Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi Bonito por Ari_123_love

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Ajasldsfhksf.dgfgkjldfgf no sé que traigo ultimamente con el Shota y el Chan, pero tenía que sacar esta idea de mi cabeza, espero les guste :P

Notas del capitulo:

¡Yay! Lo complete, después de como dos semanas, pude terminarlo (he de dejar claro que pienso que dormir es para débiles, y a pesar de eso, duermo como lirón).

Espero les guste, intenté hacerlo coherente, pero a la una de la mañana, mi mundo (de por sí escaso) coherente, está apagado. 

Me moví, dejando que las sábanas cayeran por mi torso, a su vez, descubriendo el cuerpo del ser que duerme a mi lado. Le miro, sus ojos delineados por una perfecta capa de pestañas negras, el perfil de su nariz, sus mejillas, sus labios. ¿Por qué tiene que ser tan bello? Culpo a su belleza de esta relación. Es una atrocidad para los ojos de la sociedad. Es erróneo mi comportamiento, siempre estuve erróneo, desde que le vi por primera vez…

 

(~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~)

 

-¡Minho! Amor, baja a conocer a tus tíos.- Escuché a mi madre hablar, pidiéndome que dejara mis deberes, por ver a mis tíos. ¡Increíble! El único día en que mi omma me detiene de hacer tareas y es para conocer más aburridos adultos. Bufé, antes de aventar mis cuadernos sobre mi cama y apresurarme a bajar las escaleras.

 

Saludé al par de adultos, un señor que sonreía demasiado, y una chica rubia. ¿Ella era la hermana de mi omma? Dude mucho sus lazos sanguíneos, no se parecía en nada. De igual modo, fui respetuoso y los saludé con una reverencia.

 

-Minho ah, ella es tu tía Ah Young.- Omma me sonrió. –Es mi hermana.

 

-¿Él es el pequeño Minho ah?- La ajhummeoni parecía sorprendida de verme. –Lo recordaba como un bebé.- Exclamó.

 

-Ha pasado mucho tiempo desde que te fuiste a Japón.- Ese día, en particular, omma se veía feliz de tener a su hermana consigo.

 

A lo lejos, después de darme cuenta que mi tío había desaparecido, lo vi regresar, con algo parecido a un muñeco tomado de la mano. Ahora que lo pienso a detalle, no recuerdo muchas cosas de mi tío, supongo que se debe a que murió a temprana edad.

 

-¡Eso es una muñeca!- Dije sin pensar, dejándome llevar por la primera impresión. Era raro ver a un adulto jugar con un juguete para niñas pequeñas.

 

Omma y ajhummeoni rieron juntas, como si fueran mellizas, con el mismo tono de voz.

 

-Cariño, es tu primo, Taemin ah.- Omma habló con voz comprensiva, dándome a entender, que eso era un humano, un humano que pertenecía a mi familia.

 

-No.- Negué. –Eso no es un niño, es un juguete.- Adulto babbos, ¿cómo podían creer que eso era un niño humano?

 

Ajhummeoni volvió a reír, mi madre, ella quizás sí se molestó.

-¡Choi Min Ho! No seas grosero, él es tu pequeño primo, debes de cuidar de él.- Me declaró, yo sólo alcancé a fruncir la boca, que flojera, ir persiguiendo a un bodoque que apenas y sabía la diferencia entre azul y verde. Suspiré molesto, observando como el niño decía adiós con su pequeña mano a mi omma y a ajhummeoni, mi tío lo llevaba con mi padre.

 

Omma me hizo quedarme un rato más, para que ajhummeoni pudiera decir lo mucho que había cambiado en estos doce años que habían pasado desde que dejó Corea. En realidad deseaba volver a mi habitación y terminar los ejercicios que tenía de quebrados.

 

-¡Omma! ¡Omma!- Al cabo de unos minutos de mi aburrimiento, se escuchó una voz aguda, pero dulce, al otro lado del pasillo. El bodoque corría, tambaleándose de un lado a otro, pero manteniendo el equilibrio.

 

-Ven aquí, pastelito.- Ajhummeoni cargó en brazos al bebé.

 

Taemin apretó las mejillas de su madre, con sus pequeñas manos, sólo para reírse infantilmente después.

 

-¡Omma!- Buscó algo en el bolsillo del jumper que llevaba puesto. -¡Calleta!- Le mostró una galleta antes de llevársela a la boca.

 

-Mmm, ya veo. Te la dio appa, ¿no es así?- Taemin asintió frenéticamente. –Después hablaré con él.- Advirtió, haciéndole cosquillas al bebé. Taemin rio, de nuevo, de esa manera tan infantil, que daba ternura. Se bajó de los brazos de ajhummeoni y quiso volver con su padre, aunque, primero notó mi existencia.

 

-¿Tién eres?- Me miró con unos ojos completamente grises; alzó sus brazos, obligándome a que lo cargara. En realidad parecía una muñeca, tenía cabello castaño, y un cuerpo tan pequeño, que era imposible que fuese humano.

 

-Yo, soy tu hyung.- Le comenté.

 

-¡Hyung!- Volvió a morder su galleta, después la miró y me ofreció de ella. Fue tan tierno, como no lo pensó, al saber que era yo su hyung, me compartió de su golosina. Le sonreí, antes de darle una mordida, en donde, por accidenté, rocé con mis labios sus dedos. Desde entonces supe que simplemente había algo que no era normal ahí.

 

Entonces, Taemin tenía cuatro años, yo tenía catorce.

 

(~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~)

 

Busco entre mi camisa, sacando un cigarrillo, luego recuerdo lo mucho que odia que fume. Ese bastardo, me controla aun cuando está dormido. Ahora que lo veo así –que no es como que no lo hubiera observado dormir antes- puedo darme un minuto para pensar las cosas. Lo mal que actué la segunda vez que lo vi. ¿Por qué simplemente no me comporté como alguien normal? Cualquiera se hubiera aterrado de lo que le pasaba, pero yo no. Seguí, ese camino tan enfermo. Me arrepiento, jamás debí pervertirle como le hice, jamás debí involucrarlo en esta vida. Si pudiera repetir las cosas, por su puesto, me detendría a tiempo.

 

(~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~)

 

-Gracias Minho por traerme al aeropuerto para recoger a tu tía.- Omma me sonrió. Yo simplemente puse los ojos en blanco, si no hubiese sido porque Appa estaba trabajando, no me hubiera ofrecido a llevar a mamá al aeropuerto. -¡Mira! Ahí está.- Comentó alegre.

 

Giré los ojos, siguiendo el camino que había indicado. En efecto, ahí estaba ajhummeoni, pero le acompañaba una niña. Fruncí el ceño al no ver a Taemin, sino a una niña.

 

-Omma, ¿dónde está Taemin?- Pregunté discretamente, mientras mi madre le llamaba a su hermana.

 

-No seas tonto, cariño, ¿qué no lo ves? Ahí está.- Comentó, tan natural, como si en efecto esa niña fuera Taemin.

 

-Eso es una niña.- Corregí. Omma me miró, de seguro pensaba que yo era ciego, al parecer siempre que tuviese que ver a Taemin, le tendría que confundir con algo más.

 

-No seas grosero, está en su etapa de rebeldía. Es natural, han estado teniendo problemas, y ciertamente, Minhyuk hace mucha falta en esa casa.- Para ese entonces, ajhussi ya tenía varios años de muerto.

 

-Yo no recuerdo haber parecido niña a esa edad, tampoco ninguno de mis amigos.- Me crucé de brazos, haciendo una mueca. ¡Nunca le daba gusto con mis comentarios a esa mujer!

 

Ajhummeoni llegó y nos sonrió. Ahora, con el paso del tiempo, se parecía más a omma, como si la vejez fuese algo que llega por igual a todos: Lenta y precavidamente.

 

-Gracias por venir por nosotros.- Hizo una reverencia. Taemin ni se inmutó, llevaba los audífonos puestos, de hecho, estaba perdido, en su celular, escribiendo un mensaje apresurado. Le miré, ¿en serio ese era el bebé de hace nueve años? ¿Qué demonios le había pasado?

 

-¡Omma!- Taemin se quitó los audífonos, para ver de manera seria a su madre. -¿Por qué no fuimos a China? El tío Jan está preocupado.- Hizo una mueca con sus labios color rosa. –Debimos haber ido con él primero.

 

El desprecio que había en su voz me molestó. Hice puños mis manos, pero mi madre colocó su mano sobre mi hombro, tranquilizándome. Debía recordar que ajhummeoni tenía algunos problemas y por eso estaban de pasada, y debía recordar que Taemin era un simple adolescente, impulsivo por la edad de los 13, en la cual no se piensa lo que se dice.

 

-Taemin ah, pastelito...-Me maravilló la forma dulce en que le habló.- Tengo que firmar unos papeles, lo sabes, appa te habló de ellos.- Le sonrió. ¿Cómo esperaba que Taemin recordara eso? Ciertamente debieron de haber pasado por lo menos cuatro años de eso. –Después iremos con Jan, te lo prometo.- Su mirada estaba cansada. –Hola, Mi Young.- Saludó a mi madre. –Minho, que alto estás, también muy guapo, veo que has crecido bien.

 

Por suerte, el camino fue mucho más fluido, yo simplemente me había concentrado en manejar, omma y ajhummeoni hablaban entre ellas, y Taemin iba perdido en esa conversación que tenía con su tío de China.

 

Ajhummeoni y Taemin se quedarían en casa de mis padres, y yo no tendría que verlos más, por lo menos hasta el sábado, que es cuando los visito para comer con ellos. O, al menos, eso pensaba. Cuando llegamos, les ayudé a bajar el equipaje, por lo menos el de mi tía, ya que el señorito rebeldía me miró retadoramente y bajo sus cosas por sí mismo. Después omma me hizo quedarme con ellos un rato más, para platicar sobre la inmortalidad del cangrejo. Entonces me dejó caer la bomba.

 

-Cariño, en este momento estás de vacaciones, ¿no?- Conocía demasiado bien a mi madre como para entender hacia qué rumbo se dirigía la conversación.

 

-Así es, madre.- Le sonreí a medias. No, no, no, por favor no.

 

-Ah Young y yo tendremos que ir varias veces al registro, ¿podrías vigilar a Taemin mientras no estemos?- Después de escuchar eso cerré los ojos, controlándome. ¿Yo? ¿Cuidar a ese pequeño anarquista que le daba por parecer chica? Algo iba a salir mal.

 

-Está bien.- De cualquier forma, no podía negarme, tuve que acceder.

 

 

 

 

Así fue, cada vez que omma y ajhummeoni salían a arreglar los problemas, siempre y cuando appa estaba trabajando, me tocaba cuidar del señorito rebeldía. Debo de admitir que era totalmente insufrible, bueno no, en realidad nunca se quitaba los audífonos, perdido en su silencio. Tampoco dejaba en paz su maldito celular, donde se la pasaba en una conversación eterna con su tío de China. Si tanto quería irse, debía hacerlo. Siempre terminaba molesto  por las muy pequeñas cosas que Taemin hacía o no hacía.

 

-Huh...Tengo hambre.- Se abrazó el estómago con una de sus manos, antes de quitarse los audífonos y entrar a la cocina. Tal vez estaba de vacaciones, pero aún tenía trabajo por hacer. Alcé mi vista al escucharlo entrar. Se escuchaba el rugir de su estómago a leguas de distancia.

 

-¡Por dios! Taemin, ¿cuándo fue la última vez que comiste?- Me preocupé, dejando mis cosas de lado; era increíble como al fin de cuentas, siempre lograba llamar mi atención.

 

-¿Uh? ¿A qué hora se fue omma?- Preguntó sin importancia, revisando su celular por enésima vez en el día. Puse los ojos en blanco, odiaba que no me prestara atención, ¿acaso tenía algún déficit o era mi presencia la que ya no le importaba como antes?

 

-Me estás diciendo que probablemente llevas nueve horas, o más, sin comer, ¿no es así?- Suspiré frustrado, cubriendo mi rostro con ambas de mis manos. Taemin simplemente se encogió de hombros, dejando que algo de su cabello le cayera en el rostro. –Siéntate,-le ordené –te prepararé algo.

 

Después de averiguar que tanto había en la cocina logré hacerle un rámen, para servírselo y poder ver la forma en que su mirada se iluminaba, ¿por qué no era así de brillante siempre? Me senté a su lado, haciéndole compañía.

 

-...Gracias, hyung...- Dijo, tras agachar la mirada, evitando verme. Sonreí, a pesar de todo, el señorito rebeldía seguía siendo tierno. Recogí su cabello detrás de su oreja, terminando por cepillar su cabello con mis dedos, siguiendo el largo de este, hasta terminar en su hombro, donde noté lo raro de mi gesto. Quité mi mano, antes de incomodar más las cosas.

 

-Dime, Taemin ah, ¿por qué no habías comido antes?- Pregunté amablemente.

 

-No me había dado hambre...-Susurró suavemente.

 

-Estás mintiendo.- Le dije, sin pensarlo. Entonces noté que me miraba, sus ojos clavados en mí, de manera triste. ¿Por qué se sentía tan mal consigo mismo? Taemin estaba triste, terriblemente triste.

 

-No importa...

 

-A mí me importas...- Le susurré cerca del oído, antes de rodearlo con uno de mis brazos, para poder abrazarle. Había mucha sorpresa en su forma de reaccionar, casi me empujó lejos de sí, pero se contuvo, disfrutando del calor que le transmitía con ese extraño abrazo.

 

 

 

 

Lentamente, logré que Taemin fuera abriéndose más a mí, dejándome conocerle. Pasaba menos horas en su celular, horas en las que yo dejaba de lado mi trabajo e intentaba hacerme de su confianza.

 

-Taemin ah...- Le quité los audífonos, como siempre hacía cuando quería su total atención. -¿No estás aburrido?- Le sonreí, observando su nariz, que se arrugaba al hacer una mueca de disgusto por haberle separado de su soledad.

 

-Neh,...algo aburrido, hyung.- Siempre que se refería a mí tenía que agregar el “hyung” antes o después de su oración.

 

-Vayamos al cine.- Le tomé del cuello, obligándole a mirarme. Una sonrisa se dibujó en sus labios rosas, alegre de que le haya incluido en mis planes.

 

-Neh...- Susurrando, su voz era un arrullo, dulce, que se colaba por mis oídos, derritiendo mi raciocinio.

 

Le tomé por la mano y salimos de la casa. Era gracioso verle caminar a mi lado, por lo menos era la mitad de alto que yo (quizás algo más), y en realidad se veía tierno su andar apresurado, para seguir mis pasos. No le solté, no al menos hasta que llegamos a la taquilla.

 

-¿Qué quieres ver?- Me dirigí hacia él, observando su repentino sonrojo.

 

-Yo...Naega...No conozco del cine coreano...-Susurró apenado. Reí, llamando su atención, revolviendo su cabello.

 

-Entonces, te recomiendo esta.- Le señalé un cartel, al cual él miró curioso y después sonrió.

 

Pagué las entradas, dirigiéndole a la sala donde se proyectaría el filme. No lo niego, jamás había pasado tan bien una película, y no precisamente por la temática, sino por ver las reacciones de mi querido primo... Me sentí mal, no podía dejar de mirarle, como sonreía, como se cubría los ojos para evitar ciertas escenas, como brincaba de su asiento por las impresiones.

 

Al salir del cine volvimos directo a casa de mis padres, Taemin se aferró a mi mano, de manera tierna. Lo pegué a mi cuerpo, haciéndole sentir mi calor.

 

 

 

 

Lentamente fui fijándome más en él, mientras Taemin se acostumbraba a mis inusuales tactos. Lo hacía de manera inconsciente, su cuello, sus hombros, brazos. También le acariciaba el rostro, sobre todo cuando  se sonrojaba. Era lindo, muy lindo.

 

Pero también tenía su carácter de los mil demonios que dejaba mucho que desear en esa belleza bizarra que poseía.

 

-¡Taemin!- Le llamé por quinta vez. –Vamos, baja.

 

-¡Shiro! No quiero verte.- Escuché como gritó desde su habitación.

 

-Todos tenemos días malos, no tienes por qué encerrarte ahí arriba.- Le proclamé. –Si no vas a bajar, yo subo.

 

-¡Naga!- Me ordenó que me alejara. Fruncí los labios, ¿qué le pasaba a ese niño? Subí las escaleras, molesto –ciertamente- por su actitud. Toqué la puerta de la habitación. –Taemin bonito, ¿por qué estás enojado?

 

-Llegas tarde.- Sabía que ese no era el motivo de su enojo, así que sólo me quedó suspirar.

 

-Tenía que ir a las oficinas por unos papeles, después pensé en comprar algo de comida para comer contigo.- Le comenté. –Tae, bonito, ¿puedo pasar?

 

-...Neh...- Escuché como su vago sí se rompía junto con una voz temblorosa.

 

Abrí la puerta, entrando a la habitación. Taemin estaba recostado en la cama, dándome la espalda. Recorrí todos lados con mi mirada, entonces descubrí su celular destrozado en el suelo, seguramente lo había lanzado contra la pared. Me acerqué y reacomodé las cosas dentro de él, dejándolo sobre el buró. Taemin no estaba enojado conmigo, pero se estaba desquitando conmigo.

 

-¿Qué pasó, Tae?- Me recosté a su lado, abrazándole por la cintura. –Dime, sabes que me lo puedes decir.

 

-No quiero hablar.- Suspiró entre hipos. Había estado llorando. No quise, Taemin no debía llorar. Acaricié su mano, siguiendo la línea de su brazo hasta llegar a su hombro, donde quité su cabello despeinado.

 

-¿En realidad no piensas decirme? Huh...Yo pensé que te gustaba compartir tus secretos conmigo.- Le susurré al oído.

 

-Neh, si me gusta, hyung.- Exhaló, mientras yo le daba un rápido y tierno beso en el cuello. –Hyung...

 

-¿Neh?- Detuve el beso y traté de mirarle por encima.

 

-¿A-alguna...¿Alguna vez ha estado enamorado?- Alcé una ceja, ¿cómo era que mi lindo niño bonito estaba interesado en ese tema?

 

-Neh, lo he estado.- Confesé, sin decirle más. –Y tú, Taemin ah, ¿has estado enamorado?

 

-M...me gusta alguien...-Apenas podía hablar, por culpa del hipo que le invadía.

 

-Ese alguien ha de ser muy suertudo. ¿Cómo se llama?- Estaba siendo demasiado curioso, pero no podía creer que mi pequeño Taemin gustara de alguien.

 

-Kai...

 

-¿Vas con él a la escuela?- Mi tono de voz se volvió irritado, no me gustaba esto.

 

-Ani ah. Lo conocí en China, tiene mi edad, y también es coreano.- Sonaba alegre, demasiado alegre.

 

-¿Entonces, por qué llorabas, bonito?- Le mimé. Taemin se giró, para quedar frente a frente, mirándome, con sus lindos ojos grises.

 

-Él...él estaba en China, pero, se ha ido con sus padres a Tailandia...-Se mordió el labio inferior. Juro que guardé muchas ganas de liberar su labio apresado por sus dientes. -Por eso quería ir a China, quería verle.

 

Me fastidié. Taemin quería ir a ver a su noviecillo a China, y yo que creí que en realidad era unido a su tío. Entendí el porqué de su actitud mala cuando llegó. Reí amargamente, pero creo que Tae no lo notó, simplemente me abrazó, hundiendo su rostro en mi cuello. Inspiré suavemente, había olvidado que me había acostado a su lado, que acariciaba su espalda, siguiendo su contorno. Taemin abrió los ojos, saliendo de su escondite, me sonrió, con la nariz rojilla de tanto llorar. Parecía que ya había olvidado por qué lloraba, que estar conmigo le hacía bien. Le sonreí de regreso, antes de que mis manos subieran por su espalda, haciéndole reír.

 

-No...hyung...- Se deshacía en risas, esa risa infantil que conservaba desde bebé. –Me haces cosquillas. D-de...tente...-Estaba al borde de las lágrimas, pero de risa, se retorcía debajo de mi tacto y eso me hacía feliz, increíblemente feliz.

 

Hubiera seguido así, por mucho rato, si el celular –que momentos antes reparé- no hubiese sonado. Fruncí el ceño, ¿quién se atrevía a interrumpir mi preciado momento con Taemin? No es como si no pasase mucho tiempo cuidándole, casi a diario desde que llegaron, simplemente me encantaba estarlo con él. Taemin respiró hondo, contralando su cuerpo después de haber reído tanto. Me soltó, obligándole a que le soltase, casi brincando mi cuerpo logró salir de la cama y corrió hacia el para contestar la llamada.

 

-¿Wèi?- Habló en chino, por lo que supuse que era su noviecillo, o en su defecto, su tío. –Hey, Henry.- Su voz se iluminó. Vaya mi suerte, no era ninguno de los dos, sino un tercero. –Shi de...Tal vez dentro de una semana o dos...¿Huh? ¿Me dejó una carta?- Sonrió, perdiéndome en esa sonrisa. –Entonces, en cuanto llegue iré a visitarle. Gracias por llamarme...- Colgó la llamada para después empezar a dar saltitos sobre su lugar, haciéndome enojar por eso. Me puse en pie y le tomé por los hombros, interfiriendo con su felicidad.

 

-¿Quién era?- Sonaba agría mi voz, molesta.

 

-Un amigo de Kai y mío...Kai me dejó una carta.- Su sonrisa quemó mi pensar.

 

-Vamos a comer, Tae.- No comenté nada más, sólo le pedí que fuéramos a comer, después pasé toda la tarde distrayéndole, que su atención me perteneciera por completo, a mí, que tenía en frente, y no a alguien que estaba a miles de kilómetros de distancia.

 

 

 

 

Taemin era hermoso, una belleza corpórea desde ese entonces. Piel pálida, labios rosas, cabello castaño oscuro (mucho más oscuro que cuando era bebé -y  que lo tenía casi rubio) y largo, ojos grises, un cuerpo delgado y espigado. Sin contar su manera de ser. Era imposible no fijarme en esos detalles, sobre todo cuando tenía que cuidarlo, casi a diario. Varias veces le invité a salir de la casa, donde principalmente se encerraba en su música. Tampoco me gustaba mucho cuando salíamos, porque, si le dejaba sólo aunque fuera por un momento, siempre había miradas sobre él, miradas que no me gustaban. Le abrazaba por los hombros y besaba su mejilla, haciéndole reír, y alejando esas miradas. Nunca nadie nos dijo nada, así que no me preocupé por pensar en lo que hacía, o en lo que pasaba.

 

No fue lo mismo aquel día. El día que terminé de pervertirle. Ese día, él se acaba de bañar, su cabello se pegaba a su cuello, su ropa se pegaba a su piel mojada. No recuerdo con exactitud el motivo por el cual subí a la habitación que ocupaba. Toqué la puerta, pidiendo permiso antes de entrar. Fue la forma en que me sonrió, la ternura con la que me miró. Me quedé sin aliento, como si nunca antes hubiera visto algo así en mi vida. Jadeé, acercándome lentamente a él, podía sentir la sangre correr rápidamente por mis venas, calentándome. Taemin era excitante.

 

Le tomé por los hombros, llamando su atención, me miraba, no despegaba su vista de mí, ¿cómo resistir a eso? Le tomé por el mentón, alzando su rostro, acercándome lentamente, hasta besarle. Fui tosco, tal vez, era raro, lo hacía por impulso, pero se sentía bien. Taemin siempre era dulce conmigo, dulce como el sabor de su boca, sus labios. Me separé de él, observando su mirada gris llena de asombro y pena, una infantil pena, que me hizo notar que Taemin tenía sólo trece años, ¡trece años! Mientras yo tenía veintitrés. Jadeé, no, no era normal, pero Taemin, ahí, en ese momento, me excitaba más de lo normal.

 

Su maldito celular comenzó a sonar, interrumpiéndonos. Lo cogí, antes de que él pudiera hacerlo, lo apagué y coloqué en un lugar alto y lejano, para que nadie pudiera interrumpirnos. Yo ya no pensaba detenerme, no entendía esa palabra. Taemin seguía ahí, observándome con sus mejillas sonrojadas y siguiendo cada uno de mis movimientos. Le tomé por los hombros una vez más, acaricié su labio inferior, provocando que suspirara.

 

-Hyung...-Cerró los ojos, esperando pacientemente. Entonces decidí volver a besarle, saboreando poco más que antes, permitiéndome ser más tosco aún, devorando lentamente sus labios rosas.

 

-Taemin ah, te ves tan bonito...Me gusta tu cuerpo...-Le obligué a mirarme. –Me gustas, ahora amaré tu cuerpo.- Escuché como dejó escapar una mezcla entre jadeo y suspiro, sin lograr identificar si era de miedo, o de consentimiento. –Dame permiso.

 

-...Neh...- Escuché su suave voz, sus ojos cerrados parecían hacer un gesto preocupado, pero seguía paciente, esperando por lo que yo hiciera de él. Me arrodillé sobre una pierna, quedando a su altura, donde lentamente me dispuse a desnudarle. Saqué su camisa, observando su blanco pecho, adornado por dos botoncitos rosas que de inmediato quise morder. No lo dude, lo hice, apreciando su reacción. Abrió los ojos por completo, entrando en un estado de alerta, sosteniéndose de mis hombros. Jadeó. Sonreí con lo que había logrado. Le mordí de nuevo, siguiendo con lamidas, poniéndolos duros ante mi tacto. Era placentero, sentir como se tensaba ante mi boca, que le recorría desaforadamente. Le mordí, besando la herida varias veces después, no terminaba de cansarme de esa parte de su anatomía, era tan tierno y precioso.

 

Lo tomé por la cintura, levantándolo del suelo, llevándolo a la cama. Le sonreí, causándole confianza en mí. Él confiaba en mí. Desabroché su pantalón, deslizándolo fuera de sus piernas, siguiendo el contorno de ellas con mi mirada. ¿No se supone que soy alguien racional que se hubiese detenido? No, no lo era; nunca pensé en detenerme, no temía a nada, más que a que Taemin me detuviera. Acaricié su muslo derecho, de adentro a fuera, subiendo, hasta llegar al elástico de su ropa interior. La bajé, suavemente. Mis besos podían ser rudos, pero siempre que le tocaba, terminaban siendo caricias libidinosas.  Admiré su belleza, ¿por qué me llamaba tanto la atención? Jadeé sobre su boca, me gustaba esa boca, cuando me hablaba, cuando sonreía, cuando se reía. Las caricias habían pasado a ser algo más, quería comerlo. Me detuve, ante su mirada, le sonreí de nuevo, haciendo que se pintara de color rojo. Era tan tierno, era tan hermoso, era mío. Empecé a desabrocharme la camisa, notando como se cubría el rostro. Me hizo reír. Taemin veía entre las comisuras de sus dedos el espectáculo de mi desnudo, sin saber qué hacer. Terminé de quitarme la ropa, quedando a la par que mi bonito. Seguí con lo olvidado. Le tomé por la cintura, besando el hueso de su cadera, lamiéndolo, soltando ligeras mordidas. Se deshacía en gemidos, mi bonito, soltaba sonidos suaves y cantarines, a pesar de estar muriéndose. Sus mejillas no bajaban de color rojo, sus ojos se cerraban fuertemente. Me detuve, y le obligué a mirarme.

 

-Tae...- Le tomé por la nuca, besando ligeramente sus labios.  –Quiero entrar en ti.

 

Sus ojos grises mostraron pánico y curiosidad. No podía hablar, se podía notar, sus labios eran mordidos suavemente por sí mismo. Gimió, guturalmente, tratando de decidir, si lo que hacíamos estaba bien, o no, a pesar de ya haber dado su consentimiento.

 

-...Hyung...- Me llamó. -¿Me dolerá?- Entonces pude haber muerto en ternura, ¿por qué tenía que ser así? Me volvía loco como era, lo quería para mí, era mío, no podía ni pensar en que  pronto se iría. Sonreí, acariciando su mejilla. En definitiva, tenía que ser la primer persona para Taemin.

 

-Sólo un poco, bonito.- Besé su nariz, su mejilla, la línea de la mandíbula, bajando por el cuello, mordiendo la clavícula, dejando escapar mi aliento sobre su piel blanca. No podía ni pensar, ardía en deseo. –Te va a gustar...- Susurré, sobre su oído, sintiendo el calor de sus mejillas aumentar.  Mis manos recorrían su cuerpo desaforadamente, separando sus piernas, buscando hacerme espacio, para poder tratarle de la mejor manera. Su mirada, esos ojos grises. Jamás olvidaré como me miraba. Había algo que usualmente no había con los demás, era ternura, era felicidad, pánico, miedo, curiosidad. Era una mirada tan infantil, y no me importó. Uní mi boca con la suya, mientras colaba un dedo dentro de él. Pude escucharlo quejarse, de dolor, de angustia. Le era tan difícil asimilar la idea de que yo entraría en él, haciéndole temer y tener una curiosidad por saber a qué me refería yo con amar su cuerpo.

 

Metí y saqué mi dedo de su cuerpo, muchas veces, observando cómo su miedo desaparecía. Se había acostumbrado a mi concupiscente toque, como a las caricias y besos que tanto le daba. Era deseable, por donde le mirara, su cuerpo temblaba cuando dejaba de acariciarle. Le volví a morder un pezón, divirtiéndome con el pequeño gritito que dejó escapar entre sus labios. Su cuerpo estaba listo, le amaría por ser tan bello. Mi aliento chocó contra sus labios, mientras buscaba calmarle para lo que se avecinaba. Entré en él, despacio, cuidando de mis movimientos, escuchando como un grito desgarrador se apoderaba de su garganta.

 

-...Hyung...Detente...Duele...- Suplicaba, con lágrimas en los ojos. –Duele m-mucho...- Se retorcía debajo de mi cuerpo, pidiendo piedad. Besé su llanto, cubriendo su boca con mi mano, forzando mi entrada en él. Seguía despacio, pero sin intención de detenerme. Podía escuchar su llanto sofocado, como se quejaba ante mi paso en él. Salí igual de despacio, volviendo a incursionar dentro de su cuerpo. Una y otra vez, haciéndolo mío, lentamente, quedándome con algo que sólo se podía reclamar una vez. Su inocencia. Taemin lloró del dolor los primero minutos, después se tranquilizó, aceptando que el dolor era pasajero, permitiéndome aumentar la velocidad. Abusaba de la situación, lo más seguro era que Taemin no supiese que esto estaba mal, y no quería hacérselo saber, me costó mucho escucharlo gemir, placenteramente, cuando salía despacio y entraba con fuerza, amando su cuerpo, amándole. Le besé el pecho, le acaricié el vientre, siguiendo camino a las caderas, rozando su miembro. Era hora de jugar con él. Le incité. Viendo, observando cómo se deshacía entre mis caricias. No tardé en correrme dentro de él, llenándole de mí, adueñándome de su todo, mientras el experimentaba el primer orgasmo de su vida.

 

 

 

 

Esa vez no fue la única, durante las siguientes dos semanas, cada vez que tenía oportunidad de estar con él, era una oportunidad de pervertir a mi adorado Taemin. Le acostumbré a tener relaciones conmigo, como si fuera la cosa más normal del mundo. Llegaba, y le observaba, tan adorable, había empezado a leer un libro en chino, que siempre llevaba en su regazo, mientras lo leía y releía en el sillón, con sus sensuales piernas cruzadas. Si no era así, se encontraba en la habitación que usaba, escuchando música, esa música que le llevaba a un mundo de soledad, que yo me había encargado de desaparecer. Era fácil, arrebatarle cualquier objeto que le distrajera de mí, obligándole a sólo verme, a mirarme.

 

Le apresé contra el sillón, hundiendo mis labios sobre los suyos, él seguía poniéndose rojo cuando yo hacía eso. Respiré su aroma, su aliento, notando como se alebrestaba, esperando por más. Ya no tenía miedo, no tuvo miedo por mucho tiempo, porque en realidad confiaba en mí. No sé porque lo hacía, pero me hacía feliz. Lo tomé por el cuello, volviéndolo a besar sus labios, tomándole por la cintura, obligándole a que se sentara sobre mí regazo. Me miró, después de todo, aún tenía esa mirada tierna, inocente, que me cuestionaba sobre lo que hacíamos. Le sonreía, desabrochando mi camisa, ante su mirada atenta. Era muy curioso, siempre observaba todo lo que hacía, aun cuando no estuviéramos haciendo nada sucio. Se aferró a mis hombros, con sus mejillas sonrojadas, había infectado por completo su mente, haciéndole tener pensamientos indecorosos. Fue fácil quitarle la ropa, él no ponía oposición alguna, era dócil cuando se trataba de mí. Acariciarle era lo mejor del mundo, lo que más me gustaba. Su piel, blanca, era más que suave ante mi tacto, era deseable, deliciosa, le mordí por todos lados, dejando ligeras marcas rojas como prueba de ello. No pedí permiso para entrar en él. Mi mano sostenía su cintura, enseñándole a mover sus caderas, siguiendo el ritmo que había puesto entre nosotros. Sus ojos cerrados, denotaban placer; me hacía feliz saber que yo le provocaba placer. No tardamos más que minutos, disfrutando de nosotros mismos, para poder llegar al orgasmo. Su rostro...Era el mejor signo de lo erótico. La forma en que sus labios se curveaban, dejando escapar un gemido único, sus ojos suavemente cerrados, su cuerpo aferrado al mío.

 

-...Hyung...- Jadeó segundos después. Le callé con un beso, provocando más sonrojo en sus mejillas.

 

Podíamos pasar así toda la tarde, pero entonces ¿qué clase de monstruo sería por pervertir a un niño de trece años? Besé su cuello, terminando las caricias que le daba a su cuerpo. Le vestí, de la misma manera en que le quité la ropa. Su mirada curiosa, cuestionándome. ¿Por qué siempre me cuestionaba? Mi consuelo era saber, que si me cuestionaba, significaba que se interesaba en mí.

 

Por mucho, estar cerca de mi pequeño y bonito Taemin era lo mejor que alguna vez pude haber experimentado. Era fácil olvidar que él y su madre sólo habían venido por un corto tiempo, que aunque se había extendido, seguía siendo corto. Quizás fue tonto, fijarme en él, pero no lo pensé, ni siquiera lo cuestioné. Seguí mis instintos.

 

 

 

 

Pero lo bueno, tiene su fin. El día en que él tenía que volver llegó. Yo, personalmente, los llevé al aeropuerto. El camino, aunque había muchas pláticas, no fue cómodo. No para mí. No estaba pensando, sólo hacía lo que debía hacer. Llegamos,  mis padres y yo, hasta donde pudimos acompañarlos. Entonces yo ya no veía a Taemin como un muchachito que quería llamar la atención por cómo se veía, o actuaba. Lo veía como algo dulce, que se alejaba de mí. No dije nada. Dejé que mi tía se despidiera de nosotros, prometiendo volver de nuevo.

 

Taemin fue diferente, le dio la mano a mi padre, besó la mejilla de mi madre. Y a mí...A mí me sonrió, con esa cálida sonrisa que me había estado regalando los últimos días, sólo a mí. Perdido en esa sonrisa, fue que sentí como me abrazaba. Le devolví el abrazo, sintiendo el calor de su cuerpo por última vez en el día. Me negaba a dejarlo ir, un sentimiento bastante egoísta, pero no podía evitar tenerlo. Tuve que soltarle, dejarle, ver como caminaba hacia la puerta, del avión que lo alejaría de mí. Se giró una última vez, despidiéndose de mí.

 

A diferencia de los planes de Ajhummeoni, no volvieron a pisar el suelo Coreano...

 

(~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~)

 

Mis movimientos le despiertan. Arruga la punta de su nariz, un gesto que le hace verse gracioso. Me mira, con sus ojos grises, adormilados, sonrientes, hermosos. Estira su mano, acariciando mi mejilla, antes de hacer una mueca más. Me hace reír, esto es de todos los días.

 

-Hyung...- Suena serio. –Volvamos a dormir, es muy temprano aún.- Me obliga a cerrar los ojos, por lo tanto yo me rio.

 

-¿Dormir? Siempre piensas en dormir.- Me quejo, antes de besar su frente.

 

-Hoy hace frío, no me apetece salir de cama. Vamos, hyung, quédese aquí conmigo.- Me suplica, haciendo una de las muchas muecas que le hacen ver infantil y adorable.

 

-Está bien, durmamos de nuevo.- Le digo, mientras vuelvo a cubrirle con la sábana. Me abrazo a su cintura, respirando el aroma de su cuerpo, recordando que toda la vida ha olido así. Me hace sentir feliz, egocéntrico, grande, de saber que su aroma es algo que sólo yo puedo tener todo el tiempo. Que le poseo cada noche, que estoy en sus sueños. Beso sus labios, haciéndole reír.

 

-Hyung, no me está dejando dormir.- Dice, con sólo un ojo abierto. –No sea malo, duerma, aquí a mi lado.- Cierra sus brazos sobre mi cuello, abrazándonos más.

 

-Tschh, duerme, bonito. Quienes duermen, no se quejan.- Pongo mi dedo sobre sus labios, mientras su expresión de volverse a quedar dormido es cada vez más evidente. Cuando tiene sueño le es tan fácil dormir.

 

Sonrío, aun abrazando a mi bonito Taemin. Él duerme, sin importarle las cavilaciones que hay en mi mente. Es mejor, sé que él temería si escuchara mis pensamientos. Tendría miedo de que algún día dejara de quererle, simplemente imposible. Recojo un mechón de su cabello que le ha caído en el rostro, pasándolo por detrás de su oreja. Así, de cerca, puedo ver que es bello, de miles de formas, tiene tantos matices, que me es imposible calificarlo de algo, sin negar otra cosa. No...Hay algo, es mío. Mío, como siempre debió ser.

 

(~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~)

 

Entonces llegó aquella tercera vez en que nuestras vidas se cruzaron. Una trágica situación: Ajhummeoni había muerto.

 

-Gracias por acompañarme, Minho, sabes que tu padre no puede volar.- Eommeoni me sonrió, de alguna manera ella sabía que yo no quise ir, lo hacía por compromiso, porque ajhummeoni lo merecía. Pero yo no estaba listo. Ir a Japón, al funeral de ella, donde Taemin estaría, probablemente destrozado.

 

No había pensado en Taemin en un largo tiempo, no porque le hubiese olvidado, sino porque sabía que no debía mantener algún sentimiento por un niño recién entrado en la adolescencia. O al menos eso era en ese entonces, pero ya había pasado el tiempo, ocho años para ser exactos, y Taemin debía ser un joven, al que no sabría si tenía el valor de volver a mirar como lo hacía antes.

 

-¡Taemin ah!- Mi madre le llamó, acercándose a él, consolándolo.

 

-Ajhummeoni...Gracias por venir.- Su voz...seguía siendo ese tono de dulzura, escondido en su voz propia. Le miré desde lejos, mientras ellos hablaban, parecían tristes, y a la vez no. Al cabo de un momento, un chico se acercó, siendo Taemin el que le llamaba a hacerlo. ¿Quién era él? No me agradó ver esa escena.

 

Me giré, distrayéndome con lo que fuera que estuviera al alcance de mi vista. Cualquier cosa era atrayente visual, para no saber más de Taemin. Hubiese seguido así, si su voz no me hubiera llamado.

 

-¿Minho hyung?- Tocó mi hombro, provocando que me girara sobre mis talones, observando su rostro iluminarse. –Oh, Minho hyung, me alegro tanto de que haya venido.- Me abrazó, sintiendo como una corta sonrisa se formaba en su rostro. Estaba extrañado, no comprendía su manera de actuar, era tan cándido, tan amable, aunque debería odiarme...

 

Le separé de mí, observándole, su cabello había oscurecido casi por completo, dejando atrás el parecido con su madre, y acercándose al de su padre. Él, en general, había cambiado, su cuerpo espigado se transformó en un marcado ligeramente, de piel exageradamente blanca, sus labios rosas habían oscurecido, su ser, había dejado de ser ese pequeño bebé que había conocido diecisiete años atrás. Pero era él, mi bonito Taemin ah, el niño de mis ojos.

 

-¿Por qué me mira así?- Su voz se quebró. –Últimamente...todos los que me rodean me miran así- Terminó por esconder la mirada. –Supongo que demostrar mis sentimientos nunca se me ha dado, no puedo verme triste...- Suspiró, de manera decepcionada. Nunca fue mi intención ofenderlo, no quería hacerle creer eso, yo, yo sólo estaba maravillado con lo que veía frente a mí, estudiando meticulosamente cada uno de sus cambios. Su cabello corto, su firme posición al momento de estarse en un lugar, como se mordía la comisura de la boca.

 

-Tae...yo...-Mi voz era demasiado queda, quería hacerle saber lo muy feliz que estaba de volver a estar cerca de él, pero debía recordar que no estaba visitándole por eso, sino por algo triste. A penas le iba a dar mis condolencias, cuando nos interrumpieron.

 

-¿Amor?...Aquí estás.- Ese chico, le tomó de la mano. Entonces la cándida sonrisa de Taemin dejó de ser mía, y se volvió suya. No pude evitar sentir celos de eso, celos de que él hubiese encontrado lo que yo nunca hallé.

 

-Jongg, mira, te presento a mi primo.- Le sonreía, le miraba embelesado, ¿qué tenía él que le cautivaba de esa manera?

 

-Mucho gusto, Kim Jonghyun, novio de Taemin.- Se presentó, dejándome helado. Eran novios formales, yo no podía hacer nada más.

 

-Choi Minho.- Hice una reverencia, dándome cuenta, que aunque no hubiese pensado en Taemin por mucho tiempo, nunca lo había dejado de ver como mío, y ahora, rompía esa fantasía con una realidad de la que yo nunca estuve consciente. Taemin podía amar a más personas.

 

 

 

 

Estuvimos acompañando a Taemin, durante la siguiente semana. Apoyándole emocionalmente, aunque no lo necesitara. Tal vez en realidad no podía demostrar sus emociones, o su manera de sobrellevarlo era esplendida, pues seguía sonriente, amable con la gente. No faltó a ninguno de sus compromisos, no se excusó, no pidió más consuelo del que le era dado por los que sabíamos de la noticia.

 

Cada día, en el que mi madre y yo estuvimos acompañándole, era un día, donde Taemin nos contaba algo sobre sí, como había sido su día, el incidente con el vecino, o cualquier cosa, envolviéndonos en ese entorno tan familiar que él solo lograba formar alrededor de todos.

 

¿Cómo no caer por él? Antes había caído por su cuerpo, ahora lo había hecho por su forma de ser. Si tan sólo hubiese podido estar con él más tiempo; pero no fue así, ya era tarde, muy tarde. Ese día, en particular, Taemin sonreía más de lo normal, su novio iría a cenar, para ser formalmente introducido a nosotros, la familia de Taemin. No estaba de humor, no quería saber de esa relación, no era algo que me incumbiera, saber cómo Taemin se había enamorado de él. Y, sin embargo, me vi obligado a estar ahí, presente, soportando todo tipo de celos que alguien pudiese sentir.

 

-Y, ¿cómo se conocieron?- Mi madre empezó con la exacta pregunta que daría paso a la historia que yo no quería oír.

 

-Yo...- Taemin se coloró por completo. –Ajhummeoni, ¿recuerda aquella vez que viajé a Corea?- Mi madre asintió levemente, mientras yo los veía perplejo a ambos, ¿Taemin había ido a Corea recientemente? ¿Por qué yo no me había enterado de eso? Él, de nuevo, no había procurado por mí. –...Bueno, en realidad fue una proeza sobrevivir al viaje de regreso a Japón. El mismo día del vuelo, perdí mi pasaporte, después lo hallé, pero me quedaba sin tiempo para abordad, pasé por una serie de eventos, que lo único que me hacían pensar era que quería estar en casa, tirado en mi cama.- Hizo un mohín. –Entonces, al llegar a casa, me percaté de algo. Mi maleta no era mi maleta.

 

-¿Cómo?- Se me escapó la pregunta, sintiendo curiosidad por las palabras de Taemin.

 

-Nuestras maletas eran idénticas.- Prosiguió su estúpido novio. –Hubo un intercambio de maletas en algún punto entre los vuelos, yo no me di cuenta tampoco, hasta que llegué a Inglaterra.

 

-¡Ommo! Uno en Japón, y el otro en Inglaterra.- Umma se veía muy interesada en la historia de este par de enamorados destinados a estar juntos por la fuerza de universo, para siempre, por siempre, blah, blah, blah. Yo, simplemente, ya no podía soportar esa historia.

 

-Sí...- La voz de mi bonito estaba apenada. –Jonghyun hyung trató de inmediato ponerse en contacto conmigo, cuando lo hizo...Vino aquí, y me entregó mi maleta.

 

-No lo pensé realmente, Taemin sonaba igual de desesperado por recuperar su maleta, que yo. Después de eso seguimos en contacto, conversábamos por horas, y luego se dio, comenzamos nuestro noviazgo.

 

El sonrojo en las mejillas de Tae, su sonrisa, la manera en que su mirada brillaba, todo eso: Me mataba. Siguieron contando su historia, hablándose entre ellos con miradas, con sonrisas, que yo simplemente no podía soportar. ¿Por qué me tenía que gustar alguien inalcanzable?

 

-Tae, ¿ya les dijiste?- El simple hecho de escuchar la voz de aquel individuo era tan irritante para mi persona. Lo aborrecía, por completo, quería deshacerme de él.

 

-Ommo, si es cierto.- Taemin rio, cubriéndose el rostro. –Han estado viviendo conmigo por una semana y sigue olvidándoseme.- Le miró, con esa mirada transparente, que decía tantas bellas cosas. Después miró a mi madre y a mí. –Ajhummeoni, Minho-hyung, es una noticia. Yo no tengo más familiares aquí, en China está mi tío Jan, y a ustedes en Corea...- Se sonrojó. –Me di cuenta, más bien, Jjong me hizo darme cuenta que no tiene sentido que siga viviendo aquí, en Naha; ajhummeoni, usted sabe que mis negocios son allá en Corea. –Eso me hizo enojar, Taemin me había expulsado por completo de su vida, sin darme ninguna oportunidad de excusarme como amante suyo, o tan siquiera de tener alguna relación (cualquier tipo de relación), con él. –Me es más conveniente, mudarme a Ulsan, estaré cerca de ustedes, como mi familia, y de cierto modo, es práctico, al ser puerto estaré cerca de mis contactos con otros países.- Vaya, había planeado todo a la perfección. ¡Pero qué clase de nueva tortura se había inventado? ¿Torturarme también estaba dentro de su pequeño plan de un núcleo de vida perfecto?  Estaba seguro que después de eso empezaría a sufrir, al saber que Taemin estaba cerca de mí, ahora que ya no podía ser mío.

 

-¡Taemin!- Mi madre sonreía de felicidad, adoraba a Taemin, porque veía a su hermana en él. Lo sabía. –Me alegro tanto de ello. Gracias, Jonghyun-ssi, gracias por hacer que Taemin se mude a Corea.- Hizo una reverencia.

 

-No tiene nada de que agradecerme.- La detuvo. –Yo tengo mis propios motivos egoístas y mal intencionados.- Pellizcó la mejilla de mi Taemin, haciendo que este le golpeara suavemente el hombro.- He de admitir, que mi negociación con las empresas R&N está cerrado, no tendré necesidad de volver a viajar a Inglaterra, lo cual era excusa para hacer mis escalas a Naha, donde puedo encontrarme con Tae...Para mí es mucho mejor saber que Tae estará en Corea, cerca de mí.

 

¿Cerca de él? Hervía en rabia de escucharle hablar, Taemin era mío, mi bonito, el niño de mis ojos. Yo me enamoré de él desde mucho antes de que se conocieran, y aun así, le había perdió, no tenía oportunidad de estar con Tae. Hice una mueca, como las muchas otras que hice durante la cena, sino fuera porque mi madre me había obligado a estar en la cena, y porque no quería que ese sujeto se propasara con mi niño, me hubiese largado de inmediato.

 

 

 

 

Después de regresar a Corea, traté de hacer mi vida normal, como la hacía día a día antes de ir al funeral de ajhummeoni en Japón. Simplemente imposible, Taemin iba casi a diario a visitar a mi madre. Con su perfecta presencia, que invadía cada rincón de lo existente, Tae era lo más tortuoso que podía existir en mi vida.

 

-¡Buenos días!- Taemin había llegado antes de tiempo, siempre solía venir entre las tres y las cuatro de la tarde, ahora era cerca de medio día.

 

-¡Vaya! Por fin le veo un rostro a esa voz.- Mi padre salió a saludar a Tae, después de todo, casi nunca lo veía por estar trabajando.

 

-¡Ajhussi!...- Taemin saludó feliz. –Oh...bueno, creo que después de todo, mis llamadas si eran molestas.- Frunció los labios, de manera apenada.

 

-Por supuesto que no, Taemin ah, eres familia, y nos alegra que llamaras tan seguido cuando tenías problemas.- Ahí está, ¡de nuevo! Un dato del cual yo no tenía ni idea, ¿por qué ya no era requerido en la vida de Taemin?

 

-Ajhussi, ¿dónde está eommeoni?- Preguntó, buscándola con la mirada. -¡Buenos días, hyung!- Al fin me notó.

 

-Buenos días, Tae.- Sin evitarlo, le sonreí, porque era fácil sonreírle, aunque estuviera molesto, aunque no quisiera sentirme mal, era fácil perderme en él. –Eommeoni está en la cocina.

 

-Gracias, hyung. Ajhussi, ¿recuerda que le comenté sobre el contrato importante que tengo en Osaka?- Nuevamente, fui ignorado de manera perfecta.

 

-Neh, esa era una gran inversión, ¿en qué quedó?

 

-Los papeles fueron firmados, no podía resistir a tan buena oferta. Le aseguro que dentro de seis meses serán totalmente dependientes.- Se metieron en su mundo. ¡No era justo! Taemin no me volteaba a ver ni un poquito. Suspiré, derrotado, Taemin estaba tan cerca de mí, pero parecía que no me notaba. No tuve otra opción, me fui de ahí, estaba de pasada, pero había quedado con mi madre en volver, tal vez así tendría la suerte de que Taemin no estuviese para hacerme sufrir más con su presencia.

 

Al cabo de una hora, volví de la oficina, mi padre ya había ido a trabajar, y mi madre preparaba la comida. Además, Taemin seguía ahí, hablándole, contándole cosas de su vida. ¿Me estaba volviendo loco? ¿O simplemente me daban celos de todo y todos? Me acerqué, saludándoles.

 

-Minho ah, has vuelto.- Umma me sonrió. -¿Cómo te fue?

 

-Por ahora no es bueno decir nada.- Fingí una mueca, mientras podía observar como Taemin subía su mirada y se encontraba con la mía. Él también me sonreía. Mi corazón latió rápido, recordé cuando Taemin me sonreía así en tiempo pasados, una sonrisa muy dulce, que desbordaba ternura y candidez. Me dejé llevar por ese sentimiento, que me cambió de humor.- ...Sin embargo, creo que aún hay esperanzas.

 

-Me alegro, hijo. Sabes, llevas varios días con ese caso, nunca te había visto tan preocupado por ello.

 

-Es algo grande...- Justo en ese momento me llamaron de la oficina. Contesté de inmediato, prestando atención a las palabras de mi amiga. –Neh...No se supone que fuera, sino hasta mañana...Está bien, gracias Yuri.

 

-¿Yuri?- Mi madre ponía esa cara curiosa cada vez que hablaba de ella. –Es muy amable.

 

-Madre...

 

-Siempre te mantiene al tanto de lo que pasa en la oficina, deberías de decirle que no trabaje tanto.- Mi madre había entrado en su mundo por completo.

 

-Sí, debería decirle...- Y yo le seguí la corriente. –Pero me temo, que si hago eso, pensará que el irresponsable soy yo.

 

-Tan siquiera la deberías de invitar a salir a comer...

 

-¡Auch!- Un leve gemido de dolor, mi madre y yo volteamos de inmediato hacia donde Taemin estaba. Sostenía su mano alto, apretando su dedo índice.

 

-Oh, cariño, te cortaste.- Mi madre se acercó.

 

-No se preocupe, espero que no haya caído sangre en los vegetales.- Taemin había estado cortando verduras para la comida. Se movió rápido, yéndose a lavarse las manos para volver a la cocina casi de inmediato.

 

-¿Estás bien?- No pude evitar preocuparme.

 

-Neh, lo estoy hyung. Me preocupa la comida.- Miró la tabla de picar.

 

-No sabía que cocinabas...- No pude contener las palabras en mi boca, simplemente fluyeron en cuestión de segundos.

 

Él rio.
-Había una...- Dudó. -¡Noona!- Sonreí, me parecía gracioso cuando Taemin olvidaba las palabras en coreano, debido a todos los años que vivió en Japón. –Que aprendió a cocinar, y bueno...Yo era a quién le daba la comida, aprendí de ella.

 

-Tae, tenías una novia.- Mi madre comentó, haciendo que él se sonrojara graciosamente.

 

-No.- Negó con la cabeza. –Era mi vecina, así que volvíamos de la escuela juntos, fuimos grandes amigos. Aprendí a cocinar, a manejar, a usar una lavadora con ella y gracias a ella.

 

-Te resolvió tu vida de soltero.

 

-Tal vez...Hay días en que la extraño...- Su voz se tornó melancólica. Taemin extrañaba Japón, se notaba. Pero yo no quería que se fuera, a pesar de mis muchas quejas, él seguía siendo mi bonito, la persona con la que más tiempo me pasaba gustar, aunque el ya no gustase de eso.

 

-Taeminnie...-Le llamé, sonriéndole. –Me gustaría probar lo que ella te enseño a cocinar.

 

-Neh...hyung.

 

 

 

 

Es que no lo podía evitar, siempre que veía a Taemin era volver a recordar cada detalle por el cual me gustaba, sin pensar en que yo no le gustaba. Taemin era mi Taemin, siempre lo sería, porque, a pesar de él, siempre volvía a mí, fuese cual fuese la circunstancia, aunque no fueran las circunstancias que a mí me gustasen.

 

Me removí en la cama, molesto por ese dolor de cabeza de cuando se duerme más de la cuenta. Era mi día libre, y la noche anterior había excedido mis límites bebiendo con amigos, sea como fuere, el dolor de cabeza sumado al sol que entraba por mi ventana era un poco más de sufrir a mi vida diaria. Casi imposible, mi suerte me jugó mal, dejando que mi celular sonara a volumen alto, a pesar de tener la batería baja. Me cubrí la cabeza con la almohada, negado a contestar esa llamada. Pero era más molesto seguir escuchando esa estúpida canción que noona se había tomado la libertad de adecuar como mi tono de llamada. Cogí el teléfono, sin siquiera fijarme en el número, esperando por que fuera algo realmente importante.

 

-¿Yuh-bah...

 

-¡Hyung!- La voz de Taemin me interrumpió, pero ¿qué importaba? Escucharle me hacía estar de buen humor sin importar nada. -¿Está ocupado? Es muy triste, nadie puede ir a ver una película conmigo, ¿usted viene conmigo?

 

-¿No tienes que trabajar?- Era extraño, Taemin usualmente no tenía tiempo libre en las mañanas, o...Miré mi reloj, doce de la tarde, había dormido hasta medio día sin percatarme de eso.

 

-Ani ah, lo bueno de ser tu propio jefe es que te puedes dar días libre, lo malo...Nadie sale contigo porque ellos trabajan. ¡Hyung! ¿Vendrá conmigo? Por favor...- Rogó, de manera graciosa, lo más seguro es que estuviera haciendo un puchero frente a la bocina del teléfono.

 

-Erg...Si, iré al cine contigo, Taemin ah.- Alcancé a decir, sin sonar sobre excitado con la idea de salir a solas con mi bonito Tae.

 

-¡Gracias hyung! Nos vemos más tarde.- Terminó la llamada de manera rápida.

 

Tomé un baño después de eso, deseando que el dolor de cabeza pasara rápido, cerca de las dos de la tarde, ya estaba con Taemin, escogiendo una película que él quisiese ver. A mí, me daba igual, mientras Taemin estuviese a mi lado, era perfecto. Era la primera vez que estábamos a solas en años, años de que probé su cuerpo, que le amé, y aun así no pude olvidarle. Taemin era mi bonito, el niño de mis ojos, que robó mi corazón con un simple toque, y que por el momento, con sólo estar a mi lado, me hacía más que feliz. Parecía estar diciéndome algo, pero estaba tan absorto en ver cada detalle de su sonrisa, que no pude hacer más que atinar a decir que si con un gesto y seguirle a la taquilla.

 

Una ligera sensación de ya haberlo vivido, de estar repitiendo una escena me recorrió el cuerpo. Taemin reía, libremente, siguiendo el hilo de la película; yo, por otra parte, le miraba atento. ¿Estaba tan enamorado que sólo podía verlo perfecto? O, mejor aún, ¿por qué seguía tan enamorado de él? Me era difícil comprender como alguien pudiese durar demasiado tiempo guardado en mis sentimientos, sin importar qué. En realidad gustaba de Taemin, al límite de la locura, y no me importaba tener que esperar, mientras más ocasiones así se presentaran ante mí.

 

-¡Hyung!- Agitaba su mano en frente de mi mirada. –Hey, hyung.

 

-¿Sí, Taemin ah?- Reaccioné después de no sé cuánto tiempo.

 

-Vaya, realmente estaba ido.- Hizo un puchero. –Le dije que iré a comprar algo, tengo hambre. ¿Se le ofrece algo?

 

-No, Taemin ah...- Le sonreí, observando entre la oscuridad su curiosa mirada color gris.

 

No tardó mucho en volver, se veía interesado en la película y no pretendía perderse mucho de ella. Era entrar en su propio mundo, sin salida, un lugar donde Taemin no escuchaba, se encerraba, como cuando usaba sus audífonos, alejándose de la realidad.

 

-Gracias, hyung.- Íbamos de regreso a casa, Taemin jugueteaba con el listón de su gabardina. –Es muy triste que mis amigos no puedan salir conmigo.

 

-Tal vez deberías adaptar tus horarios...

 

-¿Naega? Já...Debería...Pero es divertido salir cuando se me pegue la gana del trabajo...- Infló las mejillas y frunció los labios.

 

-Que malcriado...- Susurré entre una sonrisa. –Siempre lo has sido.

 

-¿Naega? Hyung malo.- Se cruzó de brazos. –Hacer lo que uno quiere no es estar malcriado, es seguir sus ideales, claro que si uno cae en el libertinaje, entonces debe corregir sus ideales.

 

Hacer lo que uno quiere... Taemin era lo que yo quiero, ¿cómo actuar ante esto?

 

 

 

                    

Al cabo de casi un año desde que Tae se mudó a Corea, llegó la noticia. Esas palabras que se escurrieron de manera tan dulce, tan personal, de sus labios, y que cuando llegaron a mí, empezaron a matarme lentamente. Un dolor más allá de lo físico, que cala, sin terminar de cumplir con su cometido.

 

El teléfono sonó. Era sábado, yo estaba en casa de mis padres; curiosamente, Taemin no (había tomado mi costumbre de visitar a mis padres los sábados).

 

-Yo contesto.- Detuve a mi madre y en cambio yo levanté el auricular. -¿Yuh-bah-sae-yo?

 

-¿Hyung?- La voz de Taemin era cálida, iluminaba mi día. -¡Hyung! ¿Está ajhummeoni cerca?- Había algo de excitación en su tono de gritar al teléfono.

 

-Sí, sí, está aquí a mi lado.- La señalé, a pesar de saber que era imposible que Taemin viera ese gesto.

 

-Hyung, ponga el alta voz, ahora.- Increíble, o no, eso no sonó a exigencia, sino a petición.

 

-¿Qué está pasando?- Mi padre se unió a la muy extraña situación. ¿Por qué Taemin había pedido el alta voz?

 

-¡Ajhussi! ¡Están todos!- Volvió a gritar, ¿qué estaba pasando?- ¡Ayer! ¡Ayer! Yo...¡Ayer! Ajhummeoni, ¡me voy a casar!

 

Entonces perdí el suelo, perdí el habla, la capacidad de respirar. Mi Taemin...Él había dicho que se iba a casar. Era tal mi estado de shock, que no pude soltar el teléfono y retirarme. Taemin chillaba cosas que no alcanzaba a oír, mis padres le contestaban igual de alegres. Yo, en cambio, me perdía en ese sentimiento de estar a mitad de un bombardeo, donde no se puede hacer nada, más que cubrirse los oídos y esperar a que todo acabe.

 

-Me siento tan emocionado, como si fuera porrista y estuvieran dando volteretas por todos lados.- Alcancé a escuchar.

 

-¿Có-cómo?- Desperté de mi estupor, balbuceando esa palabra.

 

-¡Ayer! Estaba en casa de Jonghyun hyung, sus padres estaban ahí, estábamos cenando. Entonces llegó el brindis y...¡Pasó! No lo sé, él simplemente lo dijo, me pidió que me casara con él. ¡Oh dios! ¿Qué haré? No sé qué hacer, no sé planear una boda, ni siquiera sé dónde está el registro civil.

 

-¿Y hasta ahora se da cuenta?- Mi padre se burló; me hubiese reído, si hubiera sido otra situación, pero ese no era el caso. ¡Taemin! No, él simplemente no podía hacerlo, no debía casarse.

 

-No te preocupes Tae.- Omma mandó a callar a appa. – Yo te ayudaré, y te aseguro que la madre de Jonghyun estará encantada de ayudarte de igual modo.

 

-¡Oh! Ajhumma, gracias, gracias, gracias. – Siguió hablando de lo muy emocionado que estaba.

 

Yo simplemente me alejé, lentamente, de esa burbuja de felicidad. No podía ser cierto, ¿por qué? ¿Es que acaso no recordaba lo mucho que yo lo adoraba? No había tenido la oportunidad de expresarle de nuevo mis sentimientos, y ya no lo tendría. Podía sentir mi impotencia ante tal situación, los celos y la rabia se apoderaron de mí tan rápido, no permitiría que Taemin se casara, él tenía, debía de entender que era mío, mi bonito.

 

 

 

 

Si tenía la oportunidad, estaba cerca de Taemin, observando lo que hacía, en que gastaba su tiempo. ¿Siempre había sido así de obsesivo con mi Tae? En realidad me sentía volverme loco, no podía dejarle ir, cada minuto, cada segundo, la fecha de su boda se acercaba, y yo...No podía hacer nada en realidad, él parecía no verme. Sabía que estaba ahí, me contestaba, pero siempre, su mirada, no me miraba, se perdía en la distancia, dejando un vacío entre nosotros. Era extraño, incluso de pequeño, había sido así, no me notaba, hasta que yo lograba llamar su atención...Tenía que llamar su atención.

 

A pesar, de querer la felicidad de mi bonito, mi egoísmo, mis celos, todo en conjunto no me permitía dejarlo ir. Traté de contenerme, pero fue un intento fallido. Un día antes de la boda, me encontraba frente a la puerta del departamento de mi primo. Mordí mi labio inferior, tal vez llegaría al extremo, pero no podía dejarlo casarse, simplemente no quería que él fuera de alguien más y no mío.

 

Toqué la puerta, varias veces para ser precisos, sin dejar algún intervalo de tiempo en el que me pudiera contestar. En cuanto abrió la puerta, parecía sorprendido de verme ahí.

 

-Hyung...

 

-Taemin ah, yo...- No lo soporté, lo tomé por las mejillas y le besé. No supe cuánto tiempo estuvimos así, habíamos entrado al apartamento, y a pesar de sus obvios intentos de alejarse, no nos habíamos separado. Hasta que el aire nos hizo falta. –No puedo dejar que te cases.- Pegué mi frente a la suya, rogando por algún gesto de cariño de parte suya.

 

-¿De qué estás hablando?- Su voz era un manojo de nervios, parecía estar preocupado.

 

-No quiero, no quiero, en realidad me moriría si mañana te casas.- Tenía los ojos cerrados, escuchando su agitada respiración. –Me da rabia, celos, cada vez que estás con alguien más que no sea yo. Mañana, será el día más trágico que alguna vez pueda vivir.- Abrí los ojos, conectando, por primera vez en mucho tiempo, mi mirada con la suya. Sus ojos grises gritaban tantas cosas, una marea completa de confusión, que a mí me encantaba.

 

-Pero...

 

-No, Tae, bonito, por favor...- Susurré sobre sus labios. –Déjame esta noche.- Volví a apoderarme de su boca, recorriendo cada centímetro de ella, por fuera, por dentro, enlazando nuestras lenguas. Le tenía agarrado por la cintura, y debido a la poca complejidad del departamento, llegar a la cama fue fácil.

 

Su cuerpo, desnudarlo, la sensación de tenerlo para mí de nuevo, era la dicha hecha realidad. Observar cómo quedó sin ropa alguna, como reaccionaba ante mi tacto. Era mi Tae, mi bonito, yo había sido la primera vez que él había tenido, ¿por qué no pudo ser así con todo?

 

-Eres mío, bonito.- Le susurré al oído, mientras lo giraba, para que su rostro quedara contra la cama.

 

-Minho hyung, detente...- ¿Por qué cuando hablaba conmigo nunca exigía? Me negué ante este hecho, si bien decía que no, en realidad su voz tenía matices de querer seguir adelante. Besé la línea de su quijada, seguí por la nuca, bajando a su espalda, a lo largo de su columna, escuchando su voz perderse en las sábanas. No había vuelto a exigir que me detuviera, no había pedido piedad. Taemin disfrutaba, como yo disfrutaba de él.

 

Entrar en su cuerpo, revivir mucho más de lo que imagine. No había sido sencillo, pero si fácil. Le amaba, me gustaba su cuerpo, no podía no considerar fácil adueñarme una vez más de él. Le besaba, cada beso que debí darle desde tiempo atrás, en el cuello, hombros, al mismo tiempo que me empujaba dentro de él, exigiéndole que sólo fuera mío. Nuestros cuerpos, juntos, pegados, impregnándose del contrario. Me gustaba, con locura, escucharle gemir, suavemente, murmurando hyung, como lo hizo en el pasado.

 

Le permití, girarse, que nos pudiéramos mirar a los ojos. Sus ojos grises, llenos de una lujuria que nunca había visto en él. Me preguntó, ¿quién lo enseñó a amar después de mí?  Me abrazó, dándome esa muestra de cariño que tanto había rogado minutos antes, recorriendo mi espalda con sus uñas, deslizándose con rapidez. Mordí el lóbulo de su oreja izquierda, repasando la herida con la lengua, soplando palabras de mi más profundo sentimiento.

 

-Te amo...- Le susurré, con cariño, rogando que no se aleje de mí, que comprenda lo que he callado y que ya no estaba dispuesto a guardar, porque Taemin era mío, a quien más amaba y no debía ser de nadie más.

 

Por su puesto, su reacción no fue la esperada, su cuerpo tenso, sólo complementaba el mío, de nuevo, alejándose de mí, como su mirada. ¿A qué se debía? Su, reciente, silencio, me indicaba tantas cosas que no decía, que guardaba, dentro de su soledad característica tan de sí. 

 

Mordí su boca, sus manos enredadas en mi cabello, buscando no quedarse quietas. Peleamos por tener cualquier posición, girando, moviéndonos, si nos deteníamos todo a nuestro alrededor desaparecería...

 

 

 

 

Y al día siguiente, ahí me encontraba. En el registro civil, con otros invitados, haciendo acto de presencia ante tal mentira. Todos nos encontrábamos ahí, menos Taemin. No, él entro minutos después. Se veía esplendoroso, arreglado para la ocasión, siendo su mirada gris lo que más llamaba la atención en él. Pero...Le faltaba algo, esa sonrisa tierna, infantil, inocente que tanto le caracterizaba, que se podía transformar en una risa más bella aún. No se encontraba con él, como si se hubiese perdido.

 

Caminó, con la mirada clavada en el suelo, tratando de no mirar a los presentes. Cuando llegó al lado de su futuro esposo, le susurró algo al oído. Un intercambio de miradas entre ellos –que a mí me provocó más que celos y envidia-, más susurros. Esa mirada gris que se alejaba de él, y después ver cómo Taemin deslizaba algo de su mano a la contraría. Entonces lo supe, comprendí que pasó.

 

-Yo...Lo siento...- Dejó escapar un aliento, antes de salir corriendo.

 

En cuanto lo vi cruzar la puerta supe que debía seguirlo. No lo pensé mucho, lo seguí, tratando de alcanzarlo; él lloraba.

 

-¡Taemin!- Le sostuve por el brazo.

 

-¡No me toques!- Se arrebató, antes de mirarme acusadoramente.

 

-No te casaste...- Susurré.

 

-¡No! No pude...no tuve el valor después...Después de anoche. ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué en la víspera de mi boda?

 

Me acusaba, me recriminaba, y sin embargo, no hablaba del hecho, sino del cuándo.

 

-Bonito, yo...

 

-¡No me llames así!- Por primera vez exigió. -¡No lo hagas de nuevo!- Cubrió sus oídos, cerrando los ojos, negándose.

 

-Tae, bonito.- Me acerqué a él, obligándole a verme y oírme. –Lo que te dije anoche es cierto.- Susurré, envolviéndolo en un abrazo. –Te amo.

 

-No lo repitas, por favor...No sabes lo muy difícil que es olvidarte, no me hagas recordar...- Suplicó. Taemin había dicho difícil, más no imposible. ¿No me quiere? Eso duele, desgarra el alma de un loco amante.

 

-¿No te importo, acaso? Dímelo, dímelo ahora: que no me amas.- Le rogué, obligándole a sostener mi mirada.

 

-Tenía trece años...no conocía el amor y entonces llegaste tú...-Quería voltear su mirada, pero no permitiría que se alejara de mí nunca más. –No tuve otro remedio, me enamoré de ti.- Parecía lamentarse el hecho. –Después lo comprendí, estuvo mal.

 

Es cierto, estuvo mal, pero no podía negar que sentía algo por mí, ¿en realidad lo había logrado dejar de sentir?

 

-No pude, nunca pude, mantener una relación estable.- Me miró, culpándome. –No podía, porque ninguno me trataba como tú lo hiciste, ninguno me hacía sentir tan importante como tú. Entonces te odié, arruinaste mi vida. No estábamos ni siquiera juntos, pero te era fiel, porque no tenía otra opción...Entonces conocí a Jonghyun, él cambió mi paradigma, me dio una oportunidad de ser feliz.

 

Lo comprendí, si yo había sufrido, Taemin lo había hecho aún más, porque ser menor, por no conocer. Era mi culpa, siempre había sido mi culpa. No pude alejarlo de mí, mis brazos siguieron apretando su cintura, pegándolo todo lo posible a mi cuerpo. Taemin, mi bonito, me había amado, hasta el punto de odiarme.

 

-¡Maldición! ¿No entiendes?- Me golpeó el pecho, suplicando por que lo liberara. –Has arruinado mi única oportunidad de ser feliz.- Gimoteó, aceptando el hecho de que no lo iba a soltar.

 

-¡Y ¿por qué yo no puedo hacerte feliz?- Le solté para tomar sus mejillas. No lo había notado, yo también me encontraba llorando. -¿Por qué ya no me merezco tu amor? Por favor, dame una oportunidad. De hacer las cosas bien, de demostrar que merezco ser el correspondiente de tu amor, tu felicidad.

 

-Minho hyung...- Negó, soltándose de mis manos. –No puedo darle alguna oportunidad, no lo necesita...Yo te amo, también.- Sentí que volvía respirar en cuanto escuché eso. –Pero no puede ser.- ¿Cuál era el punto de esto? Él pretendía matarme de cualquier forma.

 

-¿Por qué? Me amas, te amo, no veo el problema.

 

-¡Por favor! Hyung, hay una diferencia de diez años entre nosotros.- Chilló. –Además, no nos conocemos, lo poco que sé de usted, las veces que nos hemos visto...Ni siquiera recuerdo como fue la primera vez que hablamos.- Se entristeció. -¿No cree que lo pensé? Era un adolescente enamorado de usted.- Me acusó. –Así fue que comprendí que no podía ser cierto. Vemos el mundo de formas diferentes; lo que siente por mí, lo que siento por usted, parece más una obsesión a lo largo de los años, que amor.

 

-No. No es cierto.- Besé su boca, para callar la réplica a mi negatoria. –No vuelvas a decir eso, bonito. Yo te amo, siempre te he querido, desde la primera vez que me llamaste hyung, supe que te quería.- Pasé mis dedos por su cabello. –Y...Por muy distraído que seas, sé que me amas. Me amas y lo puedo notar, sino no estarías aquí negándolo.

 

Sentir como después de todo, correspondía mi agarre, abrazándome de regreso, era saber que lo había hecho de nuevo, había llamado su atención y ya no estaba dispuesto a perderle de nuevo.

 

-Haré las cosas bien.- Hablé contra su cabello, respirando su aroma.

 

(~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~*.*~)

 

Y ¿cómo no hacerlo? Taemin es lo mejor que tengo. Lo sé, el tiempo no se puede regresar, y me alegro demasiado de eso. Por Taemin, iría al fin del mundo, muy cerca de donde vivimos. Cuando mudé mi trabajo a Nueva Zelanda, fue por seguirlo a él; a él y su obsesión por la gente rubia, como su madre. No tiene sentido, pero así es el amor. En realidad poco saben de nuestra relación, Taemin siempre ha sido discreto al respecto, como si temiese que aún fuera algo incorrecto, cuestión de obsesión, en vez de amor. No me importará, jamás, porque así puedo probarle todos los días que le amo.

 

-¡Ouch!- Me golpea con la almohada.

 

-¡Le dije que quería dormir!- Hace un puchero. –Usted sólo da vueltas por todos lados, sin dejarme dormir.- ¿Siempre ha sido tan caprichudo? Rio, por ello, posicionándome sobre él para besar sus labios.

 

-Duermes mucho, bonito.- Le sonrío.

 

-Hace frío y no quiero hacer nada...

 

-¿Seguro?- Hundo mi rostro en su cuello, haciéndole cosquillas.

 

-¡No! Hyung, por favor.- Ríe. –No, muévase, no me gusta que esté encima de mí.- Alzo mi rostro para mirarle serio.

 

-¿Bwoh? ¿Por qué dices eso?

 

-Porque usted es un lujurioso, y ya sé cómo va a terminar esto.- Me mira con ojos brillantes.

 

-¿Qué tiene de malo que te haga el amor? Es más, ahora mismo, te quiero ya.- Muerdo su mandíbula.

 

-Y ¿si mejor salimos?- Pregunta tan casual, que da risa.

 

-No te saldrás con la tuya.- Rio. -...Te amo, Lee Tae Min.

 

Frunce el ceño, mirándome serio.
-Me gusta que me digas bonito.- Se indigna.

 

-¿Bonito? Lindo, precioso...- Hurgo de nuevo en su cuello, haciéndole reír con esa traviesa e infantil risa.

 

-También te amo, Choi Min Ho.

 

-Prefiero que me llames Hyung.- Le beso en los labios, sintiendo como sus manos buscan abrazarme y juntarme a él, fundiéndonos el uno al otro. ¡Como lo amo!

 

Taemin siempre será mi bonito.

 

FIN.

Notas finales:

Ya saben, estoy abierta a recibir comentarios, opiniones, hate, muestras de humo de que siguen vivos y que no soy la única persona despierta a las 1:07 am ._. Je veux(dois) dormir...

Besos ^w^ 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).