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Brazo a torcer por golddie

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Notas del fanfic:

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres hasta lo que TSEntertainment permita.

Advertencias: menciones de drogas, alcohol y tráfico, sexo casual y/o bajo influencias de sustancias, pero nada taaan serio. Y, tomen en cuenta la tag 'angustia' porque no está de bonita(?).

Youngjae estuvo en una relación destructiva. Y Daehyun, también.

Se conocieron cuando iban a la escuela, quedando en el mismo curso como si fuese obra del destino que Youngjae naciera en Enero para que de acuerdo al sistema educativo quedaran en el mismo grado.

Ellos solo se miraban. Youngjae era de los alumnos que se sentaban en frente, usaba anteojos cuando tenía que leer y sus ratos libres, cuando ya había terminado la tarea del día, los pasaba jugando algún juego de computadora o de consola. Daehyun, por otra parte, era de los que se sentaban en los asientos traseros del salón. No era un chico problema como sus otros amigos, mantenía notas decentes, de esas que no lo hacían retrasarse ningún año, bromeaba en voz alta en clases, a veces arrojaba bolitas de papel. A veces a Youngjae, otras veces a otros niños. Y cuando no estaba fumando o drogado, hacía su tarea.

Ellos solo se miraban.

Youngjae pensaba que Daehyun era al igual que el resto, sin embargo, no tenía una real opinión de él debido a que no se veía forzado a interactuar con él. Daehyun, por otra parte, pensaba que Youngjae era inteligente, responsable, bastante atractivo y tenía una risa que cuando la escuchaba al otro lado del salón o del pasillo, le hacía sonreír.

Un día, con sus manos temblorosas y la garganta seca, decidió que quería poner en palabras las miradas furtivas en las que se basaban su relación.

Daehyun era un romántico, además de que había descubierto su sexualidad hace poco y a ninguno de sus amigos le pareció importar que también le gustaran los hombres (Daehyun era tan atractivo que no parecía ser algo inesperado), así que no tuvo vergüenzas del qué dirán. Daehyun dejó una nota en el casillero de Youngjae, porque era así de romántico.

Youngjae sí tenía miedo del qué dirán. Ninguno de sus amigos esperaba que fuese heterosexual, debido a que nunca se fijó realmente en una mujer y su actual crush era el personaje de un anime.

Cuando leyó la nota, Youngjae la arrugó en su puño de manera rápida, como si haciendo eso podía hacer que desapareciera. Pero sonrió, considerando la posibilidad.

Se juntaron en el patio, en el almuerzo del jueves. Ambos estaban nerviosos y era incómodo, realmente no sabían de qué hablar, y la situación fue aún peor cuando entraron juntos al salón de clases y obtuvieron miradas de reojo de sus otros compañeros.

Pero al pasar de los días, se sintió natural.

Y al pasar el año, se sintió natural para Daehyun moverse hacia adelante y robar un beso de Youngjae cuando se emocionó hasta las lágrimas por una película de su anime favorito.

Para Youngjae fue natural corresponder. El beso fue lento, suave y superficial, muy diferente a los que Daehyun usualmente recibía de otras personas en las fiestas de madrugada. Daehyun había inclinado su rostro a un lado para fuese más sencillo alcanzar al otro muchacho, y cuando se separaron, ambos estaban sonrojados. La canción japonesa del final era suave, romántica, igual a los sentimientos que intentaban demostrar con sus ojos, porque ponerlo en palabras era muy difícil en esos momentos.

Daehyun volvió a su posición inicial y se quedaron en silencio hasta que los créditos terminaron y aparecían escenas bonus por haber comprado el dvd. Sus labios ardían, deseosos por volver a besar los del muchacho a su lado, pero no pudiendo porque Youngjae no decía una sola palabra.

“No puedo creerlo”, musitó Youngjae después de un largo rato, “no puedo creer que me hayas…”

“Lo sé”, respondió, “tampoco lo creo.”

“Es decir”, insistió, “es algo bueno, no lo dudes, pero es solo que, ¿tenía que ser ahora? ¿Después de todo este tiempo?, ¿en serio, Daehyun, en serio?”

El aludido rió, fijándose en el ceño fruncido del muchacho a su lado del sofá.

“¿Estas enfadado porque te besé?”, preguntó con tono de chiste.

Youngjae gruñó.

“Estoy enojado porque no pudiste hacerlo hace un mes cuando fuimos al viaje de compañeros, y porque lo hiciste ahora, cuando estaba vulnerable”, respondió, “justo cuando Hayato encontró a su hermano, en serio, ¿no podías esperar?”

Daehyun rodó los ojos.

“No puedo creer que pongas a Hayamo antes de mí”, soltó el mayor, desviando la mirada.

En dos segundos Youngjae dio un pequeño salto y le quedó mirando con indignación más que con enojo.

“Hayato estuvo antes que llegaras tú”, contestó a la defensiva. Daehyun sonrió ampliamente, sin mirar al otro. La pantalla del televisor estaba en negro cuando Youngjae dijo: “no puedo creer que pienses que eres más importante que él.”

Daehyun volvió a reír, y luego le miró, moviéndose hacia Youngjae para quedar más cerca y encarándose. Sus manos sostuvieron al muchacho por sus costados.

“Hayamo es un dibujo, Youngjae. Su voz la hace un actor”, le dijo con una sonrisa. Sabía que eso le molestaba.

Vio a la perfección como el muchacho achicó sus ojos en enojo.

“Retira eso. Ahora”, musitó con enojo, ante lo que Daehyun solo pudo sonreír más.

“¿Cómo se supone que compita con un personaje ficticio más que de esta forma?”, le preguntó, “Además él no puede hacer esto”, dijo, y al segundo volvió a unir sus labios con los otros.

Youngjae olvidó su enojo en ese momento. Porque su corazón latió con más fuerza que antes y llevó sus manos a las mejillas del otro muchacho. Daehyun sonrió suavemente, disfrutando un beso por primera vez.

 .

Daehyun no quería una relación seria, pero Youngjae sí.

Daehyun no quería una relación seria porque no quería traer a Youngjae a su mundo. Él era parte del mundo de Youngjae, donde todo era estabilidad, era agradable, y, por eso, aunque sonara egoísta, quería mantener al otro muchacho lejos del suyo. Su mundo era desagradable y e inestable.

Su mundo era no llegar a su triste hogar por las noches. Su mundo era beber cada vez que pudiera, y si algún amigo se lo facilitaba, consumir alguna droga en el proceso.

Youngjae sabía del mundo de Daehyun, pero no en detalles. No sabía de las varias personas de las que Daehyun había sido amante de una noche, no tenía idea de las sustancias que eran forzadas dentro de su cuerpo, ni de las veces que su padre le gritaba por las noches.

La única preocupación de Youngjae era subir de nivel en sus juegos y sus estudios.

Pero cuando Youngjae le siguió hasta su casa, Daehyun lo dejó entrar sin tener más opción.

No era el desorden, ni el olor, ni el espacio lo que no gustaba mostrarle a Youngjae, sino que el menor no encajaba ahí.

“Es linda”, Daehyun escuchó mentir al muchacho mientras entraban de la mano, “a puesto que si abrimos las cortinas entra más luz”, soltó, moviéndose hacia un par de cortinas color marrón y separarlas para dejar entrar al sol.

Daehyun tuvo que cerrar un poco los ojos. No estaba acostumbrado.

Era similar a cuando conoció a Youngjae más profundamente.

“Siento el desorden”, soltó Daehyun. Realmente no sentía el desorden, nadie ordenaba nada nunca y él no se sentía culpable por su omisión. Lo que realmente quiso decir es que sentía que Youngjae hubiera visto su hogar.

“Descuida”, le dijo Youngjae, examinando lentamente cada rincón del salón de estar desde su punto junto a la ventana. Daehyun sabía que se estaba dando cuenta: Youngjae no era ningún tonto, así que tenía el impulso de acercarse a él y abrazarlo. Tal vez llevárselo de ahí, porque realmente lo sentía.

A Daehyun le gustaría mantener a Youngjae en su vida perfecta. Daehyun quería que Youngjae se sintiera en esos animes que veía, donde todo era aventura y el bien siempre prevalecía.

Tal vez realmente no podía competir con Hayato.

“Daehyun”, le llamó Youngjae. El aludido levantó la mirada para observar al otro acercarse a él lentamente. Una vez que estuvieron frente a frente, Youngjae le sonrió suavemente. “Daehyun, no me importa”, susurró, sosteniendo una de sus manos entre ambas suyas y sin dejar de verle a los ojos. El sonrojo de sus mejillas hacía que su estómago doliera de una forma adictiva.

“No lo mereces”, soltó Daehyun, desviando la mirada hacia el suelo. No era lo que realmente quería decir, y esperaba que Youngjae lo entendiera. Daehyun era bueno hablando, pero cuando se trataba de poner sus sentimientos en palabras, le era difícil.

La mano del otro sostuvo su quijada, ofreciendo una delicada caricia en su mejilla con sus dedos, y haciéndole alzar la mirada para que sus ojos se volvieran a encontrar.

Sus manos estaban sujetas.

“Esto no cambia nada”, le aseguró Youngjae.

.

Nunca es fácil darse cuenta que hay un problema en la relación. No es fácil darse cuenta, y es mucho más difícil aceptarlo.

No es fácil darse cuenta que tu amor por una persona puede estarla dañando, y es mucho más difícil separarte de esa persona porque sabes que significa tu vida entera.

Youngjae le había preguntado un día que estaban en la casa del mayor qué hacía después de clases, y Daehyun fue a su refrigerador, dejando una botella sobre la mesa y un vaso en una mano.

“¿Es en serio?”, inquirió.

Estaban sentado uno al lado del otro en el único sofá del salón de estar, que era para dos personas nada más.

Daehyun le sonrió de lado. Era obvio que Youngjae no se lo iba a creer.

“Es en serio”, respondió, y destapó la botella de whiskey, sirviendo hasta casi la mitad de su vaso y comenzando a dar pequeños sorbos, todo para demostrar que no mentía.

Youngjae no dijo nada, solo lo vio beber en silencio, sin ninguna expresión en especial en su rostro.

Cuando Daehyun terminó su tercer vaso y se inclinó a tomar la botella de nuevo, Youngjae puso su mano sobre la misma y le miró con ojos neutros.

“Creo que es suficiente”, musitó.

Daehyun pestañeó lentamente. Youngjae se movió hasta afirmar su cabeza sobre su pecho, permitiendo que el mayor le envolviera con sus brazos.

Cuando se besaron, Youngjae sintió el alcohol en su lengua.

Esa había sido su rutina por unas semanas, hasta que Daehyun decidió que no era suficiente, y acabó la botella. Youngjae, por su parte, pensó que lo mejor era irse. No sabía cómo se comportaría un Daehyun ebrio, pero decidió que no era malo. En ese estado Daehyun reía por todos sus chistes y le besaba más, sin faltarle el respeto con los toques en su piel ni de esa forma.

Era interesante. Y Youngjae se preguntaba cómo sería él de esa forma.

Lo que quiso comprobar un día cuando Daehyun había acabado con el cuarto vaso y había tenido que ir al baño. Youngjae tomó el licor y lo sirvió hasta donde veía a Daehyun hacerlo.

Y tomó un sorbo. El líquido raspó por su garganta y tosió varias veces, pensando en cómo Daehyun podía hacer eso.

Pero cuando el mayor volvió y Youngjae seguía tosiendo, con los ojos lagrimosos y mejillas rojas, se volvió hasta su refrigerador, combinando algo de otra botella y una gaseosa. Se lo ofreció a Youngjae luego.

“Esto es más suave, seguro te gusta”, le dijo con una sonrisa.

Youngjae tomó el vaso lleno de  aquella mezcla. Daehyun se sentó a su lado, subiendo las piernas y recostar su cabeza sobre la de Youngjae, con sus brazos alrededor de su cintura.

Youngjae bebió. Y a su segundo vaso ya se sentía mareado, y reía por todo. Al igual que Daehyun cuando acababa la botella de aquel licor que le coció la garganta.

Los besos que compartían cuando estaban ambos ebrios eran los que los hacían pensar que estaba todo bien.

.

La situación se salió de control cuando solo se veían para beber y cuando el alcohol dejó de ser lo único que probaban juntos. Daehyun pensaba que Youngjae se veía muy bien con un cigarro entre sus labios.

Pero fue un día, en que Youngjae había ido específicamente para ayudarle a ordenar su departamento, que al terminar, entre los dos bebieron una de las botellas de ron que eran del padre de Daehyun.

Ese día tuvieron sexo por primera vez. La primera de Youngjae y una de las cuantas más de Daehyun.

Pero fue mágico, ya que a pesar de estar mareados y con los estómagos delicados, hubo amor. Daehyun fue despacio, y Youngjae apenas sintió dolor. Sus pieles se rozaron suavemente, el calor de sus cuerpos los enloquecían. Sus corazones latían como uno solo, acelerados y sedientos del uno del otro.

Pero no hablaron en la mañana siguiente.

Esperaron una semana antes de hablar de nuevo. Ni en el salón de clases se miraban.

Sabían que estaban comenzando a tocar fondo.

Entre ese tiempo, Daehyun se desesperó a darse cuenta. Amaba a Youngjae y se odiaba por haberlo hecho hacer algo así. Lo amaba y sabía que tenía que dejarlo, porque Youngjae no se lo merecía.

Pero Daehyun era débil. Era débil porque la sola idea de volver a tocar al menor le hacía sucumbir y abandonar sus planes de terminar toda relación con él, aun si era por el bien del otro.

Daehyun volvió a caer en las fiestas. Youngjae intentó enfocarse en sus estudios, por un tiempo.

Las fotos de Daehyun con otras personas hicieron llorar a Youngjae. Hicieron ir a su departamento un domingo y verlo en el suelo sin ropa con unas marcas en el interior de su codo.

La imagen había sido el detonante que le hizo darse cuenta.

Amaba a Daehyun.

Los libros que había leído comenzaban a hacer sentido. Las palabras de su madre comenzaban a reflejarse en la realidad. El amor te vuelve ciego, te hace inmune a los defectos de la otra persona, y no te deja ver nada más. Te confunde y marea, tal como lo hace el alcohol que ahora Youngjae podía tolerar. Entre más enamorado, entre más fuerte sea la bebida, más necesitas para poder sentir el efecto embriagador.

Levantó a Daehyun del suelo y lo llevó a duras penas a su habitación. Youngjae lo recostó y cubrió su cuerpo con una sábana para que no tuviera frío.

Buscó, luego, en el baño de Daehyun las pastillas medicinales que le daba cuando tenía resaca al día siguiente. La dejó sobre la mesita junto a la mesa y un vaso con agua.

Youngjae buscó las cosas de Daehyun. Buscó sus drogas. Encontró algunas en su pantalón, y otras en su ropero, y las dejó sobre la mesita, también. Miró el rostro de su novio dormido y pensó si era lo correcto lo que estaba a punto de hacer.

Pero Youngjae sabía que era lo mejor. Si no era por una fuerza mayor, ellos solo seguirían empeorando. Daehyun seguiría metiéndose a los hilos de tráfico más peligrosos, cegado por su amor hacia él, y Youngjae por su parte seguiría aceptando a Daehyun como era, cegado por su amor hacia él.

Eso era lo mejor. Youngjae buscó su celular en sus pantalones mientras se dirigía a la salida. Por la que seguramente saldría por última vez.

Al par de horas, Youngjae había terminado su tarea y había bajado al primer piso para ver qué había de comer. Su madre estaba en la cocina, y en el salón de estar, estaba la televisión en el canal de noticias.

Youngjae escuchó desde la cocina la noticia sobre la policía arrestando a un menor de edad. Y no reaccionó.

“¿Vendrá Daehyunnie a cenar hoy, cielo?”, le preguntó su madre con una sonrisa.

Youngjae negó con su cabeza.

“Está ocupado.”

 

Notas finales:

 

 

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no termina bien, pero me gusta imaginar que cuando pase todo volverán a estar juntos<3333. no es como originalmene lo planee, pero la idea llegó de la nada y de pronto ya tenía todo esto hecho. espero les guste<3


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