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Comenzando por el final por Broken Kiara

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Notas del capitulo:

Aqui esta el nuevo capitulo! 

Transcurre mientras Zoro esta de misión. Veremos como actua la pareja estando separados y volvemos a tener un recuerdo que el anterior no hubo. 

Y otra cosa más, quiero dedicarle el capítulo a las personas que me dejan rewiews, en especial a Cashi ya que ayer le dije que actualizaria y no lo hice.

Cashi, perdona. Tengo un cachorrito de tres meses (muy mono) pero el pequeño cabron ha destrozado el cargador de mi portatil asi que hasta ahora no he podido subir el capitulo.

Espero que os guste, nos vemos abajo.

 

DISTANCIA

Una semana. Siete días enteros y aun no tenía noticas del marimo. Sanji intentaba mantenerse tranquilo. Realmente odiaba el trabajo de Zoro, no le preocupaba especialmente si le herían, el espadachín era duro y terco hasta para morirse. Y le jodía admitirlo pero también era muy fuerte. Sin embargo, detestaba el no poder comunicarse, no saber nada de él.

Fue a abrir la puerta en cuanto el timbre sonó, pero apenas dio dos pasos Kai ya había abierto la puerta.

-          ¡Abuelo! – gritó lanzándose encima de Zeff.

-          ¡Enano! Feliz cumpleaños – el anciano le elevo en el aire para darle un beso – Te he traído un regalo.

-          Gracias abuelo – dijo cogiendo el paquete que le tendía.

Sanji vio la escena mientras encendía un cigarro. Kai abrió emocionado el regalo. Corrió a su padre para mostrarle el juego de cuchillos y el libro de recetas. Todo para niños.

-          Jiji – dijo a modo de saludo cuando Kai fue a la cocina para dejar las cosas.

-          Renacuajo – Zeff suspiro al ver el melancólico rostro del rubio – ¿Aún no ha llamado?

-          No, pero lo hará – respondió mortalmente serio.

-          Renacuajo…

-          Llamará – aseguró – Es torpe pero no va a olvidar el cumpleaños de su hijo.

Se retaron con la mirada. Sanji sabía que de sobra que Zoro no agradaba al viejo. Aunque desde la llegada de Kai se trataban mejor. El ser abuelo le había ablandado.

-          Abuelo, ven – una mano pequeña tiro del anciano – Mira lo que me ha regalado papi.

Ambos adultos le acompañaron a la cocina. El cocinero apoyo un hombro en el marco de la puerta mientras veía como Kai enseñaba el delantal de cocina. Era azul con las palabras “Love Chibi-Cook” en negro, a juego con el suyo.

El móvil en su bolsillo vibró. Lo saco y descolgó sin ver quien era.

-          Diga – dijo en tono cansado.

-          Me esperaba algo más alegre después de una semana – rio la voz al otro lado del teléfono.

-          Ma… rimo – pronuncio sin percatarse de lo que decía ni ser consciente de la sonrisa en su rostro.

-          Cook, hagamos una cosa. Deja que felicite a Kai primero, así luego podemos hablar tranquilamente.

-          Claro – se acercó a Kai quien conversaba animado con su abuelo –Kai toma, alguien quiere felicitarte

-          ¿Sí? – el peli azul coloco el móvil contra su oreja - ¡Papá!

El niño converso con Zoro unos quince minutos. Hablaron de temas triviales como el colegio y que tal fue la semana, luego le contó sus entrenamiento son Sanji y finalmente sus nuevos regalos de cumpleaños.

-          …Y ahora el abuelo y yo vamos a hacer la cena – concluyó.

Zoro debía estar hablando pues Kai no dejaba de asentir sin pensar que su padre no le veía. Afirmo una última vez con la cabeza antes de ir hacia Sanji y extenderle el teléfono.

-          Toma papi – le entrego el aparato y giró para ver a Zeff – Vamos a hacer la cena abuelo.

-          Claro – le dedico una mirada significativa a Sanji asegurándole que él vigilaría al pequeño – Lávate primero las manos.

Salió de la cocina y camino rumbo a la segunda planta al tiempo de responder a Zoro.

-          Marimo.

-          Cocinero – escuchó la voz al otro de la línea y automáticamente sus músculos se relajaron.

Llego a la sala de entrenamiento, sintiéndola vacía sin las katanas en la pared ni la presencia de su marido. Se tumbó en medio del parqué con las piernas flexionadas una sobre la otra.

-          Has tardado – reprochó.

-          Lo sé. No he podido llamar antes – su voz sonaba pesada – Tengo una hora para hablar contigo más o menos.

Se hizo el silencio. Odiaban hablar por teléfono. Una hora hablando en persona se les pasaría volando pero así era distinto. Entre ellos se expresaban mejor con gestos, hechos, miradas. Pero por teléfono todo eso no servía, solo tenían las palabras. La comunicación por teléfono fue un problema serio en su relación que no lograron resolver hasta tres años después de casarse. Sanji busco una solución para el marimo y gracias a ello Zoro encontró una para el cocinero.

 

Tenían media hora para hablar. Tiempo que se les hacía eterno a ambos. Sanji estaba tumbado en el sofá del apartamento de Zoro, donde ahora vivían ambos, y Zoro estaba dentro de su tienda. Llevaban cinco días sin hablar pero aun así las palabras no salían. Sanji notaba mucho más la ausencia del alga desde que se casaron y comenzaron a vivir juntos. Y Zoro le extrañaba mucho más.

Aun con todo ambos estaban en silencio. Por eso Sanji había ideado un plan y tenía mucha fe en que funcionara.

-          Marimo – dijo después del pesado silencio.

-          Dime cook.

-          No se nos da bien hablar por teléfono – asumió – Así que he pensado algo para solucionarlo.

-          Te escucho – el espadachín puso toda su atención.

-          ¿Tienes a mano tus katanas? – fue una afirmación más que una pregunta. Casi podía verle con las espadas abrazadas, reposando sobre su hombro. Por un segundo sintió celos de ellas.

-          Claro – respondió sin comprender el verdadero significado de la pregunta.

-          Coge a Shusui – espero un segundo a que lo hiciera – Quítale la cuerda que tiene en la parte superior de la vaina.

Zoro lo hizo aun sin encontrarle sentido a nada. Deshizo el nudo de la cuerda y comenzó a desenrollarla. A medida que la cuerda desaparecía un papel doblado se dejaba ver debajo. Supuso que el papel era del rubio pues él no lo había puesto allí. Dejo la katana a un lado y desdoblo el papel.

-          Sanji, ¿qué…? – las palabras murieron en su boca.

El supuesto papel resulto ser una fotografía. En ella salina los dos tirados en el césped. Él tenía a Sanji encima con una mano sujetando una mano suya sobre su cabeza. El rubio sonreía mostrando su perfecta dentadura, rozando su nariz con la de Zoro, quien mostraba su ceño fruncido. Probablemente Sanji acababa de decirle algo para molestarle y él había intentado mostrarse enfadado. Pero una pequeña sonrisa se mostraba en su rostro en contra de su voluntad.

-          Pensé que si me veías te sería más fácil hablar conmigo – dijo Sanji con voz dudosa – Y si te funcionaba harías que yo hablar más también – habló no muy convencido de sus palabras.

-          Estas mal de la cabeza ero-cook – rio de pronto Zoro – Pero gracias.

-          Estúpido marimo – murmuro bajo. Y Zoro supo que estaba abochornado.

-          Me has dado una idea a mí también – siguió hablando sin quitar la sonrisa ni la vista de la foto – Haz lo que te diga, ve a…

Zoro se acomodó sin soltar las fotos de su mano. La primera era la misma de aquel día pero con bastantes marcas por doblarla y la segunda era más reciente. De hecho era la primera vez que Zoro la veía. En ella Kai sonreía con su pañuelo negro en la cabeza, el día que celebraron su cumpleaños.

-          Maldito cocinero – susurró en medio de una sonrisa – ¿De dónde la has sacado?

-          Robin-chuan hizo fotos – respondió sabiendo a que se refería – Le pedí una y la guarde antes de que te fueras.

Sanji saco otro cigarro y se volvió a recostar sobre el haramaki de Zoro. Esa había sido la idea del marimo para él. Y debía reconocer que funciona. La sala le recordaba al peli verde y el haramaki tenía el mismo aroma a sudor y metal de su pareja.

-          ¿Cuántos cigarros has fumado hoy cejillas? – preguntó cambiando de tema. Estaba casi seguro que era el tercer cigarro que escuchaba encenderse y solo llevaban veinte minutos hablando.

-          No lo sé – dijo el rubio con sinceridad – ¿A qué viene eso?

-          Fumas más cuando no estoy – el silencio por parte del ojiazul se lo confirmó – No me hace mucha gracia que me sustituyas por tabaco.

Sin poder evitarlo Sanji enrojeció. El musgo tenía razón. Si Sanji era adicto a algo además del tabaco era a los labios del peli verde. Le encantaba besarle, lo hacía siempre que podía y que le privaran de ello le frustraba. Por eso lo contrarrestaba fumando, para mantener su boca ocupada.

Zoro soltó una pequeña risa, no le veía pero sabía que estaba sonrojado. Pero Sanji también podía atacarle.

-          A mí no me engañas marimo – dijo cortando al segundo la risa del otro – Puede que sea el único fumando pero casi puedo ver mi paquete de tabaco al lado tuya – contraataco – ¿Crees que puedes quitarme mis preciados cigarros sin que me dé cuenta?

Esta vez Zoro enrojeció y Sanji soltó una carcajada. Su marido era demasiado listo. Cuando estaba de misión cada noche encendía un cigarro y dejaba que se consumiera. El aroma le recodaba al rubio y le ayudaba a dormir. No contó con su marido se percatara de ausencia del paquete.

-          Cállate cejas de sushi – gruño avergonzado.

-          Estamos empatados cabeza de alga – habló alegre – Y dime, ¿Cada cuánto puedes llamar?

Que Zoro no respondiera causó que borrara su sonrisa.

-          Zoro…

-          Unos cinco días, una semana como muy tarde – dijo finalmente rápido y serio.

-          No me gusta – admitió – Es mucho tiempo.

-          ¿No me digas que el cocinero me echa de menos? – hablo con tono cantarín intentando alegrar el ambiente.

-          No te creas tanto musgo – gruño con su típica muesca de enfado – Solo… Trata de acabar lo más pronto la misión.

-          Claro – esbozo una sonrisa Zoro – Sanji, me tengo que ir ya.

-          Está bien – soltó un suspiro – No tardes en llamar.

-          Ei, cook – impidió que el rubio colgara.

Zoro le dijo la misma frase con la que se despedía del rubio cada vez que pasaban días sin hablar. Y Sanji de nuevo con una sonrisa le dijo su correspondiente frase.

 

Habían cenado el ramen preparado por Kai y Zeff. El resultado dejo lleno de orgullo a Sanji, su hijo sería un gran cocinero. Zeff se fue poco después de cenar y los otros dos se fueron a dormir juntos, por petición del más pequeño.

-          Buenas noches Kai – susurró dándole un beso en la frente.

-          Buenas noches papi – el niño pego las rodillas al pecho y casi al segundo se quedó dormido.

-          Buenas noches Zoro – dijo esta vez, acariciando el haramaki.

 

-          Buenas noches Kai, buenas noches Sanji – cerró los ojos con las fotos al lado suya y el aroma a tabaco.

Notas finales:

Hasta aquie el capitulo de hoy. El proximo lo tengo casi acabado asi que lo subire pronto.

Espero que os haya gustado!

Se agracen sus comentarios y criticas!

Gracias por leer ^^


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