Pov Alex
El autobús cada vez se llena más, y tengo que dejar la mochila en el suelo para que la gente pueda pasar. Esto es una mierda, acabo de empezar la universidad, estoy estudiando derecho, sí, lo sé, una mala decisión, pero en fin, que le vamos a hacer, así son las cosas. Cierro los ojos brevemente y cuando los vuelvo a abrir veo a un chico de secundaria hurgando en mí mochila, entrecierro mis ojos y le miro de una forma que a mi me parece amenazadora, pero no le digo nada, me da una vergüenza tremenda, además hay un montón de gente de su mismo instituto y seguramente si le digo algo todos irán a defenderle y yo saldré perdiendo y, seguramente, golpeado. Puff, hace un calor espantoso, y encima me empieza a doler la cabeza otra vez. Soy propenso a los dolores de cabeza. Cuando ya faltan dos paradas para que yo me baje, todos los estudiantes se bajan, dejando el autobús desierto, excepto por mí y otra señora que me sonríe con amabilidad, yo por supuesto vuelvo a mirar hacia adelante, ya cuando nos disponemos a bajar me pregunta sobre una chica que ha tirado un cleanex al suelo, sin mirarla siquiera me limito a susurrar:
-No sé, no la conozco
Y bajo rápidamente del autobús. Maldita sea mi timidez, cada vez que alguien me habla empiezo a tartamudear y a disculparme como si no hubiera mañan, por eso no tengo amigos, además de que la gente en exceso no me gusta, empiezan a hablar de temas insulsos y sin importancia del estilo: "No-sé-quien está saliendo con no-se-cuantos" y me molesta, me molesta mucho. Podrían hablar de libros, y así aunque no hable podría escuchar sin miedo a que me llenasen la cabeza de cosas insignificante. El mundo está muy mal, la gente juega con las personas y ama a las cosas cuando debería ser al revés, por eso no confío en nadie. Triste lo sé.
Voy caminando en la acera cuando de repente choco con alguien y ambos caemos al suelo. Y como siempre yo soy el primero en disculparme.
-¡Lo siento muchísimo!
El chico con el que me he chocado me mira, tiene unos ojos azules e impenetrables que cautivan, vale, creo que el golpe me ha afectado de más. Se levanta con una elegancia felina y me tiende la mano.
-Culpa mía por no mirar por donde iba
Me ruborizo cuando le cojo la mano para levantarme. Es la primera vez que alguien no me responde con algo grosero o de malas maneras, por no decir que suelo ser el hazmerreir de todos al no captar las cosas a la primera o por aprobar por los pelos un control.
-Señor ¿Esta usted bien?- Dos hombres vestidos con trajes negros se acercan a él, e imagino que detrás de sus gafas oscuras me estarán mirando mal, muy mal.
-Sí, ha sido mi culpa. Lamento haberte hecho caer.
-N-no pa-pasa nada, supongo que yo también tengo algo de culpa por ir pensando en mis cosas.
Diosssss, no puedo mirarlo a los ojos, y estoy seguro de que estoy todo rojo ahora mismo, en serio Tierra trágame y escúpeme en Hawai, lejos de los problemas. Ellos por fin se van y me dejan en mi amada soledad, un poco más y creo que me da algo. Saco el IPod, un pequeño capricho mío para celebrar que salía del orfanato, y me dirijo hacia mi pequeño apartamento que me puedo permitir gracias al trabajo de medio tiempo que tengo. Cuando llego saludo a mi gata negra, llamada Mera, y me siento en el sillón con un suspiro cansado. Ella me mira con la cabeza un poco ladeada y en sus ojos verdes muy parecidos a los míos una interrogación, se acerca y se sube al sillón, más concretamente encima de mis piernas y se acurruca mientras ronronea. La encontre en la calle cuando me compre mi pisito y la acogí. Desde entonces no nos separamos nunca, excepto cuando voy al trabajo y a la Universidad T.T
Alguien llama a la puerta y, refunfuñando un poco, voy a abrirla. Delante de mí aparece un tío de dos metros de altura.
-¿Así que tu eres el amigo de ese mocoso eh?
Y sin darme tiempo a responder me golpea en algún punto del cuello que me deja inconsciente. No es que me importe mucho mi vida, pero me da miedo lo que le pueda pasar a Mera sin mí. Bueno, es mi chica fuerte, seguro que se las arregla para sobrevivir...
CONTINUARA...