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Comenzando por el final por Broken Kiara

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Notas del capitulo:

Siento el retraso! Pero no he podido actualizar antes.

El anterior capitulo fue muy triste y os hice odiar un poco  a Zoro, espero que con este cambieis de opinión ;)

Este es mas alegre, aunque veremos el aniversario de Kuina no habra apenas tristeza por no decir nada. 

Se que el lemon anterior dejo mal sabor de boca pero era necesario, de todas formas este capitulo tambien tiene espero que os guste :D

Nos vemos abajo

FAMILIA

Sanji despertó de golpe. El corazón le latía con fuerza y jadeaba levemente. Aún con el recuerdo de aquel día aun presente en su memoria. Siempre le sucedía lo mismo en el aniversario de Kuina. Y solo recordaba la parte mala.

-          Cocinero, ¿estás bien?

La voz de Zoro le hizo percatarse de su presencia. Estaba sentado en su lado de la cama, con una botella de sake en las manos y ojeras a causa de la falta de sueño. Supuso que las otras botellas del suelo estaban vacías.

La imagen del espadachín le hizo recordar como acabó lo que empezó siendo una horrible pesadilla.

 

Después de ese día la tensión era palpable en la pareja. Durante un par de semanas estuvieron distantes. Zoro se disculpó más veces de las que seguro lo había hecho en toda su vida y Sanji siempre respondía lo mismo, que todo estaba bien. Pero en realidad no lo estaba.

Zoro no sabía cómo solucionarlo. Las palabras no eran lo suyo y a demás con ella no lograría nada. Tampoco se le ocurría nada romántico, él no era de esa clase de personas. Pensó en las cosas que Sanji siempre había querido tener o hacer. Y tardó dos semanas en encontrar la solución.

Camino hasta el lugar en el cual había pasado gran cantidad de horas en los últimos días con la pequeña diferencia de la compañía de Sanji. Quien no entendía nada. Zoro se veía inusualmente contento.

-          Marimo dime de una vez a donde vamos – preguntó Sanji cansado de dar vueltas por la cuidad.

-          Te he dicho que es una sorpresa no seas impaciente. Ya estamos llegando.

El rubio suspiró cansado de no obtener respuestas. Pero el peli verde parecía demasiado seguro aun sabiendo el mismo de su pésima orientación. Se pararon en frente de una urbanización y antes de que el cocinero pudiera preguntar por qué paraba una tela le tapo la vista.

-          ¿Se puede saber que haces? – preguntó algo molesto. 

-          Relájate y confía en mí.

Sintió una mano en su cadera y la otra mano del espadachín sosteniendo una de las suyas. No pudo evitar estremecerse al notarlo tan cerca como hacía semanas no lo sentía. Se adentraron en el edificio, luego subieron por el ascensor y finalmente anduvieron por un pasillo.

Sanji escuchó el sonido de unas llaves abriendo una puerta y poco después la tela por fin liberaba sus ojos. Estaban en lo que parecía un apartamento sin amueblar, bastante amplio y grande.

-          Tiene dos plantas – dijo Zoro a sus espaldas, rompiendo el silencio.

-          Zoro… ¿Qué...? – no logró acabar la frase cuando unas llaves se presentaron ante sus ojos.

-          Esta es tu llave. Ya he pagado la señal. En cuanto lo amueblemos y demás podemos mudarnos.

-          ¿Mudarnos?

-          Si. Bueno, necesitaremos una casa más grande cuando seamos tres.

El desconcierto en el rostro del rubio debía ser muy obvio pues Zoro suspiró nervioso para seguir hablando.

-          ¿Recuerdas el niño pequeño del orfanato? – Sanji asintió aun sin entender – He estado yendo a verle varias veces – los ojos azules se abrieron con sorpresa – Hace unos días hable con Nami, le pregunte y le pedí consejos como nuestra abogada. Luego fui a hablar con los encargados del orfanato. Rellene bastantes papeles y me hicieron muchas entrevistas y preguntas pero si todo sale bien… - miró al cocinero quien le observaba atentamente. Suspiró, todo podía salir muy mal o muy bien – Kai podría empezar a vivir con nosotros en unos meses.

Entonces Sanji entendió todo lo que intentaba decir pero aun así no daba crédito a lo que escuchaba.

-          ¿Quieres decir que quieres que seamos padres? – preguntó incrédulo.

-          Solo si tú quieres – dijo y antes de obtener una respuesta añadió – Tú siempre has querido tener una familia. Y cuando empezamos a salir renunciaste a ello por mí, ya que yo nunca he querido tener niños. Pero… Kai es distinto.

Y Sanji comprendió. No es que Kai fuera distinto, al contrarió, Kai se parecía mucho al marimo. Zoro era huérfano al igual que él pero por su color de pelo no encontró ninguna familia, solo tenía a Kuina. Entonces Kuina se fue y hasta los diecinueve no conoció a Luffy. Por eso Kai era distinto.

-          Sanji – el peli verde continuó – Se que la cague. Fui un completo imbécil y odio haber estado distantes estas semanas. Pero también me encantaría que Kai fuera parte de nuestra familia.

Tuvo que besarle. Un beso pequeño lleno de amor no un beso amargo como los de esas semanas. Puede que Zoro no lo supiera pero sus demostraciones toscas de amor para Sanji eran mil veces mejores que cualquier otra.

-          Así que padres – dijo sonriendo con cariño – Me parece genial marimo.

 

-          Cocinero, ¿estás bien?

Sanji volvió al momento presente. Zoro le miraba curioso pero sin quitar el rastro de tristeza que hacia presencia ese día en su rostro. No era momento para distraerse, el marimo le necesitaba.

-          Si perdona, estaba distraído – dijo dándole un casto beso como buenos días.

Desde aquel horrible aniversario, el espadachín dejó de actuar frió y mostraba su verdadera tristeza. Sanji había cambiando su forma de actuar y hacia todo lo posible porque esa tristeza desapareciera. Se encargaba de hacerle ver al terco cabeza de alga que no estaba solo. Y para ello hacia lo que mejor se le daba.

Le quito la botella de sake recibiendo con ello una protesta. Volvió a besarle lentamente. Le tumbó en la cama con él encima mientras profundizaba abriéndose paso con su lengua. Sus manos buscaron espacio en los marcados abdominales, acariciándole el torso con suavidad de forma casi distraída. Sonrió al notar las manos del marimo pasear por su espalda.

-          Me encanta que duermas sin camiseta – dijo separándose lo justo sin dejar sus labios.

-          Opino lo mismo cocinero.

Llevó sus labios al moreno cuello, entreteniéndose en él. Se dedicó a morder la zona con delicadeza para después lamerla. Un pequeño gemido se escapo de sus labios cuando Zoro acarició su miembro sobre la ropa. De nuevo sonrió al ver las ansias de su marido.

Pues si Sanji era experto en algo además de la cocina sin duda era haciendo el amor. Lo hacía de manera lenta, dedicándose totalmente al cuerpo de su amante. Y aquello volvía loco a Zoro. Por eso en el aniversario se tomaba su tiempo, para que Zoro se centrara en él y olvidara todo lo demás.

Creó un camino de besos por su torso dedicando especial atención a los pezones. Zoro mientras le quitaba los pantalones para seguir acariciando su miembro, ahora sobre la tela del bóxer. Ver como el marimo deseaba su cuerpo excitaba más al rubio. Sus besos llegaron al límite del pantalón, fue desprendiéndose de él junto con la ropa interior liberando la erección del peli verde. Comenzó a masturbarlo antes llevar su boca hasta él. Dio un ligero beso en la punta para después lamerlo repetidas veces por toda su longitud.

-          Joder cocinero – gimió Zoro cuando el rubio le engulló, moviéndose con lentitud, succionando para después sacarlo y volver a repartir besos.

El espadachín llevó una mano a los rubios cabellos acariciando sin presionar. Si el cocinero seguía así acabaría en su boca y no quería correrse hasta sentirle dentro. No le importaba ser él el pasivo pues Sanji siempre lo hacía así, lento, con sensualidad y ternura. Logrando darle el máximo placer.

Sanji guió tres dedos previamente húmedos por su boca a la entrada, acariciando antes de meter uno de ellos. Sintió como Zoro al principio se tensaba en su boca. A medida que los dedos en su interior aumentan en número los roncos gemidos aumentaban.

-          San…ji… Para… ahh – el llamado levantó la vista encontrándose con el rostro sonrojado de su pareja provocándole un tirón en su entrepierna.

Saco los dedos a la par que se quitaba sus bóxer liberando por fin el miembro de su prisión. Se recolocó entre las morenas piernas comenzando a penetrarle. Todo sin dejar de mirar a su amante, deleitándose con sus expresiones. Una vez dentro se movió marcando un ritmo lento pero constante. Casi enseguida dio con la próstata, embistiendo hacia ella sin dejar el lento movimiento de caderas.

Zoro cerraba los ojos a causa del placer, los movimientos de Sanji alargaban las deliciosas sensaciones que recorrían su cuerpo, nublándole la razón. Sanji masturbaba a Zoro con el mismo ritmo de sus embestidas. Se agachó hasta tocar frente con frente, besándole cada vez que sus gemidos o jadeos permitan.

-          Cook… la ahh… la mano – su marido intentaba dar con su mano sin lograrlo a causa de los espasmos de placer de su cuerpo. Fue el mismo quien las entrelazo besándole con ternura.

-          Zo…ro, estoy contigo… ahora y… siempre – dijo entre jadeos por falta de aire. El miembro en su mano se endurecía cada vez más. Al marimo no le quedaba mucho y a él tampoco – Juntos – logró decir antes de correrse en su interior y que Zoro lo imitara entre sus pechos.

El cocinero se dejó caer encima su pareja aun sin salir de él y automáticamente el espadachín le rodeó con sus brazos.

 

Eran alrededor de la cuatro cuando fueron a por Kai. Después de una intensa sesión de entrenamiento y comer. Sanji le había pedido a Zoro que esperara en el coche y el subió a la casa de Luffy a por el niño.

-          Kai, ¿no te dejas nada? – dijo Sanji antes de salir del apartamento.

-          No papi – dijo el niño con seguridad antes de mirar al moreno – Adiós tío Luffy, me lo he pasado muy bien.

-          Adiós Kai – despidió el moreno cerrando la puerta.

Anduvieron padre e hijo hacia el ascensor en silencio. Sanji no sabía cómo explicarle a su hijo que ahora iban a ir al cementerio y sobretodo el motivo de ello.

-          Kai – le llamó, una vez dentro del ascensor – Hoy papá no se encuentra muy bien, así que tienes que portarte muy bien y ayudarme a cuidarlo – dijo con una sonrisa. Kai asintió – Y ahora vamos a ir a un sitio donde hay que estar en silencio, cuando lleguemos te cuento, ¿vale? – el niño asintió de nuevo.

Se montaron en el coche y Sanji condujo rumbo al cementerio. Cuando llegaron, el cocinero le explico al peli azul que un cementerio es un lugar donde las personas descansa después de morir y estaban allí para ver a una amiga de Zoro que se había muerto. Se lo intento contar de la forma más fácil y entendible para un niño de cinco años. Aun con eso Kai parecía entender todo y estar tranquilo.

Le dio el ramo de tulipanes azules para que se entretuviera viéndolos e ignorara lo demás. Zoro iba serio, a simple vista se mostraba enfadado pero sus ojos denotaban mucha tristeza. El cocinero le dio mano, apretándola en el proceso para mostrarle su apoyo y de paso que asegurarse de que no se perdiera.

Cuando llegaron a la tumba de Kuina la mano morena mano se aferro con fuerza a la nívea. Se quedaron en silencio un instante para que Zoro se relejara.

-          Papá, ¿Cómo se llamaba tu amiga? – Preguntó de manera inocente el niño. Zoro miró a su hijo con el ramo aun entre las manos y esa imagen logró crearle una sonrisa.

-          Ella se llamaba Kuina – dijo acercándose al niño – Es tu tía Kuina.

-          ¿Tía? ¿Cómo las tías Nami y Robin? – preguntó con curiosidad.

-          Exacto -  dijo dándole la mano al pequeño - ¿Quieres dejarle tu las flores?

Kai asintió. Se acercó a la tumba para dejar las flores al pie de la lapida y volver a donde estaban sus padres. Se sentaron los tres en césped, con Kai encima de Zoro.

-          ¿Sabes una cosa Kai? Kuina era una espadachín como yo – dijo Zoro ganándose la atención del niño – Y a demás era muy buena, nunca logre ganarla.

-          ¿Te ganó? – preguntó incrédulo.

-          Siempre, no logre ganarle ni una vez.

El niño rió emocionado. Zoro miró Sanji quien sonreía con ternura devolviéndole la mirada. Le dio un casto beso al rubio susurrando un “gracias” entre sus labios.

Siguieron conversando, contando anécdotas, hasta bien entrada la noche. Antes de irse Kai miró una última vez la lapida con una gran sonrisa en el rostro.

-          Adiós tía Kuina – dijo despidiéndose con la mano – Algún día yo también ganare a papá y seré tan fuerte como tú.

Notas finales:

Hasta aqui el capitulo, espero que os haya gustado.

Sobre el lemon espero vuestras opiniones para poder mejorar. 

Y como siempre vuestros comentarios y opiniones son bien recibidos :D

Gracias por leer ^^


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