Death Note como sus personajes pertenecen a
Takeshi Obata y Tsugumi Ohba.
|•|
Aburrimiento
Tras las rejas podía parecer que todo estaba controlado si de Light Yagami se hablaba.
El hecho de que Ryuzaki haya planeado tal estrategia no era más que que otro acierto a sus otros tantos en lista. Otro acierto.
Parecía ser que todo estaba cumplido, que todo resultaría. Unos cuantos pasos más y el detective caería, y sólo tenía que observar. Cuidar sus pasos no era necesario ahora, el resultado se le daría en determinado tiempo y matarse la cabeza por algo innecesario con un final tan predecible no le apetecía. No ahora.
A la sombra de su propio héroe estaba él, y siguiendo sus pasos estaba Elle, quien sólo era otra pieza del tablero, la única además de él que parecía interesante. Jugar era divertido ahora, incluso en la celda aquel que es casi un amigo le salvaba del hondo agujero que era el aburrimiento, la cotidianidad a la que, reacio, estaba acostumbrado.
§
En la lobreguez de la celda y el frío rebosante de la noche el hastío se perdía en lo contradictorio de las paredes, el metal y la furia, el descenso de algo irreparable, de la ignorancia, del castigo.
La Justicia repele la nueva ley, la hace correr, esconderse. La nueva ley la hace, la maneja, la manipula. Era causa de una necesidad inexistente que casi y sólo casi pasa a segundo plano, ambos se creían La Justicia, la explicaban, la examinaban, la creían, la idolatraban... y la ponían en práctica.
La justicia era deliciosa, nada fatídica ni aburrida.
—Ah...
Corría por sus venas, la adrenalina de sentirse manejado, de sentir al otro dominante, de autocomplacerse. Las embestidas eran duras, continuas, exiguas de compromiso, llenas, en cambio, de agresividad, de todo la frustración que el pelinegro sentía por él. Profundo, golpeando múltiples veces su pene contra el placer dentro, dándole lo que creía era un escarmiento.
Ambos cuerpos, cansados de toda rutina y competencia se daban el uno al otro lo que vencía a su congoja, a sus planes, a los fallos, a la ganancia.
—Mierda.
Light era una pieza del juego, una importante, una cuyo trasero era invadido por otro plástico sobre la mesa, con una virilidad ansiosa y palabras calientes que se sumaban a su satisfacción. Era tan justo, lo merecía, un salto prohibido sobre la tinta y hoja de su reino, su ideología.
Cumpliendo sus caprichos, se veía apretado por la carne anal de su contrincante, de su amigo, su casi amigo. Más valía eso, el dolor placentero de la bestia enemiga que verse observado y sólo provocar el paso de la lengua de Ryuzaki por un pastel, el néctar de su saliva desperdiciada.
Era eso, un capricho de Light por salir del aburrimiento, de la oscuridad espesa en una celda que intentaba cerrarlo a él. Él usaba a todos, todos con quienes poder regir el mundo a su conveniencia, a sus ojos victoriosos, a su deplorable magnificencia. Elle sólo era un cuerpo más, un dolor de cabeza limitado, al cual tendría que soportar un rato más... y divertirse.
El hermoso sentimiento de estar lleno le quemó la garganta, el golpe seco contra la reja y la flácida polla dentro suyo hicieron a su genialidad. Tan rico.
Sentía al otro tras suyo, llevándose la imagen de Kira sin pantalones y el trasero rojo y follado. La Justicia blanca, contra todo, era salvaje, como Elle, el detective cuya utilidad ya dio por hecho.
—Yagami.
Sus esposas fueron atrapadas y su piel se desgarró. La Justicia era dura, insolente, mas nunca mentirosa.
—Kira.
Sus pantalones volvieron a su lugar. La Justicia era intuitiva, precavida, válida, nunca mal lograda.
La reja despidió al detective, a la piel blanca y sudorosa y su aroma perduro lo suficiente como para relajar su respiración.
La Justicia, sobre todo, besa y condena, muerde y castiga. Es inesperada, sabrosa, y sobre todo hambrienta.
“El aburrimiento es lo que queda de los pensamientos cuando las pasiones son eliminadas de ellos"
Alain.