Pasó el tiempo, y muchos niños -y niñas- fueron llegando a Wammy's House. La primer niña en llegar, se apodó C, de piel colorada, cabello rizado, corto y marrón. También la tercer persona en llegar al orfanato.
Luego llegó H, un chico pelirrojo bastante atlético que, pese a su gran inteligencia, era de esos que se burlaban de los "nerds"; el día que llegó no pensaron que duraría mucho, pero de alguna forma se mantenía allí (con los más bajos promedios claro).
La quinta niña, de cabello color oro, fue Sussane, la primera en no apodarse con una letra, para B su idea era genial, C amó el apodo que se eligió, ya que era digno de una supermodelo, y para A ese nombre era una tontería y que parecía de actris porno.
Luego también llegaron muchos más niños, pero los más destacables serían ellos. Sin embargo ninguno de ellos alcanzó el nivel de A, de hecho él los superaba por mucho. Por esta razón H siempre estaba haciéndole bromas pesadas, e intentó convencer a otros de que lo hicieran también, incluso a B, pero nadie le hizo caso, despues de todo, estaban allí para superarse a sí mismos y llegar a ser como L, no para burlarse del mejor estudiante solo porque sí. C, de hecho, admiraba muchísimo a A, y empezó a esforzarse para superarse académicamente y llamar su atención. Sussane por muy interezada que estuviera aveces por las notas, prefería pasar el rato jugando afuera, y rápidamente se hizo amiga de todos.
Aún así, sin importar cuantos niños llegaran, ninguno logró separar a A y B, quienes se volvieron amigos inseparables.
Todos los días, al acabar el horario de clases, A y B iban hacia un pequeño bosque que había al fondo del patio trasero, y hacían un pequeño picnic -con principalmente mermelada de frambuesa, la favorita de B.- Era un lugar donde se separaban de todo lo que les rodeaba, un lugar únicamente suyo. Era como un lugar sin maestros que molestaran, sin sus compañeros molestando, sin...
-¡¡A, B!! ¡¡Vengan!!~-Gritó una vocesilla que ambos reconocían perfectamente.
-¡Ya lárgate C!- Le gritó A antes de divisarla incluso.
-¡Pero chicos! ¡Está pasando algo épico!
-Ay demonios, ¡¿que mierda quiere ahora?!- Gruñó B.
-Bien, ven, dilo y vete.
E instantáneamente, la niña emergió de entre los árboles. Llevaba puesto un guardapolvo rosa y bermudas de jean.
-¡Chicos, no van a creer quien vino!
-¿Una C que no nos interrumpe? Oye, querría ver eso.- Bromeó B.
-Chicos... ¡L en persona ha venido a Wammy's!
-¡¿QUÉ?!- Se sobresaltó A, poniéndose de pie. -¡C NO JODAS CON ESAS COSAS!
-Aaahh... -Balbuceó C sonrojada por lo cerca que A estaba de ella. -No... No estoy jodiendo, L ahora está en el salón común, mira.- Sacó una paleta del bolsillo de su guardapolvo.- ¡Me regaló esta paleta!~
A, shockeado, permaneció inmovil unos segundos, y luego empezó a caminar, obviamente, hacia el salón común del orfanato. C se adelantó y caminó junto a él.
-¡Ey! ¿Entonces el picnic ya no?- Preguntó B, aún sentado comiendo mermelada. -¡Chicos! ¡Ey espérenme!
B corrió detrás de ellos hasta que pudo alcanzarlos, luego los tres fueron al salón común.
¿Cómo sería L? Eso se preguntaba B, se lo imaginaba de miles de formas, pero ninguna era similar a como era en realidad: un chico que aparentaba no más de 18 años, extremadamente delgado, encorvado y pálido. Tenía cabello negro y desarreglado, ojos oscuros y dilatados, bajo los cuales tenía profundas ojeras. Llebaba pesto nada más que una polera blanca y jeans holgados, ¡ni siquiera usaba zapatillas! Enserio, ¿así era el mejor detective del mundo? ¿El gran ídolo de su amigo A? Enserio, no parecía nada más que un zombi.
Al acercarse un poco más, reconoció que su verdadero nombre era Elle Lawliet. Aunque no sabía por qué le importaba, y de hecho, conocer su nombre sería un hecho que mejor debía ignorar.
-Oh, hola. Tú debes ser B.- Le dijo antipáticamente el detective.- ¿Quieres una paleta?
L extendió su mano, ofreciéndole un dulce a B. Él lo miró extrañadísimo, inclusive su forma de sostener las cosas era rara: sostenía las cosas usando sólo su dedo pulgar e índice. Finalmente B aceptó la paleta y se la llevó a la boca. Enserio, ¿este tipo era conciente de lo raro que era?
Durante un rato, L estuvo en el orfanato con los niños, ellos aveces le hacían algunas preguntas y él las respondía. En ciertas cosas B se sintió identificado con las palabras que él decía. Incluso había agarrado cierto fanastismo por él.
Más tarde, al llegar el crepúsculo, llegó Watari, y le hizo a L un ademán de que ya era hora de marcharse. Pero antes de nada, L llamó a uno de los estudiantes, a A. Le dijo que lo acompañara a él y a Watari a la oficina de Roger (el director del orfanato). A, confundido, fue con ellos.
En ese momento empezaron a correr rumores, de que A podría ser expulsado, que L se lo llevaría con él, que sería castigado por alguna cosa que hubiese hecho, pero nadie sabía con exactitud que pasaba. C buscó a B, que hace nada estaba junto a ella, para preguntarle que pensaba, pero no lo encontró.
Sin duda, ambos, A y B, se llevarían una enorme sorpresa cuando se vieran denuevo.
Una vez L y Watari se marcharon, A deambuló con una mirada vacía el camino devuelta hacia su habitación. Su cabeza estaba totalmente revuelta, habían tantos pensamientos en su mente que bien no estaba pensando nada con claridad. Había sido un día demasiado largo. Tomó el tomo de la puerta y la abrió, una vez dentro de su cuarto se lansó sobre su cama y hechó un largo suspiro.
-¿A? ¿Eres... *caugh* Eres tú?- Dijo B desde el baño, con una voz algo forzada.
-¿B? ¿Qué le pasa a tu voz?
-Na... *caugh* Nada. Dime.. agh... ¿Pasó algo interezante luego que me fuí?
-Bueno... L me llevó a la oficina de Roger y...
-¿Así que la oficina de Roger eh? ¿Qué hiciste, eh?
-¡Nada! Yo... B, enserio, ¿Qué rayos le pasa a tu voz?
-Esta bien, te mostraré pero... No te rías.
Cuando salió del baño, miró a A algo nervioso, y se encorvó, pero no de vergüenza, era otra cosa. A juraría estar enfrente de una especie de versión en miniatura de...
-¿L?
-No... Soy yo, B.- Dijo con una sonrisita torpe. Fue así como notó que era B, ya que L jamás sonreía.
-¿B, que rayos te hiciste? Pareces un clon de..
-¡De L! ¿No es genial?
-Pfff, vaya vaya vaya, ¿ahora quién es el fanático de L?
-Como sea.- Dijo sentándose en cuclillas junto a A. -¿Qué paso en la oficina, eh?
-Incluso te sientas como L... Como sea... L dijo que... Que yo seré su sucesor.
-¿Enserio? ¿Tan pronto lo decidió?
-Lo sé... Me asusta... Tú sabes, no creo estar a la altura...
-Yo creo que si te eligió es porque sí lo estás.
-¿Tú crees?
-Si, te envidio, creeme.
-Bueno... gracias.
-Entonces, eso significa que... ¿Si algo terrible le pasara a L tú lo reemplzarías?- Preguntó con una mirada sádica.
-B... ¿Tomaste tus pastillas?
-No, aún no.
-Hazlo, ¡porque me estás dando miedo!- Bromeó A. Bueno, aunque de hecho su mirada sádica y el que ahora fuera idéntico a L si lo aterraba.