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Buenos días... por CrawlingFiction

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Notas del capitulo:

Espero les guste leerlo, lo hice con ganas suicidas¿

sin más que decir...Disfruten la lectura<3

Buenos días.

 

El sol, astro rey que cubre de calor y haz blanquecino a nuestro alrededor; el causante del azul más vivido y los grises más sombríos del infinito cielo, responsable del vibrante color de la primavera, el calor agradable contra la espalda en verano, su ausencia añorada en invierno...pensar en el sol es pensar en adjetivos; radiante, absoluto, pleno, infinito, eterno, vida, calidez, vienen a la mente. Menos para Kim JongWoon, para él, la luz filtraba tras las persianas americanas de enfermizo blanco pulcro no eran más que la estela de una estrella moribunda. Su verdadero sol, su absoluta fuente de fuerzas estaba...

—Buenos días, RyeoWook.-Susurró aquel pelinegro, haciendo resonar dentro su garganta su voz ronca. Estiró la diestra y ordenó el flequillo despeinado del aludido, de su sol, postrado en aquella diminuta cama de hospital. El joven castaño entreabrió los ojos adormilados y esbozó una sonrisa, o ello imaginó el hombre de pie, el chico yacía entubado y con una mascarilla de aire presionada contra su pequeño rostro en otrora, eterna candidez y ahora de aspecto cadavérico desolador, aun así, contrastando con sus ojos siempre brillantes y expresivos, siempre húmedos, al borde de un llanto silencioso o una sonrisa emocionada. Ya JongWoon no sabía ni quería descifrar, ¿acaso importaba?

El paciente removió lentamente la mano deteniendo su trémulo recorrido chocando contra la ajena, le detuvo, mirándole con una expresión miedosa, desolada, suplicante. — ¿Qué sucede, cariño?-Inquirió evadiendo aquella mirada destructiva, donde podía esbozarse mil y un veces en los ojos de niños o ancianos, porque expresaban algo tan humano e universal; el real miedo, el miedo irracional. — ¿No te gusta esa peluca que te regalé? Es muy suave al tacto...-Dijo para sí mismo preguntándose para sus adentros cuándo había sido la última vez que había perdido sus falanges entre sus verdaderos cabellos café, tan semejantes a los de esa peluca, tan suaves como aquellas hebras.—¿Te aburre el color?-Preguntó descendiendo sus caricias a la pequeña oreja del chico. RyeoWook bajó la vista y tras meditarlo unos segundos asintió. —Con la paga de este mes te traeré muchas pelucas, para que no te aburras. Te traeré una negra, para que te disfraces de mí y me imites, eres muy bueno burlándote de mí.-Sonrió ante sus mismas palabras. —Otra morada, otra rubia de rulos, ¿Quieres verte como Shakira?-Propuso palpando su mejilla hundida, por donde su tacto aún recordaba sus redondos pómulos cuan duraznos. El más bajo rio ahogado por el armatoste dentro su tráquea y posó su mano sobre la del joven. —Haz eso...sonríe. El cabello vuelve a crecer. En unos meses ya verás...te llevaré a mi barbero a que dome esa melena que tendrás.-Prometió de trasfondo rozando la mascarilla; todo estaría bien...aunque ya los médicos le anticiparan antes de entrar a la habitación que para RyeoWook, que para ellos dos, no habría un nuevo día.

 

>>Hace un año atrás, era primavera, cuando las flores renacían, los pastos reverdecían y los tumultos de gente siempre ocupada reanudaban su trajín.

—¿En la playa o en un lugar frío?-Preguntó sonriente el castaño apretando aquella mano que sostenía su andar despreocupado, sintiéndose dueño del suelo que pisaba, sintiéndose invencible, el chico de veintiséis años caminaba resuelto en la vida. No había nada, ningún monstruo oculto en el ropero por el cual temer. Era propietario de su vida, vida que planeaba compartir hasta el final de esta con ese pelinegro que tomaba su mano y le miraba con alguna más de sus cientos de miradas enternecidas.

— ¿Qué tal cayendo en paracaídas?-Propuso a son de broma dejándose halar por el menor que le arrastraba por las frías aceras conglomeradas. —Pagaría por ver al notario con cara de horror.-El más joven carcajeó y desvió la vista divertido.

—Ni lo sueñes.

— ¿Por qué no puedo soñarlo?-Inquirió con ganas de molestarle.

—Porque no pasará.-Objetó preparado para el debate a venir.

—Claro que podría. Todos mis sueños se han cumplido.-Replicó mirando embelesado a esa vívida figura de la que luego quedarían recuerdos iridiscentes.

— ¿Cuáles?

—Aquellos en los que estás involucrado.-Murmuró y, sintió esa tibieza suave que representaba su mano, apretarle. ¿Mejor sensación que aquella?

—No, faltan dos.-Rebatió.

— ¿Casarnos y finalizar la adopción?-Preguntó buscando la mirada esquiva del chico. —Sí, pero...

—Ya se van a cumplir.-Finalizó girándose a verle, sonriente>>.

<<— ¡Debe conseguir un donante compatible!-Rugió el hombre irascible, tomando de la bata al médico, zarandeándole con rudeza. — ¡Debe salvarlo!-Ordenó, suplicó.

— ¡Ya ha sido intervenido dos veces y su cuerpo rechazó la médula, JongWoon!-Respondió nervioso el anciano empujándole con ayuda de una enfermera que corrió a auxiliarlo. — ¡Su cuerpo ya no resistirá otra operación!

— ¡¿Va dejarlo morir!?-Preguntó al borde las lágrimas que colindaban sus orbes opacos. El silencio penumbroso le respondió.

—Hicimos todo lo que pudimos señor JongWoon...-Murmuró con pesar ajustando sus delgadas gafas dobladas por la fuerza con que fue embestido. Es difícil conseguir donantes compatibles cuando el paciente carece de hermanos o demás parientes sanguíneos cercanos. Y si, se hallase por arte de magia, otro donante, simplemente no soportaría la cirugía...-Calló unos segundos notando las facciones contraídas de su interlocutor. Él mismo lo estaba matando. —Déjelo descansar...-Finalizó retirándose. JongWoon estupefacto, roto. Bajó la vista al suelo, sus ojos empapados, un caleidoscopio salino.

—Sin él...-Balbuceó. Y más tortura, más de sus recuerdos>>.

<< ¿¡Qué sería de mi sin ti, JongWoon!?-Exclamó un vivaz castaño dejando caer el rodillo de pintura y bajando de un salto las escaleras para recibir al pelinegro que tenía las manos ocupadas en cuatro botes de pintura. — ¿Dónde conseguiste tanta?-Inquirió sonriente. RyeoWook era de sonrisas flojas y risas sueltas.

—Ofertas, Ryeo, ofertas.-Respondió a su jubilosa risa. —Blanco crema, verde pasto y morado claro.-Señaló dejando las cubetas en el suelo empapelado en periódicos salpicados de pintura. —Y veo que empezaste sin mí.

—Y yo veo que te convenciste en usar el morado en nuestra habitación.-Canturreó. El pelinegro frunció el ceño y suspiró.

—Sólo una pared, RyeoWook. Solo una.-Decretó desvaneciendo su simulado enojo al ver la sonrisita asertiva de su amado.

—Decoraré la habitación con algo de rojo. Será una mezcla divertida.-Dijo convenciéndolo aún más. — ¿Y ese verde para el cuarto del niño?

—Así es. Apenas regresemos de la luna de miel reanudaremos las diligencias para traer a nuestro pequeño JungWook a casa. Le encantará el lugar. Ya verás.-Prometió. RyeoWook ensancho su eterna sonrisa y asintió.

—Eso espero...Ahora, ven, ¡hay que proseguir!-Finiquitó trepándose a la escalera. Pero, la felicidad no es eterna, es un lapsus, un momento, un seco recuerdo...Y, desmayó cayendo su peso muerto al suelo. El hombre espantado corrió a socorrerlo...

Naturaleza muerta. >>

<<—Estoy cansado de tantas pruebas...-Farfullaba un joven ojeroso y despeinado. Apresaba en su diestra un vaso plástico de café y en la otra semejaba asirse de un crucifijo al extremo de un avejentado rosario de cuentas de cedro desteñidas. RyeoWook no era devoto de una iglesia que les tachaba de endemoniados, pero en momentos como este...debía confesar, se apoyaba de la fe en busca de las respuestas que al parecer la ciencia no respondía con la prontitud que deseada. A su vez; tenía mucho miedo y culpa por estallar la burbuja de felicidad que tantos años les costó forjar. Pero, él era RyeoWook, jamás lo demostraría. —Te diré, ya son cuatro pinchazos, ¡cuatro! de seguro el café se me escapará en los brazos.-Bromeó deseando sacar a su prometido de su ensimismamiento. —Hey, amargado...-Murmuró infantil pellizcando su mejilla. —Todo estará bien, seguro es un virus. Al que pinchan es a mí, dramático.-Agregaba despreocupado; sólo en la fachada; RyeoWook usaba el humor para huir de la pesadumbre.

— ¿Señor Kim RyeoWook?-Llamó esa voz que en posteriormente en mil pesadillas rememoró. Voz maldita. Se acercaron a su destino, antes tan claro, a dos pasos. Ahora...

El vaso cayó derramando el caliente contenido contra el escritorio del especialista...

Leucemia>>.

—RyeoWook...-llamó en apenas un murmullo. — ¿Recuerdas cómo nos conocimos?-Preguntó tras un susurro, observando al joven que leía, mejor dicho, devorada el nuevo libro que junto a varias cajas de sombreros y pelucas le había traído. Abstraído y sacado de golpe de su burbuja en la cual deseaba nunca emerger, cerró el libro y estiró aquel brazo trémulo y en los huesos hacia la mesita a su lado tomando su teléfono celular, con lentitud accedió a las notas y escribió.

"Si, me pareciste un tonto kkk."-Leyó JongWoon con una sonrisa.

—Tu, me pareciste muy lindo...-Susurró mirando a esa persona moribunda algún vestigio o reflejo de esos años pasados, tan vívidos, y ahora, recuerdos borrosos. —Hasta que abriste la boca maldiciéndome por habernos chocado. Parecías un perro cuando lo acorralan. Pero como todo proveniente de pueblos hacia la capital, sólo estabas perdido y frustrado buscando la dirección de tu residencia.-Carcajeó detallando la sonrisa nostálgica del menor que perdido en la noche al bajar de tren que le llevaba a su futuro nuevo hogar no sabía ni donde quedaba.

—"Y aunque me rehusé, me ayudaste. Y bebimos café sentado en los columpios del parque".

—Y pareció no importarte el llevar horas vagando...

"Ya había conseguido el hogar que estaba buscando".-Le enseñó con la mano temblorosa. Y antes del contrario contestar volvió a tomar el teléfono y a transcribir con forzada rapidez. No quería dejarlo dentro de él una vez más...—"Y, ahora...todas las noches, cuando despierto en medio de la noche por que la morfina y las pastillas ya no sirven y siento tu mano, me siento en casa. Y te pago llorando por los motivos más superfluos, como perder el cabello, ya no hablar, no tener libros para leer..."-Le acercó el teléfono cabizbajo percatándose que ahora todo su cuerpo temblaba.

—Jamás te reprocharía esas cosas...-Afirmó con el corazón apretujado entre su pecho. Su moribundo ángel aún ignorante de su destino, porque así él lo deseó...

—"No quiero pensar de nuevo que ya no quiero vivir más..."-Sus lágrimas cesaron; aunque se desmoronara por dentro, no, no se permitiría llorar. —"Lo he pensado, a diario. Cuando dejé de ser yo mismo a ser un bulto sin vida, sin expectativas certeras. Pero luego bajo la vista hasta mi mano, y ahí lo veo, mi anillo de bodas. Y vuelvo a llorar, es tan hermoso ser egoísta".

El pelinegro apretujó el aparato entre sus manos, como si intentar romperlo emborronaría esas confesiones que mermaban sus mismas ganas de luchar. Si RyeoWook, la persona más constante y fuerte que alguna vez conoció...ya no resistía este recorrido cada vez más sombrío, ¿Qué sería de él?

—"¿Recuerdas cómo me pediste matrimonio?"


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