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Baja la guardia por YumeRyusaki

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Notas del fanfic:

Les juro que la idea era buenisima, sin embargo, cuando terminé de escribir, era la cosa más random del mundo. No se trata de las cosas bobas que siempre escribo, sino de algo realmente random. No me esperaba ese resultado, pero de alguna manera extraña me siento contenta, así que he decidido subirlo.

Bueno, random y todo, este es mi segundo shot para el DIK 2015. Armese de valor y siga con la lectura(?)

 

Baja la guardia
Yume Ryusaki
 


 «Pero Uruha-kun siempre intenta hacer feliz a la gente, ¿verdad?

Nos hace feliz con su despiste innato». *

 Al pasarse una mano por el rostro, bostezar largamente y tallar sus ojos, luchando para que se mantuvieran abiertos, Uruha tuvo la sensación de que en sus oídos aún resonaban las burlonas risas de sus amigos después de que Kai respondiera aquello al entrevistador cotilla. Se sentó en el colchón, mirando la decoración verde musgo de la habitación, tomando nota de lo diferente que estaba desde la última vez que estuvo allí. En realidad no podía recordar y menos señalar cuales cosas se había cambiado y cuales permanecían igual. Las veces que había ido a casa de Kai, a diferencia de Reita, no había tenido el atrevimiento de entrar a su recamara por considerarlo un espacio intimo, personal. Al menos a él no le gustaba que husmearan en su habitación. Si acaso el único que lo hacía era Reita, quien desconocía el significado de la palabra «privado».

Sacudiendo la cabeza, aún preguntándose cómo había llegado a la habitación de Kai, se puso de pie, estirándose como un gato después de una larga siesta. Salió a la puerta al escuchar los  pasos del anfitrión acercándose.

— Ah, despertaste. ¿Gustas café?

Kai siempre había sido un hombre de gustos sencillos, demasiado sencillos para ser un músico en la escena del Visual Kei; pero ahora, totalmente sin una gota de maquillaje y con aquella gastada playera blanca y el pantalón de deporte, a Uruha le resultó difícil relacionar a aquel hombre, que lucía tan joven y fresco como cuando se conocieran tantos años atrás, con Kai. Quien estaba frente a él, sonriendo con su cara lavada e increíblemente apuesto, era Yutaka Tanabe, no Kai.

—Yo… —dijo, desviando la mirada del rostro de Yutaka— preferiría una cerveza.

—¿Me acompañas?

Asintió con la cabeza y le siguió a la cocina.

—¿Dónde están? —preguntó al aceptar la fría bebida que el líder le tendía, y señalaba el desastre de la sala que Kai había empezado a limpiar antes de subir a despertarle.

—¿Ellos? —Kai cerró los ojos al sentir el perfumado olor del café en su nariz y sorbió con lentitud— Se marcharon en la madrugada. Estabas dormido; nadie quiso despertarte.

—¿Cause problemas?

—Lo de siempre —Kai respondió con una sonrisa distante. Uruha asintió con la cabeza, levemente avergonzado—. Te quedas a desayunar, ¿cierto?

—Hm—dijo, con la mirada perdida, y Kai lo acepto como un efusivo «». Era Uruha después de todo, la persona más parca que había conocido en la vida. No se podía pedir más.

No se podía pedir mucho en realidad.

 

—Oye, Uruha —Kai llamó como si tuviera una telaraña atrapada en la garganta—; no tienes que usar perfume, si gustas puedes usar la ducha.

Uruha  asintió confundido por la repentina oferta. No estaba usando una sola gota de loción. ¿Podría ser que Kai…?

 

 

Kai empezó a tamborilear la mesa de centro con sus baquetas sin una pisca de concentración. Enfrente de él estaba Uruha rasgando su guitarra sin enterarse de nada más. Ellos no solía hablar mucho, y cuando lo hacían, casi siempre era porque Reita comenzaba la conversación y sin la menor cortesía les dejaba hablando solos. La charla iba disminuyendo conforme los minutos pasaban y al cabo de un rato, ellos estaban nuevamente en silencio.

—Están tardando —Uruha comentó. Kai levantó la cabeza y no respondió al notar que, aunque eran los únicos en el estudio, el comentario de Uruha no había sido para él. Se le quedó mirando un rato mientras éste veía la puerta que parecía que ese día no iba a ser abierta por ninguno de sus tres compañeros de banda.

No era nuevo, pero Kai fue terriblemente consciente en ese momento de que era ignorado por Uruha. Aunque tampoco podía tomárselo a pecho cuando Uruha ignoraba a todo el mundo incluso sin proponérselo.

El guitarrista al regresar su atención a su guitarra se topó con las curiosas pupilas cafés de Kai. Sin saber que decirle, sonrió y volvió a lo suyo. Kai parpadeó dos veces y bajó la vista a sus baquetas. Tenía rato que a su nariz llegaba un sutil aroma dulce, que se había vuelto un poco más fuerte cuando Uruha le miró. Diciendo a sí mismo que podría ser una nueva colonia, tal vez regalo de Ruki, Kai reanudó su práctica con las baquetas.

 

Conforme los años pasaban, Kai notó que a mediados del otoño, cuando el frío empezaba a ser inclemente, los chicos tendían a volverse perezosos; y la pereza les duraba hasta entrados en febrero. Las mañanas en las que esperaba junto a Uruha a que llegaran, eran tan silenciosas y aburridas que muchas veces consideró quedarse en la cama unos minutos más. Sin embargo, al pensar en la solitaria figura del guitarrista esperando en el estudio, lograba vencer su pereza y asistir como el responsable hombre que era. Cuatro meses de silenciosa convivencia con Uruha; cuatro taciturnos pero perfectos meses.

También notó que aquel olor dulce se volvía cada vez más fuerte, y la fragancia se intensificaba aún más esos días en que sus ojos se encontraban con los de Uruha y se sonreían el uno al otro con imprudente timidez.  

 

—¿Qué perfume usa Uruha? No soy experto en fragancias, así que tengo curiosidad —Se animó un día a preguntarle a Ruki, aún sabiendo que lo ideal era preguntar a Uruha directamente.

—¿De qué hablas?

—Del perfume que empezó a usar en los últimos meses; es dulce. Me gusta, quizás lo compre también.

El vocalista miró sus uñas despintadas, como evaluando lo que iba a decir, luego elevó sus ojos a él. Ruki le miraba como si fuese tonto.

—¿No lo sabes? Uruha no usa perfume desde que uno le provocó alergia.

Oh. Kai había escuchado algo de eso, pero no la parte de que Uruha no usaba perfume. No cuando cada que estaba cerca, quedaba casi mareado por la fragancia dulce que el otro desprendía.

—Ah, Uruha, ¿tienes un cigarro?

Kai giró tan pronto escuchó a Ruki llamar al guitarrista. Uruha atendió a Ruki, y mientras este corría feliz a la sala de fumar, Uruha se quedó de pie, mirándole fijo, como si fuese la primera vez que le viera. ¿Le había escuchado?

 

—¿Algo para tomar? —Uruha levantó la cabeza y encontró a Kai tendiéndole una botella de orangina, la tomó sin hacer comentario—. ¿Estás enfadado por lo que pasó la otra vez?

—No… en realidad no.

—Pero has estado… ¿cómo decirlo? Diferente a lo usual.

Uruha sorbió por la nariz como hacia siempre que estaba nervioso o incómodo. Abrió la boca pero no emitió sonido. Cuando los minutos pasaron y no dijo nada, Kai se dirigió a su batería. Entonces Uruha se animó:

—Estaba sorprendido.

Sonriendo, porque su mente no procesaba a hacer algo más, Kai regresó sobre sus pasos y se sentó frente al guitarrista dispuesto a sacar conversación, con gancho si llegaba a ser necesario.

Del otro lado de la habitación, Aoi como todos los días en cada descanso, luchaba con aquella rebelde melodía que nunca podía completar. Bufó frustrado igual que siempre y Kai sonrió al escucharle.

—Yuu siempre se equivoca en el mismo lugar.

Uruha lo había notado también, tanto como para tener en su cabeza la nota completa de la melodía que Aoi trataba de componer. Si no se había acercado a decirle qué parte arreglar, era por el presentimiento que tenía de que Aoi podía sentirse ofendido ante su intervención no requerida. Finalmente, viendo a Kai distraído, se alzó de hombros y aferró con fuerza el mango de su guitarra.

—¿Qué? —preguntó, al notar que, aunque Kai parecía concentrado en las notas que Aoi sacaba, tenía una bellaca sonrisa que le cruzaba todo el rostro.

—No, nada… Es que eres un buen guitarrista, pero eres increíblemente malo en tus relaciones personales.

No sabiendo si se trataba de un insulto, o un halago en el extraño idioma de Kai, Uruha levantó una ceja y le miró con seriedad, casi como si estuviese enfadado. Kai supo que no lo estaba puesto que las pupilas miel tenían un brillo de soñadora curiosidad. Sintiendo confianza, Kai se explicó:

—Parece como si no te importara que Aoi está en un bloqueo musical, sin embargo, la razón por la que no te acercas es por temor a herir sus sentimientos. De que piense que tú puedes hacerlo mejor que él y que no lo necesitamos.

>>Todos los días vienes aquí incluso cuando sabes que no avanzaremos porque ellos no han llegado, pero lo haces porque sientes pena que esté aquí, trabajando solo, ¿me equivoco? — Uruha sorbió por la nariz y desvió la mirada, incapaz de responder. Al instante de hacer aquello, el familiar olor dulce inundó la nariz de Kai. Antes de ponerse a pensar el origen de la fragancia, prosiguió—: Si Uruha resulta ser así de amable, ¿qué debería hacer? Eso es en lo que he pensado estos días.

—Creo que estás hablando de más.

—¿Tú crees? —Así como Uruha se escudaba detrás de su guitarra, Kai tuvo deseos de también esconderse detrás de su preciada batería. Diciendo a sí mismo que no lo habían educado para ser un cobarde, prosiguió con su perorata, deseando que su interlocutor no fuera tan de pocas palabras—: Hace un tiempo que tengo una duda: ¿qué piensas cada vez que te hablo? Parece como si no pudieras concentrarte en lo que digo. No eres un tipo grosero, más bien al contrario. Bueno, no te conozco tanto como Reita, pero…

Uruha levantó una ceja, parecía sinceramente sorprendido.

—¿Estás diciendo que quieres conocerme?

Fue el turno de Kai de sorprenderse. Se sintió como si todo el tiempo hubiese andado sobre un peligroso puente colgante y recién lo notara. La parte imprudente de su personalidad había quedado atrás, en sus años de preparatoria, pero ahora se sentía nuevamente así. En su cabeza, se veía a sí mismo corriendo como loco por el puente, ignorando el vacío bajo sus pies, ignorando el peligro, ignorándolo todo.

—Claro que sí —respondió finalmente, deseoso por estrellarse contra lo que había bajo el puente. Deseoso por descubrirlo todo—. Estamos en la misma banda y pasamos más tiempo juntos que con cualquier otra persona. Incluso cuando no hablas mucho, quiero conocer  más de la persona que está conmigo todos los días esperando por ellos.

—No estoy contigo. Quiero decir, yo también estoy esperando, no es que quiera estar contigo o algo así. Lo has imaginado todo.

Kai sonrió. Uruha podía estar diciendo la verdad y no tenía interés alguno en acompañarlo, sin embargo, a él le gustaba más su versión y estaba aferrándose a ella aún sin notarlo.

—Pienso que es bueno que seas tan directo. Quizás te suene raro, y no debes ser tú quien malinterprete esta vez, pero creo que tu tipo de amabilidad distante es buena. La manera en la que te comportas es tan molesta la mayor parte del tiempo, como si te creyeras mejor que todos, pero estás ahí siempre que se te necesita. Y la tranquilidad que emanas… me pregunto si es por el yoga, pero me gusta ese tipo de cosas. Es interesante.

Al terminar de hablar, Kai notó que Uruha ya no tenía su guitarra en su regazo y si buscaba desesperado en el bolso de Ruki que estaba a un lado, la cajetilla de cigarros. Uruha había dejado de fumar hacía mucho tiempo, aunque a veces, la ansiedad le ganaba y fumaba al menos la mitad de un cilindro. Casi siempre que recaía era porque el estrés podía contra su determinación; porque estaba excesivamente exhausto o porque estaba enfadado. Kai se preguntó cuál de las tres razones era, pero por la mirada indiferente que Uruha le dirigía, bien podía ser la última opción, aunque no sabía el porqué. Solo Dios sabía cómo funcionaba la cabeza del guitarrista, por lo que no podía adivinar si realmente había dicho algo malo.

—Creí que no fumabas…

—Tuve el impulso —respondió, asintió y sorbió por la nariz. Se volvió al bolso de Ruki como si la vida le pesara y regresó la cajetilla. Kai sintió aquella fragancia más fuerte que nunca al notar que Uruha se limpiaba las manos sudorosas en el pantalón. ¿Uruha estaba avergonzado por algo?

—Iré a caminar un rato —comunicó. Kai cerró los ojos, se sentí borracho con aquella fragancia tan dulce.

—¿Te vas? —Volteó a donde Aoi, que había desistido de componer y ahora conversaba con el adormilado Reita— Pero no falta mucho para que Ruki regrese.

>>Aún hay un montón de cosas que quiero preguntarte —confesó en voz baja.

—¿Qué cosas? —Uruha se negó a mirarle a los ojos.

—¿Me vas a contestar?

El guitarrista sorbió por la nariz luego de asentir.

—Depende de las preguntas.

—Oh… —Se sintió como un niño otra vez; aquel que se emocionaba golpeando los sartenes de su mamá y aún así se sentía como si estuviese dando el concierto de su vida en el Budokan. No había pensado en ninguna pregunta, así que con una radiante sonrisa, soltó las primeras que se le vinieron a la mente—: Entonces, ¿cuál es tu pasatiempo? ¿Qué comida te gusta? ¿Qué programas te gustan? ¿Qué animales te gustan? ¿Qué persona te gusta? ¿Qué lugares te gustan? Y, también —Kai dudó entre decir aquello o quedarse con la duda eterna. Viendo la sonrisa incrédula de Uruha, se animó a preguntar—: cuando te hablo, ¿me escuchas? También… ¿qué perfume usas? Huele muy bien.

—Yo… —Uruha dio un paso hacia atrás, una mano en puño y la otra secándola en el pantalón, como si estuviese nervioso y quisiera huir— no pensé que ibas a preguntar cosas tan infantiles como esas.

—¿Entonces no vas a responder?

Uruha resopló y dio media vuelta.

—“Ignorar a tipos molestos como tú.”

Y con la espalda inusualmente erguida, Uruha caminó a la salida. Cuando Kai reaccionó, sus mejillas estaban adoloridas, tenía una sonrisa tan grande en el rostro, que no se extrañó que Aoi y Reita de lejos le miraban con desconfianza.

«Ignorar a tipos molestos como tú» Uruha había dicho. Y si no se equivocaba, esa era una respuesta a las preguntas que él había hecho. Eso debía ser, probablemente, su pasatiempo.

Tenía ganas de reír. Uruha siempre le había parecido un tipo raro; muy raro pero de alguna manera le agradable. Se sentía inusualmente dichoso también…

 

—“No soy quisquilloso. Pero me gusta más el bentou que ha sido preparado especialmente para mí.”

Al terminar el ensayo, Uruha dijo aquello. Cuando Kai terminó de sacarse el sudor y quitó la toalla de su cara,  Uruha ya no estaba ahí.

—¿Qué fue eso? —Reita no sabía si preguntaba por el comentario de Uruha o por la sonrisa de Kai. Sin embargo, ninguna de sus dudas el batero se dignó a responderle—. ¿Kai?

Un bentou. Eso debía corresponder a su comida favorita. En una entrevista tiempo atrás, Kai había escuchado algo así, aunque había pensado que era solo una de las respuestas preparada por el manager, resultaba inusualmente tierno que Uruha se emocionara con la idea de «comida preparada con amor».

 

—“De variedades. Algo de suspenso también.”

Kai dejó el platillo de su batería y giró, Uruha con su helión en el hombro, cruzó a la salida.

—Eres tú. Me asustaste.

—¿Te asusté?

Kai se convenció de que el tono de Uruha no sonaba irritado, no había razón para eso.

—Pensé que ya todos se habían marchado.

El guitarrista asintió y despidiéndose cortés, salió sin hacer ruido.

Kai tenía que ser honesto: había preguntado lo primero que se le había cruzado por la cabeza y con la idea de que Uruha no iba a responder; sin embargo no podía sino alegrarse de que  cada semana y sin aviso, una respuesta le llegara. Era un juego curioso, sobre todo porque al no planear sus preguntas, las había olvidado, y ahora tenía que triturar su cerebro para recordar y que la respuesta calzara con su pregunta. Ahora, si no se equivocaba, y rogaba porque no lo hiciera, Uruha debía referirse a su tipo de programa favorito.

 

—“Koron-chan”—Ruki corría detrás del pequeño can para meterlo a su bolso, pero Koron no parecía muy emocionado por la idea. Kai volteó a ver a Uruha. Si comprendía bien, Uruha le estaba diciendo que quien le gustaba era Koron y no los animales en general.

—Kai, detenlo —Ruki ordenó de mal humor, y obedeciendo, Kai se agachó y llamó al entusiasta chihuahua, quien no tardó mucho en detenerse a su lado. Al levantarse con Koron en brazos, Kai notó a Uruha sonriendo. Y quiso sonreír él también…

En el camino a casa las personas se le quedaban mirando, el portero también, su madre y abuela que habían ido a visitarle intercambiaron miradas curiosas; por supuesto que lo hacían, que no pudiera borrar la sonrisa de su rostro —sobre todo a ojos de extraños— le volvían un tipo bastante sospechoso.

 

—Está empezando a ser bastante caluroso, esos chicos deberían empezar a llegar más temprano.

Kai abrió la puerta y guardó silencio ante el bonito cuadro que encontró. Uruha con la helión en el regazo se había quedado dormido, su cabeza colgaba graciosamente hacia la derecha y por la mala posición, soltaba suaves ronquidos. Kai se sentó a su lado, notando el silencio mortalmente relajante quiso dormir también. Pero sucumbiendo a una tentación más grande, subió la pierna al sofá para quedar de lado y mirar a Uruha dormitar.

—Tú realmente hueles bien —susurró, animándose a quitar el cabello de Uruha de su cara y poder apreciar sus rasgos. Las pestanas tan pequeñas y tupidas le parecieron encantadoras, la nariz perfecta, el lunar sobre el parpado izquierdo, su boca, su piel tan blanca. Uruha era realmente un chico muy guapo, reconoció—. Oye, ¿estás de verdad dormido? —Tuvo el impulso de delinear con sus dedos cada rasgo de Uruha; tuvo el deseo de ver las pupilas miel mirándole, quiso que estuviese despierto para preguntarle más cosas, para conocer todo, hasta el último secreto de Uruha.

>>Eres tan descuidado, ni siquiera sabes cuándo te están a punto de atacar.

Quería… la bestia que anidaba en su interior quería mucho… y él deseaba complacerle.

—¿Kai?

Uruha abrió los ojos y los talló como un gato perezoso. Se limpió la saliva de la comisura de los labios, y no hizo comentario alguno sobre la imprudente cercanía del batero. Tampoco de que le observara tan fijamente y con una sonrisa extraña.

—Aún no llegan, puedes seguir durmiendo.

Uruha asintió, pero en lugar de acomodarse para volver a dormir o de tomar distancia, solo recorrió el lugar con la mirada.

—Este lugar —susurró. Kai idiotizado por los movimientos y el olor de Uruha, tardó en reaccionar cuando éste añadió—: “me gusta este lugar”.

Recuperando una postura normal en el sofá, Kai estuvo tentado a hundir la cabeza entre las manos o salir corriendo. Una sensación de sofoco en el pecho se abrió paso y le encogió el corazón en un puño.

—Sí, ya lo sé.

—“No tengo nada interesante que decir, pero siempre te escucho; siempre lo hago.”

Dos respuestas en un día. Agradeció que Aoi llegara en ese momento, no sabía cómo responder a Uruha. No quiso ser consciente de que su corazón iba tan rápido que bien podría tener taquicardia.

 

—¿Qué sucede? —preguntó Aoi esa misma tarde.

—Creo… —empezó, y Aoi tragó grueso, preocupado. Nunca había visto a Kai así de extraño. El batero tomó aire y como si estuviese diciendo un grave secreto, confesó en voz baja—: creo que estoy feliz.

—¿Eres idiota? —Kai se alzó de hombros, tentado a asentir con la cabeza. Aoi le palmeó la espalda y antes de marcharse, añadió con una sonrisa—: hombre, enhorabuena.

Tenía ganas de hablar con Uruha, pero recordando que había sido el primero en marcharse, decidió a esperar al día siguiente en la mañana, mientras los otros no estaban.

Contra los planes de Kai, Uruha fue el último en llegar y el primero en marcharse, otra vez.

 

—“Yutaka Tanabe” —De las ochenta cosas que podían pasar, esa era aproximadamente la número ochenta y uno de las cosas que Kai nunca imaginó que podía pasar; es decir, que Uruha se presentaría en su casa y que antes de saludar o explicar la razón de su visita, dijera su nombre, como si eso respondiera todas sus dudas.

Y si que las respondía, pero otra cosa era que Kai pudiera creerlo.

—¿Qué?

—Te estoy respondiendo. —Uruha entrecerró los ojos al sospechar lo que sucedía—: Tú no recuerdas lo que me preguntaste, ¿verdad?

—Lo siento.

Si alguien le hubiese dicho que Uruha podía poner una cara tan triste como aquella, se habría pensado mejor una disculpa, o se habría cortado la lengua. Lo que hubiese sido mejor con tal de no ver nunca esa expresión dolida.

Uruha se había presentado y había pronunciado su nombre completo en voz baja, con algo de timidez en tu tono, pero también emoción en sus ojos que casi siempre se mostraban apáticos. No había sorbido ni una sola vez con la nariz, pero estaba jugando con sus manos como si estas picaran. Sus labios no tenían una sonrisa de oreja a oreja como él acostumbraba, pero había marcas de dientes que los habían maltratado sin piedad. Uruha dijo su nombre con una calma que no sentía pero tan feliz como él había estado cuando supo que Uruha le gustaba. Sin embargo…

—Entiendo; fue mi error. —No hubo lágrimas pero eso no indicaba que no sufriera la decepción.

El rostro de Uruha se había opacado por completo y sin decir más, dio media vuelta y caminó hacia la salida como si la vida le pesara. En cámara lenta, Kai se vio estirando la mano y deteniéndole por el brazo, Uruha se deshizo de un tirón del agarre y en el forcejeo, sus pies se enredaron en la alfombra, trato de sostenerse de lo primero que encontró, la camisa de Kai y cerró los ojos. Dos siseos de dolor. Kai recibió el impacto en las rodillas, Uruha un soberano sentón. Se quedaron ahí, mirándose. Kai aguantando el impulso de soltar un comentario irónico. Uruha era lo que se decía un hombre… torpe.  Kai era lo que se decía y con letras mayúsculas, un hombre idiota.

—Lo siento, hay muchas cosas que quiero decirte, pero… ­—«tu cercanía me marea».

—Pero, ¿qué? —Le ayudó el guitarrista. Kai no procesaba. Sus neuronas se negaban en rotundo a hacer sinapsis.

—Tu perfume… esa dulce y espesa esencia me está intoxicando.

 

—Hey, Kai… no te pases de listo —Kai abrió los ojos, no se había dado cuenta del momento en que los había cerrado, menos había notado que había invadido el espacio personal de Uruha y que su nariz estaba enterrada en su cuello, olfateando como un perro.

Había tenido tanto sexo en su vida que llegó el momento en que estuvo harto de el; sin embargo, con Uruha así de cerca, con su olor nublándole el cerebro, podía sentir la excitación hormigueándole el cuerpo y agolpándose en cierta parte de su cuerpo como nunca antes. El lóbulo de las orejas perforadas de Uruha se veían rojas, se adivinaban calientes de vergüenza e irritación. Estaba encantado con la reacción de Uruha, estaba excitado como nunca antes lo había estado. Quería… quería mucho. Quería todo.

—Esto te podrá sonar raro, Uruha, pero estoy siendo serio: creo… creo que me siento atraído por ti. Me gustas.

—De acuerdo —respondió el guitarrista con la indiferencia de siempre, como si en vez de Kai haberse declarado, solo le hubiese dado la hora. Uruha se incorporó y con una sonrisa calma, fue a sentarse al sofá—. Siéntate.

Nervioso por el problema que llevaba entre las piernas, desconfiando por la actitud pasiva de Uruha, se acercó.

>>Ruki te dijo que no usaba perfume, ¿verdad? —asintió—. Él no mintió, no uso.

—Pero tú hueles realmente bien. Tengo esa fragancia en la nariz todo el tiempo cuando te veo...

Uruha se permitió una sonrisa.

—Es mi olor corporal. La mayoría de las personas no reaccionan a el… las únicas personas que lo hacen son quienes se han enamorado de mí.

Al confesar aquello, los labios de Uruha se curvaron enormemente. Había notado el gusto que Kai había desarrollado para con él hacía mucho tiempo, y aunque al principio le había descolocado, se encontraba la mayor parte del tiempo pensando en cómo hacer para que Kai no pudiera olvidar su olor. Había visto muchas facetas en Kai, pero nunca le había visto enloquecer. Todos los días con esos pensamientos, fue inevitable…

—¿Enamorarse? ¿Quieres decir que me enamoré de ti? —Kai preguntó, en su tono no había rechazo por la posibilidad que él le mencionaba.

—¿Estás sorprendido? Acabas de decir que te gusto, ¿o escuche mal?

Kai negó con la cabeza y retrocedió al notar que estaba invadiendo el espacio personal de Uruha.

—¿Y tú? —Uruha desvió la mirada. Él hacía rato que se había confesado

Oh. Kai abrió la boca y la cerró al segundo pero no fue capaz de dejar de sonreír. Inesperadamente, el montón de preguntas que había hecho a Uruha puedo recordarlas, en orden y con su respectiva respuesta. No había una que faltara.

«Yutaka Tanabe» Había dicho Uruha al llegar a su casa, y no podía equivocarse, no quería equivocarse con que eso debía responder a «¿qué persona te gusta?».

—Lo he entendido todo —dijo, probablemente con el mismo tono que Arquímedes debió exclamar su  «eureka» —y sonriendo como niño en navidad, reclamó su regalo—: ahora déjame besarte…

Uruha quiso reírse por la infantil reacción de Kai. Quiso reírse por la infantil reacción suya.

—Oh, por Dios, Yutaka, muérete.

Y aunque dijo eso, tenía una sonrisa taimada en la cara al dirigirse a la salida. Con Kai siguiéndole el paso, se volteó y obedeciendo a la petición y al deseo propio, dejó un impoluto y suave beso en los labios de Kai.

—Espero que ahora sí lo entiendas…

—Por supuesto que lo entiendo, ¡déjame hacerte el amor!

Uruha giró, sonriendo como nunca lo había hecho y al instante de subir la voz, su cara era la de un irritado asesino en serie.

—Ve y muérete unas cien veces más, por favor.

Kai nunca entendía nada. Kai sonrió; Kai estaba feliz.

—Oye, Uruha —llamó antes de que el guitarrista saliera por completo de su campo de visión. Pensaba que estaban bien, pero no tan seguro de cómo habían quedado—, ya sé que soy idiota y que no entiendo nada la mayor parte del tiempo, pero soy serio: por favor, sal conmigo. Yo… voy a atesorarte.

Uruha levantó una ceja, divertido. ¿Era posible que a Kai fuera tan lento, que no le diera vergüenza decir ese tipo de cosas?

—Kai, estamos saliendo desde hace —fingió consultar su reloj de mano— diez minutos. No actúes como un tonto o voy a dejarte.

—Soy una persona seria —respondió enérgico—, ¿quieres que te lleve a tu casa?

Se alzó de hombros, no necesitaba que Kai hiciera tal cosa, estaba bastante grandecito como para actuar como un chiquillo, pero tampoco podía ni quería negarse. Kai sonriendo como nunca, cerró la puerta de su piso y corrió detrás de él… como haría siempre a partir de ese momento. 

Notas finales:

algún día escribiré algo realmente guay y sorprenderé a todos, verán(?)
Entonces, ¿ya leyeron los otros fics del DIK?A que son muy guay **. Yo estoy maravillada con la cantidad de fics que hay. Si no se ha pasado, debería hacerlo. Los fanfickers son realmente buenos, he leído la mayoría de los fics y son realmente muy lindos. 
En cuanto a este, he escrito de Kai como un pequeño rufian, un sádico que le encanta jugar con los demás. Esta vez quise mostrar un poco de un Kai inmaduro pese a su edad. Es posible que esa sea la razón de que me haya gustado este shot al final, que a pesar de ser random, conseguí mostrar un poco de un Kai bastante tonto XD, y lo digo no en mal plan, aclaro. 

Bueno, esta es la primera vez que pienso que alguien no terminará de leer algo mio por lo random que salió esto, pero si usteh ha sido valiente y ha terminado. Gracias

 


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