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Manten la calma. por Ambidistrux

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Notas del fanfic:

¡Hey! Últimamente estaba inspirado y me puse a escribir, esto es lo que salió, solo espero que sea de su agrado. No es tan dramático como mi fic principal, pero tampoco es una cama de rosas. 

Bienvenidos a mi jungla.

Notas del capitulo:

Sé que tendría que actualizar mi fic principal, pero... Cada vez que me sentaba a escribir esto era lo único que mis manos podían escribir, así que no tuve otro remedio más que dejar que mi musa me susurrase al oído esto...

Nadie podría haberle dicho a Aramis que aquella mañana su vida cambiaría 360º. Todo había empezado como normalmente, la alarma del despertador, un 'Buenos días' de cierta zona de su cuerpo, unos pasos torpes por el pasillo... Lo normal. Se levantó sin ganas, como todos los días, ¿a quién le gustaba ir al instituto? Al menos a él no le gustaba ni una pizca, pero estar en su casa no era mucho mejor... Se encaminó a la pequeña cocina del apartamento en el que vivía con su padre.

 

–Um... ¿Qué tomaré hoy? –murmuró abriendo la nevera con cuidado– ¿Un vaso de leche? ¿Un trozo de limón pasado? ¡Un yogur...! –tomó el recipiente con una sonrisa ilusionada– ¡Caducado!

 

Bufó, ¿acaso su padre se había olvidado de ir a hacer la compra? Ya iban tres semanas que tenía que desayunar un vaso de leche, ¿qué clase de chico de dieciséis años podía rendir en la escuela con esa mierda de desayuno? Luego su padre tenía el morro de quejarse de sus calificaciones, ¿no? Se sirvió la leche en una taza y entonces pudo comprobar que ya estaba caducada... Tiró el brick al suelo violentamente, se apartó el largo cabello rubio de la cara mientras hacia grandes esfuerzos por no empezar a gritar como un energúmeno.

 

–¿Qué pasa, Aramis? –preguntó su siempre oportuno padre desde la puerta de la cocina.

 

–No sé... –se volteó con cara de pocos amigos– ¡Quizá que como siempre te has olvidado de hacer la compra! O... ¡Puede ser que no hay una puta mierda que pueda desayunar!

 

Steve se sobó el puente de la nariz, era demasiado temprano para aguantar las reclamaciones de su histérico hijo adolescente, ¿no podía estar tranquilo por una vez? No, parecía que se levantaba con las mismas ganas de guerra con las que se acostaba cada noche

 

–Tranquilo, Aramis... –abrió la cartera y le dio un billete de cinco dólares a su hijo– Puedes comprarte algo en la máquina de camino al instituto, no te hará ningún daño... –se volteó para volver a su habitación y aprovechar el tiempo que tenía antes de irse a trabajar.

 

El menor gruñó, su padre parecía ser cada vez más estúpido, ¿un billete de cinco pavos para comprarse el desayuno? Recordaba perfectamente que cuando era más pequeño se levantaba a las 6.00 am solo para prepararle el desayuno. ¿Qué había pasado con su viejo padre? No tenía ni idea, pero no le gustaba aquella nueva versión, parecía un remake malo de un juego de los ochentas o la versión en BlueRay de Buffy Cazavampiros...

 

Volvió a su habitación y se puso lo primero que encontró. Aquel día fue una camiseta con el escudo de Capitán América, unos vaqueros rotos y unas deportivas gastadas. Se puso un abrigo militar y se echó al hombro su mochila. Antes de abrir la puerta de casa se puso unas gafas de sol para poder dormir durante las primeras clase. Si no se daba prisa no llegaría a tiempo a la parada del autobús. Como siempre se colocó los cascos y puso AC/DC a todo volumen antes de cerrar la puerta.

 

Al salir del edificio pudo ver como su autobús pasaba a su lado a toda velocidad... Algo le decía que le tocaría ir corriendo al instituto, como siempre que perdía el autobús, cosa que se estaba haciendo muy habitual. Agradeció ser el más rápido de su clase y echó a correr hacia aquella cárcel de cemento. No tenía ganas de ir, pero una sola falta de puntualidad más y le llegaría una carta a casa con una expulsión de tres días.

 

Tras cerca de diez minutos -su escuela estaba donde Jesucristo perdió la sandalia y no volvió a buscarla- llegó al maldito lugar donde tendría que estar hasta las 15. Se echó hacia delante con las manos en los muslos una vez llego al aparcamiento de los profesores. Una vez se incorporó de nuevo recibió una fuerte palmada en la espalda.

 

–Muy bien, chaval, te he visto correr desde hace dos manzanas, creía que no ibas a llegar –miró al hombre que le había hecho aquello y pudo ver al archiconocido Tony Stark con una sonrisa en el rostro.

 

Aramis se quedó en shock durante un par de segundos, eso no podía estar pasando, no, Iron Man no podía haberle dado una palmada en la espalda y en ese momento estar ante él sonriendo. Seguramente sí que había llegado al autobús y se había quedado dormido, sí, eso era lo más lógico...

 

–Respira, chico. –dijo el multimillonario con una leve risa, la cara del adolescente era realmente un poema– Sí, soy Tony Stark –dijo en un tono de voz algo ególatra.

 

Aramis intentó serenarse, estaría dando una primera impresión pésima... –Sí, ya sé quien eres, tu trabajo debe ser genial, ¿no? La robótica es muy guay...

 

Sonó el timbre y suspiró, ¿acaso el destino no quería que hablase con uno de sus ídolos? Además ni siquiera le había dado tiempo para ir a comprar una chocolatina o algo... Se dirigió a la puerta del edificio para ir a su sesión diaria de aburrimiento. Por suerte tenía Ciencias a primera hora y aquella materia era una de sus pasiones, era el mejor de su curso y había ganado algunas ferias de ciencias con inventos bastante novedosos.

 

Se sentó en su pupitre al fondo de la clase, dejó en el suelo su pesada mochila y empezó a quitarse el grueso y caliente abrigo que tanto le gustaba. Miró a la tarima aún sin quitarse las gafas, había conseguido convencer a los profesores de que las necesitaba por unos pequeños problemas con la luz, atajo de estúpidos... Entonces pudo distinguir que en la tarima no estaba su aburrido profesor, sino el multimillonario Tony Stark. ¿Estaba soñando?

 

El castaño se presentó mientras el rubio intentaba averiguar que demonios estaba pasando allí, sin dudas era lo mejor que había pasado en el instituto desde la plaga de pulgas que los había obligado a cerrar el lugar durante tres semanas.

 

–¡Rogers! –gritó su maestro, el señor Adams– El señor Stark está aquí porque el trabajo acerca de los motores a reacción que realizaste la semana pasada le ha parecido interesante. ¿Harías el favor de venir aquí y presentarlo ante la clase y el señor Stark?

 

Aramis suspiró sin decir ni una sola palabra, buscó el guión de su trabajo para presentarlo. Puso las diapositivas en el ordenador del profesor para completar la exposición del estúpido proyecto que había hecho cinco minutos antes de entregarlo. Mientras hablaba caminaba por la tarima despreocupadamente con las manos en los bolsillos. A través de los cristales de sus lentes oscuros no hacía más que mirar al genio que lo estaba observando, eso lo hacía sentirse un poco nervioso.

 

Al terminar se fue a su sitio lo más rápido que pudo, no quería escuchar lo que fuesen a decir los dos adultos que le estaban observando con ojo clínico. Aramis no atendió a nada de lo que dijeron los dos expertos acerca de su trabajo, pero tampoco le interesaba. Solo escuchó una cosa por parte de los labios del playboy “Quiero hablar contigo esta tarde en tu casa.”, aquello lo dejó ko durante gran parte del día. ¿Qué diría su padre sobre aquello? Quizá estuviese orgulloso de que su hijo fuese considerado un genio, pero quizá se enfadase al saber que Tony Stark estaría en su casa aquella tarde...

 

Durante el resto de la mañana no pudo hacer otra cosa que no fuese pensar en su padre, en el multimillonario y en su futuro inmediato... En el recreo se junto con dos de sus mejores amigos, Peter Parker y Johnny Storm.

 

–Aramis, tío, relájate, tu viejo no te dirá nada, como mucho se alegrará por ti y te dará dos palmaditas en la espalda... –comentó Johnny mientras revisaba el contenido de su sándwich.

 

–Exacto... ¡Alégrate, Tony Stark se ha fijado en tu proyecto! Eso no pasa todos los días –intentó alegrarle un poco Peter mientras le ofrecía un cacho de su emparedado al ver que, como siempre, no tenía nada.

 

Aramis acepto lo que le ofreció su amigo pensando en lo que los dos le estaban diciendo, tenían razón, ¿qué tenía de malo que por una vez hubiese conseguido que se fijasen en él? Nada.

 

Al finalizar la jornada escolar Aramis salió del instituto y, al pasar por el aparcamiento, alguien le silbó. Se volteó para ver quien era el que intentaba llamar su atención y se encontró con el playboy que estaba apoyado en su lujoso ferrari descapotable.

 

–¿Quieres que te lleve, chico? –preguntó quitándose las gafas de sol.

 

Aramis pensó durante dos segundos la respuesta –Claro, ¿por qué no? –se encogió de hombros y se subió al auto.

 

Durante el camino las únicas palabras que intercambiaron fueron indicaciones del menor. Al llegar al edificio Tony aparcó en el primer hueco que vio, bajaron del auto y el rubio llamó a la puerta ya que se había olvidado las llaves. Steve abrió la puerta a punto de echarle la bronca a su hijo por ser tan descuidado, pero al ver al castaño se quedó boquiabierto.

 

–¿Tony? –preguntó sin dar crédito a lo que estaba viendo.

 

–¿Steve? –dijo el otro con el ceño fruncido.

Notas finales:

Bueno, y con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho.

Los tirones de oreja, cartas bomba y ardilla con bazooka en Reviews, por favor. Ya saben que aprecio las sugerencias y las regañinas siempre que me puedan aportar algo.

Si les gusta esto continuaré, sino se irá directo a mi cajón de relatos olvidados.


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