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Comenzando por el final por Broken Kiara

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Notas del capitulo:

Por fin!! El maldito ordenador no me dejaba subirlo, pero aqui esta.

Estoy muy orgullosa del capitulo a pesar de que tenido muchas dudas y un pequeño bloqueo mental.

Hay un recuerdo importante!

Queria dar las gracias a todos lo que leeis y en especial a los que comentais, 40 reviews ya!! Estoy muy feliz! Muchas gracias!! :D

No os entretengo mas, disfrutar de la lectura ^^

PROMESAS

Estaba nervioso, no podía negarlo. Desde que Zoro había salido por la puerta, un incómodo nudo se había apoderado de su estómago. Y sin poder evitarlo su vista se iba cada poco al reloj, deseaba que el tiempo pasara más rápido y el marimo ya estuviera de vuelta. Intentó distraerse viendo el canal de cocina mientras fumaba un cigarro, pero le resultaba imposible mantener su atención en la televisión.

La casa estaba en total tranquilidad, cosa que rara vez sucedía, sin Zoro dando vueltas ni Kai jugando por todos lados. Realmente echaba de menos a su hijo, hacia solo tres días que se había marchado y ya quería volver a cocinar con él o ver como entrenaba con el espadachín. Nunca pensó que detestaría la ausencia de ruidos y es que el maldito silencio le incitaba demasiado a pensar. Por eso cuando escuchó la puerta abrirse se obligó a sí mismo a mostrarse relajado tumbado en el sofá.

-          Ya he vuelto – dijo Zoro a modo de saludo.

-          ¿Qué tal la cena? – preguntó mirando la pantalla, intentando aparentar indiferencia.

Zoro no respondió, se acercó al sofá y se dejó caer sobre Sanji.

-          ¿Qué mierdas haces marimo? – preguntó molesto, el espadachín no era precisamente ligero – No puedes ir tirándote encima de las personas musgo.

-          No seas debilucho cocinero – contestó con la cara enterrada en el sofá.

El rubio suspiró, colocando sus manos en la trabajada espalda. Ahora que Zoro había vuelto estaba algo más tranquilo.

-          ¿Qué tal la cena? – repitió ya que antes no obtuvo respuesta.

-          La comida sabia igual que siempre – respondió sin sacar la cabeza de su escondite.

-          Me refiero a cómo te ha ido con Saga, estúpido espadachín.

Sanji sintió como el pulso de Zoro aceleraba y cuando vio que no respondía comenzó a preocuparse.

-          ¿Ha pasado algo?

Zoro levantó por fin la cabeza, miró al rubio unos segundos antes de incorporarse del todo y liberarle de su peso. Sanji recogió sus piernas dejándole espacio para sentarse mientras el mismo lo hacía.

-          Tenemos que hablar – dijo el peliverde ya sentado.

Sanji asintió, un escalofrió le recorrió la espalda. Tenía un mal presentimiento.

 

Llevaban unos cinco minutos en silencio. Zoro le había contado todo lo sucedido en la cena, de forma simple y sin entrar mucho en detalles, y Sanji se había mantenido en silencio, solo escuchando. Cuando el espadachín dejó de hablar, esperó a que opinara o dijera algo, mas el cocinero parecía perdido en sus pensamientos.

-          ¿Tú que le respondiste? – habló finalmente rompiendo el silencio.

-          Que no podía hacerlo – respondió serio – Luego me pidió que lo pensara, que solo sería una vez, por la promesa que le hice. Después me dijo que le llamara cuando me decida.

De nuevo se quedaron en silencio, con la tensión palpando en el aire.

-          Sanji yo… - empezó a hablar de nuevo sin saber muy bien que decir.

-          Hazlo – interrumpió serio.

-          ¿Qué? – el peli verde no podía creérselo, tenía que haber escuchado mal.

-          Que lo hagas – repitió.

-          ¿Qué mierdas dices cocinero? – exploto frustrado.

Sanji le miró un segundo antes de desviar la mirada y encender un cigarro dándole una calada.

-          Eres un espadachín ¿no? – le miró de nuevo, hablando sereno. Pero Zoro veía la tristeza en los obres azules – Un espadachín nunca rompe una promesa.

-          Tienes que estar bromeando.

-          Zoro – suspiró suave – ¿Recuerdas lo que te dije en el hospital? Después de que te hicieras las heridas en los tobillos.

Claro que lo recordaba. Aquella vez el rubio se había enfado muchísimo con él. Cuando se quedaron solos en la habitación del peli verde en el hospital, Sanji le había echado una buena charla. Le dijo que si volvía hacer una estupidez así le dejaría, entendía que Zoro arriesgara su vida por su sueño y su promesa, eso podía comprenderlo perfectamente. Pero Sanji no permitiría que rompiera una promesa por él, porque aunque Zoro aseguraba no arrepentirse, el cocinero sabía que su pareja jamás se perdonaría a si mismo faltar a su palabra de espadachín. Y Sanji no iba a permitir que Zoro cargara con una culpa así, mucho menos si la causa era el mismo.

-          Esto es distinto – replicó, sin contestar directamente a la pregunta - ¿Es que acaso te parece bien que lo haga?

-          Claro que no – dio una calada y suspiró echando el humo – Pero tú nunca romperías una promesa.

Zoro no dijo nada, Sanji tenía razón. Sería capaz de romperla si él se lo pedía, haría cualquier cosa si el rubio así lo deseaba, no obstante sabía que no era justo, Sanji no debía cargar con ese peso.

Sanji le miró, dejando el cigarro ya consumido en el cenicero. Observó como su marido tenía una pelea interna consigo mismo, deseaba poder ayudarle, pero el propio cocinero estaba lleno de dudas. Esta situación debía resolverla el espadachín solo, pensó, con una posible idea en mente. Aunque era consciente de que Zoro no la aprobaría.

-          Marimo – le llamó de nuevo para tener su atención.

-          Dime cook – contestó con mirada en el suelo.

Se acercó al peli verde, gateando por el sofá. Cuando estuvo a su lado, le levantó la cara por el mentón obligándole así a mirarle. Sanji le sonrió esforzándose por no mostrar amargura. Escrutó con sus ojos la oscura mirada de su pareja, hundiéndose en ella, antes de cortar la distancia entre ellos y besarle suavemente, sintiendo con ello como el nudo en su estómago se hacía más grande. Zoro correspondió cerrando su ojo con fuerza mientras rodeaba la cintura delgada cintura con sus brazos, apresándola contra él.

Sanji tiró de los verdosos cabellos y aprovechó la apertura en la boca contraria para colar su lengua por ella, acariciando todo a su paso, uniéndola a su compañera, con hambre, con ansia. Con ello Zoro suspiró con fuerza, empezando a notar la falta de aire. Agarró con mayor firmeza la cintura, colocando a su pareja sobre él, sin querer separarse aun.

Cuando la necesidad de respirar se hizo insostenible el cocinero rompió el beso, enterrando su cabeza en cuello moreno mientras intentaba recuperar el aire. Abrazó con fuerza al espadachín, sintiendo como este le abraza con la misma intensidad. Realmente se iba a odiar por lo que haría, pensó el rubio, pero era necesario.

-          Marimo – habló rozando los labios contra su piel – Es tarde, y estoy cansado. Deberíamos irnos a dormir y ya mañana pensamos algo – dijo intentando sonar convencido.

-          Claro. Yo también estoy cansado – dijo poniéndose en pie, levantando al rubio en brazos – Mañana lo vemos con más tranquilidad.

Sanji se incorporó en el abrazo, volviendo a besarle mientras Zoro, sin dejar de besarle, les llevaba a ambos al dormitorio intentando no perderse en el camino.

 

Cuando Zoro despertó al día siguiente estaba solo en la cama, nada sorprendente teniendo en cuenta que Sanji se levantaba antes que él la gran mayoría de los días. Pero notaba que estaba vez era por algo distinto y no sabía porque. Tampoco oía ruido en la cocina, de todas formas se levantó yendo hacia ella, al llegar vio que la mesa estaba puesta lista para desayunar, abrió la nevera para sacar una jarra de zumo, pero seguía sintiéndose extraño. Buscó al cocinero por la casa sin obtener resultados, su nulo sentido de la orientación le llevó de vuelta a su dormitorio y entonces entendió todo. Vio el mensaje de Sanji en aquel objeto que antes le había pasado desapercibido y comprendió su significado.

Sobre la cama, encima de la almohada del rubio, había un paquete de tabaco cerrado.

Sanji se había ido. Y Zoro sentía unas tremendas ganas de vomitar.

 

Abrió la puerta con la llave que le había entregado Nami. Observó la estancia desde la puerta, tenía una cama, en frente de esta había una televisión y más allá una puerta cerrada que supuso daba al baño. Cerró la puerta tras él, guardando la llave en el bolsillo, pudiendo ver ahora el marco de la cocina, con una barra y taburetes para comer en ella.

Suspiró cansado, tirándose sobre la cama. Echaba de menos al marimo. Hacia dos días que se había ido y no sabía nada de él, aun así no se arrepentía de irse. Era lo mejor, Zoro tenía mucho que pensar y no sería capaz de hacerlo con Sanji allí. Hiciera lo que hiciera el cocinero le iba apoyar o por lo menos lo intentaría.

Extrañamente lo que más le preocupaba no era si Zoro se acostaba o no con Saga, aunque lo hiciera el espadachín jamás le había engañado. Lo que no dejaba de rondar su mente era la manía de su marido cuando hacían el amor, pensar que su marimo le daría la mano a otro mientras se acostaban le revolvía más el estómago que el hecho de que Zoro estuviera con otro. Y es que Sanji sabía que no era solo una manía, que para su pareja era necesario.

 

Se removió entre las sabanas, comenzando a despertar, notando un agradable cosquilleo en la cara interior de los muslos. Con eso abrió finalmente los ojos.

-          Buenos días marimo – dijo Sanji sonriendo, dándole un beso en el glande.

El rubio estaba desnudo entre sus piernas, dándole atención a su ya más que despierta entrepierna, gracias a la previa atención del cocinero. Zoro sonrió, fue a poner una mano sobre la cara de su pajera para darle una caricia, pero pronto se dio cuenta de que no podía moverse.

-          Sanji, ¿Qué coño…? – dijo levantado la mirada, percatándose de que tenía las manos atadas al cabecero de la cama, sobre su cabeza.

-          Ayer me ataste tú – respondió Sanji repartiendo besos por toda la piel morena – Así hoy me toca a ti – concluyó repasando la cicatriz con la punta de la lengua.

-          Ahh… - gimió al sentir una mordida en uno de sus pezones – Mierda Sanji no...

Estaba comenzando a ponerse nervioso. Removió los brazos intentando soltarse las muñecas sin obtener resultados. Por mucho que le gustaran las atenciones del rubio sobre su cuerpo, odiaba no poder tocarle el también, le hacía sentir impotente.

-          Cook… para – susurró.

-          No voy a parar – dijo el rubio mordiéndole la cadera – Me muero por hundirme en tu cuerpo.

Con esa frase algo hizo se activó en la mente de Zoro, notando como su excitación comenzando a perderse.

-          Mierda cejillas – dijo revolviéndose aún más – Suéltame, no tiene gracia.

-          Vamos marimo, no seas aburrido -  siguiendo acariciando el cuerpo moreno.

-          ¡Joder Sanji! – medio gritó alterado provocando que Sanji se detuviera – Suéltame, por favor – dijo más suave, apartando la mirada.

Sanji le miró por primera vez y fue entonces que vio el miedo y la preocupación en su mirada. Se quitó de encima del peli verde, sentándose a un lado en la cama para poder quitarle la corbata que ataba sus muñecas. Cuando le liberó, Zoro se incorporó sentándose en la cama también y se quedaron en silencio.

-          Zoro yo… – comenzó.

-          Voy al baño – cortó el espadachín levantándose rápidamente.

Sanji se quedó quieto sin lograr entender que había pasado.

 

El cocinero vio como Zoro salía del baño con una toalla alrededor de la cintura y en cuanto lo tuvo al alcance tiró de su brazo para sentarle sobre él. El espadachín se dejó hacer, evitando mirarle a la cara.

-          Acabamos de casarnos – empezó a hablar Sanji acariciándole la espalda lentamente – Y estamos de luna de miel – continuó paseando por sus hombros – ¿Qué ha pasado Zoro? – preguntó dando pequeños besos por su pecho.

-          No me gusta que me aten – dijo simplemente, reposando la frente en su cuello.

-          Marimo, he visto cómo te encadenan o atan miles de veces – dijo besando ahora su cuello mientras pasaba sus manos por los abdominales.

-          Me refiero durante el sexo – susurró.

Sanji asintió entendiéndolo, pero sentía que todavía algo más. Bajo las manos hasta la toalla que cubría la intimidad del peli verde deshaciendo el agarre que la mantenía en su sitio, la quitó soltándola al suelo, dejando a la vista la desnudez de su pareja.

-          ¿De verdad es solo eso? – interrogó mirándole a los ojos. Zoro apartó la mirada no queriendo responder – Marimo…

-          No puedo… - comenzó a hablar apoyando la frente sobre la de Sanji – En mi trabajo hay muchas gente que lo deja por que sufre traumas o no es capaz de continuar – Sanji asintió, siendo consciente de ello – Para que eso no nos suceda, algunos buscamos algo que nos relaje fuera del trabajo, ajeno del campo de batalla – suspiró notando como una de las manos del cocinero acariciaba su miembro semi-rígido.

-          ¿Y cuál es tu remedio? – preguntó Sanji besándole en la mejilla.

Zoro buscó la mano libre de su pareja, entrelazando sus dedos con los de ella. Volvió a suspirar, gimiendo bajito, al sentir el miembro de Sanji presionando contra su trasero, deseando abrirse paso dentro de él.

-          Tú – dijo clavando su ojo en las obres azules. Sanji se sonrojo levemente – Tu mano en especial – añadió dándole un beso en los labios – No es solo una manía, para mi es necesario – dijo simple, no queriendo desvelar mucho más.

-          Entiendo – dijo Sanji con la voz algo quebrada por la emoción. Paró de masturbar le miembro ya erecto del peli verde para deslizar su mano hasta una de las nalgas del moreno – Pero, ¿Qué tiene que ver eso con atarte en el sexo?

Zoro se acercó a su oído, dejando que sus labios rozaran levemente.

-          Necesito darte la mano cuando hacemos el amor – confesó con las mejillas sonrojadas – No puedo correrme si no me das la mano, necesito estar unido a ti de todas formas posibles.

-          Entonces… – dijo llevando sus manos unidas hasta sus labios para poder besar los nudillos del marimo - ¿Puedo hacerte el amor ahora? – sintió como Zoro reía.

-          Siempre.

Notas finales:

Se que quereis matarme... 

¿Que hara el Marimo? Se acostara con Saga o no... Ya lo veremos ^^

Espero que el recuerdo os haya alegrado un poco el capitulo! Lo he dejado al final para que no os quedarais con mal sabor de boca. Es parte de la luna de miel (Eso significa que la boca esta cerca jeje)

Espero vuestras opiniones y comentarios!

Y mil gracias por leer ^^

 


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