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Los Juegos del Hambre. Final Alternativo. YAOI por arelii-ierOo

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Notas del capitulo:

Final alternativo, espero que lo disfruten:

La primavera daba su inicio y la nieve se derretía gota por gota ante el nuevo día que se posaba sobre una nueva Panem. Los primeros rayos del sol iluminaban su casa color blanco ubicada en la aldea de los vencedores. Dentro de ella se encontraba Buttercup, recostado sobre las brillantes baldosas de una de las habitaciones del piso superior. El felino con pelaje azabache y ojos amarillos no separaba la vista de quien tenía frente.


Esta pequeña criatura había sobrevivido desde la hambruna, bombardeos destinados al 12 y una guerra entre distritos. Había caminado desde el distrito 13 al 12 sin una vía trazada, su única guía era la esperanza de encontrase de nuevo con su ama Prim, quien murió el mismo día en que finalizó una de las más crueles batallas desde los días oscuros. Añoraba su compañía, sus cálidos brazos que lo alzaban y lo acogían cerca del latido que emanaba de su pecho. Un sonido que nunca volvería a oír.


Ahora estaba frente a su otra dueña, la hermana mayor de su dulce Prim, Katnis Everdeen, la chica en llamas, el sinsajo, la imagen que representa la valentía y fortaleza de la rebelión. El sinsajo ha caído y su canto no volverá a inundar el aire a su alrededor.


Buttercup observaba fijamente los mechones marrón que caían sobre su rostro y la trenza descuidada que terminaba frente a una de sus patas delanteras. Sus ojos de iris plateadas ya no poseían resplandor alguno, su mirada se dirigía al techo blanco. Lo último que vislumbró fue el color blanco, el mismo color de las rosas que tanto aborrecía, la barba cana de Snow y la nieve que ahora se derretía frente a su puerta principal. Gota tras gota al igual que la nieve, su cuerpo se despojaba lentamente del preciado fluido carmesí dador de vida.


Una flecha fue la respuesta a su agonizante sufrimiento. La pérdida de Prim marcó su muerte. Su amada hermana no volvería jamás. Al igual que su gato, negro como el carbón que era extraído de las minas donde su padre falleció, ella esperaba pacientemente que la fortaleza por terminar con su existencia inundara su ser y decidiera realizar un último acto. Fila tras fila de muertes acarreadas desde los primeros juegos en los que participó generaron incontables pesadillas. Su único alivio era soñar despierta, imaginando lo que podría ser ahora de su vida.


En esos sueños Peeta era su co-protagonista, formando juntos una familia con un par de niños con rasgos de ambos. Olvidando las atrocidades que presenciaron para dar lugar a un nuevo mañana. Katniss elegió el chico del pan por sobre su compañero de caza. Gale había visitado por última vez al sinsajo para devolverle sus preciadas pertenencias y recuerdos.


Entre ellas se encontraba la chaqueta de cuero de su padre, el libro de herbolaria de su madre con las ilustraciones de Peeta, la fotografía de boda de sus padres, la espita que Haymich le envió durante el vasallaje de los 25 y su antiguo caraj cargado con flechas comúnes. Gale creía que estos objetos revivirían a la antigua Katniss, que el muto de fuego ardería como un fénix y de sus cenizas emergería un sinsajo con plumas más brillantes, pero lo que en realidad le obsequió fue una última salida.


Una sóla flecha fue lo único que necesitaba, el mismo tipo de flecha con la que dio fin a la vida de Coin y no de Snow. Sus últimas palabras susurraban el nombre de su hermana y un “lo siento” dedicado a cada persona que vio morir y al chico de ojos azules que nunca podría pagar su deuda.


Las brillantes baldosas blancas manchadas de carmesí, manchadas con la esencia de la chica en llamas. Los sinsajos de la pradera al otro lado de la red que cubría a su distrito callaron esa mañana, dejaron de cantar.


Sae la grasienta atravesó el portón de la casa junto con su sobrina, cada mañana, tarde y noche se dedicaba a alimentar a Katniss por órdenes de Plutarch. Al no hallarle en la cocina y en la sala de estar decidió buscarla en el siguiente piso. La puerta de su habitación se encontraba entreabierta y no causó un gran esfuerzo abrirla, un simple empujón era más que suficiente.


El grito de una niña anunció el final, los malos recuerdos y la insoportable agonía de la culpa prevalecieron. En los juegos la única vencedora es la muerte.


No se inmutó de su sitio el panteroso felino, con sus ojos amarillos observaba la inmóvil figura atravesada en el pecho por una flecha. Pero Buttercup, al no poseer la debilidad que caracteriza a los humanos, seguirá adelante. Lo único que necesita, y que siempre ha necesitado, es alimento y refugio.


El distrito 12 pronto albergará a sus antiguos ciudadanos y el ciclo continuará como si los juegos del hambre nunca hubiesen ocurrido. Simplemente serán un mal recuerdo y se dará lugar a una nueva batalla, como nos ha mostrado la historia humana. La paz no dura por siempre. Tal vez una nueva familia adoptaría a este minino sobreviviente.


Su cuerpo fue exhibido en la plaza del 12 y fue llevado a cada uno de los distritos hasta llegar a la antigua área del capitolio. Ahí fue recibida por su madre y las personas que convivieron con ella desde el vasallaje. Quien sufrió más su pérdida fue Peeta, pasó una recaída y tuvo que ser tratado en el nuevo hospital donde ahora estaba a cargo la madre de Katniss, dentro del distrito 4.


Cuando fue dado de alta por segunda vez no quiso regresar al 12, demasiados recuerdos volverían a herirlo, pero las recomendaciones del psiquiatra que lo atendía indicaban que un sitio que conociera bien lo ayudarían a su recuperación. Fue enviado en un aerodeslizador con la guardia de Gale, quien ya había terminado su trabajo limpiando el 2.


Ninguno pronunciaba alguna palabra. Las marcas de quemaduras sobre el rostro de Peeta aún no cicatrizaban y los injertos de piel nueva eran demasiado rosados. Gale no poseía alguna marca que desfigurara su piel, sólo heridas superficiales que se confundían con las que fueron causadas desde sus antiguos días de caza.


Sentados frente a frente observaban a través de la ventana las ruinas de los distrititos, comenzando por el 4 hasta finalizar en el casi inexistente 12. Aterrizaron y bajaron de la nave en completo silencio, avanzaron a la aldea de los vencedores, vislumbraron la casa de Haymich y se detuvieron frente a la antigua casa de Katniss. Desde su partida ha permanecido cerrada y descuidada, los arbustos que Peeta había plantado debajo de las ventanas continuaban con su hermoso color y las flores que dieron nombre a Prim se encontraban en su apogeo. Junto a estas se hallaba el hogar del rubio, parecía igual por fuera y por dentro que las demás casas inhabitadas. Con una llave y un fuerte tirón se abrió la puerta de madera de pino con pintura blanca. Su interior estaba oscuro y una fina capa de polvo cubría cada mueble.


Peeta permaneció frente al umbral, giró para encontrarse con la penetrante mirada de Gale y no movió ni un músculo. Sus rostros eran inexpresivos, la última vez que habían mantenido una conversación había ocurrido en el húmedo y mohoso sótano de la estilista quirúrgicamente modificada Tigris. Ambos habían hablado acerca de a cuál de los dos escogería Katniss y su elección la siguió a la urna donde descansan sus cenizas. La chica en llamas terminó consumida por sus propias brazas.


Gale inclinó su pie izquierdo para dar un giro y alejarse de la aldea, iría directo al bosque a cazar un ciervo y llevarlo con Sae la grasienta para pasar la noche en su hogar y regresar al día siguiente al antiguo capitolio y esperar instrucciones de sus superiores de su ahora nuevo puesto militar.


-Espera.- Peeta lo detuvo en el acto, ordenó casi en un susurro, pero para el oído cazador de Gale fue más que claro.- Necesitaré un guardia.- Gale no comprendía su petición.- No… quisiera tener una recaída.- El atardecer hacía su presencia y el horizonte se iluminó de un intenso naranja.


Gale comprendió a lo que se refería, con la ausencia de Katniss era cuestión de tiempo que Peeta realizara también un acto suicida. Entraron a la penumbra y Peeta extendió su brazo hacia la pared continua a la puerta para encender las luces. No era un lugar tan amplio, pero para una sóla persona es más que suficiente. El azabache observó cada rincón de la habitación donde se encontraba, identificó algunos rasgos de la decoración propia del capitolio. – Lindo.- Sentenció con tono sarcástico ante los afelpados sillones de colores chillones y el aséptico fondo blanco de las paredes.


Peeta no prestó atención ante el comentario.- Siéntate.- Señaló con la mirada a un largo sofá rojo terciopelo.- Debes tener hambre.- Se dirigió a la cocina y comenzó a revisar algunos ingredientes que continuaban en las alacenas.


-No es necesario.- Respondió Gale, pero el rubio ya se había marchado. Esperó impaciente un largo rato y ansioso caminó directo al interior de la cocina. Miró a Peeta mezclando en un tazón para hacer un pastel, temblaba y arrojaba restos de la harina por todas partes, el suelo estaba cubierto de cascarones de huevo vacíos. Rápidamente lo tomó por los hombros y apartó del tazón. Peeta sostenía con fuerza una cuchara de madera y no reaccionaba. Pasó de mezclar frenéticamente a quedar inmóvil. Gale giró el delgado cuerpo del ojiazul.- ¡Peeta!


Su grito hizo que arrugara su frente y su nariz, lo cual provocó que regresara en sí.- ¿Qué ocurrió?


-Tuviste una crisis nerviosa.- El rostro de Gale dejó de ser serio y mostró preocupación. Sin darse cuenta tomó sus muñecas y las apretó. Peeta hizo una mueca de dolor, aún tenía las marcas que las esposas le habían provocado unos meses atrás. Gale lo soltó de inmediato.- Deberías descansar, tengo que irme.- Salió de la casa y continuó con su plan, salió a la pradera y se dispuso a cazar para despejar su mente.


Peeta observó el desastre en la cocina y se retiró a su habitación para recostarse. Sus recaídas implicaban que no se concentrara y no hiciera movimientos precisos. Hornear y decorar pasteles han sido parte de su terapia de recuperación, cualquier motivo era excelente para preparar uno. Es por ello que en el ahora nuevo gobierno por los rebeldes no supieran qué hacer con él, horneaba día y noche o se dedicaba a pintar cientos de cuadros desde que la guerra había terminado. Su última opción fue enviarlo al 12 y esperar a que la compañía de Katniss los ayudara mutuamente. Había pensado en terminar con su vida en múltiples ocasiones desde la muerte del sinsajo, pero no se atrevía, aún tenía el deseo de ayudar en algo al nuevo Panem, pero al parecer nadie necesita del apoyo de un simple panadero. Reconsideró su opción de suicidio, tal vez lo ejecutaría al día siguiente.


Gale continuaba en su labor de cazar a un ciervo, pero la oscuridad había caído y era más complicado matar a un animal de noche. Caminó de regreso a la antigua Veta para dirigirse con Sae la grasienta. Durante el regreso, Gale consideró llamar a sus superiores y al psiquiatra de Peeta para anunciar lo ocurrido y que se convertiría en su nuevo guardia. Quería proteger a Peeta, ya que es el único que compartió lo sucedido con Katniss, ambos la conocían mejor que nadie y ella habría deseado que Peeta estuviera a salvo a pesar de su ausencia.


Al día siguiente Gale hizo las llamadas necesarias y logró convencer acerca de lo que tenía planeado. El mismo Plutarch ordenó que debía asegurar a Peeta a toda costa, ya que al ser uno de los pocos vencedores que quedaban, era importante su presencia para las cámaras, no se arriesgaría a perder al último de los amantes trágicos. Gale debía permanecer las 24 horas del día al lado de Peeta y evitar cualquier intento de suicidio. Él no estuvo de acuerdo con permanecer siempre dentro de su casa, la de Katniss se encontraba disponible, justo al lado de la de Peeta y se lograba escuchar cualquier sonido de las construcciones vecinas.


Gale llegó a la puerta de Peeta y toco el timbre que tenía una tenue melodía. Casi de inmediato se encontró con los ojos azules de Peeta. Se le veía cansado, como si no hubiese dormido toda la noche, también estaba cubierto de manchas de pintura de todos colores. Peeta había pintado cuadros por horas, la mayoría eran de Katniss y el último que había creado era una viva ilustración de su funeral en el antes Capitolio. Cuadros frescos tapizaban la sala de estar, pintura seca y húmeda se apilaban en torno a cada rincón.


-Plutarch me lo dijo.- Peeta estaba enterado y abrió aún más la puerta para dejar entrar a Gale. En cuanto entró se percató de la gravedad de su salud mental. Habían pinturas de cada momento que vivió junto a Katniss, los primeros juegos, el vasallaje, su estancia en 13, una pintura donde muestra cómo observaba a Katniss como un muto, su breve fuga en el capitolio y el día en que asesinó a Coin, dejándole en el brazo una marca de sus dientes cuando intentó evitar que mordiera la jaula de noche escondida en un bolsillo de su traje de sinsajo.- La llamada me interrumpió.


Gale no estaba seguro de si se refería a continuar pintando sus obsesivos cuadros o de un intento por quitarse la vida.- Y ¿qué opinas?


-¿Importa lo que opine?- Comenzó a recoger sus pinceles y botes vacíos de pintura, amontonándolos en el sofá manchado.- Creí que podrías conmigo, pero te marchaste, deberías volver al 2.


-Estaré aquí por tiempo indefinido.- Gale mantenía su semblante serio.


-Supongo que para Plutarch es mucho más importante prolongar mi agonía a que ayudes a desactivar las vainas que quedan o erradicar a los pocos seguidores de Snow.- Peeta lo miró despectivamente.


Gale suspiró exasperado.- Escucha, no eres el único que ha sufrido la pérdida de Katniss, pero entiende que ella no volverá. No podemos hacer nada para recuperarla, sólo intentar rescatar la fortaleza que queda en cada distrito. Tras la muerte de Katniss tú eres el segundo al mando. La estrategia de Coin siempre fue acabar con ella, convertirla en un mártir y avivar el fuego de la venganza. Tú eres la imagen de la esperanza, de continuar con lo que nos queda. Ayudas a todo Panem con el simple hecho de estar vivo.- Gale terminó su discurso con un tono de voz muy alto, unas palabras más y terminaría gritándole a Peeta.


Las manos del rubio comenzaron a temblar, unas cuantas lágrimas luchaban por inundar sus orbes azules como el mar y amenazaban por desbordarse. Con su mano derecha apretó su antebrazo izquierdo, justo donde quedaban vestigios de la fuerte mordida de Katniss. La herida aún estaba presente, su piel continuaba sensible y el dolor lo obligaba a seguir. Se desplomó cayendo hacia Gale. Él lo atrapó entre sus brazos y se percató de que se había desmayado. Cargó al rubio a su habitación en el segundo nivel y lo recostó en su cama desordenada. Se sentó junto a él esperando a que despertara. Había presenciado los desmayos de Katniss y sabía que lo único que quedaba por hacer es esperar a que despierte.



El tiempo fue suficiente para pensar en su familia, ellos estaban a salvo, no quería que regresaran al 12, pero lo harían en cuanto enviaran al resto de los ciudadanos sobrevivientes desde el 13. Su vida había sido dedicada a procurar su bienestar, ahora que no había que preocuparse por eso o la necesidad de cazar no tenía otra cosa por hacer. Peeta es un trabajo de tiempo completo, pero sentía que se lo debía a Katniss.

Notas finales:

Para ser sincera odié rotundamente el final de la trilogía, así que creé un final alternativo donde Peeta y Gale puedan consolarte mutuamente. Este capítulo fue centrado en la muerte de Katniss, pero el siguiente contendrá más romance. Espero que les haya gustado. Les dejo mi página de Facebook donde hay imágenes y el resto de mis fanfic:


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