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Una ráfaga palpitante por Tsundere Chisamu-chan

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Notas del fanfic:

Hola Hola! pues les cuento que por alguna extraña razón me dieron ganas de escribir un Two-shot. tenía la intención de hacerlo como un one- shot, pero cosas de la vida me han hecho querer hacerlo así. 

el lemon que contiene es mas bien como lime, aún así que espero que lo disfruten.

 

Notas del capitulo:

Narrado por Reita! saludos!

Si me preguntan acerca de mi época favorita del año puedo nombrarla con los ojos cerrados y sin pensar, diciembre. Yo con todo mi corazón dudo que haya alguna persona que le desagrade este mes específicamente, ya sea por los obsequios, las decoraciones, las vacaciones o el exceso de comida y alcohol, todos aman diciembre.

Y no crean que me desagraden estas cosas sin embargo  las vacaciones o la navidad, esas cosas me dan bastante igual. Simplemente lo que a mí me importa es respirar el aire frío. Ese que cala hasta tus huesos y entumece tus dedos, lo que es tan irrelevante para otras personas, para mí vale cualquier precio imaginable. Es simplemente un clima perfecto, hace frío pero el sol parece tan amarillo como siempre, la lluvia escasa que aparece de vez en cuando es totalmente débil, de una forma casi irreal, ni siquiera moja lo suficiente como para obligarnos a usar calzado de invierno.

 

A veces me quedo en el frío como idiota hasta altas horas de la noche respirando profundamente, intentando inhalar todo ese aire gélido que me rodea hasta que me duelan los bronquios, sin temor a enfermarme o morirme ahí mismo. El dolor que me causa ese frío extremo me hace sentir vivo, justo como me sentía junto a él. Ruki, hasta su nombre suena lejano pero doloroso.

 

Hace ya dos años que con el alma y el corazón destrozados me despedí para siempre de su amor, su sonrisa, su voz. Hace dos años que me dejo aquí desamparado, preguntándome cada día el motivo de que siga viviendo sin ninguna razón. Maldiciendo mi vida y todo lo que se encuentra en ella. Odiando cada día más a Dios por arrebatarme de forma tan violenta el chico que hacía palpitar mi corazón con locura y felicidad,  lo único preciado que poseía en mi vida.

 

Cuando se tiene una vida asquerosa como la mía, sonreír es un hábito casi inexistente, la alegría o la paz que alguna vez llegué a tener se desvanecieron junto a él. Solo existe una cosa que me satisface. Sentir esta brisa nocturna me transporta a aquel momento hace años cuando él por primera vez me dijo que me amaba y se entregó a mí, derritiendo mis manos a pesar de la increíble baja temperatura. Lo amé como nunca en la vida había amado a nadie, desnudé por completo todos mis temores e inseguridades junto a él, y por primera vez le hice el amor. Todos mis buenos recuerdos se encuentran adheridos a él y a esa atadura que aunque no lo hizo con intención, puso alrededor de mi corazón haciéndome amarlo más de lo que podía soportar.

 

-Te amo- susurro hacia el viento con la voz ronca y casi imperceptible, moriría ahí si eso me hiciera dejar de extrañarlo. Sin resistencia dejo que el viento choque contra mi torso desnudo erizando cada centímetro de mi piel, enrojeciendo mi rostro y haciéndome temblar. Por alguna razón el cielo está mucho más oscuro esta noche, desearía poder quedarme toda la noche de pie en mi balcón recibiendo esta furiosa ráfaga que intenta arrancarme esta sensación en la piel sin saber que por el contrario se intensifica a cada segundo que me acaricia con violencia.

 

Si fuera tan fácil de olvidar el roce de sus labios sobre los míos o sus pequeñas manos aferrándose a mi espalda, su ronca voz susurrando en mi oreja, no tendría que lidiar día a día con esta sensación de amargura y dolor que no me permite vivir.

 

Supongo que aferrarme a la vida y la música sería lo más saludable,

 

Pero durante hoy lo mejor sería dormir con esa esperanza diaria de no levantarme de nuevo, y así encontrarme con mi amor en la otra vida.

 

Me dirijo a mi habitación con aquel recuerdo taladrando mi mente y sin ninguna preparación previa me dejo caer sobre el delgado y escuálido colchón sin cobertor, haciendo rechinar los resortes de este. Mis noches suelen ser crueles y aterradoras.

 

Permanezco con los ojos cerrados hasta que siento aquel viento helado entrando por la puerta del balcón que olvidé cerrar escalofriando mi espalda. Observo como las cortinas revolotean violentamente, golpeando cada objeto que aparezca en el trayecto de su salvaje baile.

 

Aquella imagen que proyecta mi imaginación de él fumando recostado en la puerta, su mirada sensual desvistiéndome, llegó a mí de manera tan sorpresiva que mi garganta se secó. ¡Cuanto lo extraño!.

 

No tengo la intención de levantarme ahora, de hecho cada segundo que pasa siento el sueño atacarme con crueldad, ya ni siquiera puedo llorar, han sido tantas noches, tantas lágrimas, tanto dolor que ya es inútil continuar sufriendo.

 

Con pesadez cierro los ojos y los vuelvo a abrir alarmado por el sonido insistente del teléfono celular, el panorama que recordaba ha cambiado a uno completamente amarillo e iluminado. La noche pasó en un parpadeo y ni siquiera lo noté.

 

-¿alo?- respondo ya cuando logré encontrarlo enredado entre mis sábanas, mi voz sonó ronca y grave de hecho me dolió un poco el hablar, aspirar el aire frío en la noche está acabando con la salud de mi aparato respiratorio, pero en realidad es lo que menos me importa.

 

-Reita, dime que no estabas durmiendo, ¿sabes la hora que es?-

Me preguntó la autoritaria voz de Kai.

 

-emm no- articulo intentando razonar con toda la capacidad de mi mente en estas condiciones, y con pereza me siento sobre la cama y coloco los pies en el piso dispuesto a levantarme,

 

-ahhh- suspiró, -espero que no estés pensando en faltar a la fiesta de hoy, sabes que habrá muchos patrocinadores, es una gran oportunidad-

 

-lo sé- respondo corto recibiendo silencio del otro lado de la línea,

 

-está bien, cuídate mucho Akira- pronunció con voz suave y preocupada antes de finalizar la conversación.

 

Me quedé unos minutos en la cama analizando la situación en la que me encontraba, hasta que se me ocurrió mirar el reloj, daban las 2:00 pm, dentro de tres horas debía estar en la compañía ya que había una estúpida actividad de esas en las que la hipocresía era nuestra mejor cómplice para lograr patrocinadores y así ganar dinero, era estúpido, desde que él murió yo era una gran carga para la banda, no había logrado escribir nada decente desde entonces, a pesar de eso ellos me conservaban ahí, ya fuera por compasión o lástima, les agradecía enormemente el no haberme sacado a patadas por ser un maldito estorbo. La persona que actualmente tomaba el lugar de Ruki era un muchacho demasiado joven al que ni siquiera le había puesto atención nunca. La vida en realidad me parecía vacía, aburrida y terriblemente pesada.

 

Con la poca energía que tenía me levanté y alisté, en realidad me puse lo primero que me encontré, si de todas formas me iban a manosear por completo en aquel lugar probándome atuendos y demás no me esmeraría encontrando nada.

 

Salí de la casa con demasiado tiempo de sobra, a veces estar en casa era lo peor, así que cualquier pretexto era bueno para salir.

 

Caminé por las calles ligeramente soleadas y ventosas hasta que mi estómago gruñó del hambre, en ese momento recordé que no había comido nada en todo el día, así que pasé a un pequeño restaurante y pedí un sándwich y café, buena opción para llenar el estomago. Comí lo más rápido que pude y salí de ese lugar tan extremadamente caliente. Y me dirigí por fin a la compañía, de ahí todo igual que siempre, casi dos horas de maquillaje, peinado, vestuario, nada de eso era nuevo para mí, sin embargo cada vez se volvía más tedioso.

 

-hola Rei, ¿cómo estás?- me preguntó Aoi con una gran sonrisa en su rostro al verme también en la sección de maquillaje, yo distraído apenas le pude contestar mientras jugaba con mi celular.

 

-bien...-

 

-te queda bien ese color en el pelo- agregó acercándose a mí por detrás mientras me miraba por el espejo,

 

-¿color?- tan ido estaba que ni siquiera había notado que me habían colocado en el cabello unos reflejos rojos, observé mi imagen totalmente diferente a mi cara verdadera, las ojeras habían desaparecido, el cabello ya no estaba terriblemente enmarañado, todo estaba impecable y perfecto, sin embargo la expresión en mi rostro era imposible de borrar, el cabello me parecía bastante igual al color que ya tenía antes, el tinte era bastante sutil, Aoi  sonreía con dulzura,

 

-te ves bien- me pronunció sonriendo,

 

-gracias- respondí únicamente mientras seguía mirándome,

 

-¿listo para sonreír como idiota?- preguntó con una sonrisa cínica yo hice una mueca de desagrado y asentí.

 

-es la única forma en la que sé hacerlo- respondí intentando bromear un poco, él solo bufó ligeramente y se alejó nuevamente por donde había venido.

 

 Y de esa forma una media sonrisa forzada fue suficiente para terminar con ese maldito día. Salude a tantísimos tipos asquerosos con pinta de pervertidos avaros que ni siquiera los recuerdo a todos, y puedo asegurar que no presté atención ni media palabra de lo que me dijeron, mis compañeros de banda con amor a la vida y sonrisas sinceras se encargaron de eso.

 

Con cansancio nos dirigimos al hotel donde nos hospedarían esa noche, estábamos lejos de casa y la actividad había tardado más de lo esperado. Todos charlaban animados sobre el nuevo contrato que nos habían ofrecido y yo solamente los miraba insensato recordando la cara de felicidad de Ruki cuando algo así sucedía, cuando las ideas locas llegaban a su mente y él hacía lo imposible para que las aprobaran. Me fascinaba ver su expresión de felicidad cuando le respondían: " gran idea, eres un genio" o "que suerte que viniste", así era, casi lo hacían llorar con sus bromas pero amaban su cabecita llena de ideas, él siempre fue el alma creativa de la banda, sin él solo eran un montón de idiotas enlazando ideas no funcionales, "eran", es decir; " ellos" ya que yo solo estaba ahí para tocar el bajo y estorbar el resto del tiempo, pero aún así eso no les quitaba el impulso de intentarlo.

 

Subimos por las escaleras al único hotel de mala muerte que encontramos abierto a esas horas de la noche, yo no dije ni una palabra, conversar no era lo mío, y ellos parecían comprenderlo ya que rara vez me preguntaban algo y jamás me reclamaban. Llegamos a una habitación sencilla pero agradable, en ella había dos camas tamaño matrimonial, eso significaba una cosa,

 

-yo dormiré en el suelo- dije al aire casi sin que me prestaran atención, ellos asintieron y continuaron conversando.

 

Me introduje en el cuarto de baño sin ningún propósito realmente, solo evitaba tener que interactuar con ellos, me quede un rato ahí mirándome al espejo, quitando de mi rostro esa máscara que ocultaba mi verdadera y patética apariencia. Salí cuando Kai llegó a tocar la puerta desesperado por orinar. Y ya estaban acomodados en sus respectivos sitios, habían colocado en el suelo un futón para mí, lo agradecí en un hilo de voz, al lado estaba la cama de Aoi y Kouyou, donde Shiroyama acostado cambiaba los canales de televisión y el castaño permanecía envuelto en una sábana y probablemente dormido, en la otra cama estaba aquel chico que yo odiaba sin ninguna razón leyendo. Me cobijé con aquella manta que ellos habían colocado sobre el futón en el suelo y me acosté dándoles la espalda,

 

-buenas noches- hablé, me sentía extremadamente vulnerable y sensible, como si en cualquier momento me pudiese quebrar por la mitad,

 

-buenas noches Reita-san- escuché su voz no familiar responderme, y los demás lo acompañaron,

 

- descansa cielo- agregó Aoi, -buenas noches- Uruha.

 

Me quedé un rato con la mirada perdida en la pared hasta que el sueño me invadió y perdí la conciencia.

 

Desperté a la mitad de la noche. O mejor dicho me despertaron los brazos que me aprisionaban por la espalda sin pena alguna. Abrí los ojos sin moverme ni un centímetro,

 

-¿qué estás haciendo?- pregunté cortante,

 

-estás mas decaído que de costumbre- susurró en mi oreja y besó mi nuca, conocía sus intenciones. Kouyou siempre se acercaba a mí en estas circunstancias, sabía que mi estado patético y vulnerabilidad no me permitirían rechazarlo. Su cabello largo acarició mi rostro cuando él lo invadió besándome los labios.

 

-los despertaremos- susurre contra sus labios los cuales despertaban deseo sexual hasta en la persona más deprimida del mundo,

 

-claro que no, ni que fuera tan ruidoso, podemos ir al baño si quieres pero te necesito ahora- me dijo en un susurro ahogado, me di vuelta quedando boca arriba y él se subió sobre mí atacando mis labios sin pudor, su juego sexual me arrastraba sin marcha atrás, con infinito deseo mordió mis labios hasta dejarlos hinchados, besó mi mandíbula y empezó a lamer mi cuello, yo suspiré casi indiferente, aún la excitación no lograba borrar el agujero de mi pecho.

 

Dirigí mis manos a sus piernas, toqué sus glúteos con desesperación y él jadeó, llevaba puesto únicamente sus boxers negros y ajustados, descaradamente se pego a mi frotando su pelvis contra la mía.

 

Esto era parte de nuestra rutina, y aunque no me desagradada, me carcomía la culpa ya que por muy tonto que fuera siempre lo supe; él estaba enamorado de mi y aunque sabía que yo no sentía lo mismo se conformaba con dejarse follar cuando yo estaba demasiado necesitado.

 

Cuando me sentí completamente excitado lo empujé colocándome sobre él mientras él desabotonaba mi camisa, abrí mis pantalones y saqué mi miembro aprisionado entre las telas, lo froté y de un jalón arranqué aquella prenda intima y sexy que lo cubría, intenté no mirar su rostro mientras me hundía en él, escuché su gruñido y sentí sus uñas clavándose en mis brazos.

 

Me quedé quieto esperando a que se acostumbrara a mi salvaje intromisión, lo sentía temblar balbuceando quien sabe cuántos insultos por haber entrado en él sin ninguna preparación, empecé a moverme aún sintiendo el ardor de la fricción seca que había en su interior.

 

Jaló mi cabello acercándome a él -lento idiota, me duele-, susurró con hilo de voz lleno de dolor. Yo lo seguí embistiendo con fuerza, ignorando sus quejidos y lloriqueos.

 

Mantuve los ojos cerrados mientras me aferraba su delgada y sublime cintura, intentando concentrarme en el calor que me brindaba aquel chico estúpidamente enamorado de mí, no lo comprendía, como alguien podía fijarse en mí, no había ninguna razón por la que alguien debiera fijarse en mi. No era simpático, agradable o cortés. Y últimamente mi apariencia física tampoco era la gran cosa. Estaba terriblemente delgado, ojeroso, el cabello se me caía más rápido de lo que salía. Era un ser un humano repugnante.

 

El vaivén de mi cuerpo sobre Takashima continuaba frenético sin poder detenerme, cuando no pude más y aquella lágrima salió de mis ojos, suspiré quedamente y su mano se poso en mi mejilla con la intención de consolarme.

 

Me incline un poco y besé sus labios aún sin abrir los ojos. La sensación ni siquiera se parecía a los besos de Ruki pero hacia lo posible por revivirlos. Unas corriente eléctrica invadió mi espalda dándome a entender que estaba a punto de correrme.

 

Aumenté la velocidad de mi empuje, el cuerpo de Shima se estremecía cada vez que me profundizaba en él,

 

-Reita te quiero- susurró agitado, haciendo que mi rostro se quebrara en mil pedazos, podría haber jurado escuchar la voz de Ruki en esa declaración,

 

-Ruki...- respondí arrepintiéndome al instante ya que cuando capte lo que había hecho, abrí los ojos y miré su figura. Sus ojos vidriosos se clavaban en mi con una mezcla entre dolor, decepción e impotencia. Su mirada me congeló. Sus labios temblorosos se quebraron en una mueca, como si estuviese a punto de llorar,

 

-Shima... yo...-  y delicadamente pero con fuerza me apartó de encima suyo antes de que pudiera agregar algo a aquella explicación sin fundamentos, ni siquiera sabía por qué me estaba disculpando, él siempre lo supo, yo amaba a Ruki y nunca lo vería a él de la misma forma, sin embargo todo eso no importó cuando se levantó de mi futón con desdén sin mirarme si quiera. Vi mi semen correr por sus piernas largas y hermosas, me quedé estático mirándolo mientras caminaba hacia el baño y ahí se encerraba. Me sentía como la peor porquería del mundo por romper un corazón que no me merecía. Por no poder corresponder unos sentimientos tan sinceros y reales. ¿Quién me creía para lastimar a un chico hermoso y amable como ese?.

 

Miré a mis compañeros de habitación inmóviles y plácidamente dormidos. Realmente los envidiaba por poder dormir en paz después de aquel incidente.

 

Me di vuelta mirando hacia la pared de nuevo y sollozando quedamente como la basura que era, hacía frío, mucho frío, eran esas las noches que él amaba, y con pretexto de calentarse un poco, se metía en mi cama para dormir abrazados. Las lágrimas empañaron mis ojos y la respiración empezó a fallarme dejándome sorber fluidos nasales. Tenía vergüenza de que me escucharan en ese estado. Sin prestarle mucha atención escuché el sonido de las ducha. Kouyou se estaba dando un baño, no lo culpo por enfadarse. Podría jurar que todo ese enamoramiento se había convertido en odio, y en todo caso eso sería un gran alivio. Ya no tendría su corazón para romperlo de nuevo.

 

Perdí absolutamente la noción del tiempo y una vez más desperté cuando la luz del sol inundo mis ojos. Me estremecí entre dormido y despierto escuchando murmullos, pasos y demás ruidos desconocidos.

 

Abrí los ojos y choqué mi mirada contra la cabellera de Aoi que se esparcía aún en la almohada.

 

-buen día- me habló Kai al mirarme despierto,

 

-hola- respondí frotándome los ojos, por supuesto que estaba muy lejos de ser un "buen día", pensé mientras me levantaba con pereza y me dirigía al baño, solamente Kai se encontraba sentado sobre su cama revolviendo cosas y Aoi estaba aún dormido. Escuché sonidos en el baño mientras esperaba por fuera, aclamando a todos los dioses existentes porque no fuera Kouyou el que se encontraba ahí dentro, casi me da un infarto cuando se abrió la puerta de repente pero me sentí aliviado al ver ese rostro sonriente y ajeno a mi vida,

 

-Buenos días Reita-san- de vez en cuando su amabilidad me dolía, me remordía la conciencia odiarlo a pesar de ser una persona bastante agradable, porque sinceramente si lo era, incluso conmigo que ni siquiera recordaba su nombre,

 

-buenos días- respondí frío y lo aparté para entrar al baño, me daría una ducha y huiría de ahí como el pendejo cobarde que era,

 

agua fría, un poco de jabón barato, shampoo y listo, me coloqué la misma ropa con la que había salido de mi casa el día anterior, me despedí escasamente de los chicos que quedaban ahí y que conversaban animadamente mirando videos musicales.

 

Así era como debía ser, cada uno debía volver a la vida que tenía. Yo volvería a mi rutina de insensatez constante, y ellos serían las estrellas de Rock que eran. Kouyou se debía enamorar de alguien menos idiota que yo, y así todos estaríamos conformes.

 

Cuando llegué a mi departamento una figura extraña me desconcertó, era Kouyou sentado en el suelo, recostando su espalda en la puerta de entrada. Me conmovió terriblemente su estado. Estaba sentado abrazando sus piernas y escondiendo su rostro, apostaría que estaba dormido, hecho bolita con su gigantesco suéter de invierno, su cabello castaño se movía con el viento que corría por el pasillo.

 

Camine hasta la puerta y sin decirle una palabra saqué mis llaves haciendo el ruido necesario para que despertara.

 

Levantó la cabeza lentamente y me miró con esa mirada embobada que yo aborrecía,

 

-Reita...- sonrió y se levantó,

 

-que haces aquí, te vas a enfermar- respondí mientras abría la puerta y entraba, él lo hizo justo detrás mío y volvió a cerrarla, yo me adentro dejando las cosas que traía,

 

-estaba preocupado por ti, esta mañana me fui antes de que despertaras y pensé que tal vez estarías molesto-

 

Me abofetee mentalmente por ser un cínico, un idiota y un orgulloso,

 

-no estoy molesto- respondí y escuché silencio de su parte, detuve por un momento mi caminar por la casa y lo escuché gimotear, me volví alarmado para mirarle el rostro, su expresión me quitó el aire, temblaba abrazándose a sí mismo y sus ojos clavados en el piso contenían la capa de lágrimas que se le había formado sin darme cuenta,

 

- Reita...- susurró con su voz quebrada, yo me quedé inmóvil sin tener ni una idea de cómo reaccionar,

 

-perdóname- agregó, -sé que no me quieres como yo a ti, sé que nunca me compararé con él ni lograré tomar su lugar pero...- levantó su cara quemándome con su profunda mirada -te agradecería dejarme quererte-,

 

Me quedé atónito, no tenía idea de la expresión que puse en ese momento pero no la podía cambiar, su reacción ante la expectativa fue adorable, me miró con nervios mientras jugaba con sus manos, yo no pude hacer más que sonreír,

 

-haz lo que quieras- respondí bajito agachando la cabeza y lo único que sentí fue sus brazos alrededor de mi nuca y sus labios sobre los míos, le correspondí, tomándolo de la cintura, lo sentí sonreír mientras me besaba, los labios de Kou eran extremadamente dulces.

 

-te juro que nunca te dejaré, cuidaré de ti hasta volver me viejo y te amaré hasta que te enamores de mi- sonreí sin responder nada, me sentía avergonzado, la sinceridad de sus palabras y de su mirada me destrozaba, sentí incluso repulsión de mi mismo,

 

Estaba dispuesto a aceptar aquel incondicional amor con tal de sentirme menos insignificante, y aunque no era un engaño, ya que fue completamente su idea, no era ni la cuarta parte del afecto que Shima se merecía.

 

Aún así la esperanza de que su amor sanara mi corazón roto pudo más que mi conciencia fastidiando. Suspiré y lo bese una vez más,

 

-sálvame-.

 

continuará...

Notas finales:

bueno, espero que les haya gustado! no se vayan sin comentar porfis! también acepto críticas sugerencias y cartas de odio. :D felices fiestas a todos!


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