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Imatges por Khira

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Imatges



Un fanfiction de Slam Dunk por Khira



Dedicado a Morgana of Avallon



****************



Remenant entre es papers m´he trobat amb memòries des primer estiu que passàrem.


Ses imatges diuen que no ho tenguérem malament.


Que per tot arreu allà on anava te cercava entre sa gent.



Per on ets? Ombra, captiva de sa melancolia.



Rebuscando entre los papeles me he encontrado con memorias del primer verano que pasamos.


Las imágenes dicen que no lo tuvimos mal.


Que por todos lados allí donde iba te buscaba entre la gente.



¿Por donde estás? Sombra, cautiva de la melancolía.




La práctica con el equipo había terminado hacía una media hora, y Mitsui, sin muchas ganas de llegar a su casa y encontrarla vacía, puesto que sus padres trabajaban hasta muy tarde, caminaba aburrido y sin prisas por las calles de su barrio, con las manos en los bolsillos, la mochila al hombro y silbando una canción de moda. Una lata vacía se cruzó en su camino y la golpeó con el pie; la lata, en lugar de volar recta, fue a rebotar en la pared de la derecha de la acera.



“Menos mal que me decanté por el baloncesto y no por el fútbol”, pensó al reconocer su mala puntería con los pies.



Empezaba a oscurecer, aunque el cielo aún se mantenía en el oeste con un bonito color rojizo. Fue precisamente al levantar la vista para admirarlo, que se fijó en el modesto santuario que coronaba una pequeña colina situada a su izquierda. Había pasado mil veces por delante y sin embargo nunca se había detenido a observarlo y mucho menos ido a visitarlo. Pero esa vez, sin saber muy bien por qué, empezó a subir la escalinata de piedra que a él conducían.



Al llegar cruzó el típico 'torii' y caminó hacia la entrada del templo. Estaba situado en medio de una explanada, que a pesar de ser invierno, conservaba aún el color verde de la hierba. Era muy pequeño y sencillo, de una sola planta, la cubierta era de color azul y las paredes de un blanco impoluto, pero a pesar de eso se veía bastante antiguo.



- Nunca te había visto por aquí, muchacho.



Mitsui dio un respingo. ¿Como era posible que no se hubiera dado cuenta de la presencia de esa anciana sentada en los escalones de la entrada?



- S-sí, es la primera vez que vengo – balbuceó.



La anciana tendría por lo menos ochenta años, era muy delgada, tenía el pelo blanco y los ojos negros haciendo un gran contraste. A pesar de estar sentada, se veía enseguida que era muy bajita. No se levantó, y Mitsui, instintivamente, se acercó más a ella.



- ¿Y que te trae por aquí? – preguntó la anciana.



- Nada en especial, sólo he subido un momento para ver el templo – explicó el mvp.



- ¿Cómo te llamas, muchacho?



- Mitsui. Hisashi Mitsui.



La anciana clavó en él sus ojos negros, de tal manera que el chico se intimidó un poco.



- ¿Cuándo es tu cumpleaños, Mitsui-kun? – preguntó de pronto.



- El 22 de mayo, ¿por qué?



- Falta poco… - murmuró sin contestar a su pregunta - ¿Quieres un regalo de cumpleaños adelantado, Mitsui-kun?



Era la segunda vez que pronunciaba su nombre al final de una frase, y el muchacho empezaba a sentir escalofríos. Sólo se encogió de hombros.



- Dame las manos.



Mitsui obedeció. Al principio le dio un poco de reparo notar la piel tan arrugada y áspera de la anciana, pero enseguida se olvidó de ello, porque de pronto todo a su alrededor empezó a girar de manera vertiginosa, y Mitsui, más sorprendido que asustado, intentó soltarse pero no pudo. A los pocos segundos todo se volvió negro.



Abrió los ojos pensando que se había desmayado y despertado a los pocos segundos, pero enseguida se dio cuenta de que no estaba en el santuario. Miró alrededor y supo que algo iba mal: no podía distinguir nada con claridad, sólo que se encontraba en un espacio interior, una especie de gran sala. Todo era borroso y oscuro. Había sombras que se movían y pronto supo por sus voces que eran personas.



- No me puedo creer que esto haya sucedido de verdad…



Era una voz femenina que le resultaba familiar, sin embargo, no pudo reconocerla, quizás por los sollozos que la acompañaban.



- ¿Cómo no nos dimos cuenta antes? Podríamos haberlo evitado…



Esta vez era una voz grave, masculina, y también familiar, pero tampoco consiguió identificarla. Al igual que la voz que había escuchado primero, sonaba desgarrada.



- Él era tan… oh dios mío, que idiotas hemos sido…



- Nosotros éramos sus amigos, sus compañeros, es nuestra culpa…



- Y pensar que hoy era el partido contra Ryonan… él no tendría que estar aquí… esto es como una pesadilla…



- No, no lo es…



Empezaba a desesperarse al no reconocer las voces, cuando cayó en la cuenta de algo. “¿Era?”.



“¿Qué ha pasado aquí?”, se preguntó angustiado, intentando enfocar su vista sin conseguirlo.



Y como respuesta a su pregunta, se escucharon nuevamente voces masculinas.



- No me puedo creer que se matara… no, no puede ser, no puede ser verdad…



“¿Que se matara?”



“¿Quién ha muerto?”



Y de repente comprendió donde estaba. Estaba en un funeral.



Volvió en si con el corazón acelerado y sintiéndose muy mareado. Estaba de pie, frente a la entrada del templo, solo. Miró alrededor pero no vio a la anciana. Llamó a la puerta pero nadie contestó.



xXx



- ¡Ey Michy! ¿Sucede algo?



Mitsui se giró hacia él sin dejar de botar el balón con su mano izquierda, y le miró fijamente.



- No, no pasa nada – respondió - ¿Y tú, Sakuragi? ¿Estás bien? ¿Cómo va tu espalda?



- ¡Te agradezco que te preocupes por este genio, Michy, pero estoy perfectamente y lo sabes! ¡El gran Hanamichi Sakuragi es indestructible! ¡WAHAHAHAHA! – alardeó el pelirrojo.



“No, no puede ser él”, pensó Mitsui. “Está completamente recuperado de la lesión, sale con Haruko y además es un chico demasiado optimista…”.



- Mala hierba nunca muere… - se escuchó una voz fría tras ellos.



- ¡¿Qué?! ¡Maldito Rukawa! – exclamó Sakuragi furioso. De pronto su semblante cambió - ¡Ya lo sé! ¿Estás preocupado porque sabes que ahora que estoy recuperado voy a ganarte, verdad, zorro? – preguntó con los ojos brillantes y maliciosos, señalándole con un dedo.



- Sueña… - se burló el chico de ojos azules sin cambiar su expresión.



“Y Rukawa tampoco… a ese no le importa nada…”



Mitsui se olvidó de la pelea entre esos dos y miró preocupado el calendario que colgaba en una de las paredes del gimnasio. Estaban a día 14 de noviembre, lunes, y el domingo 20 tenían partido contra el Ryonan, clasificatorio para el campeonato de invierno. Eso significaba que si la pesadilla, visión o lo que fuera con lo que le había obsequiado esa anciana era cierto, contaba con sólo seis días para descubrir quien del equipo tenía planeado suicidarse. Y lo peor de todo es que no podía contarle eso a nadie para pedir ayuda o creerían que estaba loco.



“Quizás sí lo estoy”, se dijo. ¿Cómo podía pensar siquiera que ese extraño sueño podía volverse realidad? Pero había estado pensando en ello desde la tarde anterior cuando sucediera, y sólo había sacado una conclusión: el dato del partido contra Ryonan era demasiado preciso como para no hacer caso.



- Mitsui-sempai, ¿seguro que estás bien? – Ayako también notaba extraño al chico de tercero.



- Sí, estoy bien.



La miró detenidamente y también echó un vistazo a Haruko.



“No, se trata de un chico… En la visión hablaban de él



- Ok. Pero si necesitas algo dilo, ¿eh? – insistió la chica.



- Si, antes de que vuelvas a desmayarte – rió Sakuragi apareciendo de nuevo a su lado.



- Idiota…



El entrenamiento empezó con un partidillo de precalentamiento. Todos notaron que el número 14 del Shohoku estaba desconcentrado, y no acertó una sola canasta, pero nadie se atrevió a recriminárselo. Tras la marcha de Akagi y de Kogure del equipo para dedicarse por completo a los estudios, él era el único de tercer curso, y aunque el capitán era Miyagi, todos le respetaban aún más a él.



Dos horas después la práctica terminó. En las duchas, Mitsui dejó de observar uno por uno a sus compañeros tal y como había hecho durante toda la tarde, no fuera que pensaran lo que no era. Al acabar se vistió y salió de los vestuarios, topándose con Ayako y Miyagi que estaban discutiendo.



- Te he dicho que no – decía Ayako con cara de malas pulgas.



- P-pero Aya-chan… - suplicaba Ryota.



- ¡Que no! ¡Y no me lo vuelvas a preguntar!



Ayako se marchó dejando al pobre Ryota sollozando.



“¿Podría ser que…?”



Mitsui se acercó a su amigo y le puso una mano en el hombro.



- ¿Qué sucede, Miyagi?



El tono preocupado de Mitsui sorprendió un poco a Ryota, sin embargó no dudó en contestar.



- La he invitado al cine y me ha dicho que no… otra vez…



- Entiendo… bueno, ¿nos vamos juntos y me lo cuentas todo?



Ahora sí que el capitán del Shohoku estaba sorprendido del todo, pero igualmente aceptó. De esta manera Mitsui y Miyagi salieron del gimnasio y se encaminaron juntos hacia sus casas, que no quedaban muy lejos una de la otra.



- No hay mucho que contar… - suspiró Ryota – Ni siquiera le pido que sea mi novia, sólo que me deje invitarla al cine o a tomar algo, y ni eso… no sé que hacer…



“Mientras no sea suicidarte”, pensó Mitsui recordando películas en que el protagonista se quitaba la vida para demostrar su amor a la chica. Pensó que consejo podía darle.



- Tienes que seguir intentándolo, no puedes rendirte – le dijo al cabo de unos segundos – Aunque yo de ti dejaría pasar un poco de tiempo…



- ¿Dejar pasar tiempo?



- Sí… creo que Ayako está demasiado acostumbrada a que estés pendiente de ella… Déjala en paz una temporada, que se de cuenta de que no lo es todo para ti…



- Pero es que lo es todo para mí – repuso el chico más bajo.



- Pero Ayako no tiene por qué saberlo… - continuó Mitsui – Pasa de ella un par de semanas, que se dé cuenta de lo que se pierde… y quizás entonces incluso será ella la que te pida una cita.



Ryota le miró como a un salvador.



- ¡Claro! – exclamó - ¡Mitsui, eres un genio!



- Lo sé… - dijo el mvp con una pequeña sonrisa de prepotencia.



xXx



Jueves. Faltaban tres días para el partido contra Ryonan, y Mitsui no sabía que hacer. Aunque hubiera hablado ya con Miyagi, quien ya había puesto en marcha el plan, dudaba mucho de que fuera él el protagonista de su visión, y no podía esperar al domingo para comprobarlo, así que seguía sin saber a quién tenía que ayudar.



También había hablado ya con otros miembros del equipo, de hecho con casi todos. Se interesó por ellos y por sus vidas y dio consejos a los que le contaron sus problemas lo más disimuladamente que pudo, pero no lo consiguió del todo. Esa mañana Mitsui se había enterado de que circulaba por Shohoku el malintencionado y vergonzoso rumor que quería dedicarse a la psicología y poner un consultorio sentimental, y que por ello estaba practicando con sus compañeros de equipo.



“Encima que intento ayudarles…”, pensó mosqueado.



Algo que también había intentado sin éxito fue hablar de nuevo con la anciana. Había pasado cada día por el templo y ni rastro de ella.



Aquella tarde tuvieron visitas durante el entrenamiento. Akagi y Kogure se pasaron a verlos, y Mitsui cayó en la cuenta de que aunque esos dos ya no formaban parte del equipo, habían venido a verlos a todos los partidos.



“¿Y si fuera uno de esos dos?”



Aprovechando que había terminado el primero unos ejercicios de calentamiento, se acercó a saludarlos, con la intención de quedar con alguno de los dos o ambos e intentar averiguar si algo malo les pasaba. Pero no había dado ni tres pasos, cuando una serie de flashes pasaron a toda velocidad por su mente, dejándolo aturdido y semi-inconsciente durante unos segundos.



- - - Flashback - - -



- ¿Cómo no nos dimos cuenta antes? Podríamos haberlo evitado…



- Él era tan… oh dios mío, que idiotas hemos sido…



- Nosotros éramos sus amigos, sus compañeros, es nuestra culpa…



- Y pensar que hoy era el partido contra Ryonan… él no tendría que estar aquí… esto es como una pesadilla…



- No, no lo es…



- - - Fin del flashback - - -



Esas voces… empezó a reconocerlas… eran Ayako, Akagi, Miyagi… pero había alguien más hablando…



- ¡Mitsui! ¡¿Mitsui, que te pasa?!



Enfocó la vista sobre el rostro angustiado de Kogure. A su lado y rodeándole, Akagi, Sakuragi, Ayako y Ryota también le miraban con preocupación. Se dio cuenta de que estaba semitumbado en el suelo de la cancha, siendo sujetado por Rukawa, quien supuso era el que estaba más cerca de él antes de desmayarse.



- Mitsui, ¿qué te pasa? – repitió el chico de lentes - ¿Te encuentras bien?



- Sí… sólo ha sido un mareo – dijo con voz cansada mientras se levantaba, soltándose de Rukawa.



- ¿Un mareo?



- Sí… también es que hace días que no duermo nada bien… - confesó.



- ¿Y eso? – preguntó Akagi.



- Nada… cosas mías.



Sus compañeros se miraron entre ellos pero no insistieron más.



Kogure se ofreció para acompañarle a cambiarse, era el más preocupado por su amigo. Mitsui rechazó el ofrecimiento alegando que se encontraba mucho mejor y se fue solo a los vestuarios.



Ya estaba cambiado y se disponía a salir cuando se cruzó con Rukawa que entraba. No se paró, sabía que Rukawa no era de los que se despedían, por eso le sorprendió que el chico de aspecto zorruno le hablara.



- Si te encuentras mal no deberías entrenar – murmuró mientras se refrescaba la cara.



Mitsui volteó a verle un momento a través del espejo de los lavabos. Le vino a la mente el uno contra uno que jugaron poco antes del campeonato nacional y sonrió para sus adentros. Reconocía que en aquella ocasión se había comportado de manera muy infantil, Rukawa tenía sólo quince años pero él tenía diecisiete y aún así discutió con él como su fueran niños de primaria.



- Ya lo sé – gruñó antes de salir.



La cabeza de dolía una barbaridad. Caminaba deprisa para llegar cuanto antes a su casa y tumbarse en la cama, pero al pasar por delante de la escalinata de piedra que conducía al santuario no lo dudó y subió por ella. Esta vez tuvo suerte y encontró a la extraña anciana sentada en la puerta del templo. Olvidándose de la educación y el respeto por los mayores tan inculcado en Japón, se dirigió a ella en voz muy alta y nervioso.



- ¡Usted! – exclamó señalándola - ¿Qué clase de regalo fue ese? ¡Me estoy volviendo loco!



La anciana le miró seria y sin inmutarse, y se tomó su tiempo para contestar, lo que puso aún más nervioso al chico.



- La visión no era el regalo – dijo simplemente.



- ¿Ah no…? – preguntó Mitsui algo descolocado - ¿Entonces?



- El regalo será no perder a alguien querido… pero aún no lo has recibido, y puede que no lo recibas sino llegas a tiempo…



xXx



Mitsui se estaba consumiendo por los nervios y llevaba casi una semana sin dormir. Al día siguiente jugaban contra Ryonan y no había avanzado ni averiguado nada de importancia sobre sus compañeros. El entrenamiento matutino de ese sábado estaba por comenzar, y todos los miembros del equipo se situaron alrededor del capitán esperando sus instrucciones.



¿Todos?



De pronto a Mitsui le faltó el aire. No, no estaban todos.



Faltaba Rukawa.



Respiró hondo para tranquilizarse pero no lo consiguió. Intentó recordar la presencia o la voz de Rukawa en su visión pero nada. Aún así no tenía que precipitarse, aún le quedaba un día para…



Palideció. Faltaba un día… para el funeral. No para el suicidio.



Eso significaba que quizás hoy…



- ¿Y el zorro? ¿No ha venido? – se extrañó Sakuragi.



- No, y es muy raro. Nunca había llegado tarde ni se había saltado un entrenamiento – comentó Ayako. Iba a añadir algo más pero de pronto se encontró con Mitsui justo delante suya - ¿Mit…?



- Dónde vive – preguntó el mvp con voz helada.



- ¿Dónde vive Rukawa? – repitió la asistente.



- ¡Sí! – exclamó en voz muy alta asustando a todos - ¡¿Dónde vive Rukawa?!



Ayako tartamudeó la dirección, y antes de que pudiera preguntarle a su sempai que le pasaba, éste salió corriendo del gimnasio.



Corrió lo más rápido que pudo, sin apenas mirar al cruzar las calles, lo que a punto estuvo de costarle un atropello. Mientras corría, no dejó de preguntarse que rayos le podía pasar a Rukawa como para hacer semejante tontería, y también sintiéndose mal y estúpido por haberlo descartado de buenas a primeras. También se preguntó que haría en caso de no encontrarle en casa.



Llegó a la dirección que le había dicho Ayako en apenas cinco minutos, eso sí, sudado, jadeando y sin aire. Era una bonita vivienda familiar de una sola planta, similar a todas las de aquel barrio. En el jardín identificó la bicicleta de Rukawa apoyada en la pared del garaje. Un poco encogido tratando de recuperarse, se apoyó a un lado de la puerta y tocó el timbre. Le abrió un hombre alto y moreno, no muy joven, pero demasiado como para ser el padre de Rukawa, aunque se parecían como dos gotas de agua, sobretodo en la expresión fría. Supuso que sería un hermano mayor.



- B-buenos días… - bufó aún resentido por la carrera - ¿E-está Kaede Rukawa…?



El hombre le miró de arriba abajo antes de responder.



- No, ha salido hace un rato… - explicó secamente - ¿Quién eres?



- ¿Ha salido? – se desesperó Mitsui, olvidándose de contestar a la pregunta - ¿Y adónde ha ido?



- Y yo que sé, no tengo por qué pedirle cuentas a ese imbécil – repuso el hombre con cara de fastidio, justo antes de cerrarle la puerta en las narices.



Mitsui se quedó sin saber qué pensar ni mucho menos que hacer. Se preguntó si aquel hombre y su desprecio tenía algo que ver con lo que Rukawa estaba a punto de hacer… o con lo que ya había hecho.



“¡No, no, no!”



¿Dónde estaría? Miró a su alrededor desorientado buscando la respuesta.



“Vamos a ver…”, intentó pensar con sangre fría, “Si yo fuera un chico de quince años y quisiera matarme, suponiendo que sin tiempo para planear algo muy rebuscado, ¿cómo lo haría?”



“Para cortarme las venas o tomarme un bote de pastillas me quedaría en casa, pero él ha salido… y para tirarme desde una azotea necesitaría un edificio muy alto… o un puente… pero por aquí cerca no hay ninguno…”



“Un edificio muy alto…”



“Una azotea…”



Se le aceleró el corazón al recordar las veces que había visto a Rukawa en la terraza del edificio del instituto desde la ventana de su aula. Las alturas no le asustaban. Clavó la vista en uno de los edificios del centro que se veía perfectamente desde su posición, un centro comercial muy conocido de muchas plantas.



Y con el corazón a mil, empezó a correr hacia él.



xXx



Tuvo que esconderse de dos encargados para poder acceder a las escaleras que conducían a la azotea del centro comercial. Mientras subía los escalones de tres en tres, se debatía entre dos deseos; por un lado, que estuviera equivocado y no encontrarse a Rukawa a punto de tirarse, y por el otro, que sí, evitarlo, y acabar de una vez con esa opresión y angustia en el pecho que no le dejaban dormir desde hacía una semana.



Cuando abrió la puerta metálica que daba a la azotea y salió al exterior, a pesar de todo lo que se había comido la cabeza, supo que no estaba preparado para enfrentarse a algo así, y se arrepintió de no haber hablado con nadie ni pedido ayuda.



Rukawa, encaramado al pretil de la azotea, se giró de inmediato pero con cuidado al escuchar el ruido de la puerta y miró más que sorprendido a Mitsui, abriendo los ojos más de lo normal.



- Rukawa… - fue lo único que alcanzó a susurrar el chico mayor.



- ¡¿Mi-mitsui?! – exclamó atónito, como si hubiera necesitado escucharle para saber que realmente estaba allí.



- Rukawa no lo hagas… - suplicó de inmediato sin atreverse a caminar hacia él.



- ¡¿Mitsui, qué coño haces aquí?!



- Es… es una larga historia…



Mitsui respiró hondo y se decidió a dar un paso hacia el chico más joven. Pero ya no se atrevió a dar más cuando Rukawa levantó su mano indicándole que se detuviera.



- No te acerques – ordenó recuperando su expresión fría y serena habitual.



- Está bien, no lo haré – aceptó Mitsui – Pero Rukawa, escúchame por favor… no lo hagas. No hagas esta tontería.



- ¿Por qué dices que es una tontería, eh? – cuestionó el chico más joven con voz dura – No sé que haces aquí, pero dime, ¿cómo sabes que es una tontería lo que voy a hacer y no algo que necesite? Dime, Mitsui, ¿qué sabes de mí? ¡Contesta!



Aunque Mitsui no contestó, la respuesta era tan evidente que dolió. Nada. No sabía nada de Rukawa. Lo había descartado desde el principio pensando que era un insensible y que no le importaba nada y no se había molestado ni en intentarlo.



Pero tenía que hacer algo; aquello no pintaba en absoluto bien. Y entonces decidió jugársela: si no sabía nada de Rukawa, supondría. Se esforzaría para recordar todos y cada uno de los detalles que pudieran ayudarle a comprender a ese chico antes de que fuera demasiado tarde.



- ¿Es por tu hermano, verdad?



Bingo. Rukawa se quedó de piedra.



- Crees que no sé nada de ti pero te equivocas – continuó Mitsui, y aprovechando el momento dio dos pasos más hacia él – Sé como te trata tu hermano. ¿Por qué se lo permites, Rukawa?



Una ráfaga de viento alborotó el pelo del chico encaramado. Rukawa era alto pero no corpulento, y Mitsui empezó a temer que un golpe de viento le hiciera caer al vacío.



- ¿Cómo no voy a permitírselo…? – preguntó Rukawa algo ausente, parecía hablar más consigo mismo que con Mitsui – No tengo a nadie más…



- Eso es mentira, Rukawa… - le contradijo enseguida – Nos tienes a nosotros, a tus amigos…



- No me hagas reír… - murmuró, y eso a Mitsui le pareció imposible.



- No es mi intención hacer bromas en este momento… - repuso con calma.



Rukawa sólo le miró sin decir nada, con los ojos tristes, vacíos. Mitsui tuvo un mal presentimiento y se acercó un poco más, pero el número 11 del Shohoku le detuvo de nuevo alzando un poco su mano.



- Te lo agradezco, Mitsui, de verdad… - musitó con voz cansada – Pero yo… no aguanto más.



- ¿Por qué? – se desesperó Mitsui - ¿Por qué, Rukawa? – repitió.



- No sabes lo que es… - empezó a contar en un murmullo – No sabes lo que es que cada día, absolutamente cada día, desde hace cinco años, te digan que tus padres murieron por tu culpa…



- ¿Eso te dice tu hermano? – se sorprendió el mvp, mirándole con los ojos muy abiertos.



- … - Rukawa sólo asintió con la mirada baja, a la vez que recordaba una vez más imágenes difusas de un accidente de tráfico, la única vez que sus padres le fueron a buscar en coche al colegio porque se encontraba mal.



- ¿Y lo vas a arreglar así? – Mitsui se sobrepuso a su curiosidad y estupor y le encaró - ¿Tirándote desde una azotea? ¡No seas tan cobarde! – gritó.



Rukawa ya no contestó, sólo se encogió de hombros y miró de nuevo hacia la calle, muchos pisos abajo. Mitsui se desesperó al comprobar que estaba demasiado lejos para detenerle.



¿De verdad que no podría hacer nada?



¿Rukawa iba a matarse delante de sus narices?



Rompió a llorar de pura impotencia. Rukawa giró la cabeza nuevamente hacia él sorprendido al escuchar el sollozo.



- ¿Por qué lloras…? – preguntó con falsa indiferencia.



Mitsui ahogó su llanto y contestó sin pensarlo.



- Porque no quiero que te pase nada… no quiero… perderte…



Después de esa frase dicha por Mitsui, ambos se quedaron mirando como sino existiera nada más, hasta que Rukawa habló.



- No me conoces… - susurró en voz muy baja.



- Pero quiero hacerlo… - murmuró Mitsui en el mismo tono.



De pronto el chico mayor empezó a marearse. Aquello estaban siendo demasiadas emociones en pocos días. Dio un paso más hacia un lado y se apoyó con la mano en el pretil, a un escaso metro de Rukawa, con el rostro pálido y sudando.



- ¿Mitsui? ¿Qué sucede? – preguntó Rukawa angustiado.



Al no obtener respuesta, Rukawa dudó, pero finalmente se agachó un poco dispuesto a sentarse y así bajar del pretil. Mitsui no desaprovechó la ocasión. Antes de que se arrepintiera, saltó el metro que le quedaba de distancia y agarrando a Rukawa de la ropa, le hizo caer de espaldas hacia el interior de la terraza, situándose él encima y sujetándole furioso del cuello de la camiseta.



- ¡¿Se acabó la tontería, me oyes?! – le gritó acercando sus rostros a la fuerza.



- ¡Me has engañado! – gritó Rukawa a su vez, intentando zafarse - ¡Eres un…!



¡Plaaaf!



No pudo completar la frase. Mitsui pasó a sujetarle la camiseta sólo con la mano izquierda y de una sonora bofetada le dejó la cara mirando hacia otro lado. Cuando Rukawa, algo descolocado pero igual de furioso, quiso mirarle de nuevo y devolverle el golpe, sucedió algo que le descolocó aún más. Mitsui le agarró de la nuca y le besó en los labios.



Rukawa se quedó tan estupefacto que no atinó a reaccionar: ni devolvió el beso ni intentó separarse. Sólo se quedó quieto saboreando el gusto de los finos labios de Mitsui hasta que la falta de aire le hizo colocar las manos en su pecho débilmente.



Mitsui se separó y enfrentó su mirada confusa.



- No vuelvas a decir que no tienes a nadie… - dijo antes de volver a besarle.



Esa vez Rukawa sí que respondió el beso.



xXx



Dos semanas después.



- ¿Os habéis enterado? – preguntó Yasuda a sus compañeros de equipo de camino a los vestuarios.



- ¿De qué? – preguntó Shiozaki a su vez.



- Mitsui-sempai y Rukawa están viviendo juntos en casa del primero.



- ¿En serio?



- Sí, algo había escuchado – dijo Kakuta – Pero pensé que era un rumor.



- No, no lo es. Anteayer les vieron salir de su casa y venirse juntos al instituto.



Miyagi, Ayako y Sakuragi se acercaron al grupito por detrás habiendo escuchado toda la conversación.



- Chicos, no está bien ponerse a cotillear antes de la práctica – les riñó el capitán.



- ¿Vosotros sabéis algo? – preguntó Yasuda sin cortarse.



- Sí – admitió Ryota - ¿Por qué os interesa tanto?



- Sólo queremos saber que le pasa a Rukawa, si es porque tiene algún problema en su casa o algo… y si podemos hacer algo para ayudarle…



Sakuragi y Ryota se miraron entre ellos y sonrieron levemente.



- No os preocupéis, de eso se encarga Michy – rió Sakuragi.



- Pero…



- Veréis – interrumpió Ryota – Es cierto que Rukawa tiene problemas en casa. No quiere estar más allí, y el padre de Mitsui, que es abogado, va a ayudarle.



- ¿Ayudarle a qué? – preguntó Shiozaki.



- Con los trámites para que otra persona, y no su hermano mayor como hasta ahora, se encargue de su custodia. Si puede será él mismo, y sino, quizás el entrenador Anzai, aunque Rukawa se quedaría igualmente en casa de Mitsui.



Los chicos no comprendieron del todo la situación, pero si lo complicado del asunto. Sin insistir más, se quedaron un poco rezagados mientras Ayako se despedía momentáneamente de Ryota con un beso (el plan de Mitsui había funcionado a la perfección) y Sakuragi se adelantaban un poco y abría la puerta de los vestuarios.



La volvió a cerrar de inmediato de un portazo.



- ¿Qué pasa? – preguntaron.



- Ejem… esto… nada – sonrió y volvió a abrir la puerta.



Mitsui y Rukawa, alertados por el portazo, habían interrumpido el morreo que se estaban dando junto a las taquillas y se estaban cambiando como si nada hubiera pasado, aguantando estoicamente la mirada divertida del pelirrojo.



Se tardaron más de la cuenta, y cuando volvieron a quedarse solos, Mitsui se acercó de nuevo a su chico con aires de depredador.



- Ni se te ocurra – le paró Rukawa – Podría entrar alguien más.



- Está bien… - suspiró Mitsui, limitándose a darle un pequeño beso en la mejilla, y a continuación le susurró en el oído – Pero esta noche continuaremos…



Rukawa levantó una ceja interrogante.



- ¿Esta noche? – repitió.



- Mis padres no estarán – anunció Mitsui justo antes de salir al pasillo.



Rukawa se quedó mirando la puerta mientras un agradable escalofrío le recorría la espalda. Sonrió levemente y él también salió de los vestuarios y se encaminaron juntos hacia el gimnasio, donde sus compañeros, y por qué no, amigos, les esperaban para empezar con el entrenamiento.



Fin



****************

© Khira. Palma de Mallorca, 14 de Noviembre de 2005



N/A: Kyaaa no me lo puedo creer! He escrito un MitRu! Te das cuenta Morgana de lo mucho que me gustan tus historias? XDDD No sé cuando es tu cumpleaños pero que te parece como regalo adelantado? Un poco mejor que el de Mitsui, verdad XD? Pero el próximo intentaré que me salga mejor, este ha sido el calentamiento.



Feliz día MitRu 14/11 a todas! (he subido el fic un poco antes de tiempo porque no creo que mañana me pueda conectar en todo el día)



Me gustaría me dejaran su comentario para saber que les ha parecido… los contestaré con mucho gusto, aunque sean críticas, tomatazos o amenazas de virus para mi ordenador XD.



Besos desde Mallorca,



Khira



PD: La canción que sale al principio de la historia es ‘Cada nit’ (Cada noche) del grupo mallorquín Annegats (Ahogados). Si os interesa escucharla aquí tenéis un link donde poder bajarla:



http://s52.yousendit.com/d.aspx?id=0K3MMYCV8UBS83QHNPIAROVSHT



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