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Recuerda siempre leer las etiquetas por Tsundere Chisamu-chan

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Notas del fanfic:

Hola hola... emmm pues, ¿que les puedo decir?, este fanfic es algo (bastante) Absurdo y loco. fue solamente una ocurrencia que me dio un día de estos y la verdad tenía ganas de escribir algo antes de que entraran las clases así que pues lo escribí sin pensarlo demasiado. aún así espero que le den una oportunidad y lo lean! saludos a todas y todos!

 

disclaimer: los personajes de esta historia no me pertenecen.

"No volveré a beber" me quejé por primera vez en ese día, desgraciadamente esas palabras tienen absoluta invalidez cuando se utilizan justo en el momento en el que las consecuencias de una borrachera extraordinaria se presentan.

 

El malestar estomacal era insoportable y ni qué decir del dolor de cabeza. Desee morirme en ese instante. Sentía que en cualquier momento devolvería los aproximados 20 litros de licor que ingerí la noche anterior, pero antes moriría de una hemorragia cerebral si mi cabeza continuaba palpitando como si tuviera ese derecho.

 

Y eso que acababa de despertar.

 

Intenté levantarme esforzándome por hacer la menor cantidad de movimientos posibles, ya que incluso el chirrido de la cama me era molesto y si me movía demasiado, de seguro vomitaría. Con movimientos lentos e incómodos logré sentarme sobre la cama y así mismo me levanté, caminé con la velocidad y equilibrio de un ciervo recién nacido y llegué hasta la puerta de aquella habitación ajena, cuando la abrí, la luz del sol impactó contra mis ojos con toda la intención de dejarme ciego.

 

-¡¡¡PUTO SOL!!!- exclamé tapándome el rostro de inmediato con mi antebrazo, las risas estruendosas de mis nada amables compañeros de banda reventaron igual que mis tímpanos, se burlaron hasta que se les salieron las lágrimas por mi estado moribundo.

 

-¿Como amaneciste Uru?- preguntó Ruki divertido y aparentemente satisfecho por haberme ofrecido aquel trago que me golpeó horas después de tomarlo con un mareo demasiado violento para mi gusto.

 

-te odio- susurré temiendo vomitar, y ellos siguieron riéndose, así que decidí ignorarlos e ir a lavarme la cara, caminé tanteando y casi ciego por la estancia de la casa de Ruki en la que había sucedido la “reunión” de la noche anterior y por consecuente, nos quedamos todos allí, logré llegar al baño y cuando abrí la puerta escuché de forma sorpresiva la voz de Reita, mi novio, hablándome detrás de mí.

 

-¿Estás bien?- Preguntó preocupado, yo di un saltito por la sorpresa que me causó y luego negué con la cabeza,

 

-¿Tengo cara de estar bien?- Respondí irritado,

 

-No tienes por qué ser tan grosero, solo era una pregunta.-

 

-No, no estoy bien, estoy pésimo de hecho...- Respondí adentrándome en el baño, sin cerrar la puerta abrí el grifo y empecé a lavarme la cara, cada movimiento era una lucha por sostenerme y aguantarme el malestar. Miré por un momento a Reita que continuaba de pie en la puerta como idiota, mirándome con cara de preocupación y lastima pero también algo de humor, sin embargo preferí ignorarlo. Estaba justo en medio de mi enjuague facial cuando sentí mi estomago arrojar todo su contenido sin advertirme, y en menos de 3 segundos ya me encontraba tirado de rodillas sobre el suelo vomitando en la taza del baño,

 

-¡Qué horror!- Exclamó mi novio con un tono un tanto divertido, aprovechando que yo no podía defenderme. Se agachó y delicadamente recogió mi cabello, acarició mi espalda mientras a mí se me salían las lágrimas por la horrible sensación. Vomité hasta que no tuve nada en el estomago.

 

Cuando sentí que no vomitaría más, me puse de pie y enjuagué mi boca, quise lavarme los dientes con MI cepillo dental que estaba en MI departamento lo que por obvias razones no pude hacer. Me di cuenta que mi malestar estomacal había casi desaparecido pero en cambio el dolor de mi cabeza estaba matándome. Caminé casi cargado por Reita de nuevo a la estancia donde todos sentados a la mesa veían televisión mientras desayunaban. Esta vez estaban demasiado inmersos en la pantalla para ponerme atención. Me desparramé sobre una de las sillas del comedor mientras mi novio me dejaba un beso en la mejilla y se alejaba para traerme algo de comer, él en ocasiones era demasiado afectuoso conmigo y yo por el contrario siempre exigía algo más de distancia, pero en ese momento no podía cometer la idiotez de rechazar sus atenciones, ya que si quiera podía realizar labores cotidianas por mi cuenta, así que no me interpuse en su voluntad de ayudarme.

 

Dejé caer mi cabeza sobre la mesa esperando por mi desayuno, nunca en la vida había sufrido de una resaca similar, mi tolerancia al licor era muy fuerte sin embargo la locura siempre tiene un límite y perder el control con un trago delicioso y azul pero de dudoso contenido que había preparado mi vocalista no había sido muy inteligente de mi parte.  “Maldito Ruki que me arrastró a ese estado”, pensé a punto de llorar por ese martilleo constante.

 

-aquí tienes amor- dijo Reita mientras colocaba frente a mí un poco de pan tostado y un huevo revuelto además de una taza de café. Yo me incorporé un poco para intentar comer algo, y en ese momento toda la atención de los presentes se centro en mí.

 

-¡vaya, pero que horrible te ves Uruha!- mencionó Aoi burlándose de mí, yo hice una mueca de odio sin siquiera mirarlo, y di, en mi pan, una pequeña mordida que por cierto, me devolvió el malestar estomacal que había casi desaparecido,

 

-¿pues qué esperabas?, con lo que bebió anoche me sorprendo que no haya entrado a un coma etílico- comentó nuestro líder evidentemente molesto, -¡que irresponsable eres Uruha! ponerte a beber así cuando sabes que tenemos una sesión de fotos hoy- agregó,

 

¡Rayos!, había olvidado por completo ese detalle, debíamos viajar cerca de hora y media para llegar al lugar en el que nos citaron y yo ni siquiera soportaba introducirme el tenedor en la boca sin dar arcadas.

 

-todo fue culpa de Ruki, tu lo embriagaste con ese menjurje tuyo- defendió mi querido bajista de bandita sobre la nariz mientras señalaba a Ruki incriminándolo,

 

-Ja, ¿yo lo embriagué?- respondió Ruki, ofendido por la acusación, -¡disculpa!, pero él se lo tomó solo, hablas como si lo hubiese obligado-

 

Yo fruncí el ceño sin decir nada, estaba solamente intentando desayunar mientras escuchaba aquella conversación en la que yo era el protagonista pero no podía participar. Para mi desgracia, Ruki tenía razón,

 

-sí, si enamorado, no puedes darle tan poco mérito a Uruha, él no es un niño, se supone que sabe lo que hace- habló Aoi intentando relajar el ambiente, -bueno…, se supone…- me miró e hizo un gesto sarcástico y burlista levantando sus manos, “Gracias Aoi”,

 

-bueno, bueno, es suficiente, dentro de dos horas pasarán a recogernos así que les sugiero que se preparen- dijo Kai completamente serio, cerrando el tema de conversación de golpe, pero nadie le obedeció, solamente él se levantó de su silla  mientras Ruki y Aoi se quedaron entretenidos con un programa de televisión sobre relatos de fantasmas, comentando una que otra cosa entre ellos, incluyendo a Reita, yo concentré todas mis energías por terminar mi taza de café y que ésta no me hiciera regurgitar los dos mordiscos que le di a mi pan tostado, cuando terminé miré a Reita que me miraba con expresión de “pobrecito” y le sonreí intentando no parecer demasiado hipócrita,

 

-¿terminaste?- preguntó,

 

-si-

 

-pero ni siquiera tocaste tu huevo- dijo sorprendido, él no comprendía mi estado, incluso la palabra “huevo” me revolvía el estomago, de hecho cualquier cosa comestible lo hacía,

 

-no me presiones, es todo lo que puedo hacer por ahora- dije a un volumen muy bajo, el dolor de cabeza aumentaba cuando intentaba conversar.

 

-de acuerdo amor, ve a recostarte un rato y toma mucha agua- respondió recogiendo los platos con una sonrisa, yo asentí y me dirigí a la habitación de invitados en la que había dormido, me recosté con cuidado sobre la desacomodada cama tamaño matrimonial y me quedé quieto con la esperanza de que se aminoraran los síntomas, unos minutos después llegó mi hombre con una botella de agua,

 

-¿cómo te sientes?-, me susurró recostándose a mi lado, yo lo miré con los ojos entrecerrados y levanté mi mano con el pulgar hacia abajo,

 

-toma, debes estar deshidratado, tienes que beber mucha agua- abrió la botella y me la extendió como si yo fuese un discapacitado, me enderecé un poco para beber de aquella botella sin ahogarme ni derramar agua en toda la cama, y bebí como camello cansado, no había notado la sed que tenía hasta que empecé a beber, no paré hasta acabar con todo el líquido que había.

 

Después de eso descansé como una hora aproximadamente en aquella cama, con Reita a mi lado, me dormí un par de veces pero los saltos violentos y repentinos que pegaba mi pareja cuando dormía, siempre me despertaban, esto era muy particular de él, tenía una especie de sistema de alerta natural que le advertía sobre la imposibilidad de continuar dormido, ya que tenía que realizar alguna tarea.

 

Así que mejor nos levantamos y preparamos para salir, yo me di una ducha que en realidad me hizo sentir algo mejor, lavé mi cabello apestoso, desgraciadamente me tuve que colocar de nuevo aquel atuendo que había llevado la noche anterior, soportando el olor a sudor, alcohol, cigarro y otras cosas.

 

Ya me sentía bastante mejor cuando pasaron por nosotros, me adentré en la van y me senté en el último asiento, Reita iba a mi lado, todos estaban bastante animados ese día, ya que de hecho yo había sido el único en terminar borracho, porque nuestro encuentro, desde un principio nunca había sido con el propósito de beber, sino más bien resolver asuntos relacionados con la próxima gira, pero con la cantidad de licor que había en la casa de Ruki llegué a perder el control.

 

Dormité sobre la ventana prácticamente todo el camino y cuando bajamos del vehículo el sol me regresó intensidad intencional, el dolor de cabeza, me apresuré a colocarme los lentes de sol pero esto no ayudó mucho, la cabeza empezó a taladrarme una vez más. Intenté disimular mi malestar para que no me tacharan de irresponsable por embriagarme y llegar con resaca a trabajar.

 

Aguanté como todo un macho el dolor de cabeza hasta que Aoki, la estilista, empezó a jalonearme el cabello para planchármelo, entonces me quejé como niña chiquita.

 

-aaaay, hey ten cuidado, ¿Qué rayos me haces?- me quejé culpándola a ella por intentar arrancarme la cabeza, ¿Qué creía?, ¿Qué era de plástico?,

 

-ehh no, lo de siempre- me miró a los ojos por medio del espejo, extrañada, miré a los chicos a sus espaldas disimulando la risa por mis infantiles quejas,

 

-¿Qué tienes ahí?- pregunté haciéndome el enojado, intentaba por todos los medios encontrar una razón para que me estuviese muriendo de dolor por un peinado habitual,

 

-un cepillo- respondió levantándolo para que yo pudiera verlo y así sentirme completamente ridículo,  

 

-de acuerdo continúa- volví a colocarme con miedo de que me tocara de nuevo, el simple roce de sus manos con mi cabeza me incrementaba el dolor, era un dolor punzante, que se esparcía junto al cepillo que se deslizaba en mi cabello, casi estaba llorando cuando terminó de cepillarme, pero todo empeoró cuando intentó plancharme el primer mechón de cabello y me acercó aquel artefacto hirviendo, mi cabeza casi explotó así que por impulso me alejé de ella haciéndome hacia delante de golpe,

 

-no, no, no, no puedo hacer esto- me incliné hacia delante dejándola desconcertada y asustada,

 

-¿Qué sucede, Uruha-san?- preguntó confundida aún con el lisador en sus manos,

 

-perdona- suspiré, -tengo algo de resaca y me duele mucho la cabeza- confesé por fin, ahora la jaqueca no sonaba tan patético como intentar acusar a mi estilista de “demasiado ruda”, aún así ella me sonrió comprensiva,

 

-oh así que eso era- suspiró aliviada, al parecer mi actitud exagerada la había preocupado de más, -no se preocupe Uruha-san, yo siempre traigo conmigo medicamento para todo, si gusta, puede ir a tomarlo y mientras le hace efecto continúo con otra persona-  dijo de forma demasiado amable, yo asentí encantado de que alguien comprendiera como me sentía y me levanté de ese lugar que inmediatamente fue ocupado por Kai.

 

-¿Dónde están?- pregunté un poco desesperado por algo que me calmara el dolor,

 

-están dentro de mi maletín, hay una bolsa color verde, allí están todos los medicamentos-

 

-Ajá-

 

-son unas pastillas que están en una pequeña caja blanca, son pequeñas y rojas-

 

-iré por ellas- respondí decidido y empecé a caminar, ya estaba a varios metros cuando ella me dijo el nombre del medicamento,

 

-sí, sí, está bien- hice un gesto de despreocupación con mi mano a pesar de que no había entendido el nombre, solo supe que era algo con “y”, pero con esas indicaciones que ella me dijo era imposible equivocarse. Caminé hasta la otra habitación, donde ella había dejado su maletín y rebusqué allí, tenía tantísimos artículos que me sentí aturdido, nunca entenderé esa manía femenina por meter en su bolso toda su casa, tomando en cuenta que había sacado ya los productos de trabajo.

 

Después de buscar varios minutos empecé a sacar las cosas, porque me estaba desesperando y mi cerebro no paraba de repetirme que me odiaba y por eso me haría sufrir hasta morir, hasta que por fin encontré la maldita bolsa verde, ahí dentro las encontré muy rápido, bolsa blanca, pastillas rosas, “yasmin”, esas eran, tomé el paquete completo y volví a guardar todo lo demás donde estaba, saqué tres pastillas de una sola vez y busqué una botella de agua, por suerte el staff había dejado una gran pila de botellas de agua para nuestro uso así que tomé una y me bebí las tres juntas, guardé la bolsa blanca en el bolsillo del pantalón y me senté a reposar en un sofá lejos del ruido de los demás miembros de la banda. Esperaba que esas pastillas fueran verdaderamente efectivas.

 

Cerré los ojos haciendo fuerza mental para recuperarme en ese mismo instante, necesitaba mis capacidades habituales para realizar bien mi trabajo y por supuesto las pastillas no hacían milagros. Estaba ya en trance acariciando mis sienes cuando escuché la voz femenina de la estilista, inmediatamente la miré,

 

-disculpe Uruha-san- habló amable, -¿encontró las pastillas?-

 

-eh si gracias- ,

 

-¡por supuesto!, ah por cierto, quería avisarle que llamaron desde la compañía, el fotógrafo que iba a venir se enfermó, así que cancelaron la sesión por hoy- dijo tranquila mientras yo mentalmente saltaba de la felicidad por librarme de mi tortura, ahora podía regresar a casa y descansar de ese terrible sufrimiento, -parece que por hoy se salvará de mi lisador- agregó con una voz traviesa y amigable,

 

-excelente noticia, gracias- respondí volviendo a cerrar los ojos,

 

-bueno, en ese caso, me retiraré y nos vemos otro día, buen día-

 

-hasta luego-

 

Hizo una reverencia y se marchó del lugar, después de eso regresamos a casa, aunque esta vez cada quién regresó a la suya, solamente Reita que vino conmigo a mi departamento, usó la gran excusa de que yo seguía demasiado mal y alguien debía cerciorarse de que iba a estar bien, para mí era solo un pretexto porque quería estar todo el día adherido a mí, era bastante fastidioso, pero lo pasé por alto porqué efectivamente estaba lo suficientemente mal como para no ponerme a discutir.

 

Llegamos a mi departamento, así que me puse a buscar las llaves en mi salveque, busqué a tientas intentando escucharlas o sentirlas al fondo pero no daban ningún indicio de estar allí. Mientras estaba harto de buscar Reita solo se encargaba de empeorar la situación, me abrazaba, se me pegaba y me empezaba a besar el cuello, al parecer el muy ciego no captaba que yo estaba ocupado y de pésimo humor, con decir que me fastidió hasta que me hizo explotar,

 

-¡hijo de puta!, aléjate si no quieres que te golpee- le grité con la furia por las nubes, y seguí buscando,

Sigiloso, de nuevo se acercó y como venganza esta vez me pegó un salvaje mordisco en la mejilla, fue tan doloroso que incluso solté el salveque y lo dejé caer sobre el suelo, grité y temblé, apreté tan fuerte los dientes que sentí mi mandíbula desencajar, ¿en qué momento me había hecho pareja de un troglodita?,

 

-¿Qué te pasa imbécil?- grité con lágrimas en los ojos, pero él me miró sonriente, como si no hubiese hecho nada malo,

 

-¿Qué me pasa a mí?- escuché su voz y sentí más cólera todavía,

 

-muérete idiota- respondí,

 

-¡vamos!, ni siquiera te mordí fuerte-

 

conté hasta 10, 20, como hasta 50, esperando a que se me bajara el enojo y no arrancarle los dientes a mi novio con un buen puñetazo, cuando encontré las llaves entré y  lo dejé atrás, dejando que él hiciera lo que le viniera en gana menos dirigirme la palabra, fui casi corriendo a extenderme como pulpo por toda la cama para que Reita no se acostara allí, me puse de terrible humor, me sentía molesto e irritable a morir. A los minutos escuché la cocina, ¡que dicha!, ojalá durara mucho cocinando ya que yo no quería hablar para nada con él.

 

Con ese pensamiento en la cabeza me dormí y me desperté en menos de treinta minutos por un fuerte ataque de jaqueca, me sostuve la frente con presión y grité en silencio, el dolor era tan extremo que me había dejado sin aire, se detuvo, de pronto punzaba y volvía a disminuir, me levanté alarmado, en la de menos me daría un ataque mortal y fallecería en mi propia cama,

 

-pastillas de mierda- murmuré sentado en mi cama, y hablando de pastillas, ahora que lo recordaba, yo las había metido en mi bolsilla y nunca las devolví, era un maldito ladrón de medicamentos pero me valió madres como nunca, saqué el paquete y me tragué otras tres con la botella de agua que andaba. Era mejor morir de sobredosis y no de dolor.

 

Me quedé bobo mirando hacia la nada esperando a que se me pasara el dolor de cabeza, que para mi suerte, al parecer estaba empezando a ceder.

De pronto entró mi novio en la habitación, con una bandeja en sus manos

 

-¿Cómo te sientes amor?-

 

Escuché su voz y mi mente hizo un “clic” que me hizo sentir mágicamente mejor, él estaba preocupado por mi y destilaba dulzura en su voz, ¿no era una preciosidad?, ¿acaso estaba enojado con él?, ese enojo que me había dado hace menos de una hora desapareció por completo dando paso a una necesidad afectiva extrema,

 

-ahora mucho mejor- respondí con una sonrisa y voz melosa, sentí unas increíbles ganas de besarlo, lo miré andar por la habitación, se veía muy sexy e increíblemente varonil, la luz apagada le dio un toque romántico al momento así que no pude evitar sentirme deseoso, mi respiración se empezó agitar y apenas me devolvió la mirada, extendí mis brazos para que se acercara, y él lo hizo después de dejar aquella bandeja en el buró, lo abracé lentamente sintiendo su calor, y lo besé de forma ardiente, el dolor de cabeza era mínimo al ser contrarrestado con la sensación de aquel pasional beso, nos separamos agitados y él me miró con extrañeza,

 

-¿qué mosca te picó?- me sonrió travieso,

 

-¿Por qué?-

 

-creí que estabas enojado- lentamente lo dijo mientras se subía sobre mí y se colocaba entre mis piernas, yo dirigí mis manos detrás de su cabeza y desamarre aquel pedazo de tela que me impedía contemplar su rostro y deleitarme con sus expresiones,

 

-sí, pues, cambié de opinión- su mirada lasciva me contemplaba lleno de pasión, su voz ronroneante y grave retumbaba en lo más profundo de mi,

 

-ummm me alegra saberlo- susurró mordiéndome un poco el lóbulo de la oreja, ¡este era una mordida que valía la pena!, estaba tan sensible que ni siquiera lo podía creer, cada palabra o movimiento se estaba convirtiendo en mi perdición, de un pronto a otro se levantó un poco y me miró con los ojos encendidos,

 

-hagámoslo- susurré sobre sus labios terriblemente excitado, él abrió los ojos por mi sorpresiva proposición, y me dio un corto beso para luego sonreír,

 

No me dijo nada, solamente volvió a pegar sus labios con los míos, lo ví acercándose en cámara lenta, esa boquita rojiza y entreabierta se encontraba húmeda por nuestros besos previos, pegó su cuerpo completamente al mío y repartió besos por todo mi cuello. Lo cierto es que nunca he sido un experto ni un fanático del “juego previo”, pero esta vez estaba gimiendo como puta solo con sentir su boca en mi oreja y como se paseaba sin pudor por mi cuello, la excitación me estaba matando al punto que enredé mis piernas en su cadera y lo pegué a mí, me sentía a punto de llegar al cielo cuando se empezó a frotar contra mí,

 

-aaahhhh Rei te amo- grité sin pensarlo, me sentía pleno, satisfecho, idiota y cursi diciendo eso, pero no lo pude evitar, las palabras salían y las sensaciones me nublaban la vista, él abrió los ojos y dio una gran sonrisa, era la primera vez que yo le decía “te amo”

 

-me encanta este Shima, definitivamente te haré gozar- susurró en mi oreja con esa voz hechizante, y con esas simples palabras pude decir que me encontraba completamente encendido, me llamó Shima, como siempre que teníamos sexo, pero esta vez, su voz estaba haciendo estragos en mí, me movía como le daba la gana, rápidamente me desnudó dejándome con la única prenda interior que andaba, cerré los ojos cuando empezó a frotar su pelvis contra la mía, sintiendo la dureza de ambos miembros, lo hacía suave, lento, haciéndome jadear, presionaba y frotaba, sus ojos se encontraban clavados allá mirando extasiado el delicioso roce de su jugueteo, a mi me estaba volviendo loco el movimiento de su cuerpo, lo podía sentir meneándose de adelante hacia atrás, necesitado toqué su imponente y hermosa espalda, derritiéndome ante aquella piel caliente que suplicaba a gritos mis caricias.

 

-Akira- susurré mientras gemía justo sobre la piel de su hombro soltando aliento caliente con toda la intención de hacerlo estremecer, y ¡vaya que lo conseguí!, gruñó mientras desesperado apartaba su atención de nuestros miembros para colocarla sobre mi boca, se lanzó con hambre a comerme la boca, me beso con violencia y pasión, mordiéndome cada vez, mientras yo aprovechaba para pasear mis manos en su espalda, sus brazos, a veces en su trasero, él solamente suspiraba en medio del beso,

 

-te quiero dentro de mí- le dije mirándolo fijamente a los ojos, con la voz más sensual que encontré en mi repertorio, él se mordió su labio inferior cargado de deseo, y rió,

 

-Eres malo Shima- me dijo antes de tomarme de la cintura y rudamente darme vuelta para dejarme boca abajo, -deja de provocarme que te puedo partir en dos- y me tomó de la cadera levantándola, quedé de rodillas con las piernas abiertas y mi miembro chorreante casi rozando el colchón, estaba ansioso por sentir a Reita,

 

-¡párteme todo lo que quieras, pero hazlo ya!- escuché su risilla sexy, y sentí su dedo entrar en una sola estocada dentro de mí, era raro, pero ¡puta!, ¡como me dolió!, ahogué mi grito en la almohada mientras Reita lo movía como todo un animal,

 

-¿estás bien?- preguntó, yo estaba sudando frío y con los ojos llenos de lágrimas solo con el movimiento de ese dedo, empecé a sisear y él se detuvo,

 

-estoy bien, solo usa lubricante- dije entrecortado, recuperando el aliento,

 

-¿Dónde está?-

 

-la gaveta- era la única gaveta en mi habitación así que era lógico que no habría forma de confundirse, me quedé quieto en la posición que me dejó mientras él se levantaba a buscarlo, temblé cuando la cama se volvió a hundir ante su peso, escuché sonidos y luego sentí su dedo de nuevo, lo metió más despacio y con más cuidado y aún así me dolía, aunque notablemente menos, cuando me acostumbré, introdujo dos, y me volví a quejar,

 

-no sé si sea mi imaginación, pero estás más sensible hoy-

 

Gruñí y respondí, -umm… tal vez-

 

Cuando terminó de dilatarme, tomó mis piernas y las abrió un poco más, y con sus calientes manos en mis glúteos, entró en mí,

 

-ummmm, hazlo despacio- pedí, a pesar de que ya iba bastante despacio, había metido si acaso la mitad de su miembro en mí, pero yo me quería desmayar del dolor,

 

-creí que te dejarías partir- pronunció con voz burlona, mientras yo hacía ejercicios de respiración para soportarlo,

 

-cállate, me duele-

 

-no tiene por qué, estás dilatado y lubricado, te la he metido en peores condiciones y nunca te quejas tanto- percibí algo de molestia en su voz,

 

estaba dentro de mí sin moverse, lo cierto es que no quería arruinar el momento discutiendo,

 

-solo sé dulce, ¿sí?- se inclinó sobre mí, pegando a mi espalda su pecho ardiente,

 

-¿me lo dices a mi?, yo soy el rey de la dulzura, Ta-ka-shi-ma- pronunció mi nombre entrecortado y con una sonrisa claramente plasmada en su voz, empezó a repartir besos en mi espalda y nuca al tiempo que empezaba a embestirme, se movió lento y profundo, una, otra, otra y otra estocada, su respiración cargada en suspiros golpeaba mi oreja excitándome de más, el dolor desapareció después de unos cuantos minutos para dar paso al placer, ahora la lentitud de Reita me ponía más impaciente,

 

-Dame más Rei- jadeé, y el aumentó la velocidad de sus embestidas, sentía su miembro llegar muy profundo en mí, me sentí amado, deseado, mi corazón palpitaba con regocijo, quise llorar de emoción, me sentía como una novia en su luna de miel, terriblemente enamorado,

 

-te amo- le susurré de nuevo, esta vez se me quebró la voz, y empecé a temblar por lo estúpido que me sentía, mi vista era nublada por la cantidad de lágrimas que inundaban mis ojos, algunas queriendo resbalar,

 

-también te amo- respondió dándome una suave mordida en mi costilla, me corrí de inmediato, mi cuerpo empezó a sufrir espasmos, pero él no se detuvo, me contraje y sacudí, lo escuché gemir satisfecho, lo estaba succionando deliciosamente, por impulso tiré mi cabeza hacia atrás y la ladeé un poco para besarnos húmedamente, lo vi arrugar la nariz antes de acelerar su vaivén y supe que se iba a venir también,

 

-¿Dónde lo quieres?- dijo en un suspiro con más aire que voz,

 

-hazlo dentro-

 

Y unos cuantos segundos después sentí su miembro palpitar dentro de mí, me estremecí por esa sensación increíble de saber que el amor de tu vida se ha descargado en ti, hicimos el amor como muchas veces antes lo habíamos hecho pero esta vez sentí algo diferente dentro de mi pecho, terminamos respirando agitados, desesperados por devolver a nuestros pulmones el aire faltante, nos dejamos caer sobre la cama, y lo sentí salir de mí, la calidez de su cuerpo, su olor, su voz me tenían completamente extasiado el día de hoy, se recostó sobre mí y me siguió besando la espalda, sentí la necesidad de recostarme con él y dormir hasta hacerme viejo pero antes de que pudiera decir algo ya se estaba levantando, lo miré con los ojos llorosos y él me devolvió la mirada con una expresión confundida,

 

-¿Qué pasa amor?- preguntó acariciándome el rostro,

 

-durmamos un rato- le pedí, lo único que deseaba era sentir ese corazón suyo palpitando para sentirme vivo,

 

 

-por supuesto hermosura, después de que comas algo, no quiero que te desmayes- se separó y se dispuso a acercarme la bandeja que había dejado antes sobre el buró, mientras yo lo miraba con la mirada más fulminante de mi vida, ¿Cómo se atrevía a rechazarme de esa forma?, podía jurar que ese había sido el momento más humillante de mi vida, mi cara se puso roja de la rabia, y justo en ese momento él dejó esa laminita plateada sobre la mesa y se inclinó hacia mí,

 

-Uru, ¿Qué tienes?, estás temblando… y muy rojo-

 

“¡pues claro idiota!, ¿qué podía esperar de una ameba tarada como novio?”, intentó tocarme el rostro pero de inmediato golpee su mano alejándola,

 

-¡eres un idiota!- le grité con toda la fuerza de mi hígado enfurecido, -¡lárgate a alimentar a tu jodido gato!-, rugí y me volví a acostar dándole la espalda, escuché como intentaba controlar su risa, ¿¡de qué putas se estaba riendo!?, por poco me levanto y le rompo la cara en mil por maldito. Después de apretar la mandíbula con la fuerza de un perro de caza y meterle las uñas a las sábanas respiré profundamente intentando calmarme, Reita seguía ahí inmóvil, no decía nada ni se movía pero podía verlo por el reflejo del televisor. Admiré su rostro entre preocupado y atónito y no pude evitar las ganas de llorar, me invadió de pronto un terrible desconsuelo difícil de describir, ese día había tenido mis emociones tan a flor de piel que sinceramente me estaba asustando,

 

-lo siento- susurré, de un minuto a otro había estallado en un llanto desconsolado y ni siquiera sabía porqué pero me sentía terrible por herir a Reita, -estoy confundido, no sé qué me pasa- él se acercó a mí y se sentó a mis espaldas en la orilla de la cama.

 

-imagínate yo- me dijo desconcertado y yo lloré más, con su ayuda me incorporé y me senté con las piernas cruzadas mientras continuaba llorando,

 

-en serio debes comer algo, tal vez estás desnutrido- su semblante preocupado me hizo sentir más culpable todavía, asentí con la cabeza dejando caer un río de lágrimas por mis mejillas, estiró su mano con una taza que tenía por contenido un caldo, empecé a comer increíblemente despacio, sin embargo no había podido dejar de llorar, las lágrimas salían de los ojos como si tuvieran alguna razón para hacerlo, él me miraba con los ojos vidriosos, tenía una gran debilidad por ver llorar a las personas. Seguí comiendo despacio, mi respiración era dificultosa y en realidad tenía miedo de atragantarme, pero no podía detenerme, cuando terminé el caldo, él recogió la taza y me ofreció un vaso con jugo, yo respiré despacio antes de beber, las lágrimas por fin parecían detenerse, ya estaba por beber, y entonces él me detuvo,

 

-espera un momento, bebe esto- me dijo incitándome a tomar las pequeñas píldoras blancas en su mano,

 

-¿para qué son?- pregunté solo mirándolas,

 

-para la resaca-

 

-pero ya tomé pastillas para la resaca- respondí mientras encontraba el pantalón tirado a un lado de la cama, metía la mano en mi bolsillo y sacaba aquel paquete, lo miré y se lo extendí para que lo tomara, él lo tomó sacó la tableta de pastillas, y lo admiró unos cuantos segundos, después sonrió y bufó cerrando los ojos,

 

-¿de dónde sacaste esto Uru?- habló con una sonrisa burlona,

 

-ehh me las dio Aoki- contesté naturalmente, no comprendía cual era el problema con las putas pastillas,

 

-¿sabes lo que son?-

 

-analgésicos-

 

Guardó silencio por unos segundos y luego estalló de la risa dejándome con una expresión desconcertada,

 

-¿Qué es tan gracioso?- le dije casi molesto por no explicarme qué sucedía,

 

-Jajajaja, oh amor… estos no son analgésicos-

 

-¿entonces?-

 

-son anticonceptivos…-

 

Shock, me quedé con la boca abierta como si no hubiera escuchado su respuesta,

 

-¿qué?-

 

-píldoras anticonceptivas- repitió separando cada silaba con mofa,

 

-osea…-

 

-así es, bebiste hormonas femeninas…-

 

Abrí mis ojos como nunca. ¿Cómo había podido equivocarme de medicamento de forma tan catastrófica?

 

-eso explica los cambios de ánimo- agregó él divirtiéndose mucho con la situación, - y la hipersensibilidad-

 

-también explica porqué no me quitaron el dolor de cabeza- respondí analizando todo lo extraño que yo mismo había estado desde que las bebí. Inmediatamente nos miramos y estallamos en carcajadas, nos reímos y reímos hasta que nos dolió el estomago, la situación era tan ilógica que ni siquiera sabía si estar asustado, enojado o confundido. Sentí pena por mi idiotez, pero él parecía estar gozándolo.

 

-¡Dios!, Uru, ¿alguna vez aprendiste a leer las etiquetas?- preguntó entre risas,

 

-¿tú qué crees?- respondí apenado pero de igual forma divirtiéndome, y volvimos a reírnos, cuando las risas cesaron me miró, y me besó sin preguntármelo, yo le correspondí dejándome llevar y lo sentí cuando se subió sobre mí de nuevo, ambos seguíamos completamente desnudos, se separó con una enorme sonrisa,

 

-por lo menos no te matará- dijo sonriente y pícaro, -aunque lo de hoy estuvo increíble, debemos comprar un par de paquetes más-

 

-podría intoxicarme ¿sabes?- lo abracé por el cuello mientras me hablaba con diversión,

 

-entonces te haré todos los bebés que quieras- y sin cuidado de abalanzó sobre mí de nuevo repartiendo besos en todo mi rostro,

 

-idiota-

 

 

Notas finales:

Hola de nuevo. Espero que les haya gustado, por favor no se vayan sin dejar su opinión.

Una cosa por la que me disculpo es porque obviamente los efectos de las pildoras anticonceptivas en un chico no deberían ser así, pero ahí usé algo de imaginación y ficción, no lo puse al principio porque no quería hacerles spoiler. 

 

en fin... saludos a todos!


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