Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Adicción por keny_shawol

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Fanfic número 40! ¿Pueden creer eso? Porque yo no. No sé qué he estado haciendo con mi vida :((


¡Nos leemos pronto! <333333

Tal vez sí tiene una adicción.

 

Tal vez era como todas esas veces que fumaba, y sabía que era algo malo, pero que siempre terminaba por hacer. Porque era un adicto. Porque es imposible no regresar a las cosas que son tan buenas como el pecado.

 

A Minho le gusta pensarle como la cerveza barata que venden en bares oscuros. No es buena en lo absoluto, pero tiene ese sentimiento de estar en casa. Como si fuera el lugar correcto, como si el humo se sintiera correcto contra su nariz. Como en casa.

 

Minho no está seguro del por qué regresa a su brazos cada noche. Pero de nuevo no es como si supiera exactamente porque fuma cada noche después del sexo. Kim Kibum es una adicción.

 

Una que hace mal a su cuerpo, que causa estragos en su interior, y uno que sabe que es el culpable de todo.

 

Pero tampoco es como si pudiera culparlo del todo. Kibum es así, y él sabía exactamente en lo que estaba entrando cuando conoció al chico.

 

Si alguien le hubiera dicho que se volvería adicto al chico de ojos salvajes y sonrisa arrogante, Minho hubiera reído.

 

Porque él nunca se enamoraba, él nunca se involucraba de más, y él nunca ponía su corazón en juego.

 

Entonces hay algo más. Algo en los besos desesperados de Kibum, en la forma en que muerde sus labios cuando no obtiene lo que quiere. También está la manera en que le mira cuando está dentro de él, con ojos brillantes de pasión, lujuria y diversión y en la manera en que susurra en su oído que necesita más, que hace a su corazón latir de una forma extraña.

 

Justo como una adicción. De esas malas y peligrosas que deberías dejar cuanto antes, pero que te hacen regresar una y otra vez. Kibum es así.

 

—Tal vez deberíamos, no sé, salir. —Minho dirá un sábado o un viernes. Será más de las 11 de la noche y sus cuerpos estarán sudorosos, las piernas de Kibum brillaran desnudas y sus respiraciones serán entrecortadas.

 

—¿Salir?—Kibum preguntará, jugando con un cigarrillo en sus delgados dedos. —¿Te estás escuchando, Choi? —Será como una rutina, porque siempre que pregunte Kibum contestará de esa manera.

 

—Sí, lo hago. —Dirá, mientras trata de alcanzar la mano de Kibum. Se escapará antes que pudiera tomarla, y Kibum fruncirá el ceño. —Salgamos.

 

Kibum reirá. Tal vez por lo gracioso que debió escucharse sus palabras, tal vez porque en el fondo él también sueña con tener una cita de esas de las que los enamorados siempre hablan.

 

Kibum negará con la cabeza, dejando olvidado el cigarrillo, y le mirará con la diversión bailando en los ojos. A Minho le dolerá el corazón, porque lo ama, porque necesita más que sólo sexo de Kibum, pero no lo dirá.

 

—Sabes, Minho, tengo mejores ideas para esta noche. —Kibum sonreirá y se arrastrará hasta quedar sobre él. Su erección crecerá porque no importará todas las veces que esté con Kibum, él siempre logrará excitarlo. —Tú, yo, y una cama, suena como una mejor idea.

 

Kibum estrellará su boca contra la suya, y Minho olvidará sus palabras cuando la mano de Kibum acaricie su erección.

 

 

 

Tal vez debería de ir algún lugar como alcohólicos anónimos y que le ayuden a superar su adicción.

 

Pero entonces, ¿Qué lugar cura adiciones sobre chicos con mirada de gatos y sonrisa arrogante?

 

Kibum se está llevando su vida, justo como los cigarrillos y el alcohol acaban con el cuerpo. Kibum lo está drenando de una forma desconocida y Minho se siente perdido.

 

Perdido de la forma en que su vida parecerá estancada en un lugar sin salida, en la que en cada pared un Kibum de sonrisas juguetonas le dará la bienvenida.

 

Querrá respirar, salir de ese lugar, no ver a Kibum, marcharse por su bienestar.

 

Habrá entonces unas noches en que sentirá peor que perdido y sus miedos le alcanzaran. Morderá sus labios hasta hacerlo sangrar y no querrá ver a Kibum ese día.

 

Cancelará su encuentro, le enviará un mensaje y respirará de Kibum y todo su mundo oscuro por un momento.

 

Pero como un adicto a las drogas comenzará a sentir el peso de sus acciones. La abstinencia de Kibum le atacará en una manera desagradable y como una droga necesitará tomar de él, para poder respirar, otra vez.

 

Pensará demasiado antes de decidir ir por él, con él, y cuando sus pasos se sientan seguros irá hasta Kibum.

 

Kibum tendrá esa sonrisa socarrona en su rostro, y sus perfectos ojos delineados le verán superior, porque tanto como Minho sabe que Kibum es una adicción, Kibum sabe perfectamente quién es la droga.

 

—Pensé que no vendrías está noche. —Kibum parpadeará, casi adorablemente, y dejará su cuerpo descasar contra el marco de la puerta.

 

—Sí, bueno, cambio de planes. —Dirá, porque estará demasiado avergonzado de sus acciones y porque sentirá que el primer soplo de aire llegará a él a verlo.

 

—Tal vez deberías practicar mejor mentir, Minho. —Kibum dirá, dejando a sus manos volar entre ellos. —Puedo leer las mentiras en ti. —Kibum reirá, una forma que Minho ama y que hace  a su corazón latir más rápido. —Pero está bien.

 

Kibum dejará de reír y morderá su labio inferior antes de atacar sus labios. Minho caerá una vez más ante la realidad.

 

Kibum no lo deja respirar, pero irónicamente y también graciosamente, Kibum será la única manera de respirar. Sus besos llevaran el aire a sus pulmones y sus dedos largos contra su cuello le harán sentir vivo otra vez. Igual que los adictos al dejar las drogas, el alcohol y los cigarrillos.

 

Estar sin Kibum será el mejor respiro y la peor realidad y caer en sus brazos una vez más, será su pase al infierno y será también como tocar el cielo con los dedos.

 

—Cama, Minho, ahora. —Minho sonreirá contra sus labios y sus pasos los llevaran hasta la habitación.

 

Se creerá un adicto para siempre y dejará el cuerpo de Kibum caer contra la cama. Besará sus labios, mientras sus manos recorrerán sus muslos y se olvidará de buscar un ‘adictos a Kibum anónimo’ sólo un poco más.

 

 

 

Tal vez debe aceptar la realidad.

 

El cigarrillo después del sexo matará un poco más sus pulmones, los volverá negros como esa noche.

 

La cerveza contra su lengua, se sentirá amarga, pero tendrá ese toque dulce escondido, muy, muy en el fondo.

 

Minho sentirá su corazón latir enamorado cuando vea a Kibum dormir. Se verá como un ángel, sus perfectos labios en forma de corazón estarán entreabiertos, y Minho querrá besarlos, justo como momentos atrás, hasta dejarlos rojos y húmedos.

 

Sus brazos se estiran perezosamente en la cama y cuerpo desnudo brillará en la obscuridad de la habitación. Casi parecerá irreal, pero él sabrá malditamente que es real. Kibum le recordará a esos ángeles malos y traviesos que se revelaron, será hermoso, pero tendrá esos pensamientos de demonio dentro de él.

 

Kibum fruncirá los labios cuando su cigarrillo esté a punto de terminar y pateará las sabanas.

 

Su corazón sentirá como si no pudiera soportarlo. Kibum será adorable, pero Minho le pesará como el peor de los demonios y la mayor de sus adicciones. Sonreirá porque aprenderá aceptarlo, y porque también le gusta de esa manera.

 

Kibum abrirá los ojos y por un momento, sólo un rápido momento, Kibum sonreirá amorosamente, como si en verdad lo amará de la misma forma en que él lo hace. Entonces su sonrisa será burlona y seductora y la magia terminará demasiado pronto.

 

—Te amo. —Suspirará con las palabras escapándose como avalancha. Suspirará de nuevo, porque decirlo en voz alta lo hace más real y porque necesita que Kibum lo escuche de sus labios una y otra vez. —Te amo, Kibum.

 

Entonces llegará la risa. Supondrá que Kibum no podrá tomarse nada en serio, o tal vez todo le causará gracia de una forma extraña.

 

A Minho le gustará pensarle como un Kibum divertido y sin aceptar del todo su amor. Creerá en Kibum como alguien con algún temor, pero sus pensamientos se esfumaran lejos cuando Kibum abra los labios.

 

—¿Amor? —Sonreirá, después dejará escapar una risa suave y gloriosa. Sus largos dedos jugaran contra su pierna y los más traviesos caminaran hasta su erección. —Esto no es amor, Minho. Esto es sólo sexo.

 

Pero Minho negará, su cabeza se moverá y sus manos por fin atraparan la mano de Kibum. La sostendrá, porque le gusta la manera en que se siente contra la suya, y le sonreirá a Kibum, a pesar de su corazón roto.

 

—Es amor, Kibum, yo te amo.

 

Kibum le mirará directo a los ojos, y dentro, muy dentro, Minho creerá algo distinto a todas las noches. Algo que no podrá descifrar, pero que le hará sentir mejor.

 

El cuerpo de Kibum abandonará la cama y su cuerpo encontrará el camino hacia él. Minho le dejará hacer y lo aceptará en su regazo porque es inevitable.

 

—Dios, te odio. Odio tus palabras de amor. Odio lo cursi que eres. Odio que seas tan atractivo. —Kibum dirá, y sus dedos jugaran con su cabello. Podrá sonar convincente, pero Minho se preguntará por qué sus dedos acarician aquí y allá en su cuello. —Tienes suerte de ser bueno en la cama. Créeme, no estarías aquí por más tiempo sino fuera por eso.

 

Él estrellará sus bocas juntas, sonreirá contra el beso y sus manos traviesas jugaran en su abdomen. Y Minho se dará cuenta de lo acabado que está.

 

 

 

Habrá días, después del sexo, cuando ellos estén tirados en la cama, y sus manos estén tan cerca que Minho podrá sentir los dedos de Kibum aún sin poder tocarlos, que querrá dejar todo.

 

Pensará que su adicción a Kibum será tan mala y no dejará nada bueno. Pensará que esa relación, o lo que sea que ellos tengan, está acabado con él de una manera horrible y placentera, todo al mismo tiempo.

 

—Deberíamos terminar esto. —Dirá.

 

Kibum girará el rostro tan rápido, que Minho pensará que habrá dolido, y le mirará entre diversión, incredulidad y miedo, y supondrá que lo último lo habrá imaginado. No puede estar realmente seguro.

 

—¿Terminar qué, Minho? —Su mirada dará contra sus ojos, y esperará una respuesta.

 

—Esto. —Señalará entre ellos. Y un segundo después se arrepentirá de sus palabras, porque no quiere terminarlo realmente, pero sus impulsos no le ayudaran en absoluto.

 

Querrá ser adicto a él para siempre, y sentirlo contra sus labios y cuerpo. Querrá que Kibum le susurre lo mucho que lo odia y querrá esos besos dulces, con sabor a no sano entre ellos.

 

—¿Es eso lo que quieres, Minho?—No, no es lo que quiere. Pero entonces está esa voz que dice que no debería seguir ahí, porque algo no es sano y algo no está bien.  Minho creerá que las cervezas y los cigarrillos están acabando con su mente también y los culpará.

 

—Sí. —No, y tal vez no sonará tan convincente, porque Kibum reirá y dejará su lado en la cama para acercarse a él. Sus respiraciones chocaran y la sonrisa burlona de Kibum pintará sus labios.

 

—¿Sí? Porque esto me dice otra cosa. —Su mano bajará hasta su erección y le tentará con caricias seguras. —Tus besos siempre son dulces, Minho, y lo odio. —Y  a pesar de sus palabras, le besará más suave que otras veces. —Y sé que no quieres terminarlo. —Kibum hablará, pero le hipnotizará con sus besos, caricias y miradas, y lejos, muy lejos, perdido en el mundo de Kibum, Minho creerá escuchar, ‘tanto como yo no quiero terminarlo’.

 

Minho pensará en un montón de cosas e imaginará otras. Los besos de Kibum se sentirán más dulces y menos amargos, y sus caricias serán más suaves.

 

—Diablos, por qué me haces adicto a ti.

 

Kibum reirá, Minho pensará que es lo gracioso y ridículo que se escuchan sus palabras o tal vez porque Kibum sabe que es verdad.

 

Sus besos los llevaran de nuevo a enredarse entre las sábanas y Minho creerá por un momento que Kibum podría ser adicto a él, casi de la misma manera en que él es adicto a Kibum.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).