«Una cosa es lo que nosotros creemos querer y otra es lo que nuestro corazón realmente quiere»
—Matt, ¿qué mierda estás viendo? —Mello levantó una ceja ante lo que alcanzó a escuchar.
—Un programa, está interesante, tú que estas muy seco —Matt le contestó, a penas y mirándolo por la esquina del ojo.
—Mejor ponte a trabajar, tenemos muchas cosas que hacer —le recriminó, levantándose y aventando por algún lugar la revista que hasta ese momento le había servido de distracción.
—Tienes, querrás decir —Matt sonrió—. Yo ya he terminado mi trabajo, Misa está dormida y Takada está grabando el programa. Sí hago mi tarea.
Mello gruñó, como le molestaba no tener el control de la situación.
—Entonces, Mello, ¿qué es lo que quiere tu corazón? —Preguntó con tono burlista.
—Sólo cállate, idiota —zanjó, caminando hasta la puerta—. Tengo que revisar algo.
Matt rio mientras lo veía salir, sabía que le había hecho pensar en algo que no le gustaba para nada, conocía a Mello más que a él mismo y entendía cuando estaba molesto o estaba pensando algo delicado.
Mello miró a su alrededor cuando se encontró fuera, ¿por qué de repente le molestaba aquella pregunta? Eran meras tonterías que algún adolecente hormonal y enamorado se había planteado en algún punto de su típica y difícil vida. Él no era normal, obviamente, tenía una inteligencia que superaba a la de muchas personas y, probablemente, la misma cantidad la deseaban. Su personalidad, seguramente nadie la quería pero aun así, bajo ningún estándar, caía en el concepto de normal.
Entonces, ¿cuál era la razón? ¿Por qué de repente se preguntaba aquello?—. ¿Lo que quiere mi corazón? Que estupidez.
Para empezar, el corazón no era un órgano que sintiera, era sólo un órgano que bombeaba sangre al resto del cuerpo, lo que se encargaba de controlarlo era el cerebro. Ahí es donde se llevaba a cabo el complejo proceso que era el raciocinio.
—¿Por qué pienso en todo esto? —Se preguntó con enojo. Agitando la cabeza, caminó hasta donde su motocicleta esperaba por él, invitándolo a perderse por alguna calle y así olvidar lo que pasaba. Tomando el casco, se sentó y la encendió.
«Estoy cansado, harto» Se dijo al sentir las primeras ráfagas de viento chocando contra el casco y la tela de su chamarra. «Es por eso que pienso en tonterías tan grandes. Desde que empezó este caso, no he dormido como solía hacerlo, desde que… abandoné Wammy’s» El pensamiento no le gustaba, le molestaba recordar aquellas épocas.
—Entonces, ¿te irás? ¿Esa es tu resolución? —Recordó a aquel niño de cabello blanco, sus ojos grises mirándolo fijamente mientras él aventaba sus cosas a una maleta vieja.
—Si es así, ¿qué? Deja de actuar como si te importara, sabes que no podemos trabajar juntos —le contestó, tomando la maleta y aplastándola para cerrarla.
—Sí… es verdad, no podemos…
—¿Por qué lucias herido, Near? —como una luz estrambótica, la imagen de aquel niño sentado en el piso de su habitación, con los dados que acababa de apilar tirados por un mal movimiento hecho después de escuchar sus palabras, apareció en su mente—. ¿Por qué me lastimó el dejarte de esa manera?
Su tren de pensamientos se detuvo cuando un par de luces aparecieron frente a él, dando un movimiento brusco y violento, esquivó el automóvil que se dirigía hacia él, estando a punto de voltear la motocicleta en el acto.
—¡Fíjate imbécil! —Escuchó el grito del conductor.
Con el corazón un tanto acelerado, estacionó la motocicleta a un costado y se quitó el casco. Estuvo a punto de cometer la peor estupidez de su vida por no prestar atención, por primera vez en mucho tiempo se sentía asustado, había un sudor frío recorriéndole la nuca y la frente, al igual que sentía un temblor en sus piernas—. Vaya que soy idiota —murmuró, apartándose el cabello con un gesto de la mano.
—No podíamos, esa era la verdad —las palabras comenzaron a salir, como si alguien le hubiese preguntado y él se sintiera obligado a contestar—. No te soportaba y tú no me soportabas… habríamos terminado matándonos antes de terminar…
Entonces, ¿por qué se sentía así? ¿Por qué empezaba a dolerle el pecho como si el corazón estuviese golpeando contra algo duro cada que palpitaba?
—Tu personalidad era insoportable, siempre querías estar encima de mí…
Si esa era la verdad, entonces, ¿por qué dolía?
—La mía era peor… nunca habríamos podido llegar a un acuerdo…
Entonces, ¿por qué lloras maldita sea?
Sus manos sujetaron fuertemente el tubo del barandal, podía sentir esas despreciables emociones saliendo de su interior, sentía el líquido cálido cayendo por sus mejillas. Era tan tonto, tan sin sentido, pensar en todo ello por un simple programa estúpido.
«Siempre quise ser el primero, siempre quise cumplir mi sueño de ser el primero en la lista de sucesores, el primero al que L recurriría… »
Se inclinó, dejando caer el peso de su cuerpo sobre su estómago, dejando que su cabello cayera hacia adelante y lo meciera la brisa invernal.
«Me pregunto, a veces me pregunto, ¿cómo habría resultado todo eso? ¿Qué tanto habrían cambiado las cosas si no hubiera dejado ganar a mi orgullo? ¿Qué tal… si hubiera actuado conforme a lo que realmente quería? »