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Por un retrato por Estartea

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Fic dedicado a Keira_Dragon que hace mucho que se lo debo y para agradecerle su ayuda.




Por un retrato




El tren sale de la estación directo a mi destino. Por fin vuelvo después de cinco largos años que me han parecido eternos. Solo espero que no sea demasiado tarde para poder enmendar mi error. Porque para eso es por lo que regreso. Para solucionar un asunto que deje pendiente cuando salí huyendo de allí. Y para terminar con esos miedos que obstaculizan mi felicidad y la de él, porque se que aun no me a olvidado o quizás es lo que yo deseo creer.

Siento que alguien aprieta mi brazo en un gesto tranquilizador. Borja siempre siente cuando empiezo a ponerme nervioso. No se que haría sin el. Todos estos años me ha sido de una gran ayuda, sino fuera por él ya me hubiera derrumbado hacía mucho tiempo. Mucha gente podría envidiarme por tener un amigo como él.

-Miguel, no te preocupes, ya veras como todo irá bien.- no puedo evitar sentirme agradecido, siempre intentando animarme, aunque en este caso no sirva de mucho. Las cosas no volverán a ser como antes, eso lo se muy bien. Cause mucho dolor y será difícil conseguir que vuelva a confiar en mi.- Todavía te ama, créeme. Se lo que me digo. No creo que haya podido olvidar lo que escribió en esa carta. Y ya sabes lo que dicen sus amigos, desde que te marchaste no a vuelto a ser el de antes, se ha encerrado en sí mismo. Unos sentimientos así no desparecen de un día para otro.

-Muchas gracias, Borja. No se como voy a poder pagarte todo lo que estas haciendo por mi. No creo tener fuerzas para hacer este viaje sin tu compañía.

-No tienes que pagarme nada. Para eso estamos los amigos.

La verdad es que deseo con todos mis fuerzas creer en lo que dice. Y otra vez no puedo evitar pensar en aquella carta que me escribió poco después de marcharme.

El sabía que no estaba preparado para mantener ese tipo de relación y que acabaría acobardándome y marchándome. Pero nunca me recrimino que lo abandonara. Siempre me entendió. Me dijo que me esperaría. Solo deseo que no se haya cansado de hacerlo.

Borja se acomoda en su asiento. Tenemos casi el vagón para nosotros solos, así que tenemos mucho sitio para ponernos cómodos. Se pone los auriculares y cierra los ojos. Yo le agradezco que no diga nada más, sabe que necesito pensar en muchas cosas. Tengo que decidir como voy a actuar cuando lo vea, aunque se que no servirá de mucho. Cuando mire a eso ojos negros se que me quedare en blanco como me pasaba siempre y olvidare todo lo que tengo planeado decirle.

Saco del bolsillo la carta que me dio antes de irme. La verdad es que se la dio a Cristóbal, uno amigo del pueblo, y él me la entregó a mí. Al principio no dejaba de leerla día si y día también, pero después la enterré en el fondo de uno de mis cajones que tenía en la residencia. Hasta el día que acabe la facultad y tuve que empaquetar mis cosas, no la volví a ver. Iba a ir a vivir con Borja, habíamos alquilado un piso y lo íbamos a compartir con unos amigos que conocimos en la residencia. Y mientras recogía las cosas la encontré. Allí estaba la carta, debajo de toda mi ropa.



*/*/*




Estaba guardando las cosas en unas cajas. Eran los últimos días de universidad y pronto tendría que abandonar la residencia donde estuve viviendo durante los cuatro años de carrera. La habitación la compartía con Pedro, los dos terminábamos la carrera de sociología y nos habíamos hecho buenos amigos. Mientras yo acababa de recoger él hablaba con Borja y Marcos sobre su cama. Borja y Marcos eran compañeros de habitación también y, para alegría mía, estaban en la habitación de al lado. Borja siguió la carrera de psicología y Marcos la de criminología. Estábamos discutiendo sobre como nos íbamos a arreglar cuando nos mudáramos a nuestro piso, el piso de los cuatro.

Estaba vaciando el último cajón que quedaba. En ese momento no recordaba que la había escondido allí, así que tome ese trozo de papel sin preocuparme, pero cuando fui a mirar que era me quede parado al reconocer esa letra. Su letra. Y todos los sentimientos que creí enterrados se removieron como el primer día. La carta me temblaba en las manos y estaba palideciendo. Ellos que continuaban hablando, dejaron de hacerlo de golpe al verme en ese estado.

-¿Te encuentras bien, Miguel?- rompió el silencio Pedro.- ¿Qué es ese papel?

-¿Es...es su... su carta?- Asentí sin poder decir nada. Les había hablado de lo que había pasado pero nunca les había dejado verla.- ¿quieres que te dejemos solos?

-No, no hace falta. Estoy bien. No pasa nada. Estoy perfectamente.- no se a quien intentaba engañar, ellos me conocían muy bien para saber que eso era mentira, pero yo quería convencerme que todo estaba bien.

-Bueno... Nosotros dos nos vamos que tenemos que hacer...hm.. Tenemos que hacer algo.- dijo de repente Marcos arrastrando a Pedro hasta la puerta.

-Pero si no tenemos que hacer nada.- protesto este.

-Tenemos que ir allí.

-¿Donde?

-No te acuerdas tenemos que ir a hacer eso.- insistió Marcos haciendo gestos desesperados.

-Ah! Si, eso. Ya recuerdo. Chicos, nos vamos a hacer eso.- La verdad es que Pedro es muy buen tío pero a veces le cuesta entender las indirectas, como en ese momento.

Me alegre que nos dejaran solos. Necesitaba hablar con alguien y ellos sabían que sería mejor que primero lo hiciera con él. Borja me cogió de los hombros y me hizo sentar en la cama poniéndose a mi lado. Yo le pase la carta para que pudiera leerla.


Querido Miguel:

Llevo mucho tiempo temiendo que llegara este momento porque sabía que esto iba a pasar tarde o temprano, pero siempre he tenido la esperanza de que no sucediera.

Desde el momento en que te vi por primera vez, supe que eras una persona encantadora y me enamore de ti locamente. A ti, sin embargo, te costo admitir que me querías. Nunca te habías enamorado de un chico y era algo nuevo para ti, aunque gracias a nuestros amigos, que te ayudaron a entender lo que sentías por mí, pudimos estar juntos esos hermosos meses. Los meses más maravillosos de mi vida. No puedes llegar a imaginar lo que sentí cuando me besaste aquella noche. Fue el momento más feliz de mi vida. Pero aunque vivimos grandes momentos juntos, tú nunca perdiste tus miedos ni tus dudas.

No te odio por marcharte y dejarme. No podría hacerlo jamás. Se que necesitas aclarar tus ideas y que, si de verdad me amas la mitad de lo que yo te amo a ti, volverás. Tengo fe en nuestro amor y, por eso, voy a estar siempre aquí, esperando que regreses a mí. Te esperaría eternamente si hiciera falta. Solo te pido que aproveches este tiempo para superar tus miedos y le des una oportunidad a lo nuestro.

No voy a escribirte nada más porque tú ya sabes todo lo necesario. Tampoco esperes recibir ninguna carta mía mientras estés fuera, no quiero presionarte. Solo deseo recordarte una cosa que te he dicho muchas veces:

Te amo, te amo más que a mi propia vida y siempre voy a estar para ti.

Con todo mi amor,

Rubén



En ese momento a mi ya me caían las lagrimas sin poder evitarlo. Había sido tan estúpido al marcharme de esa manera... Y ahora me arrepentía más que nunca. Solo deseaba volver a verlo.

-Cálmate, Miguel. ¿Todavía lo quieres?

-Nunca he dejado de hacerlo, por más que yo lo creyera. Tengo tantas ganas de volver a estar con él.

-¿Por qué no vas a verlo?

-Tengo miedo a que me rechace después de tantos años.

-…l dijo que te esperaría, ¿por qué iba a rechazarte?

-Y si ha encontrado a otro. Pueden haber pasado muchas cosas este tiempo. Yo no podría reprocharle que se hubiera enamorado de alguien más.

-Si no lo ves y hablas con él, nunca sabrás si él te sigue queriendo. ¿Vas a quedarte con esa duda?

-Y si se ha cansado de esperarme. No podría soportarlo.

-No seas tonto. Vas a ir. Yo me encargare de ello.- me abrazó y no me soltó hasta que deje de llorar.




Dos días después de esa conversación, una vez instalados ya en nuestro propio piso, llegó Borja muy emocionado.

-¡Miguel! Ya tengo todo preparado para ir a pasar el verano.

-¿A donde vamos?

-Vamos a ver a Rubén.- creo recordar que de la sorpresa que me llevé se me cayeron todos los libros al suelo. Varios minutos después, cuando consiguió hacerme reaccionar me explico como había preparado todo.

Borja había reservado dos billetes para una semana después. Había hablado, incluso, con mi abuela que vivía allí para que nos dejara quedarnos en su casa. Lo tenía todo completamente organizado.

Y, ahora, estamos aquí, en el tren que me llevara de vuelta a Rubén, de donde no tendría que haberme marchado jamás.


*/*/*




Al cabo de unas horas llegamos a la estación en que tenemos que bajar. Borja y yo cogemos las maletas y salimos fuera del tren. Allí están todos mis amigos del pueblo que nada más verme corren hacía a mí a abrazarme. Cuanto tiempo hacía que no les había visto...

Los presentó a Borja y empiezan a preguntarnos como nos ha ido el viaje. La verdad es que no tengo muchas ganas de hablar sobre eso, lo único que quiero es preguntarles sobre Rubén.

Intentó preguntarles algo sobre él y, entonces, lo veo. Está delante de mí mirándome con esos grandes ojos negros que me embelesan. Creo que me he quedado parado porque los demás solo hacen que sonreír. Borja les hace un gesto a los otros y se marchan dejándome a solas con él.

-Miguel- oigo que susurra mi nombre. Su voz continua siendo tan suave como la recordaba. Está más moreno que la última vez y parece haber estado haciendo deporte este tiempo. Parece que los años le han sentado bien. Se ha convertido en todo un hombre (muy atractivo, por cierto). Yo, en cambio, sigo siendo igual de poca cosa.



*/*/*




Yo corría bajo la lluvia. Esa tarde había salido a pasear, pero el mal tiempo había llegado de improvisto. Yo me había olvidado el paraguas y llevaba una ropa muy fina que había empezado a humedecerse. Me había alejado demasiado del pueblo y estaba empezando a coger frío.

Entonces, una moto se paró a mi lado. El chico se bajo de ella y se quitó el casco. Lo reconocí de inmediato. Era un amigo de mi prima Elisa. Había hablado muy pocas veces con él, por no decir nunca. La verdad es que me daba algo de miedo. Me asustaba su forma de mirarme insistentemente. Me habían explicado cosas sobre él, entre ellas que era homosexual y prefería no acercarme mucho a él. Alguien ya había insinuado que yo le había gustado. Pero después de eso me di cuenta de lo que realmente me asustaba eran los sentimientos que él me provocaba.

-Miguel.- me saludó.- Vas a coger un buen resfriado si sigues andando hasta tu casa.

-Pero tengo que llegar o sino mi abuela se va a preocupar. Además, no voy a quedarme aquí en medio parado.- Su cercanía me estaba poniendo nervioso. Me miraba fijamente con sus ojos negros que brillaban de emoción. Eran hermosos sus ojos, pero no quería pensar en eso.

-Yo ahora iba a una casa que tengo aquí al lado. Si quieres puedes venir y desde allí llamas a tu abuela con mi teléfono.

-No, gracias. No quiero ser una molestia.- No deseaba ir, no quería estar a solas con él. No sabía lo que él podía hacer. Fue una tontería pensar eso, ¿qué iba a hacerme? ¿Secuestrarme, violarme y matarme? Ahora me río de mis entupidos pensamientos. …l era un chico formal que jamás se hubiese aprovechado de nadie y, aun menos, de mí.

-No voy a dejar que te quedes aquí, si después te pones enfermos me sentiré eternamente culpable por no haberte ayudado. Solo será hasta que paré de llover. Yo también tengo que volver a mi casa.- el chico sonaba sincero y tras pensar un rato acabe aceptando ir con él. Al fin y al cabo el tenía razón, cada vez llovía más y con ese tiempo tardaría en llegar a mi casa.- No te voy a morder.

-De acuerdo. ¿Está muy lejos?

-En moto a unos cinco minutos.

Me subí con él y como bien había dicho, en menos de cinco minutos ya estábamos allí. Era una casita pequeña que parecía haber sido hecha de nuevo no hacía mucho tiempo. Anteriormente debía haber sido un refugio para los agricultores que trabajaban aquellas tierras. Ahora era una casita de piedra y madera de dos pisos, abajo había una cocina con comedor, un almacén y una especie de taller y en el piso de arriba había dos pequeñas habitaciones y el baño.

-Han reconstruido la casa para mí, mis padres. Tengo previsto venirme a vivir aquí durante un tiempo. Desde pequeño ha sido como un refugio para mí. Es mi lugar preferido.

-Es pequeña, pero parece acogedora.

-Para solo una persona no se necesita mucho más.- me dijo realmente emocionado con su casita. – Te dejo mi móvil si quieres llamar a tu abuela.

-Gracias, sino la llamo se pondrá histérica y no me volverá a dejar salir nunca.

Después de llamar y explicarle que me iba a quedar allí hasta que parase de llover, nos sentamos en el comedor a hablar. La lluvia parecía no querer dar tregua y cada vez caía más fuerte. Y así, esperando que parase, se fue pasando el tiempo sin ni siquiera darnos cuenta. Se me hacía agradable hablar con él. Era muy inteligente.

-¿Así que pintas?

-Me gusta dibujar, no soy muy bueno, pero me relaja. Sobretodo dibujo paisajes y retratos. Estoy en una academia de arte.

-¿Me enseñarías algún dibujo?

-Sí quieres. Aquí tengo unos cuantos.- Subimos a su habitación donde los guardaba. Lo primero que se veía al entrar era un paisaje hermoso a través de la ventana. Tenía una pequeña cama, como todo en esa casa, y un amplio escritorio lleno de papeles, lápices y colores. También había varias estanterías con libros, libretas y carpetas. Cogió una de las carpetas y me la dio para que la mirase. Nos sentamos al borde de la cama, muy juntos el uno del otro.

-Son preciosos.- dije yo al verlos. Eran verdaderamente bonitos. Nunca he sabido mucho de pintura, pero a mi parecieron casi perfectos.

Había dibujos de naturaleza muerta, retratos de hombres y mujeres de diferentes edades, todo tipo de paisajes… Hubo dos que me llamaron la atención. El primero era una mujer amamantando a un bebe que me hizo sentir una ternura infinita con el rostro feliz y cariñoso de la mujer que observaba a su hijo y los colores suaves con que estaban pintados. El otro era un paisaje de una playa de noche. La luna se reflejaba en el agua y, en la orilla, dos enamorados se abrazaban. Se lo comenté.

-Este lo dibuje la primera vez que vi el mar. Mis padres me llevaron una semana a la playa. Desde la ventana de mi casa se veía la playa y una noche me puse a dibujarla y al fondo vi a una pareja de ancianos paseando y los incluí en el dibujo.

-Son magníficos, de verdad.

-Me alegra que te gusten.

-Una vez mi hicieron un retrato,- le conté mientras seguía observando los dibujos.- pero no me gusto nada como quedo. No parecía yo. ¿Esta es Elisa?- pregunté al reconocer el retrato de mi prima.- Esto si que es un retrato, es idéntica.

-Sí, en la escuela nos mandaron hacer un retrato y Elisa se ofreció como modelo. Si quisieras podría hacerte un retrato yo. Intentaría hacerlo lo más parecido a ti posible.

-Me encantaría.- conteste de inmediato sin saber muy bien lo que hacía. Solo sabía que quería pasar más tiempo con él y conocerlo mejor.

-Será todo un honor para mí retratarlo.- dijo cortésmente con una amplia sonrisa.

Esa noche fue la primera de muchas otras que pasé allí. La lluvia no paró hasta bien entrada la madrugada. Ese mismo día empezó con mi retrato. Yo lo observaba mientras me dibujaba todo concentrado queriendo hacerlo lo mejor posible. En ese momento comprendí que lo que más temía, la razón por la que había intentado mantenerme alejado de él, había sucedido. Me di cuenta que me estaba empezando a enamorar de él y no me importó, me sentía bien con ese sentimiento.

Hacia la hora de cenar terminó de hacer un boceto de como iba a ser el dibujo. Le pedí que me lo enseñase, pero el se negó rotundamente a que lo viese antes de que estuviese terminado. Manía de artistas.

Después de cenar continuamos hablando un poco de todo, yo me negaba a terminar cualquier conversación. No quería irme a dormir, quería seguir con él, así, como estábamos. Quería seguir escuchando su voz y seguir observando aquel hermoso rostro que tenía ante mí. Pero al final él se levantó diciendo que lo mejor era que nos marchásemos a dormir. Me acompañó a la habitación que tenía se sobras y nos despedimos.

-Buenas noches, Miguel, que duermas bien.- me dijo. Yo le quería pedir que no se marchase, que se quedase a mi lado, pero fui incapaz de decirle nada. Me quedé parado mirándolo con una sonrisa tonta de enamorado mientras sentía un cosquilleo en el estomago.- ¿Te sientes bien?- me preguntó extrañado.

Como respuesta me puse de puntillas, ya que él era más alto que yo, le pasé los brazos por el cuello atrayéndolo hacía mí y lo besé. El respondió ansioso al beso. Cuando nos separamos, el me miró sorprendido sin entender que pasaba, yo solo le sonreía sinceramente. Esa noche dormimos juntos, no hubo más que besos y caricias inocentes, pero fue el mejor día de mi vida, un día que jamás podré olvidar. Sus brazos eran fuertes y entre ellos me sentía seguro y protegido.

Pero después de esa noche, el pánico volvió a invadirme por completo. No sabía que me estaba pasando ni que tenía que hacer. Aunque entre mi prima y mi abuela me convencieron de que tenía que seguir con él si de verdad lo amaba. Gracias a ellas tuve el valor suficiente para empezar una relación con él, para ser feliz.

No obstante, cuando terminó el verano y tuve que regresar a mi ciudad, todo valor desapareció y nunca más volvía a verlo. Primero por miedo a lo que pensarían mis padres y mis amigos y luego por miedo a que el me hubiese olvidado, desaproveche cuatro años de mi vida que podría haber pasado con la persona que amaba.




*/*/*




-Miguel.

-Rubén, yo...

-Shhh… No digas nada… No hace falta que lo hagas. Lo que importa es que has vuelto y yo no tengo que esperarte más.- levanta la mano y me acaricia la cara con suavidad. Ese simple gesto me envía descargas por todo el cuerpo.

-No sabes cuanto te he echado de menos. Más de una vez quise venir a verte, pero tenía miedo de que hubieras encontrado a alguien mejor. No te puedes imaginar cuantas veces he soñado con este momento.

-Te amo, Miguel.

-Y yo, nunca volveré a irme. Estaremos siempre juntos.

-Sí, siempre juntos, siempre.

Ya no puedo resistirme más y lo beso. Primero es un simple roce, pero luego nos dejamos llevar. …l me rodea con sus brazos. Yo lo atraigo más hacía a mí para sentirlo más cerca, quiero comprobar que no es un sueño como tantos otros que he tenido. Pero es real. Pro fin puedo volver a tenerlo entre mis brazos. Por fin puedo volver a besarlo y a acariciarlo...

La gente que pasa por nuestro lado se para a mirarnos. Pero ahora eso me da igual. Solo me importa él y demostrarle que he cambiado, que he perdido mis miedos y que lo amo.

En este momento empieza mi nueva vida, una vida a su lado.

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