-Ya veo, ¿y qué piensas hacer si no te paga? – Preguntó Izaya Orihara con nula preocupación.
-Estoy seguro de que lo hará. Es mi trabajo conseguirlo – Respondió Shizuo paseando la mirada por la cafetería en la que se encontraba, disfrutando de un licuado de vainilla frente a Izaya.
El pelinegro no hizo más que sonreír misteriosamente, o al menos así lo vio Shizuo.
-Shizu-chan, estoy muy feliz de que me hayas invitado a salir, incluso si eso significa tener la mirada de todos encima. Sé que debe ser difícil para ellos aceptar el cambio, pero podrían disimularlo, ya es molesto – Comentó Orihara. La verdad era que pese a que el “cambio” fue hace tres meses, todos seguían esperando verlos pelear. Al decir aquello Izaya no pudo evitar recordar el incidente que los traía a donde estaban hoy.
-Oye, idiota, ¿tienes idea de la hora que es, o se te pudrió el cerebro? – Eran las 2 de la madrugada cuando, hastiado por el ruido incesante del timbre, Izaya se dignó a abrir la puerta de su casa. Lo cierto es que no estaba durmiendo ni haciendo algo importante, pero no esperaba que del otro lado de la puerta estuviera él.
-I-Izaya… Izaya… - No repetía otra cosa más que aquél nombre. El sujeto se encontraba en claro estado de ebriedad, pero él mismo no parecía notarlo. Sin embargo, lo único que sus sentidos le dejaban saber era la necesidad de otra persona. Una que él conocía perfectamente.
-¡Shizu-chan, que alegría verte! pero ahora es muy tarde. Vuelve mañana para más información – El sarcástico ser se disponía a cerrar la puerta. ¿Qué más le daba a él lo que le pasara al humano que odiaba?
El recientemente llamado “Shizu-chan” hizo acoplo de todas sus fuerzas (que no eran cosa para tomar a la ligera) y abrió la puerta del todo, sacándola de su lugar.
-Vas a pagar por eso luego ¿me escuchaste? – Preguntó Izaya examinando con la mirada su antigua puerta. No le sorprendía para nada, pero realmente esperaba que el motivo de Shizuo fuera importante.
-Izaya… te necesito ahora… Izaya – Si bien era tamaleándose, Heiwajima Shizuo dijo aquello acercándose cada vez más a un desconcertado Izaya. – Ahora…
- Tú fuiste el que dijo que no nos veríamos nunca más. ¡Dijiste que no querías volver a hacerlo jamás conmigo! ¿Qué te pasa ahora? Tomas un poco de más y ya estás diciendo tonterías ¡No juegues conmigo! – Acusó Orihara. Las palabras que dijo el rubio aquella vez le habían dolido, pero lo había ocultado tras un manto de indiferencia y arrogancia. Había jurado vengarse y pensó que esta era la oportunidad. Él sabía cuánto le enfurecía a Shizuo no conseguir lo quería, y más si eso tenía que ver con el mismo Izaya.
Pero para Shizuo la conversación había terminado. No necesitaba palabras cuando podía expresar su deseo con el cuerpo.
Habiendo logrado dejar al contrario entre la pared y su cuerpo, el mayor tomó los labios con los suyos en un beso más que de unos amantes que se querían. Era la mera necesidad a flor de piel.
Sin poderse negar al deseo que conlleva el tener a Heiwajima Shizuo frente a sí, Izaya no hizo más que corresponder.
Luego de unas horas, y con la llegada de la mañana, el rubio le confesó al otro sus tan secretos sentimientos. Y para su sorpresa y satisfacción, fue alegremente correspondido. Siempre quedará la duda en el corazón de Shizuo sobre los verdaderos sentimientos que le eran devueltos, pero por el momento y hasta que pudiera, viviría con ello.
-Fuiste brusco aquella vez, Shizu-chan – Dijo Izaya alegremente luego de reflexionar un rato.
-Pues no pareces muy molesto… pero lo siento por eso, estaba borracho y no controlé mi fuerza – Lo cierto es que tampoco habría podido si lo hubiese querido. Izaya causaba eso en él.
-¡Es verdad! Deberías hacerlo más seguido, Shizu-chan. Te vuelves muy sincero con el alcohol. Pero tú nunca controlas tu fuerza – El nuevo recuerdo de dicha noche produjo una pequeña corriente de éxtasis en él, sin embargo Shizuo tuvo escalofríos. Aunque no estaba seguro si era por el recuerdo o por la honestidad con la que contestó Izaya. Quién sabe.
-¡Cállate! Además yo- El rubio, propietario del licuado de vainilla, dejó sus palabras sin terminar al oír su celular. Nadie lo llamaba si no era por motivos de trabajo, así que debía ser importante. Sacando su celular de quién sabe dónde, presionó la tecla correspondiente - ¿Tom-san? ¿Dónde? Ah, ya veo… ¿Ahora? Bueno… - Simples palabras, menos de las que necesitan dos personas que se conocen hace tiempo y hay confianza de por medio.
Parecía ser importante, o al menos eso pensó Izaya. Sabía que de nada valía el tiempo que llevaba conociendo a Shizuo, ya que se la habían pasado tratando de matarse mutuamente. Incluso sabiendo eso, deseó poder tener tal confianza como Tom. Ser consciente de esto lo molestó.
-Izaya, ¿me estas escuchando? – Para cuando Orihara volvió en sí, Heiwajima ya había pagado la cuenta de ambos y se estaba despidiendo – Tom-san me llamó y dice que quiere que este allí urgentemente. Hablamos después, ¿bueno? – Era una pregunta retórica. Por lo tanto no esperó lo que le fue dicho a continuación:
-No… vete – Al ver cara de confusión que le fue devuelta, el pelinegro se dio cuenta de que había exteriorizado sus pensamientos, y un poco avergonzado de tal acto tomó sus pertenencias sin dirigirle ni una mirada más a su acompañante.
De no ser por la urgencia en la voz de Tom, Shizuo lo hubiera detenido y preguntado el motivo de su comportamiento… ya lo haría más tarde y a solas.
Esa noche, en la Sala de CHAT
Kanra-san se ha unido a la conversación.
Saika-san:
Buenas noches, Kanra-san.
Bakyura*1:
Buenas. Creo que el buen clima de conversación está terminando…
Kanra-san:
Oye, eso dolió.
Cetton-san*2:
¡Buenas noches, Kanra-san!
Kanra-san:
¡Buenas noches para todos! ¿Taro-san está aquí?
Saika-san:
No. Lo siento.
Cetton-san:
¡No te disculpes, Saika-san! LOL
Saika-san:
Lo siento…
Bakyura:
¿Qué es lo que necesitas de él?
Kanra-san:
Oh, me sorprendes ¿esos son celos? Eres tan lindo~
Bakyura:
¡Muérete!
Cetton-san:
Si Kyo-san estuviera aquí diría que ese odio no es normal. Y lo diría en ese sentido.
Kanra-san:
¡Noo~! ¡Qué cosas dices, Cetton-san!
Bakyura:
¡JAMÁS!
Bakyura abandonó la conversación.
Cetton-san:
Oh, creo que no debí decir algo así…
Kanra-san:
No te preocupes por él, Cetton-san. No creo que le haya importado mucho. Debo atender unos asuntos así que será todo por hoy ¡Tengan buenas noches!
Cetton-san:
Oh, entonces no me preocuparé mucho… Buenas noches.
Saika-san:
Buenas noches.
Kanra-san abandonó la conversación.
No había podido conseguir información, pero eso no importaba ahora. Alguien llamaba a la puerta. Seguramente era Namie, que otra vez había olvidado algo por andar distraída espiando a su hermano.