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비밀. (Secret). [JoTwins] por Stephi

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Notas del fanfic:

Título: 비밀. (Secret). [JoTwins]

Autora: Stephi.

Género: Comedia. Romance.

Advertencias: Incesto. Lime.

Clasificación: Mayores de trece años (+13).

♥♥♥

Pasen por mi blog<3 →: Twinkling Lotus. 

Notas del capitulo:

¡Hola!<3 Después de una larga ausencia, les he traído un One-Shot de mis gemelos favoritos >3< Estoy en el proceso de comenzar a subir un One-Shot por semana, lo cual ya había prometido desde hace musho, musho tiempo, pero qu en ohabía hecho por falta de inspiración .C Así que, como ahora que tengo miles, y miles de ideas, trataré de traerles un One-Shot por semana.

Sin más.

¡A leer!<3

비밀. (SECRET). [JoTwins]

 

A penas bajaron de la montaña rusa, KwangMin se dedicó a mirar a su hermano gemelo con resentimiento, notando que no era el único que lo observaba de esa manera tan hostil; puesto que DongHyun y HyunSeong compartían sus sentimientos y emociones en ese momento, haciendo tensar al gemelo mayor por sus insistentes miradas en su cuello.

 

YoungMin los había obligado a todos ellos a subirse a aquella extrema y suicida máquina. Todos se habían negado rotundamente a la idea; sin embargo al final, el rubio los había retado a hacerlo, y no sólo eso, los había manipulado a todos diciéndoles que si no subían, él terminaría revelando uno de los secretos más íntimos de cada uno de ellos, vaya a saber cómo, cuándo y por qué se había enterado de esas cosas; pero lo que más extrañó a todos ahí, o lo que más los confundió, fue la penetrante e inquisitiva mirada que le envió a KwangMin, haciéndolo poner mucho más que nervioso.

 

Quién sabe qué mierda sabrás de mí. Pensó él.

 

Pero en ese preciso instante, no le importaba nada más que asesinar a su hermano con la mirada. En aquel recorrido hacia el infierno, según él, habían incluso soltado algunas lágrimas de pánico al ver lo que haría esa cosa que ahora tenía su vida, literalmente, desafiando la gravedad y las leyes de la física. ¿Qué pasa si los cinturones fallan allá arriba? Se preguntó mentalmente, ocasionando que sus manos sudaran frío y que su corazón golpeara salvajemente su pecho

 

Decir qué había estado horrorizado sería poco.

 

Y es que, lo más indignante de todo, era que al final JeongMin y MinWoo se habían puesto de su lado, obligándolos a ellos tres, DongHyun, HyunSeong y él, a esperarlos mientras ellos volvía a subir a aquella cosa; no sólo una, sino cuatro veces, como si no pudieran cansarse del mismo recorrido. Y verlos desde dónde él se encontraba no hacía más que recordarle el vértigo y las náuseas que había sentido estando allá arriba.

 

Se vengaría, eso sin duda alguna lo haría. No se iba a quedar de brazos cruzados perdiendo su valioso tiempo malgastándose los pies esperando a su hermano mientras él disfrutaba al límite. Cabe recordar que también lo chantajeó a él y a los demás para que se subieran ahí a revolverse los intestinos. Se merecía una venganza, para que aprendiera y no lo volviera a hacer en un futuro. Giró sobre su eje, quedando de frente a sus dos mayores, los cuales estaban hablando amistosamente mientras esperaban los quince o veinte minutos para que los demás bajaran.

 

— Me iré a casa —informó, ganándose las miradas confundidas de sus dos amigos.

 

— Deberías esperar a que bajen —aconsejó DongHyun, señalando vagamente la montaña rusa.

 

KwangMin negó con la cabeza y esbozó una pequeña sonrisa —. De seguro ellos querrán volver a subir o entrar al castillo del terror —señaló dicha atracción —. Yo iré a casa primero. Muero de cansancio —se rascó la nuca cerrando levemente uno de sus ojos, demostrando su estado de ánimo; porque en parte, era cierto que estaba cansado.

 

— Está bien —ambos asintieron —. ¿Quieres qué le digamos algo a YoungMin cuando baje? —preguntó HyunSeong, mirándolo un poco preocupado.

 

— Dile que me llevé la motocicleta —sonrió, despidiéndose de los chicos con un leve movimiento de mano que ellos correspondieron al instante.

 

 

Cuando llegó a casa. Toda su sed de venganza de vio opacada por su agotamiento físico, estaba completamente cansado, haciéndolo olvidarse de aquella idea, la cual, había sido reemplazada por la pura decisión de irse a dormir cuanto antes. Se metió a la ducha, y tras estar unos largos y relajantes minutos bajo el agua caliente, su cansancio de disipó un poco, dándole paso al hambre, la cual, hizo acto de presencia tras un fuerte rugido que parecía haber provenido de algún lugar externo y no directamente de su organismo.

 

Salió de la ducha, vistiéndose lentamente, sin ganas, tomándose su tiempo. Inconscientemente se había puesto una camisa color azul rey de YoungMin, la cual tenía estampado ‘Like a Boss’ en letras cursivas y blancas, luego, se puso un pantalón de pijama de color crema, saltándose la ropa interior por simple capricho; desde siempre se había sentido mucho más cómoda sin ella a la hora de dormir, y si nadie lo sabía, podía seguir haciéndolo sin problema alguno.

 

Ese era un pequeño secreto que él guardaba para sí mismo.

 

— Secreto… —susurró, deteniéndose a mitad del camino hacia la cocina.

 

YoungMin había comentado algo sobre uno de los secretos más íntimos de todos ellos. ¿Será qué sabe esto? Se cuestionó, poniéndose nervioso. YoungMin solía entrar muy seguido a su habitación sin siquiera avisar, y no sería de extrañar que algún día se hubiera quedado observándolo mientras él se ponía la pijama y que por ende, se habían enterado.

 

Un escalofrío junto con un sonrojo de apoderó de él tras la idea de que su hermano haya estado observándolo en secreto. Por un lado, se sentía avergonzado, y por el otro, se sentía satisfecho. Usualmente se decía a sí mismo que no creara hipótesis o teorías antes de tiempo, pero le era inevitable en ese momento. Quizás su cuerpo no estaba tan mal si su hermano se había quedado mirándolo mientras se vestía. Sonrió, pues no podía negar que le gustaba la idea de que su gemelo podría sentirse sexualmente atraído a él, como él lo estaba de YoungMin.

 

Aunque seguramente estaba confundiendo sus sentimientos ‘de amor’ con la conocida y hermosa tensión sexual.

 

Otro sonrojo de apoderó de su rostro y un tipo de descarga eléctrica lo recorrió entero.

 

— ¿KwangMin? —escuchó la grave voz de su hermano llamándolo, él se alarmó por completo —. ¿Estás bien?

 

— Sí —respondió con la respiración entrecortada.

 

— ¿Estás seguro? —el mayor se acercó a él, mirándolo con detenimiento —. Estás rojo. ¿Tienes fiebre? —le preguntó, poniéndole una mano en la frente a su hermano, el cual se sonrojó más de lo que ya estaba.

 

— N-No. Estoy bien, YoungMin —aseguró, suspirando, logrando regular su respiración; pero eso no convenció al rubio.

 

— No parece… —lo miró de arriba abajo, haciendo sonrojar a su hermano de nuevo.

 

— Estoy bien —el menor se aclaró la garganta.

 

En ese momento, KwangMin odió a su hermano gemelo, odió su preocupación, odió el chantaje de ese día, odió sus indebidos pensamientos y más que nada, odió la cercanía que tenía con el mayor y su indagadora y divertida mirada sobre él.

 

YoungMin rió con fuerza, confundiendo al menor por las carcajadas que no parecían querer terminar.

 

— Claro —espiró profundamente, calmándose —. Se nota que estás bien —KwangMin se golpeó mentalmente por no poder mirar a su hermano a la cara —. Tú erección te delata —sonrió con sorna, acorralándolo en la pared del pasillo con fuerza y posando su mano derecha en el miembro del menor; escuchando el quejido del pelinegro al ser estampado bruscamente contra el concreto.

 

Gimió con fuerza cuando YoungMin apretó su miembro por sobre la fina y molesta tela de seda.

 

— Y-YoungMin… —alcanzó a pronunciar debido a la excitación que no sabía que tenía y que se estaba apoderando de él.

 

El mayor se apegó mucho más al cuerpo de su gemelo, sin apartar su mano del despierto pene del menor y carraspeó por encima de la blanca y suave piel del contrario, ocasionándole un leve gemido que salió de lo más profundo de su garganta.

 

— Te estabas masturbando —se burló YoungMin, dándole un suave mordisco en el cuello antes de separarse completamente de él y esbozar una enorme sonrisa en los labios, la cual, era la definición gráfica de la burla.

 

KwangMin lo observó caminar hacia la cocina, donde sacó un poco de comida de la nevera y la dejó encima de un enorme plato blanco plano. Y fue en ese momento, en ese instante, que escuchó como su corazón se rompía. Se sentía humillado, enojado, y más que nada, herido.

 

— No me estaba masturbando —habló lo más fuerte y claro que pudo, tragándose todos aquellos malos sentimientos y emociones que lo estaban perjudicando.

 

YoungMin rió desde la cocina y el mejor frunció el entrecejo.

 

— Sí, claro —comentó sardónicamente sin voltearlo a ver, concentrándose en lo que sea que estuviese cocinando.

 

KwangMin cerró los ojos con un poco de paciencia y suspiró lo más profundo que sus pulmones le permitían e internamente, contó para tranquilizarse; lo más importante en ese momento era su erección, porque no tenía ni la más mínima idea de cómo la iba a calmar.

 

O bueno, quizás sí. Se le había ocurrido el plan perfecto.

 

Y de pronto, eso qué él iba a hacer podría llamarse venganza.

 

— No lo estaba —insistió, y YoungMin se encogió de hombros restándole importancia. KwangMin sonrió de lado —. Hoy hablaste de secretos, hyung —habló despacio, mirándolo atentamente mientras se sentaba en el sofá que estaba justo en la mitad de la sala.

 

Se bajó lentamente los pantalones y decidido, llevó su mano derecha hacia su miembro, comenzando a subirla y bajarla lentamente, mordiéndose el labio inferior para no soltar ningún sonido extraño u obsceno.

 

— No te preocupes —comentó YoungMin, y por su voz, el menor dedujo que estaba sonriendo —. Ese secreto, y este —recalcó esa última palabra — secreto, están a salvo conmigo.

 

El menor se aclaró la garganta, sin dejar de masturbarse —. ¿Cuál es ese secreto? —le preguntó, teniendo un pequeño quiebre en su voz a la mitad de la pregunta.

 

— Creo que deberías encargarte de tu problemita, primero —aconsejó, tomando una sartén y poniendo toda la comida en ella para posteriormente, comenzar a freírla. Estaba obviamente evitando a KwangMin, no quería mirarlo, pues de cierta manera, se sentía cohibido por la situación que había pasado apenas entró a la casa.

 

El pelinegro gimió con fuerza y sonrió con autosuficiencia cuando notó como el mayor se quedaba estático en su lugar.

 

— ¿Qué crees que estoy haciendo? —preguntó débilmente debido a la excitación. Cerró los ojos mientras echaba su cabeza hacia atrás cuando sintió un espasmo. Volvió a abrir los ojos, encontrándose con la penetrante mirada de su hermano que aún seguía en la cocina.

 

Se avergonzó ante su mirada, pero no se dio el lujo de flaquear, no en ese momento. Sintió otro espasmo cuando apretó con un poco de fuerza la base de su miembro, casi tocando sus testículos con el lateral de su mano. Volvió a cerrar los ojos, dejando salir un ronco gemido, uno que se escuchó bastante fuerte para gusto del rubio.

 

— Debería hacer eso en tú habitación —lo señaló acusadoramente con un cuchillo, simulando un poco de pereza y cansancio, queriendo demostrar que la situación no lo estaba afectando en lo absoluto, aunque era completamente lo contrario.

 

KwangMin abrió los ojos, mirando atentamente a los ojos de su gemelo, casi queriendo reflejarse en ellos.

 

Y sonrió.

 

YoungMin había retirado la mirada y se había volteado para seguir con lo que hacía, el pelinegro pensó que por solo esa pequeña reacción que había causado en el mayor, se correría; por lo que se tapó su pequeño orificio con su pulgar, soltando un inconsciente quejido de inconformidad.

 

— Lo haré —comentó, ensanchando un poco más su sonrisa —. Cuando me digas el secreto.

 

YoungMin se tensó al instante, ¿qué carajos le había sucedido a su inocente hermano? Se cuestionó casi preocupado, aunque no podía negar que aquella actitud le estaba gustando, en cierto modo. Por otro lado, KwangMin se sacó la camisa de su hermano y comenzó a masturbarse de nuevo.

 

— Ve a tu habitación —la voz del rubio sonaba demandante, cosa que provocó mucho más al menor.

 

— ¿A caso te molesta que me masturbe en la sala frente a ti? —le preguntó con cierto deje de diversión en su voz; la cual estaba más ronca a causa del placer.

 

Y joder.

 

YoungMin no lo soportaría por mucho tiempo, eso ambos lo sabían. ¿Molestarle? El rubio rió por lo bajo en un sonido casi sordo, ¿qué mierda tenía su gemelo en la cabeza como para preguntarle eso?

 

— No —respondió —. No me molesta.

 

— Entonces no sé cuál es el problema —el mayor se giró, encontrándolo completamente desnudo, masturbándose a diferentes ritmos y estimulando uno de sus pezones.

 

Esa imagen lo calentó demasiado.

 

— Ve a tu habitación, KwangMin —insistió. El menor rió, soltando un alarido de excitación de por medio.

 

— Dime el secreto —también insistió.

 

El rubio suspiró cansado, su miembro estaba despertando por culpa de su hermano y eso no era bueno para ninguno de los dos. Se giró, apagando el fuego y dirigiéndose a paso rápido a dónde estaba su hermano, sentándose frente a él en otro sofá, uno individual que hacía juego con la decoración.

 

— Estás enamorado de mí —sonrió ante la reacción del más joven, el cual había parado de masturbarse y se mordió el labio inferior —. Tranquilo, no diré nada.

 

— ¿Cómo lo sabes? —lo cuestionó casi impactado, asombrado. Frunció el entrecejo cuando YoungMin rió ante sus palabras.

 

— Te escuché hablarlo con MinWoo —respondió ganándose un suspiro por parte del más joven, el cual se acomodó mejor en el sofá, y tras soltar un suspiro de resignación, volvió a masturbarse.

 

El mayor frunció el entrecejo ante aquello. Esa acción fue la gota que rebasó el vaso.

 

Con rapidez, tomó la muñeca de KwangMin, obligándolo a levantarse; y con agilidad lo estampó en la pared del pasillo, exactamente como antes, con su mano derecha sobre el pene de su gemelo, mientras que con la otra, sostenía la muñeca del menor, pegándolo a la pared a la misma altura de su cabeza.

 

— YoungMin… —gimió, cerrando los ojos de nueva cuenta cuando sintió como su hermano comenzaba a masturbarlo rápidamente.

 

Sin duda, aquello se sentía mucho mejor que cuando él mismo lo estaba haciendo.

 

— Debiste haberme obedecido, KwangMin —susurró muy cerca de sus labios, entrelazando sus respiraciones, obviamente una más agitada que la otra.

 

YoungMin comenzó a besar y morder el cuello del pelinegro, dejándole una que otra marca rojiza. Las caricias del mayor lo estaban volviendo loco; sentía corrientasos eléctricos recorrerle todo su cuerpo para al final, concentrarse en su vientre bajo, más exactamente, en su miembro. Sentía mariposas en su estómago y sensaciones indescriptibles que él no quería que terminasen.

 

Sus gemidos comenzaron a ser más fuertes y constantes, casi llegando a los gritos. Su placer a cada segundo aumentaba, al igual que el tamaño de su pene. Sabía que no resistiría demasiado tiempo; por lo que aprovechó para tomar aquel rostro idéntico al suyo pero que para él, era mucho más hermoso; y sin esperar más tiempo, lo besó. Transmitiéndole los sentimientos que sentía hacía él, todo el amor y cariño que se acumulaba en su pecho dándole una sensación de calidez. Todo eso fue lo que trasmitió en aquel beso, dónde YoungMin había dejado que el menor lo dominara. KwangMin succionó con un poco de fuerza el labio del rubio cuando sintió como este lo masturbaba con más rapidez, ahogando sus gemidos en la boca del mayor.

 

Y sin poder soportarlo más, se corrió en la mano de su hermano, el cual lo seguía masturbando ahora con lentitud, haciéndolo disfrutar de esas últimas sensaciones. Le había soltado la muñeca y lo sostenía de la cintura para que el menor no cayera al suelo al haber perdido fuerza en las piernas tras el orgasmo.

 

Se separaron lentamente, mirándose a los ojos. YoungMin lo soltó con cuidado, llevando su mano derecha hacia su boca, lambiendo todo el semen que tenía en ella con lentitud, bajo la atenta y avergonzada mirada de KwangMin.

 

Sonrió para sí mismo.

 

— Creo que ya no tengo hambre —susurró, y el rostro del pelinegro se enrojeció más de lo que ya estaba.

 

— YoungMin —lo llamó cuando este se separó de él. Sentía una extraña sensación en la boca del estómago, y su corazón palpitaba frenéticamente.

 

El rubio lo miró con cariño y luego de robarle un último beso, lo encaró —. Llámame si necesitas que te vuelva a ayudar con tus problemitas.

 

El menor bajó la mirada, había estado esperando otras palabras por parte del mayor, por lo que no pudo evitar sentirse decepcionado. Quizás había estado fantaseando demasiado, era lógico que YoungMin no sintiese lo mismo por él, pues este quizás al final sí sentía un tipo de tensión sexual para con él y lo veía como un hermano, porque después de todo, eso es lo que eran les gustase o no.

 

Eran hermanos gemelos.

 

Pero eso no significaba que no pudiese aprovechar aquella oferta.

 

— Vale —aceptó sin subir su mirada, no quería ni verlo a la cara por la vergüenza.

 

— KwangMin —lo llamó —. Mírame —ordenó, ganándose una negativa por parte del pelinegro.

 

— No —susurró. No tenía ni la confianza ni la autoestima suficiente como para mirarlo, toda se había perdido en ese instante.

 

— Mírame, KwangMin —esta vez, el mayor lo tomó de la barbilla y lo obligó a mirarlo a los ojos, dándose cuenta que el menor los tenía levemente encharcados, como si estuviese a punto de llorar.

 

— Te amo, YoungMin —confesó, besando castamente los labios de su gemelo, quien sonrió a penas se separaron.

 

— Lo sé, KwangMin. Igual yo —y después de confesarlo, caminó tranquilamente hasta su habitación, encerrándose en ella, dejando a su desnudo e impactado hermano en el pasillo.

 

Quizás… No había pedido tanto de YoungMin como él pensaba.

 

THE END (?)

Notas finales:

No hay Lemon porque no sé por qué no he podido escribir uno en semanas xD. Pero lo compensé con eso =3.

Espero que les haya gustado. Estaré esperando sus reviews<3

Bay Bay


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