Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Se Busca a Kim JongIn por Baozi173

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

[FlashBack]

-           Levántate, hijito.

Mi mamá me sacudió levemente esperando que yo abriera mis ojitos, a lo cual solo me aferre más a mi almohada.

-           Solo unos minutos más. – susurre.

Ella retiro, con delicadeza, mis sabanas de “Los Vengadores”, las que me cubrían, rodeándome con sus brazos y levantándome de mi cama. Nos dirigimos a su cuarto, yo aún seguía ocultando mi cabeza en su cuello, cerrando mis ojos con fuerza. Entonces,  sentí que soltó su agarre, depositándome en su cama, abrí mis ojos por fin, revisando mí alrededor sin moverme mucho.

-           Te traeré el desayuno, Kyungsoo. –me dijo mamá- ¿Qué quieres comer?

-           Cereal. –respondí emocionado.

-           Okey, ya vuelvo. –beso mi mejilla.

Antes de salir, mi mamá, prendió la televisión y la colocó en uno de mis programas favoritos, que ya iba iniciando con esa pegajosa melodía conjunto con los personajes saltando y bailando por todos lados.

Al cabo de unos minutos mi mamá volvió con un plato lleno de leche y por encima flotando cereal. Me senté, acomodándome, para recibir el tazón.

-           Gracias, mamá.

-           ¿Te gusta? – me preguntó.

-           Sí. – respondí

«Ahora que lo pienso…»

-           Pero… ¿Dónde está papá?

-           ¿Vas a salir a jugar hoy? –me interrumpió con voz temblorosa.

-           S-sí. –asentí– Supongo.

[***]

Más tarde, mi mamá, me ayudo a vestirme y para después del almuerzo yo ya estaba listo para irme a jugar con mis amigos de la calle. Para ese momento había algunas personas desconocidas en mi casa, vestidas de la misma manera, sacando cosas del garaje.

-           ¿Quiénes son, mamá? –pregunté.

-           No es nada importante. –me respondió acomodándose el cabello– Ve con cuidado.

Me despedí con un besito en la mejilla y salí. No había problema con que fuera yo solo, vivíamos en los suburbios, nada ni malo, ni interesante pasaba por ahí. Atravesé la calle, cruzando el jardín delantero de esta casa antes de llegar a la puerta, toque un par de veces.

-           Hola, Kyungsoo. –su madre me abrió– Jongin ya está listo, lo llamaré.

Este niño, a pesar de ser menor que yo, era mi mejor amigo, una de las tres únicas personas con las que hablaba, no por ser antisocial ni nada parecido, solo que, de nuestra edad, no había muchas personas a la redonda. Minutos después Jongin salió, con su usual buzo viejo, el cual su madre le permitía ensuciar.

-           Hola. –dije.

-           Hola. –respondió- ¿Vienes solo?

-           Si, todavía no he ido por Taeyeon, primero pase por aquí.

-           Okey, vamos.

Parecíamos mini-adultos con esa forma de hablar, pero nunca nos interesó o tomamos demasiada importancia. Nos dirigimos a casa de nuestra amiga, la cual ya estaba sentada en la acera jugando con sus muñecas, meciéndolas y arrullándolas como siempre.

-           Hola. –saludamos ambos, ella solo volteó a mirarnos.

-           ¡Shh! –regañó– Mis hijas duermen. –frunció el ceño.

-           ¿Hijas? -dijo confundido Jongin.

-           Sí, estoy jugando a la mamá, y mis hijas ya se han dormido. -contestó Taeyeon.

-           Wow ¿Puedo jugar? –se intrigó Jongin.

-           ¿Yo también? –dije yo.

-           No, los niños no juegan a la mamá; es juego de niñas. – nos rechazó.

-           Pero queremos jugar. –dije con un puchero.

-           Pues no lo harán. –sentenció.

-           Entonces nos vamos. –Jongin tomó mi mano y salimos de ahí.

Taeyeon, a pesar de ser buena amiga y compañera de juegos, a veces se ponía muy espesa y chinchosa cuando se trataba de sus juegos y sus juguetes, en los cuales ella daba las reglas y pautas para que nosotros pudiéramos participar; y con el temperamento de niño pequeño y resentido de Jongin nuestras peleas no duraban mucho después de que este empezara con su berrinche, pues su solución más rápida era abandonarla e irse, siempre conmigo.

Cruzamos los jardines de varias casas, de vez en cuando, siendo espantados por algún perro amargado por las cadenas que sostenían sus cuellos, reteniéndolos bajo el sol del día. Llegamos al otro extremo de la calle y nos sentamos en la vereda.

-           No deberías molestarte tan fácil. –regañé.

-           Pero yo quería jugar. –sollozó.

Jongin sacó de su bolsillo un muñeco de Hulk y comenzó a mecerlo. Me vi confundido, ahora se veía como un niño pequeño más que nunca.

-           ¿Qué haces? –pregunté.

-           Yo quería jugar, pero no me dejo, ahora jugaré yo solo.

Sonreí inconscientemente al verlo jugar a la mamá él solito, se veía muy tierno con ese puchero en su rostro.

-           Mejor vamos a ver si Taemin está libre. – ofrecí.

-           Pero… -hizo un puchero– Quiero jugar.

-           Te propongo algo, –dije- Vamos con nuestro Hyung y te prometo que después jugaré contigo a la mamá.

-           ¿En serio? –me sonrió.

-           Si, lo prometo.

Extendí mi meñique hacia él para sellar el trato; Jongin entendió y estrujó con su dedo el mío, levantándose  luego de la acera y caminando a mi lado hasta el final de la calle parándonos frente a la casa. Observamos varios minutos las ventanas, viendo después una cabeza asomarse por esta, nuestro Hyung estaba en casa.

Taemin era un niño unos años mayor que nosotros, tenía unos 8 años y casi nunca lo encontrábamos para jugar, pues en la mayoría de ocasiones salía con sus amigos de la escuela o visitaba a sus abuelos fuera de ahí, era casi un milagro que pudiéramos jugar con él una vez por semana.

La puerta principal se abrió y Taemin, con un carro de juguete en su mano, salió corriendo a darnos el encuentro.

-           Creo que ya les había dicho que si venían tocaran el timbre, que no solo se queden mirando. -regañó

-           Lo sentimos, Hyung. –respondimos ambos agachando la cabeza.

-           Ya no importa, vamos jugar.

Los tres nos sentamos en la vereda jugando con el camión de Taemin, el muñeco de Jongin y unas cuantas canicas que yo traía en el bolsillo, tal y como lo haría cualquier niño, con tranquilidad, sin preocupaciones.

Más tarde cayó la noche. Los faroles de luz se encendieron, iluminando cortos perímetros con su opaca luz amarilla. Era hora de volver, así que me despedí de Taemin y acompañé a Jongin hasta la puerta de su casa. Cuando mi amigo ya había entrado a su casa su madre se me quedo viendo con tristeza, yo no entendía la razón.

-           Quiero darte algo. – me dijo.

-           ¿A mí? – me sorprendí.

-           Sí, toma.

Saco un sobre de su bolsillo y se puso de cuclillas, poniéndose a mi altura y entregándomelo en mi mano

-           Es para que recuerdes mucho a Jongin. – explicó.

-           No entiendo. – me desconcerté aún más.

-           No importa, solo ve a casa, tu mamá te espera, y mantén esto en secreto.

La señora entró a su casa, cerrando la puerta. Miré el sobre unos instantes y lo abrí sin saber que esperar, encontrándome con una foto del verano pasado, un día de calor en el que Jongin y yo jugábamos con las regaderas del jardín, los dos nos abrazamos por los hombros, posando para la cámara en los trajes de baño.

No entendí por qué me daba eso. Solo guarde la foto en el bolsillo trasero de mi pantalón y me dirigí a mi casa, dándome cuenta que frente a esta había un gran camión estacionado. Entré con  rapidez buscando a mi mamá, pero adentro ya no quedaban muebles, solo los sofás y la mesa del comedor con un par de sillas, corrí a mi cuarto.

Mi mamá estaba ahí, observando la ventana en absoluto silencio.

-           ¿Qué pasa mamá? –la interrumpí.

-           Ah, no vi cuando llegaste, ¿Cómo estas Kyungiee?

-           ¿Dónde están nuestras cosas?

-           Verás, –tragó saliva– Vamos a tener unas vacaciones, iremos a la ciudad, veremos a los abuelos, a tus tíos y primos, será divertido.

-           ¿Los dos? –ladeé la cabeza.

-           Sí, tenemos que salir esta noche para llegar pronto –vi una lágrimas aparecer en su mirada.

-           ¿Y papá?

-           Vámonos, hijo.

Eso fue hace ya mucho. Es el último recuerdo que tengo después de la mudanza, al menos el único completo, luego solo son imágenes al azar que mi memoria reproduce al intentar recordar mi antigua casa.

Vacaciones… ¡Vacaciones mi abuela!

Nunca volvimos. Ya pasaron 13 años, y no logro saber a donde tengo que volver, mi madre no me da direcciones ni referencias, no quiere recordar nada de los suburbios. No la culpo, después de todo nadie en su sano juicio se atormentaría con la muerte de su esposo por más de una década.

-           Te saqué de ahí para protegerte. –me repite siempre.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).