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Sanar un corazón dividido por Diosa del viento

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Notas del fanfic:

Éste es el primer Fanfic que escribo sobre Shingeki no Kyojin, fue un regalo que le hice a mi hermana por su cumpleaños, además ella me ayudo a editarlo, ¡gracias nena! Espero que les guste.

¡¡ADVERTENCIA!! ESTA BASADO EN EL MANGA, así que probablemente tenga spoilers si no la has leído.

Notas del capitulo:

Para mi forma de escribir es un poco dulce (aunque ya he escrito algunas cosas románticas, siento que esto es lo más tierno que he hecho) pero espero que disfruten de esta pequeña colaboración 

 


—Eres un gran líder,  porque comprendes nuestros sentimientos.


—¿En serio lo crees? 


—Claro, yo siempre te seguiré Jean.


La pared del cuartel estalló en pedazos con la poderosa patada del titán femenino, que intentaba abrirse paso hasta el sótano de provisiones, por lo que Jean, instintivamente, había empujado a su compañero al suelo y lo cubrió de los escombros que les llovieron por todas partes. Sin perder tiempo, el muchacho se puso de pie y levantó a su compañero al tiempo que buscaba un lugar en dónde refugiarse, pero antes de poder prevenirlo, la gigantesca mano del titán femenino los alcanzó. Impotente, Jean fue testigo de cómo el titán sujetaba violentamente a su compañero y con saña lo acercó rápidamente a su boca para arrancarle la cabeza de un mordisco.


—¡¡MARCO!!


—¡Jean!


Al escuchar su nombre, el chico despertó sobresaltado y cubierto de sudor en lo que parecía ser una habitación pobremente iluminada. Tardó un poco en reconocer aquella voz como la de Armin, y al instante siguiente se vio envuelto en los brazos del rubio.


—Jean, tranquilo. Estas a salvo.


—¿En dónde estoy? ¿Y los titanes? —preguntó Jean, todavía agitado.


—Estás a salvo —repitió Armin, sin soltarlo —Fue solo un mal sueño.


¿Mal sueño? ¡Aquello había sido una pesadilla! Y una de esas que se sienten muy reales, pero Armin tenía razón, y ciertamente su tranquila respiración le estaba ayudando a calmarse. Marco nunca fue devorado por el titán femenino, sino que había sido asesinado por Annie, aunque venía siendo lo mismo, pero ahora comenzaba a recordar. Rainer y Berthold se habían revelado como los malnacidos titanes que eran y habían secuestrado a Ymir y a Eren; él mismo había formado parte de la operación de rescate, pero algo había salido mal.


—Estamos en una cabaña, cerca de Stohess —dijo Armin mientras se apartaba. A Jean no le hubiera importado que Armin explicara todo mientras lo seguía abrazando —Logramos rescatar a Eren, pero tuvimos muchas bajas… Al menos pude traerte vivo de vuelta, aunque tienes varios golpes, una herida en el pecho y se te dislocó el hombro. Te reacomodaron el hueso, pero aún así trata de no moverte mucho por ahora.


El inteligente Armin. De él sí se había acordado de inmediato al despertar. Sinceramente, Jean nunca se hubiera imaginado que ese fastidioso enclenque que se la pasaba siguiendo a Eren por todas partes y lloriqueando como un bebé se convertiría en tan buen amigo.


—Gracias —masculló Jean, colocando su mano en la cabeza del rubio. Por un momento incluso pensó en devolverle aquel cálido abrazo de antes, pero algo en su interior se lo impidió.


Finalmente, Armin se apartó de él para ponerse de pie, y aunque Jean deseó continuar con el contacto entre ellos, no consiguió expresarlo con palabras. Al observar con detenimiento a su amigo, se dio cuenta de que Armin tampoco había salido muy bien parado del rescate; traía una bandita en la ceja derecha y la mano izquierda vendada.


—Te traje la cena —anunció Armin, colocando una bandeja sobre el regazo de Jean –Come algo, después revisaré tu herida.


Jean obedeció y comenzó a comer bajo la mirada de Armin, y cada que sus miradas se encontraban, el joven rubio le respondía con una sonrisa. Si no fuera por ese enclenque, Jean no se encontraría en este mundo. Pero lo que sentía por él no sólo era agradecimiento, había algo más. Algo en su interior ardía. Por un momento pensó que podía ser amor, pero en cuanto lo pensaba, la imagen de Marco aparecía en su cabeza y Jean se obligaba a negar ese sentimiento.


Luego de que su amigo terminase de comer, Armin retiró la bandeja y la reemplazó por un maletín de primeros auxilios. Como si lo hubiera hecho toda la vida, el chico comenzó a remover los vendajes que rodeaban el pecho desnudo de Jean. Al sentir los dedos de Armin sobre su piel, Jean dejó escapar un ligero gemido que definitivamente no era de dolor.


—Lo siento ¿Te lastimé? —preguntó preocupado Armin.


Jean negó con la cabeza y se llevó una mano a la cara para ocultar sus delatoras mejillas sonrojadas. Armin siguió con su tarea, esta vez con más precaución y procurando no volver a tocar a su compañero.


—Tu herida volvió a abrirse —advirtió el rubio al notar que las vendas estaban manchadas con sangre —Espero que no necesites más puntos.


Cuando el trabajado pecho de Jean quedó completamente descubierto, Armin procedió a verter un poco de desinfectante en un trapo y, con el mayor cuidado, limpió la herida, que atravesaba en diagonal el pecho de Jean.


—Auch —se quejó Jean, sin poder evitarlo.


—Lo siento —dijo Armin, retirando el trapo.


—No es nada, estoy bien —le aseguró Jean, con una media sonrisa.


Una vez que terminó de limpiar la herida, Armin se apresuró a cambiar los vendajes por unos limpios, pasando los brazos por los costados de Jean para envolverle el pecho con ellas, de nuevo procurando tocarle lo menos posible. Estaban tan cerca que Jean incluso podía sentir de vez en cuando la respiración del rubio rozándole las mejillas, ocasionando que su corazón se acelerara, por no mencionar lo tentadora que le comenzó a parecer la boca de Armin. ¿Algún día lograría saber qué era lo que realmente sentía por él? Sus latidos se agitaban cada vez más y de nuevo sintió aquel ardor en su pecho.


Jean estaba tan concentrado intentando definir sus pensamientos que no había notado que Armin se había quedado inmóvil, pero en cuanto sus miradas se encontraron, el rubio acortó la distancia entre sus rostros y lo besó. El muchacho quedó atónito por unos segundos, pero su cuerpo reaccionó por sí solo y respondió el beso con entusiasmo. Sujetó la nuca de Armin y sin mucho esfuerzo lo sentó sobre su regazo para abrazarlo con fuerza sin romper el beso.


De nuevo, la imagen de Marco apareció en la mente de Jean, pero aquella ilusión no se veía triste, sino que le sonreía. De inmediato, Marco desapareció en una voluta de humo y en su lugar apareció la imagen de Armin.


Lo siento.


—Marco…


Tras escuchar el nombre de su compañero fallecido, Armin se separó abruptamente de Jean y salió corriendo de la habitación antes de que Jean pudiera evitarlo.


Frustrado, Jean se palmeó la frente con fuerza. ¡Pero qué reverenda idiotez acababa de hacer! Sabía exactamente lo que había provocado en el corazón de Armin y se sentía una completa basura.


Armin. Él siempre había estado ahí para Jean, no solo para salvarlo, también lo había escuchado, lo había acompañado e incluso estuvo ahí para ser su paño de lágrimas tras la muerte de su querido Marco. Le debía su vida a Armin en todos los sentidos.


Marco había sido su primer amor y por lo tanto, sería inolvidable para Jean. Después de tanto tiempo entrenando juntos le fue inevitable enamorarse del pecoso Marco y afortunadamente éste le correspondió; recordaba a la perfección cuando se escabullían en las noches para amarse en secreto. Su corazón se partió en pedazos cuando descubrió el  cuerpo sin vida de su amado en aquella calle llena de cadáveres sin nombre. Lloró por días, pero con el tiempo incluso agradeció que Marco ya no tuviera que sufrir el terror de los titanes ni lidiar con la traición por parte de sus amigos.


Había veces en las que la muerte parecía mejor que continuar viviendo en aquel infierno, pero a pesar de todo, Jean quería vivir. Para ser libre, para disfrutar del aire fresco del exterior. Vivir para Armin. Ese fastidioso enclenque que con el tiempo, había logrado llegarle al corazón.


 


Pasaba la media noche cuando Jean se levantó de su cama y salió de la habitación, no podía esperar hasta el día siguiente para hablar con Armin. Después de preguntarle a Mikasa, que hacía guardia en el pasillo, Jean averiguó en qué habitación se encontraba el rubio y sin más rodeos entró al cuarto sin llamar. Tardó un momento en ajustar sus ojos a la oscuridad, pero finalmente distinguió a Armin, cubierto hasta la cabeza con las sábanas y sollozando.


—¿Jean? —lo llamó Armin al verlo al tiempo que se limpiaba las lagrimas con la manga -¿Qué haces aquí?


—Lo siento, Armin. Yo...


—No, Jean, —lo interrumpió Armin, intentando que su voz no se le quebrara -Soy yo quien se debe disculpar. Sé que aún amas a Marco, y a pesar de haberte escuchado llorar por él, no me importó lo que sentías y te... Te hice sentir incómodo.


—Armin —Jean se acercó un par de pasos a la cama —Marco fue mi primer amor, pero ahora sé que estoy enamorado de ti.


—Sólo estás agradecido conmigo porque acabo de salvarte —repuso el rubio con una triste sonrisa en sus labios.


—Claro que estoy agradecido, pero eso no es todo —finalmente Jean había llegado hasta la cama y se arrodilló frente a Armin, a quien tuvo que quitarle las sábanas de la cabeza para poder mirarlo a los ojos y tomarle las manos —Yo… quiero luchar a tu lado, quiero ver esa tierra congelada de la que me hablaste y ver la luna en aquel océano de fuego junto a ti. Quiero estar contigo, protegerte de la misma forma en la que tú lo has hecho conmigo. Quiero salir de estas murallas y ver lo que nadie ha visto, contigo.


—Pero ¿No querías hacer todas esas cosas con Marco? —preguntó Armin, aunque apretó la mano de Jean con la misma fuerza con la que el corazón le latía en el pecho.


—Con Marco quería sobrevivir cómodamente dentro de Sinna. Pero contigo Armin, de verdad quiero vivir.


Sin esperar respuesta, Jean se sujetó al cuello de Armin y lo atrajo hacia sí mismo para juntar sus labios con los del rubio. Toda la pasión contenida por ambos finalmente se desbordó en ese beso, con el que Jean quería demostrarle a Armin que lo que acababa de decirle era verdad, una que Armin recibió con fervor.   


En medio del remolino de abrazos y besos que les embriagaban los sentidos, ambos se dejaron caer sobre la cama al tiempo que Jean trataba de quitarle la ropa a su amante.


—Jean —susurró Armin, sin aliento –Tu herida podría abrirse.


—No me importa —le respondió Jean, con los labios contra su cuello –Es sólo una herida, se curará. Pero lo que siento por ti siempre estará en mí.


Y con aquellas palabras los dos se desnudaron sin ningún temor, dejando que sus cuerpos se fundieran en uno y llenándose mutuamente de enardecidos besos que quemarían a todos los humanos en las murallas, colmándose de amor deseoso de libertad.



—Jean, te amo y prometimos que saldríamos al exterior juntos, así que no permitiré que nadie te quite de mi lado. —pensó Armin mientras jalaba el gatillo.


FIN

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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