó a su lado y le explicó porque deberían ser amigos.

Jongup había quedado confundido, también.)

Youngjae ni siquiera sabía lo que era el amor. Diablos, ni siquiera sabía que gustaba de chicos. Daehyun había llegado a su vida solo para voltear todo de cabeza.

Tuvo que pasar otros dos años para que por fin Youngjae se diera cuenta. Se diera cuenta de que aquel muchacho con sonrisa idiota pero mirada tierna había cautivado lo más profundo de su ser y, bueno, Youngjae estaba enamorado. Con cada pedacito que componía a Daehyun. Ni siquiera tenía las palabras concretas para expresar lo que sentía, era solo mirarlo y saber que debían estar juntos para siempre.

Pero Daehyun tenía otros planes. Cuando Himchan ya había cumplido mayoría de edad y había entrado a la educación superior, era solo natural que invitara a esos dos chicos también. Beber sin ser mayor de edad no era un problema: era divertido, y Youngjae le pasaba bien siempre, sobre todo cuando Daehyun se sentaba a su lado y comenzaba a hablar idioteces (más de lo común).

Fue cuando Daehyun consiguió novia, Eunji, que Youngjae comenzó a perder el gusto de salir.

Himchan sabía. Youngjae no tenía idea de cómo sabía que gustaba de Daehyun, pero el mayor lo sabía y le confortaba cada vez que podía. O era yendo a su casa y ver películas o era obligándolo a salir con él de todas formas, porque ningún amigo suyo iba a deprimirse por un asunto así.

 

 

 

 

 

 

“Siéntate ahí”, fue la escueta orden de Himchan, que Daehyun obedeció con un poco de desgana. Se sentó en la silla extra que Himchan había acomodado en su escritorio en silencio y se quedó observando al mayor. “Trabajarás aquí hasta que tu cubículo esté listo para ser usado, ¿trajiste tu laptop o necesitas una?”, le preguntó con la voz más neutra posible.

Hubo un momento en que ambos hombres se miraron a los ojos, como si se estuviesen desafiando, hasta que finalmente Daehyun suspiró y sacó su computadora portátil del bolso que había estado colgando de su hombro desde que salió de su hogar esa mañana.

“Enciéndela y avísame cuando esté, hay un par de programas que necesitarás para poder empezar”, explicó Himchan, volviéndose a su propia pantalla y revisar el trabajo que tenía hecho antes de ser interrumpido por la presencia de Daehyun.

Daehyun asintió antes de aclarar su garganta.

“¿Y… cómo has estado?”, le preguntó, con voz algo insegura.

Himchan frunció el ceño.

“¿En serio quieres hablar de cómo he estado?, ¿no te parece que hay algo más importante que deberías decirme?”, inquirió.

Daehyun sonrió incómodamente.

“¿A-algo como qué?”, preguntó.

Himchan bufó.

“¿Sabes qué? Ni me importa, solo no me hables a menos que sea sobre trabajo”, le dijo, volteándose hacia su computadora.

El otro suspiró.

“Himchan”, le llamó.

“¡¿–Qué?!”, espetó con enojo.

Daehyun se sorprendió por la expresión del otro.

“Ya cargó”, indicó, señalando su computadora con el escritorio ya listo para trabajar.

Himchan cerró los ojos para tranquilizarse. Iba a ser un largo día.

 

 

 

 

 

 

 

 

Las personas se entretenían con lo más mínimo que generara un chisme. Era obvio para Youngjae que no tenían nada mejor que hacer: para eso estaban las telenovelas, por eso estaban los libros sencillos de romances.

Youngjae no quería tener nada que ver con la pequeña farándula que había en su escuela, que era cada vez más presente en su día a día cuando cursaba el último año para salir de la secundaria. Las niñas de cursos inferiores a veces le daban cartas de amor, porque aparentemente era guapo (él no lo había asumido hasta ese entonces, pues solo ahí se dio cuenta que no era solo su mente haciéndole trucos para tener autoestima). Así que, sabía que tenía un grupo de fans que esperaban por él.

(Y no podía entender por qué las niñas se fijaban en él que no tenía nada de especial, siendo que empresas de entretenimiento pasaban años formando a ídolos para las jóvenes hormonadas.)

Pero a pesar de su buena situación en cuanto a popularidad, Youngjae también sabía que Daehyun y Eunji eran de las parejas más aclamadas de la escuela.

El tal DaeJi solo le hacía querer vomitar. Las personas en serio no sabían qué hacer con su vida más que meterse en las vidas de otros.

Pero Daehyun no pensaba igual. Él pensaba que era hasta divertido, porque ahí iba de la mano con su novia cada vez que podía.

La cantidad de veces que Youngjae rodó los ojos al verlos juntos no se podía expresar en números reales.

Tuvo que pasar tiempo, varios meses de Youngjae suportando a la pareja (a pesar de que a Daehyun no le gustara mezclar a sus amigos con su novia, lo cual Youngjae agradecía al máximo), para que por fin Daehyun se reuniera con él y Jongup en una de las mesas de la cafetería para decirles que había terminado con Eunji.

“Más bien, ella me pateó a mí”, explicó con una sonrisa amarga.

Una sonrisa que Youngjae quería hacer que dejase de existir.

 

 

 

 

 

 

Desde que habían contratado a Daehyun, Youngjae había escapado de él lo mejor posible. Eso también involucrando evitar a Himchan (cosa que no le gustaba a ninguno de los dos) pero al menos en los descansos Himchan conseguía deshacerse de Daehyun y así poder hablar con Youngjae.

“Está oficialmente contratado”, decía Himchan cuando compartían un receso por café. Youngjae había estado concentrado en un proyecto que tenía con otro compañero que no había estirado las piernas en toda la mañana. “No puedes seguir evitándolo por siempre”, continuó luego.

Youngjae bufó ante lo dicho por el mayor para después soplar un poco su bebida caliente para que pudiera beber un poco.

“Ni sé qué decirle”, respondió con sinceridad el menor, “no sé cómo puedes hablarle, creí que estabas enfadado con él también”, le dijo, sonando como si se sintiese traicionado.

Himchan rodó los ojos.

“No le hablo de cosas personales”, explicó, “aunque me ha preguntado. Por ti, digo.”

El aludido parpadeó un poco.

“¿Q-qué pregunta?”

“Me ha preguntado si sigues enfadado”, respondió Himchan, “me ha preguntado eso y no le he respondido, en parte porque no me corresponde y en parte porque no lo sé”, aclaró.

Youngjae asintió.

“De acuerdo”, soltó, bebiendo un poco de café, pero lo apartó de inmediato.

Seguía caliente.

“¿Y entonces?”, preguntó Himchan, ante lo que el otro frunció el ceño confundido.

“¿Y entonces, qué?”, inquirió.

La sonrisa del mayor no tardó en aparecer, aparentemente divertido por la reacción.

“Y entonces… ¿estás enfadado aún?”

Youngjae desvió la mirada.

“Por supuesto”, respondió enseguida, “no quiero verlo”, admitió.

Himchan asintió.

“No es por defenderlo a él, pero creo que sería bueno si hablaran”, dijo el mayor, mirando el perfil del otro ya que el mismo seguía rehusándose a verle a la cara, “no es bueno para ti tenerle rencor, ¿sabes?”

El menor bufó.

“Las cosas no son como antes, hyung”, dijo, “hemos crecido.”

Himchan asintió.

“Con mayor razón: ya son ambos hombres maduros. Nadie te pide que vuelvan a ser lo que eran antes, solamente que lo perdones porque verte escapar de él todos los días se está volviendo el chisme de la oficina”, contó divertido.

El menor pareció ver un fantasma por la cara de horror que mostró.

“… ¿Los demás lo han notado?”, inquirió, ante lo que Himchan asintió, “oh demonios”, maldijo, cubriendo parte de su rostro en vergüenza con una mano.

“Al menos nadie ha llegado a la suposición correcta, pero están cerca”, comentó el mayor, de pronto dejando su taza vacía entre ellos. Youngjae miró la propia, notando que no había bebido nada.

“¿Qué es lo que dicen?”, preguntó con miedo, luego.

“Jeongmin dice que se pelearon por la misma chica, Sunhwa dice que Daehyun te robó alguna idea millonaria y se escapó”, respondió, mirando a Youngjae, “son las más cercanas a lo que pasó, pero algunos dicen que Daehyun se metió en el matrimonio de tus padres…” soltó con una expresión extraña.

Youngjae le miró con la misma expresión.

“¿En el matrimonio de mis padres?”, inquirió con voz incrédula.

Himchan alzó ambos hombros.

“Ya sabes cómo son las personas”, contestó con una sonrisa.

Youngjae pensó en su madre y padre.

Bebió café luego. Ahora estaba a buena temperatura.

Cuando saliera del trabajo llamaría a la casa de sus padres y conversaría con ambos un rato, solo para saber cómo iban las cosas entre ellos.

 

 

 

 

 

 

 

Daehyun no era el tipo de persona que se enfrenta a un rompimiento estando triste, de hecho, si Youngjae no fuese su amigo, no sabría que en realidad si estaba algo decaído. Notaba como Daehyun evitaba a Eunji y ella a él, y así para intentar verse lo menos posible, pero cuando sucedía y se veían ambos desviaban la mirada.

Nadie tenía claro qué había pasado entre ellos, tampoco Youngjae o Himchan, pero eso no afectaba que el mayor le invitara a más fiestas para que pudiera olvidarse de la muchacha. Y, a la vez, invitando a Youngjae para que su otro amigo tuviese oportunidad con el mayor.

A Himchan le gustaba pensar que era un cupido.

Y funcionó. De cierta forma. La ruptura de Daehyun y Eunji había unido a Youngjae al muchacho más de lo que cualquiera de ellos dos hubiera deseado.

.

Daehyun fue el primero en confesarse, unas semanas antes de dar el examen de selección para la universidad.

Youngjae había estado enterrado en libros por todo un mes, siendo esos últimos días los que tomaría con más suavidad para no sobre-exigirse.

“Lo harás bien”, le decía Daehyun, sonriendo divertido ante las miles de notas pegadas por toda la habitación de su amigo: habían fórmulas, vocabularios, hasta elementos químicos y procedimientos matemáticos en diversos papeles de colores. “Si Himchan-hyung fue aceptado, no veo cómo tú no”, comentó.

Youngjae negó con la cabeza.

“Himchan es más inteligente de lo que parece”, le explicó, mientras revisaba su celular, “además él no estaba nervioso por el examen porque su meta es ser actor”, agregó, “si yo no entro, no sé qué haré de mi vida”, admitió con sinceridad.

Daehyun gruñó un poco.

“Puedes hacer muchas cosas”, le dijo al menor, poniendo su mano sobre la pantalla del celular del otro para que le prestase atención, “eres bueno en muchas cosas.”

Youngjae le sonrió un poco, enternecido en cómo su amigo le daba ánimos.

“No seas hablador”, musitó, negando con la cabeza, “organizar las cosas y las matemáticas son para lo único que sirvo”, confesó.

El mayor no dejó que separara la vista de sus ojos.

“Eso no es cierto”, negó, frunciendo el ceño, “cantas bien, pateas traseros en video juegos y cocinas delicioso”, le dijo, de pronto acercándose hacia el otro para que entendiera que era sincero con sus palabras.

Youngjae no había notado la proximidad.

“Lo dices porque eres mi amigo”, respondió, en parte queriendo creer lo que decía Daehyun, pero sabiendo que la realidad era distinta.

Daehyun gruñó.

“Tú”, le dijo, indicándolo con un dedo, “no te ves cómo yo te veo, por eso dices eso”, explicó.

Youngjae le sonrió un poco, ahora mirándolo a los ojos.

“¿Y cómo me ves?”, le preguntó, con tono burlesco, esperando que Daehyun siguiera con la broma.

Sin embargo, Daehyun le miró seriamente. El menor le vio acercarse y con delicadeza se acercó hasta poner sus labios sobre los suyos.

Youngjae no tenía intenciones de reaccionar así, pero rápidamente se apartó, asustado. Daehyun le miró, tal vez dándose cuenta de lo que había hecho.

“Me tengo que ir”, soltó el mayor, bajándose de la cama rápidamente.

Fue solo cuando su amigo salió de su vista, que el otro reaccionó.

“Daehyun, ¡espera!”, gritó, pero el otro ya estaba lejos.

 

 

 

 

 

 

Youngjae suspiró. Su jornada al fin había terminado y era libre de irse a casa.

Se puso de pie y guardó algunas de sus cosas, ordenando algunos papeles en su usual bolso al hombro, al igual que su propia computadora y estiró su cuello, sintiendo el musculo algo resentido.

Hoy había tenido que quedarse un par de horas más junto a otros compañeros de oficina y su cuerpo resentía las horas extras.

Youngjae tomó sus cosas y caminó hacia la salida, despidiéndose de algunos de sus compañeros que aún estaban ahí (se sentía mal por ellos, pero a la vez agradecía no ser alguno de ellos). Entró al elevador y esperó pacientemente a que éste llegara hasta el piso final. Youngjae caminó hasta la salida, saludando al guardia con una dulce sonrisa, y llegó hasta el estacionamiento. Había un estacionamiento subterráneo, pero Youngjae siempre prefirió el que estaba al aire libre.

En el camino hasta su auto buscó sus llaves, comenzando a prepararse mentalmente para el tráfico en que seguramente se vería atrapado.

Quizás sería buena idea pasar a comprar algo delicioso de cenar como premio a su trabajo.

Pero antes de poder llegar a su auto, Youngjae lo vio: Daehyun estaba sentado en una de los palos de acero que ponían en el estacionamiento para fijar el orden. Estaba sentado en el que estaba en frente de su auto, lo que le hizo fruncir el ceño. ¿Cómo sabía él que ese era su auto?

Caminó lentamente hasta que Daehyun le vio. El hombre se puso de pie y le miró atentamente.

“Quiero hablar contigo”, le dijo a Youngjae y este soltó una pequeña risa irónica, que no planeó saliera tan enfadada.

“¿Esperaste estas dos horas a que saliera?”, inquirió.

Daehyun asintió. Youngjae ignoró el agradable sentimiento que ese gesto liberó en su pecho.

“Es urgente”, aclaró.

El aludido caminó hasta su auto, abriendo la puerta del pasajero y guardando sus cosas ahí, cerrando la puerta después y recargarse ahí.

“Te escucho”, soltó, porque a pesar de que Youngjae afirmara que no quería saber nada de Daehyun después de lo que hizo, seguía esperando algún tipo de explicación.

Daehyun se removió un poco antes de decir:

“Es solo… quiero que dejes de evitarme en la oficina”, le dijo. El otro frunció un poco el ceño, porque era muy de Daehyun querer algo así de egocéntrico. “Somos compañeros de trabajo ahora, y las personas hablan de nosotros”, explicó al notar el cambio de expresión del menor.

Youngjae bufó.

“¿O sea que solo quieres que pretenda que no te odio para que las personas no hagan chisme?”, preguntó incrédulo, “wow”, soltó.

Pero el mayor le miró intensamente.

“¿Me odias?”

Youngjae desvió la mirada, decidiendo no responder a eso, porque era más que obvia la respuesta.

Y el mayor pareció comprender eso.

“Mira, no es que desde ahora seamos amigos… o algo, s-solo”, musitó, “lo siento, lo siento, no quiero que nos llevemos mal”, soltó más sincero de lo que parecía.

Youngjae le miró. Luego suspiró.

“Escucha, yo- digo, de acuerdo. Solo porque odio que hablen de mí, dejaré de evitarte, pero no me hables a menos que sea por trabajo”, le dijo al mayor, quien asintió.

“Himchan me dijo lo mismo…”, comentó con una sonrisa, queriendo hacer una broma, pero Youngjae ni siquiera sonrió. Solo siguió caminando hasta llegar el asiento de conductor y poner el auto en marcha.

Daehyun le miró hasta que Youngjae se alejó de su vista.

Luego suspiró.

 

Notas finales:

 

 

 

---

se suponía que esto iba a ser un one-shot pero me alargué, perdón ;; subiré la segunda parte (que es desde un punto de vista más próximo al de Daehyun, y la historia sigue avanzando) a penas pueda (llevo más o menos la mitad lista)<33


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).