Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

UNA NOCHE MÁS DE MI VIDA A TU LADO por FuujoshiYaoi

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este es mi primer One-shot, he de decir que el Reituki es una de mis parejas favoritas pero al escribir esto no tenía en mente incluir a esta pareja, es más; estaba pensando en hace un Uruki pero se me ocurrió poner un "Aki" y ¡BOOM! Me dí cuenta de que quedó como anillo al dedo poner esa pareja, espero que ustedes piensen igual que yo XD.

La idea se me ocurrió cuando, hace unos días, mi hermana llegó de visita a mi casa con su hijo -de seis meses- en brazos y mientras vi que le estaba dando de comer me pregunté: ¿Cómo se vería Takanori-san dándole de comer a un bebé? y rápido fui por mi computadora jajaja; en fin, estoy satisfecha con la historia.

 

 

 

Disclaimer:

Los personajes aquí mencionados no son de mi propiedad (por desgracia -.-¨), pertenecen a la PSC.

Notas del capitulo:

Ok, el horrible acontecimiento pasó hace cinco meses - un mes después de que el pequeño Sora naciera- no le puse rostro al violador porque lo vi totalmente irrelevante el hacerlo, se me ocurrió que sería más divertido que ustedes utilicen su linda imaginación para que ustedes le pongan rostro al maldito que se atrevió a desonrrar a nuestro pequeño vocal xD

 

Llego a casa después de un largo día de trabajo, el subir hasta el octavo piso aun en el elevador me es pesado.

Una vez que he abierto la puerta principal del departamento que compartimos me golpea con fuerza el agradable olor de la cena recién preparada, me quito los zapatos en el genkan y me adentro en nuestra casa, caminado por el corto pasillo que lleva a la pieza donde está la sala-comedor escucho risas y grititos provenientes del interior, abro la puerta y una hermosa escena me recibe: tú estás jugando con nuestro hijo, ambos están en la alfombra: nuestro pequeño recostado y tú con las piernas cruzadas.

Sonríes.

-            Estoy en casa - digo y tú al escucharme te volteas con una hermosa sonrisa, te levantas y te acercas a mí donde gustoso te recibo con un abrazo y un tierno beso donde impregno todo mi amor, al separarnos me dices “bienvenido, la cena está lista. Te esperábamos” para después alejarte a la cocina donde servirás la comida; me quito el saco y la corbata y las cuelgo en el perchero. Oigo pequeños berrinches y sé que es nuestro pequeño reclamando por atención, me acerco a él y lo cargo cuando al verme una hermosa sonrisita sin dientes aparece, le doy un beso tronado en la mejilla y juego con él alzándolo en brazos al aire lo que provoca las risillas que escuché recién al entrar a casa aparecieran; una sonrisa de satisfacción se instaló en mis labios, al oír tu llamado me acerqué junto con nuestro hijo a la mesa donde un delicioso plato que contenía la cena estaba en mi lugar, luego apareciste tú con otro en manos depositándolo en el lugar que tú ocupabas: a mi derecha. Nos sentamos y antes de que tú probaras bocado alguno me pediste que te diera al bebe y al dártelo tomaste un pequeño tazón que había en la mesa que contenía verdura molida y comenzaste a darle de comer, te esmerabas en hacer que la comida no se le cayera de la boca, te veías tan tierno. Esperé a que el niño terminara de comer para cenar juntos.

La cena estaba fría.

 

Cuando acabamos de comer te levantaste y me diste a nuestro pequeño “voy en un momento”, nos sonreímos y me fui a la sala para ver un poco de televisión y tú comenzaste a levantar los trastes de la mesa y llevarlos a la cocina donde escuché te pusiste a lavarlos, quince minutos después te acercaste a nosotros con una sonrisa, nuestro hijo –sentado en mis piernas- comenzó a moverse como loco indicando que tu presencia le gustaba, te acercaste y lo abrasaste, le diste un beso en su frente y a continuación te sentaste junto a mí, muy pegados, en el sillón más grande; te abracé por los hombros y recargaste tu cabeza en mi hombro derecho donde me acerque a tus cabellos y me recargue aspirando tu agradable aroma, cerré los ojos dejando de prestar atención a mi alrededor y poco rato después comencé a dormitar, tu aroma y tu presencia a mi lado me hacían sentirme relajado y feliz.

“Aki, despierta cielo” oí tu suave voz y sentí el cómo me movías suavemente para despertarme, cuando nos levantamos del sofá pude percatarme que nuestro hijo ya estaba dormido y tú lo tenías en brazos, nos dirigimos a su habitación y con sumo cuidado lo depositaste en su cuna donde al tocar el suave colchón el pequeño se removió algo incómodo pero tú pusiste una  de tus manos en su pequeña cabeza y él se calmó, tomé la pequeña cobijita y lo tapé hasta la barbilla: esta noche estaba algo fresca y no quisiera que se enfermara. Después de cerrar la puerta de madera blanca con mucho cuidado, me pediste que me adelantara a nuestra habitación porque tenías que cerrar las puertas y ventanas de la casa y yo acaté tu petición informándote que por cualquier cosa yo estaría en la ducha.

Abrí la llave de la regadera y dejé que el agua tibia resbalara por mi desnudo cuerpo destensando mis agarrotados músculos por estar todo el día en la oficina, no pasaron ni cinco minutos cuando siento que estás detrás de mí tallándome la espalda y yo te lo agradezco. Después de diez minutos en los que te dedicaste a consentirme saliste de la regadera para que terminara de enjuagarme el shampoo; salgo de la regadera y me seco los cabellos con una toalla, me enrollo otra en la cintura una vez que hube terminado de secarme el cuerpo y salí del baño, te encontré sentado en tu lado de la cama con el pantalón de pijama y concentrado abrochándote el camisón de la misma, no te habías dado cuenta de mi presencia pero no me molestó porque así pude observarte: como amo hacerlo, siempre lo hice, desde que te conocí me encantó tu forma de ser y tu forma espectacular de vestir, pero últimamente eso ha cambiado, aun cuando fuera ropa para dormir siempre buscabas alguna que te cubriera perfectamente el pecho.

Y el por qué me dolía.

 

Me acerqué a ti y tú todavía no habías acabado de abrocharte los botones del camisón, al verme, me sonreíste como siempre pero tus manos se aferraron a la tela que ocultaba tu pecho, no querías que viera tu cuerpo, lo sé, pero yo siempre te he amado y nunca me importó lo que pasó y siempre te lo he hecho saber pero a pesar de todo: de ser un matrimonio, de tener un bello hijo y de hacerte el amor en incontables veces te rehúsas a que vea con libertad tu pecho y eso me pone triste.

“Aki, no…” me imploraste cuando estaba a punto de tocar tus manos para apartarlas del camisón, rehuías a mi mirada, tu rostro estaba sonrojado y tus ojos húmedos… Ya no te dije nada ni tampoco te toqué, lentamente me alejé de ti y fui a ponerme mi ropa, tú seguías con la cabeza gacha, sin decir una palabra ambos nos acostamos en la cama: los dos en la orilla contraria al otro, tan apartados… Esta noche no podría dormir porque me tenías tan acostumbrado a sentir tu calor cerca de mi cuerpo, me habías acostumbrado a rodearte con mis brazos para dormir los dos abrazados, pera esta noche no sería así.

No me puso triste el hecho de que no hayamos hecho el amor, no, de hecho esas no eran mis intenciones pero si tú me lo hubieras permitido yo no me hubiera negado porque te amo y esa es otra forma de demostrártelo… Lo que me dolió fue que no me permitiste tocarte siquiera, sentí como mi corazón dejó de latir cuando me dijiste aquellas palabras, quise llorar pero no lo hice, uno de los dos tenía que ser el pilar, para ambos.

Volteé a ver al despertador que estaba en la mesita de noche de mi lado de la cama “1:45” marcaba, los autos en la calle no dejaban de circular haciendo que nuestra habitación no estuviera tan en silencio y eso me alegraba, un poco, pero lo hacía porque así no me sentía tan presa de tu rechazo, no logro concebir como nuestra vida cambió tan drásticamente, y aunque hacemos como si nada hubiera pasado y tratamos de seguir con nuestra vida sé que muy en el fondo tú estás sufriendo y lo afirmo cuando te quedas viendo a la nada con ojos sombríos o cuando te crees sólo y sueltas un suspiro cansado o cuando piensas que estoy distraído y que no te estoy viendo… Pero lo hago, siempre te observo porque nunca me ha gustado perderme ni un segundo de tu perfecta presencia pero tu mirada triste me dice que no eres feliz del todo: tu mirada aterrada que intentas ocultar cuando me voy al trabajo con una sonrisa o esa  mirada de alivio que muestras una vez que llego a casa porque sabes que ya no estarás sólo, eso me demuestra que aún tienes miedo y crees que no me doy cuenta pero lo hago… Pero yo no puedo quedarme todo el día en casa como quisieras – yo también quiero-: debo trabajar para poder mantenernos, para mantener a nuestro bebé y, tú no lo sabes pero he estado ahorrando durante los últimos meses para poder rentar otro departamento lejos de éste para que tú estés feliz y tranquilo y no tengas que preocuparte cada vez que te quedes sólo…

Para que volvamos a ser felices de nuevo.

 

2:20 de la mañana y solo unos cuantos carros circulaban por las calles y aún no he podido dormir ni un poco, siento como te levantas de la cama: el bebé no ha llorado por lo que supongo irás al baño pero no, sales de la habitación y caminas por el pasillo oscuro hasta que no logro distinguirte entre la oscuridad, me intriga qué harías a estas horas, no enciendes las luces y la forma en la que saliste de la habitación fue un tanto apresurada, realmente tengo curiosidad pero no me levanto.

 

 

Ya has tardado en regresar y estoy algo preocupado, sé que no has salido de la casa porque es demasiado tarde y te da miedo, pero no sé qué tanto estás haciendo, así que me levanto de la cama y salgo de la habitación, a lo mejor y estás con el bebé pero esta teoría queda descartada al corroborar que la habitación de nuestro hijo está igual a como la dejamos horas antes, solamente me acerco a ver si el niño está bien y al asegurar las ventanas, salgo de la habitación cerrando la puerta quedamente para no espantarlo y hacerlo llorar; me quedo parado en el pasillo viendo por donde tú caminaste pensando que a lo mejor estarías en la sala sentado en el sofá, no durmiendo porque tú odias dormir lejos de mí, pero a lo mejor haciendo algo más. La luz de la luna se colaba por la rendija de la puerta que separaba a la sala del resto de la casa, abro la puerta en silencio y veo a tu figura sentada en el sillón individual: estás viendo por el ventanal, tus rodillas están pegadas a tu pecho y las estás abrazando, pareces un niño pequeño siendo iluminado hermosamente por la luna pero también me percato que tu cuerpo está sufriendo pequeños espasmos y sé que estás llorando cuando te llevas una mano a la boca para acallar un fuerte sollozo que intentó escapar de tu boca, mi corazón dio un vuelco al ver que estabas sufriendo pero más me dolía el no ser cómplice en tu dolor.

-          ¿Taka, estás bien? – Te espantaste al oír mi voz, yo me acerqué e intenté tomarte de los hombros pero tú te alejaste de mí como si te hubiera hecho daño, como si mi tacto fuera de lava que al tocar tu piel esta sufriera graves quemaduras: otra vez el dolor en mi corazón volvió y con ello las ganas de llorar regresaron, me aparté un par de pasos de ti y tú al ver mi reacción abriste los ojos y un nuevo sollozo cubierto por tu mano escapó de tu boca, yo ya no te dije nada, quería saber qué te pasaba, que compartieras tu dolor conmigo porque me mataba el verte así pero en el acto tú también me lastimabas y entonces sentía que sufría el doble y aunque sabía que tu dolor era mayor que el mío aun así no podía evitar que me doliera.

-          Aki, yo de ver-verdad lo siento – me dijiste entre sollozos, ya habías quitado la mano de la boca y la colocaste, las dos, sobre tu pecho apretándote la ropa fuertemente-. Lo siento…

-          Yo sólo quiero ayudarte… - niegas con tu cabeza.

-          Me doy asco, Aki. Estoy sucio… - haces una mueca de asco y al fin te atreves a mirarme a los ojos, siempre he amado tus ojos azules, en este momento no logro ver su color pero la luz de la luna hace brillar tus mejillas húmedas por tus lágrimas. Al ver mi cara de desapruebo a tus palabras, rápidamente apartas la mirada – Ya no soy digno ti y de verdad lo-lo siento.

-          ¿Qué estás diciendo, Takanori? Yo te amo, claro que eres digno de mí – intenté de nuevo acercarme a ti pero otra vez se alejaste -. Taka…

-          Creo que… - Me miraste de nuevo con tus ojos y tus mejillas húmedas, tu cuerpo todavía sufría espasmos por el llanto que no cesaba, deseaba tocarte, abrazarte- Akira, me iré de la casa y, también me llevaré Sora…

-          ¡¿Qué?! – Lo interrumpí espantándolo ¿cómo que se iría de casa? ¡no! Tampoco quiero que me aleje de mi hijo… No quiero alejarme de ninguno de los dos- No puedes irte, Takanori, no quiero que te vayas – solté el sollozó que estaba intentando retener -, no quiero que me alejes de ti ni de mi pequeño. Ustedes son mi vida…

Nos quedamos ambos en silencio, los dos llorábamos, cada quien en su sitio, iba a decirte algo pero el llanto de nuestro hijo no me dejó siquiera articular palabra alguna, tú, limpiándote con el dorso de tus manos las lágrimas que no dejaban de salir pasaste a mi lado con la cabeza gacha dejándome en medio de la pieza, sólo escuché cerrar la puerta y me dejé caer de rodillas al suelo, mis piernas ya no lograban mantenerme en pie, era demasiado, apreté mis puños enterrándome así mis uñas, el dolor en mi corazón no paraba al igual que mis lágrimas ¿esto es un adiós para siempre?, ¿a dónde irá? Yo lo amo y no quiero que se valla…

La sangre en mis piernas estaba dejando de circular correctamente haciendo que un molesto hormigueo apareciera, no sé cuánto tiempo estuve en el suelo llorando, no sé qué estás haciendo estos momentos porque los llantos de nuestro hijo cesaron hace rato, salí de la sala y caminé por el corto pasillo, la habitación de Sora tenía la puerta abierta, entré y ya no estabas ahí, me acerqué a la cuna donde mi pequeño dormía y sí, ahí estaba durmiendo sin preocupación alguna, como me hubiera gustado ser él en este momento. Salí cerrando la puerta de su habitación lentamente y arrastrando los pies me dirigí a mi habitación, de un momento a otro un enorme cansancio se apoderó de mí, las emociones vividas en un lapso tan corto de tiempo y sumándole que no he dormido nada me han pasado factura, me quedo en el marco de la puerta viendo que estás sentado en  mi lado de la cama con la cabeza gacha, ya no llorabas, lo sé porque no escucho sollozo alguno, las cortinas corridas dejaban entrar la luz de la luna y las luces de la calle pudiendo así distinguir con claridad cada cosa que había en la habitación. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, mi sangre hervía, sentía mi piel caliente: tenías agarrada con fuerza tu camisón, ese camisón que no me dejaba verte el pecho Taka; cerré la puerta fuerte y te sobre saltaste sobre la cama volteándote a verme con los ojos bien abiertos, me acerqué a ti decidido y  creo que adivinaste lo que quiero hacer porque intentaste pararte pero te lo impedí posicionándome sobre ti y tirándote algo rudo sobre la cama, comenzaste a retorcerte, no querías que lo hiciera pero yo estaba ensimismado en que lo haría, tenía que hacerlo; gritabas que me detuviera y enterrabas tus uñas en mis brazos desnudos, con ambas manos tomé las tuyas y las posicioné por encima de tu cabeza, retorcías tus piernas intentando liberarte, solté unas de mis manos –dejando las tuyas fuertemente agarradas por una sola de mis manos- y la bajé hasta el cuello de tu ropa, tus ojos se abrieron llenos de terror y tristeza y me miraste suplicándome mudamente a que no lo hiciera, sentía tu pecho subir y bajar alteradamente bajo mi mano, dolía verte así de asustado y me mataba el saber que soy yo el que te causa estas horribles sensaciones pero necesitaba hacerlo, por ambos.

-          Akira, por favor… - susurraste con voz lastimera. Mi mano temblaba mientras la acercaba a tu ropa, estoy tan alterado que no puedo hacer lo que quiero hacer correctamente, enojado por mi propio actuar te abro el camisón violentamente arrancándote los botones en el camino, tú gritabas como si de una violación se tratase.

Tu desnudo pecho se veía tan blanco, subía y bajaba al ritmo de tu respiración alterada,  ¿hace tiempo que no me dejabas verte el pecho? Ni siquiera cuando me lavaste la espalda esta noche me dejaste me volteara a verte.  Tu cuerpo comenzó a temblar una vez que tu pecho se vio expuesto ante mis ojos, tus ojos se anegaron de lágrimas y de nuevo comenzaste a retorcer de nuevo intentando liberarte.

-          ¡Akira, suéltame por favor! – gritaste con tu voz rasposa por el llanto - ¡Suéltame!

-          Taka…- ¿Cómo alguien se atrevió a hacerte esto? – Dios, Taka cálmate por favor, no me importa esto – toqué unas de las marcas que adornaban tu pecho y al hacerlo te tensaste cual cable, tu cuerpo sudaba y seguías temblando – Te amo, Taka, te amo con todo mi ser y me duele que estés así, que no me digas tu sentir – más lágrimas lastimeras abandonaron mis ojos y escondí mi cara en el espacio entre tu cuello y tu hombro, en ningún momento dejé de tocar tu pecho -, que te ocultes de mí, que no me dejes tocarte, es como si con un simple toque mío tú arderías en llamas…

-          Akira, por favor; estoy sucio – llorábamos los dos, te solté las manos y te abracé tan fuerte que en cualquier momento nuestra piel se fusionaría, tú correspondiste mi acto tímidamente, yo negué ante tu comentario -. Me da vergüenza que me veas así, te prometí que solo sería tuyo y mira lo que me pasó- tu voz se terminó de quebrar ante lo último, te abracé más fuerte aún – Akira… Estoy sucio, doy asco, me veo en el espejo y quiero quitarme la piel con un cuchillo, me lastima tanto el ver que te lastimo al no dejar que me toques, me duele tanto… Quieres tocar a un ser repugnante, manchado con la presencia de otro… Ya no debería valer nada para ti…

-          ¡No, ¿cómo puedes decir eso?! – Tus palabras me dolieron, ya no quiero esconder mi rostro, necesito verte a los ojos, tus bellos ojos, pongo mis manos en tus mejillas que se sienten húmedas y tersas a mi tacto, con delicadeza hago que me voltees a ver y lo consigo – Takanori, eres el ser más perfecto ¿cómo no voy a querer tocarte? Al contrario, yo soy ese ser que no es digno de ti, eres tan hermoso, tan perfecto… Te amo, a ti y  a mi hijo, son mi vida y  por ustedes soy capaz de darlo todo… No me gusta verte sufrir, quisiera que me dijeras todo, Taka; sufrir contigo, reír, llorar… Somos un matrimonio, tenemos un hijo. Puedes apoyarte en mí así como cuando yo lo hago en ti en los momentos difíciles y sabes que te soy incondicional así como tú lo eres conmigo aunque a veces me regañes por las cosas estúpidas que hago – sonríes-. Déjame borrar esos momentos, sé que puedo, pero necesito que confíes en mí, que me dejes acercarme a ti, tocarte, mimarte y amarte como siempre lo he hecho; te he entregado mi ser cada vez que nos juntamos Taka, tú has curado mis heridas millones de veces. Ahora déjame hacerlo a mí, déjame ser tu doctor, por favor…

-          Aki… Te amo – mi corazón se hinchó de alegría al escucharte decir eso -. Dios… Hazme olvidar… Por favor – susurraste.

Sonreí ante este esto último, nos abrazamos más fuerte y yo me puse a repartir besos por toda tu bella cara, lamí tus saladas lágrimas, ya no quería que volvieran a salir de tus ojos a menos que fueran de felicidad, al llegar a tu boca y sentir el suave contacto contra los míos sentí mis brazos temblar, pegué nuestros labios de nuevo y comenzamos a besarnos lentamente, no había prisas, no, teníamos toda la vida para amarnos, pasaste tus pequeños brazos atrás de mi cuello, nos separamos y nos quedamos viendo, tus ojos seguían un poco hinchados pero ya no los veía tan tristes, sino esperanzados: yo era tu esperanza y mi deber era hacerte feliz.

 Y lo cumpliría.

 

Te ayudé a acomodarte mejor en la cama, con delicadeza dejé que tu cabeza reposara en tu almohada, nuestras miradas volvieron a chocar y yo  poco a poco comencé a recorrer tu pecho con mis ojos, tu mirar jamás se apartó de mis acciones, cuando me acerqué a la zona donde tenías las marcas sentí tu cuerpo tensarse de nuevo, me incliné más hacia tu cuerpo y te besé suavemente para tranquilizarte, quería que te sintieras seguro de nuevo al estar conmigo, yo no te haría daño, nunca, yo siempre te he venerado como si de Dios te tratases, y para mí lo eres: tú eres mi Dios y yo soy tu fiel seguidor, siempre veré por ti y por mi hijo hasta que me muera. Me quité la camiseta para que estuviera en igualdad de condiciones y aunque tú todavía tenías tu camisón puesto, el que estés mostrando tu pecho era más que suficiente por el momento. Dirigiste tus blancas manos a mi pecho y comenzaste a tocar tímidamente como cuando fue la primera vez que la pasamos juntos ¿recuerdas? Estabas tan nervioso que tu mano tembló cuando tocaste mi piel…

Esta vez tú me besaste.

 

Poco a poco nuestro beso subió de intensidad: movíamos nuestros labios rápido, tu succionabas mis labios mientras yo te mordía el labio inferior donde no me contuve y te mordí fuertemente para dejarte marca, tu jadeaste por el dolor pero no me reclamaste nada ni me alejaste, al contrario, tus brazos en mi cuello se anclaron más haciendo que me pegara más a tu cuerpo, con mi lengua lamí donde te había mordido y sentí el sabor metálico de la sangre: no era mucha. Delineé el contorno de tus labios sintiendo la textura esponjosa y suave de ellos, quería entrar y explorar tu cavidad que por mucho tiempo me había contenido de besar así, en cuando sentí que separaste tus hermosos labios colé mi lengua para comenzarla a mover a mi gusto por dentro, no lo hice de manera ruda, no, el borrar el pasado es hacerlo lento para poder  hacerlo bien así que me tomé mi tiempo para volver a recorrer todo tu interior hasta que decidí invitar a tu lengua a jugar con la mía y sin chistar tú comenzaste a moverla con la mía: rozándola, succionándola, retorciéndola… Siempre has sabido las cosas que me encienden y ésta es una de ellas. Comencé a sacarte el camisón de los brazos y tú comenzaste a acariciar mi torso delineando mis músculos y jugando con mis pezones que con tan solo pasar tu mano sentí erizarse. Llevé a una de mis manos a pasearse por tu torso mientras que la otra la posé en tu mejilla donde la acaricié de manera cariñosa, tu piel era tan suave, tan tersa: era como sentir la piel de un bebé, volví a pasar mi mano por tus marcas y me alegró sentir que no te tensaste como al principio, eso me ponía feliz porque comenzabas a retomar tu confianza al ser tocado por mí. Tu pezón se había puesto duro con tan solo pasar un dedo, eso me decía que extrañabas esto tanto como yo, comencé jugar con él: a pellizcarlo, jalarlo y a presionarlo entre mis dedos, mientras escuchaba como tus primeros gemidos de placer aparecían, siempre has sido muy sensible ahí. Bajé por tu cuello repartiendo besos, lamidas y mordidas, te succionaba la piel con ahínco para dejarte marcas y volverte a marcar como mío, para borrar los rastros de aquel que se atrevió a tocarte tengo que volver a marcarte y no tenía problemas con eso y al parecer tú tampoco porque con cada succión que hacía sentía a tu piel erizarse, bajé y bajé haciendo lo mismo hasta llegar a tu pezón libre que feliz me recibió al erizarse solo con hacer pasar mi aliento por encima de él, dejé que mi legua jugara con él mientras que mis dedos no dejaban el otro y escuchaba tus jadeos que no te miento estaban comenzando a hacer despertar a mi miembro que era prisionero entre mis ropas. Mientras succionaba, jalaba y mordía tu pezón dejé el otro y mi mano bajó recorriendo tu abdomen hasta llegar a la pretina de tu pantalón del pijama, un suspiro escuché, bajé con cuidado tus ropas mientras tú acariciabas mi espalda y enredabas tus pequeños dedos entre mi cabello rubio. Al fin te tenía totalmente desnudo, después de meses en los que este tipo de contacto solo eran parte de mis recuerdos; me separé de ti para poder observarte: tu pequeño cuerpo estaba brilloso, una fina capa de sudor comenzaba a cubrirte, respirabas agitado, me mirabas expectante y con tus mejillas coloradas, me quité lo que restaba de mi ropa y me acerqué a ti lentamente bajo tu atenta mirada y pegué nuestros cuerpos que estaban calientes, no me dejaste de mirar con tus bellos ojos que cada día iluminaban mi día, busqué con mi mano derecha tu mano y al encontrarla entrelazamos nuestros dedos afianzando nuestro agarre y luego te bese, ya no pedí permiso para meter mi lengua, simplemente lo hice y tu soltaste un jadeo, nuestras lenguas se buscaban hambrientas y deseosas mientras que nuestros labios se movían de manera necesitada, comencé a restregar nuestros cuerpos provocando que nuestras erecciones chocaran haciendo que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo, se sentía tan delicioso… Tus jadeos me indicaban que estabas igual de necesitado que yo, ambos nos necesitábamos, nos deseábamos.

-          ¡Aahh… Aki! – Gemiste una vez que me metí tu miembro en la boca, extrañaba escuchar tus gemidos, extrañaba sentir tu sabor salado. Comencé a bajar y a subir mi cabeza para que los vaivenes comenzaran, presione la base de tu pene y sentí como mi boca comenzaba a llenarse de líquido pre-seminal, comencé a lamer solamente tu glande viéndote fijamente para ver tus reacciones, tú también me sostenías la mirada: podía ver claramente tus pupilas dilatadas por el placer, como las gotas de sudor descendían desde tu coronilla y recorrían tus mejillas, como tu cuerpo brillaba cual estrella por el sudor en tu piel, tu respiración totalmente agitada y tus ojos medios cerrados, posaste tus manos en mi cabello mientras yo no abandonaba mi tarea de darte placer, me encantabas así, tomé mi miembro que dolía y reclamaba también un poco de atención y comencé a acariciarlo disfrutando de la escena que tú me regalabas, aumente la velocidad en mi mano que estaba en mi pene y a la vez aceleré en darte atención provocando que tu espalda se curvara – A-Aki me ven… ¡Ah! – mordí delicadamente la punta de tu extensión, pude notar como tus músculos se tensaron y tu espalda volvió a arquearse y mientras sentía tu esencia llenar mi boca tú soltaste un gran suspiro de alivio…

Me puse a tu altura para darte un beso, tu cálido aliento lo sentía chocar contra mi cara una vez que nos separamos, me miraste a los ojos y me sonreíste cuando yo lo hice, esa muda invitación a que continuara con nuestro acto me dio la confianza para seguir.

Mis succiones en tu pecho –donde estaban tus marcas-  estaban comenzando a hacer que tu miembro se irguiera de nuevo, quería borrar esas marcas sustituyéndolas por las mías; dirigí una de mis manos para comenzar a masturbarte y ayudarte a que tu miembro se levantara de nuevo: ante mi contacto un gran gemido salió de tus labios, me encantaba tu piel blanca que se marcaba bajo mis labios, una de tus manos estaba acariciando mi cabello mientras que la otra la tenías aferrada a las sábanas que comenzaban a arrugarse por tu fuerte agarre, comencé a bajar dejando una que otra fuerte mordida y varios chupetones, mordí tus huesitos de la cadera que se marcaban perfectamente a través de tu delgada figura, los lamí y de nuevo dejé marcas. Me erguí para admirarte y tú me tendiste tu mano y yo la tomé entrelazando nuestros dedos de nuevo fuertemente, te sonreí y tú me devolviste el gesto apretando mi mano en el acto;  con mi mano libre tomé una de tus piernas y comencé a repartir besitos desde tu tobillo hasta tu muslo que succioné haciendo que gimieras, iba a continuar mi camino pero tú me detuviste.

-          A-Aki yo… - Tomaste un poco de aire – Déjame, tú también necesitas… - Señalaste tímidamente mi miembro erguido y necesitado, asentí y tú te levantaste de la cama para que yo me acostara, te posicionaste encima de mí y comenzaste a repartir besos por mi pecho mientras yo te acariciaba suavemente la espalda haciendo movimientos circulares.

Un gemido escapó de mi boca cuando sentí que mordiste mi pezón, mi respiración se aceleró más, sentí mi miembro gotear cuando tú, al separarte de mi pezón y bajar por mi pecho repartiendo mordidas y lamidas, deslizaste tu trasero por encima de mi miembro a propósito incitándome, provocándome. Ahogué una exclamación de júbilo cuando sentí tu lengua deslizar por mi glande, tus manos se dirigieron a mis testículos y comenzaron a jugar con la piel sensible de ese lugar… Me sentí morir cuando te lo metiste todo en la boca tus vaivenes eran tan rápidos que sentía que golpeaba con las paredes de tu garganta, sentía mi miembro palpitar crecer y creo que tú también te diste cuanta porque tu mirada azulina se encontró con la mía excitándome más, tus movimientos continuaban sin que tú despegaras tu mirar de mí, tus juguetonas manos comenzaron a pellizcar en la que sabías era la zona más sensible de mis testículos, me encantaban los sonidos húmedos, me encantaba ver a tu mano moverse de prisa sobre tu pene que hacían que unos gemidos ahogados acompañaran a los sonidos lascivos que hacías al succionar mi extensión.

-          Aaahh… Taka… Sí, así…

Sentía que pronto acabaría y no quería hacerlo en tu boca, no, quería acabar dentro de ti como siempre lo he hecho, te avisé y contrario a lo que yo esperé tú hiciste caso omiso de mi aviso y comenzaste a jugar más feroz con tu lengua recorriéndola por todo lo largo de mi pene, tus succiones se hacían más hambrientas que hasta sentía que me lo arrancarías en cualquier momento. Tu mirada no se despegaba de mí.

Te vi tragándote mi esperma mientras que me dejaba caer en la cama intentando recuperarme de mi reciente orgasmo, sentí moverte por la cama y luego un peso extra sobre mí me hizo sentarme en mi lugar: tú estaba sobre mis caderas mirándome intensamente, mi miembro lo sentí despertarse de nuevo, jamás me habías visto así durante el sexo y ésta al ser la primera vez la encuentro condenadamente erótica, pero, de un momento a otro esa mirada se volvió una dulce y amorosa sorprendiéndome en el acto. Nuestras bocas se juntaron en un suave beso que me supo a gloria, puse mis dos manos en tus mejillas y de nuevo las sentí muy calientes, me separé del beso algo extrañado y preocupado te pregunté qué te pasaba: tus mejillas se coloraron y te separaste unos centímetros de  mí para que pudiera verte mejor.

“No te muevas” me dijiste con tu dulce voz y yo extrañado por tu actuar dejé a que continuaras mientras observaba tu majestuoso cuerpo sobre el mío.

Comenzaste a deslizar tu mano por sobre tu pecho lentamente bajo mi atenta mirada, tus mejillas un tanto húmedas y coloradas me aclarabas lo avergonzado que estabas – nunca habías hecho esto-, tu respiración comenzó a acelerarse un poco y cuando llegaste al nacimiento del vello púbico me extasié viendo cómo, con tan solo tocar esa zona, tu miembro se levantó un poco chocando con mi abdomen por nuestra cercanía; quería tocarte de nuevo y estiré mi mano  que la sentía temblar de excitación hacía ese ese lugar pero tú me detuviste “no toques, sólo mira” , retiré mi mano y la puse sobre tu pierna apretándola y tragándome el deseo que crecía cada vez más dentro de mi cuerpo.

Vi tus labios moverse y después mi cerebro se desconectó y mi miembro creció después de que pronunciaras esas palabras… “mira lo que pasa cada vez que pienso en ti, lo que quería hacer tan desesperadamente” me dijiste e inmediatamente terminaste de bajar tu mano para tomar tu pene y comenzaste a masturbarte, mis ojos se abrieron, mi boca se secó mientras sentía a mi miembro totalmente erguido y goteando de nuevo viendo la exquisita escena que se desarrollaba enfrente mío:  tu hermosa boca entre abierta para que expulsaba eróticos gemidos con mi nombre, tu cabeza levemente inclinada hacia un lado y tus ojos entre abiertos mostrándome como estaba inyectados de pasión; llevaste tu mano libre directo a tu boca para introducir tres de tus pequeños dedos y los comenzaste a lamer desesperadamente mientras la velocidad en tu miembro aumentaba considerablemente, quería tocarte pero sabía que tú no me dejarías así que sólo me límite a acariciar tus muslos y tus caderas.

¿Cómo quieres que no te toque si lo que estás haciendo en estos momentos ha mandado a mi cordura de paseo? Los dedos que previamente habías lubricado con tu saliva ahora salían y entraban de ti desesperadamente mientras seguías masturbándote y gastando mi nombre en cada gemido que sacabas, te habías inclinado tanto hacía mí que tu pecho chocó contra el mío y sentía tu aliento caliente en mi cuello donde erizabas mi piel.

“M-más, Aki…” gemiste, y como un loco poseído no aguanté más e invertí las posiciones dejándote recostado en la cama, detuviste las acciones de tus manos y las aferraste a mi nuca donde me acercaste a tu bello rostro que seguía sonrojado, esperaba a que me besaras pero vi tus ojos llorosos y de nuevo sentí la preocupación emanar de mi cuerpo.

-          Todo es tu culpa, hacer que yo me ponga así… Por eso… - Me decías entre sollozos algo hipados, dirigiste tu tímida mirada a mis ojos que no dejaban de prestarte atención. Posaste tus suaves palmas en mis mejillas para que te mirara directo a los ojos – Debes asumir la  completa responsabilidad… De mí… - Comenzaste a llorar, apartaste tus manos de mi cara para taparte la tuya, me partió el alma verte así… -  Tienes que estar conmigo para siempre, ¡no tienes permitido dejarme! Y por eso… yo…

-          Shhh… - Te interrumpí para quitarte las manos de la cara logrando así que me miraras con tus ojos aún acuosos del llanto que se negaba a parar, tus manos se sentías calientes al igual que todo tu bello cuerpo – No hace falta que lo digas, ¿recuerdas lo que te dije cuando nos casamos?

-          … Aki… - Una hermosa sonrisa apareció en tu rostro húmedo cuando recordaste lo que te prometí tiempo atrás, me acerqué a besarte y me correspondiste rápidamente dejando que me acomodara fácilmente entre tus piernas las cuales las abriste más para que me pudiera acomodar mejor.

Rodeaste mi cuello con tus brazos mientras yo bajaba a tu cuello a regalarte besos, mis manos bajaban hacia tu pecho donde comencé a pasar mis dedos por tus cicatrices, quería borrar todo de una vez, mis palmas recorrieron cada centímetro de tu bella piel ahora manchada y las dirigí a tus pezones; nuevamente comencé a jugar con ellos como sé que tanto te gusta.

Entrelacé nuestras manos en un fuerte agarre, tomé mi miembro y lo dirigí a tu pequeña entrada rosadita que previamente habías dilatado de la manera más sensual que he visto, hice presión y comencé a traspasar los anillos de músculos de tu orificio, a pesar de que han pasado los años sigues igual de estrecho como cuando fue tu primera vez, un ronco gemido salió de nuestras bocas cuando despacio comencé a avanzar hasta el fondo de tu cuerpo, me quedé quieto esperando a que te acostumbraras a mi intromisión porque a pesar de que tú te hayas preparado y las inmensas ganas que tenemos los dos para que yo me comience a mover también está el hecho de que no tenemos intimidad desde que eso ocurrió y no quiero lastimarte, me sentiría fatal si por mi culpa tú sufrieras, ya no sería capaz de mirarte a los ojos.

-          Aah… Aki – gemiste cuando comencé a moverme después de tu señal de caderas, comencé lento, no había prisas, me separé de ti para cargar tus piernas y levantártelas hasta la altura de mi pecho.

Tu cabeza estaba enterrada en las almohadas mientras que tus manos a tu costado arrugaban las sábanas blancas que vestía nuestra cama, nuestra respiración era entrecortada y ambos estábamos bañados en sudor.

Tus fuertes gemidos y los míos era lo único que se podía oír en nuestra habitación, eso, y la cama rechinando cada vez que arremetía contra tu bello cuerpo de piel suave y tersa. Ese interior tuyo que siempre me recibía dispuesto lo sentía tan cálido, tu pequeña figura moviéndose al compás de mis embestidas, tu respiración agitada, tus ojos entre abiertos opacados por el éxtasis, sus gemidos que hacen que mi ser se estremezca… Extrañaba tanto eso que me sentía tan feliz de estar de nuevo así.

Comencé a mover más rápido mis caderas a petición tuya provocando que nuestros gemidos de placer se escucharan más nítidos, más constantes, podía ver como arqueabas tu espalda, como los músculos de tu cuerpo se tensaban y me excitaba el saber que era yo el que te hacía sentir eso. Me acerqué a ti y te tomé por la espalda para levantarte: eras como una muñeca de trapo, tu cuerpo estaba tan caliente y sudado, tu respiración tan acelerada, dejaste que te sentara a horcajadas sobre mis piernas y al pegarte a mi pecho tú te abrazaste a mi espalda y to te rodeé la cintura, tus piernas a cada lado de mis caderas y tu cabeza reposando en mi hombro donde podía sentir tu cálido y húmedo aliento contra mi sensible cuello, tus gemidos más cerca de mi oído que hacían que la piel de mi cuerpo se estremeciera. Movía mis caderas lo más rápido que podía considerando que tenía todo tu peso en ella, al principio te dejabas hacer y dejabas que yo impusiera mi ritmo, después te acomodaste mejor y comenzaste a botar sobre mí haciendo que mi pene llegara más profundo en tu interior, logré golpear tu próstata porque gemiste de placer tan alto que prácticamente fue un grito, te acercaste para besarnos donde nuestros jadeos eran acallados por nuestras bocas: nuestras lenguas comenzaron de nuevo su ritual, nuestra saliva escapaba por las comisuras de nuestras bocas, abrí un poco mis ojos para poder verte, la visión que conseguí hizo que un jadeo se me escapara de la boca y sentí una corriente eléctrica cruzarme el cuerpo entero hasta terminar en la punta de mi pene que estaba a poco de explotar: tu rostro estaba totalmente sonrojado por nuestro calor corporal, tu cabello pegado a tu frente, mejillas y cuello, totalmente revuelto, estabas sudoroso, con los ojos cerrados y tus labios rojos e hinchados por lo salvaje de nuestros ósculos.

Cuanto te extrañaba.

-          Joder, Taka… - Siseé cuando sentí tu entrada contraerse y a partir de ahí más contracciones le siguieron: tú contraías tu entrada a propósito mientras me cabalgabas cual experto y yo te seguía el rápido ritmo que habías impuesto. Me ponía como loco cuando hacías eso, me sacabas gemidos roncos como si fuera un animal en celo. Movía mis manos por tu precioso cuerpo apretujando y acariciando  mientras me dedicaba a besarte el cuello, el pecho y la mandíbula donde te mordí y pude escuchar un jadeo salir de tu boca. Tus manos enredadas en mi cabello que jalabas de vez en tanto para intentar liberar un poco de esa excitación que recorre en su totalidad tu cuerpo.

-          No… No puedo… - Jadeaste en mi oído y los vellos de mi nuca se erizaron, te apreté más contra mi cuerpo y tú apretaste el agarre que tenías en mi cuello “Taka, los dos… Juntos…” te dije y aceleré mis embestidas dándote justo ahí que donde te hacía gemir de placer, contraías tu entrada haciendo que tu cavidad apresara más a mi miembro succionándolo y jalándolo, moví mi mano y tome tu miembro para masturbarte rápidamente: podía sentir como el líquido pre eyaculatoria salía en demasía por el agujerito de tu glande, sentía tus músculos tensarse cada vez más y como comenzaban los espasmos, tu pene palpitaba también avisándome que pronto acabarías al igual que yo porque podía sentir como mis testículos se contraían gloriosamente mandando pulsadas a mi miembro.

Un unas cuantas embestidas más y me corrí en tu cálido interior “te amo” te susurré al oído para que unos segundos después tú te corrieras manchando tu abdomen y de paso también el mío exhalando un gran suspiro donde escuche mi nombre ser pronunciado. Ambos nos dejamos caer exhaustos en la cama, salí despacio de tu interior para después recostarme a tu lado y abrazarte tan fuerte que pensé te había lastimado porque pude sentir que tu cuerpo se sacudía levemente, me extrañó cuando te vi llorar y al preguntarte y ver tu sonrisa sentí que te amaba aún más “estoy tan feliz, Aki… Volvimos a hacer el amor”… Dios, me siento tan pleno y en paz de que las cosas regresen a ser lo que eran antes que una gran y boba sonrisa se instala en mi cara y me acercó a tu bello rostro para besarte tan dulcemente como me es posible, al separarnos tomo la colcha que quedó echa una bola en una esquina de la cama a punto de caer y taparnos hasta la barbilla porque no quiero que vayas a resfriar por lo fresca que está la madrugada, te acuno en mi pecho y te rodeo por mis brazos y mis piernas: no quiero que volvamos a alejarnos así como estuvimos todos estos meses, escondes tu cara en mi pecho y me das un beso ahí para acomodarte y dormir “te amo” me dijiste y te contesté pero ya no me escuchaste porque estabas profundamente dormido.

 

Son cerca de las 4 de la mañana y de nueva cuenta no puedo dormir ¿la razón? No puedo dejar de ver tu hermoso rostro, te ves tan relajado y tan apacible mientras duermes, te acaricio suavemente tu rostro y te quito unos cabellos que lo tapan, siempre me he preguntado cómo una persona como tú se pudo fijar en alguien como yo, cuando nuestro hijo nació me dio gusto que se parezca tanto a ti: tus  bellos ojos azules, con su carita redonda y esos mofletes que le dan ese toque de ternura que tanto adoro de ti, pequeño y con una piel blanca y cremosa como la leche y tan suave como la seda, sólo heredó mi cabello rubio dorado si hubiera sido castaño como tú sería totalmente tu reflejo, sería divertido tener a un mini Taka corriendo por la casa y llamándome papá.

Te agradezco tanto que te hayas enamorado de mí y que me hayas hecho el hombre más feliz del mundo y formar una familia conmigo, de que todos los días me llenes con tu ternura y que me digas que me amas, que cuides de nuestro hijo con tanta dedicación… Despiertas tantas emociones en mí que es inevitable que te quiera abrazar o besar a cada momento.

Las calles se han quedado completamente en silencio, ya no estoy durmiendo apartado de ti por lo que el silencio no me molesta en lo más mínimo, me acomodó y cierro los ojos para que el sueño aparezca, te acerco más a mi cuerpo y recargo mi cabeza en tus cabellos donde puedo sentí tu aroma, ese que tanta paz me proporciona, mañana no iré al trabajo quiero pasarlo contigo y nuestro pequeño Sora, sentir que nos unimos más como familia y como matrimonio, quiero que ya fuera mañana para ver qué nuevas promesas nos trae la vida ahora que nuestra relación ha vuelto a la normalidad, sé que todavía hay cosas que superar pero estamos juntos y lo superaremos así: juntos.

Antes de quedar profundamente dormido susurro un “te amo” para después acomodarme bien y dormir con una sonrisa en la cara.

Notas finales:

De verdad que hubo partes en las que me costó tanto escribir que tuve que apoyarme en un manga y en un OVA jajaja pero cuando lo cabé quedé totalmente satisfecha que volví a releer todo, además revisé la ortografía como cinco veces pero algo se me pudo a ver pasado de largo, si ustedes se dan cuenta de algún error sería súper que me lo hicieran saber para corregirlo inmediatamente.

 

¿Cómo les pareció la historia? Hagánmelo saber en sus reviwes, les agradesco de antemano que se hayan tomado el tiempo de leer ésto.

 

Jaa, nee! ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).