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Comenzando por el final por Broken Kiara

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Notas del capitulo:

Por fin!! Aqui esta el nuevo capitulo, me dije que esta noche (aqui es de noche) lo acababa y aqui esta.

El capitulo no ha quedado como la idea original que tenia en mente pero creo que ha quedado bastante bien. Tiene escenas que algunos estaban esperando y estoy segura de que vais a amar el capitulo tanto como yo ^^

No quiero deciros mucho mas antes de que lo leais asi que os dejo leer tranquilos y al final os cuento.

Disfrutad de la lectura ^^

NIÑOS

La playa. Arena fina y blanca bajo sus pies, las olas rompiendo con fuerza contra la costa, el amplio mar azul perdiéndose en el horizonte, el Sol brillando en el cielo despejado…

Kai sonrió, con sus ojos grises mirando todo emocionado.

-          ¡Corre, Kai! – Luffy pasó a su lado corriendo - ¡Vamos a bañarnos!

El pequeño asintió, ensanchando su sonrisa echó a correr tras el moreno, pero apenas avanzó unos metros una mano le agarró el cuello de la camiseta por detrás.

-          ¿A dónde te crees que vas? – su padre peliverde le miraba desde arriba – No vas a hacer nada hasta que te eches la crema enano.

-          Jo papá… - se quejó haciendo un puchero.

-          Eso también va por ti Luffy – dijo el rubio frenándole, con el bote de crema en la mano.

-          Tú eres quien más debería echarse o te quemaras entero, cejas afeminas.

-          ¿A quién llamas cejas afeminas, alga parlante? – dijo tirándole el bote de crema al pecho.

Zoro soltó a Kai, comenzando una de sus típicas discusiones con el cocinero, dejando olvidada la conversación. Momento que Luffy aprovechó para coger el bote y echarse la crema a Kai y a él para rápidamente salir corriendo al mar, dejando tiradas las camisetas en la arena, sin importarles lo más mínimo tener la crema mal extendida.

Los dos dejaron de discutir al oír las risas de su hijo jugando entre las olas con Luffy quien parecía otro niño.

-          Tienes que hablar con él – dijo el rubio a Zoro – debes explicárselo – encendió un cigarro mirando como los otros jugaban con una pelota entre las olas.

Zoro no dijo nada, siguió tumbado en la toalla a espaldas del cocinero con los ojos cerrados. Sabía que tenía que hablar con Luffy, de hecho era uno de los motivos por los que invitaron al moreno a la playa, aunque había sido Sanji quien le había convencido. Y a pesar de que el peli negro se mostraba feliz y alegre como siempre, la realidad era no había intercambiado palabra con el espadachín.

-          Échate crema ero-cook – dijo dándole a entender que le había oído.

Sanji suspiró al ver que Zoro se dormía. Se echó la crema y fue a jugar con su hijo.

 

Robin entró en la habitación cerrando la puerta tras ella. Guardo silencio viendo al hombre en frente suya, no podía verle la cara al estar de espaldas, pero parecía tener problemas para ponerse la corbata.

-          ¿Necesitas ayuda?

Contrario a la mayoría el hombre no se sobresaltó al oírla, tan solo negó con la cabeza. Daba igual lo silenciosa que fuera Robin, a él nunca le pillaba desprevenido.

-          No estoy acostumbrado a llevarlas – dijo sin voltearse – Estas cosas son más del cocinero.

De hecho, lo único que sabía era quitarlas. Aprendió a la fuerza tras las primeras veces en las que acababa frustrado rompiendo la molesta tela al no ser capaz de deshacer el molesto nudo. Y luego Sanji acababa echándole la bronca.

-          ¿Cómo está él? – preguntó con notable interés - ¿Está nervioso?

-          No ha parado de fumar, casi se ha acabado un paquete entero.

-          Maldita chimenea.

-          Quizás… Cocinero-san necesite una visita que le tranquilice.

Zoro giró a mirarla, arqueando una ceja interrogante. ¿Qué tenía esa mujer en mente?

 

Resopló comenzando a molestarse. Luffy había llegado hacia unos minutos pidiéndole que se mantuviera de espaldas a la puerta mientras el bajaba todas las persianas, luego apagó la luz al salir, dejándole totalmente a oscuras.

Estuvo a punto de girarse para darle al interruptor cansando de esperar cuando escuchó la puerta abrirse y al segundo volver a cerrarse.

-          Luffy no tengo tiempo para jugar – dijo dándose la vuelta – tengo que…

Calló al ver que la persona que había entrado no era Luffy. Apenas lograba ver su silueta en la penumbra pero Sanji sabía perfectamente quien era.

-          ¿Qué haces aquí? Se supone que no podemos vernos.

-          Sí, lo sé – respondió el peliverde acercándose a él.

Según Nami tampoco podían verse las horas antes a la ceremonia. Otra estupidez según Zoro, aunque merecían la pena a cambio de la luna miel.

-          Técnicamente no te estoy viendo.

-          Es cierto – concedió – ¿Has venido por algo?

Zoro por toda respuesta le extendió la corbata, a lo que el rubio la cogió sonriendo. Paso la prenda por el cuello del moreno, anudándola con maestría. Cuando acabó, tiró de la tela atrayendo aún más al espadachín para besarle.

-          ¿Estás nervioso cocinero? – preguntó directamente. Sanji se tensó, no creía  haber sido tan obvio – ¿Tienes miedo de que me fugue antes de la boda?

Sanji rio sonoramente, rodeándole la cintura.

-          Te perderías antes de llegar a la puerta, marimo desorientado.

El peliverde refunfuño molesto haciendo que su pareja riera divertido antes de volver a besarle, esta vez más demandante, abrazándole con fuerza. Zoro ladeó la cabeza profundizando el beso, colando su lengua en la boca contraria, batallando con su compañera por el control.

Siguieron besándose hasta que la necesidad de respirar se hizo insostenible y tuvieron que separarse. La boca del cocinero pasó a devorar rápidamente el cuello del moreno.

-          Cocinero…

Sanji bajo las manos del trasero del espadachín a sus muslos, alzándole en el aire mientras le sostenía contra él, instándole a abrazar su cintura con las piernas.

La espada de Zoro chocó contra la pared, pero eso no impidió que siguieran besándose con ganas.

-          Zoro – susurró en su oído, jugando con los aretes entre sus labios – Quiero hacértelo.

-          Sanji… No podemos – respondió su pareja, intentando mantener la cordura.

-          Vamos marimo – movió las caderas rozando sus hombrías que empezaban a despertar, tentándole – Me muero por follarte.

Esta vez Zoro no replicó, besó al cocinero con hambre, sin importarle recargar todo su peso sobre él, consciente de que su pareja podía soportarlo. Jadeó pasando las manos por la espalda y el pelo de su prometido.

Ambos sabían que tenían que parar, debían estar vistiéndose y preparándose para la ceremonia y no estar contra una pared a punto de follar, pero ninguno quería soltar al otro.

-          Chicos os están buscando para… – Luffy entró abriendo la puerta de golpe, cegando momentáneamente a la pareja por la luz del pasillo – Ups! Lo siento – se disculpó al ver la situación en la que se encontraban y cerró rápidamente, dejándoles de nuevo a oscuras.

Se quedaron unos segundos en silencio, hasta que Zoro soltó una maldición, escondiendo la cabeza en el cuello del rubio.

-          Bájame cocinero.

-          No – dijo Sanji tras meditar un instante su respuesta – Quiero hacértelo marimo.

-          ¿Es que no tuviste bastante ayer? – preguntó refiriéndose a su despedida de soltero.

-          Ayer no lo hicimos – replicó.

En eso Sanji tenía razón, la noche anterior habían hecho muchas cosas, pero no habían ido a más de usar sus manos y bocas. Al fin y al cabo no querían romper los propósitos de Nami, ya que eso significaría quedarse sin luna de miel y ninguno deseaba eso. Pero eso no quería decir que hubieran disfrutado menos.

-          Suéltame Sanji – repitió – Vas a arrugarme el traje.

El cocinero soltó una suave risa, sabía que Zoro se había sonrojado aunque no podía verle.

-          No quiero – dijo apresándole posesivamente - ¿Tú… no estás nervioso? – dudó al hacer la pregunta.

Porque la realidad era que Sanji estaba muero de miedo, estaba seguro de querer casarse pero no podía evitar estar nervioso.

-          Claro que si – respondió mecánicamente – ¿Es que tienes dudas Sanji?

-          ¡No! Claro que no – contestó dejando a Zoro en el suelo sin dejar de abrazarle – Es solo que… Quiero decir que… – titubeó cerrando los puños entorno a la camisa – No quiero lo hagas si no estás seguro Zoro.

-          Que idiota puedes llegar a ser cocinero – rio suave el espadachín – Escucha bien. Te amo y estoy completamente seguro de querer casarme contigo.

Sanji cerró los ojos con fuerza, ahora mucho más relajado.

 

-          A la de tres, ¿listos?... una… dos… ¡tres!

Cubos de agua fría cayeron sobre su cuerpo, despertándole de golpe. El peliverde abrió la boca para escupir el agua que le había caído en la cara. Fulminó con su único ojo a las tres personas que le sonreían, cada una de ellas con un cubo de playa ya vacío en las manos.

-          ¿Pasa algo alguita? – preguntó burlón el rubio.

Luffy cayó de culo a la arena, estallando en carcajadas. Y Zoro sonrió escalofriante.

-          Os vais a enterar – dijo levantándose.

-          ¡Corre papi! – gritó Kai tirándole de la mano a su padre para echar a correr - ¡Papá da miedo!

El cocinero rio huyendo detrás de él mientras Zoro les perseguía y Luffy seguía riendo en el suelo viéndoles. Kai y Sanji corrieron al mar, salpicando a la gente al pasar y Zoro como costumbre acabó perdiéndose, volviendo al punto de origen junto a Luffy.

Quizás podía aprovechar la oportunidad.

Se sentó a su lado sin decir nada durante unos segundos, sin saber bien como empezar. Finalmente se decidió por hacerlo de forma que el sombrero de paja seguro le escucharía.

-          Capitán.

 

Sanji les vio de lejos, serio.

-          ¿Kai quieres que nos bañemos un rato? – preguntó. Lo mejor sería no interrumpirles.

 

-          ¡Comida!

Luffy se abalanzó sobre los sándwiches como costumbre, recibiendo una queja por parte del cocinero mientras Zoro y Kai aprovechaban para coger uno antes de que le pelinegro se los acabara.

Habían pasado toda la mañana jugando en la arena con la pelota y bañándose en el mar. Se habían divertido bastante, además de que las cosas se habían arreglado entre Luffy y el marimo.

-          Papá, ¿Por qué llevas el anillo colgando del cuello? – preguntó curioso ante el cambio.

-          Porque… Es más cómodo – respondió simplemente, ni siquiera él lo sabía y tampoco es que le hubiera dado importancia.

El peli azul cogió el anillo mirándolo de forma distinta ahora que no lo veía en el dedo de su padre. Riendo se lo colocó viendo lo grande que le quedaba.

-          Tus dedos son enormes – rio el niño divertido.

Se lo quitó dándole una vuelta de nuevo entre sus dedos, mirándolo atento, descubriendo la inscripción dentro.

-          T-te am-o, ma-rim-o – leyó con dificultad – Te amo, marimo.

Sanji se sonrojó al escuchar esas palabras que él solía decir en boca de su hijo.

-          ¿Qué pone en el tuyo papi?

-          Te amo, cocinero – fue Zoro quien respondió mecánicamente.

 

Todos los invitados estaban ya sentados, a excepción de las damas de honor y padrinos. No habían invitado a muchas personas por lo que era una ceremonia pequeña al aire libre, el cielo estaba algo nublado pero aun así hacia un día precioso.

Sanji ya estaba allí delante de todos junto al hombre que oficiaría su matrimonio, esperando inquieto al momento en el que el marimo apareciera por el improvisado pasillo que formaban las sillas en el jardín.

Mantuvo las manos dentro de los bolsillos en una postura relajada, intentando con ello mostrarse tranquilo. Deseaba poder fumarse uno de sus preciados cigarros o al menos tenerlo apagado en los labios, pero solo atino a bajar la cabeza y morderse el labio inferior.

Brook empezó a tocar una suave melodía y Sanji rápidamente sacó las manos a la vez que levantaba la cabeza, quedándose sin aire.

Zoro estaba frente a él, al contrario de Sanji no se mostraba inquieto, andando con el mismo aire despreocupado de costumbre. La chaqueta negra estaba abierta se ajustaba perfectamente a él, definiendo sutilmente sus brazos. El color mostaza de su corbata combinaba perfectamente con el azul marino de su camisa, que gracia a la chaqueta abierta se veía como se ceñía a su cuerpo, resaltando su musculatura.

A los ojos de Sanji el marimo estaba increíble. Desde luego Nami había hecho un bueno trabajo.

-          Estas tremendamente bueno marimo – dijo sonriéndole una vez se paró a su lado.

-          Tampoco te ves nada mal, ero-cook – respondió mirándole de arriba abajo.

Sanji llevaba un traje totalmente diferente a los que solía llevar. Era de un gris plateado, la fina tela parecía muy suave y bastante cara, aunque Zoro de esas cosas no tenía ni idea. La camisa era de un verde ligeramente oscuro y contrario a lo normal no llevaba corbata y tenía el cuello y un botón desabrochado.

-          Empecemos – dijo el juez cortando el íntimo cruce de miradas.

Zoro entrelazo su mano con la de Sanji antes de girarse y encarar al hombre que recién empezaba a hablar.

Ninguno de los dos le prestó verdadera atención. Sanji estaba pendiente de Zoro, de su comportamiento y reacciones, del cálido toque de sus manos unidas. El peliverde estaba aparentemente tranquilo y sereno, como siempre se mostraba, exactamente igual a como se había mostrado en la habitación cuando Sanji había estado de los nervios.

Debía reconocer que su pareja tenía un gran autocontrol, sin embargo ahora Sanji podía percibir claramente su nerviosismo a través del pulso acelerado de su mano. Puede que desde fuera Zoro pareciera relajado pero era obvio que no lo estaba y eso estaba empezando a poner más nervioso a Sanji.

-          Pueden traer los anillos.

Chopper se movió de su puesto como padrino mientras sacaba las alianzas de los bolsillos. Emocionado se acercó a los novios entregándoles a cada uno el que le correspondía

-          Señor Roronoa – el juez hizo un disimulado gesto con la mano indicándole que procediera.

Zoro asintió cogiendo la mano derecha de Sanji y sosteniendo el anillo con la mano libre. Abrió la boca para hablar pero ningún sonido salió de ella.

-          ¿Señor Roronoa? – repitió, al parecer el peliverde se había quedado en blanco.

Antes de que el rubio pudiera darse cuenta su cuerpo se había movido solo y estaba besando al marimo para asombro de todos los presentes, Zoro incluido.

El juez hizo una mueca de desagrado que Sanji ignoró completamente, colocando una mano en la cadera del moreno para pegarle a su cuerpo.

-          Relájate – habló en su oído para que solo él pudiera oírle – Yo tampoco pienso fugarme marimo.

-          ¿Podemos continuar? – preguntó el juez sin disimular su molestia.

Sanji asintió, no obstante esta vez fue él quien cogió la mano de Zoro para ponerle el anillo.

-          Roronoa Zoro – sonrió mirando a su pareja a los ojos – Sabes que soy un amante de las mujeres y que tendrás que aguantar que siga coqueteando con todas las mujeres del mundo porque pienso seguir siendo un caballero, y sabes que la casa siempre olerá a tabaco porque no tengo intención de dejar de fumar – rio levemente, hablando confiado pero serio – Marimo, eres… Un espadachín idiota con la cabeza de alga y te quiero aunque nos pasamos el día discutiendo y pelando, así que… ¿Aceptas a casarte con este cocinero pervertido?

-          Si, acepto.

Los ojos azules de Sanji brillaron cuando le puso el anillo y Zoro sintió como el corazón se le subía a la garganta y su único pensamiento era lanzarse a hacer el amor con el hombre que estaba haciéndole perder la cabeza.

Soltó el aire que estaba reteniendo y cogió la fina mano del cocinero con el pulso todavía más acelerado pero firme.

-          Kuroashi Sanji… Sanji, tú mejor que nadie conoces lo mucho que me gusta la bebida, como tu fumando estoy yo bebiendo todo el día, que me paso horas entrenando y durmiendo y luego te cuesta la vida despertarme. Sabes que soy un orgullo al que no le gustan pedir indicaciones y nunca se dónde estoy, y al final siempre tienes que venir a buscarme y llevarme como un niño pequeño – le miró con cariño – Cocinero… Eres un maldito pervertido con las cejas en espiral y también te quiero aunque seamos diferentes en muchas cosas por lo que… ¿Te apetece seguir molestándonos para siempre?

-          Me encantaría.

Zoro le puso el anillo y ninguno de los dos escuchó las palabras del juez ni los gritos y felicitaciones de los demás, ni se dieron cuenta de que Nami estaba llorando. Tan solo eran conscientes el uno del otro, de los labios del contrario, de la creciente necesidad por pegar sus cuerpos todo lo posible, de las palabras que susurraba su ahora marido entre besos…

-          Te amo bastardo.

-          Y yo a ti idiota.

 

Notas finales:

¿Os ha emocionado leerlo tanto como a mi escribirlo? Ansio de corazon que os haya gustado ^^

No se si os esperabais ya la boda o no, espero que haya sido una agradable sorpresa! De todas formas no acaba ahí, aun tengo mucho mas para mis queridos lectores :D

Os pondria una foto con los trajes de los dos pero soy una negada para dibujar (mi arte se limita a los monigotes) si por algun casual no entendeis bien las descripciones o creeis que faltan cosas decidmelo y las cambiare.

Espero leer vuestros rewiews, ya sean comentarios y opiniones siempre son bienvenidos, animaros a comentar y no sintais verguenza! Un comentario no tiene nada de malo al contrario me anima muchisimo! También agradezco a todos los que leais aunque no comenten ^^

Muchas gracias por leer ^^

PD: Se que ultimamente me estoy retrasando bastante y no sabeis cuanto lo siento, decir que estoy muy liada y algo falta de inspiracion, quiero que tengais en cuenta que me esfuerzo mucho por no retrasarme ni dejar de lado el fic. 

Si teneis sugerencias para el proximo capitulo o similar se tendran en cuenta.


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