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Atrapado. por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Hola~


Han pasado más de dos meses sin que escribiera nada y ahora que mi tiempo libre ha sido más, decidí escribir algo que no abandonaba mi cabeza. Diferente de todo lo que he escrito, pero MinKey como siempre.


¡Nos leemos pronto! 

Kibum está ahí, frente al espejo, mirándose. Tiene una mirada perdida en el rostro, como si hubiera recordado algo. Algo triste tal vez, algo que le trae nostalgia, Minho no puede estar seguro de lo que está pensando.


 


Camina un poco, despacio, como si cada paso fuera controlado. Le mira a lo lejos, mientras se acerca y sonríe cuando está a un costado de él.


 


—¿Cuál será mejor?—Kibum pregunta, mientras se mira en el espejo una vez más, esta vez sosteniendo un par de suéteres en sus manos. Uno verde en la derecha, uno rosado en su mano izquierda.


 


El rosado te queda mejor.


 


Kibum frunce el ceño y mira el verde un largo tiempo. Lo deja sobre la cama segundos después y toma el rosado sosteniéndolo frente a él, mirando hacia el espejo.


 


—Creo que este es mejor. —Kibum dice. —Me trae recuerdos.


 


Minho asiente, porque esa es la razón por la cual escogió el rosado. Sonríe mientras a su mente llegan todas esas imágenes de él y Kibum corriendo en las calles del centro, con las manos entrelazadas y sonrisas tontas en el rostro.


 


Habían comprado suéteres de pareja, rosados porque era el color favorito de Kibum. Minho pensaba que era algo tonto, pero no pudo resistirse a los pequeños ojos de Kibum. Él caía siempre ante esos ojos.


 


Ahora después de los años, no creía que ese suéter fuera algo tonto.


 


Parece algo viejo ya.


 


—El color se está desgastando. Tal vez debería tirarlo. —Él dice, mientras se aferra a la manga del suéter. Sus dedos recorren la tela, y su mirada se pierde de nuevo. Minho alza la mano e intenta tocar su hombro.


 


Kibum gira y él deja caer su mano.


 


No lo hagas.


 


—Pero no puedo hacerlo. —Sonríe, colocándose el suéter. —Nunca podría hacerlo.


 


Bien. Porque te ves hermoso.


 


Minho escucha los pasos a lo lejos. Escucha las risas y las palabras mal pronunciadas. Son Minhyuk y HaNa que han llegado de la escuela.


 


Son sus hijos. Él y Kibum los adoptaron cuando sintieron que el tiempo de tener una familia había llegado. HaNa tenía apenas cuatro meses cuando llegó a sus brazos y Minhyuk un año. Ahora HaNa tiene 5 años y Minhyuk 2.


 


Ellos tal vez no sean sus hijos biológicos, pero Minho puede ver las similitudes entre ellos. Minhyuk es igual a Kibum, él puede verlo. Tiene unos hermosos ojos como los de su padre y cuando duerme, patea todo a su alrededor, justo como Kibum lo hace.


 


Y HaNa, la pequeña princesa de la casa, es tan competitiva como lo es él y es tan hermosa, y a veces, sólo a veces, cree ver a Kibum en ella, como cuando frunce la nariz o ruega con sus grandes ojos.


 


Son iguales. Y Dios, él los ama demasiado.


 


—¡Papá! —Es ella la que grita. Sonríe cuando sus ojos encuentran los de Kibum y abraza su pierna.


 


—Princesa. —Kibum sonríe mientras acaricia su cabello. Minho quiere abrazarlos, como cada vez que ellos entran corriendo y hablando con palabras torpes. Quiere envolver sus brazos alrededor de ellos, quiere decirle a HaNa lo linda que se ve en su uniforme, y quiere limpiar la mancha de chocolate de los labios de Minhyuk.


 


Pero ellos están hablando sobre la comida y alejándose de él.


 


Minho los sigue porque es lo único que puede ser. Camina detrás de ellos, con pasos cortos y lentos.


 


Kibum está a su lado, bajando la mirada mientras ellos hablan y buscan su atención. Kibum les sonríe, y asiente, y Minho sabe que a veces él no entiende la mayoría de las cosas que escapan de sus labios.


 


Lo ama un poco más siempre. Kibum es tan buen padre y él siempre le agradecerá eso.


 


—¡Papá! —Es HaNa de nuevo gritando y Minho sonríe sin importarle sus gritos. —Quiero chocolate.


 


Deberías comer más frutas, HaNa. —Dice, llegando hasta el marco de la puerta y deteniéndose justo ahí.


 


Kibum frunce el ceño y mira a HaNa mientras niega con la cabeza. Es entonces cuando los labios de HaNa hacen un puchero y mira a Kibum de la misma manera en que lo hacía con él cuando quería salir a jugar fuera.


 


—No esta vez, HaNa. —Kibum sonríe, porque sabe que no lo puede evitar. —Fruta para ti.


 


Minhyuk ríe al ver el rostro de su hermana y Minho sonríe mientras lo mira a él. No puede evitar pensar en Kibum y lo mucho en que ellos parecen ser iguales. Minho aún se sorprende por todas las similitudes que encuentran entre ellos, como si en verdad fuera su hijo. Pero entonces Minho piensa que sí lo es, Minhyuk y HaNa son sus hijos sin importar qué. Minho puede asegurar eso.


 


Te caerás si sigues moviéndote en la silla de esa manera, Minhyuk. —Minho dice y por un momento cree ver a Minhyuk mirándolo, sólo un segundo antes que la mirada de su hijo cayera en el juguete olvidado en el suelo.


 


—Minhyuk, detente, te caerás, cariño.


 


Minho se sorprende siempre que piensan lo mismo, siempre que él y Kibum tienen las mismas cosas en mente y como parecen conectarse a pesar de todo.


 


Escucha a tu papá, pequeño. —Dice, y de nuevo, por un momento, cree ver la mirada de Kibum en él. No es así, Kibum le sonríe a la persona que está entrando a la cocina y es cuando Minho recuerda una vez más su realidad.


 


 


 


Es media tarde cuando Kibum está en la sala, los juguetes están regados en cada esquina de la habitación y HaNa y Minhyuk duermen sobre el sofá con sus cuerpos de una manera graciosa.


Escucha a Kibum suspirar y detenerse justo frente a ellos.


 


Minho quiere ir con él, abrazarlo por la espalda y susurrarle lo lindos que se ven sus hijos así. Necesita hacerlo, porque quiere sentirle, porque sabe también que Kibum está a punto de llorar.


 


Se acerca, con pasos lentos, con el miedo de alertar a Kibum de alguna manera. Está a su lado, con la mano derecha colgando en al aire, cuando la primera lagrima escapa de los ojos de Kibum.


 


Necesita abrazarlo fuertemente y decirle que todo estará bien, que pronto superaran todos los problemas. Y está por hacerlo, Minho necesita hacerlo.  


 


Pero entonces pasos se escuchan acercándose y Minho deja caer la mano. Observa a Kibum limpiarse sus lágrimas rápidamente y palmearse el rostro suavemente.


 


Es Taemin, el hermano de Kibum, quien entra quejándose sobre algo que Minhyuk hizo en la guardería. Kibum respira antes de encontrar el rostro de Taemin y sonreírle suavemente. Pasa a su lado rápidamente y se aleja de él, con Taemin frente a él.


 


Ellos no miran hacía él. Taemin sigue murmurando cosas sobre su hijo, sobre Jonghyun, su pareja y sobre Kibum.


 


—¿Estás bien?—Escucha la pregunta de Taemin que hace detenerse a Kibum. —Estás muy delgado, Kibum, me preocupas.


 


Es después de esas palabras que Minho se da cuenta de la situación. Kibum está más delgado y las ojeras en su rostro son más notorias. Se siente un estúpido por no haberse dado cuenta antes de lo sucedido y camina hacia él, dispuesto a verle mejor.


 


—Estoy bien. —Kibum murmura, caminando y alejándose de él antes de que pueda alcanzarle. —Sólo he tenido malas noches.


 


Taemin tiene razón. —Minho dice, colocándose a un costado de Taemin. —Estoy preocupado por ti, Bum.


 


—Sé que estás mintiendo. —Taemin dice. —Sé que no quieres hablar de lo sucedido, pero, Kibum, Minho…


—Basta, ¿sí?—Kibum responde, deteniendo las palabras de Taemin y caminando hacía la cocina. —Estoy bien.


 


Taemin suspira, mientras rueda los ojos y sigue a Kibum hacia la cocina. Minho los sigue con pasos lentos y cansados, preocupado cada vez más por Kibum.


 


 


 


Es más de media noche, y Kibum ha dejado la cama. Minho no necesita buscarle para saber en dónde se encuentra. Kibum siempre se dirige al mismo lugar cada noche.


 


Minho no necesita más que esperar unos minutos y sabrá que Kibum llega a la habitación de Minhyuk primero.


 


—Sé que pensaras que estoy loco, Minho, pero cuando lo miro, te veo en él. —Kibum murmura con una voz tan suave, que podría pasar como una caricia. —Ojalá pudieras verlo. Desearía que pudieras hacerlo.


 


Lo hago, Bum, siempre lo hago.


 


—Se parece tanto a ti. Cuando lo miro sonreír, te recuerdo. —Kibum acaricia suavemente la mejilla de Minhyuk y sonríe, mientras la primera lágrima de la noche resbala por su mejilla. —A veces murmura tu nombre con su vocecita y sólo puedo sonreírle y decirle que eres papá. —Una lágrima más resbala por su mejilla y suspira, mientras su dedo recorre los labios de Minhyuk. —Es difícil a veces, Minho.


 


Sé que lo es.


 


Kibum niega con la cabeza, dejando a Minhyuk y atravesando la habitación para ir hacia la de HaNa. Es la última parada de Kibum por las noches. Minho lo sigue con un gran espacio entre ellos y sonríe cuando lo observa mirar a su hija.


 


—No tengo que decirte sobre ella, ¿no es así?—Kibum ríe, y a Minho le encanta el sonido, porque es como la más perfecta melodía en todo el mundo. —Es igual a ti, se parecen tanto. Es tan competitiva, y sus ojos son justo como los tuyos, es maravillosa, Minho.


 


Lo es. —Minho dice, colocándose a un costado de Kibum y mirando a HaNa también. —Y es tan hermosa, que me recuerda a ti.


—Es hermosa, demasiado. —Kibum se inclina y besa la mejilla de HaNa suavemente. —Ella lo sabe, Minho, y a veces no sé exactamente qué decirle. Y ella sonríe como si entendiera todo y yo quiero llorar. Minho, quisiera que la vieras, que los vieras.


 


Lo hago. —Minho dice mientras la observar fruncir la nariz justo como Kibum lo hace por las noches cuando los sueños malos lo atacan. —Siempre estoy aquí.


 


Después de esas palabras, Kibum deja de mirar a HaNa y se dirige a la mesita de noche, esa en donde la foto de ellos les saluda. Minho, sin embargo, no puedo sonreír al verlo. La imagen puede ser hermosa con ellos y sus hijos sonriendo a la cámara, pero Minho sabe que una vez que Kibum la tome entre sus manos, él llorará.


 


Sucede de esa manera. Las lágrimas de Kibum ya están corriendo desesperadas por sus mejillas y él no puedo hacer nada para detenerlas. Kibum llora cada noche y sus lágrimas resbalan por el marco y se pierden contra su ropa. Y duele verle de esa manera.


 


—Te necesito, Minho. —Kibum dice. —Hay días en que simplemente deseo dejar todo. Hay días en que deseo que hubiera sido yo el que hubiera muerto.


 


Nunca podría desear eso. —Minho dice, mientras desaparece el espacio entre ellos y se detiene justo frente a Kibum, como si él pudiera verle. —Nuestros hijos te necesitan, Bum.


 


—Y entonces pienso en ti, y sé que si aún si hubieras podido cambiar la situación, jamás lo habrías hecho. —Kibum ríe, pero no lo siente. —Y entonces lo pienso de nuevo, y recuerdo que jamás podría dejar a nuestros hijos, es sólo que a veces te extraño demasiado.


 


Cada palabra duele más que la anterior, y Minho se siente impotente y atrapado en un lugar sin salida. Kibum llora más fuerte aún y él se queda mirándole, sin hacer nada.


 


También te extraño, Bum, demasiado.


 


Kibum abraza el retrato como si hacerlo le trajera consuelo y Minho cree que en cierta forma si lo hace. Cree que Kibum puede sentirse mejor de esa manera, desahogándose cada noche, derramando espesas lágrimas.


 


Minho se acerca y quiere tocarle, pero no puede hacerlo. Sin embargo, se detiene cerca, y murmura cosas lindas al aire como si Kibum pudiera escucharle.


—Y sé que siempre te pido perdón, y no sé por qué lo hago, —Kibum murmura, secándose las lágrimas rápidamente con el dorso de su mano. —Lo siento, Minho.


 


No tienes por qué disculparte. —Una parte de él lo entendía.


 


Minho está por decirle cuando pasos se escuchan cerca y Kibum limpia sus lágrimas más rápido y más desesperado. Minho odia esta parte del día, más que cualquier otro momento.


 


—¿Kibum?—La voz hace que Kibum deje abandonado todo y camine hacia él. —¿Kibum, dónde estás?


 


—Estoy aquí. —Kibum dice, dejando el retrato olvidado y caminando hacia él.


 


Es Jinki, la pareja de Kibum. Minho tal vez odie esa parte del día, pero simplemente no puede odiar a Jinki. Kibum lo quiere y es la persona que logra que Kibum dibuje una sonrisa en el día. Y tal vez sus celos se hagan presentes, pero Jinki es bueno para Kibum.


 


—Cariño, es tarde ya. Vamos a la cama. —Jinki dice con una sonrisa que, ha escuchado a Kibum decir, puede iluminar lugares. Kibum le sonríe también y toma la mano que Jinki le ofrece.


 


Duele en alguna parte, y Minho no puede nada más que verle alejarse. Se debate, como cada noche, en si seguirles o no. Lo hace después de pensarlo demasiado.


 


Cuando llega a la habitación, Kibum está recostado con el brazo de Jinki sobre su cintura. Sus ojos aún están abiertos, y por un momento, sólo por un momento, Minho cree que puede sentir la mirada de Kibum sobre él, directamente sobre sus ojos. Pero es tan rápido y escaso el momento que muere cuando Kibum parpadea.


 


Y de nuevo, como cada noche, Minho le mira dormir con una nueva persona en su cama, y también, como cada noche, se siente atrapado en ese mundo sin salida de corazones rotos y sentimientos muriendo.


 


Y sólo puede esperar a que un nuevo día comience.


 


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