Junhong nunca había escuchado hablar de eso. En realidad, si había escuchado (más bien, leído) pero no pensaba que era posible. Él creía que solo eran cosas que las personas inventaban para sentir que tenían algo que era diferente de la mayoría de las personas del mundo.
Él sabía sobre su sexualidad. Sabía que gustaba de chicas tanto como de chicos, así que nunca se vio en una situación de confrontación con sus padres o sus cercanos para tener que confesarles que se sentía atraído por chicos (también).
Había tenido un par de novias, dos oficiales y otra casi, y en cada una de esas relaciones había puesto mucho de su esfuerzo, pero las cosas simplemente no estaban destinadas a durar: Una de ellas terminó con él, explicando que no se quería amarrar a nadie por el momento. Junhong la entendió, y a pesar de que se sintió muy triste al principio, lo terminó aceptando.
Otra de ellas terminó con él porque Junhong era demasiado exigente. Ella era desordenada, a veces dormía de más o no se arreglaba el cabello cuando se reunían. Junhong lo soportaba, pero no podía evitar poner una mueca en su rostro cada vez que ella parecía despreocupada de su aspecto cuando lo iba a ver. Junhong la dejó ir, sintiéndose triste, pero a la vez pensando que era lo mejor.
Había besado chicos.
En las fiestas, cuando no iba con todos sus amigos. Solo cuando iba con Youngjae o Daehyun, que ellos sí sabían de su sexualidad y lo aceptaban en su totalidad. Había besado y tocado el cuerpo de otros chicos, pero nunca había sido nada serio, principalmente porque Junhong gustaba de chicos que no querían nada serio, y a Junhong no le gustaban las relaciones donde solo uno se esforzaba: si iba a estar en una relación, iba a hacerlo comprometiéndose completamente.
Jongup llegó a su vida un día como cualquier otro–
Junhong no iba a la biblioteca casi nunca, sin embargo, ese día había decidido levantarse más temprano de lo que usualmente lo haría un día de fin de semana y llegó a la gran biblioteca de su universidad, tomó un puesto y se sentó a repasar sus materias.
No era el mejor estudiante, pero estaba consciente de sus notas, por lo tanto, al menos un día al mes repasaba todas sus materias. Normalmente lo hacía en casa pero, ese último tiempo, su madre había estado encima de él debido a ciertos problemas que ella estaba teniendo como no había sucedido en mucho, por lo que era mejor para su concentración estar en un lugar apartado y silencioso.
–Era más de medio día y Junhong estaba empezando a sentir hambre. Se distrajo pensando en eso, así que empezó a mirar a los lados para ver qué tan llena estaba la sala de estudio, solo por curiosidad, mientras guardaba sus cosas.
Había un chico y tres chicas, cada uno en su propio mundo, leyendo y escribiendo notas. Junhong sonrió por alguna razón, poniéndose de pie y saliendo de la sala con el mayor silencio que pudo conseguir, pero al cerrar la puerta, se giró solo para que alguien chocara contra él, haciéndole tirar uno de sus libros.
La otra persona se agachó de inmediato a recoger su libro.
“Disculpa, no miraba por donde iba”, dijo el muchacho, entregándole su libro.
Junhong lo recibió, parpadeando suavemente.
(Era verdad, en parte, que los bisexuales tienen más probabilidades de tener pareja ya que cualquier persona es potencialmente apta, así que Junhong no pudo evitar pensar que ese chico era muy guapo. Su cabello era de un castaño muy claro y dejaba ver un poco de raíz en su inicio, tenía ojos pequeños y sus hombros eran anchos, probablemente ejercitaba.)
“No, no, es mi culpa”, masculló Junhong con una sonrisa en sus labios, y volviendo a poner el libro contra su pecho.
Sabía que se le estaba mirando mucho, pero no podía evitarlo.
El otro chico le sonrió de vuelta y se quedó quieto también, notando de pronto que Junhong no pensaba moverse.
“Disculpa, necesito entrar”, indicó con una sonrisa incómoda.
Junhong parpadeó rápidamente, intentando reaccionar de una vez.
“Oh, oh. Sí, sí”, soltó, moviéndose a un lado, pero aun así quedándose quieto.
El muchacho lindo le sonrió por última vez antes de tomar la manija de la puerta y entrar, no sin despedirse con la mirada antes de cerrar la puerta.
Junhong se quedó ahí unos segundos más, decidiendo que comería rápido y volvería rápidamente a la sala de estudio, y así iniciar una pequeña conversación con ese muchacho. Tal vez.
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El nombre de ese muchacho era Jongup. Su apellido era Moon, y Junhong pensaba que era un nombre precioso. Jongup era muy diferente a las personas que había conocido: era algo tímido cuando estaba con muchas personas, pero cuando estaban solos, siempre hacía bromas que a su fortuna entendía y hacia sonidos lindos cuando contaba sus historias o ponía caras graciosas.
Junhong jamás se había sentido así (por muy cliché que sonara, eso era lo que menos le importaba). Luego de haber conocido a Jongup por casi 3 meses, podía decir, sin rodeos, que sentía atracción por él.
Lo cual, lo había reducido a una niña de quince años que gritaba por su idol favorito.
Daehyun y Youngjae se burlaban de él por esa razón.
“Ustedes no lo conocen como yo lo conozco”, se defendía Junhong.
Youngjae a su lado soltó una risa.
“Eso es tan típico”, dijo Daehyun, sentado en frente de ambos, “Dios, eres adorable Junhonggie”, comentó, extendiendo su mano para tomar una de sus mejillas.
Junhong frunció el ceño cuando Daehyun hizo eso, pero se detuvo de pronto.
“¿Listos para ordenar?”, preguntó el mesero con una suave sonrisa.
Daehyun aclaró su voz, nombró un café y un trozo de torta, Youngjae pidió un té y un cupcake. Junhong pidió café y un trozo de pie. El camarero anotó todo y con otra sonrisa desapareció de ahí.
Daehyun miró por el camino por donde desapareció.
“Pff, y soy yo el que tiene un crush inalcanzable”, murmuró Junhong, con una sonrisa victoriosa en sus labios.
Youngjae rió, haciendo que Daehyun se volteara a mirar a ambos a la cara.
“No pueden negar que es lo más lindo de por aquí”, soltó Daehyun, ligeramente sonrojado, pero con una sonrisa de superioridad.
“No me preguntes a mí, tengo novia”, se defendió Youngjae. Junhong rió.
“Es guapo”, aceptó Junhong, asintiendo con su cabeza, “y es tu tipo, ¿qué esperas, hyung?”, inquirió.
Daehyun frunció los labios.
“No hay forma de que alguien así esté soltero”, explicó.
Youngjae hizo un sonido con la garganta.
“O sea, que tu gaydar dice que es gay”, comentó.
“Por supuesto”, dijeron tanto Daehyun como Junhong al mismo tiempo, haciendo a los tres reír debido a eso.
El tema cambió, Youngjae comenzando a hablar de algo relacionado con su carrera, pero ese tema de conversación quedó olvidado cuando el camarero volvió, esta vez a dejar sus órdenes. Todo estaba bien con las órdenes de Youngjae y Junhong, pero cuando le sirvió a Daehyun, dijo:
“No había de la torta que pediste, así que te di doble porción del especial de hoy, ¿te parece bien?”, le preguntó con una sonrisa coqueta.
Daehyun asintió.
“Está perfecto”, contestó, con un gesto de rendirse al hecho.
El camarero rió.
“Queda en secreto”, soltó, guiñándole un ojo. “Si necesitan algo más, solo llámenme”, dijo después, hablándole a los tres chicos antes de desaparecer.
Hubo un pequeño silencio en la mesa, todos con una sonrisa incrédula por lo que había sucedido.
“Creo que le gustas”, soltó Youngjae.
“También lo creo”, agregó Junhong.
Daehyun asintió.
“Le preguntaré su nombre luego”, afirmó.
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Dicen que el mundo es un pañuelo. Y resultó que el camarero de ensueños de Daehyun era el hermano mayor de Jongup. Él mismo se lo confirmó un día que habían quedado para ver una película y Junhong tenía que hacer conversación.
Quería usar ese tema para saber qué pensaba Jongup de los homosexuales. Y su sorpresa fue enorme cuando se enteró del parentesco.
“Entonces, ¿estás de acuerdo con eso?”, le había preguntado Junhong, sin mirarlo, mientras ponía caramelo a las palomitas.
Jongup frunció el ceño en concentración porque estaba sirviendo las bebidas, y también lo frunció porque no entendía a qué se refería su amigo.
“¿De acuerdo con qué?”, inquirió.
El menor decidió ir sin rodeos.
“Con los gays y esas cosas”, soltó, restándole importancia.
Jongup se quedó quieto un momento. Terminó de servir y luego miró a Junhong con una expresión que el mismo no podía descifrar.
Su corazón iba rápido en su pecho.
“Por supuesto que no me molestan o algo, yo y hyung somos muy unidos”, contestó. Junhong suspiró en un alivio, haciendo que Jongup preguntase de inmediato: “¿lo eres?”
Tal vez fue por lo directa que fue la pregunta, o porque realmente nadie se lo había preguntado de esa forma, pero Junhong respondió de inmediato una negativa.
“Quiero decir…”, divagó, “de acuerdo, en parte sí, soy bisexual”, confesó, hablando con cuidado.
Junhong sintió que el tiempo en que esperó la respuesta de Jongup fueron horas.
“Ah, de acuerdo”, contestó el otro, con una sonrisa, “ese tipo de cosas realmente no son importantes a menos que te guste alguien que yo conozca”, explicó con una risa.
Junhong no dijo nada.
Jongup le volvió a mirar.
“¿Te gusta… mi hermano?”, le preguntó.
“N-¡No!”, exclamó, avergonzado.
Jongup suspiró.
“Qué bueno, hubiera sido incómodo llegar a casa”, comentó, tomando los vasos con bebida, “¿llevo esto a la sala?”, preguntó dulcemente. Junhong asintió, y el otro muchacho se fue hacia tal lugar.
Junhong no había notado que tenía palomitas de maíz en su mano, y había hecho un puño mientras hablaba con Jongup. Cuando estiró la mano, estaban deshechas.
Ni se dio cuenta cuando se había puesto tan tenso.
Pero la duda seguía ahí. Quería saber si tenía posibilidades con Jongup.
El solo pensar que no estaba en contra, ya le daba esperanza, pero no la suficiente como si lo supiera en su totalidad.
Tenía que preguntarle. Algún día.
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Ese día nunca llegó. En su lugar, Junhong decidió solo lanzarse a él.
Sabía lo que estaba haciendo: estaba arriesgando su amistad con Jongup de una forma que sería difícil de arreglar si es que las cosas no salían como él quería (es decir, que Jongup también gustara de él). Pero Junhong quería ahorrar habladuría, ya que él no era muy bueno en eso. Pensaba que era más un hombre de acciones que de palabras, y, debido a esa convicción, casi todos sus problemas eran solucionados de esa forma.
Junhong no era tímido. Es decir, sí, lo era, pero solo con las personas ajenas a él. Le costaba abrirse completamente, y no era anormal en él que a todos los que conocía les escondía algo de él. Jongup era diferente a eso, a él le había contado todo.
Excepto que gustaba de él.
Jongup le había invitado a dormir a su casa. Y en la noche mientras compartían la cama del mayor, Junhong se movió lo suficiente para poder besarle suavemente, tomando a Jongup desprevenido, porque estaba por quedarse dormido.
Esperó a que el mayor le rechazara: sabía que por la forma de ser de Jongup no iba a apartarlo brutalmente o le iba a insultar, más bien, Junhong imaginaba que Jongup lo sostendría de un hombro y le apartaría despacio, para luego susurrarle un lo siento, con una expresión triste, y seguramente hablaría de ello al día siguiente.
Sin embargo, Jongup correspondió su beso y Junhong se sonrojó porque no esperó a que eso sucediera.
El beso fue dulce y superficial. Junhong sostuvo la quijada de Jongup entre sus dedos mientras le besaba con suavidad, y tan inmerso en el beso estaba, que no notaba que Jongup no movía ninguna otra parte de su cuerpo que no fuesen sus labios.
Cuando se separaron, Junhong le sonrió, esperando que a pesar de la oscuridad pudiera verlo.
Jongup sonrió. Solo un poco.
Y dijo: “Lo siento, Junhong”, en voz baja. A Junhong se le cayó la sonrisa, “yo–, yo no…”, balbuceó.
No supo por qué, pero eso enojó al menor.
“¿Por qué correspondiste, entonces?”, preguntó algo bruto. Nunca antes le había hablado de esa manera a Jongup.
El otro muchacho negó con la cabeza suavemente.
Junhong se dio la media vuelta en la cama, queriendo levantarse, pero Jongup le sostuvo del brazo.
“¿No vas a escuchar lo que tengo que decirte?”
Las palabras hicieron eco dentro de la cabeza de Junhong, haciéndole quedarse quieto.
“Hazlo rápido”, pidió, en un hilo de voz.
Jongup se sentó en la cama también, pero mirando hacia el final de la misma, sin soltar el brazo del otro muchacho.
“¿Qué cosa?”, preguntó.
Junhong sintió que quería llorar.
“Rechazarme. Hazlo rápido, no quiero que me dejes ninguna esperanza”, aclaró.
Hubo un par de minutos de silencio antes de que Jongup soltara aire.
“No voy a rechazarte”, le dijo. El aludido frunció el ceño sin entender. “Tengo que explicarte algo, pero quiero saber si vas en serio conmigo antes de hacerlo.”
Su voz había sido pequeña, y dejaba entre-ver la incertidumbre que sentía el muchacho al hablar.
Junhong se volteó para mirar la expresión del mayor. Jongup miraba a ningún punto en específico, y la mano que sostenía su muñeca estaba temblando ligeramente.
Quizás Jongup también le había estado ocultado algo, después de todo.
“Voy en serio”, afirmó Junhong, haciendo que el mayor diera un respingo por la respuesta. “En serio me gustas, hyung”, dijo con una sonrisa pequeña, y volvió a subir sus piernas a la cama, para quedar lado-a-lado con el otro.
Jongup sonrió, aún sin mirarlo a la cara.
“También me gustas”, confesó.
Junhong sonrió.
“Pero no puedo–, quiero decir…”, soltó, no sabiendo por dónde empezar. Después de un rato, con Junhong esperándolo pacientemente, Jongup suspiró. “Junhonggie, soy asexual.”
El aludido no supo cómo reaccionar. Jongup se volteó a verlo, esperando a que dijera algo.
“¿Asexual?”, inquirió con una pequeña risita, “¿cómo así?”
Jongup suspiró.
“Para ponerlo en palabras simples”, dijo, con voz calmada, “cuando te gusta una persona, te gusta como persona, pero también te gustaría tener sexo con esa persona, ¿verdad?”, inquirió. Junhong asintió suavemente, sonrojado porque estaba admitiendo cierta parte implícita de sus intenciones con Jongup. “Bueno, yo solo puedo sentirme de la primera manera”, agregó.
Un silencio se hizo presente en la habitación.
“Hyung, no entiendo”, admitió, “quiero entender, pero no puedo.”
Jongup le sonrió. Le ofreció de esas sonrisas que calmaban a Junhong en su totalidad.
“Vamos a dormir”, sugirió, pero a Junhong se le hizo más como una petición, “mañana en la mañana te lo explicaré en detalle”, le dijo.
El menor sentía que no iba a poder dormir, pero aceptó de todas formas. Asintió y se recostó de nuevo, Jongup haciendo lo mismo y quedando a su lado.
Junhong cerró los ojos y se giró, dándole la espalda a Jongup. Luego de un minuto, sintió como el mayor le rodeaba con sus brazos y le atraía suavemente hacia sí.
“Esto está bien”, murmuró, haciendo que al otro muchacho sonreír por la ternura del asunto.
Horas más tarde ambos estaban en un profundo sueño.
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Jongup le había explicado en detalle al día siguiente. Al principio todo era confuso, pero ahora que las cosas se habían estabilizado un poco, Junhong se sentía mejor.
Pero cuando se lo contó a sus amigos, sintió que, de nuevo, estaba perdido.
“No entiendo”, había dicho Youngjae, “¿cómo es posible que estés saliendo con alguien que no quiere tener sexo contigo?”, inquirió.
Junhong frunció sus labios.
“No encuentro el sentido de algo así”, admitió Daehyun, “quiero decir, los abrazos y los besos está bien, pero de vez en cuando solo quieres…”, soltó, moviendo su mano hacia arriba como si dirigiera una orquesta.
“Quiero decir, se supone que solo puedes tener sexo con la persona a quien amas, ¿no? ¿Con quién lo tendrías si no es con Jongup?”
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Estaba convencido que podría lograrlo. Junhong estaba seguro que solo necesitaba tocar a Jongup de una manera excitante para lograr que el mayor sintiera deseo por él.
Sus besos eran, en su mayoría, superficiales, porque cuando Junhong iba más allá que eso, Jongup no participaba mucho. Sus caricias eran casi inexistentes, su máximo contacto eran los ocasionales abrazos y cuando se tomaban de las manos al ir por la calle.
Llevaban casi dos meses juntos, y Junhong pensaba que ya era tiempo suficiente.
Así que, un día invitó a su novio a su casa. Sus padres no iban a llegar sino hasta tarde y su hermano también había salido.
Vieron una película, donde a la mitad de la misma, Junhong se sentó sobre las piernas de Jongup y envolvió su cuello con sus brazos para besarle. Jongup no pareció molesto por haber sido distraído de la película, porque sonrió en el beso. Las manos del mayor tomaron su usual lugar en los costados de Junhong y le acariciaron lentamente de arriba hacia abajo, haciendo al menor sonrojarse suavemente por tal acción.
Las cosas salieron de lo cotidiano cuando Junhong aventuró sus manos, moviéndolas desde el seguro lugar sobre los hombros del mayor hasta los primeros botones de la camisa ajena, desabotonándolos lentamente, sin dejar de besar los labios del otro chico.
Una vez que deshizo la camisa de Jongup, Junhong se separó, admirando la piel que tenía en frente suyo. Se inclinó hacia la misma y dio pequeños besitos en la zona de las clavículas, moviendo sus manos por los costados de piel suave de su novio.
Sus piernas se pusieron a los lados de la cadera de Jongup, no dejándole escapatoria.
El mayor no daba gesto que demostrara que estaba molesto por su asalto, así que Junhong, evitando mirarlo a los ojos, comenzó a besar cada tramo de piel posible hacia abajo, deslizándose hacia el suelo en el proceso. El avance fue lento, Junhong quería tomarse su tiempo para poder hacer despertar a Jongup por sus caricias. Sus manos le acariciaban sus pectorales, sus pequeños pezones y los músculos de su estómago con una paciencia que Junhong no sabía que tenía.
Una vez que se encontró entre las piernas del mayor, miró hacia arriba. Él estaba consciente de sus mejillas sonrojadas y que seguramente sus ojos estarían con pequeñas lágrimas, ya que bajar por alguien con el cuerpo de Jongup no era exactamente algo que se pudiera hacer con la cabeza fría; pero cuando miró al rostro del mayor, se encontró con que sus mejillas estaban casi tan sonrojadas como seguramente estaban las propias, sus ojos no dejaban ver ninguna emoción y sus labios estaban fruncidos en una línea recta.
“Jonguppie”, musitó Junhong desde su posición. Quería verse erótico y ver el deseo en los ojos del otro al comportarse de esa forma. Sus manos bajaron por el torso del mayor hasta que llegó al inicio de sus pantalones y con seguridad comenzó a desabotonarlos.
Pero las manos de Jongup sostuvieron suavemente sus muñecas.
“Junhong, no”, soltó con cuidado, como si no supiera como expresar lo que quería decir.
El otro muchacho se soltó de su agarre, sin que haya sido difícil, porque Jongup no usaba fuerza.
“Jonguppie, por favor”, pidió, con una voz que parecía necesitada. Cuando desabotonó el pantalón del mayor, siguió con el cierre, “te necesito”, agregó, volviendo su vista hacia abajo.
Junhong deslizó la bragueta, y bajó las capas de ropa que cubrían la intimidad de Jongup.
Junhong se sorprendió. Levantó la vista hacia el otro, pidiéndole respuestas con ojos confundidos.
Jongup sostuvo su quijada con un dedo.
“Eso no quiere decir nada, Junhong”, explicó, con infinito amor en sus ojos, “me gustas mucho a pesar de eso”, aseguró.
Junhong frunció el ceño.
“No creo gustarte lo suficiente”, soltó, poniéndose de pie.
Al momento el menor estaba saliendo de la casa de Jongup.
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Ela mor era un tema complicado para Jongup. Pero por Junhong, valía la pena hablarlo.
Al día siguiente Jongup tuvo que ir a la casa de su novio ya que no contestaba ninguno de sus mensajes o llamadas.
El amable hermano mayor de Junhong le dejó entrar con una gran sonrisa, asegurándole que podía tomarse su tiempo.
Cuando Jongup entró a la habitación, Junhong estaba sentado en su cama con su celular en su mano. Al ver al Jongup, se incorporó algo asustado y escondiendo el móvil tras él.
“¿Qué haces aquí?”, inquirió algo molesto.
Jongup ignoró eso, cerrando la puerta, y encaminándose hasta la cama del otro, sentándose a un lado.
“Me alegra ver que tienes tu celular”, soltó, “creí que lo habías perdido y por eso no me contestabas. Supongo que me equivoqué”, suspiró.
El otro muchacho miró su celular y volvió a desbloquearlo, volviendo a hacer lo que hacía antes.
“¿A qué has venido?”
Jongup soltó aire.
“Tenemos que hablar”, le dijo suavemente, “no quiero que sientas que no te amo lo suficiente solo porque mi cuerpo no responde”, explicó, soltando una pequeña risa al final.
Pero Junhong le miraba con rostro sorprendido.
“¿Me amas?”, inquirió con duda.
Jongup sonrió aún más.
“Sí”, confesó.
Junhong dejó su celular a un lado y le abrazó.
“Yo también, hyung”, musitó, a penas entendible, porque a pesar de que Junhong fuera más alto, siempre era él quien escondía su rostro contra el hombro de Jongup.
Las manos del mayor tocaron su espalda, acariciándola de arriba abajo para darle confort.
“Genial”, respondió Jongup, todo el nerviosismo que traía consigo hasta ese momento abandonó su cuerpo. “Genial”, repitió.
Junhong rió por eso, se apartó un poco y le sonrió.
“Venía con la idea de que ibas a terminar conmigo”, dijo Jongup muy serio, “pero ahora estoy muy feliz.”
Y Junhong podía verlo. La sonrisa del otro no dejaba de plasmarse en sus labios. Junhong se inclinó y le besó suavemente. Jongup respondió de inmediato.
Fue un beso superficial, como la mayoría que compartían, sin embargo, en ese momento, fue perfecto. Quizás algunas cosas realmente no importaban entre ellos dos.
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