No en Caledonia
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Capitulo # 1
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Estaba ciego. No podía ver casi nada por la tormenta de nieve que había. Estaba solo.
Helado, congelado. Tengo demasiado frío…
Mi cuerpo se encuentra tendido en la gruesa capa de nieve que se va haciendo cada vez más alta. Sé que si no me muevo me enterrará y moriré. Pero no puedo levantarme. Me siento demasiado cansado.
La verdad no sé si en verdad sigo en el suelo, no puedo siquiera sentir mi cuerpo, lo que es tanto un alivio como preocupante. Antes de desplomarme estaba herido y solo espero que la hemorragia haya parado ya que no tengo modo de saberlo, no me duele. Qué patético.
Lo siento, Madre. No pude seguir…no pude cumplir mi promesa…
Pienso en la que alguna vez me tuvo entre sus brazos, la que me vio andar y decir mis primeras palabras, la que me arropaba por las noches y me llevaba a su lado. No gano más que la muerte. Y a pesar de todo creo que en realidad me quería. De lo contrario me hubiera ahogado en un río.
Mis frágiles y casi inexistentes lágrimas caen y se congelan en mis mejillas amoratadas. No puedo evitar el llanto al pensar que en realidad no soy nada. Mi padre era humano y mi madre un hada, una Anni, un ser de magia oscura que cuando tuvo la posibilidad asesinó a mi progenitor. Eso no impidió que conservara algo de amor por él y llevara a su hijo en su vientre.
No fui planeado, pero aunque la solución al problema que representaba era fácil mi madre era débil al amor. Y yo nací por eso, no porque me amara a mí, sino porque ella aun amaba a mi padre y veía en mí su alma.
A pesar de eso llegue a creer y sentir que me quería aunque fuera un poco, en el fondo de su ser.
Pero vivíamos huyendo. Su propio pueblo le dio la espalda por haber tenido un hijo bastardo y la perseguía para acabar con la ‘abominación’ y como es de suponer no pudimos ocultarnos por mucho más tiempo.
Nos cazaron. Sangre. Hay demasiada sangre… ¿Un cadáver? ¿Esa es…mi madre?
Cuando nos dieron alcance mi madre trató de protegernos, pero ambos estábamos muy heridos. Con sus últimas fuerzas me envió al plano de los seres humanos y es aquí donde me encuentro, muriendo entre la nieve, habiéndome dado por vencido tras apenas unas horas de caminata. Empiezo a creer que son tierras deshabitadas.
Voy a morir…
Por unos momentos creí que podría salvarme, ¿Qué me habrá impulsado a ello? Los humanos son criaturas ridículas que temen a todo aquello que no entienden. Si alguien me hubiera encontrado lo más seguro es que no hubiera dudado en clavarme un cuchillo para terminar con mi vida.
¡En realidad estoy muriendo…!
Le había prometido a mi madre que viviría por ambos, y quería vivir, necesitaba hacerlo. No podía rendirme…
Pero no era capaz de usar mis Dones siquiera para calentarme, prácticamente era un cuerpo inerte esperando a que se le fuera arrebatado hasta el último pedazo de su alma.
¿Qué es eso?... ¿Quién se acerca?... ¿Alguien piadoso que quiera acabar conmigo de una vez?
Sentía las pisadas rápidas cada vez más cerca de mí y por un momento pensé que podría ser mi madre.
Imposible.
Estaba demasiado herida para lograr sobrevivir, incluso para correr. No tenía caso. Pero esa presencia se acercaba cada vez más y más con esa esencia a mar. Era humano, sin duda, pero… ¿Por qué parecía una sirena?
No pude verlo, estaba casi ciego, casi muerto.
Su tacto caliente levantándome fue lo último que recuerdo antes de caer en un sueño que esperaba nunca despertar jamás. Lo único que podía hacer era escuchar el canto de mi madre llamándome a la distancia.
Déjame decirte que te amo…
Que pienso en ti todo el tiempo…
Caledonia está llamándome y ahora voy a casa…
Pero si debo convertirme en una extraña…
Nada me haría más que triste…
Porque Caledonia es todo lo que alguna vez he tenido…