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Comenzando por el final por Broken Kiara

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Notas del capitulo: Hola! ^^
Bueno he tardado más de lo que tenia previsto pero, aquí  tenéis el nuevo capítulo.
En este ya vemos la vuelta de la pareja al ejército, el capítulo está más centrado en Sanji como ya dije que haría.
Creo que es algo tranquilo, así  que espero no decepcionaros si esperabais mucha acción, se trata del preludio de lo que esta por venir, por decirlo de algún modo.
Espero que os guste ^^
 
Regreso
 
Zoro salió de la ducha con los pantalones de dormir ya puestos y sacudiéndose las gotas restantes del pelo con una mano. Se paró a un metro de distancia de la cama al ver a Sanji en ella. Estaba sentado con una pierna estirada y la otra flexionada, donde descansaba el brazo que sostenía el cigarro. Llevaba un pantalón azul remangado por las rodillas y una camiseta blanca lisa de Zoro, y esta al quedarle grande dejaba ver sus clavículas. Sus finos cabellos dorados estaban alborotados ocultando los zafiros ojos.
Justo en ese momento Sanji echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos mientras el humo escapaba de sus labios y desaparecía lentamente en el aire.
Zoro tragó saliva, Sanji era demasiado sexy.
Pero tenía que centrarse, sabía que su pareja no se encontraba bien, seguía perdido en sus pensamientos, sin dejar de darle vueltas al mismo tema, a pesar de haber tomado una decisión ya.
Tenía que distraerle.
Rodeó la cama y se dejó caer en la pierna estirada de Sanji, con los pies colgando por el borde. El rubio no dijo nada, tampoco empezó a acariciarle el pelo como hacía de costumbre. Le miró un segundo antes de cerrar su único ojo para meditar. Este tipo de situaciones no eran, ni de lejos, el punto fuerte de Zoro, pero tenía que hacer algo.
Al final se decantó por hacer lo que siempre hacía, dejarse llevar.
Desde donde estaba podía ver los ojos de Sanji asomar por el flequillo y mirar al horizonte. Esperó a que terminara el cigarro y lo apagara en el cenicero para estirar la mano y rozar con los dedos la perilla de cocinero, llamándole la atención.
- Mírame.
Sanji se estremeció. Bajó la cabeza mirando derrotado a Zoro. Los dedos se deslizaron por su mejilla hasta su nuca al tiempo que Zoro se incorporaba para darle un casto beso. El roce de labios fue lento, dulce, superficial.
- Espero que no salgas corriendo detrás de una mujer esta vez.
La risa de Sanji vibró por la habitación.
- No puedo prometerte nada – susurró apoyando su frente contra la de su pareja.
- Nunca entender esa obsesión tuya por las faldas.
Cuando Sanji volvió a reír, una agradable sensación le hizo creer a Zoro que no lo estaba haciendo tan mal. Le robó otro beso, algo más profundo esta vez, mientras tiraba suavemente de sus piernas para obligarle a tumbarse junto a él.
- Algún día, Marimo, conocerás a una mujer que te robe el corazón y entonces no tendrás más remedio que darme la razón.
- ¿Entonces… qué pasaría contigo cejas de sushi? – la blanca dentadura de Zoro relució al sonreír.
- Tendría que dejarte ir, tampoco sería una gran pérdida.
Ambos rieron hasta que reinó el silencio. Sanji repasaba con las yemas de los dedos los músculos del costado de Zoro, observando como la piel se erizaba a su paso. A la vez, retenía suspiros por los besos que el espadachín le daba en la mandíbula.
Zoro no dijo nada más, simplemente le sostuvo hasta que se quedó dormido.
 
Decir que no estaba nervioso era una tremenda mentira, sin embargo eso no significaba que lo fuera a admitir en voz alta.
Se sentía incómodo en las ropas de camuflaje. Habían tenido que desempolvar un par de cajas para encontrar la ropa de Sanji del ejército, para al final comprobar que le quedaban pequeñas y tener que comprar ropa nueva.
Sanji observaba como cargaban el avión con las cosas. Esta vez lo veía todo diferente, tenía una sensación diferente a cuando iba despedirse a Zoro. Ahora, para él, el lugar parecía otro totalmente distinto.
- Cook – Zoro le llamó a un metro detrás de él – Kai quiere verte.
El cuerpo del rubio giró y pasó a su lado sin decir nada.
Todo este asunto estaba afectando demasiado a Sanji, y Zoro no podía evitar preocuparse. Quería decirle que aún estaba a tiempo de cambiar de idea, pero sabía que el cocinero no lo aceptaría, el propio Zoro tampoco lo haría. Sanji tenía que hacer las paces con el ejército de una vez por todas.
- ¡Papá!
El grito del pequeño hizo diera la vuelta para verle, estaba hablando con Sanji con una sonrisa y con Zeff detrás de ellos.
- Dime enano – respondió al acercarse.
- Papi me ha prometido que me llamaréis esta noche cuando lleguéis. ¡Que no se os olvide!
La risa divertida de Sanji fluyó al ver como su hijo prácticamente les estaba riñendo. Sin contenerse le cogió en brazos y le revolvió el pelo mientras le abrazaba.
- ¡Ah! ¡Papi, para! Que ya soy mayor.
Zoro se encontró sonriendo también, ahora más tranquilo. Se acercó a dejar un beso en la frente del menor.
- Pórtate bien con tu abuelo.
 
Según les habían dicho el vuelo duraría unas cinco horas. La parte trasera del avión era justo como Sanji recordaba, una amplia cabina de metal, silenciosa y con los asientos duros. No viajaban solos, había un par de personas en frente de ellos. Por lo general, los soldados tienden a ser discretos, se les entrena para no mostrar sus emociones, pero tras años de combate uno empieza a notar los sutiles gestos. Y Sanji era capaz de percibir las miradas que les dirigían, probablemente era porque Zoro, el gran Roronoa Zoro, que intimidaba a cualquiera, dormía tranquilamente sobre su hombro. Seguramente esos soldados le reconocerían como la pareja de Zoro y nada más. Nadie imaginaba que alguien tan delgado como pudiera tener tanta fuerza en las piernas. El propio Zoro le subestimó al conocerle. 
No estaba preocupado por eso, estaba acostumbrado a ese tipo de miradas, es más, pensaba divertirse mucho a costa de ellas. Había accedido a ir a la misión, pero no sin antes poner una serie de condiciones, no le importaba el dinero, Zoro y él tenían de sobra. Por eso había acordado con el ejército que no iba a reprimirse con su pareja durante la misión, de lo contrario no irían. Ambos tuvieron que contenerse cuando empezaron a salir y no pensaba volver a pasar por ello. Aunque debía admitir que la tensión sexual y el peligro de ser pillados, fueron increíbles.
Sonrió, sin importarle que le miraran, al recodar sus primeros meses juntos.
- Aterrizaremos dentro de media hora – la voz del capitán resonó por el altavoz.
Zoro se removió, soltando un gruñido de recién levantado que hizo reír a Sanji.
- Ya era hora Marimo. Es impresionante como puedes dormirte en cualquier sitio, eres toda una marmota.
- ¿Se puede saber… - bostezó – … a quien llamas marmota, cejas de pato? Voy a patearte el trasero – le retó aún medio dormido.
- Estoy deseando verlo, ma-ri-mo – la burla salió de la boca de Sanji en medio de una sonrisa. 
- Cuando quieras, co-ci-ne-ro.
Ambos sonrieron, retándose con la mirada. Sanji tuvo que contener, no de buena gana, las ganas de besar a Zoro. Quería divertirse a costa de los soldados, pero tampoco quería excederse. Así que, con disimulo, dejó que sus dedos rozaran la morena mano.
 
Tal y como prometieron al llegar llamaron a Kai, era casi media noche, pero el pequeño se había quedado despierto esperando la llamada.
- Papi – la joven voz se escuchaba pastosa y cansada. Sanji sonrió al imaginárselo intentando mantener los ojos abiertos – El abuelo dice que me tengo que ir a la cama ya.
- Y tiene toda la razón enano. Descansa, volveremos antes de que te des cuenta.
- Buenas noches, te quiero papi.
- Yo también a ti.
Colgó el teléfono, dejándolo en la cabina. Se quedó unos minutos ahí, fumándose un cigarro y contemplando el patio vacío y los barracones en silencio, con tan solo unos cuantos soldados de guardia dando vueltas. Hacía aire, pero la gruesa chaqueta militar le mantenía caliente. 
Apagó el cigarro y camino hacia el barracón más alejado. Zoro se había adelantado para dejar las cosas en la habitación. 
- Marimo…
El susurro se escapó de sus labios sin pensarlo. Zoro se había pasado los últimos días apoyándole en silencio, sin decir nada que le incomodara e intentando distraerle. Y Sanji no sabía cómo agradecérselo. Por eso, cuando entró en la habitación y vio que Zoro había juntado las estrechas camas y le esperaba despierto, el corazón de Sanji dio un pequeño vuelco.
Puede que para mucho fuera una tontería, esperar despierto a que tu pareja llegara, pero tratándose de Zoro, que se pasaba durmiendo la mayor parte del día… Era un detalle que siempre enamoraba a Sanji.
Tenía que agradecérselo.
- Date la vuelta.
- ¿Qué?
- Date la vuelta, ponte boca abajo – el espadachín le miró sin comprender que quería decir – Solo hazlo, Marimo.
Zoro obedeció con curiosidad, aún sin entender nada.
Sanji contempló la imagen unos segundos. El bronceado cuerpo tumbado boca abajo, dejando ver los deliciosos músculos de la espalda y alguna que otra vieja cicatriz, y lo único que cubría su desnudez eran unos ajustados boxers negros.
Se orgullecía al pensar que se había enamorado del hombre más caliente del planeta.
Con tranquilidad, se quitó las botas militares, la chaqueta y la camiseta, dejando únicamente los pantalones. Zoro esperaba expectante el próximo movimiento del rubio. Las expertas manos de Sanji se posaron sobre sus tobillos, comenzando un pequeño masaje mientras subía lentamente por las fuertes piernas.
Zoro exhaló gustoso, amaba las manos del cocinero en todos los sentidos, eran gráciles y hábiles, amaba como cocinaban, como jugaban con los cigarros, como hacían que todos sus músculos se relajaran, como le tentaban en el sexo. Para Sanji no era ningún secreto lo mucho que su pareja gustaba de sus manos y aunque el rubio era todo un experto dando masajes, no era algo que hiciera a menudo, pero esta vez Zoro se lo había ganado.
- Cook, ¿a qué viene esto? 
Sanji no respondió. Subió ambas manos hasta los muslos, sabiendo exactamente dónde y cómo tocar para destensar cada músculo. Cuando sus manos alcanzaron los firmes glúteos, despacio, deslizó la fina tela negra por las piernas dejando a Zoro totalmente expuesto. Y sin que el peliverde se lo esperara dejó un suave mordisco en uno de los glúteos.
- Mierda… – la queja hizo sonreír a Sanji.
La espalda morena se tensaba cada vez que recibía un roce de la boca del rubio, que marcaba un camino ascendente hacia su cuello. El aliento de Sanji en su oreja le hizo estremecerse.
- Alza las caderas.
Gimió ante la orden. En un arrebato, agarró a Sanji del cuello como pudo y le besó con hambre. El cocinero respondió gustoso y al separarse dejó un mordisco en el hombro antes de volver a bajar.
Zoro sabía lo que iba a hacer, recordaba la primera vez que Sanji le había hecho eso, ambos habían quedado sorprendidos al descubrir lo mucho que Zoro había disfrutado. El cocinero había soltado un comentario divertido y el espadachín avergonzado se negó a que volviera a ocurrir, entonces Sanji se puso serio.
- No vamos a dejar de hacer algo que te gusta porque te de vergüenza, espadachín de mierda. Me da igual, si te gusta, te gusta, y eso no va a cambiar porque dejes de hacerlo. ¿O acaso eres un cobarde, Zoro?
No pudo más que darle la razón.
Tuvo que volver a la realidad al sentir unos dientes arrastrarse allí donde su espalda perdía su nombre. Con las caderas alzadas y la cabeza escondida entre sus brazos, Zoro intentaba controlarse. Una tarea difícil, más aun cuando Sanji separó sus glúteos y deslizó su lengua por el exterior de la entrada.
- Cocinero, ¿por qué…? – exhaló con fuerza cuando el húmedo músculo invadió su entrada.
Los dedos del rubio apretaron la tierna carne. Jugó un tiempo con el culo de Zoro, lamiendo y mordiendo. Hubo un momento, en el que la mirada de Sanji encontró el rostro del marimo, le miraba con las mejillas sonrosadas, la boca entreabierta y los ojos vidriosos. Hizo entonces un movimiento con su lengua para ver como la cara Zoro se contorsionaba por el placer.
Sanji llevó una de sus manos a la desatendida erección antes de abandonar su posición y subir por la espalda morena, deslizando la punta de la lengua por la columna vertebral.
Zoro tembló y de nuevo el aliento de Sanji estaba sobre su oído. 
- ¿Todo bien? – preguntó, dejando un reguero de besos desde el hombro hasta la oreja.
- Si - asintió, tragando grueso. Los dedos del cocinero burlaban su entrada – Joder…
- ¿Qué quieres Zoro? – mordió su oreja despacio y dos de sus falanges se perdieron en el cálido interior – Dímelo.
- Vete… a la mierda – la voz le salía entrecortada e intentaba no gemir.
La dulce risa de Sanji dio un vuelco al corazón de Zoro. El cocinero se separó, sacando los dedos. Golpeó una de las morenas piernas para instarle a que se diera la vuelta mientras se ponía de rodillas para deshacerse de sus pantalones e interiores a la vez.
Zoro veía desde su posición cómo Sanji se terminaba de desnudar y se colocaba entre sus piernas. Sanji alineó su cuerpo sobre el moreno, miró a Zoro durante unos segundos, dejando que sus alientos se entre mezclaran. Abrió y cerró la boca un par de veces, intentando hallar las palabras. Era extraño, como después  de tanto tiempo, aun había veces en las que no era capaz de confesar en voz alta sus sentimientos. 
Se lamió el labio inferior y tragó grueso. Rindiéndose, dejó caer la cabeza en el hombro de Zoro y con lentitud se adentró en su cuerpo.
Zoro cerró los ojos, dejándose llevar por Sanji, por el cuerpo sobre el suyo, por la acelerada respiración en su oído, por el movimiento y el sudor. Se perdió en las sensaciones y apenas fue consciente de su mano unida a la de su pareja.
Con un brusco beso, ambos ahogaron un ronco jadeo en la boca del otro.
 
Notas finales: Eso ha sido todo!
Como dije es tranquilo, aunque contenga algo de sexo, he querido cambiar la forma de describirlo, hacerlo más íntimo. No se si os ha gustado el cambio, como os conté, mi forma de escribir no es la misma que antes.
Con lo de los gusto sexuales de Zoro, aclarar que defiendo totalmente que uno se acepte como es, con sus gustos y todo (siempre que se respete la integridad de los demás).
No se si alguno escribís y os pasa, pero a veces cuando escribo sobre dos personas haciendo el amor se me olvida quienes son, sus personalidades y caracteres. Se convierten en dos personas amándose. ¿Qué opináis?
Como siempre cualquier crítica, opinión o comentario es bienvenido siempre que se respete a los demás ^^
Nos leemos!
 
PD: Siento si se ve mal, esta escrito desde el movil.

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