El papel se deslizó por el aire hasta tocar el piso.
Joey estaba paralizado. Los labios de Kaiba estaban sobre los suyos. Tan repentino. Tan impensado.
Y sobretodo era su reacción lo que le impresionaba pues normalmente habría atizado al tipo pero…
Observó sorprendido como su mano iba en pos de la cara del otro. Su boca reaccionó con ánimo propio y de pronto se estaban besando apasionadamente el uno al otro.
Seto susurró—Me gustas—
No se nota—respondió Wheeler de igual manera.
¿Qué estaba pasando? Nunca le habían gustado los chicos pero el castaño… Sus manos estaban acariciando sus hombros y sintiendo la dureza del cuerpo cercano mientras su cabeza era un real caos. Esa respuesta lanzada había sonado como la de un gato en celo y el ojos azules parecía de la misma manera.
Los besos dieron paso a algo más antes de que el rubio se diera cuenta. Como estaban en el dormitorio del otro no fue difícil empujarlo hasta su lecho.
Seto preguntó entre ósculo y ósculo--¿Estás seguro?—
¡Por supuesto!—susurró Joseph a milímetros de los labios del otro sin tener idea de donde había salido eso.
Las manos de Kaiba le quemaban el cuerpo mientras le desvestía con la misma ansiedad que él.
Hace rato que quiero hacerte esto—confesó el ojos azules en medio de la tarea y Joey se vio sorprendido por esas palabras. ¿El otro había pensado en él de esa manera antes de ese día? No se había notado nunca.
Los uniformes yacían arremolinados por la moquette del dormitorio mientras el castaño exploraba la piel expuesta con los labios. Iba por la espalda del otro y el melado pensó que nunca se había sentido tan excitado en la vida.
Cuando la mano del otro tocó su entrepierna se le escapó un gemido y entonces el otro saltó de la cama para ir a la puerta y cerrarla con llave con talante agitado.
¿Estás loco? Si haces tanto ruido van a descubrirnos—dijo el dueño de casa.
Entonces es mejor que no…--dijo el invitado tratando de bajar de la cama pero el otro le interceptó en ese momento.
Con su cuerpo pegado a él y su boca casi sobre la suya le dijo—Ni de broma—y lo hizo recostarse usando sus labios como ariete.
Hacerlo no fue sencillo pues cuando el rubio vio que iba a entrar en él se acojonó y dijo--¡Oye! Tal vez…--
¿Qué? ¿Tienes miedo, Wheeler?—preguntó con su odioso tonito superior el señorito de la casa y eso hizo que el otro se crispara.
¡Claro que no!—le gritó Joey.
Entonces puedo hacerte mío. ¿No?—preguntó el ojos azules y el otro no supo si eran los ojos del otro, su acento sexy al decir semejantes palabras o su posición en cuatro sobre él que le hacían parecer un gato lo que hizo que se le secara la boca.
Con los ojos bien cerrados lo dejó entrar y aunque dolió un poco fingió que no porque no quería parecer una princesita ante el otro. Lo peor es cuando el castaño comenzó a moverse dentro de él. Wheeler agarrotó los dedos en sus antebrazos y Seto notó que estaba muy asustado por lo que como buen gato pretendió calmar a su amante de una manera un poco sorpresiva para el melado.
Una lengua licenciosa lamió el pabellón de su oreja derecha sobresaltando sobremanera a Wheeler. Luego el sexo solo mejoró y mejoró mientras él tocaba el cielo con las manos llegaron al éxtasis.
Joey se recostó y durmió al lado del otro con una gran sonrisa en los labios.