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Nobleza obliga por LadyHenry

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Notas del fanfic:

Lección aprendida para este año: no dejes la yaoización para mañana si puedes practicarla hoy.

Al límite del plazo, pero aquí está. Nezal, ya puedes visualizar al cura otaku dándolo todo xD

 

Notas del capitulo:

Nada mejor que empezar el año con yaoi, qué tengan un buen 2015 lleno de yaoi y diversión ;)

Desde el momento en que vio ese maldito amuleto colgando del cuello de unos de los invitados de Uther, supo que tendría problemas. Lo había visto antes en un libro de la biblioteca de Gaius, pero no podía recordar para qué servía, y tampoco tenía tiempo de consultarlo. El baile estaba a punto de comenzar y debía evitar que la condesa usara el pequeño frasco de veneno que escondía entre los pliegues de su voluminoso vestido.

 Uther había invitado a nobles de varios reinos para congraciarse con ellos y allanar el terreno antes de pactar algunos acuerdos. Creía que todos estaban contra el uso de la magia, pero como de costumbre, esta seguía practicándose encubiertamente. Había varios consejeros de la realeza cuyas funciones excedían las “normales”, y planeaban poner en práctica esas extraoficiales artes. De momento, el mayor peligro eran la condesa y su hijo, cuya colección de venenos podría acabar con todo Camelot.

Merlin había decidido actuar por su cuenta, ya que en ocasiones anteriores pedirle ayuda a Arthur solo le había acarreado más problemas, acompañados de jocosas burlas. Estaba intentando encargarse de servirle al hijo de la condesa, pero cada vez que se le acercaba Arthur parecía darse cuenta, siguiendo cada uno de sus movimientos con una atención un tanto perturbadora. No sabía cómo siempre lograba entorpecer sus objetivos, podía jurar que su pasatiempo favorito era complicarle la existencia.

-¡Merlin! –Y ahí estaba de nuevo, reclamando su atención, haciendo gala de toda su realeza.

-Su majestad –siseó acercándose al asiento de un complacido Arthur.

-¿Se puede saber qué haces? –inquirió con suspicacia.

-¿Servir a los invitados?

-¿En serio? Yo diría que los estás ¿observando? Mientras vas de un lado para otro sin hacer nada útil.

-Para saber qué necesitan primero hay que observar, lo sabrías si alguna vez intentaras hacer algo por otro –replicó Merlin sonriendo con sorna.

Arthur se limitó a dedicarle una sonrisa que prometía violencia, mientras un elegante desconocido les interrumpía.

-Buenas noches príncipe, ¿puedo robar vuestra atención unos minutos o estáis ocupado?

-Por supuesto, solo le daba instrucciones a mi sirviente –respondió Arthur solícito.

Merlin asintió en silencio y procuró no alejarse demasiado, no le había gustado nada que fuera precisamente el portador del amuleto quien quisiera acercarse a Arthur, y mucho menos que este tuviera tan buena disposición a hablar con él. Normalmente prefería evitar socializar con los conocidos de Uther, el arte de la diplomacia no era uno de sus intereses.

Intentaba averiguar de qué hablaban tan animadamente, que Arthur sonriera de esa forma y actuara de esa manera relajada, le resultaba un tanto escalofriante. Aunque reconocía que el desconocido parecía ser una persona agradable, eso no era suficiente para conseguir que cualquiera se rindiera a sus encantos. En los bailes, cuando alguien cruzaba el salón deteniéndose a hablar con los anfitriones los demás invitados solían cuchichear, mostrando expresiones que delataban su opinión, que muchas veces era desfavorable. Pero con este desconocido todos sonreían y volvían a lo que estuvieran haciendo sin fijar su atención en él. Exceptuando a Merlin, que se debatía entre aprovechar la oportunidad para acercarse a la condesa o seguir vigilando a Arthur, y a Morgana, que estaba muy interesada en el amuleto que pendía del cuello del afable desconocido.

Fue Morgana la que ayudó a Merlin a poner fin al dilema.

-¿También crees que ese hombre esconde algo? –preguntó sacando a Merlin de sus divagaciones.

-Sí, no es normal que…

-Arthur se comporte como alguien encantador –completó la frase haciendo sonreír a Merlin.

-Sí, eso también.

-Creo que me uniré a su conversación, parece interesante.

-Una excelente idea, yo iré a atender a la condesa, parece impaciente por el brindis.

-Sí, hay que reconocer que Uther se ha superado reuniendo bajo el mismo techo a tan selectos invitados –sonrió Morgana mientras se dirigía hacia Arthur y su acompañante.

Merlin tuvo que hacer que otro de los sirvientes, uno que casualmente detestaba, le derramara encima a la condesa una jarra de agua, para que tuviera que subir a sus aposentos a cambiarse. Pasó unos minutos muy tensos debajo de la cama intentando encontrar el frasco, y se sintió absolutamente estúpido cuando la condesa abrió uno de sus baúles y vio que estaba lleno de frascos iguales al que tenía en sus manos.

Bajaba a pedirle ayuda a Gaius, cuando Morgana lo abordó preocupada.

-No es normal que Arthur se comporte de esa manera, habla de cualquier cosa que ese hombre mencione, sin incomodarse. Creo que ejerce el mismo efecto en casi todos.

-Debería ir a ver si Arthur necesita algo –se excusó Merlin.

Morgana asintió, mientras planeaba cómo escabullirse hacia el despacho de Uther. Allí debía estar la lista de invitados, necesitaba averiguar el nombre de ese desconocido, que había conseguido no presentarse sin que se notara lo más mínimo ese afán por esconder su identidad.

-¿Su majestad me solicita? –preguntó Merlin interrumpiendo la charla.

El desconocido se giró sonriendo complacido, y sin emitir sonido alguno dibujó con los labios un: “Buenas noches, Emrys”, que dejó a Merlin sin palabras. Y sin más se marchó.

Merlin seguía clavado en el mismo sitio, viendo cómo se iba a hablar con Uther.

-¿Estás bien, Merlin?

La pregunta pasó desapercibida, haciendo que Arthur empezara a preocuparse. Se levantó, acercándose a Merlin, y cuando estuvo justo a su lado, susurró en su oreja:

-Merlin, ¿estás bien?

La cercanía y el tono bajo, casi siseante, hicieron que un escalofrío sacudiera a Merlin, sacándolo de golpe de su involuntario mutismo.

-¿Qué? –Parpadeó confuso mientras notaba cómo su rostro ardía a medida que la sonrisa de Arthur se ensanchaba.

-Estás distraído, más de lo habitual. Tanto que cualquiera podría atraerte a sus aposentos y…

No pudo acabar la frase, la expresión de Merlin era demasiado divertida como para no reír. Cosa que alivió a su víctima, que achacó esa actitud a una planeada tortura para tomarle el pelo. Así que se relajó, bajando la guardia.

-¿Se puede saber qué demonios te pasa? Nos podría haber visto alguien –protestó indignado.

-Tienes razón, deberíamos ir a mis aposentos, estas viejas tienen pinta de escandalizarse con facilidad –replicó Arthur, devolviendo a Merlin a su anterior estado de incredulidad.

Si Uther lo oyera hablar así sería capaz de quemarlo él mismo, así que Merlin no opuso la más mínima resistencia cuando el príncipe lo sacó del salón de baile para llevarlo a sus aposentos. Era más seguro alejarse del bullicio, aunque la condesa acabara envenenándolos a todos.       

 

 

 

 

 


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