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Comenzando por el final por Broken Kiara

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Notas del capitulo:

Lo se, soy una mala persona. He tardado una semana en actualizar.

La verdad es que he tenido una semana desastrosa, me he quedado sin trabajo y estoy echa polvo. ¿Por que os cuento esto? Ni idea. El caso, no queria escribir estando deprimida y tampoco tenia muchas ganas la verdad. 

Pero aqui esta el capítulo, este no tiene recuerdos y es un capítulo tranquilo pero yo creo que es importante antes de los siguientes, que seran mas intensos.

He actualizado algunos de los capitulos anteriores, más adelante actualizare los demas.

No os entretengo más, disfrutar de la lectura.

BAD DAY

El reloj marcaba las cinco menos cuarto de la mañana cuando por fin llegaron al apartamento.

-          Es la última vez que te voy a buscar, la próxima dejo que te pudras en el calabozo – dijo enfadado tumbándose boca abajo en la cama – Tienes suerte de que Kai hoy este durmiendo en casa de Franky.

Zoro se acostó en su lado de la cama, colocando sus brazos cruzados sobre la espada de Sanji para apoyar en estos su cabeza.

-          No te quejes, no ha acabado tan mal – rió – No lo hacíamos en la calle desde hace tiempo.

-          Como si eso fuera un consuelo. Por tu culpa ahora me duele el cuerpo – masculló con el mismo tono de enojo – Y quita de encima masa de músculos – dijo revolviéndose.

-          Vale, vale – recargó su peso en los brazos sin cambiar aun su posición – Tus espirales se deforman cuando te enfadan.

Roronoa cayó de lado sobre su almohada riendo ante su propio comentario.

-          Serás capullo. Y tu césped se marchita cu… - el insulto murió en su garganta.

Zoro se había dormido con una sonrisa en los labios.

-          Estúpida alga, si tan cansado estabas haber venido antes a casa.

Se volvió a acostar boca abajo, buscando inconscientemente el calor corporal de su pareja. Por fin ambos dormían tranquilos.

 

Salteaba las verduras con la mano derecha mientras removía el contenido de la olla con la izquierda. Probó la salsa para después servir en un plato parte del contenido de ambos. Preparó el plato lo más rápido que pudo y después él mismo lo llevó a la mesa.

Sanji estaba que echaba humo. Siendo la hora de comer de los empresarios era normal que el restaurante estuviera lleno, sin embargo hoy estaba a rebosar, tenían varias reservas programadas pero además no paraban de entrar nuevos clientes. A parte estaban escasos de camareros y los propios cocineros llevaban algunos platos a las mesas.

El rubio llevaba un mal día. Se había levantado a las pocas horas de acostarse y no a causa del despertador. Los movimientos y la voz de Zoro en sueños le habían despertado media hora antes de lo previsto, al parecer estaba teniendo una pesadilla. Intentó calmarle pero el peli verde abrió los ojos visiblemente alterado y a pesar de sus preguntas Zoro repitió reiteradas veces que no era nada.

Buscó el paquete de tabaco en su chaqueta de camino a la cocina pero desistió en su intento. Ese era otro de los motivos del cabreo del rubio, no tenía tabaco.

-          Patty, Carne – dijo en voz alta al entrar – ¡Que los demás se den más prisa con los pedidos, mi hijo cocina más rápido! – volvió a su puesto en los fogones.

-          ¡Ya habéis oído! – dijo Carne dándole palmas a uno en la espada para apresurarle.

Carne se acercó a Patty, ayudándole en lo que cocinaba.

-          Vaya como está el renacuajo hoy – echó un vistazo asegurándose de que Sanji no le oía.

-          No habrá dormido nada, se le marcan las ojeras – contestó sin mirarle – Y parece que no tiene tabaco.

-          Ese chico es como una chimenea humana – suspiró – Si sigue así acabara partiendo algo de una patada. O se la dará a alguien.

-          Y no sería la primera vez – sirvió la carne ya lista en un plato – Alguien podría ir a por tabaco – sugirió.

-          Ya lo había pensado pero estamos faltos de personal, no es viable – preparó otro plato.

-          ¿Y si llamamos a Zoro? El podría traerle tabaco – cogió ambos plato para llevarlos a la mesa – El único problema es que tardaría media hora.

-          Eso es mejor que nada – echó una especias sobre los platos – Lleva los pedidos y antes de volver llámale. Yo me encargo de Sanji.

-          Roger.

 

Sanji cocinaba con el ceño fruncido y un palillo de madera entre los dientes intentado con eso mantener su boca ocupada. Movía la mano que sujetaba la sartén con furia mientras vertía parte del vino sobre ella.

-          Sanji – dijo con voz temblorosa un joven cocinero – Un hombre de una mesa quiere hablar con el cocinero jefe.

-          Dile que ahora mismo no puedo – habló con enfado.

-          Perdona chef – el cocinero no se fue – Pero… parece bastante enfadado.

El rubio suspiró intentando contenerse, inconscientemente aspiró el aire como si fumara.

-          ¿Qué mesa es? – preguntó seco dando a entender que iría.

-          La mesa quince.

-          Está bien, ahora mismo voy – miró de reojo al chico – Vuelve al trabajo.

-          Claro chef.

Sanji acabó de preparar los platos que casualmente era para la mesa del al lado y fue a servirlos. Intentó poner su mejor cara para los clientes mientras miraba quien ocupaba la otra mesa. Eran una pareja, eso lo hacía más fácil si se dirigía a la mujer, aunque parecía que estaban discutiendo.

-          Si me disculpan – dijo intentando esbozar una sonrisa – Disfruten de la comida.

Se despidió de los clientes y se acercó a la pareja. Carraspeó para hacer notar su presencia.

-          ¿Querían hablar conmigo? – preguntó de forma educada.

-          ¿Tú eres el jefe de cocina? – preguntó le hombre mirándole de arriba abajo.

-          Cariño… - susurró la mujer.

-          Quiero una hoja de reclamaciones – siguió, ignorando a la mujer – Me gustaría poner una queja. Se supone que este es el mejor restaurante de la ciudad y aunque hemos reservado han tardado muchísimo tiempo en atendernos. Este sitio no merece la pena.

-          Cariño, no digas eso – la mujer intentó calmarlo – Perdónele, no ha tenido…

-          Cállate – dio un golpe a la mesa – No intentes defenderle.

El cocinero cerró su mano con fuerza, intentando no hacer caso al hombre. Ya estaba de bastante mal humor para además escuchar quejas de su restaurante y aguantar a un imbécil.

-          Oiga, esa no son formas de hablarle a la dama – dijo serio.

-          ¿Dama? – rió – Ella no tiene nada de dama, al contrario, es toda una zorra.

Sanji levantó la pierna derecha dispuesto a partirle la cara. Nadie hablaba así a una señorita y menos en su restaurante. El pie del rubio impactó sobre el cuerpo frente a él, solo que no era el de su cliente.

-          ¿Se puede saber que haces marimo? – dijo cabreado sin retirar el pie.

Zoro estaba delante de él, con su pie clavado en el lado izquierdo del abdomen. Las manos del espadachín estaban en su pierna, una sobre su gemelo y la otra en la espinilla, en un vano intento por parar la patada. El rostro del peli verde estaba serio y su único ojo destilaba furia.

Soltó el pie del cocinero y giró para hablar a los ocupantes de la mesa.

-          Creo que deberían marcharse – su voz no permitía ningún reclamo – No se preocupen por la cena, corre por cuenta de la casa.

La pareja se levantó de inmediato, aunque el hombre siguió quejándose mientras se iban. Ninguno de los dos les prestó atención. Se retaron con la mirada unos segundos antes de que el rubio volteara rumbo a su despacho y Zoro en silencio le siguiera.

-          ¿Por qué mierdas te has puesto en medio marimo? – preguntó enfadado nada más cerrar la puerta.

-          ¡Le habrías matado si le llegas a dar! – replicó el peli verde furioso.

-          ¡Nadie debe hablarle así a una dama!

-          ¿Y ti como se te pasa por la cabeza pegar a un cliente? – respondió en el mismo tono – ¿Acaso quieres que te denuncien?

-          ¡Estaba insultando a la señorita! – se defendió.

-          ¡Me importa una mierda Sanji! ¡No puedes descargar tu enfado con cualquiera que se te cruce!

Se volvieron a mirar fijamente, con la respiración y el pulso ligeramente acelerados. Ambos respiraron intentando calmarse.

-          Zoro haz lo que hayas venido a hacer y vete – habló finalmente Sanji lo más despacio que pudo – No estoy de humor y no quiero discutir contigo.

Zoro apretó la mandíbula, le agarró cerrando el puño sobre su camisa y le besó con fuerza. Y el cocinero por más enfadado que estuviera no podía negarse a corresponderle. Colocó una mano en su nuca para empujarle más a sus labios. La lengua de Sanji abrió paso en la boca del contrario, uniéndola a su compañera, creando una batalla por el dominio.

El rubio fue a poner su otra mano sobre la cadera de su pareja pero su muñeca fue apresada por una mano morena. No le dio tiempo a preguntar cuando sintió como Zoro deja algo sobre la palma de su mano y se separaba del beso.

-          Eres un idiota – dijo Zoro serio y sin decir nada más salió del despacho dando un portazo.

Sanji no logró entender nada hasta que miró su mano. En ella tenía dos paquetes de King Ground que Zoro le había puesto.

-          Joder. Soy un completo idiota.

 

Llego a casa justo para la hora de la cena. Estaba molido de tanto cocinar y trabajar, menos mal que tenia comida ya hecha y no tendría que hacer nada más. Dejo las llaves en la entrada y fue al salón guiándose por el sonido de la televisión. Kai estaba sentado en el sofá y acababa de ducharse a juzgar por su pelo mojado.

-          Hola Kai – se agachó para dar un beso en la frente - ¿Qué ves?

-          El rey león – respondió sonriente.

-          Qué bien – devolvió la sonrisa - ¿Sabes donde esta papá?

-          Si, decía que iba a entrenar un rato más y que no le esperemos para la cena. Dice que no tiene hambre.

-          Ya, claro – pensó el rubio – Voy a preparar la cena, cuando este lista te aviso.

Dejó que la comida se calentara al tiempo que sacaba tres platos y encendía un cigarro. Mientras él fuera cocinero nadie se quedaría sin comer, y eso incluía a Zoro por muy enfadado que estuviera. Cuando acabó cogió uno de los platos ya listos para llevárselo al marimo. Subió las escaleras despacio para no derramar la comida y abrir la puerta con su mano libre.

El espadachín estaba golpeando el saco de boxeo en la esquina de la sala. Los músculos de su espalda se contraían con cada movimiento y la cadena que sostenía el saco protestaba por los bruscos golpes. Sanji se permitió unos segundos para pasear su vista por el cuerpo de su marido antes de dejar el plato en suelo. Y salió sin molestarse en no hacer ruido, pues sabía que el marimo había percatado su presencia.

 

Apagó la luz de cuarto de Kai tras darle las buenas noches. Caminó a la cocina y cuando llegó no pudo reprimir una sonrisa. El plato de Zoro estaba vacío sobre la encimera al lado del fregadero. Lo fregó sin prisa, fumando un cigarro. Al acabar lo dejó secando y fue al frigorífico para sacar una botella de sake.

El sonido del agua cayendo se cortó definitivamente. Sanji sentado en borde de la cama esperaba que Zoro saliera de la ducha. Abrió la botella de sake y dio un trago directamente de ella. El sake frio le dejo una agradable sensación en la garganta, contrarrestando el calor del su cuerpo. La puerta del baño de la habitación se abrió y cualquier intento de frase por parte del rubio murió al ver a Zoro.

-          ¿Por qué llevas camiseta?

El peli verde estaba en el marco de la puerta. Sostenía una toalla sobre su cabeza, secándose el pelo con ella. Llevaba un bóxer y una camiseta blanca ancha.

-          Tengo frio – dijo simplemente.

-          Hace calor. Y si tuvieras frio llevarías pantalones – observó – ¿Por qué llevas camiseta? – repitió.

-          Me apetecía.

Sanji dejó la botella en el suelo y caminó hasta situarse delante de su pareja. Agarró el borde la camiseta por los costados pero Zoro sujetó las muñecas antes de que pudiera quitársela.

-          Sanji, quieto – el espadachín habló serio.

-          ¿Por qué? Tú nunca, jamás, duermes con camiseta.

Se deshizo de las manos del marimo y comenzó a quitársela. Zoro se dejó hacer, levantando los brazos para que Sanji finalmente sacara la prenda. Y cuando cayó al suelo ambos se quedaron en silencio. Los ojos azules se clavaron en el lado izquierdo del abdomen. Zoro tenía un gran moratón del tamaño de su mano. No, objetó el cocinero, más bien equivalía al tamaño de la mitad de su pie. Porque eso era exactamente lo que lo había provocado.

Sanji recordó el momento del restaurante, cuando el peli verde detuvo su golpe. Si lo pensaba detenidamente, un golpe como ese de normal habría sido parado por sus katanas y en caso de darle, el espadachín habría retrocedido para disminuir el impacto. Pero Zoro lo había recibido de lleno, sin tambalear. Y por culpa de eso el daño era mucho mayor, aunque cualquier otro probablemente habría muerto.

-          No estoy enfadado – aclaró Zoro. Sanji le ignoró sin mirarle siquiera a los ojos – Sanji – le alzó la cara por el mentón para obtener su mirada – No estoy enfadado.

Sanji le sostuvo la mirada unos segundos antes de tirarle del brazo y tumbarle bruscamente sobre la cama. Con velocidad se subió a horcajadas sobre él y apoyó las manos a los lados de su cabeza.

-          Sé que no estás enfadado – dijo a centímetros de sus labios – Pero yo si lo estoy.

El rubio le besó con fuerza, meciendo sus caderas sobre las contrarias. Bajo hasta colocarse entre las piernas del moreno. Comenzó a besar y lamer el miembro apenas endurecido del peli verde sobre la ropa interior. Zoro se dejo hacer, cerrando los ojos, soltando pequeños suspiros.

Cuando el miembro bajo su boca se endureció, bajo la tela ya húmeda lo justo para liberarlo y engullirlo de golpe.

-          ¡Ahh…! – Zoro gimió fuerte al sentirse dentro de caliente cavidad.

Sanji metía y sacaba el miembro de su boca con rapidez, metiéndolo hasta donde daba su garganta para dejarlo unos segundos dentro y lamer el tronco como podía. Lo volvió a sacar para darle una ligera mordida haciendo que Zoro gimiera más alto. Miró hacia arriba al sentir la mirada del espadachín, quien suspiraba y gemía su nombre. Sanji le sonrió sin dejar de mirarle y volvió a engullirle de golpe, succionando con fuerza.

-          San… ji… Ahh, ya no… ahh puedo me… - dijo entre gemidos sintiendo cerca el orgasmo.

Por toda respuesta Sanji subió una de sus manos por el abdomen del moreno, a lo que Zoro reacciono cogiéndola con fuerza. El espadachín volvió a mirarle, viendo como su miembro desaparecía en la boca de su pareja, a la vez que este se masturbaba con fuerza. Con esa imagen Zoro se dejó ir, corriéndose en la boca del rubio, quien tragó lo que pudo.

-          ¡Sanji!

Sanji apoyó la cabeza en muslo del moreno intentando recuperar la respiración tras su propio orgasmo. Zoro cerró los ojos un momento antes de estirar los brazos y levantar a Sanji por las axilas para colocarlo sobre.

-          ¿Estas… más tranquilo? – preguntó suave, besándole para quitarle los restos de su esencia.

-          Si… – dijo sonriendo yendo a acariciar la mejilla del marimo pero se detuvo al ver su mano manchada – Espera, voy a limpiarme.

-          Quieto, yo me encargo.

Zoro le cogió la mano para comenzar a lamerla, limpiando los restos de semen, sin dejar de mirarle. Sanji sonrió repartiendo besos por su cuello. En cuanto Zoro soltó su mano le besó,  acariciándole la mejilla con la mano, sintiendo en el beso el sabor de las esencias de ambos.

-          Perdona – dijo el cocinero cuando se separaron – Me ha dado un pronto.

-          Ya me he dado cuenta – rió – Pero me gustan tus prontos.

-          Y gracias por el tabaco – dijo volviéndole a besar – No he tenido un buen día.

-          Ya te he dicho que no estoy enfadado – repitió.

Sanji giró poniéndose de costado sobre la cama, obligando a Zoro a imitarle.

-          Por cierto – dijo el espadachín tras un momento de silencio – Ha llamado Robin. Como Kai y Olivia se van dentro de unos días de campamento con el colegio y el resto del grupo está en la cuidad, podríamos ir a cenar juntos cuando los niños se hayan ido.

-          Claro, seria genial cenar todos juntos. Hace tiempo que no lo hacemos – pasó un brazo por cintura de Zoro y escondió la cabeza en su pecho – Ahora durmámonos Zoro.

-          Buenas noches cocinero – besó los cabellos rubios y se acomodó contra Sanji.

-          Buenas noches alga.

Notas finales:

Hasta aqui el capitulo de hoy. Espero tener pronto el siguente.

Y como siempre se agracen criticas y comentarios.

Gracias por leer ^^


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