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Tentativa a lo prohibido. por Vannar

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Notas del capitulo:

Naruto y demás personajes pertenecen a Masashi K.

 

¡Segundo capítulo! 

 

«»: Pensamientos.

 

A leer.

 
 

 

TENTATIVA A LO PROHIBIDO

 

°°°°°°

 

CÓDIGO DEL MIEDO

 

 

 

Visualizó a la pelirroja en la mesa donde minutos atrás la había dejado.
 
- ¿Dónde estabas?- le preguntó cuando se sentó, aliviada de que no la haya dejado allí sola.
 
- ¿Aún comiendo?- cambió de tema, haciéndole entender que no deseaba hablar de lo que sea que le hubiera pasado.
 
- ¿Problema?- mordió su hamburguesa, retándole con la mirada, mas sólo logró que al rubio le volviera el hambre.
 
- Dame.
 
La chica rió maliciosamente y mordió con más ganas la hamburguesa.
 
- No.
 
- Que cruel- rió-. Mira que hacerme levantar para comprar una hamburguesa no deja buenas impresiones.
 
- Despreocupate- dijo tapando su boca con la mano, aún masticando-, no deseaba impresionarte.
 
- Si comes así es difícil creerlo- esquivó la morrada que le lanzo la chica y rió-. Sólo bromeaba- mostró sus manos en señal de derrota-, eres encantadora.
 
Los colores se le subieron a la cara y tuvo que girarse hacia la ventana para que el rubio no lo notara.
 
- Ve por tu hamburguesa.
 
Sonrió y le besó la mejilla para después levantarse e ir por su hamburguesa. 
 
- ¡Hey, Naruto!- escuchó que le llamaron, se dio media vuelta y vio a su pelirrojo amigo acompañado de una chica castaña.
 
- ¡Gaara!- saludó y miró a la chica- ¿No nos vas a presentar?
 
Gaara sonrió divertido.
 
- Jessica, Naruto. Naruto, Jessica.
 
- Un placer, Naruto- el rubio le sonrió seductor y la chica no hizo más que sonrojarse.
 
- Viejo, necesito contarte algo- la expresión divertida del de ojos jade cambió-. Es serio.
 
- ¿Mi casa o tu casa?
 
- La tuya. Mis padres aún andan quejicos.
 
- ¿Todavía?- preguntó con la boca abierta, recordando el porqué.
 
- Que casi incendien tu casa no es algo que se olvide fácilmente- dijo gracioso, recordando aquella vez cuando Naruto trató de hacer cereales, preguntándose aún el cómo pudo incendiar la cocina preparándolos.-. Eres un idiota.
 
- Al menos no me eché a llorar como nena- reprochó en su defensa, haciendo reír tímidamente a la extranjera.
 
- Nos vemos- soltó tosco el pelirrojo, arrastrando a la chica consigo.
 
Le dio la espalda a la pareja y retomó su camino hacia la barra de comidas. Maldijo mentalmente cuando vio la enorme fila y agradeció la eficiencia de la chica que atendía.
 
- Hamburguesa triple sin tomate- la chica le entregó la comida y le sonrió. Si mal no recordaba aquella joven era la aprendiz (ayudante) de la cocinera; bastante guapa en realidad-. ¿Algo más?
 
- ¿Tú no estás en el menú?- la sonrisa tímida de la chica y el leve sonrojo en sus mejillas pálidas le confirmó qué tanto estaba interesada en él. Era una chica seria, y nunca le había visto sonrojarse con otros intentos de cotilleo- Era broma. Muchas gracias, Hana.
 
La chica rehuyó su mirada, confirmando la austeridad en todas las formas del chico de cabellos rubios, al único que le prestaba real atención y por el cual sentía algo, semejante a simpatía. Por un momento, cuando Naruto pronunció su nombre con tal ingravidez sintió que era importante para él, hasta para saber su nombre. No fue hasta que, por su silencio, el rubio se marchó que se percató de la placa diminuta en su uniforme azul marino donde, tallado, se podía leer perfectamente su nombre. 
 
Bueno, se conformaba con saberse conocida.
 
 


 
Ostentó el alimento sin tomate ante una implacable Karin, quien farfulló algo parecido a “maldito presumido” y puso los ojos en blanco ante el infantil gesto con la lengua que le hizo, y que claramente le decía lo cuan satisfecho estaba y lo envidioso que iba a ser; Naruto era como un niño, y eso combinado con su espontaneidad y encanto era exactamente lo que le hacía tan atractivo a los ojos de las chicas (y algunos chicos). No paró de mirarle y cuando se quiso dar cuenta estaba escudriñando aquel rostro con rasgos marcados y viriles, que le hacían dictaminar un hecho que ya era más que evidente desde que le conoció: Naruto, además de un chico atractivo ante los ojos de cualquiera, era diferente; sin embargo, siendo o no translúcido, a veces llegaba a ser muy predecible, y apenas lo conocía hacia ya tres o cuatro horas. Se fijó en las tres marcas a cada lado de las, seguramente, tersas mejillas y sonrió ante la fugaz imagen de un zorro en el escaparate de una tienda de juguetes que había visto el día anterior. 
 
- ¿Karin?- le llamó algo incómodo por la desbordante atención que le prestaba, casi babeando, la pelirroja. 
 
La chica no pudo hacer más que disimular su letargo ante el muchacho, haciendo como que veía la hamburguesa y no el descolocado rostro.
 
- Come y calla.- le ordenaron.
 


 
°°°°°°°

 


 
 
Sacó del refrigerador la botella con líquido negro que tanto odiaba verle tomar su pelirroja madre y miró con anhelo los cupcakes de chocolate que su padre había preparado con mesura, no como su madre o él mismo que de seguro hubiesen, a una masa totalmente quemada, decorado con crema chantilly y unas cuentas fresas para finalmente hacer que él mismo los preparara; le agradecería eternamente por eso.
 
Agarró un vaso de la alacena y lo depositó con cuidado sobre la encimera de mármol de la cocina, haciendo del movimiento algo grácil, deseando con su alma que no se le cayera y rompiera y volver a escuchar los sermones de su madre sobre el cuidado de las objetos y otro montón de cosas a las que no prestaba atención.
 
Llenó hasta la mitad del vaso para no hacer notable su  robo de contenido embotellado y volvió a dejar la botella en el mismo lugar donde su madre la había dejado.
 
-“Compro esta porquería sólo porque viene Gaara”, recordó haber escuchado de su dulce madre.
 
Volvió a agradecer, esta vez a Gaara, por también gustarle aquellas dañinas aguas negras, y recordó tarde que no había ramen para acompañar.
 
-“...Iremos a visitar a tus abuelos, si quieres ramen tendrás que ir a comprarlo
 
¡Pero que buenos padres! Compran gaseosa para su amigo, hacen cupcakes para su amigo, pero a su propio hijo no le satisfacen sus deseos, casi necesarios, de ramen. Sí, su día cada vez iba mejorando, y el sarcasmo lo destilaba en cada letra, y aún faltaba lo peor. 
 
Se echó como cuan perro en el sofá y, desparramado en el mueble, cambio de canal hasta dar con su anime favorito. Rugió, gritó, y maldijo al villano por ser tan jodidamente ególatra y su mente le abofeteó con una persona, en este caso real, semejante a aquella animación. 
 
- “Puedo escucharte gimiendo mi nombre debajo de mí"- le susurró- “Desnudos, con tus piernas entrelazadas a mi cadera, sudando, suplicando por más, porque tú, mi zorrito, cuando dices que te suelte, en realidad me pides que te pegue más a mí.”
 
Tanta rigurosidad en aquel asqueroso ente le provocaba tantas ganas de correr a vomitar que le sorprendía el poder que tenía sobre él incluso ahora, y afligido recordó lo que había pasado tiempo atrás. Mecánicamente negó con la cabeza y siguió viendo la pantalla, no prestando nada de atención a la serie.
 
Ring.
 
Dio un respingo sobre el sofá al escuchar el timbre y otro al recordar a su amigo pelirrojo, quien le había dejado febril todo el resto de la tarde ante su “Es serio” que no ayudó mucho. 
 
- Te encanta joderme- aseveró y fulminó con la mirada al sonriente Gaara que satisfecho le empujó para poder entrar. 
 
- ¿Tus padres?- le preguntaron desde la cocina. Escuchó el abrir y cerrar del refrigerador y se insultó a sí mismo por tanta confianza que le brindaba a su amigo- ¿Cupcakes?
 
- Son para ambos, papá los hizo- resolvió apoyado en el umbral, viendo como Gaara sacaba la bandeja de metal y los vasos rojo y naranja de plástico reservados para ambos para servir la gaseosa. 
 
Cuando tuvieron todo listo y en orden salieron de la cocina y se dejaron caer de culo sobre el sofá, para que  después, de un manotazo, Naruto sacará de la estantería una película de acción, específicamente, “El código del miedo."
 
- ¿Me contarás antes o después de la película?
 
- Callate y mira, yo me encargo de la comida- y por instinto el rubio le arrebató de las manos el último cupcake y mordió el postre posesivamente.
 
Arrebujando las papas en las diferentes salsas, comiendo postres y demás bocadillos ambos chicos se embelesaron con la película. Tramas como aquella eran de las que ambos disfrutaban, donde el protagonista, en éste caso un tipo fornido (sin exagerar), se veía envuelto en serios problemas a causa de querer salvar una vida, en la película, de una pequeña niña china prodigio en matemáticas buscada por la mafia de su país, siendo requerida para planes ilícitos. Buena trama, buenos actores, buenas peleas, balazos, un tipo solitario que sabe el qué y porqué y para qué, y una indefensa niña que termina siendo más astuta de lo que se esperaba. Su tipo de películas.
 
 
 
Al avanzar los créditos Naruto se vio obligado a levantarse del sofá, muy a su pesar, para apagar el Blue Ray. Tenía una quimera de positivismo interna ante la posible razón del “Es serio” a lo que se refería su amigo pelirrojo, quien de tener un gesto claramente divertido ahora pasaba a tener un gesto serio y meditabundo.
 
- Sueltalo- le exigió, y de seguro si el pelirrojo no estuviera tan acostumbrado a aquella impaciencia característica del blondo hubiese levantado el musculo sobre sus ojos donde debería de haber vello facial, debería.
 
- ¿Recuerdas al hijo de... al acosador del Uchiha?
 
Mierda.
 
Comenzó a rezar por que no hayan tenido un encuentro al estilo Sabaku no Uchiha. 
 
Asintió.
 
«Por favor no, por favor no, por favor no
 
- Hemos tenido un breve encuentro.
 
Sí, definitivamente no era su día. Sabía de lo que era capaz su amigo cuando de Sasuke se trataba. Aquellos súbitos encuentros, de los cuales varias veces alguno terminaba en el hospital, si no es que eran los dos, no eran para nada “breves”; aunque debía de admitir que, viendo el pálido rostro, era sorprendente que no tuviera algún hematoma o rasguño, o el tabique roto. 
 
Molesto por el escrutador silencio se recostó totalmente sobre el sofá, cruzó las piernas a la altura de los tobillos y las dejó sobre el brazo del mueble, reposando su cabeza sobre sus brazos cruzados, también, sobre el brazo superior del sofá. Una pose relajada, cauta y expectante ante la, seguramente, histérica respuesta del blondo. 
 
- ¿Qué pasó?- preguntó, para su sorpresa, de buen temple. 
 
- Ya lo dije...- suspiró-, hemos tenido un breve encuentro.
 
El rubio le miró incrédulo, Gaara se limitó a asentir dándose la razón.
 
- ¿Qué ha pasado?- aventuró de nuevo.
 
- Le dejé las cosas claras.
 
Oh.
 
- No me mires así- río ante la expresión angustiosa del ojiazul-. No lo maté.
 
- Si ese fuese el caso- dijo, divertido-yo te hubiese ayudado.
 
Gaara se levantó del sofá y, apesadumbrado, se acuclilló frente a un nervioso rubio y, agarrándole del mentón, le hizo girar el rostro para examinar su cuello, la parte inferior de la mandíbula, y el contorno de la cara. Sosteniéndole aún el mentón y ya sabiendo lo acostumbrado que estaba su amigo, libró con su pulgar el firme agarre de los dientes blancos sobre el carnoso labio inferior.
 
- No veo ninguna marca- aseveró soltando un gruñido desde el fondo de su garganta. Podía jurar por la mismísima abuela Chiyo, que en paz descanse, que aquel bastardo hijo de puta había encontrado al rubio, y por como este rehuía su mirada, no habían tenido una charla agradable.
 
Hijo de perra.
 
- ¿Qué te ha hecho?- apretó los puños con fuerza, exigiendo con vehemencia una explicación, pronto. 
 
Pasó saliva.
 
- N-No ha pasado nada.
 
- ¿No?- sonrió con fingida despreocupación y se acercó al cuello bronceado. Se lamentó por él y su amigo, tener que llegar a ese punto para que soltara de una vez la truculenta verdad del, así mismo, truculento hecho no era para nada de su agrado. 
 
Sintió el tensar del cuerpo trigueño y sopló la porción de piel bajo sus labios, escuchando el jadeo lastimero de su amigo tan cerca del oído que casi juró sentir que aquel tenue y desgarrador grito le llegó hasta el corazón y lo hincó una y otra vez hasta hacerle desangrar. El dolor de Naruto era el suyo propio, como si fueran uno.
 
Su mejor amigo, casi hermano, sufría sin haber hecho nada, y eso exactamente era lo que no se podía permitir perdonar. 
 
- No...- escuchó, haciéndole reaccionar al instante, alejándose, viendo lo que nunca deseó volver a ver. Los ojos azules cerrados, los ríos de lágrimas que caían en silencio por cada pálida mejilla y el mover del pecho agitado; parecía que estuviese en otro mundo, mas bien en otra escena, y juró -por millonésima vez-, que mataría al bastardo Uchiha. 
 
Inmiscuido en sus propios deseos transtornados por el llanto y ruidos cada vez más fuertes que bullían desde el fondo de la garganta del rubio, viendo a su amigo destrozado en sus brazos y suplicándole por su ayuda, maldijo a Sasuke Uchiha una y otra vez, devolviéndose junto con su amigo a un pasado oscuro y perturbador, donde él tenía que protegerlo de aquel maldito obsesivo.
 
«Y aún no conozco tus verdaderas razones, Uchiha
 
 


°°°°°°°  

 


 
La luz de la luna iluminaba su lívido cuerpo, cubriendo su desnudez y la de la mujer a su lado una fina sábana blanca. Se limitaba a mirar el techo por entre sus largas pestañas, importándole un comino la persona quien se le declaraba en un susurro y se dormía en su blanco pecho, cálido ahora por la reciente actividad.
 
No le abrazó.
 
La mujer respiraba pausadamente y el tedio llegó a él casi tan rápido como el olor frutal y a sexo duro. 
 
Debía entrenar mejor a aquella chica.
 
Cerró los ojos y llevó ambos brazos a su nuca, tratando de dormir, mas las imágenes de lo que ocurrido ese día, tanto como en años anteriores, parecían no querer dejarlo en paz.
 
El olor de su piel, la fragancia corporal de aquel cuerpo masculino volvió a él como si lo tuviera a su lado. Deseó que fuera cierto, que de verdad estuviera ahí, junto a él, durmiendo plácidamente en su pecho, después de una intensa sesión de sexo.
 
Agradeció una y mil veces a quien fuese por haberle encontrado en aquella universidad. Naruto era la pasión en carne y hueso, su pasión. 
 
- “Te odio” 
 
«Dime algo que necesite saber, Naruto
 
No se conformaría con sus negativas, no se rendía tan fácilmente. Con antelación a los hechos se precipitó a una contienda con aquel pelirrojo que tanto odiaba. 
 
Celos. 
 
Sí, le volvía un posesivo, controlador, impulsivo y tremendamente animal, sin una pizca de cordura. Sabía que era su culpa, por no haber hecho las cosas bien desde un principio; y en cierta forma entendía a Gaara. Él era uno de los mejores amigos de Naruto, casi hermano. Le envidiaba, y Sasuke Uchiha no envidiaba a nadie. La cercanía que mantenía Sabaku no Gaara con Naruto le estaba, y seguía sin poder creerlo... afectando. 

Después de dos años. 
 
¿Cómo?
 
«Y yo no puedo odiarte, nunca.»
 

Notas finales:

Espero les haya gustado, cualquier pregunta y demás pues... ya saben. 

 

 

 

Gracias por leer. 

 

 

 

PD: CÓDIGO DEL MIEDO (Safe): Luke Wright es un luchador de segunda categoría de las artes marciales mixtas, con una vida llena de palizas, rutina y un salario que es una miseria… hasta que un día se le presenta la oportunidad de un combate amañado. A partir de ese momento, su vida se convierte en un infierno después de que la mafia rusa mate a su familia, viéndose desterrado a vagar por las calles de Nueva York como un indigente más, atormentado por la culpa de las consecuencias de su acto.

 

Es de Jason Statham, si les interesa. 

 

 

 

¡Ahora sí, después de la promoción, Bye! 

 

 

 

 


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