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Secretamente por golddie

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Notas del fanfic:

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres (hasta lo que TSEntertainment permita, creo)

[!] Advertencias pertinentes: Más porn que fanfic(?

Yongguk lo vio desde que salió del edificio, dando una simpática sonrisa al guardia, a ese al que todos saludan en las mañanas sin importar el ánimo que trajeran consigo. Himchan caminó hacia donde estaba él, esperándolo, en el fondo del estacionamiento, dentro de su auto.

Su caminar era rápido, porque así caminaba Himchan, ya que se había acostumbrado a andar de esa forma: siempre se le veía ocupado bajo alegatos y casos que atender, como si fuera literal que el tiempo era oro y apenas teniendo tiempo para ir a tomar un café.

O tener una pequeña escapada con uno de tus empleados.

Himchan le miró tras el vidrio del copiloto con un rostro serio y frío. Llevó su mano a la manija de la puerta del auto e intentó abrir. No abrió, estaba el seguro puesto.

Yongguk rió, presionando el botón cerca del seguro de su propia puerta para abrirle.

“Lo juro, Yongguk”, le dijo el otro con tono de amenaza, sentándose a su lado, y sin molestarse en poner su cinturón de seguridad, “odio cuando haces eso”, afirmó.

El aludido sonrió un poco más. Himchan dejó su maletín a un costado del asiento.

“Es solo para ver algún gesto en tu rostro, Jefe”, respondió sin borrar su sonrisa anterior.

Himchan terminó de acomodarse. Se mantuvo quieto un momento, luego, de forma lenta y tanteando lo seductor, se giró para ver a Yongguk a los ojos. Su mano izquierda, aquella que estaba más cerca del otro hombre, se posó sobre el muslo del mismo, y una sonrisa de lado afloró, no combinando con la inocencia que le mostraban sus ojos.

“Estoy seguro que puedes pensar en una mejor forma que me haga hacer gestos faciales, Yongguk”, dijo lentamente, mientras movía su mano sobre el muslo del hombre a su lado hacia arriba con cuidado, “no por nada eres el Jefe de tu división”, agregó luego.

Yongguk le sonrió de lado y se inclinó hacia adelante, solo reposando su frente contra la del otro, rozando sus narices.

“No lo sé”, musitó con voz baja y más grave, “¿tienes alguna sugerencia?”

Himchan observaba sus labios aun a esa cercanía, por lo que Yongguk se esforzó en pronunciar muy bien para acentuar el movimiento de los mismos. Luego de decir eso, la mano que no estaba en su muslo subió hasta hacer contacto con su pecho, subiendo hasta tomar la forma curva de su elegante cuello. Con la punta de los dedos podía tocar el cabello de su nuca.

“Puedo darte una idea”, soltó Himchan, antes de acercar su rostro y uniendo sus labios con los de Yongguk.

Yongguk tenía un extraño fetiche con los besos. Le gustaba mucho hacerlo, aún si era en los lugares más extraños de su cuerpo, y secretamente Himchan deseaba que Yongguk no hiciera eso con alguno de sus otros amantes, pero tales pensamientos nunca serían expuestos en palabras.

Yongguk se movió hacia adelante, haciendo a Himchan retroceder un poco sin dejar de besarse. Le empujó con poca fuerza hasta que su espalda tocara el respaldo del asiento, haciendo la posición un poco incómoda, ya que Himchan no había movidos sus manos del otro cuerpo.

Pero, de pronto, Himchan perdió la firmeza del respaldo. De pronto, estaba recostado, y cuando salió de la sorpresa, se dio cuenta que Yongguk había accionado la palanca del costado para reclinar el asiento. Desde arriba él le miraba con una sonrisa, su cuerpo ya estaba sobre el suyo.

Himchan se incorporó sobre sus codos.

“Pude haber muerto”, quiso dejar en claro.

Yongguk rió con una risa corta y seca.

“No, no lo hubieras hecho”, refutó, acercándose hacia el cuerpo del ligeramente menor. Con una mano sostuvo el cabello del otro y le pidió en silencio que inclinara su cabeza hacia atrás, y así poder besar su cuello.

Himchan jadeó por los pequeños besos, sus brazos queriendo ceder.

“Pudiste haberme avisado”, insistió inútilmente, cuando se dio cuenta que se había quedado en silencio por mucho tiempo.

Yongguk rió contra su piel.

“Lo peor que pudo haber pasado es que se te fueran las ganas”, aclaró con sinceridad. Su rostro se movió para ver a Himchan a los ojos. “Pero ambos sabemos que eso no va a pasar.”

El aludido entrecerró los ojos.

“No me tomes por seguro”, advirtió.

“No tienes que tener todo bajo control todo el tiempo”, soltó Yongguk. Con un movimiento calculado puso su mano bajo la espalda de Himchan y le hizo recostarse, “ese es el punto de que estés conmigo ahora”, musitó, dando suaves besos sobre los labios del otro.

Volvieron a besarse, Himchan cerrando sus ojos para relajarse en el acto, pues había razón en las palabras del otro. Sus manos tocaron el pecho de Yongguk sobre él, sintiendo que traje de vestir. Yongguk, por otra parte, solo afirmó sus manos a ambos lados de la cabeza del otro, soportando su peso, y concentrándose en besar sus labios y entrar en ellos.

Pronto, a Yongguk se le agitó un poco la respiración porque las manos de Himchan no se quedaban quietas. Arrancaban calor de sus poros a cada zona donde se posaran a pesar de estar aún vestido, por lo que se separó un poco para poder respirar mejor, aprovechando de tomar las manos del otro y dejarlas a ambos lados de su cabeza, inmovilizado.

Himchan le miró a los ojos por un segundo antes que Yongguk le sonriera un poco, con esos labios que estaban empezando a hincharse, y volviera a besarlo de nuevo. Esta vez el beso fue más profundo, menos inocente y con más deseo.

Un suspiro salió de sus labios cuando Yongguk se separó de él, y sin soltar sus manos aún, comenzó a bajar hasta su cuello nuevamente, dando besos por su mentón y quijada.

Si Himchan necesitaba una excusa para dejarse hacer, y tal era el que Yongguk lo estuviera sujetando y sus besos le quitaran la voluntad para levantarse e invertir los papeles. Yongguk era simplemente muy bueno en lo que hacía: aplicaba la justa combinación de fuerza y delicadeza sobre su piel, así fueran besos o succiones o mordidas; Himchan solo estaba a su merced.

Cuando una de las manos de Yongguk le soltó su mano derecha y le tomó el cabello para mover su cabeza y dejarle más espacio, Himchan no pudo evitar soltar un gemido. El sentir que le daba el control de su cuerpo a otra persona era terriblemente excitante, quería entregarse completamente por lo que durara ese encuentro.

Lo cual era menos de una hora.

“No dejes marcas”, pidió Himchan, intentando que su voz no fuera de orden, ya que si era así, era probable que Yongguk se molestara y no le hiciera caso. Más de una vez había cometido ese error justo antes de una junta y tener que enfrentar las miradas burlescas de sus colegas debido a extrañas marcas en su cuello. Y es que el estrés a veces le hacía ponerse más mandón que de costumbre.

A su fortuna, Yongguk asintió. Himchan se sorprendió cuando soltó su otra mano y se separó un poco. Miró hacia abajó y vio los dedos del mayor comenzaban a deshacer su saco, sin molestarse en quitarlo antes de comenzar a abrir su camisa y así besar su torso.

Entonces Himchan sintió esa succión, más fuerte que las demás en el punto centro de su estómago, donde empezaban sus costillas. Miró hacia abajo con un poco de enfado, pero no podía pretender que estaba enojado por mucho tiempo cuando su rostro estaba sonrojado por la excitación. Eso era contraproducente.

“No es un punto visible”, intentó Yongguk, con un dedo acariciando el pequeño chupón que había dejado sobre la piel de su jefe.

Himchan bufó, parte de su aliento levantó alguno de sus cabellos negros.

“Ven acá”, pidió, de nuevo, con su dedo índice moviéndose como la cola de un escorpión.

Yongguk se acercó, pensando que Himchan iba a besarlo, pero, en lugar de eso, juntó sus frentes como antes solo que esta vez no lo miraba a él, sino a lo que sus manos hacían. Himchan bajó hasta sostener la hebilla del pantalón de Yongguk, y la desamarró en segundos, retirando el cinturón de sus pantalones por completo para luego arrojarlo a los asientos traseros del auto. Yongguk rió un poco por eso.

“¿Qué?”, preguntó Himchan algo divertido por haberlo hecho reír.

Yongguk negó con la cabeza suavemente.

“Te prefiero así”, respondió.

Himchan frunció el ceño, pero no quiso preguntar a qué se refería. Tal vez ya sabía la respuesta.

Himchan no bajó los pantalones, decidió solo pasar su mano por el elástico de la ropa interior y tomarlo en su mano para saber cuál era su condición. Usualmente Yongguk era calmado, aun cuando se trataba de negocios y otros aspectos, así que la única forma de saber qué tan encendido estaba era tocando su pene.

Yongguk le miró a los ojos y Himchan le miró de vuelta por reflejo, con una pequeña sonrisa.

No hizo ningún movimiento, solo con su dedo pulgar rozó la punta. Yongguk gimió desde la garganta. Himchan le respondió con un gemido suave, y relamió su labio inferior.

Himchan decidió quitar su mano. Solo estaba tanteando terreno, de todas formas. Volvieron a besarse, pero cuando Yongguk comenzó a quitarle sus pantalones, Himchan reaccionó.

“¿Qué estás haciendo?”, inquirió, olvidando que no era el momento para controlarlo todo.

Yongguk le miró largamente desde arriba, pero sus manos no se detuvieron y desabotonaron sus pantalones.

“¿Qué parece que estoy haciendo?”, preguntó irónicamente, tomando el inicio de los pantalones del otro hombre y bajándolos por sus piernas hasta que llegaron a la rodilla.

Himchan flexionó sus piernas, intentando detenerlo.

“Me refiero a que no podemos hacerlo aquí”, explicó, “nos van a ver.”

Yongguk frunció el ceño un momento, como si no entendiera. Luego, abrió bien los ojos y miró a su alrededor.

Era cierto. Estaban en el estacionamiento de su empresa a plena luz del día. Cualquiera podría pasar por ahí y verlos con las manos en la masa.

“Cierto”, soltó, apartándose un poco.

“Vamos, conduce al subterraneo”, dijo Himchan con su usual voz de mandato.

Yongguk no prestó atención a eso, solo decidió hacer caso. Se volvió a sentar en el asiento del conductor y giró la llave. Himchan devolvió el asiento a su lugar original y se cubrió un poco su cuerpo, debatiendo entre ponerse el cinturón de seguridad o no (lo cual finalmente no hizo).

Yongguk se removía mientras conducía, y a Himchan eso le hacía gracia porque no debía ser sencillo conducir con una erección como la que cargaba el otro. No como que él estuviera en una mejor situación, pero al menos él podía pasar una mano dentro de sus pantalones y tocarse suavemente para calmar su deseo por el momento.

Y eso hizo.

“No hagas eso”, rogó Yongguk, mirando de reojo a su lado a la vez que el auto bajaba hacia el estacionamiento subterraneo.

Himchan le miró.

“Mejor apresúrate”, indicó, y una vez que el auto entró al estacionamiento, Himchan se quitó su saco y camisa de trabajo, dejándola lo más ordenada posible en el espacio que había entre el interior del auto y el parabrisas, “tenemos casi veinticinco minutos”, informó.

“¿Veinticinco?”, inquirió, buscando rápidamente un lugar donde estacionar, “no es nada”, se quejó.

“Lo sé, y será menos si no te apresuras”, insistió.

Yongguk estacionó el auto en una esquina, así que había una pared en frente del auto y al lado derecho del mismo. Apagó el motor justo cuando Himchan movía su asiento hacia atrás para moverse a los asientos traseros.

Yongguk puso el freno de mano y se quitó su saco, camisa y corbata, tal como Himchan había hecho y lo había dejado en el mismo lugar, doblándolo lo mejor posible. Los pantalones fueron algo difícil de quitar por estar aún sentado, pero los dobló al igual que el resto de su ropa, además de los calceti–

“Ahh”

Un rápido vistazo a espejo retrovisor hizo que a Yongguk se le fuera toda la sangre a su zona sur. Himchan había empezado a preparar su entrada mientras él doblaba su ropa. Tenía sus piernas separadas y la espalda contra el asiento, algo arqueado y mirando hacia el espejo donde sus ojos se encontraron con los del otro. Yongguk se perdió en los ojos llenos de deseo del otro hombre, luego, en sus dedos, porque la forma en que entraban en él era algo que le descolocó completamente.

“Yongguk”, le llamó, con voz pequeña, “ah, Yongguk”, soltó, cerrando los ojos.

El aludido se sintió en medio de una película pornográfica. Y pensó que no sería mala idea grabar a Himchan algún día, pero ese día no era hoy y mejor ponía sus pensamientos en lo que tenía que hacer: Sostener a Himchan y entrar en él de una vez.

Yongguk se volteó y pasó hacia los asientos traseros, donde se puso de inmediato entre las piernas separadas del otro hombre. Aún que le hubiera gustado seguir mirando, Yongguk sostuvo la muñeca de Himchan e hizo que el mismo retirara sus dedos, haciéndolo jadear por la perdida y que le mirara a los ojos. Llevó un dedo a la boca del menor y lo introdujo ahí. No era para lubricar, pues Yongguk tenía lubricante en su auto y Himchan lo había sacado oportunamente antes de irse a los asientos traseros junto con la pequeña caja de preservativos, sino porque le gustaba ver al otro con la boca llena pero no tenían el tiempo para jugar de más.

Himchan sintió a Yongguk tanteando su región baja y cerró los ojos, succionando aún más el dedo del otro en su boca. Cuando uno de sus dedos entró en él, sonrió traviesamente, alentándole con la mirada a que separar aún más sus músculos.

Eventualmente Himchan estuvo listo, según él, porque tenían casi veinte minutos para poder estar juntos de una vez. Himchan le forzó a posicionarse y asegurarle que estaría bien.

Las manos del menor se abrazaron del cuerpo del otro al momento que se sintió penetrado, juntando tan fuerte sus dientes como le era posible. Sus ojos se cerraron y respiró hondo, pero Yongguk le entendía, estaba con él en cada paso y le sostenía por la espalda, le daba besitos en su hombro y entraba muy lentamente, casi desesperando a Himchan, pero secretamente lo agradecía.

El dolor cesó, y Himchan soltó aire, afirmando aún más el agarre que mantenía alrededor del cuello de Yongguk y respiró.

“No hay mucho tiempo”, recordó el otro en voz baja, pero no con una actitud crítica, sino, con una paciente, como si es que en ese momento Himchan le dijera que saliera de él, él lo haría. Sin embargo eso era lo opuesto a lo que el otro realmente deseaba.

“Lo sé”, contestó, relajándose lo mejor que pudo.

Yongguk hizo un pequeño movimiento ascendente, tanteando el terreno. Himchan suspiró, y Yongguk entendió que necesitaba más lubricante, así que salió de él con cuidado y buscó la pequeña botella a su lado, apartándose un poco.

Ahora que tenía más espacio para sí, la mente de Himchan iba por horas. Yongguk abriendo la botella, Yongguk poniendo en sus dedos, Yongguk lubricando su miembro.

Yongguk se preocupándose por no hacerle daño. Preocupándose por él.

Himchan no le gustaba eso. La primera vez que se acercó a Yongguk supo de inmediato que sería un amante rudo, tal como a él le gustaban. La primera vez que estuvieron juntos, en una sala privada de conferencias, así fue como se comportó Yongguk: Su reciente empleado le había besado con deseo, sin importarle que estuviera en esa comprometedora situación con su jefe en lo más mínimo. Himchan gustó de eso, estaba harto de que sus anteriores amantes le tratasen con cuidado por ser alguien verticalmente superior en cuanto a la jerarquía de la Empresa. Yongguk lo desnudó en segundos, le afirmó contra la gran mesa y entró en él casi sin avisar. Había sido rudo, apasionado y hubo fuego en cada porción de piel que Yongguk había tocado.

Himchan siguió llamándolo, hasta que hicieron el auto de Yongguk su motel express.

Fue hace poco que Yongguk cambió. Luego de la fiesta de medio año para celebrar los cumpleaños, en la cual se habían besado, y por primera vez no terminó en sexo en la primera habitación vacía.

La primera vez luego de eso, Himchan pensó en que debería haber terminado su arreglo, porque ahora Yongguk era cuidadoso con él. Y eso era peligroso, porque justo como ahora, entraba en él con cuidado después de un juego previo bastante satisfactorio de besos y caricias. Le miraba a los ojos y Himchan no podía hacer otra cosa que no fuese mirarlo de vuelta, sintiendo su rostro en llamas porque Yongguk le miraba de un forma llenadora, con amor, cuando estaba llenándolo de otras formas.

“Himchan”, susurraba, y con sus manos sostuvo las caderas del mismo, levantando un poco su trasero. Al segundo Himchan estaba recibiendo a Yongguk de la mejor forma que podía.

Sus manos, anteriormente enredadas en el cabello del mayor ahora estaban sujetando el asiento, el techo del auto, los cinturones de seguridad, lo que sea, menos tocando a Yongguk, porque el fuego que le hacía sentir en todo su cuerpo ahora estaba también sintiéndolo en su corazón.

Y eso no era bueno.

Yongguk gruñía y gemía con cada estocada, Himchan simplemente no podía quedarse callado, pero cuando podía controlarse un poco, disfrutaba escuchando la voz de Yongguk, la voz que en los primeros encuentros nunca escuchaba más que en el clímax.

La espalda de Himchan chocaba con el asiento cada vez que Yongguk empujaba contra su cuerpo. Himchan prefería cerrar los ojos y estirar su cuello, y así pensaba en otra persona. No quería pensar en que era Yongguk, no quería que su corazón comenzara a derretirse por verle ahí con él.

Pero Yongguk no era de esa naturaleza, entonces, como si supiera lo que Himchan hacía, con una mano le sostuvo el mentón.

“Mírame”, ordenó más que pidió.

Obviamente no iba a negarse a tal tentadora orden, por lo que el par de ojos miraron directo a los otros. Yongguk se acercó y sin dejar de mover sus caderas, le besó en los labios.

Entonces Himchan lo supo. Estaba acabado. Necesitaba hacer algo.

“Espera”, gimió Himchan, apretando con fuerza el asiento a sus espaldas porque justamente esa embestida había tocado esa parte de él que le hacía querer gritar, “espera, espera, espera”, repetía, perdido en placer.

Yongguk le hizo caso a duras penas.

“¿Qué?”, inquirió necesitado.

“Quiero que me des vuelta”, dijo, “tómame contra esto.”

Estaba jugando sucio, y lo sabía, pero en el momento fue lo mejor que se le ocurrió para no ver a Yongguk a los ojos.

Yongguk amaba esa posición, pero también amaba verlo a la cara cuando llegaba a su orgasmo, así que solo esperaba que en ese momento lo primero prevaliera.

Y así fue. Yongguk salió de él y con manos habilidosas le guió para moverlo de la forma requerida.

Himchan quedó mirando al vacío del estacionamiento, sus manos firmes contra la parte superior del asiento. Sintió a Yongguk sostener sus caderas para levantarlas más.

No hubo aviso previo, simplemente le penetró como antes, con más fuerza.

El auto se agitaba con la fuerza de cada movimiento. Himchan notó los vidrios empañados por la respiración caliente y el olor a sudor. Solo quería cerrar los ojos y dejarse llevar al clímax por los movimientos expertos del hombre tras él y sus suaves gemidos que proporcionaba.

Yongguk besó sus hombros, apegando su pecho contra su espalda. Himchan cerró los ojos.

“Amo esto”, susurró Yongguk apenas audible entre sus besos.

Himchan soltó un grito, con una mano buscó el cuello de Yongguk. Volteó su rostro lo mejor que puso y le volvió a besar, justo en el momento que su cuerpo no pudo más con el placer que se le era ofrecido y las corrientes eléctricas de un orgasmo atravesaron su espalda hasta llegar a la punta de sus dedos.

Yongguk le siguió un par de estocadas después, soltando un gruñido desde la garganta que fue acallado por la piel de su hombro.

Himchan miró su reloj.

“Tenemos como seis minutos de sobra”, anunció con voz perezosa.

Yongguk rió un poco y atrajo a Himchan contra su cuerpo, en algo muy similar a un abrazo.

“Por muy buenos que seamos, no es suficiente para otra ronda”, comentó contra su sien.

“Si”, concordó, sonriendo suavemente, “mejor solo vistámonos.”

El mayor soltó un pequeño beso en su frente y salió de él lentamente y quitando el preservativo de sí mismo, y acarició su espalda antes de alejarse completamente y pasar a los asientos de enfrente.

Himchan observó divertido la mancha que había dejado en el asiento.

“Necesito un pañuelo antes que esto se seque”, le dijo a Yongguk, moviéndose de a poco, porque en su estado no era posible sentarse aún.

Yongguk ya estaba sentado frente al volante, y se estiró hasta el compartimento del copiloto para buscar lo que Himchan le pedía, entregándoselo junto con sus ropas.

Himchan limpió, y ambos se vistieron en silencio.

“Tres minutos para llegar”, soltó Himchan desde el asiento trasero, miró a Yongguk por el espejo retrovisor, notando que ya estaba vestido en su mayoría, solo tenía que ajustar su corbata.

“Estoy en eso”, respondió, girando la llave y poniendo en marcha el motor.

Yongguk bajó las ventanas un poco y prendió el aire acondicionado, luego, empezó a conducir al estacionamiento de la primera planta.

Himchan se recostaba boca abajo, intentando descansar un poco, pues aún tenía trabajo qué hacer. Sentado.

“¿Estas adolorido?”, preguntó Yongguk, buscando un lugar donde aparcar.

Himchan gruñó.

“No, solo cansado”, mintió, siempre mentía con respecto a eso, porque decir la verdad solo haría que Yongguk se preocupara.

Y odiaba que se preocupara.

El otro no respondió y estacionó en silencio. Apagó el motor y Himchan bajó del auto asegurándose de llevar consigo su maletín, luego Yongguk y cerró con seguro, pero con un vidrio del auto abierto un poco.

Ambos caminaron en silencio un rato, realmente no había nada qué decir al respecto.

De pronto, Yongguk dejó de caminar. Himchan se volteó a verlo con curiosidad.

“Vamos a cenar hoy”, dijo, mirándolo directamente a los ojos.

Himchan parpadeó un poco, confundido.

“¿A cenar?”, inquirió, “¿para qué?”

“Quiero salir a cenar contigo”, aclaró, dando dos pasos y quedando a su nivel, “yo pago”, agregó.

El otro se avergonzó por la invitación, sin embargo, estaría mintiendo si dijera que no quería ir a tal prometedora cena.

“No gracias”, contestó. Estaba mintiendo.

Himchan volvió a caminar.

“No me voy a rendir”, escuchó decir al otro, pero no quiso demostrar que le había oído.

Secretamente Himchan deseaba que fuera así: Que Yongguk no se rindiera y le forzara a derretir sus muros de hielo.

 

Notas finales:

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más de 3 mil palabras en algo que es solo porn y ni tiene un final concreto, huehue. Me demoré mucho con este porque me distraía a cada rato. espero les haya gustado aunque se suponía que lo iba a publicar para San Valentín, huehue.


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